Esta es la historia de Ailín, una chica católica de un pueblo con sueños y ambiciones de progresar para poder casarse con su novio, que va a descubrir un mundo nuevo en la ciudad, lleno de deseos y fantasías que van a poner su vida perfecta en jaque. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
CAPITULO 1
Capítulo 2: Aprendiendo del maestro
No me fue nada difícil adaptarme a la vida de ciudad, al menos no como yo pensaba. Esa tercera semana empecé a cerrar todos los espacios abiertos que quedaban de la facultad o del departamento y cuando me di cuenta a mitad de semana ya estaba completamente acostumbrada a mi nuevo estilo de vida. La facultad era exigente, pero yo siempre fui muy estudiosa y responsable por lo que había logrado acomodarme para empezar a practicar vóley, deporte que hice durante los 5 años de secundaria. También me armé un pequeño grupito de la facultad en el que además de Josefina, estaban Guillermina, Florencia y Mariana, otras 3 chicas de distintos pueblos que vivíamos casi todas la misma situación y nos propusimos aprovechar los fines de semana para estar juntas y así no extrañar tanto.
Con Gastón hablábamos todos los días, ya sea por WhatsApp o por video llamada, algo que me encantaba pero que en muy poco tiempo nos empezamos a quedar sin temas. Él me decía que era su momento más lindo del día cuando hablaba conmigo, pero yo no sabía muy bien que contarle después de 20 días de hablar seguir. El problema era que en mi mente se empezaba a deliberar una batalla sobre lo que había hecho el domingo después de que él me viniera a visitar. Mi conversación con Gabriel, el “maestro” había sido una experiencia muy extraña, algo que nunca pensé que me iba a suceder y que definitivamente no tenía pensado repetir. Sin embargo una parte de mí sabía que esa noche había aprendido muchas cosas y de a poco empezaba a aplicarlas.
El jueves inmediatamente siguiente a esa noche, mientras hablaba con Gastón por video llamada empecé a cambiarme frente a él hasta terminar en corpiño y noté como él se ponía incómodo a pesar de que no se animó a decirme nada. El domingo siguiente lo llamé a la noche, acostaba en la cama con la remera gigante que siempre uso para dormir y en medio de la conversación pasé suavemente mi mano por entre mis tetas al mismo tiempo que le contaba la historia de Florencia y su novio que habíamos hablado con las chicas esa tarde. Su mirada se clavó fija en mi mano y siguió el recorrido con la boca entreabierta, pero segundos después reaccionó y como si nada me siguió hablando. “Te extraño” le dije y después le confesé que me gustaría volver a tenerlo durmiendo en mi cama los dos abrazados, después de todo mi lado tierno y romántico era el más fuerte.
Una semana después me volví por primera vez a mi pueblo a pasar el fin de semana y con la idea de seguir seduciendo a Gastón, pero no conseguí mi objetivo. De hecho fracasé rotundamente. Pasé mucho tiempo con mi familia y con mis amigas y por más que él estuviera ahí no conseguía un espacio para estar los dos solos. Pero cuando lo conseguí él parecía querer solo hablar y charlar sobre mí, sobre mi nuevo estilo de vida y de lo que podíamos llegar a hacer una vez que yo volviera al pueblo terminada la facultad. Obviamente a mi me encantaba estar con él, hablando de nuestras vidas y de nuestros proyectos. Él era una persona muy inteligente, muy aplicada y que daba todo para cumplir lo que se proponía, algo que me volvía loca por él, sin embargo parecía que el sexo era un punto muy lejano en nuestra relación. Me terminé volviendo a la ciudad ese domingo sin siquiera poder avanzar en algo en mi proyecto de seducción.
Fue cuando entré a mi departamento horas más tarde cuando mi cabeza se encargó de hacer todo el trabajo. “¿No lo excitaré? ¿Le tendrá miedo a que sea mala en el sexo? ¿Pensará que yo no estoy preparada?” pensaba a medida que me iba acomodando para ir al día siguiente a la facultad. Trataba de consolarme diciéndome que en realidad era solo su forma de pensar y que yo tenía que respetarla, pero a su vez tenía miedo de que todo fuera a salir mal. También tenía bronca de que ni siquiera pudiera darme una oportunidad, después de todo, todo el mundo disfruta del sexo.
De golpe pasé por al lado de la mesa del comedor y miré la notebook y sin dudarlo la prendí. Entré a la página que había usado para chatear con Gabriel y lo empecé a buscar entre los contactos pero eran tantos que no pude localizarlo. De golpe él me habló a mí. Se me abrió una conversación privada de “MasterSex” y me saludó con un “Hola Ailín” que enseguida me sacó una sonrisa. Yo le respondí el saludo con su nombre y entones empezamos a hablar.
No tardó en preguntarme como me había ido con Gastón y sin ningún problema le conté lo que me había pasado y que había fracasado en todos mis intentos por seducirlo. “Hiciste bien cuando hablaban por video llamada, pero cuando estás con él te ponés muy nerviosa” me respondió él y enseguida me di cuenta que tenía razón. Era verdad, cuando estaba con mi novio en persona no me animaba a seducirlo, a tocarlo, a provocarlo como me había animado a quedarme en corpiño o tocarme las tetas cuando hablamos por celular. Entonces le pregunté que me sugería hacer y él me respondió: “Yo te diría que aproveches mucho la distancia para seducirlo y que la próxima vez que se vean directamente lo calientes hasta que no de más”.
Fue en ese entonces cuando me di cuenta que no sabía nada de él y desviando un poco la conversación empecé a hacerle distintas preguntas personales. Me contó que tenía 26 años, que vivía en La Plata y que trabajaba en la parte de sistemas de una empresa importante de la cuales no dio nombre. Pero mi mayor sorpresa llegó cuando sin ningún problema me mandó una foto suya. El chat era bastante rústico por lo que la foto se veía un poco chiquita, sin embargo se notaba muy bien que Gabriel era un bombón. En la foto estaba en cuero, frente a un parque con árboles y plantas de fondo, tenía el cuerpo muy bien marcado y una cara de adulto, con el pelo marrón cortito y una barba algo crecida pero arreglada.
“Ese no sos vos” le escribí enseguida pensando que era un modelo o que había sacado la foto de alguna página de internet y él me confirmó que era enviando segundos más tarde otra foto suya (esta vez con ropa) sentado frente a la computadora. “Pero si no me crees te paso mi celu y hacemos una video llamada para que me veas” me dijo después y enseguida le dije que no me animaba a mostrarme frente a él. Sin embargo Gabriel me dijo que él no tenía problema en mostrarse y me pasó su skype para que loa agregara y así él podía mostrarse conmigo.
Mientras seguíamos hablando me ocupé de crear un mail falso y una cuenta de mentira para poder agregarlo y minutos más tarde estábamos hablando por allí. “Hola” me volvió a saludar él como si iniciáramos la conversación de nuevo y entonces me preguntó si quería verlo en vivo para confirmar que la foto que me había enviado no era trucha. Le dije que no hacía falta, pero igualmente él inició una video llamada la cual atendí después de unos segundos de incertidumbre. Apagué mi cámara para que él no pudiera verme pero eso no preció importarle porque cuando la suya se tornó nítida, comprobé que el morocho de pelo corto y barbita me miraba sonriente del otro lado.
No tenía sonido, por lo que siguió escribiendo. “Ahora me crees?” me puso y después de decirle que sí con una risita tonta me preguntó si le parecía un lindo chico. “Sos muy lindo” le respondí yo ruborizándome y sintiéndome una tonta, pero a él parecía gustarle ese juego de seducción estúpido porque lanzó una sonrisa que hizo que se viera mucho más lindo. “Qué lástima que no te animes a mostrarte, debés ser muy linda” me dijo él y enseguida noté la presión de exhibirme frente a él. No quería hacerlo, pero tampoco quería dejarlo así expectante. Entonces busqué una foto del verano en la que estuviera sola y encontré una en malla que después de borrarle un poco la cara se la mandé sin siquiera pensarlo.
“Sos hermosa” me respondió él enseguida y agradecí no tener la cámara prendida porque estaba totalmente colorada. “No entiendo como tu novio se rehúsa a tener sexo con vos. Yo te haría tantas cosas” agregó después y la curiosidad me llevó a preguntarle qué cosas me haría. “Te besaría toda. Me encanta tu pancita chata y tus tetitas. Te haría así” dijo y segundos después miró a la cámara y tiró un beso que me sacó una sonrisa. Después me pidió una foto de espalda para poder ver mi cola, sin embargo yo le dije que no tenía pero que me iba a sacar una para la próxima vez que habláramos.
“Debo confesar que tu foto me calentó un poquito” escribió de golpe Gabriel y yo quedé muda. Antes de que pudiera reaccionar él siguió escribiendo y me confesó que algo se le estaba poniendo duro ahí abajo y se levantó para que la cámara apuntara a su pantalón. Se puso de costado y enseguida se observó un bulto muy notorio. “Si fuese tu novio te habría hecho cada cosa ya” continuó escribiendo y yo le respondí un “jaja” medio seco porque me había dejado sin habla su reacción. Era un chico muy lanzado y atrevido, después de todo lo había conocido en una página donde la gente hablaba de sexo, pero lo más raro era que me gustaba.
“Qué me harías?” le pregunté dejándome llevar por el momento y recordando la conversación que habíamos tenido hacía 2 semanas. Él sonrió y empezó a escribir. “Primero te daría muchos besos. Te dije que me encanta dar besos? Te besaría toda, empezando por tus labios, siguiendo por tu cuello, tus hombros, tus brazos. Te llenaría de besos para ir calentándote de a poquito.” Comenzó y la imagen enseguida se me vino a la mente. Estaba parada en el comedor de mi casa, a un metro de donde estaba sentada actualmente, y él aparecía frente a mí y me abrazaba para luego besarme. El problema era que esta vez la cara no se parecía a la de Gastón, sino a la de Gabriel.
“Me detendría un buen rato en tus tetitas, debe ser hermoso poder tocarlas y acariciarlas. Tan chiquitas y sensibles. Les pasaría la lengua hasta dejarlas completamente mojadas” me dijo y en mi mente se sentía el calor de su respiración sobre mi pecho. Luego su boca fue bajando por todo mi cuerpo y los dos estábamos en ropa interior, su boca se sentía tan real. “Te correría la mallita esa que me mostraste en la foto hacia un costado y te pasaría la lengua bien despacito pero de manera intensa por sobre tu conchita” escribió y enseguida metí una de mis manos adentro de mi bombacha.
El relato sobre lo que me haría siguió igual de intenso que la noche anterior, pero esta vez podía observar su rostro y sus expresiones, algo que era muy estimulante. En su cara se veía muy bien el deseo con el que escribía, como se mordía el labio inferior cada vez que me decía por donde me pasaría la lengua y como lanzaba una suave sonrisita cuando yo le preguntaba que más me haría. De golpe pasó de ser una ingenua conversación como lo había sido la primera vez a una mucho más feroz, con intensión de provocarnos y calentarnos mutuamente.
“Pero esta vez seguiría un poquito más” me dijo después de unos minutos de decirme como me daría placer oral. “Esta vez te obligaría a ponerte boca abajo y te besaría mucho la cola para después abrirte los cachetes y pasarte la lengua por el culito” escribió y mis ojos se abrieron bien grandes en expresión de sorpresa. “No te pediría la cola, se que nunca te la hicieron y no voy a empezar por ahí. Pero te va a volver loca de placer mi lengüita en tu culito. A todas les encanta” recalcó y después sacó su lengua para mostrármela y la movió bien rápido frente a la cámara. Era totalmente morboso, pero era virtual por lo que no me importaba decirle que me moría por probarlo.
Gabriel después comenzó a pintar un panorama en el que yo le proporcionaba placer oral a él, pero esta vez lo hacíamos en la cama. Yo me recostaba contra el borde boca arriba y él se paraba en el piso para que yo pudiera tirar mi cabeza hacia atrás y meterme toda su pija en la boca. “Mientras tanto yo te vuelvo a acariciar las tetitas y te aprieto los pezones que de seguro deben estar bien duritos” dijo y la imagen era muy clara y a la vez excitante. Nunca se me habría ocurrido hacer un pete en esa posición y en ese momento me lo estaba imaginando completamente.
“No sabés lo dura que la tengo. La querés ver?” me escribió él de golpe y yo quedé perpleja. No sabía que responderle, que decirle. No sabía si de verdad quería ver su pija o no, pero tampoco quería cortar la conversación con un no rotundo y que él terminara decepcionado. Pero no pude. “Tal vez la próxima” le respondí y a pesar de eso él esbozó una sonrisa y me dijo que no había problema, que cuando yo quisiera él me la mostraba.
Como si nada hubiese pasado siguió su relato que cada vez se ponía más caliente. “Te recostaría contra el borde de la cama y alzando bien tus piernas te penetraría muy a fondo” me describió él y para poder asimilar la sensación dejé que un dedo entrara en mi concha. No era la primera vez que me masturbaba, pero si la primera vez que lo hacía de esa manera y me excitó mucho más el comprobar que él también se pajeaba. “Te iría cogiendo bien despacio al principio, hasta que tu conchita bien mojada me de pie a darte más duro y con fuerza” escribió Gabriel y mi dedo se empezó a mover a un mayor ritmo.
“Qué más?” le pregunté yo que no podía decir otra cosa ya que solo usaba una mano para escribir. El también escribía con una sola mano, pero lo hacía mucho más rápido y sin dudas le encantaba hacerlo. “Te cogería bien rápido, hasta que no puedas contener más tus gritos y empiecen tus gemidos de placer que a mi tanto me gustan” continuó él. Sus descripciones eran tan detallistas y perfectas que podía dibujar la escena completa en mi cabeza y poder ver sus expresiones a través de la cámara lo hacía mucho más real.
“Después te daría vuelta y te cogería nuevamente en cuatro. Pero esta vez pondría mis manos en tu cola y la agarraría bien fuerte” me dijo y sentí como mi dedo entraba más a fondo de mi cuerpo. “Debés tener una cola hermosa. Me encantaría que la próxima foto sea de tu cola con una tanguita” me dijo él y yo le respondí dejándome llevar por la calentura del momento. “Te prometo que la próxima foto que te mando va a ser de mi cola” y él volvió a morderse los labios y me dijo gracias juntando las manos y agachando levemente la cabeza. Después continuó con su relato.
“Por último me tiraría encima tuyo, en la posición clásica. Para poder cogerte bien profundo mientras te beso la boca y siento tu respiración en mi cara” me dijo él y su mirada me excitó tanto que me empecé a masturbar a máxima velocidad. Él seguía escribiendo y yo me tocaba imaginándome cada palabra que decía y viendo su cara hermosa en la cámara. “Te besaría el cuello mientras que mi pija entra en tu conchita mojada y vos me pedís más y más. Quiero hacerte gozar de placer” escribió y mi dedo entró tan a fondo que sentí un calor inmenso recorrer todo mi cuerpo y un cosquilleo provocó que mis piernas se cerraran y abrieran frenéticamente.
Parpadeé varias veces y miré a la computadora y veía como él emocionado seguía escribiendo. ¿Acababa de tener un orgasmo? Nunca antes lo había tenido. ¿Acababa de tener mi primer orgasmo gracias a lo que un desconocido me había dicho en un chat sexual? Estaba totalmente sorprendida y algo asustada. De golpe bajé la notebook y la computadora se apagó. Seguía con mi mano adentro de mi bombacha y con la respiración exaltada. ¿Acababa de tener un orgasmo gracias a Gabriel? Sí. Y me había encantado.
SIGUIENTE
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