Una Mente perversa VS Unas Sumisas 3
Con El Sello De Placer y Morbo…
Sumisa Total
La rubia se agarraba al mantel para evitar el intenso zarandeo mientras su ano le ardía como si lo estuviera acuchillando con un puñal, literalmente, algo así paso. Desgraciadamente y aunque me apetecía seguir sodomizando a esa mujer, la calentura acumulada durante toda la tarde, me hizo llegar al orgasmo con demasiada adelantamiento. Por eso al sentir que estaba a punto de explotar, la cogí de los hombros y jalando hacía mí, descargué mi simiente dentro de sus intestinos, el 5to y ultimo polvo que le eche esa noche en su culo. El suspiro que salió de su garganta al notar cómo se iba llenando su conducto, me hizo sonreír.
--¡HAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA! -Una vez había terminado de eyacular, ya completamente, retiré mi miembro y observé con detenimiento los desgarros que le había producido y a mi semen saliendo de su interior. Todo mesclado saliendo de su culo, sangre y semen. Hurgando en la humillación que sentía, la dejé sola y desde la puerta, le ordené.
--Vete a limpiarte, ¡En media hora te quiero en mi cama! -Era ese el tiempo que necesitaba para recuperarme.
Habiendo casi violado a la mujer de mi amigo en el comedor, la mandé a prepararse porque esa noche iba a ser nuevamente mía. Mientras me servía una copa, me puse a recapacitar sobre lo sucedido. “He sido bastante maldito, un mal amigo definitivamente, una mala persona” pensé mientras una sonrisa decoraba mi rostro, “Lissana no se merecía que me aprovechara de sus dificultades y la obligara a acostarse conmigo”. “Era una mujer débil y sumisa en fin, y lo había aprovechado todo, porque estaba muy buena, y el morbo era algo de locos”. Sin sentir ningún resentimiento, repasé como había usado su difícil situación económica y la enfermedad de su marido, para cobrarme mi ayuda. Necesitada de dinero, esa mujer no había podido evitar mis ataques. Se lo dejé claro: si quería que mi auxilio iba a tener que pagar con su cuerpo. Al principio, se había negado e incluso había intentado revelarse pero mi amenaza de dejarla en la calle y encima no pagar el tratamiento de su esposo, la habían obligado a entregarme su culo. Satisfecho de cómo se había desarrollado mis planes, apuré mi trago y pensando en que iba a tener a esa mujer como mi sumisa, decidí ir a tomar una ducha. Al entrar en mi habitación, me encontré con que la mujer de Alberto no sólo me había obedecido sino que me esperaba arrodillada al lado de la cama. También me sorprendió verla vestida con un camisón transparente. La escasa tela y lo fino de la misma, me permitió comprobar que no llevaba ropa interior. Realmente estaba preciosa, con sus pechos al descubierto y ese aire de inocencia que había sabido adoptar. Su postura me dejaba contemplar todas sus piernas e incluso el inicio de sus nalgas. Eso me éxito mucho. Por gestos, le hice saber que me iba a duchar. Bastante excitado, me metí en la bañera, sabiendo que en cuanto saliera ahí iba a estar ahí esa mujer. El duchazo fue rápido, por lo que tras mojarme un poco, salí a encontrarme con ella. Lissana, sin que yo se lo pidiera, me esperaba arrodillada en el suelo.
--Sécame. -Le ordene.
Curiosamente, su rebeldía había desaparecido y sus ojos me dijeron que necesitaba servirme. Por eso alzando mis brazos esperé que se levantara, y que con la toalla corriera por mi cuerpo secándome. Incapaz de sostener mi mirada, fue recorriendo mi cuerpo con sus manos. No tardé en comprender que mi duro trato, no solo había vencido todos sus reparos, sino que viendo que su sumisión era inevitable la había aceptado. Comportándose como una sumisa adiestrada, mi nueva amante no me contestó con palabras, su respuesta fue física y olvidándose de sus prejuicios, pasó la toalla por mi cuerpo con exquisita suavidad para secar toda mi piel. Sin que ella hablara ni yo le dijera mis deseos, fue traspasando los tabúes normales, pegando su cuerpo a mis pies. Pude notar su radical cambio, olvidándose de la mujer discreta y amante de su marido, la rubia asumió su papel y sin que yo se lo pidiera empezó a besarme en los pies. Noté que estaba deseando complacerme. La humedad de su lengua, recorriendo mis piernas fue suficiente para excitarme, de manera que al llegar a mis muslos, mi pene ya se alzaba orgulloso de sus caricias. Al comprobar mi erección, se saltó el guion que tenía preparado donde iba a volver a abusar de ella. De propio, acercó su boca a mi sexo con la intención de devorarlo. Encantado, me quedé quieto mientras veía a sus labios abriéndose y besando la circunferencia de mi glande antes de introducirlo. De pie en mitad del baño, disfruté de como paulatinamente mi miembro desaparecía en su interior. Delicadamente cogió mi extensión con su mano, y descubriendo mi glande, recorrió con su lengua todos sus pliegues antes de metédmelo en la boca. Lo hizo de un modo tan lento y tan profundamente que pude advertir la tersura de sus labios deslizándose sobre mi piel, hasta que su garganta se abrió para recibirme en su interior. Sus maniobras, desde mi puesto de observación, parecían a cámara lenta. Podía ver como sacaba mi sexo para volvérselo a embutir hasta el fondo, mientras mantenía los ojos fijos en mí. Era como si esa mamada fuera lo más importante de su vida, como si su futuro dependiera del resultado de sus caricias y no quisiese fallar, bueno técnicamente eso era cierto.
--Si así putita, si… veo que entiendes tu puesto zorrita. -Le decía, ella no respondía nada de vez en cuando me regalaba una dulce sonrisa muy coqueta, mientras seguía mándame mi polla y chupándome las bolas.
Totalmente concentrada, y mientras me regalaba el fuego de su boca, sus manos se dedicaron a masajear mis testículos, quizás deseando que cuando expulsara mi simiente, no quedara resto dentro de ellos. Fue como si unas descargas eléctricas que naciendo en mis pies, recorrieran todo mi cuerpo alcanzando mi cerebro, para terminar bajando y aglutinándose en mi entrepierna. Ello lo notó incluso antes que pasara y forzando su garganta como si de su sexo se tratara, metió hasta el fondo mi pene, justo cuando empecé a esparcir mi simiente. Lejos de retirarse, disfrutó cada una de mis oleadas, bebiéndoselas con deleite mientras cerraba sus labios para evitar que parte se desperdiciara.
--Siii así putita… Siii, que no se pierda nada haaa Siiiiii rico que boquita la tuya putita mía.
Insaciable, jaló de su sexo, ordeñándose, hasta que, dejándolo limpio, se convenció que había sacado todo lo que era posible de su interior, entonces y sólo entonces paró y sonriendo me preguntó.
--¿Le gusta? ¡Le gusta papi!
--Si Mucho putita linda. -Le respondí. Estuve a punto de preguntarle a que se debía esa transformación, pero cuando quise decírselo, ella se me adelanto.
--Si tengo que ser tu puta, lo seré y espero nunca darte motivo para que te arrepientas de haberme ayudado, y elegido como tu puta. -Vaya que ya era toda una sumisa.
Impactado por esa confesión, decidí devolverle el placer que me había dado y por eso levantándola del suelo, la llevé a la cama. Tumbándola sobre el colchón, empecé a tocarla. Lissana no opuso resistencia cuando con tranquilidad acaricié sus pechos. Eran enormes en comparación con su delgadez, sus rosadas aureolas se erizaron en cuanto sintieron mis yemas acercándose, irguiéndose de inmediato. Cogiéndolos con mis dos manos calculé su tamaño, apretándolos un poco conseguí sacar el primer gemido de su garganta.
--Husssss, haaaaa, Mmmnnnnn…
Entusiasmado por su calentura, procedí a pellizcarlos. Esta vez sus jadeos se prolongaron haciéndose más profundos.
--Haaaaaaaaaaaaaaaaaay, haaaaaaaaaa, haaaaaaaaaay, Uuusssssss…
Estaba dispuesta, recorriendo con mi lengua los bordes de sus senos, bajé por su cuerpo para encontrarme su depilado pubis y separando sus labios, me apoderé de su botón. Mientras mordisqueaba su clítoris su cuerpo temblaba al simple toque, ese era su punto G, mas fuerte. Aproveché para meterle un dedo en su vagina, encontrándomela totalmente empapada, y moviéndolo con cuidado, empecé a masturbarla.
--Haaaaaaaaaaaaaah, Haaaaaaaaaaaa, ha, ha, ha, ha, haaaaaaaaaaa, ha, ha, ha, ha, ha, ha, haaaaaaaaaa, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, haaaaaaaaa, ha, haaaaaaaaaaa, ha, ha, haaaaaaaaa, ha, ha, ha, Haaaaaaaaaaaa, Mmm Mmmmnn… Haaaa… ha, ha, ha, que rico haaaaaaaaaa, ahhhhhhhhh Sigueeeee Ahhhhhh ahhhhhhhhh… Haaa, haaaa, rico ha, ha, ha Siiii… Haaaaaaaay… Mnnnnnnnnn, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, Mmmmnnnnn, ha, ha, ha, Mmnnnnn, ha, ha, ha, ha, ha, ha, Mmnnnn, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, Mmmmm, ha, ha, ha, ha, ha, ha, Mmmmm, ho, ho, ho, haaa Mmm haaaaaaa…¡AHHHHHHHHHH!... Haaa, haaa, haaaa Mmmmnnn… ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, haaaaaaaa… me gustaaaaaa, Sigueeeee, que Ricooooo, haaaaa me encanta papi haaaaaaa… ¡sigue no pares papi! Ohhhh uhmmmm ahhhhhhhh que delicioso haaaaaa, haaaaa, haaaaa no, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, Mmmmnnnnn… hussssssssffff, haaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa… Ahhhhhhhhaaaaaaa ¡Me vengo! ¡Me vengo! ¡Me vengo! ¡Me vengo! ¡Me vengo! ¡Me vengo! ¡Me vengo! Haaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaay…
--¡Aguántate perra, te vendrás cuando yo lo diga! -Le ordene, y sentí como ella apretaba todo su cuerpo, se tenso de golpe. Su placer no se hizo esperar y reptando por las sábanas, la esposa de mi amigo intentaba profundizar en su orgasmo, mientras yo bebía el flujo que manaba de su interior.
--Haaaaa, haaa, haaa, haaa, Mmmmnn, Mmmmmnn, Haaaaaa, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, haaaaa es que haaaaaaaaaa, ha, ha, ha, ha es que me cuesta Haaaaaaaaaaaa, ha, ha, ha, ha, ha, Ohhhh uhmmmm ahhhhhhhh, ha, ha me cuesta mucho papi haaaaaaaaaaaaaay… Haaaaaaaaay…Haaaaaaaaaaaa, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, Haaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa…
Sus piernas temblaron y su cuerpo se retorció al experimentar como mi lengua la penetraba, y licuándose en demasía, comenzó a gritar.
--Uffff, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, haa, haaaaaaaaaaaay…
Fue entonces cuando la vi preparada y colocando mí sexo en su entrada, jugueteé unos instantes antes de introducirme unos centímetros dentro de ella. Sus ojos me pedían que continuara, que la hiciera mujer de una vez, pero haciendo caso omiso a sus ruegos, proseguí tonteando en sus labios.
--Haaaa, haaa, haaa, haaay haaaaaa ¡métemelo ya por favor! haaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa…
Tal y como me esperaba, se corrió gritando, momento que aproveché para de una sólo golpe meterme por completo en su interior.
--Haaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaay siiiiiiiiiiiiiiiiiiiii ¡rico papi! haaaaaaaaaaaaaaaaa ¡si rico! siiiiiiii haaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa… -Gimió desesperada al sentir la violencia de mi incursión.
Esperé a que se tranquilizara, e iniciando un lento movimiento fui sacando y metiendo mi falo en su cueva. Lissana estaba como poseída, clavando sus uñas en mi espalda, me abrazaba con sus piernas, intentando que acelerara mis incursiones, pero reteniéndome seguí al mismo ritmo.
--Ahhhh, ohhh. Uffff, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, haa, ha, Mmmmnnnnn, ha, ha, ha, ha, Haaaaaaaaaaaa… Mmnmnnn, ha, ha, ha, ha, ha, haaaaaaaaaa… ha, ha, haaaaaa, Mmnnn, Mmnnnnn… ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, Haaaaaaaaaaaa, ha, ha, ha, ha.
--¿Te gusta putita? -le pregunté siguiendo el juego. --Para ser una fiel esposa te mueves como toda una puta.
Se la veía desesperada, quería recuperar el tiempo perdido y agarrándose a los barrotes de mi cama, se retorció llorando de placer. Mi propia excitación me dominó y poniendo sus piernas en mis hombros forcé su entrada con mi pene, chocando mi glande contra la pared de su vagina.
--¡Haaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! -La oí gritar al sentir que mis huevos rebotaban contra su cuerpo, pero no me importó, y viendo que se acercaba mi orgasmo, me agarré a su cuello, apretando. --Ha, ha, ha, ha, ha, haaaaaaaaaa… ha, ha, haaaaaa, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, Haaaaaaaaaaaa, ha, ha, ha, haaaaaaaaaaaaaay…
La falta de aire, la asustó y tratando se zafarse, buscó escaparse pero de un sonoro bofetón paré sus intentos. Indefensa, mirándome con los ojos abiertos, me pedía piedad, pero cuando creía que no iba a soportar el castigo, su cuerpo respondió, agitándose sobre la cama.
--Uffff, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, haaaaaaaaaaa, ha, Mmmmnnnnn, ha, ha, ha, ha, Haaaaaaaaaaaa… ha, ha, ha, ha, ha, haaaaaaaaaa… ha, ha, haaaaaa, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, Haaaaaaaaaaaa, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, haaaaa, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, Haaaaaaaaaaaa, ha, ha, ha, haaaaaaaaaaaaaaaaaaay…
Fue increíble, rebotando sobre el colchón se deshizo en un brutal orgasmo, que coincidió con el mío, de forma que su flujo y mi semen, se mezclaron en su interior mientras ella se dejaba caer exhausta sobre el colchón. Encantado por la pasión que había demostrado, dejé que me abrazara y que en esa posición, se quedara dormida hasta el día siguiente.
Continuara…
Con El Sello De Placer y Morbo…
Sumisa Total
La rubia se agarraba al mantel para evitar el intenso zarandeo mientras su ano le ardía como si lo estuviera acuchillando con un puñal, literalmente, algo así paso. Desgraciadamente y aunque me apetecía seguir sodomizando a esa mujer, la calentura acumulada durante toda la tarde, me hizo llegar al orgasmo con demasiada adelantamiento. Por eso al sentir que estaba a punto de explotar, la cogí de los hombros y jalando hacía mí, descargué mi simiente dentro de sus intestinos, el 5to y ultimo polvo que le eche esa noche en su culo. El suspiro que salió de su garganta al notar cómo se iba llenando su conducto, me hizo sonreír.
--¡HAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA! -Una vez había terminado de eyacular, ya completamente, retiré mi miembro y observé con detenimiento los desgarros que le había producido y a mi semen saliendo de su interior. Todo mesclado saliendo de su culo, sangre y semen. Hurgando en la humillación que sentía, la dejé sola y desde la puerta, le ordené.
--Vete a limpiarte, ¡En media hora te quiero en mi cama! -Era ese el tiempo que necesitaba para recuperarme.
Habiendo casi violado a la mujer de mi amigo en el comedor, la mandé a prepararse porque esa noche iba a ser nuevamente mía. Mientras me servía una copa, me puse a recapacitar sobre lo sucedido. “He sido bastante maldito, un mal amigo definitivamente, una mala persona” pensé mientras una sonrisa decoraba mi rostro, “Lissana no se merecía que me aprovechara de sus dificultades y la obligara a acostarse conmigo”. “Era una mujer débil y sumisa en fin, y lo había aprovechado todo, porque estaba muy buena, y el morbo era algo de locos”. Sin sentir ningún resentimiento, repasé como había usado su difícil situación económica y la enfermedad de su marido, para cobrarme mi ayuda. Necesitada de dinero, esa mujer no había podido evitar mis ataques. Se lo dejé claro: si quería que mi auxilio iba a tener que pagar con su cuerpo. Al principio, se había negado e incluso había intentado revelarse pero mi amenaza de dejarla en la calle y encima no pagar el tratamiento de su esposo, la habían obligado a entregarme su culo. Satisfecho de cómo se había desarrollado mis planes, apuré mi trago y pensando en que iba a tener a esa mujer como mi sumisa, decidí ir a tomar una ducha. Al entrar en mi habitación, me encontré con que la mujer de Alberto no sólo me había obedecido sino que me esperaba arrodillada al lado de la cama. También me sorprendió verla vestida con un camisón transparente. La escasa tela y lo fino de la misma, me permitió comprobar que no llevaba ropa interior. Realmente estaba preciosa, con sus pechos al descubierto y ese aire de inocencia que había sabido adoptar. Su postura me dejaba contemplar todas sus piernas e incluso el inicio de sus nalgas. Eso me éxito mucho. Por gestos, le hice saber que me iba a duchar. Bastante excitado, me metí en la bañera, sabiendo que en cuanto saliera ahí iba a estar ahí esa mujer. El duchazo fue rápido, por lo que tras mojarme un poco, salí a encontrarme con ella. Lissana, sin que yo se lo pidiera, me esperaba arrodillada en el suelo.
--Sécame. -Le ordene.
Curiosamente, su rebeldía había desaparecido y sus ojos me dijeron que necesitaba servirme. Por eso alzando mis brazos esperé que se levantara, y que con la toalla corriera por mi cuerpo secándome. Incapaz de sostener mi mirada, fue recorriendo mi cuerpo con sus manos. No tardé en comprender que mi duro trato, no solo había vencido todos sus reparos, sino que viendo que su sumisión era inevitable la había aceptado. Comportándose como una sumisa adiestrada, mi nueva amante no me contestó con palabras, su respuesta fue física y olvidándose de sus prejuicios, pasó la toalla por mi cuerpo con exquisita suavidad para secar toda mi piel. Sin que ella hablara ni yo le dijera mis deseos, fue traspasando los tabúes normales, pegando su cuerpo a mis pies. Pude notar su radical cambio, olvidándose de la mujer discreta y amante de su marido, la rubia asumió su papel y sin que yo se lo pidiera empezó a besarme en los pies. Noté que estaba deseando complacerme. La humedad de su lengua, recorriendo mis piernas fue suficiente para excitarme, de manera que al llegar a mis muslos, mi pene ya se alzaba orgulloso de sus caricias. Al comprobar mi erección, se saltó el guion que tenía preparado donde iba a volver a abusar de ella. De propio, acercó su boca a mi sexo con la intención de devorarlo. Encantado, me quedé quieto mientras veía a sus labios abriéndose y besando la circunferencia de mi glande antes de introducirlo. De pie en mitad del baño, disfruté de como paulatinamente mi miembro desaparecía en su interior. Delicadamente cogió mi extensión con su mano, y descubriendo mi glande, recorrió con su lengua todos sus pliegues antes de metédmelo en la boca. Lo hizo de un modo tan lento y tan profundamente que pude advertir la tersura de sus labios deslizándose sobre mi piel, hasta que su garganta se abrió para recibirme en su interior. Sus maniobras, desde mi puesto de observación, parecían a cámara lenta. Podía ver como sacaba mi sexo para volvérselo a embutir hasta el fondo, mientras mantenía los ojos fijos en mí. Era como si esa mamada fuera lo más importante de su vida, como si su futuro dependiera del resultado de sus caricias y no quisiese fallar, bueno técnicamente eso era cierto.
--Si así putita, si… veo que entiendes tu puesto zorrita. -Le decía, ella no respondía nada de vez en cuando me regalaba una dulce sonrisa muy coqueta, mientras seguía mándame mi polla y chupándome las bolas.
Totalmente concentrada, y mientras me regalaba el fuego de su boca, sus manos se dedicaron a masajear mis testículos, quizás deseando que cuando expulsara mi simiente, no quedara resto dentro de ellos. Fue como si unas descargas eléctricas que naciendo en mis pies, recorrieran todo mi cuerpo alcanzando mi cerebro, para terminar bajando y aglutinándose en mi entrepierna. Ello lo notó incluso antes que pasara y forzando su garganta como si de su sexo se tratara, metió hasta el fondo mi pene, justo cuando empecé a esparcir mi simiente. Lejos de retirarse, disfrutó cada una de mis oleadas, bebiéndoselas con deleite mientras cerraba sus labios para evitar que parte se desperdiciara.
--Siii así putita… Siii, que no se pierda nada haaa Siiiiii rico que boquita la tuya putita mía.
Insaciable, jaló de su sexo, ordeñándose, hasta que, dejándolo limpio, se convenció que había sacado todo lo que era posible de su interior, entonces y sólo entonces paró y sonriendo me preguntó.
--¿Le gusta? ¡Le gusta papi!
--Si Mucho putita linda. -Le respondí. Estuve a punto de preguntarle a que se debía esa transformación, pero cuando quise decírselo, ella se me adelanto.
--Si tengo que ser tu puta, lo seré y espero nunca darte motivo para que te arrepientas de haberme ayudado, y elegido como tu puta. -Vaya que ya era toda una sumisa.
Impactado por esa confesión, decidí devolverle el placer que me había dado y por eso levantándola del suelo, la llevé a la cama. Tumbándola sobre el colchón, empecé a tocarla. Lissana no opuso resistencia cuando con tranquilidad acaricié sus pechos. Eran enormes en comparación con su delgadez, sus rosadas aureolas se erizaron en cuanto sintieron mis yemas acercándose, irguiéndose de inmediato. Cogiéndolos con mis dos manos calculé su tamaño, apretándolos un poco conseguí sacar el primer gemido de su garganta.
--Husssss, haaaaa, Mmmnnnnn…
Entusiasmado por su calentura, procedí a pellizcarlos. Esta vez sus jadeos se prolongaron haciéndose más profundos.
--Haaaaaaaaaaaaaaaaaay, haaaaaaaaaa, haaaaaaaaaay, Uuusssssss…
Estaba dispuesta, recorriendo con mi lengua los bordes de sus senos, bajé por su cuerpo para encontrarme su depilado pubis y separando sus labios, me apoderé de su botón. Mientras mordisqueaba su clítoris su cuerpo temblaba al simple toque, ese era su punto G, mas fuerte. Aproveché para meterle un dedo en su vagina, encontrándomela totalmente empapada, y moviéndolo con cuidado, empecé a masturbarla.
--Haaaaaaaaaaaaaah, Haaaaaaaaaaaa, ha, ha, ha, ha, haaaaaaaaaaa, ha, ha, ha, ha, ha, ha, haaaaaaaaaa, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, haaaaaaaaa, ha, haaaaaaaaaaa, ha, ha, haaaaaaaaa, ha, ha, ha, Haaaaaaaaaaaa, Mmm Mmmmnn… Haaaa… ha, ha, ha, que rico haaaaaaaaaa, ahhhhhhhhh Sigueeeee Ahhhhhh ahhhhhhhhh… Haaa, haaaa, rico ha, ha, ha Siiii… Haaaaaaaay… Mnnnnnnnnn, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, Mmmmnnnnn, ha, ha, ha, Mmnnnnn, ha, ha, ha, ha, ha, ha, Mmnnnn, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, Mmmmm, ha, ha, ha, ha, ha, ha, Mmmmm, ho, ho, ho, haaa Mmm haaaaaaa…¡AHHHHHHHHHH!... Haaa, haaa, haaaa Mmmmnnn… ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, haaaaaaaa… me gustaaaaaa, Sigueeeee, que Ricooooo, haaaaa me encanta papi haaaaaaa… ¡sigue no pares papi! Ohhhh uhmmmm ahhhhhhhh que delicioso haaaaaa, haaaaa, haaaaa no, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, Mmmmnnnnn… hussssssssffff, haaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa… Ahhhhhhhhaaaaaaa ¡Me vengo! ¡Me vengo! ¡Me vengo! ¡Me vengo! ¡Me vengo! ¡Me vengo! ¡Me vengo! Haaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaay…
--¡Aguántate perra, te vendrás cuando yo lo diga! -Le ordene, y sentí como ella apretaba todo su cuerpo, se tenso de golpe. Su placer no se hizo esperar y reptando por las sábanas, la esposa de mi amigo intentaba profundizar en su orgasmo, mientras yo bebía el flujo que manaba de su interior.
--Haaaaa, haaa, haaa, haaa, Mmmmnn, Mmmmmnn, Haaaaaa, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, haaaaa es que haaaaaaaaaa, ha, ha, ha, ha es que me cuesta Haaaaaaaaaaaa, ha, ha, ha, ha, ha, Ohhhh uhmmmm ahhhhhhhh, ha, ha me cuesta mucho papi haaaaaaaaaaaaaay… Haaaaaaaaay…Haaaaaaaaaaaa, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, Haaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa…
Sus piernas temblaron y su cuerpo se retorció al experimentar como mi lengua la penetraba, y licuándose en demasía, comenzó a gritar.
--Uffff, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, haa, haaaaaaaaaaaay…
Fue entonces cuando la vi preparada y colocando mí sexo en su entrada, jugueteé unos instantes antes de introducirme unos centímetros dentro de ella. Sus ojos me pedían que continuara, que la hiciera mujer de una vez, pero haciendo caso omiso a sus ruegos, proseguí tonteando en sus labios.
--Haaaa, haaa, haaa, haaay haaaaaa ¡métemelo ya por favor! haaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa…
Tal y como me esperaba, se corrió gritando, momento que aproveché para de una sólo golpe meterme por completo en su interior.
--Haaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaay siiiiiiiiiiiiiiiiiiiii ¡rico papi! haaaaaaaaaaaaaaaaa ¡si rico! siiiiiiii haaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa… -Gimió desesperada al sentir la violencia de mi incursión.
Esperé a que se tranquilizara, e iniciando un lento movimiento fui sacando y metiendo mi falo en su cueva. Lissana estaba como poseída, clavando sus uñas en mi espalda, me abrazaba con sus piernas, intentando que acelerara mis incursiones, pero reteniéndome seguí al mismo ritmo.
--Ahhhh, ohhh. Uffff, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, haa, ha, Mmmmnnnnn, ha, ha, ha, ha, Haaaaaaaaaaaa… Mmnmnnn, ha, ha, ha, ha, ha, haaaaaaaaaa… ha, ha, haaaaaa, Mmnnn, Mmnnnnn… ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, Haaaaaaaaaaaa, ha, ha, ha, ha.
--¿Te gusta putita? -le pregunté siguiendo el juego. --Para ser una fiel esposa te mueves como toda una puta.
Se la veía desesperada, quería recuperar el tiempo perdido y agarrándose a los barrotes de mi cama, se retorció llorando de placer. Mi propia excitación me dominó y poniendo sus piernas en mis hombros forcé su entrada con mi pene, chocando mi glande contra la pared de su vagina.
--¡Haaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! -La oí gritar al sentir que mis huevos rebotaban contra su cuerpo, pero no me importó, y viendo que se acercaba mi orgasmo, me agarré a su cuello, apretando. --Ha, ha, ha, ha, ha, haaaaaaaaaa… ha, ha, haaaaaa, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, Haaaaaaaaaaaa, ha, ha, ha, haaaaaaaaaaaaaay…
La falta de aire, la asustó y tratando se zafarse, buscó escaparse pero de un sonoro bofetón paré sus intentos. Indefensa, mirándome con los ojos abiertos, me pedía piedad, pero cuando creía que no iba a soportar el castigo, su cuerpo respondió, agitándose sobre la cama.
--Uffff, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, haaaaaaaaaaa, ha, Mmmmnnnnn, ha, ha, ha, ha, Haaaaaaaaaaaa… ha, ha, ha, ha, ha, haaaaaaaaaa… ha, ha, haaaaaa, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, Haaaaaaaaaaaa, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, haaaaa, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, Haaaaaaaaaaaa, ha, ha, ha, haaaaaaaaaaaaaaaaaaay…
Fue increíble, rebotando sobre el colchón se deshizo en un brutal orgasmo, que coincidió con el mío, de forma que su flujo y mi semen, se mezclaron en su interior mientras ella se dejaba caer exhausta sobre el colchón. Encantado por la pasión que había demostrado, dejé que me abrazara y que en esa posición, se quedara dormida hasta el día siguiente.
Continuara…
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