Esta es la historia de Ailín, una chica católica de un pueblo con sueños y ambiciones de progresar para poder casarse con su novio, que va a descubrir un mundo nuevo en la ciudad, lleno de deseos y fantasías que van a poner su vida perfecta en jaque. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
CAPITULO 1
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Capítulo 10: Ojos que todo lo ven
Esa fue mi segunda recaída y fue mucho más larga que la anterior. Después de tener nuevamente una noche de placer con Gabriel tras varios meses de no conversar, se me había cruzado por la cabeza la historia de acostarme con él y eso me había preocupado. “Yo amo a Gastón, es el amor de mi vida” pensaba y me decía a mi misma a pesar de que en lo más profundo de mi cerebro todavía quería acostarme con mi maestro. Es por eso que supe que tenía que dejar de hablar con él. “Nunca más” me dije convencida. Nuevamente estaba muy equivocada.
A finales de noviembre volvieron las tardes a full de estudio junto a Josefina, Mariana, Agustín y Valerio. Los exámenes finales se acercaban y eso nos preocupaba pero yo sabía que el esfuerzo que estaba haciendo iba a dar resultados. A su vez, lo que más me motivaba a estudiar era saber que si todo salía bien iba a tener casi 3 meses para disfrutar en mi pueblo junto a mi familia y a la persona que más amaba en el mundo, mi novio.
Con él la relación seguía de manera muy positiva. No nos veíamos personalmente hacía ya un tiempo, pero conversábamos todos los días y hacíamos video llamadas a diario y estas se ponían cada vez más calientes. El 1ro de diciembre tuvimos una en la que él me terminó confesando que mis palabras hacían que se le pare la pija y entonces decidí enviarle una foto mía semi desnuda y dijo que no podía esperar a verme y besarme todo el cuerpo. Pero para eso tenía que esperar 2 semanas más.
La última semana de exámenes fue peor de lo que esperaba. Nos enteramos que un tema que no habíamos llegado a dar en clases iba a ser clave en uno de los finales y entramos en pánico tan solo dos días antes del día que teníamos que rendir. La noche anterior nos juntamos a estudiar en la casa de Agustín y como sabíamos que iba a ser una noche larga, decidimos quedarnos a dormir ahí mismo para no correr riesgos de volvernos muy tarde y quedarnos dormidos el día del examen. Cerca de las 4 de la mañana los últimos que quedábamos despiertos en el comedor éramos él y yo.
Martina dormía en el piso arriba de unos almohadones mientras que Valerio y Josefina compartían a medias el sillón grande. Agustín y yo seguíamos estudiando en la mesa pero era evidente que nuestro cerebro no se aguantaba más nada y no fue hasta que bostecé tres veces seguidas que él me propuso ir a acostarnos un rato. Me ofreció de ir a su cama y a pesar de que en un principio me negué, terminé aceptando y nos metimos los dos con ropa debajo de las sábanas. Él dijo algunas palabras tratando de calmar un poco mis nervios y se fue acercando a mí hasta que quedamos a centímetros de distancias.
- Te va a ir re bien mañana Ailu.- Me dijo para bajar mi nerviosismo.- Sos re inteligente vos y sabes un montón.
- Gracias.- Le agradecí yo.- A vos también te va a ir bien.- Le comenté teniendo en cuenta que me había explicado un tema muy importante.
- Sos la chica más inteligente que conozco.- Siguió diciéndome.- Y la más linda.- Agregó y de sorpresa me besó en el cachete.
- Agus no…- Le dije yo pero no pude evitar que él me abrazara a la altura de mi panza con una de sus manos por debajo de la sábana.
- Sos hermosa Ailu.- Me dijo y giré la cabeza justo para recibir un beso suyo directo a mis labios.
Nos besamos. Yo acepté su beso y dejé que él me besara. Nos quedamos unos segundos así y yo no hice nada, pero Agustín parecía tener otras intenciones y comenzó a bajar su mano hasta llegar a mi pantalón. Intenté alejarme de él pero no me esforcé en hacerlo y Agustín volvió a besarme y mantuvo su mano sobre mi pantalón y la siguió bajando hasta entrar entre mis piernas. Comenzó a tocarme y fue todo muy rápido. Un calor abrazador comenzó a subir por mi cuerpo a medida que su mano hacia presión sobre mi bombacha al mismo tiempo que por mi cabeza bajaba la culpa de estar besando y tocándome con mi amigo.
- ¡Para!- Le dije con voz clara y me alejé de él y Agustín enseguida me soltó.
- Perdón.- Me dijo enseguida y por alguna razón en vez de enojo sentí culpa. “Estúpida” pensé.
- Está bien, no pasa nada.- Le dije y me di vuelta dándole la espalda.
Pero Agustín no se quedó ahí. Me preguntó si me podía abrazar y en vez de decirle que no le dije que sí, pero solo abrazar. Entonces él se puso atrás mío e hicimos cucharita hasta que me fui quedando dormida. No sé que me había pasado, él nunca me había gustado físicamente y mucho menos emocionalmente. Era mi amigo, nada más. ¿Por qué me había dejado besar y tocar por él? Me sentía tan mal. Me sentía tan puta.
- ¡Feliz Navidad mi amor!- Me dijo Gastón a las doce de la noche y le di un beso de amor puro.
La vuelta al pueblo había sido un cable a tierra después de una semana de locura entre estudios y otras cosas. La última noche con Agustín quedó en el olvido a pesar de que él había querido hablar conmigo ya que yo le prohibí mencionar el tema nuevamente. Sin embargo la culpa me comía la cabeza y fue por eso que una de las primeras cosas que hice apenas llegué a mi casa fue hacerle una paja a mi novio y después confesarle que me volvía loca de excitación de solo pensar en él.
Durante esas últimas dos semanas del año, Gastón y yo íbamos a hacer de todo menos penetración. Sé que suena raro para la gran mayoría esto, pero hay muchas maneras de disfrutar el sexo y él estaba dispuesto a aprender sobre eso para poder aplicarlo conmigo. “Leí en una página de internet que un loco de estados unidos se sentaba frente a la novia los dos desnudos y en vez de hacerlo, se decían lo que querían hacer hasta acabar” me comentó uno de los primeros días y a pesar de que fue extraño, decidimos experimentar.
Sin embargo lo que más me gustaba a mi era tocarlo. Me volvía loca pasar mi mano por su pecho y su cuerpo, besarlo en el cuello y en los hombros y sobre todo agarrarle fuertemente la pija. A él también le gustaba mucho rozar mi piel, pero se centraba más en mi espalda y mi cola que al parecer era lo que más le gustaba de mí. Era más rehúso a meterme los dedos a pesar de que no se negaba, pero prefería jugar con su boca y sus palabras, cosa que me calentaba y eso se debía a que lo hacía igual o mejor que Gabriel.
Pero todo se desató el 30 a la noche, cuando después de comer con mis amigas, me volví a mi casa para ver una serie y acostarme para despedir el año al día siguiente. Agustín me mandó un mensaje de fin de año, algo que seguramente le había enviado a varias personas, pero al final agregó una frase que era exclusiva para mí: “Se que no querés hablar conmigo, pero yo necesito decirte algo. Fue hermoso para mi ese beso que nos dimos y sé que vos también pensas lo mismo. En este año llegué a valorarte y a apreciarte muchísimo y no puedo negar que siento algo por vos. No sé que nos deparará el año que viene, pero me encantaría seguir estando al lado tuyo y como algo más que un amigo”.
Me dejó helada. No pude contestarle, nuevamente la culpa me invadió inmediatamente y me sentí horrible. ¿Había engañado a mi novio, al amor de mi vida? Pero en cuestión de segundos me enojé con Agustín. ¿Por qué me había enviado ese mensaje si sabía de mi relación con Gastón? ¿Quería hacerme sentir culpable? Lo odié, lo odié en cuestión de segundos. Odié a todos los hombres… Excepto uno.
Volví a mirar el celular, abrí whatsapp y desbloqué la conversación con Gabriel. Como era de esperar él no me había escrito nada, después de todo había entendido mi única condición: “No me escribas a menos que yo lo haga”. “Hola. Cómo estás?” le escribí y ni bien envié el mensaje me di cuenta que sonaba muy nena de 15 años y enseguida agregué: “Tengo muchas ganas de hablar con vos un rato”. Pero Gabriel no contestó. Pasaron 2 minutos y nada, como si no estuviese conectado. 5 minutos y ni siquiera se conectaba, parecía que esa noche me iba a tener que ir a dormir enojada y molesta. 20 minutos. Media hora…
“Hola hermosa. Yo muy bien. Muerto de calor en mí casa. Vos? Que me contás?” me respondió él mientras yo miraba Instagram pensando que nunca iba a responderme. Enseguida le contesté y él me preguntó si se conectaba a Skype pero yo le dije que no tenía la compu ahí y que quería seguir hablando por whatsapp. Gabriel no tuvo problema en eso y enseguida me preguntó que tenía puesto. “Para que decirte si te puedo mostrar” le dije y me paré de la cama para grabarle un videíto de 7 segundos en el que mostraba mi cuerpo. Tenía puesta una remera que usaba de pijama ya que me quedaba grande y una cola less muy sexy que me aseguré de mostrar en el video. “Mirá, se me paró enseguida” me respondió él y una foto de su bóxer en el que se notaba una montaña marcada por su pija.
“Y estás sola mi vida?” me preguntó él y yo le dije que sí y se sorprendió al ver que no estaba aprovechando el día con alguna amiga o con mi novio. “Estaba solita en casa y aproveche para tener mi fiestita de fin de año privada con vos” le escribí y una sonrisa se dibujó en mi cara por esa frase ingeniosa. “Tus deseos son ordenes” me dijo y me mandó una foto de él en bóxer en la que se notaba todo su cuerpo perfectamente trabajo y bronceado. “Te calienta lo que ves?” me preguntó y yo le respondí que sí. Segundos más tarde volvió a enviarme una foto, esta vez él estaba sentado en la silla de escritorio que yo siempre veía de fondo cuando hablábamos y con una mano apoyada sobre sus abdominales bien marcadas. Enseguida supe que una vez terminada mi conversación con él iba a tener que borrar muchas fotos del celu.
Gabriel me preguntó si no tenía calor y yo le respondí que estaba con el aire, pero enseguida le dije que a pesar de eso estaba algo acalorada y me levanté bastante la remera hasta la altura de mis tetas y le mandé una imagen de mi cuerpo a la que él respondió diciéndome que le encantaría pasar su lengua por ahí. “Sabés que me gustaría hacer con este calorcito? Coger en la pile. Es algo hermoso” escribió él y yo le pregunté cómo sería. “Imaginate que estás vos tomando sol sobre los escalones de la pileta y yo me acerco a vos por debajo del agua y salgo bien en frente tuyo para sorprenderte con un beso” me escribió él y enseguida la imagen se vino a mi mente y mi cuerpo se estremeció.
“De a poquito nos vamos soltando, los besos se van poniendo cada vez más calientes, tu bikini y mi malla se van flotando con el agua y estamos los dos solos” agregó y enseguida me llegó una foto de él desnudo sentado en la silla y con su pija bien dura reposando sobre su cuerpo. Terminé de sacarme la remera y quedándome en cola less le mandé una nueva foto de mi cuerpo de lado en la que se veía parte de mis tetas y parte de mi cola. “Nuestros cuerpos mojados se rozan, nuestros labios van besando toda nuestra piel” siguió escribiendo mi maestro y a pesar de que el aire estaba encendido sentí que calor apoderarse de mi cuerpo. Comencé a tocarme la piel como Gabriel decía que lo haría mientras me imaginaba que mi mano era la suya.
“Te puedo llamar?” me escribió de pronto él y nuevamente dudé. Sabía que si lo hacía mi cara y mi voz iban a quedar en evidencia, algo que siempre había tratado de esquivar. Pero en ese momento la calentura se apoderó de mi cerebro y le dije que sí. Busqué los auriculares que estaban en mi escritorio, me aseguré de trabar la puerta de mi pieza y respondí la llamada, escuchando nuevamente la voz grabe de mi maestro y viendo su cuerpo bronceado y transpirado una vez más. “Hola hermosa” me saludó y con voz tímida lo saludé. Él agradeció nuevamente escuchar mi voz y me preguntó si podía ver algo más de mí, teniendo en cuenta que yo me estaba asegurando de que la cámara enfocara hasta mi cuello.
Con el corazón latiéndome a toda velocidad y con mi cuerpo temblando a pesar del calor interno que sentía en ese momento, fui subiendo la cámara hasta que mi rostro quedó reflejado en el cuadrado chiquito de la pantalla. “¡Que hermosa que sos!” me dijo Gabriel y nuestros rostros se cruzaron por primera vez. De golpe bajé de nuevo la cámara, pero en esta oportunidad lo hice más lento, mostrándole todo mi cuerpo y acompañando el movimiento del celular con mi mano sobre mi piel. “¡Como me gustaría estar con vos en esa cama nena!” dijo Gabriel y su voz penetrando mi cabeza hizo que mi mano entrara en mi ropa interior y empezara a masajearme.
En esta oportunidad todo fue diferente. Él ya me había visto, sabía cómo era yo y a pesar de que evitaba lo más que podía mostrarle mi rostro, de vez en cuando subía el celular para ver su imagen y deleitarme con su cuerpo y su pija que se encontraba bien dura entre sus manos. “Me encantaría meterme en la boca esa pija bien grande y dura que tenés entre las manos y comérmela toda” le dije y por primera vez en casi un año de chats y conversaciones me solté por completo y dejé encerrada a la chica católica y santurrona que había en mí. El maestro me sonrió y bajó la cámara para mostrarme su verga que lucía inmensa entre sus dedos y que movía hacia arriba y hacia abajo junto con su cintura.
- ¿Cómo querés que te coja?- Me preguntó él después.- ¿Cómo querés que te de toda esta pija hermosa?
- Quiero que me cojas como a vos más te gusta.- Le dije sin saber muy bien que decir.
- Me encantaría ponerte en cuatro y cogerte bien duro mientras te agarro la cola con las dos manos.- Me dijo él y automáticamente me pidió que me ponga en cuatro y yo obedecí.
A pesar de que el celular lo seguía teniendo de frente, se notaba claramente en la imagen que estaba en esa posición y mi rostro de pronto empezó a emitir muecas de placer y leves gemidos mientras que la mano que tenía libre la usaba para acariciar mi cuerpo. “Tocate toda, tocate la conchita y sentí mi pija entrar en tu cuerpo” me decía él mientras mis dedos frotaban mi clítoris. Sus palabras entraban en mi cabeza directo y me excitaban como loca y observar la imagen cuadrada chiquita de mi celular en la que me veía a mí misma emitir muecas de placer, me convencía de que él estaba igual de excitado que yo.
“¡Te cogería bien duro! ¡Así! ¡Mirá!” dijo él y se paró y simulando mi concha con su mano empezó a mover su cintura hacia adelante y hacia atrás y pude sentir como mis dedos entraban en mi cuerpo y se movían a gran velocidad. “Mientras tanto te agarraría la cola y te la llenaría de chirlos” dijo después y sentí sus dedos rozar mis cachetes y todo mi cuerpo se estremeció. Su pija se veía terriblemente tentadora e imaginarla adentro de mi cuerpo reemplazando a mis dedos me volvía loca que placer. ¡Quería saltar la pantalla y cogérmelo en ese mismo instante!
- ¡Dame tu leche! ¡Damela toda!- Le pedí ya sin importar si susurraba o no.
Me había vuelto a poner boca arriba y tenía las piernas bien abiertas mientras que dos de mis dedos entraban y salían de mi cuerpo a toda velocidad simulando los movimientos de Gabriel. Él se paró y mientras me decía que abriera bien grande la boquita así me daba todo su semen, se empezó a pajear. Yo elevé la imagen y enfoqué mi pecho y mi rostro y saqué la lengua imaginando que mi maestro estaba frente a mí. Estaba a punto de tener un hermoso orgasmo e iba a ser viendo como Gabriel acababa frente a mis ojos imaginando que llenaba de leche mi boca y mi cuerpo.
De repelente el celular vibró y vi como un audio de Gastón entraba a mi whatsapp. Rápidamente le contesté “Estoy viendo una peli Gastón. Enseguida termina y te hablo” y volví a la imagen de la pija de Gabriel en primer plano tocándose frente a mí. Su cabeza se había puesto toda roja y sabía que estaba a punto de acabar. “¡Quiero tu leche maestro! ¡La quiero toda en mi cuerpo!” le dije y mis palabras surgieron efecto casi enseguida.
Gabriel comenzó a acabar una cantidad de semen impresionante que salió disparado por encima de la cámara dándome la impresión de que caía sobre mi cuerpo. Entonces mis dedos se empezaron a mover eléctricamente adentro mío y acabé ahogando un grito hermoso de placer pero que lancé por lo bajo para que él pudiera escuchar cómo había logrado complacerme. Sentí como mi mano y mis muslos se mojaba de una manera que nunca antes había sucedido y noté que ese orgasmo había sido inmensamente superior a los demás. Sin dudas había sido hermoso.
- Que descanses hermosa. Y que empieces muy bien el año.- Me dijo él unos minutos más tarde luego de agradecer mis palabras y que me animara a mostrarme.
Gabriel y yo nos despedimos luego de unas palabras que rondaban el placer y el agradecimiento y cortamos la comunicación para seguir todo más adelante. Lo primero que hice fue bloquearlo y enviar todas las fotos a la nube antes de borrarlas de mi celular y luego corrí las sábanas mojadas hacia un lado y me acosté en la cama a ver lo que me había enviado Gastón.
El audio no era importante, era para acordar detalles de la noche de fin de año, pero el mensaje que seguía me dejó helada. “Quién es Gabriel?” decía y no entendía que era lo que había pasado. De golpe pensé que mi maestro le podría haber escrito a mi novio pero no se me ocurrió cómo, ya que no sabía nada de él. Entonces revisé la conversación y me di cuenta que el error lo había cometido yo. Cuando le respondí apurada en medio de mi conversación con Gabriel, me equivoqué de nombre y le escribí el de mi maestro. “Estoy viendo una peli Gabriel. Enseguida termina y te hablo” le puse confundiéndome el nombre de mi novio con el de mi amante.
“Quién es Gabriel?” volvió a preguntar mi prometido y enseguida supe que estaba en problemas. No sabía que contestarle, no sabía que decirle y cada segundo que pasaba era vital. Empecé a escribirle algo pero la respuesta me pareció muy estúpida por lo que la borré. Gastón seguía conectado y debía estar esperando mi respuesta. No podía creer que estaba por arruinar años de noviazgo y de relación por una noche de placer. Lo peor de todo es que en medio de la desesperación me acordé del orgasmo que acababa de tener y lo único que pude hacer fue sonreír.
Continuará!
SIGUIENTE
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5 comentarios - Placer 2.0. Capítulo 10
Gracias por pasar!
Gracias por comentar
Este es buenísimo