"No te puedo creer... ¡Tremendo lo que me contás", le dije a Ezequiel, el primo de mi esposa Mariana.
"Tremendo todo. Y no termina ahí", me dijo él, y se preparó para seguir contándome.
"Yo estaba mareado de tanto placer y tanta sorpresa. Mi prima, a la que conocía desde chiquitos, había crecido, se había casado y ahora era una tremenda puta y petera de exportación. Y además me estaba pidiendo que me la coja.
Con todo eso en la cabeza, le dije que tenía que pasar al baño. Me preguntó si quería tomar algo, y aunque eran las tres de la tarde, le pedí un fernet. Nos besamos apasionadamente. Ella se fue a la cocina, todavía saboreando mi leche, y yo me fui al baño.
Me miré al espejo tratando de ordenar mis ideas. No sabía si salir corriendo y dejar todo ahí, o salir del baño, cogermela como me estaba pidiendo a gritos y convertirla en mi puta para siempre. Elegí esta última opción. Me lavé la pija, que ya estaba dura de nuevo y salí a darlo todo.
Salí del baño con la pija afuera, firme como mástil de barco pirata. Ella estaba esperándome con el fernet en la mano. Los dos vestidos, parados frente a frente. Mi pija al aire con ganas de conquistar el premio de convertir a mi prima, a tu esposa, en mi puta.
Le dije, refiriéndome a mi verga, «Mirá cómo está... Quiere más...». Ella se acercó a la mesa para apoyar el fernet, dispuesta a todo y ahí me transformé en una bestia. Le arranqué los botones de la blusita que tenía, le saqué para fuera las tetas gigantes y hermosas que tiene, y se las empecé a chupar como un desesperado.
Sin que ella pudiera reaccionar, la di vuelta, la obligué a apoyarse sobre la mesa, le bajé los pantalones, le corrí la tanguita y así, sin forro ni nada, le clavé la pija de una. Nunca me hubiese imaginado que mi prima estaría tan, pero tan mojada. Sentir su conchita húmeda me voló la cabeza y empecé a penetrarla como un animal. Ella empezó a gemir y gritar y eso aceleraba e intensificaba mis movimientos y no podía parar de pegarle en su enorme y hermoso culo.
Los dos disfrutábamos. Ella de ser violada. Yo de violarme a mi prima. Pero corté ese disfrute y lo cambié por otro. La di vuelta, la obligué a arrodillarse y entendió en seguida. Me empezó a chupar la pija de nuevo con todo. La dejé que me la chupe un rato y de vuelta la hice pararse, apoyarse en la mesa y seguí penetrándola por atrás. Repetí eso unas tres veces. Cogida, chupada, cogida, chupada... Como ella me pidió, me la estaba cogiendo toda.
Sus gemidos no paraban. Aumentaban y aumentaban hasta que sintió que llegaba el momento. Le iba a llenar la concha de leche a tu esposa. Pero un instante antes, la obligué nuevamente a arrodillarse y recibió toda mi carga en la boca. Como hizo la primera vez, disfrutó, tragó y no dejó ni una gota".
"Tremendo todo. Y no termina ahí", me dijo él, y se preparó para seguir contándome.
"Yo estaba mareado de tanto placer y tanta sorpresa. Mi prima, a la que conocía desde chiquitos, había crecido, se había casado y ahora era una tremenda puta y petera de exportación. Y además me estaba pidiendo que me la coja.
Con todo eso en la cabeza, le dije que tenía que pasar al baño. Me preguntó si quería tomar algo, y aunque eran las tres de la tarde, le pedí un fernet. Nos besamos apasionadamente. Ella se fue a la cocina, todavía saboreando mi leche, y yo me fui al baño.
Me miré al espejo tratando de ordenar mis ideas. No sabía si salir corriendo y dejar todo ahí, o salir del baño, cogermela como me estaba pidiendo a gritos y convertirla en mi puta para siempre. Elegí esta última opción. Me lavé la pija, que ya estaba dura de nuevo y salí a darlo todo.
Salí del baño con la pija afuera, firme como mástil de barco pirata. Ella estaba esperándome con el fernet en la mano. Los dos vestidos, parados frente a frente. Mi pija al aire con ganas de conquistar el premio de convertir a mi prima, a tu esposa, en mi puta.
Le dije, refiriéndome a mi verga, «Mirá cómo está... Quiere más...». Ella se acercó a la mesa para apoyar el fernet, dispuesta a todo y ahí me transformé en una bestia. Le arranqué los botones de la blusita que tenía, le saqué para fuera las tetas gigantes y hermosas que tiene, y se las empecé a chupar como un desesperado.
Sin que ella pudiera reaccionar, la di vuelta, la obligué a apoyarse sobre la mesa, le bajé los pantalones, le corrí la tanguita y así, sin forro ni nada, le clavé la pija de una. Nunca me hubiese imaginado que mi prima estaría tan, pero tan mojada. Sentir su conchita húmeda me voló la cabeza y empecé a penetrarla como un animal. Ella empezó a gemir y gritar y eso aceleraba e intensificaba mis movimientos y no podía parar de pegarle en su enorme y hermoso culo.
Los dos disfrutábamos. Ella de ser violada. Yo de violarme a mi prima. Pero corté ese disfrute y lo cambié por otro. La di vuelta, la obligué a arrodillarse y entendió en seguida. Me empezó a chupar la pija de nuevo con todo. La dejé que me la chupe un rato y de vuelta la hice pararse, apoyarse en la mesa y seguí penetrándola por atrás. Repetí eso unas tres veces. Cogida, chupada, cogida, chupada... Como ella me pidió, me la estaba cogiendo toda.
Sus gemidos no paraban. Aumentaban y aumentaban hasta que sintió que llegaba el momento. Le iba a llenar la concha de leche a tu esposa. Pero un instante antes, la obligué nuevamente a arrodillarse y recibió toda mi carga en la boca. Como hizo la primera vez, disfrutó, tragó y no dejó ni una gota".
3 comentarios - Mi esposa y su primo: la primera vez (2 de 3)