Esto fue hace un par de años, cuando yo estaba superexcitado conMarta, una buena mujer de 60 y algo, castaña, fina, secretaria de unadelegación de acá de Carapachay. Charlando con ella una tarde, le pregunté siusaba campera de cuero. Me dijo que sí y me ofreció regalármela, ya que ella sehabía comprado una nueva negra con piel. Y aunque yo tengo mi ropa de cuero, sela acepté. Le pregunté entonces dónde ir a buscarla y me dijo que me esperabaen la casa para que me la probara y llevármela, y de paso me convidaba con algopara picar. Excitado con la propuesta y con la finura de la tipa, fui bañado,perfumado y de campera de tela negra, camisa, pantalón y zapatos. Y con unaexcitación que se me salía el semen por la calle, mirá.
Y más cuando Marta me recibió en su linda casa, me acompañó alcomedor y me mostró su lindísima campera de cuero. “Es de mujer, pero te va aquedar bien, probátela mi amor”, me dijo dulce. Me saqué la mía y me la probé,excitado por el finísimo cuero negro de mujer. Me encantó y me la quedé, y lepregunté si le debía algo. “Nooo, mi amor, nada, quedate tranqui”, dijo con suvoz finita pero dulce. Y divina, Marta me convidó con sandwichitos de miga quehabía comprado, de jamón y queso, jamón y huevo y demás, con gaseosa bien fría.Comimos nomás, le agradecí la amabilidad y la onda, Marta disfrutó lossandwiches de miga conmigo y charlamos libremente, donde claro que yo aprovechépara sacarle información sobre su nueva ropa de cuero, si usaba, desde cuándo ydemás. Marta me contó todo, me contó que usa cuero, que le encanta, que algunavez usó pollera de cuero y que tiene dos pares de botas con taco, y que usa lacampera de cuero para salir con su marido a cenar los sábados. Y luego meofreció llamar al remise para que me viniera a buscar.
Y ahí me tenté. Haciéndome el boludo le dije de quedarme unratito, ella asintió y seguimos charlando. Pero yo estaba entre lossandwichitos con mayonesa, la excitación con la campera de cuero de ella y lacharla sacadísimo. Le pedí que me mostrara su nueva campera de cuero, ella noentendía mucho por qué tanta curiosidad pero no me dijo nada, amable me llevó asu cuarto y al abrir el placard, sacó la percha con la campera de cuero y me lamostró. Le pedí probármela en joda a ver si me quedaba bien, Marta asintió, mela probé, me quedaba ajustada, chica, y le pedí de última que se la pusieraella a ver cómo le quedaba. Excitado, sacado, le di rienda suelta a mis ratonessin que ella sospechara nada.
Y cuando Marta estuvo con campera de cuero, exploté. La abracé, labesé en la cara, le pedí un beso y ella me lo dio pero queriendo zafarse. Ycomo estaba sola, el marido venía después, me le fui encima, la tiré contra elplacard, Marta se cayó adentro y me le mandé, la manoseé, la toqueteé toda, leamasijé el culo, la cintura y las tetas, le pasé las manos por las piernasmientras le decía todo tipo de porquerías. Y de una, le bajé la pollera livianaque tenía, le bajé la bombacha fina, me bajé el pantalón sin calzón, saqué elpene y se lo enchufé por atrás con excitación. Marta pegó lindo alarido cuandola penetré, acostumbrada ya que tiene seis hijos. Y sacado con su ropa decuero, su finura y los de miga, eyaculé tremendo semen en su cola. Pero no mequedé ahí y tras sacar mi pene mojadito, se lo pasé por la boca. Y luego, sindejar de decirle porquerías bien sucias y manosearla y chuponearla, la obliguéa desnudarse, Marta se quitó todo, yo también, le desprendí el corpiño, leamasijé y exprimí las tetas, de la sorpresa Marta no atinó a nada, le quité subombacha y al ver su vagina al aire, con la que hizo los seis hijos, me le subíy se la enchufé por la vagina con furia hasta acabar barios chorros de espesosemen. Marta también acabó, y tras levantarnos y lavarnos, me felicitó por mipotencia, me dijo que no le iba a decir nada a nadie, me dio un beso y trasbesarle la boca, me fui con la bolsa con la campera de cuero al remise, chochode la vida. Porque una mujer fina con ropa de cuero equivale a sexo. Marta melo concedió, me dio sandwichitos, me dio la campera de cuero. Una genia.
Y más cuando Marta me recibió en su linda casa, me acompañó alcomedor y me mostró su lindísima campera de cuero. “Es de mujer, pero te va aquedar bien, probátela mi amor”, me dijo dulce. Me saqué la mía y me la probé,excitado por el finísimo cuero negro de mujer. Me encantó y me la quedé, y lepregunté si le debía algo. “Nooo, mi amor, nada, quedate tranqui”, dijo con suvoz finita pero dulce. Y divina, Marta me convidó con sandwichitos de miga quehabía comprado, de jamón y queso, jamón y huevo y demás, con gaseosa bien fría.Comimos nomás, le agradecí la amabilidad y la onda, Marta disfrutó lossandwiches de miga conmigo y charlamos libremente, donde claro que yo aprovechépara sacarle información sobre su nueva ropa de cuero, si usaba, desde cuándo ydemás. Marta me contó todo, me contó que usa cuero, que le encanta, que algunavez usó pollera de cuero y que tiene dos pares de botas con taco, y que usa lacampera de cuero para salir con su marido a cenar los sábados. Y luego meofreció llamar al remise para que me viniera a buscar.
Y ahí me tenté. Haciéndome el boludo le dije de quedarme unratito, ella asintió y seguimos charlando. Pero yo estaba entre lossandwichitos con mayonesa, la excitación con la campera de cuero de ella y lacharla sacadísimo. Le pedí que me mostrara su nueva campera de cuero, ella noentendía mucho por qué tanta curiosidad pero no me dijo nada, amable me llevó asu cuarto y al abrir el placard, sacó la percha con la campera de cuero y me lamostró. Le pedí probármela en joda a ver si me quedaba bien, Marta asintió, mela probé, me quedaba ajustada, chica, y le pedí de última que se la pusieraella a ver cómo le quedaba. Excitado, sacado, le di rienda suelta a mis ratonessin que ella sospechara nada.
Y cuando Marta estuvo con campera de cuero, exploté. La abracé, labesé en la cara, le pedí un beso y ella me lo dio pero queriendo zafarse. Ycomo estaba sola, el marido venía después, me le fui encima, la tiré contra elplacard, Marta se cayó adentro y me le mandé, la manoseé, la toqueteé toda, leamasijé el culo, la cintura y las tetas, le pasé las manos por las piernasmientras le decía todo tipo de porquerías. Y de una, le bajé la pollera livianaque tenía, le bajé la bombacha fina, me bajé el pantalón sin calzón, saqué elpene y se lo enchufé por atrás con excitación. Marta pegó lindo alarido cuandola penetré, acostumbrada ya que tiene seis hijos. Y sacado con su ropa decuero, su finura y los de miga, eyaculé tremendo semen en su cola. Pero no mequedé ahí y tras sacar mi pene mojadito, se lo pasé por la boca. Y luego, sindejar de decirle porquerías bien sucias y manosearla y chuponearla, la obliguéa desnudarse, Marta se quitó todo, yo también, le desprendí el corpiño, leamasijé y exprimí las tetas, de la sorpresa Marta no atinó a nada, le quité subombacha y al ver su vagina al aire, con la que hizo los seis hijos, me le subíy se la enchufé por la vagina con furia hasta acabar barios chorros de espesosemen. Marta también acabó, y tras levantarnos y lavarnos, me felicitó por mipotencia, me dijo que no le iba a decir nada a nadie, me dio un beso y trasbesarle la boca, me fui con la bolsa con la campera de cuero al remise, chochode la vida. Porque una mujer fina con ropa de cuero equivale a sexo. Marta melo concedió, me dio sandwichitos, me dio la campera de cuero. Una genia.
0 comentarios - Marta: campera de cuero, sandwichitos y le di tremendo