Sí, debuté con mi primo, como muchos de ustedes, nada original, verdad? A los 11, pero antes de eso hubo años de juegos sexuales, de desnudos, de caricias en las nalgas, de pajitas y chupaditas. No, no se hagan el bocho, no fue pedofilia, los primeros toqueteos, más que toqueteos cogidas sin penetrar, fueron antes que yo cumpliera 6 años, pero el toqueteador, mi primo Juan, tampoco llegaba a 6. Pendejos precoces los dos. Tampoco fue incesto, hay que ser demasiado mojigato, por no decir pelotudo, para pensar que el sexo con los primos y primas es incesto.
Pero mi sexo pediátrico no se limitaba a Juan, también mi primo Víctor, y el hermano de mi primo Víctor y mi primo Quique me regalaron sus culitos (en esa época, para ser sincero, sus pijas también). La ventaja de la familia grande que vive medio amontonada, no? Así que como ven, la homosexualidad, en mi caso, es un bien de familia.
Y mi prima Ana? Nooo, jamás se me ocurrió cogerla, las conchas me dan asquito, aunque tiene un culazo increíble la petisa.
La petisa, aún siendo mujer, no pudo salvarse del destino de mi familia, eligió el novio justo, y unos tres o cuatro años después que se casó, me cogí a su marido, Ernesto, en su misma cama, mientras ella laburaba.
En realidad, no me lo levanté, él me levantó a mi!
Una tarde pasaba por su casa, nos saludamos como siempre, charlamos un rato en la vereda y me invitó a pasar a tomar mate. Mi prima estaba trabajando. Charlamos boludeces y de a poco comenzamos a hablar de sexo, de minas por supuesto. La charla se fue poniendo hot, pero siempre sobre minas (soy bueno para inventar en eso). En un momento dado, él estaba sentado a mi lado en el sofá, me puso una mano sobre el muslo y me dijo serio:
-Lucas, vos que pensás de los tipos que se dejan?-. No supe qué responderle, me agarró de sorpresa, pensé: se habrá enterado de algo?, alguien del barrio le contó sobre mí y su cuñadito?, eso era ya pasado, me sonrojé y no le contesté, pero él no esperaba una respuesta, estaba embalado y siguió:
-Porque algunos tipos tienen unos culos mejores que los de las minas, no prestaste atención nunca?-. Seguí sin saber qué decir y sólo medio que asentí con un movimiento de cabeza.
- Y para chupar la pija dicen que son mil veces mejores que las mujeres-. -Zás, pensé, este hijo de puta de Juan le contó lo bueno que soy mamando y ahora me va a pedir que se la chupe.
-Seamos sinceros Lucas, si estás caliente y un tipo que está bueno te pide que lo cojas, vos no lo harías?-
-Bueno, la verdad, no sé, qué se yo? Puede ser..., no sé.- Yo estaba rojo como un tomate, el tipo era casado, y con mi prima! y me estaba levantando!
-Te digo algo Lucas, y te pido que quede entre nosotros-, me dijo levantándose del sillón, parándose frente a mi y apoyando sus dos manos en mis muslos.
- Lucas, tengo curiosidad por probar qué se siente, vos no?, yo me muero de ganas de sentir una pija en el culo, te animás?, me cojés?-. No contesté.
-Si no querés no importa, todo bien- Su mano derecha fue a mi paquete y lo comenzó a acariciar.
-Dicen que tengo un culito rico, no lo querés probar?
Seguí callado, pero el ejercicio para mantener mi verga dormida empezaba a fallar.
-Mirá Lucas, si querés.., ando medio corto de guita..., peroooo, si me cogés, unos pesitos te puedo dar, si me cogés..., y nadie se va a enterar...- Sus ojos, ques estaban clavados en los míos, bajaron como avergonzados, temiendo el fracaso de la propuesta.
No lo iba a defraudar. La invitación a prostituirme aceleró mi morbo, pelé la verga semi-erecta y le dije: chupala, dale!
Ernesto pasó del deseo avergonzado a la euforia total, se abalanzó sobre mi pija, se arrodilló entre mis piernas y me la empezó a chupar desesperado. En dos minutos yo ya estaba duro como piedra.
-Vamos a coger Ernesto, dale.
-Si Luquitas, vamos a mi pieza.
-En la cama donde cogés con Ana?
-Si, Lucas, me recontra - excita.
Entramos al cuarto, Ernesto se quitó todo de la cintura para abajo y se puso en cuatro al borde de la cama. Yo sólo me bajé la ropa. Era cierto, tenía un culito hermoso, lampiño, gruesito, parado y un esfinter rosadito y bastante abierto. Probar qué se siente!, putazo!, me reí para mis adentros.
-Dámela en seco, Lucas, no quiero esperar que me dilates-. Le abrí las cachas, el esfinter rosadito le temblaba de calentura, comencé a pasarle el glande que ya rezumaba preseminal por la rayita para mojarlo un poco.
-Dale, metela!- Querés duro?, pensé, ahí la tenés. Le di un empujón y de una le clavé media verga, a mi me dolió, a él ni te cuento. Le di un segundo empujón y se la enterré hasta los huevos. Gritó de nuevo y medio entre dientes me dijo -me gusta que me duela pero, ay! Lucas, esperá un ratito.
El ratito fue corto, Ernesto comenzó a dilatar y en minutos el mete y saca era furioso, él estaba mojado completamente, su esfínter suave, blandito y tibio, y sus gemidos me ponían a mil, me puse tan loco que con cada pijazo lo levantaba de la cama. No fue largo, pero fue muy intenso, cuando se la saqué vi el charco de semen entre sus piernas, había acabado sin tocarse sobre las sábanas donde cogía con la esposa el muy putito.
Descansamos 10 minutos, en los que no paró de jugar con mi pija. A cada rato me decía, - no sabés hace cuanto te tenía ganas Lucas, desde antes de casarme con tu prima- Comenzamos a calentarnos nuevamente.
-Soy tu primer puto, Lucas?-, me preguntó. Sonreí.
-No, no sos el primero, pero sos el más puto-
-Ay, no me halagues-, me dijo con un tono de marica que me hizo sonreir nuevamente.
-Entonces por qué te hiciste rogar tanto?
-Soy reservado Ernesto, además vos sos el marido de mi prima, es más difícil aceptar.- Hizo un mohín de desdén, como diciendo "eso qué importa?"
Cuando empecé a sobarle el culito me dijo -esperá-, fue al ropero y de un cajón sacó una tanga de la mujer, se la puso y vino meneando las nalgas de nuevo a la cama. Le quedaba un poco grande pero linda. La hago corta, lo volví a coger corriéndole el hilo de la tanga y él volvió a acabar pero esta vez dentro de la tanga. No sé como hizo para arreglar el enchastre y la baranda a garcha que dejamos en la pieza!
El marido de mi prima se convirtió en mi putita por meses, meses y meses. Todas las semanas, un día distinto siempre, yo me rateaba a la secu y el salía del trabajo a la hora del almuerzo, comiámos en una pizzería de Entre Ríos (pagaba siempre él, yo no laburaba todavía) y después íbamos a un telo de la calle Independencia. Le rompí el culo de todas las maneras imaginables, es insaciable el tipo!
Una tarde trajo una botella de licor que no sé quien le había regalado. No sé qué le puso el hijo de puta, pero me agarraron unas ganas de coger imparables, no podía dejar de cogerlo, le acababa, se la sacaba y a los 5 minutos estaba desesperado por ponérsela de nuevo. Un turno de dos horas no nos alcanzó y tuvimos que llamar al conserje para que nos dé otras dos. No sé cuántos polvos le eché, recuerdo que los últimos eran apenas una escupidita de leche, me quedaron los huevos doloridos, el bajo vientre también y la punta de la pija roja como un tomate. Él acabo cuatro veces, siempre sin tocar. Cuando ya no pude más me desparramé en la cama, él a mi lado, con una cara de felicidad como nunca vi, como siempre se puso a jugar con mi pija, me la chupó hasta dejarla limpia y luego siguió besándola y acariciándola mientras conversábamos, su culito escurría leche y un poquito de sangre. Me contó que como a mi, lo de puto le venía de familia, ya de chiquito, en la siesta se escapaba de la cama y se iba al galpón del fondo a curiosear en silencio. Una vez vio a su abuelo, que con sus grandes bigotes canosos le chupaba la pija a Venancio, el peón, que luego se sacó los pantalones, mostrando sus grandes nalgas blancas, arrugadas y caídas y que Venancio peló su pija de caballo y la hizo desaparecer en la raja de su abuelo que, a él le parecía, lloraba y le pedía más. Otra vez vio a su padre cogiéndose al novio de su hermana, su tia, mientras le decía, hijo de puta, si te querés coger a mi hermana te vas a tener que dejar romper el culo, y al tio Antonio que entre gemidos le respondía, -cuña, me gusta mil veces más tu pija que la concha de tu hermana!- El tio Antonio luego, cuando él tenía 10, lo desvirgó con su lanza de carne, gorda y larga.
-Y ahora-, me dijo e hizo una pausa. - Ahora le toca el turno a Ernestito, mi hijo. Hace 15 días entré a casa antes de tiempo, todo en silencio, pero al acercarme al dormitorio de Ernestito escuché unos gemidos, su puerta estaba entreabierta, me asomé despacio, el pibe de al lado, que tiene 14 años, le estaba partiendo el culo y Ernestito entre gemidos le pedía "metémela toda, metémela toda, dame tu leche, dame tu leche". Los dejé tranquilos y me fui a tomar mate a lo de mi suegra.-
Ahora ya tengo 35, mi prima lo descubrió a Ernesto por culpa del celular (qué boludo!) y se separaron. Por suerte ya hacía más de 4 años que yo no me lo cogía. Ernestito tiene 18 y sigue los pasos del padre, pero yo no me lo cojo, es demasiado afeminado para mi gusto. Ahora que su hermanito.., bueno esa es otra historia.
Pero volvamos a mi primo Juan, mi debut, a los 11 nos desvirgamos juntos, me dolió por los dos lados, casi lloro cuando me rompió la telita, y por dos días me quedó la pija ardiendo cuando me llevé para siempre la virgindad de su culito. Pero a la semana repetimos, y seguimos repitiendo, aprendimos a chuparnos las pijas, bebimos nuestro semen, nos cogimos y nos recogimos, con la adolescencia fuimos cambiando, yo me fui haciendo más activo y Juan más pasivo, al final ya casi nunca me penetraba, sólo se masturbaba apenas un poco después que yo se la sacaba del culo y en seguida acababa, en mi boca, siempre. Ése era nuestro pacto: mi leche siempre en su culo y la suya en mi boca.
Su culito es lo más bello que me he cogido en mi vida, blanquísimo, pequeñito, sin el menor atisbo de vello, los dos pocitos más lindos que puedan existir, y un lunarcito chiquito en la parte alta de la nalga derecha. Se lo besaba, se lo mordía, se lo lamía, chupaba su esfinter hasta dejarlo más blando que las conchas que no conozco. Después de coger me gustaba quedarme dormido sobre sus redondas y perfectas nalguitas, a Juan le encantaba que yo adorara su culito. Dejamos de ser sólo primos con derechos para sentirnos más íntimos, pasamos a ser amantes, novios, pareja, lo que se les ocurra.
Pero todo acaba. Dejamos de coger a los 16, soy un boludo calentón y me comencé a coger a Albertito, un pibe reputazo de la otra cuadra, y eso Juan no me lo perdonó. Desde entonces busco culos, persigo culos, rompo culos, uno tras otro, no sé, tal vez buscando un culito tan lindo como el de Juan, que me haga sentir lo mismo que las bellas nalgas de Juan me hacían sentir, pero no se si alguna vez lo vaya a encontrar.
Hace unos meses me junté a conversar con Juan en un bar, con sus 35 años está hermosísimo, varonil, refuerte, hablamos mucho y como no podía ser de otra manera, terminamos en un telo. Lo puse boca abajo en la cama y volví a disfrutar de sus maravillosas nalgas, refregué mis mejillas contra sus cachetitos, le besé cada centímetro de nalguita, busqué su esfinter tibio y rosado y se lo lamí hasta que me dolió la lengua, entre sus temblores y gemidos. Mordí, besé, lloré sobre sus nalgas y luego lo cogí hasta quedar exhausto. En dos horas le comí el culito cuatro veces, gemimos, lloramos abrazados e hicimos las paces. Pero nada especial pasó, o tal vez sí, me pasó como a la Penélope de Serrat, su culito no era el que yo esperaba, el que yo guardaba en mi imaginación y mis deseos, ese culito que a lo largo de mi infancia y adolescencia me enseñó a ser gay. Quedamos como amigos, a veces cogemos, pero sigo buscando lo que tal vez nunca encuentre, "ese" culito que quedó en mi fantasía, y no pararé de voltear muñecos hasta encontrarlo. Será el tuyo?
Pero mi sexo pediátrico no se limitaba a Juan, también mi primo Víctor, y el hermano de mi primo Víctor y mi primo Quique me regalaron sus culitos (en esa época, para ser sincero, sus pijas también). La ventaja de la familia grande que vive medio amontonada, no? Así que como ven, la homosexualidad, en mi caso, es un bien de familia.
Y mi prima Ana? Nooo, jamás se me ocurrió cogerla, las conchas me dan asquito, aunque tiene un culazo increíble la petisa.
La petisa, aún siendo mujer, no pudo salvarse del destino de mi familia, eligió el novio justo, y unos tres o cuatro años después que se casó, me cogí a su marido, Ernesto, en su misma cama, mientras ella laburaba.
En realidad, no me lo levanté, él me levantó a mi!
Una tarde pasaba por su casa, nos saludamos como siempre, charlamos un rato en la vereda y me invitó a pasar a tomar mate. Mi prima estaba trabajando. Charlamos boludeces y de a poco comenzamos a hablar de sexo, de minas por supuesto. La charla se fue poniendo hot, pero siempre sobre minas (soy bueno para inventar en eso). En un momento dado, él estaba sentado a mi lado en el sofá, me puso una mano sobre el muslo y me dijo serio:
-Lucas, vos que pensás de los tipos que se dejan?-. No supe qué responderle, me agarró de sorpresa, pensé: se habrá enterado de algo?, alguien del barrio le contó sobre mí y su cuñadito?, eso era ya pasado, me sonrojé y no le contesté, pero él no esperaba una respuesta, estaba embalado y siguió:
-Porque algunos tipos tienen unos culos mejores que los de las minas, no prestaste atención nunca?-. Seguí sin saber qué decir y sólo medio que asentí con un movimiento de cabeza.
- Y para chupar la pija dicen que son mil veces mejores que las mujeres-. -Zás, pensé, este hijo de puta de Juan le contó lo bueno que soy mamando y ahora me va a pedir que se la chupe.
-Seamos sinceros Lucas, si estás caliente y un tipo que está bueno te pide que lo cojas, vos no lo harías?-
-Bueno, la verdad, no sé, qué se yo? Puede ser..., no sé.- Yo estaba rojo como un tomate, el tipo era casado, y con mi prima! y me estaba levantando!
-Te digo algo Lucas, y te pido que quede entre nosotros-, me dijo levantándose del sillón, parándose frente a mi y apoyando sus dos manos en mis muslos.
- Lucas, tengo curiosidad por probar qué se siente, vos no?, yo me muero de ganas de sentir una pija en el culo, te animás?, me cojés?-. No contesté.
-Si no querés no importa, todo bien- Su mano derecha fue a mi paquete y lo comenzó a acariciar.
-Dicen que tengo un culito rico, no lo querés probar?
Seguí callado, pero el ejercicio para mantener mi verga dormida empezaba a fallar.
-Mirá Lucas, si querés.., ando medio corto de guita..., peroooo, si me cogés, unos pesitos te puedo dar, si me cogés..., y nadie se va a enterar...- Sus ojos, ques estaban clavados en los míos, bajaron como avergonzados, temiendo el fracaso de la propuesta.
No lo iba a defraudar. La invitación a prostituirme aceleró mi morbo, pelé la verga semi-erecta y le dije: chupala, dale!
Ernesto pasó del deseo avergonzado a la euforia total, se abalanzó sobre mi pija, se arrodilló entre mis piernas y me la empezó a chupar desesperado. En dos minutos yo ya estaba duro como piedra.
-Vamos a coger Ernesto, dale.
-Si Luquitas, vamos a mi pieza.
-En la cama donde cogés con Ana?
-Si, Lucas, me recontra - excita.
Entramos al cuarto, Ernesto se quitó todo de la cintura para abajo y se puso en cuatro al borde de la cama. Yo sólo me bajé la ropa. Era cierto, tenía un culito hermoso, lampiño, gruesito, parado y un esfinter rosadito y bastante abierto. Probar qué se siente!, putazo!, me reí para mis adentros.
-Dámela en seco, Lucas, no quiero esperar que me dilates-. Le abrí las cachas, el esfinter rosadito le temblaba de calentura, comencé a pasarle el glande que ya rezumaba preseminal por la rayita para mojarlo un poco.
-Dale, metela!- Querés duro?, pensé, ahí la tenés. Le di un empujón y de una le clavé media verga, a mi me dolió, a él ni te cuento. Le di un segundo empujón y se la enterré hasta los huevos. Gritó de nuevo y medio entre dientes me dijo -me gusta que me duela pero, ay! Lucas, esperá un ratito.
El ratito fue corto, Ernesto comenzó a dilatar y en minutos el mete y saca era furioso, él estaba mojado completamente, su esfínter suave, blandito y tibio, y sus gemidos me ponían a mil, me puse tan loco que con cada pijazo lo levantaba de la cama. No fue largo, pero fue muy intenso, cuando se la saqué vi el charco de semen entre sus piernas, había acabado sin tocarse sobre las sábanas donde cogía con la esposa el muy putito.
Descansamos 10 minutos, en los que no paró de jugar con mi pija. A cada rato me decía, - no sabés hace cuanto te tenía ganas Lucas, desde antes de casarme con tu prima- Comenzamos a calentarnos nuevamente.
-Soy tu primer puto, Lucas?-, me preguntó. Sonreí.
-No, no sos el primero, pero sos el más puto-
-Ay, no me halagues-, me dijo con un tono de marica que me hizo sonreir nuevamente.
-Entonces por qué te hiciste rogar tanto?
-Soy reservado Ernesto, además vos sos el marido de mi prima, es más difícil aceptar.- Hizo un mohín de desdén, como diciendo "eso qué importa?"
Cuando empecé a sobarle el culito me dijo -esperá-, fue al ropero y de un cajón sacó una tanga de la mujer, se la puso y vino meneando las nalgas de nuevo a la cama. Le quedaba un poco grande pero linda. La hago corta, lo volví a coger corriéndole el hilo de la tanga y él volvió a acabar pero esta vez dentro de la tanga. No sé como hizo para arreglar el enchastre y la baranda a garcha que dejamos en la pieza!
El marido de mi prima se convirtió en mi putita por meses, meses y meses. Todas las semanas, un día distinto siempre, yo me rateaba a la secu y el salía del trabajo a la hora del almuerzo, comiámos en una pizzería de Entre Ríos (pagaba siempre él, yo no laburaba todavía) y después íbamos a un telo de la calle Independencia. Le rompí el culo de todas las maneras imaginables, es insaciable el tipo!
Una tarde trajo una botella de licor que no sé quien le había regalado. No sé qué le puso el hijo de puta, pero me agarraron unas ganas de coger imparables, no podía dejar de cogerlo, le acababa, se la sacaba y a los 5 minutos estaba desesperado por ponérsela de nuevo. Un turno de dos horas no nos alcanzó y tuvimos que llamar al conserje para que nos dé otras dos. No sé cuántos polvos le eché, recuerdo que los últimos eran apenas una escupidita de leche, me quedaron los huevos doloridos, el bajo vientre también y la punta de la pija roja como un tomate. Él acabo cuatro veces, siempre sin tocar. Cuando ya no pude más me desparramé en la cama, él a mi lado, con una cara de felicidad como nunca vi, como siempre se puso a jugar con mi pija, me la chupó hasta dejarla limpia y luego siguió besándola y acariciándola mientras conversábamos, su culito escurría leche y un poquito de sangre. Me contó que como a mi, lo de puto le venía de familia, ya de chiquito, en la siesta se escapaba de la cama y se iba al galpón del fondo a curiosear en silencio. Una vez vio a su abuelo, que con sus grandes bigotes canosos le chupaba la pija a Venancio, el peón, que luego se sacó los pantalones, mostrando sus grandes nalgas blancas, arrugadas y caídas y que Venancio peló su pija de caballo y la hizo desaparecer en la raja de su abuelo que, a él le parecía, lloraba y le pedía más. Otra vez vio a su padre cogiéndose al novio de su hermana, su tia, mientras le decía, hijo de puta, si te querés coger a mi hermana te vas a tener que dejar romper el culo, y al tio Antonio que entre gemidos le respondía, -cuña, me gusta mil veces más tu pija que la concha de tu hermana!- El tio Antonio luego, cuando él tenía 10, lo desvirgó con su lanza de carne, gorda y larga.
-Y ahora-, me dijo e hizo una pausa. - Ahora le toca el turno a Ernestito, mi hijo. Hace 15 días entré a casa antes de tiempo, todo en silencio, pero al acercarme al dormitorio de Ernestito escuché unos gemidos, su puerta estaba entreabierta, me asomé despacio, el pibe de al lado, que tiene 14 años, le estaba partiendo el culo y Ernestito entre gemidos le pedía "metémela toda, metémela toda, dame tu leche, dame tu leche". Los dejé tranquilos y me fui a tomar mate a lo de mi suegra.-
Ahora ya tengo 35, mi prima lo descubrió a Ernesto por culpa del celular (qué boludo!) y se separaron. Por suerte ya hacía más de 4 años que yo no me lo cogía. Ernestito tiene 18 y sigue los pasos del padre, pero yo no me lo cojo, es demasiado afeminado para mi gusto. Ahora que su hermanito.., bueno esa es otra historia.
Pero volvamos a mi primo Juan, mi debut, a los 11 nos desvirgamos juntos, me dolió por los dos lados, casi lloro cuando me rompió la telita, y por dos días me quedó la pija ardiendo cuando me llevé para siempre la virgindad de su culito. Pero a la semana repetimos, y seguimos repitiendo, aprendimos a chuparnos las pijas, bebimos nuestro semen, nos cogimos y nos recogimos, con la adolescencia fuimos cambiando, yo me fui haciendo más activo y Juan más pasivo, al final ya casi nunca me penetraba, sólo se masturbaba apenas un poco después que yo se la sacaba del culo y en seguida acababa, en mi boca, siempre. Ése era nuestro pacto: mi leche siempre en su culo y la suya en mi boca.
Su culito es lo más bello que me he cogido en mi vida, blanquísimo, pequeñito, sin el menor atisbo de vello, los dos pocitos más lindos que puedan existir, y un lunarcito chiquito en la parte alta de la nalga derecha. Se lo besaba, se lo mordía, se lo lamía, chupaba su esfinter hasta dejarlo más blando que las conchas que no conozco. Después de coger me gustaba quedarme dormido sobre sus redondas y perfectas nalguitas, a Juan le encantaba que yo adorara su culito. Dejamos de ser sólo primos con derechos para sentirnos más íntimos, pasamos a ser amantes, novios, pareja, lo que se les ocurra.
Pero todo acaba. Dejamos de coger a los 16, soy un boludo calentón y me comencé a coger a Albertito, un pibe reputazo de la otra cuadra, y eso Juan no me lo perdonó. Desde entonces busco culos, persigo culos, rompo culos, uno tras otro, no sé, tal vez buscando un culito tan lindo como el de Juan, que me haga sentir lo mismo que las bellas nalgas de Juan me hacían sentir, pero no se si alguna vez lo vaya a encontrar.
Hace unos meses me junté a conversar con Juan en un bar, con sus 35 años está hermosísimo, varonil, refuerte, hablamos mucho y como no podía ser de otra manera, terminamos en un telo. Lo puse boca abajo en la cama y volví a disfrutar de sus maravillosas nalgas, refregué mis mejillas contra sus cachetitos, le besé cada centímetro de nalguita, busqué su esfinter tibio y rosado y se lo lamí hasta que me dolió la lengua, entre sus temblores y gemidos. Mordí, besé, lloré sobre sus nalgas y luego lo cogí hasta quedar exhausto. En dos horas le comí el culito cuatro veces, gemimos, lloramos abrazados e hicimos las paces. Pero nada especial pasó, o tal vez sí, me pasó como a la Penélope de Serrat, su culito no era el que yo esperaba, el que yo guardaba en mi imaginación y mis deseos, ese culito que a lo largo de mi infancia y adolescencia me enseñó a ser gay. Quedamos como amigos, a veces cogemos, pero sigo buscando lo que tal vez nunca encuentre, "ese" culito que quedó en mi fantasía, y no pararé de voltear muñecos hasta encontrarlo. Será el tuyo?
0 comentarios - Ass hunter 1: bien de familia