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#16 Me acosaron en el bus (no debí llevar falda)

Me tocó hacer mi pasantía en la gran biblioteca pública. Era el mejor lugar de todos, sin presiones y con miles de libros a mi disposición. El problema era que estaba situada a dos horas de mi casa, de la facultad iba allí, y de allí a mi casa. Todo el trayecto de venida era en bus y de noche, un poco peligroso a mi parecer, como lo comprobaría después.
Nada malo pasó las primeras dos semanas.
El primer incidente sucedió el lunes de la tercera semana. Terminé mis labores y salí rumbo a casa tomando el bus habitual. Habitual también, viajé parada.
Mi uniforme consistía en una falda corta tartán en negro y rojo, los colores de la fachada de la biblioteca. Una camisa simple, blanca y puesto encima, un chaleco de vestir tambien negro. La política me obligaba a usar medias de lycra y zapatos de tacón alto. Solía llevar unas chatitas de manera a cambiarme al salir para descansar mis adoloridos pies.
La mayoría de los días viajaba en el bus un señor bastante alto y calvo. De unos 40 a 50 años. Nada especial, viajaban también muchas personas a las que ya reconocía de cara, una señora bastante vieja, una chica con uniforme de McDonald's, un hombre bastante obeso, una madre y su hijo llorón, el variopinto habitual.
Solo que ese lunes, nada habitual fue que el señor calvo me manoseara las nalgas.
No era la primera vez que se propasan en el bus conmigo. Soy algo gordita, blanca y pelirroja, de senos cargados, soy consciente de que atraigo ciertas miradas, más con mi baja estatura.
Pero a las miradas no te acostumbras. Menos a que te toquen el trasero en el bus. El señor se colocó detrás mío y empezó a apoyarse. Al principio pensé que era un roce casual, pero al repetirse era obvio que no lo era. Me sentí incómoda, miré a los costos pero no me veía nadie más. Él disimulaba muy bien, de modo que pasé medio camino sintiéndolo contra mí. Debí gritarle algo pero no me atrevía, tenía demasiada vergüenza y yo de por sí ya era demasiado tímida. Así que el señor aprovechó su viaje, al final ya tenía la mano en mi nalga cuando por fin llegué a casa.
Intenté no pensar más en eso. Y lo logré muy bien, no me afectaba. Por un día entero.
El miércoles salí apurada, se me había echo tarde y perdería el bus. No tuve tiempo ni de cambiarme y corrí hasta la parada con mis zapatos negros de tacón alto. Por suerte alcancé el bus de siempre, y como siempre fui parada.
Sufrí un vuelco del corazón cuando vi al señor calvo en el bus. Intenté quedar lo más alejada de él y por media hora lo logré, incluso pensé que no me había visto.
Estaba equivocada.
El señor fue hacia mí. No pudo ponerse detrás mío pero quedó a mi lado. No paso ni cinco minutos cuando volví a sentir su mano en mis nalgas. La movía en círculos, apretaba ligeramente una de ellas y continuaba.
Era una situación bastante incómoda y de nuevo no pude decir nada, pero por obra de Dios, uno de los pasajeros se levantó para bajarse, justo el del lado de la ventanilla, del doble asiento que tenía frente a mí.
Mi suerte mejoró aún más porque el otro pasajero dejó que me sentará en el lugar vacío, es decir, me senté al lado de la ventanilla, con un pasajero a mi lado, entre el acosador y yo.
Pasó una hora, entonces comprendí que no fue Dios quién me salvó.
Mi acompañante se levantó, y en su lugar se sentó el hombre calvo.
Era tan grande que ocupaba más de su lugar, me sentí apretada entre él y la ventanilla. No tenía escapatoria.
Rápidamente llevó su mano a mi pierna y la empezó a acariciar. Recorría ambas piernas y subía cada vez más la mano mientras yo intentaba bajar la falda que él iba subiendo.
Lo miré, pero él no lo hizo, miraba hacia el frente, miré a los otros pasajeros pero todos estaban absortos en sus propios mundos. Aparté el rostro y miré por la ventanilla, ya empezaba a resignarme. El señor continúo tocándome, llegando a rozar a ratos mi tanga rosa de algodón que llevaba ese día. 
El bus se fue vaciando a medida que se acercaba a la zona residencial donde yo vivía. Cuando estuvo lo suficientemente vacío el señor me tocó aún más. Llevó la mano a mi entrepierna y me acarició la vulva por encima de la tela. Yo me debatí pero el señor solo apartaba mis manos y continuaba tocándome. Con la izquierda me acariciaba entre las piernas y con la mano derecha empezó a tocarme los pechos.
Sus dedos hicieron a un lado la tanga y al sentir sus dedos me recorrió una descarga eléctrica. Mi cuerpo reaccionó y al rato ya estaba mojada. Él lo notó y con la lubricación pudo meter un dedo, para luego meter dos, en mi vagina.
La cara se me caía de vergüenza. 
Luego de unos instantes se detuvo. Apartó las manos y se las llevó al pantalón. Forcejeó con él y bajando la cremallera quitó su verga fuera
Abrí los ojos incrédula. El señor estaba a mi lado con su pene semi flácido al aire libre.
Me pasó uno de sus brazos por el hombro y me bajó hacia su verga. Me resistí como pude pero era demasiado débil para él.
Terminé con su verga en la cara. Con una mano se lo agarraba y me lo estrellaba en la cara. Como no se lo chupaba me agarró del pelo y me lo sarandeó a modo de amenaza. Lo entendí muy bien, tampoco quería que me lastime, así que abrí la boca y el pene pudo entrar. 
A medio erección ya era grande, luego de unos minutos en mi boca ya estaba dura y apenas entraba en mí. No era tan larga pero si era gruesa. Mi mandíbula se abría en su máxima anchura para dejarle paso. 
Lamenté no haberme quitado el labial rojo oscuro y para no ensuciarme empecé a chupárselo tratando de no embarrarme con el labial.
Como ya se lo mamaba el señor me soltó el pelo. Pero cuando tomé su pene con la mano me agarró de la muñeca y me lo puso en la espalda. Era de los que no les gustaba que use las manos. De modo que continúe la mamada con un brazo a la espalda, usando solo mi cabeza. De grueso no podía meterlo todo. Intenté hacerlo un par de veces pero no podía abrir tan grande la boca.
Por su parte, el señor dejó que se la comiera como pudiera, obligándome aveces a bajar a sus testículos para que también los chupe.
No estaba depilado y sus pelos quedaban en mi boca teniendo que detenerme a escupirlos.
No estoy segura de cuantos minutos estuve agachada chupándole la verga al desconocido. Pero cuando por fin me dejó levantar la cabeza ví que tenía en frente a otro pasajero. Era el señor obeso.
Era muy gordo y no sabría decir cuántos años tenía. Estaba simplemente parado ahí, tampoco sabía desde hacía cuánto. Pero me miraba con ojos deseosos, toda la escena debía haberlo calentado.
No creía que podía sentir más vergüenza de lo que ya sentía, pero la humillación de saber que me vieron haciendo sexo oral hizo que lo sintiera.
Las cosas no terminaron ahí. El señor calvo me tomó de la cintura y me levantó como si no pesara nada, se sentó en mi lugar y volvió a bajarme. Sobre su verga erguida.
De nuevo, inútilmente, forcejeé, pero todo esfuerzo fue en vano. El señor calvo solo apartó mis manos, abrió mis piernas y subió mi falda lo suficiente como para llegar a mi tanga, la hizo a un lado y me hizo sentar apuntando correctamente la verga.
Correctamente chocó contra mis labios vaginales. Yo me había apoyado con las puntas de los pies y me negaba a sentarme, aunque hizo falta un tirón para que mis nalgas toquen su regazo.
El glande y medio pene se insertaron en mí y por poco grité si no fuera porque me llevé una mano a la boca. Miré alrededor, delante nuestro solo había dos personas aparte del conductor. Detrás no había nadie. Al menos, excluyendo al gordo, nadie nos vería.
Con otro tirón el señor calvo logró que me sentará correctamente sobre él. Mi peso hizo que la penetración fuera total. Su verga era tan gruesa que sentía mi vagina llena. 
Con sus manos en mi cintura me hizo mover. De adelante a atrás, el movimiento hacía que su polla saliese y entrase, aparte que rozaba mis labios.
Me sujeté del asiento delantero y empecé a moverme por mí misma. La gruesa verga se sentía genial y el señor, inteligentemente, empezó a acariciarme el clítoris y los senos, ya por debajo de mí camisa.
No estoy segura si llegue a un orgasmo pero la sensación era increíble. Su pene grueso lograba apretarme tanto y hacerlo en un lugar público y con un desconocido sumaba más morbo a todo.
Cuando más gusto daba un pasajero se levantó.
Rápidamente me bajé de él. El señor también lo vió a sí que me permitió bajar. Me senté a su lado, en donde estaba sentado al principio quedando ahora él hacia la ventanilla. Nuestro obeso observador también nos ayudó, se ubicó de tal forma que tapó con su cuerpo la visual del pene erecto y de mi falda subida hasta la cintura.
El pasajero se bajó sin percatarse de nada. Cuando lo hizo el señor calvo volvió a poner sus manos sobre mí. Me volteó y quedé a cuatro patas sobre el asiento, dándole las nalgas a él. Sin embargo, el asiento era pequeño para mis piernas que tuve que bajar una pierna y apoyar un pie en el piso, quedé solo con una rodilla en la silla.
Tomándome de la cintura con una mano y apartando mis nalgas con la otra volvió a penetrarme la vagina. El placer no tardó en llegar y el señor me cogía con más fuerza, con tanta que, en sus embestidas, perdí el equilibrio y tuve que apoyarme en el gordo obeso que tenía en frente.
La rodilla en la silla me lastimaba, así que bajé esa pierna también pero no entré en el espacio. Por lo visto el señor calvo también estaba incómodo porque me agarró y me empujó hacia el pasillo. El Gordo, de nuevo, nos tapó para que el señor, conmigo en brazos y con su verga aún dentro de mí, me llevará al fondo.
Allí había asientos altos, detrás de ellos nos ocultó. Parada, con mis piernas cerradas me inclinó para levantar la cola. Incluso con mis tacones seguía siendo bajita para el señor calvo, que tuvo que doblar las piernas para poder follarme con comodidad. Así lo hizo apenas estuvo cómodo.
Me cogía con fuerza otra vez, metiéndome toda su verga, me pasaba los brazos por la cintura y yo solo podía aguantar agarrada de las barras. 
En ese momento el obeso me sujetó de los brazos, pude sostenerme de él y si no fuera porque vi su pene frente mío le agradecía la ayuda. También se lo había había quitado, dispuesto a no ser solo un observador. Su verga era pequeña, insignificante, prácticamente sólo cabeza y estaba medio oculta por su prominente barriga.
No pude pensar muchas cosas. La cogida era tan eficaz que mi mente no lograba procesar lo que pasaba. Y lo que pasó fue que agarré esa verguita y lo llevé a la boca.
No hace falta detallar mi posición, parada con mis zapatos de tacón, siendo follada desde ambos lados. No me dificultaba meter todo su pene en mi boca y aún así no me llegaba a la mitad. De todas formas estaba tan caliente que le dí al gordo la mejor mamada de su vida.
Luego de poco tiempo el obeso me tomó del cabello y empezó a follarme por la boca, era bastante notorio que se iba a venir allí.
No pude prepararme mentalmente para recibirlo. Y no porque se haya venido.
Sino porque el señor calvo, abrazándome, me levantó del suelo y en un solo movimiento, sacó su verga de mi vagina y me lo metió por el culo. Tal vez la imagen de mis nalgas, de la tanga entre ellas y del pequeño agujero arriba de donde me penetraba fue demasiado para él y no quiso dejar pasar la oportunidad.
Aunque no me importaba sus razones. En ese momento solo me importaba que lo sacase. 
Pero no lo quitó. Es más, siguió cogiéndome como si nada. Su gruesa verga entro en mi ano, y mi recto y esfínter se encargaron de apretarlo. Me cogía por el culito, yo suspendida entre él y el gordo, mis piernas colgaban y se movían al ritmo de sus penetraciones, mis zapatos resbalaron y cayeron al suelo. El dolor y el placer me inundaron. El señor me folló con rabia y tras unos violentos empujones sentí dentro mí algo caliente, espeso, que me recorría por dentro. Sentí otro chorro más. Había eyaculado, se lo agradecí mentalmente por no haber acabado en mi vagina.
Aunque el agradecimiento mental fue interrumpido por el obeso. Estaba tan imbuida en la penetración anal que no me percaté del pene en mi boca ni en los movimientos del gordo. Me apretó a él, su barriga se estrelló en mi rostro y mi cabeza se hundió en él mientras su pene luchaba por alcanzar mi campanilla.
No lo hizo, pero eso no fue impedimento para que se corriera ahí mismo.
El gordo eyaculó en mi boca. Los chorros de semen eran calientes, algo picantes y salados y salieron disparados con tanta fuerza que se estrellaron en el fondo de mi garganta salpicando dentro. Al cuarto chorro estaba tan llena de semen que no pude aguantarlo más, me atraganté y en la arcada consecuente lo único que logré fue que el semen bajará por mi garganta. Me vino un ataque de tos, escupí el semen sobrante pero ya era tarde, me había tragado casi en su totalidad. Carraspeé intentando que el semen que quedó en mi campanilla saliera. Escupí unas cuantas veces más.
Todavía tenía la verga en mi culo cuando el señor me bajó al suelo. Mis pies tocaron el piso frío del bus y solo ahí miré por la ventanilla; ví el market que estaba pasando mi casa.
¡Ya había pasado tres calles la parada!
A toda prisa corrí hacia las puertas y accioné el timbre. Me bajó en la siguiente parada.
Como ya lo dedujeron, tuve que caminar más de cinco calles, descalza porque perdí los zapatos en el bus, con el maquillaje corrido y el pelo revuelto, con la camisa y los senos desacomodados, con la falda mal puesta y con la tanga aún hecha a un lado. Con la vagina mojada y en la boca el sabor del gordo. Con mi culo lleno de semen, que con la caminata, se estaba escurriendo y lo tenía que limpiar con mis manos a cada momento para que no ensuciase mis medias de lycra.
Todo eso, hasta llegar a mi casa.
Desde ese día usaría taxi. Aunque quizá, no todos los días.

9 comentarios - #16 Me acosaron en el bus (no debí llevar falda)

danyvilla666
Me encanto!! excelente... van puntos.....
eli_zorch +2
Gracias! Te invito a leer los demás
danyvilla666
Gracias!! te invito a leer los mios tambien!! beso gigante!!
rubio_1732 +1
que lida cogida te dieron, y te dejaron el orto bien roto, por provocadora. mas 10
eli_zorch +1
Jaja me lo tenía ganada
may6369
Te quedo genial, si esta fuera tu tesis pasarías con aprobación general, Saludos amiga
eli_zorch +1
Uff.. ojala fuera así de fácil. O así de excitante
Ferdur2996 +1
Suena super exitante la cojida q te dieron van puntos
ohhohhohh +1
Siempre sueño con cojerme una en el bondi