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Delicioso el marido de mi cuñada

Lo que me llamaba la atención del marido de mi cuñada era su aire ingenuo y algo abobado, pero también su cuerpo fornido tendiendo a pasarse de libras. No se por qué era recurrente preguntarme a mi mismo cómo se cogería a la cuñada, o si sabría hacerlo. Bueno, por algo a de ser que tenían un par de hijas.
Cuando lo vi sentado esperando a que la cuñada le sirviera la comida, me pareció algo raro, pero excitante, el hecho que tuviera desabotonada la camisa dejando al descubierto, entonces lo vi, su velludo abdomen. Mira pues -le dije, mostrando la barriguita el hombre. Y pase los dedos por todo ese abdomen temiendo que se molestara. 
Una sonrisita perdida en el rostro y cierta mirada complacida me disipó el temor. Así que volví a pasar los dedos. Que velludo -le dije, comparado con uno, que solo tiene en la parte principal. -Conmigo hay en todos lados, -dijo, hasta en las nalgas. Mmmmmm, yo no, agregué. 
Me senté a su lado. -Ta interesante tu barriga, le dije, y ya desinhibido lo empecé a masajar con toda la mano. No se rió, no me retiró la mano, solo su mirada seria denotó que lo estaba disfrutando. Le di unas palmaditas. - Bien que sabes disfrutar, verdad cabrón. Cerró los ojos sin decir nada, y echó la cabeza hacia atrás. 
Noté lo que pasaba mas abajo. Y no me contuve. Bajé la mano, lo sobé sobre el pantalón, notando cómo estaba creciendo y endureciendo. Le di un apretón. Abrió los ojos, y me agarró la mano un momento presionando hacia su entrepierna. - Ya es hora de comer, dijo. Cuando quieras, -respondí.
Entonces la cuñada dijo que estaba retrasada, que serviría en un poco mas de media hora. 
Por qué no vamos a mi casa un rato? - pregunté al marido, y nos comemos otra cosa. 
No es que sea gay, lo aclaro, pero ese día estaba que quería probar hombre y sentirme hembra. Y no estaba dispuesto a dejar pasar la ocasión, máxime con este tipo que siempre había llamado mi atención, y no se por qué me daba curiosidad saber cómo era para el sexo. 
No se cómo describir lo que sentía mientras caminaba frente a él rumbo a mi casa, la emoción cuando abrí la puerta y mi estremecimiento cuando eché el cerrojo, y estar a solas con ese macho, sabiendo ambos lo que queríamos. 
Pese al pre-calentamiento, me le acerqué con cierta timidez y aturdido, sin mucha claridad en lo que iba a decirle, solo alcance a decir que me gustó su panza destapada, me excitó sus pelos. Acaricié nuevamente esa barriga, ahora con la dos manos, y no aguanté las ganas de acercar mi boca a sus senos, y empezar a lenguetearlos. Qué excitante! Lo mordisqueé, hundí mis dedos en su barriga, sentí sus brazos rodear mi espalda como para que no me despegara. En su apretón mi sexo relajado sintió la de él endurecido. Asi que bajé mis manos, lo palpé, lo palmeé, lo apreté, lo sobijé. Me lo enseñas? - pregunté en su oído. 
Lo vi quitarse la camisa, desanudarse el cinturón, empezar a quitarse el pantalón con todo y bragas. Me alejé unos pasos para apreciar todo el conjunto. Wow, y todo eso me voy a comer? pregunté. De respuesta vi una sonrisa pícara, ansiosa, y una respiración agitada. Yo también me apresuré a desnudarme, di un par de vueltas para que me apreciara, de respuesta recibí las pulsaciones de su verga endurecida. Le di la espalda y me agaché a recoger algo imaginario. Desde abajo vi su verga, sus bolas, sentí el estremecimiento de mi ano. Pero antes... 
Traje una almohada que puse frente a él, me arrodille en ella, puse mis manos a los costados de su cintura, y empecé a darle besos al tallo de su verga, después saqué mi lengua y lo lamí de arriba abajo, no perdiendo la ocasión de sentir la rugosidad de sus bolas. Entonces volví al frente, dejé mi nariz un instante frente a la abertura de su glande, olí y aspiré aquello, dos, tres, cuatro veces. Que delicioso olor de macho excitado. Entonces pasé mi lengua por ese glande brillante, rosado y mojado. Saboree su miel y volví a la carga. Cubrí todo el glande con mi boca, mientras lo enjuagaba y lo lengueteaba. Sentía como a ratos se endurecía más adentro de mi boca. Me lo fui metiendo, más y más hasta que pude besar con mis labios su abdomen. Fue solo un instante, mi respiración se cortaba y sentí las arcadas que me provocó tanta carne que tenía metida hasta la garganta. 
Me retiré un momento, y después seguí en mi faena. Mientras seguía comiendo tanta carne exquisita, y bebiendo tanto jugo delicioso, pensé en lo que me había estado perdiendo todo este tiempo. Diez minutos, quince minutos? no se cuanto tiempo llevaba mamando, pensé que dentro de poco la cuñada tendría lista la comida, y mi macho tenía hambre. 
Le pedí al marido de mi cuñada que se sentara en el sofá, mientras traje un condón, se lo coloqué, me subí en él, me puse un poco de lubricante y agarre su verga para colocarla en la entrada de mi culo. Lo vi a los ojos, rodee su cuello con mis brazos. Me acerqué a su oído, le dije: cógeme. Sentí sus manos venir a aferrarse a mis nalgas, apretarme mientras me empezaba a clavar. Nos vimos a los ojos, casi le leía en la mirada: te voy a coger puta. Me vio la boca, me besó con fuerza, restregándome sus labios, metiendo su lengua, a lo cual correspondí, y mientras nos besábamos así como dos amantes apasionados, me hizo el gay, la hembra, y la puta que había deseado ser, hasta que sus respingos me dijeron que me había entregado toda su lechita allá adentro. 

1 comentarios - Delicioso el marido de mi cuñada

arriagada_casa +1
Deberías colocar que es un relato GAY para la gente que no nos interesa leer eso pase de largo y no pierda el tiempo