Otra de las tantas mías con señoras bien entradas en años, más, endécadas. Pero que gustan igual de un buen hombrazo y una buena cepillada. Haceun tiempo conocí a una señora de unos 70 y pico pero elegante, fina de acá delbarrio, con quien empecé a tener relación tan buena que fui tomando confianza.Y bueno, imaginen.
Tan buena onda era que cuando nos encontrábamos en el súper u otrolado me saludaba con un beso o una caricia en la pera. Y claro, usaba camperade cuero. Y claro, un día no pude con mi genio y le dije de ir a visitarla, yla tipa encantada. Así que compré facturas y fui a tomar algo a su casa, obviopor acá. Me vestí muy pero muy bien con mi campera de cuero, mucho perfume ydemás, sólo para una merienda, pero me calentaba mal. Y la mujer me recibió bárbaro,dulce y encima muy bien vestida de pollera negra, maquillada, un perfume exquisito.Yo volaba pero me tuve que contener, ella preparó todo y tomamos nomás laleche.
Y mientras merendábamos, entramos a charlar de esto y lo otro. Y comosiempre, me mandé alguna de las mías y se me escapó decir de cómo me excitanlas mujeres elegantes, el sexo, todo eso. Y se dio, para mi sorpresa, que la veteranamujer era libre y me siguió la charla, que sí, que lógico, si soy joven. Y mecontó un par de las suyas, que con su ex marido tenía unos orgasmos bárbaros,que gozaba a puro gemido. Yo le dije de mi masturbación, lo que me excita, yella me seguía y seguía. Tanto que me preguntó por mi rendimiento y le conté,ya caliente y con ganas de cogérmela sin avisar.
Y así fue. Viendo que estaba media fácil, le sugerí probar mirendimiento ahí. La señora me preguntó si iba a hacerlo en el baño, pero leaclaré que era con ella, así re loco de calentura. Sin embargo, la setentona secopó y dijo sí. Increíble pero real. Volé de locura, la sujeté, la besé en laboca, la manoseé toda ahí y luego la llevé del brazo enloquecido a su pieza, yella se dejó llevar mientras me hacía mimos y se reía.
Y al entrar a su pieza explotó todo. Ni hizo falta que yo latoqueteara más. La mujer solita se quitó la ropa, me fue sacando a mí, nos mimamos,besamos, toqueteamos todo, ella me acarició el pene debajo de mi calzón que meengordó de una. Ella me bajó el calzón, me apretó suave el salchichón que se meterminó de parar y luego, bien provocativa, se sacó su corpiño y su bombacha,se puso en posición, me le zambullí sobre su cuerpo gordito y luego de meterlafuerte y excitado por su vagina, lo que la hizo empezar a gozar, le di paraatrás y adelante con una furia de locos. La señora daba unos gemidos de novela,como si tuviera 40, y pedía y pedía pene y acabada. Y me excitó tanto que ni mecostó y eyaculé semen a chorros limpios en su vagina, llenándola bien. Noconforme, la di vuelta, ella gustó, pidió por atrás y tras subirme se la enchufépor la cola, dándole con más ganas hasta acabar gran cantidad de semen. Ellagemía y gemía, y al sentir mi espeso líquido calentito daba unos gritos yrisotadas de los mejores. Así otra veterana se entregó a mi calentura. Primerocharla de sexo y luego parte práctica. Y sí. Porque cuando la calentura llama,no importa la edad.
Tan buena onda era que cuando nos encontrábamos en el súper u otrolado me saludaba con un beso o una caricia en la pera. Y claro, usaba camperade cuero. Y claro, un día no pude con mi genio y le dije de ir a visitarla, yla tipa encantada. Así que compré facturas y fui a tomar algo a su casa, obviopor acá. Me vestí muy pero muy bien con mi campera de cuero, mucho perfume ydemás, sólo para una merienda, pero me calentaba mal. Y la mujer me recibió bárbaro,dulce y encima muy bien vestida de pollera negra, maquillada, un perfume exquisito.Yo volaba pero me tuve que contener, ella preparó todo y tomamos nomás laleche.
Y mientras merendábamos, entramos a charlar de esto y lo otro. Y comosiempre, me mandé alguna de las mías y se me escapó decir de cómo me excitanlas mujeres elegantes, el sexo, todo eso. Y se dio, para mi sorpresa, que la veteranamujer era libre y me siguió la charla, que sí, que lógico, si soy joven. Y mecontó un par de las suyas, que con su ex marido tenía unos orgasmos bárbaros,que gozaba a puro gemido. Yo le dije de mi masturbación, lo que me excita, yella me seguía y seguía. Tanto que me preguntó por mi rendimiento y le conté,ya caliente y con ganas de cogérmela sin avisar.
Y así fue. Viendo que estaba media fácil, le sugerí probar mirendimiento ahí. La señora me preguntó si iba a hacerlo en el baño, pero leaclaré que era con ella, así re loco de calentura. Sin embargo, la setentona secopó y dijo sí. Increíble pero real. Volé de locura, la sujeté, la besé en laboca, la manoseé toda ahí y luego la llevé del brazo enloquecido a su pieza, yella se dejó llevar mientras me hacía mimos y se reía.
Y al entrar a su pieza explotó todo. Ni hizo falta que yo latoqueteara más. La mujer solita se quitó la ropa, me fue sacando a mí, nos mimamos,besamos, toqueteamos todo, ella me acarició el pene debajo de mi calzón que meengordó de una. Ella me bajó el calzón, me apretó suave el salchichón que se meterminó de parar y luego, bien provocativa, se sacó su corpiño y su bombacha,se puso en posición, me le zambullí sobre su cuerpo gordito y luego de meterlafuerte y excitado por su vagina, lo que la hizo empezar a gozar, le di paraatrás y adelante con una furia de locos. La señora daba unos gemidos de novela,como si tuviera 40, y pedía y pedía pene y acabada. Y me excitó tanto que ni mecostó y eyaculé semen a chorros limpios en su vagina, llenándola bien. Noconforme, la di vuelta, ella gustó, pidió por atrás y tras subirme se la enchufépor la cola, dándole con más ganas hasta acabar gran cantidad de semen. Ellagemía y gemía, y al sentir mi espeso líquido calentito daba unos gritos yrisotadas de los mejores. Así otra veterana se entregó a mi calentura. Primerocharla de sexo y luego parte práctica. Y sí. Porque cuando la calentura llama,no importa la edad.
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