Esta es la historia de Ailín, una chica católica de un pueblo con sueños y ambiciones de progresar para poder casarse con su novio, que va a descubrir un mundo nuevo en la ciudad, lleno de deseos y fantasías que van a poner su vida perfecta en jaque. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
CAPITULO 1
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Capítulo 9: Nuevas experiencias
Al día siguiente me levanté de golpe con el sonido de mi celular. Rápidamente me senté en la cama sin entender muy bien que pasaba y cuando lo encontré entre las sábanas descubrí una llamada perdida de Gastón. Le devolví la llamada y me preguntó si me había quedado dormida y en ese instante reaccioné. ¡Tenía que tomarme el colectivo para irme a mi pueblo! Me levanté de golpe para armar rápido el bolso ya que tenía solo una hora antes de que este partiera. Pero cuando tomé el celular para pedir un taxi descubrí algo.
Ni bien lo desbloqueé me encontré con la foto de Gabriel completamente desnudo y cubierto de su propio semen que me había mandado hacía unas horas. Me había quedado dormida observando esa imagen. Pero cuando la saqué descubrí que aparte me había escrito por whatsapp. De entrada me había enviado por ese medio la misma foto que me había enviado el día anterior por skype y abajo había escrito algo. “Para vos hermosa. Mirá como me haces acabar. Espero cruzarme con vos algún día y poder cumplir con todas nuestras fantasías hasta volvernos locos de placer. Perdón que te haya escrito por acá, pero quería agradecerte por hacerme acabar tan bien. No te escribo más” decía su mensaje. No le contesté. Lo bloqué como había dicho que iba a hacerlo y oculté su conversación para luego borrar las fotos, total las tenía en la computadora.
Llegué justo a tomarme el colectivo y ni bien me subí, me dormí. Estaba tan cansada, había dormido tan poco que no me desperté hasta llegar a mi pueblo. Sin embargo en el viaje había soñado algo. Estaba acostada en mi cama cuando de golpe entraba Gabriel y después de decirme que me iba a hacer el amor, comenzaba a besarme por todo el cuerpo hasta cogerme toda. Cuando me desperté no sabía ni donde estaba o que había pasado, el sueño se había sentido completamente real que me quedé pensando si no había ocurrido en la vida real. Pero cuando llegué a la parada de colectivo de mi pueblo lo vi a él, a mi prometido y enseguida se me olvidaron los otros pensamientos.
Las vacaciones eran el momento que venía esperando desde hacía ya varios meses, puesto que significaba reencontrarme con todas las personas que extrañaba desde que me había mudado a Rosario. Sin embargo las vacaciones de las provincias no coincidían en su totalidad y tuve que esperar hasta la segunda semana para reencontrarme con Julia, Magalí y Lorena, mis amigas desde hacía años. Fue por eso que la primera semana la aproveché para relajarme, descansar y sobre todo estar con mi novio.
Gastón sabía que esos 15 días iban a ser especiales si sabíamos aprovecharlos y se tomaba todas las tardes para estar conmigo en vez de en el trabajo. Los primeros dos días nos pusimos al corriente, contándonos algunas novedades y hasta pensando en lo que íbamos a hacer ni bien yo terminase la facultad. Pero al tercer día ya se nos habían acabado los temas y fue en ese momento cuando aproveché para desempolvar la conversación que habíamos tenido hacía un tiempito en la que él había aceptado avanzar un poco a nivel físico.
Al principio él intentó desviar el tema y me pidió que lo respetara y respetara su religión. Pero yo lo frené de entrada y volví a amenazarlo con que algo teníamos que hacer porque si no lo nuestro se iba a acabar. Gastón intentó hacerme sentir culpable, pero no lo logró y como él era un hombre de palabra, yo le recordé que él lo había prometido. La discusión había sido bastante intensa y larga, por lo que en ese momento no estaba de humor y cuando él aceptó pasar a un siguiente nivel le dije que mejor lo dejábamos para otro día.
Fue así cuando cree un clima mejor a la tarde siguiente. Aprovechando que mis padres y mi hermano trabajaban, lo llamé para que viniera a mi casa y lo recibí con un short muy cortito y una remera bastante ajustada a pesar del frío que hacía en la calle. Nos fuimos directo a mi pieza mientras que él me resumía su día de trabajo y cuando se acostó, aproveché para recostarme a su lado y comenzar a acariciarle el pecho por encima de la camisa al mismo tiempo que seguía hablando. Después llegaron los besos y las caricias sobre la piel y de a poco el ambiente fue volviéndose cada vez más caliente.
- ¿Sabés que quiero mi amor?- Le dije yo y él me preguntó “¿Qué?” sin dejar de besarme.- Quiero que me toques la cola con ganas.- Le susurré al oído.
Más allá de sus creencias y de lo que pensaba, sabía que Gastón era un hombre y que podía excitarlo si quería y esta vez estaba dispuesta a lograrlo. A pesar de que comenzó llevando su mano hasta mi cintura, yo lo ayudé trasladándola un poco más hacia abajo y así comenzó a tocarme la cola. Me daba pequeños masajitos en círculos y se sentían muy bien. Yo hice mi parte desabrochándole la camisa y acariciándole el pecho, pero cuando llegué a su pantalón él se puso nervioso y el ambiente se cortó casi al mismo tiempo que sonaba su celular. Pero no lo sentí como un fracaso.
A los dos días llegaron mis amigas y las tardes las empezamos a pasar juntas, cada una me actualizó un poco de su vida y yo les seguía contando lo mismo de siempre. Pero las noches eran mías y de Gastón que al parecer le había gustado lo que habíamos empezado. Tan solo tres días después de tocarnos por primera vez, fue él quien bajó su mano hasta mi cola y me la acarició mientras que yo besaba su cuello. Con el correr de los segundos las caricias se fueron poniendo más intentas y yo me recosté sobre su cuerpo. Nos comenzamos a besar de una manera muy fogosa y enseguida sentí como mi cuerpo se prendía, casi al mismo momento que él ponía su otra mano sobre mi cola y la apretaba con fuerza. Fui bajando suavemente desde su boca hasta su pecho, previamente pasando por sus hombros. Estaba determinada a llegar a su cintura y comerme su pija que se sentía bastante dura por encima de su pantalón.
Pero nuevamente Gastón puso un freno y yo me enojé tanto que le terminé pidiendo de muy mal modo que se fuera de mi casa. Parecía que no estaba dispuesto a que hiciéramos algo más a pesar de lo que habíamos acordado y en ese entonces pensé en Gabriel por primera vez desde que estaba en mi pueblo. Con él todo hubiese sido más fácil, él nunca me diría que no, él se moriría de ganas de que yo le chupara la pija para después cogerme como él solo sabe hacerlo.
Sin embargo Gastón se dio cuenta de que yo me había ofendido y al día siguiente me cayó a mi casa de sorpresa. “¿Qué hacés? Están por venir las chicas a tomar algo” le dije pero él me besó de golpe para dejarme sin palabras. “Vamos a tu pieza” me dijo de golpe y yo me dejé llevar por la emoción. Gastón se sacó el abrigo y las zapatillas mientras que yo hacía lo mismo y me recostaba sobre la cama. Él se acostó encima de mí y me besó con ganas, de la misma forma que lo habíamos hecho el día anterior.
- Se que te dije que no quería tener sexo hasta el matrimonio, pero hablé con Federico- su mejor amigo.- y me dijo que los dedos no cuentan como sexo.- Me dijo y enseguida una sonrisa pícara se dibujó en su rostro.
Tardé dos segundos en entender, pero ni bien lo hice una sonrisa se dibujó en mi rostro y volvimos a besarnos. Gastón me levantó la remera para besarme la panza y después fue directo hasta mi pantalón. Yo me los saqué a los apurones y él entonces se metió un dedo en la boca para humedecerlo y después me lo metió en la concha. Suavemente comenzó a cogerme con su dedo y yo me volví loca de placer. Era la primera vez que alguien lo hacía ya que hasta ese momento siempre me había tocado a mí misma. Se sentía tan bien que me costó contener mis gemidos que tapé llevándome una mano a la boca. Él se emocionó y enseguida lo empezó a mover cada vez más rápido al punto de sentir que me cogía con su dedo. Estiré una de mis manos y la apoyé en su nuca e hice presión sobre su cabeza para cercarlo a mi cuerpo. Podía sentir su respiración en mi concha. Estaba a punto de conseguir que me la chupara.
¡Din don!
- ¡La puta madre!- Grité de golpe al escuchar el timbre.
Nos vestimos a las apuradas y corrí a abrir la puerta para encontrarme a Julia. Gastón se fue pero no quedó ahí. Esa noche me fui hasta su casa y después de comer con sus padres nos encerramos en su pieza y volvimos a calentarnos para terminar lo que habíamos empezado antes. Mi novio me cogió con su dedo hasta dejarme exhausta de placer y yo le toqué hasta dejársela bien dura pero no logré hacerlo acabar ya que se escuchaba la televisión de la pieza de sus padres y eso lo distraía. Pero así seguimos durante los siguientes 3 días que aprovechamos al máximo para volvernos locos de placer con nuestras manos. Estaba completamente feliz de haber podido lograr eso con él y obviamente le agradecía a su amigo Federico por haberlo convencido.
Volví a la ciudad después de mis increíbles vacaciones sin la necesidad de prender la computadora. No todo quedó ahí con Gastón ya que acordamos en mantener alguna que otra conversación caliente por whatsapp y mi novio pareció convertirse en otra persona. “Tengo ganas de tocarte de nuevo la cola mi princesa” me escribió unos días después. “Me encanta como movés tus dedos adentro de mi cuerpo” le escribí yo a los quince días. “Si seguimos así no voy a poder controlarme” me escribó él mientras arreglábamos su visita para el fin de semana siguiente.
Ese fin de semana fue una locura. Después de pasear por la ciudad y comer algo, nos acostamos en la cama y nos empezamos a tocar. Por primera vez nos desvestimos por completo y después de que él acariciara mi cola yo me metí entre las sábanas para comenzar a pajearlo. Por alguna razón no me animé a chupársela, pensaba que si lo hacía él podía cortar todo, sin embargo lo toqué tanto que Gastón se dejó masturbar hasta el punto que no pudo aguantarse y salió corriendo para acabar en el baño justo a tiempo. Yo me recosté en la cama con cara de felicidad y miré al techo sonriendo.
Pasaron dos meses y en ese tiempo nos vimos 5 veces más y en todas nos tocamos hasta dejarnos muy calientes. Gastón se animaba a darme besos en los muslos y a colarme dos dedos a la vez y yo había conseguido pajearlo en todas las oportunidades y en la última dejó que recibiera toda su leche en mis manos. A pesar de que no había experimentado el sexo y quería hacerlo, sabía que podía convivir con eso ya que me encantaba como nos calentábamos entre besos, caricias y sobre todo me volvía loca su cara de felicidad al verlo acabar.
Así llegó noviembre y una nueva visita de Gastón. Nuevamente la noche terminó bastante caliente cuando yo entré a la pieza luciendo una tanga y un corpiño muy sexy. Él aprovechó para besarme las tetas y tocarme la cola, cosa que lo volvía loco pero después no pudo resistirse a mis manos y cuando empecé a pajearlo él se dejó llevar por mí. “¡Seguí mi amor!” me decía él a medida que mi mano se movía cada vez más rápido por sobre su pija. Estaba completamente dura, me moría por llevármela a la boca. Pero Gastón comenzó a acabar y a pesar de que el primer chorro lo recibí en la cara, después apunté hacia arriba y todo su semen cayó sobre sus piernas y su pecho.
Entonces la imagen me resultó muy familiar. El rostro de mi novio se convirtió rápidamente en el rostro de mi amante y era Gabriel quien estaba acostado en mi cama, cubierto de su semen y con una sonrisa de oreja a oreja. Me quedé inmóvil, observándolo, como si todo pasara en cámara lenta. “Qué lindo como me hiciste acabar hoy” dijo él y después levantó su mano para señalar el semen que tenía en mi mejilla. Era Gabriel, era él a quien yo veía. De golpe sentí la necesidad de calentarme con él.
“Qué lindo volver a cogerte después de tanto tiempo” me dijo mi maestro y su voz resonó en mis oídos. Nos habíamos encontrado después de varios meses y tras confesarme que pensó que no nos íbamos a cruzar nunca más, prendió su cámara y su micrófono y empezó a hablar. Yo conecté los auriculares para escucharlo y me acerqué mi consolador porque sabía que iba a volver a usarlo.
Gabriel comenzó como siempre, con besos, caricias y diciéndome todo lo que me haría para volverme loca de placer. Su descripción era tan gráfica como siempre y poder verlo en la pantalla me volvía loca. Después de jugar un rato con nuestras bocas y de decirle que volvía a tener el consolador a mi lado, me pidió que me lo metiera mientras él me relataba cómo me iba cogiendo como solo él sabía hacerlo. “Te cogería bien duro en cuatro mientras te agarro de la cintura y te hago gritar de placer” me dijo Gabriel y me mojé tanto que el consolador entró a fondo sin ningún problema. Parecía como que todos estos meses nos habíamos guardado las ganas y ahora nos las sacábamos con mucha furia.
Veía la imagen de mi maestro a través de la cámara y escuchaba su voz que resonaba en mi cabeza, esa voz potente, poderosa y firme que tenía. “Mirá lo dura que me poner la poronga nena. Como me gusta cogerte así de duro” me dijo y yo moví tan rápido el consolador adentro de mi cuerpo que sabía que en cualquier momento iba a acabar. Me calentaba muchísimo hablar con él, verlo tocarse su cuerpo, saber que disfrutaba mirando las imágenes que yo le había pasado en su momento. Tocarme con mi novio había sido real sin embargo eso se sentía a flor de piel.
“Te voy a coger tan duro y a vos te va a gustar tanto que me vas a pedir que siga” me dijo él y entonces yo le escribí rápidamente suplicándole para que siguiera cogiéndome a su manera. Gabriel se movía parado frente a la cámara y con cada movimiento de su cuerpo, yo introducía el consolador cada vez más a fondo del mío. Me encantaba. “Te voy a pegar un buen chirlo en la cola. Así” dijo después y movió su mano como si me sacudiera las nalgas. Cada palabra que pronunciaba entraba directo a mi cerebro y me volvía completamente loca.
Siguió cogiéndome a su manera un buen rato. Cada cosa que decía me ponía más caliente que antes y las escenas que creaba se hacían vivas en mi cabeza al verlo a él por la pantalla interpretándolas a su manera. No sé cuánto tiempo estuvimos hablando, pero fue un reencuentro muy excitante que terminó con mi consolador totalmente mojado gracias al orgasmo que Gabriel me hizo tener. “Así te gusta? Así? Mirá que lindo como te cojo nena” dijo después de ponerme boca arriba y abrirme de piernas para darme bien duro. Entonces yo estallé en un grito de placer y enseguida le pedí que él me acabara a mí.
“Pedime la leche. Pedímela” dijo y yo le escribí pidiéndole que me la diera toda. “No nena. Pedímela con un audio” me dijo enseguida y dudé. Activé el micrófono y traté de no hacer ningún ruido. “Hola? Estás hermosa?” me dijo él y le pronuncié un “hola” muy por debajo pero que escuchó claramente. “Que hermosa voz que tenés” me dijo él y le agradecí pero enseguida se dio cuenta de que estaba algo nerviosa como para que estirara mucho la conversación. “Así que querés mi leche?” me preguntó él y yo le respondí un “sí” muy tímido, sin embargo enseguida recordé el orgasmo que acababa de tener gracias a él y le dije: “Quiero que me la des toda”.
Gabriel no tardó en acabar frente a la cámara como lo había hecho las últimas veces y me sentí aun más satisfecha que antes. Me parecía hermoso ver como su cuerpo se contraía cada vez que acababa, como se marcaban aun más sus abdominales y como su cara se cambiaba con una expresión de placer. “Gracias hermosa. Gracias por volver y calentarme tanto” me dijo él y minutos después cortamos la conversación.
Apagué la computadora y me fui a acostar pensando en lo que acababa de pasar. No me había podido aguantar, mi fuerza de voluntad había sido corrompida por el deseo de volver a hablar con él. Es que la pasaba tan bien cada vez que lo hacía, lo disfrutaba tanto. Gabriel me encantaba, me calentaba y me había dado increíbles orgasmos y a pesar de que no quería pensarlo, en ese momento lo pensé: “Ojalá algún día pudiera coger con él de verdad”.
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