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Mi timidez y las mujeres de mi familia 41

Mi timidez y las mujeres de mi familia 40




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Mi timidez y mi responsabilidad guiaron mi juventud, hasta que mis tías, mi madre y mi prima y otras chicas me hicieron despertar, pero las circunstancias me abrieron los horizontes. 



Lisa y a mí nos gustaron los cortes de tela que Julia se había comprado para hacerse unos vestidos, sobre todo uno para ir de fiesta, según las sospechas de mi prima nos imaginamos con quien se iría. Cuando por la mañana Elvira la modista, la madre de Raquel, vino para tomarle medidas, estuvieron reunidas las dos hermanas y Lisa para elegir los modelos según habían visto en varias revistas de moda.

Yo mientras en el bar, estaba tras la barra pendiente de las camareras, no había mucho trabajo y se dedicaban a arreglar detalles que en momentos de agobio era imposible.

De momento, un gran estruendo se oyó en el almacén, entré corriendo y vi una pila de cajas de bebidas que estaba en el suelo, me pareció raro, pero cuando vi un zapato entre las botellas me asusté, lo primero que hice fue salir y buscar a Ricardo para que me ayudara, pero me acordé que era su día libre, volví en el momento que una pierna se movía y se quejaba de dolor, estuve apartando cajas y botellas, hasta descubrir que bajo de ellas Lourdes estaba empapada de zumos, la chica se quejaba de la espalda, intenté levantarla pero no podía moverse, estuve a su lado hasta que poco a poco se incorporó y se sentó en una caja, aparentemente no tenía nada roto, aunque vi que en la camisa tenía una mancha roja, ella decía que no era nada, pero claramente se notaba que era sangre, con la camisa mojada de zumo de todos los colores no se podía apreciar de donde salía la sangre, por lo que le dije que moviera los brazos, los movió, pero en un giro del brazo derecho se quejó, le dolía bajo del brazo, le dije que se subiera un poco la camisa para verlo, en efecto tenía un rasguño en todo el lado que le sangraba, aunque no parecía grave le insistí que moviera el brazo y el hombro, le dolía pero sobre todo las costillas, fui al botiquín, Raquel me preguntó qué había pasado, me dijo que si hacía falta la acompañaría al hospital, pero la tranquilicé, no parecía mucho.

Cuando volví al almacén, Lourdes se estaba mirando la herida, rápidamente se cubrió pero al verme con las gasas y el agua oxigenada y cremas se tranquilizo más, después de insistirle mucho me dejó verle la herida, era un rasguño fuerte, seguro con el borde de alguna caja de bebida, le sangraba un poco y con una gasa y agua le fui lavando la herida o por lo menos lo que me dejaba ver, pero descubrí que se extendía más arriba, la tapaba el lateral del sujetador, no quería por nada que le curara más, pero la evidencia fue cuando vio el sujetador manchado también de sangre, la convencí diciéndole que sujetara con las manos la copas, que yo le despasaría la prenda y le curaría debajo, luego le pondría un apósito y volvería a abrochárselo, al fin consintió, dejándome ver lo justo se apretó la prenda por delante, yo le solté el sujetador, era bastante discreto, color carne y bastante ancho, el cierre se me resistió bastante y me dijo que debía hacerlo con las dos manos, cuando lo solté suspiré tranquilo, ella con las manos apretaba las copas sobre sus tetas, le descubrí la zona y efectivamente sangraba bastante aunque era solo una rozadura, el agua oxigenada le escoció y se movió un poco, el lateral del sujetador se mojó y tuve que separarlo para secarlo con un algodón.

Lourdes apartó un poco la mano para que la secara, el nacimiento de la teta empezó a aparecer bajo el brazo, estaba rojo del rozamiento y lo mojé con la gasa, ella iba apartando la mano según le iba mojando con la gasa, cuando ya solo con tres dedos se cubría el pezón dejé de avanzar, para entonces casi toda la teta ya estaba a la vista, era hermosa, desde su nacimiento cogía volumen y haciéndose redonda por debajo pero sin llegar a hacer pliegue sobre el estómago, desde arriba hacía una curva y la mantenía levantada, yo con la gasa le limpie por debajo hasta casi llegar al esternón, la piel era de una suavidad sedosa, la chica me facilitaba la tarea de limpieza e iba apartando los dedos para que no me molestaran, llegué a limpiarle hasta la unión con la otra en medio del canalillo, solo me faltó el pezón que lo mantenía pellizcado con dos dedos.

Para evitar mancharse de la mercromina que le puse sobre la herida se sacó la camisa por encima de la cabeza, yo le ayudé para que no soltara las manos de las tetas, estaba preciosa con las manos sobre las tetas con los tirantes caídos del sujetador, solo sostenía una copa cubierta con la tela, en la otra solo mantenía dos dedos sobre su pezón.

Con una gasa seca le empecé a pasar para que no se irritara, desde la axila depilada hasta la cintura evitando la zona dañada, luego me extendía por el estomago hasta que subía a la base de la teta, desde allí lateralmente la rodeaba toda hasta subir por el canalillo hasta casi la garganta, luego volvía por el mismo sitio y le secaba el lado exterior, desde el nacimiento bajo el brazo hasta llegar a sus dedos sujetando el circulo moreno, le pregunté si le había secado bien, contestó con un hilillo de voz que sí.

Le dije que debía ponerle crema hidratante pues se podía irritar, lo comprendió y me puse en la mano una buena porción de crema, ella al notar mi mano caliente y la crema fría le dio un tiritón, vi como se le ponía la piel de gallina en toda la teta, ella recolocó los dedos sobre el pezón, pues había empezado a erguirse, al pasar la mano alrededor de todo el pecho le unté los dedos de crema, también ella instintivamente para no mancharse los quitó, mi mano que iba en la misma dirección pasó sobre el pezón, fue un segundo, pero mientras pasaba la mano rozándolo notaba las diferentes textura de la piel, suave y tibia, luego rugosa y luego en pleno pezón erguido áspera y dura, ante los hechos consumados Lourdes ya no se cubrió más con sus dedos, mi mano pasaba ya en todas direcciones solamente evitando la zona dañada, le puse crema hasta casi acabar el bote, ella se miró la otra teta estaba también mojada de crema y se quitó la mano con lo que quedaba del sujetador, en una de las pasadas sobre la teta me desvié a la otra, ya no me dijo nada, estuvo quieta mientras empezaba desde el principio por ponerle en el otro pezón, lo rodee con los dedos, lo endurecí como su gemelo y cuando estuvieron los dos iguales Lourdes solo me dijo…

- La crema huele muy bien.

- Y debe saber mejor, le dije yo.

La chica hincho el pecho haciendo levantar las dos tetas a la vez ofreciéndomelas, yo empecé a besarle la zona alrededor de la herida hasta llegar por debajo hasta el pezón, ella me acercó el otro y ya me lo metí en la boca directamente.

Me sujetaba mi cabeza con las manos guiándome por toda la redondez, desde la axila hasta el canal que las separaba, con una mano me bajé la cremallera para liberar mi polla que doblada me hacía sufrir, y casi lo había conseguido cuando oí llegar a Raquel, preguntando si se había hecho mucho daño.

Miré a mi alrededor, vi el destrozo de botellas y cajas por el suelo y comprendí que no era el momento ni el lugar para llegar a más, por lo que le puse un apósito y la camisa sin el sujetador, para que no le rozara, cuando salimos se notaba como las tetas hinchadas se movían bajo la camisa libremente.

Cuando mi tía se entero del incidente se preocupo mucho por Lourdes, la chica no sabía que decirle, temía una reprimenda por las botellas que se habían roto pero cuando Julia le dejó claro que los daños no le importaban y su herida era lo importante, le contó la cura que le había hecho yo, incluso se subió la camisa y le enseño como le había limpiado y tapado después la herida, mi tía quedó gratamente sorprendida ante mi rápida intervención y el esmero que había puesto en la cura, cuando Lourdes se despasó el sujetador para enseñarle hasta donde llegaba el rasguño mi tía sonrió al ver el inicio de la teta y lo prometedor que debía de seguir.

- Enhorabuena Lourdes, has tenido mucha suerte en que Manu estuviera cerca de ti, estoy segura que no te arrepentirás de que te haya curado, pero deberías decirle que dentro de unos días te levante el apósito y te vuelva a curar.

Cuando se cruzó conmigo mi tía me guiño un ojo.

Elvira cumplió su palabra, me pareció que no habría dormido casi para avanzar los vestidos de mi tía, a los dos día le llamó a Julia, le dijo que ya podía pasar para una primera prueba, mi tía tan sorprendida como yo se ilusionó enseguida, por la tarde se vistió para ir a casa de la modista, cuando ya estaba en la calle volvió y cogiéndome del brazo me dijo…

- Hazme un favor Manu, vente conmigo, así tendré una opinión desinteresada.

- Te advierto que yo no entiendo nada de vestidos, tía Julia.

- Si ya me lo figuro, entiendes más de lencería…

- En un principio no le cogí la indirecta, pero cuando lo hice preferí no darme por enterado.

Cuando llegamos a casa de Elvira, se deshizo en elogios y le encantó que le acompañara yo, nos hizo pasar a una salita al lado de lo que debía ser el taller donde cosía, yo me puse a ojear unas revistas, la verdad es que no me atraía nada ir de pruebas, mientras las dos mujeres hablaban de detalles en la prenda me dediqué a curiosear, todo eran retales y recortes de tela por el suelo y en estanterías, cuando me llamaron yo estaba mirando una curiosa máquina de coser antigua, pasé a la salita con las mujeres, mi tía ya tenía el vestido puesto, lleno de alfileres e hilvanes, casi no se le veían formas, me pidieron mi opinión, yo por compromiso les dije que en algún sitio me parecía muy largo o estrecho o ancho, Elvira iba corrigiendo lo que yo decía con la complacencia de Julia, mi fallo fue decirles que me parecía que con un poco más de escote le quedaría mejor, Julia enseguida se interesó más por mi comentario y me pidió que le señalara por donde debía quedar, con el dedo le señalé, pero Elvira me dio la tiza para marcar por donde me parecía mejor, con mucho temor fui marcando rayas pero Elvira me corregía por donde no podía ser.

Me hacía borrarle con la mano los errores, al fin dijo…

- Manu lo tuyo no es la tiza, mejor coge los alfileres y lo marcas.

Yo trague saliva, eso aún me daba más miedo, cogí los alfileres y pinchaba con mucha precaución cuando se clavaban demasiado deprisa temía clavárselo a mi tía, ella misma viendo el peligro, me sugirió que metiera la mano por dentro y me ayudara al clavarlos, lo hice con mucho cuidado pero no podía evitar de vez en cuando tocar el pecho de Julia, entonces apartaba la mano rápidamente, tan lento iba que me tuvo que decir…

- Manu no tengas miedo, que no soy de cristal, tócame sin miedo, bajo el vestido solo hay una teta o mejor dicho dos, tócalas y veras.

Me cogió la mano y las puso sobre sus tetas, me quedé con las manos abiertas frente a las dos chicas, ellas explotaron en una gran carcajada, ya me iba a rendir cuando Elvira me dijo…

- Es verdad Manu, no tengas miedo, unas tetas son unas tetas, no más, toca las mías.

También me cogió la mano y la puso en sus tetas, mi tía viéndome rojo de rubor, aún me cogió de mi otra mano y también se la puso sobre las de ella otra vez.

A partir de entonces me calmé y metiendo la mano por el escote pinchaba y sacaba el alfiler sin miedo, por supuesto no la separaba de la piel de Julia, una vez acordada la profundidad del escote vino otro problema, le hacían arrugas y Elvira lo achacó al sujetador que llevaba Julia, ésta lo había previsto todo, del bolso sacó uno nuevo que se había comprado, sin pensárselo se bajó el vestido y se quitó el que llevaba, los dos globos quedaron frente a mí, abrí los ojos quizá demasiado porque mi tía se puso el nuevo con una lentitud pasmosa, era precioso, con una copa muy bajita, se le salía la teta por arriba hasta el límite del pezón, aún así se sacaba la teta y se la arreglaba hasta dejarlo justo bajo la puntillita de la copa.

Elvira quedó maravillada, le dijo que nunca había visto nada tan bonito, y que nunca podría llevar, mi tía para quitarle el capricho se lo quitó y se lo ofreció…

- Quieres probártelo y ver cómo te queda? Si te gusta te diré donde lo compré, te harán descuento.

Elvira no rehusó la ocasión, se quitó la blusa que llevaba y luego el sujetador que llevaba, tampoco era feo pero nada que ver con el otro, las tetas de Elvira así de pronto también me causaron sorpresa aunque también me las sabía comido no hacía mucho, quizá por el tacto del tenue tejido y por la situación los pezones de Elvira se marcaron bajo la tela, mi tía le plegó la copa bajo el pecho y le dejó el pezón al aire, lo poco que le quedaba de copa sujetándole se las subía haciéndole un canalillo muy excitante, con un gesto cariñoso, le pellizcó los pezones y éstos salieron exultantes…

- Mira Manu, qué te parece el cambio de Elvira? Te has fijado como se le ponen los pezones enseguida? Los tiene muy sensibles.

- Pues eso que solo me los has tocado, si me los chupara Manu verías pezones duros Julia,

- No será para tanto, los míos seguro que te ganarían, sin tocármelos ya los tengo duros.

- Me gustaría verlo, fíjate, me apuesto la confección de un vestido a que tengo más pezones que tú.

- Acepto, si no, te traigo una clienta nueva con más vestidos.

Hecho, se dieron la mano como dos personas de honor, sin contar conmigo Elvira se quitó el sujetador y quedó con los pechos frente a mí, a su lado Julia, confiando que le haría ganar sin duda, por eso era su sobrino.

Elvira se subió en una banqueta de pruebas, sus tetas me llegaban justo a mi boca, me llamó y me puse pegado a ella, no tuve que buscarlas, Elvira me las fue poniendo en la boca, me las cambiaba mientras yo le chupaba ávidamente, los pezones se ponían rabiosamente duros, hasta la areola se contraía y se dilataba dentro de mi boca, cuando ya no podía respirar tuve que dejarlos salir, mi tía subió a la banqueta después de medirle a Elvira las tetas y los pezones con una cinta métrica, con las tetas de Julia frente a mi me lancé con el propósito de que ganara holgadamente, no tardaron en ponerse duros también, tenía que abrir más la boca, la areola era más ancha y además se hinchaba mucho más que la de Elvira, cuando me saqué una y me metí la otra el pezón, su cerco brillaba con mi saliva, me volví para ver qué opinaba Elvira, ésta se había sentado en un silloncito, se había subido la falda hasta le cintura y con las bragas en los tobillos se estaba metiendo en el coño el mango de un cepillo de la ropa, mi tía cuando la vio se bajó de la banqueta, le miró como entraba el cepillo hasta el fondo y se volvió hacia mí, me bajo la bragueta y me buscó dentro, no le fue difícil encontrar lo que buscaba, la polla estaba pegada al cinturón, casi se asomaba sola, la sacó y descubriendo el capullo frente a Elvira le dijo…

- Creo que esto te hará mejor papel que el cepillo.

Sin decir nada la modista arrojó lejos el cepillo y abrió las piernas, las bragas colgaban de una pierna, mi tía me adelantó hacia ella y no tarde en entrar en el coño de Elvira, ella suspiró al notar el trozo de carne caliente en sus entrañas, solamente susurró…

- Gracias Julia, has acertado, es lo que necesitaba y desde hace mucho, mucho, tiempo, ah! Y de la apuesta me doy por vencida, tienes los pezones más grandes que he visto.

- Estaba segura que te gustaría, Manu es un chico especial.

- Si, es cierto Manu, tú sigue follándome, no pares por… tu tía, quiero tu leche, pero antes quiero correrme yo.

Mi tía, se sentó en el sillón bajo que tenía al lado, pero antes se quitó el vestido de prueba, con solo las bragas no tardo en quitárselas también, se estiró con las piernas abiertas y metiendo una mano fue separando sus labios del coño y pulsando su clítoris hasta hacerlo ponerse tan duro que parecía un pequeño pene.

Elvira debía estar muy deseosa de polla pues no tardó en correrse, se quedó con los brazos abiertos colgando del sillón, oí a mi tía a mi espalda.

- Dónde está mi sobrino favorito?, quien se va a comer mi coño?

Le sonreí y me arrodillé frente a ella, me puso las piernas sobre mis hombros, las abrió y me acercó mi cabeza hasta sus labios, ya estaban abiertos y mojados, cuando ya iba a correrse, me dijo…

- Ahora Manu te toca a ti córrete dentro de mí que para eso soy tu tía.

Se levantó del sillón y se arrodilló en el asiento, me puso sus nalgas frente a mí, los jugos que le habían salido del coño se habían escurrido hasta el culo, no hizo falta dilatarlo, mi capullo lo hizo, con lo suave que estaba se coló suavemente, Julia lo contraía y lo relajaba mientras yo solo empujaba, poco a poco fue entrando, la punta desapareció dentro y al llegar al escalón del glande se cerró sobre él en la dilatación conseguida ya fue fácil para el tronco seguir entrando, Elvira se había levantado y de rodillas había llegado hasta nosotros, me había cogido los huevos y me los amasaba, con saliva iba lubricando mi polla para que entrara fácil, con la otra mano pulsaba el clítoris de Julia, esta se lo agradeció apretándole una teta,

Me dio un poco de pena no vaciarme dentro de Elvira, se había quedado esperando, pero el culo de mi tía sería tanto o más estrecho que el de la modista y cuando lo llené de leche casi no le salió nada.

Mis empujones y las caricias de Elvira provocaron un orgasmo en mi tía que cayó hacia adelante, quedó colgando del respaldo del sillón, las tetas balanceándose detrás del mueble y solo su cintura la sujetaba de mis empujones, sus gemidos y suspiros se oían en toda la casa, con los brazos balanceándose en el aire, parecía un molino de viento, su vagina manaba jugos sin parar, los recogía con las manos Elvira, ésta en su excitación había vuelto a masturbarse entre sus piernas, se corrió ella sola, cuando ya me iba a salir del culo de mi tía caído como estaba sobre ella, Elvira me regalo una lamida en los huevos, que me dejó mojado pero limpio como recién duchado.

Nos sentamos en el suelo, sobre los retales, al final quedamos para volver otro día a probarse por segunda vez.


Continuará

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