Me siento en el sillón del comedor y le pido que me cuente mas detalles del trabajo de Rosario, al tiempo que lo veo desconectar el teléfono. No obtengo respuesta. Se sienta a mi lado Me dice que estoy hermosa y que se moría de ganas de verme una vez más Empezó a besarme suavemente el cuello del lado más sensible, me olvidé de mi marido, del trabajo en Rosario y me transporté a esa primera vez en la que estuvimos juntos hace tantos años. Me desabrochó la blusa, me quitó el sostén e introdujo una de mis tetas en su boca mientras masajeaba la otra con gentileza. Su lengua recorría cada centímetro de mi pecho y se detuvo en mi pezón erecto que reclamaba su atención, luego se introdujo en la boca mi otro pecho, como me gustaba su forma de chuparme las tetas! Continuó besando mi estómago, mi ombligo, mi cintura, yo sabía adonde quería llegar y también lo deseaba. Despacito levantó mi pollera, se sentó en el piso, separó mis piernas y empezó a lamer golosamente la parte interna de mis muslos, la ingle, pasando su lengua por sobre mi tanguita que a esa altura ya estaba muy húmeda, se tomó su tiempo devorando esas partes y rozando mi sexo como al descuido sabiendo que de esa forma yo deseaba cada vez más y más que llegue finalmente a mi caliente conchita. Me quitó la tanguita y empezó a lamer ávidamente los labios de mi ansiosa conchita, mi clítoris, me penetró con esa lengua lasciva y húmeda, yo no aguantaba más y empecé a gemir desesperadamente, introdujo dos dedos dentro de mi sexo y comenzó a cogerme con ellos hasta hacerme temblar de deseo. Él se dió cuenta que yo estaba por acabar y fué acelerando sus movimientos, acabé en un profundo gemido mientras mi conchita se contraía en sus dedos, él se llevó los dedos bañados con mis jugos a su boca y los chupó con devoción.
Mi orgasmo pareció haberlo excitado bastante porque me tumbó en el sillón, se desabrochó el pantalón y comenzó a jugar con la cabeza de su pija en la entrada de mi conchita. Su pija estaba dura e hinchada, no podía esperar para sentirla dentro de mí. Me separó un poco las piernas y me introdujo ese pedazo enorme, sin importar su grosor la introdujo fácilmente gracias a lo húmeda que estaba mi conchita. Recordé su pija y lo bien que me la metía, parecía que hubiera sido hecha exactamente para mí ya que entraba justo y rozaba todos mis puntos sensibles. mi suegro comenzó a embestirme cada vez más y más fuerte y a los pocos minutos yo ya no podía más, sentía que iba a explotar de placer, me aferré a sus nalgas para sentir toda la magnitud de su miembro dentro de mi y mordí suavemente sus hombros para contener los profundos gemidos que brotaban de mi ser, le susurré que su pija me volvía loca y que estaba por acabar y así fué, terminé en un orgasmo explosivo como hacía mucho nadie me hacía sentir. Yo sabía lo que el quería, lo que siempre quiso, así que me acomodé y le ofrecí mi duro culito pidiéndole que me lo llenara de leche. Él no podía creerlo e inmediatamente sacó su miembro bañado de mi néctar y lo introdujo muy despacio en mi colita ,El estaba fuera de sí, mi colita lo estaba volviendo loco y muy pronto llegó al clímax con un grito ahogado.
Fuí al baño a arreglarme un poco, nos acomodamos la ropa y comenzamos a besarnos como en los viejos tiempos, con besos largos y profundos llenos de pasión. Un rato después noté que su miembro estaba nuevamente erecto, lo cual me dió permiso para comenzar el juego tal como él lo había hecho, desabroché su camisa y besé su cuello, chupé sus tetillas, su pecho, su estómago. Me senté en el piso, llevé mis manos a su entrepierna y desabroché su pantalón liberando su imponente pija. Me metí en la boca la cabeza de su pene y la chupé con mi lengua, recordé del sabor de su pija y como me gustaba chuparla. Comencé a lamer todo el tronco y me lo metí en la boca hasta donde podía, sabía que él estaba disfrutando porque empezó a gemir y suspirar despacito. Disfruté mucho esa poronga que entraba y salía de mi boca, cada tanto paraba un segundo para lamer en detalle toda su cabeza. La respiración de mi suegro se entrecortaba y yo sentía que estaba por acabar, me abrí la blusa porque quería que acabe en mis tetas y así lo hizo en un fuerte suspiro, pude sentir el chorro de leche tibia que corría por mis pechos.
Mi orgasmo pareció haberlo excitado bastante porque me tumbó en el sillón, se desabrochó el pantalón y comenzó a jugar con la cabeza de su pija en la entrada de mi conchita. Su pija estaba dura e hinchada, no podía esperar para sentirla dentro de mí. Me separó un poco las piernas y me introdujo ese pedazo enorme, sin importar su grosor la introdujo fácilmente gracias a lo húmeda que estaba mi conchita. Recordé su pija y lo bien que me la metía, parecía que hubiera sido hecha exactamente para mí ya que entraba justo y rozaba todos mis puntos sensibles. mi suegro comenzó a embestirme cada vez más y más fuerte y a los pocos minutos yo ya no podía más, sentía que iba a explotar de placer, me aferré a sus nalgas para sentir toda la magnitud de su miembro dentro de mi y mordí suavemente sus hombros para contener los profundos gemidos que brotaban de mi ser, le susurré que su pija me volvía loca y que estaba por acabar y así fué, terminé en un orgasmo explosivo como hacía mucho nadie me hacía sentir. Yo sabía lo que el quería, lo que siempre quiso, así que me acomodé y le ofrecí mi duro culito pidiéndole que me lo llenara de leche. Él no podía creerlo e inmediatamente sacó su miembro bañado de mi néctar y lo introdujo muy despacio en mi colita ,El estaba fuera de sí, mi colita lo estaba volviendo loco y muy pronto llegó al clímax con un grito ahogado.
Fuí al baño a arreglarme un poco, nos acomodamos la ropa y comenzamos a besarnos como en los viejos tiempos, con besos largos y profundos llenos de pasión. Un rato después noté que su miembro estaba nuevamente erecto, lo cual me dió permiso para comenzar el juego tal como él lo había hecho, desabroché su camisa y besé su cuello, chupé sus tetillas, su pecho, su estómago. Me senté en el piso, llevé mis manos a su entrepierna y desabroché su pantalón liberando su imponente pija. Me metí en la boca la cabeza de su pene y la chupé con mi lengua, recordé del sabor de su pija y como me gustaba chuparla. Comencé a lamer todo el tronco y me lo metí en la boca hasta donde podía, sabía que él estaba disfrutando porque empezó a gemir y suspirar despacito. Disfruté mucho esa poronga que entraba y salía de mi boca, cada tanto paraba un segundo para lamer en detalle toda su cabeza. La respiración de mi suegro se entrecortaba y yo sentía que estaba por acabar, me abrí la blusa porque quería que acabe en mis tetas y así lo hizo en un fuerte suspiro, pude sentir el chorro de leche tibia que corría por mis pechos.
9 comentarios - una tarde de sexo con mi suegro