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Los Gemelos de Mama Parte 1

Hacía más de tres meses que no veía a mis hijos, mis queridos gemelos: Jamie y Jerry. En realidad era mucho más tiempo, se habían ido a la universidad: Jamie a estudiar medicina y Jerry a estudiar ingeniería. 

Desde ese entonces la casa estaba patéticamente sola. Mi marido Jonas, nos había abandonado cuando los muchachos tenían unos 12 años y yo me había quedado sola con ellos. Al principio fue un poco duro, pero la separación fue de mutuo acuerdo y Jonas nos dejó la casa y suficiente dinero para educar a los muchachos y para yo vivir decentemente el resto de mi vida.

Yo me casé muy joven y los gemelos nacieron inmediatamente, apenas había cumplido 18 y como me era muy difícil embarazarme de nuevo, decidimos no tener más hijos. Al principio todo fue muy bien y bello, pero luego vino la rutina. Jonas y yo no teníamos en realidad nada en común y cada uno vivía su vida. Yo me ocupaba de la casa y de los niños y él trabajaba… y tenía sus amoríos, cosa que yo ignoraba. 

Un día, sin embargo, se enamoró de otra mujer y decidió o nido aparte. Como dije, a mi no me importó mucho porque tenía a los niños que ocupaban toda mi vida. Separamos nuestras cosas, él me dejo casi todo y desapareció.

Yo seguí cuidando a los muchachos, la casa y mis amigas de la vecindad, por lo que pronto me volví a sentir cómoda. A veces tenía la casa llena de chicos muchachas y muchachos del colegio, a veces estaba sola, cuando ellos se iban a otras casas o de camping de verano y esas cosas.

Nunca me interesó buscar otros hombres. A ver, no es que sea fea o no tenga ninguna atracción sexual, todo lo contrario, me he mantenido delgada y en buena forma, más debido a los genes de mis padres que a mi propio esfuerzo, pero el caso es que a pesar de mis 38 años, muchos hombres voltean sus cabezas para verme (y algunas mujeres también, jajaja). Tengo el pelo rubio y largo, no tanto como antes, pero si hasta los hombros. Mis pechos se han mantenido bastante bien erguidos a pesar de la alimentación de los gemelos. Más grandes que cuando me casé, pero tampoco las cosas plásticas que se ven hoy en día, que parecen melones.

En todos estos años ha habido muchos candidatos que han tratado de tener algo conmigo, pero ninguno me interesó. Inclusive salí con algunos de ellos, más por seguirle el consejo a mis amigas y por mi misma, que quería averiguar si de verdad no me interesaban, pero al final ninguno despertó nada en mi, así que lo dejé de ese tamaño. Si el destino tenía dispuesto alguna pareja para mi, ya me lo haría saber.

Por otra parte, sexualmente tengo mi vida bajo control gracias a los consejos de mis amigas, las múltiples revistas femeninas e internet… y Tom, Bob y Joe. Tres vibradores que llenan mis necesidades cuando el calor aprieta. ¡Y no hay que cocinarles!

Sin embargo, la cosa se me puso un poco más difícil cuando se Jamie y Jerry se fueron a sus respectivas universidades. Demasiado tiempo sola. Demasiados huecos en la casa… Y cuando venía uno, ¡el otro no podía! Así pues que para mi cumpleaños… bueno, mi cumpleaños había pasado hacía un mes, pero igual, decidí invitarlos el fin de semana a la casa. Tendría que pagar dos boletos de avión ida y vuelta, pero ¡qué gusto me iba a dar!

A las 7 pm del viernes estaba en el aeropuerto esperándolos, después de haber pasado el día en la casa brincando de un lado a otro, preparándoles el cuarto donde habían dormido toda su vida, la comida que les gustaba, limpiándolo todo una y otra vez, aunque sabía que ni cuenta se darían. Pero igual, lo hacía para matar las horas.

El vuelo de Jamie llegaba a las 7:30 y el de Jerry a las 7:45 ¡sincronización casi perfecta!.

Cuando vi a Jamie se me detuvo el corazón ¡estaba tan bello! No podía creerlo. Bueno, vestía las franelas y los bluejeans de siempre, pero yo igual lo veía con los ojos del corazón.

-¡Jamieeee!- grité sin poderme contener.

-¡Mamiiii!- respondió desde lejos, mientras corría a abrazarme. Llevaba sólo un pequeño maletín de mano. No necesitaba más, venía a su casa.

Nos abrazamos y dimos vueltas como locos.

-¿Cómo estás hijo mío?-

-Muy bien, mami. Un poco cansado, pero bien. Estudiando mucho, pero bien. ¿Y tu?-

-Yo también estoy bien- respondí sin dejar de abrazarlo y besarlo -me moría de ganas de verlos-

-Y a mi también me encanta verte-

Y mientras seguíamos abrazados sentí que alguien me abrazaba por detrás y me volteé: 

-¡Jeryyyy!-

-Mamiiii-

Y de pronto me encontré en brazos de mis dos hijos ¡qué felicidad! Y entonces Jamie gritó

-¡Sanduche!- 

y Jerry le devolvió el grito al tiempo que ambos me abrazaban, uno por delante y otro por detrás apretándome mucho, como si ellos fuesen dos rebanadas de pan y yo el jamón en el medio.

-¡Noooo!- grité, pero por dentro me derretía de la emoción de tener a mis dos niños. El caso es que eso del sandwich era un juego que hacíamos cuando ellos eran niños. Al igual que ahora, ambos gritaban y me abrazaban, uno por delante y el otro por detrás y dábamos vueltas y gritábamos como poseídos.

Cuando llegaron a alrededor de los doce o trece años dejamos de jugarlo por dos razones, la primera era que ya habían crecido demasiado y al que me tocaba delante le quedaban mis senos en la cara y ya estaban empezando la adolescencia y ya sabían, o más bien sentían, lo que eran unos senos de mujer ¡y en la cara! y empezaron a pelearse por ser el que le tocaba abrazarme por delante. Mi trasero no les llamaba tanto la atención. Luego vino la adolescencia, en que se separaron de mi, claro la madre dominadora, que los obligaba a estudiar, a bañarse, a hacer las tareas. Finalmente crecieron y ya los dos se hicieron más altos que yo y no eran tan divertidas las tetas, pero en cualquier caso, no lo habíamos hecho más hasta hoy.

-¡Sanducheeee!- volvimos a gritar los tres y nos fuimos a la casa riéndonos más como chiquillos que como mamá e hijos.

En la casa les tenía preparado su comida favorita: espaguetis con salsa de carne.

-¡Siiiii!- gritaron los dos sentándose y sirviéndose porciones inmensas de espaguetis. Yo me comí una pequeña porción, mientras ellos se devoraban tres platos cada uno, bañados con… ¡coca-cola! Yo había abierto una botella de vino de la Rioja, pero ellos prefirieron los recuerdos infantiles. Yo no caí en eso y me tomé el vino… un poco demasiado, pero es que estaba tan contenta.

Cuando terminaron de comer y de ayudarme a lavar y a recoger los platos, les pregunté que querían hacer y ambos respondieron que estaban cansados, por le que les ofrecí que viéramos una película en la sala y que después se acostaran. Que mañana lo pasaríamos juntos. Ambos aceptaron.

Nos sentamos en el sofá. Bueno, ellos se sentaron, pero yo me acosté entre ellos. La cabeza en las piernas de Jamie y mis piernas sobre el regazo de Jerry.

-¿Qué quieres ver, mami?- preguntó Jerry agarrando el control remoto.

-Lo que Uds quieran hijos, mor mi me quedaría viéndolos a Uds, jajaja- dije un poco alegre por la cantidad de vino que me había tomado.

-Ok. Entonces yo escojo- dijo.

Por un rato estuvo “surfeando” por Netflix consultando con Jamie por ésta o la otra película. Yo no les prestaba mucha atención, disfrutando del placer de tenerlos allí. Del calor de las piernas de Jamie en mi cuello y cabeza y del regazo de Jerry en mis piernas. Me había quitado los zapatos y me había aflojado la ropa y me sentía de lo más relajada.

La película comenzó y pronto me di cuenta de que era una de esas cosas que le encantaban a los muchachos, con muchos tiros y mucha violencia. Sin embargo, había algo más que no estaba acostumbrada a ver en las películas que yo solía ver y era mucha desnudez. Vamos que yo he visto y de vez en cuando lo sigo haciendo, mis películas pornográficas, pero esta se suponía que no era una película porno, era una película malos y buenos, de tiros y persecuciones, pero de vez en cuando algunos de los protagonistas se desnudan ¡y de frente! y hacían el amor. Y lo hacían de forma tan natural que en algunas escenas llegué a pensar que los actores ¡lo estaban haciendo de verdad!

Lo peor era que algunos de los protagonistas están la mar de buenos, especialmente uno de los “malos” que trataba de poner mirada de malo, pero que, la verdad, no le salía muy bien. Lo que sí le salía muy bien era el estómago plano como una tabla con esos cuadritos… mmm. También una de las chicas era especialmente sexy. No es que me gusten las mujeres, pero esa chica era especialmente bella.

Cuando se acercaba el final de la película me di cuenta yo que estaba un poco excitada. Sentía como mi entrepierna estaba mojada y hacía esfuerzos para no tocarme. Pero entonces, para mi mayor sorpresa, al mover mi pierna izquierda, noté en el regazo de Jerry un bulto que antes no estaba ahí. Al principio me extrañé, pero después me di cuenta: si yo me había excitado con la película, ¡ellos también!.

De pronto me di cuenta que ¡le estaba tocando el miembro a uno de mis hijos! ¡Oh Dios mío!

Pero me dije que lo mejor era no darme por enterada y ni soñar en mover la pierna… pero el bulto seguía ahí, rozándome. Y yo no hacía sino pensar en si estaba creciendo o no. Si le estaría molestando…

Y luego pensé en Jamie. Probablemente él también estaría excitado, pero yo tenía la cabeza en su muslo izquierdo muy cerca de su cuerpo. Obviamente en esa posición no podía ver ni sentir nada. Entonces decidí estirarme, subí mis brazos a la altura de la cabeza y “descuidadamente” tropecé con su cuerpo. ¡Si! ahí también había una cosa dura. Sentí como mi vientre daba un retortijón de placer y un nuevo chorro de fluidos me inundaba las pantaletas ¡Dios mío, se me van a mojar las pantaletas y se van a dar cuenta!

-Voy un minuto al baño, hijos- dije levantándome.

-¿Quieres que pare la película?- me preguntó Jerry.

-No, no importa. Sólo si pasa algo importante-

-Ok-

Me fui al baño e hice pipí y aproveché para limpiarme un poco. Efectivamente tenía toda la cuchupina mojada. Esta noche iba a tener que hacer algo por ella, me dije. Luego me acomodé, me lavé las manos y regresé a la sala.

La película seguía y llegué justo en una escena en que la chica bonita convencía al “malo” (el que me gustaba) para que se cambiara de bando. Mientras me acostaba entre los muchachos, no pude evitar la tentación de ver cómo estaba la situación de sus herramientas y con mucho disimulo volví a rozarles. Ambos seguían “armados” y por lo que pude deducir del ligero roce, ambos iban muy bien armados. Su padre había sido un hombre bien dotado y no tenía ninguna razón de pensar que no hubiesen heredado esa buena calidad.

Luego de acomodarme y asegurarme de que mi pierna seguía en contacto con la herramienta de Jerry (lamentablemente no se me ocurrió cómo hacerlo con la de Jamie) volví a concentrarme en la película.

La chica ya se había desnudado por completo. Como es común hoy en día, estaba completamente afeitada y en la escena se veían claramente los labios de su vulva, mientras le quitaba la ropa el “malo” que se dejaba hacer, reluctante sabiendo que chica quería que traicionase a sus amigos. Finalmente ambos quedaron desnudos y ella se montó a caballo sobre él y comenzaron a hacer el amor. Se veía tan real… ¡Y entonces sentí como la polla de Jerry palpitaba… ¡volví a mojar las pantaletas!

Finalmente se acabó la película y todos decidimos irnos a dormir.

-¿Qué te pareció la película mami?- preguntó Jamie.

-Bueno… no me gustó mucho. Demasiada violencia… y un poquito de demasiado sexo-

-Jajaja- se rió Jerry -Ahora todas son así-

-Bueno, si- respondí -pero es que además, se veía tan real-

-¿Cómo que se veía tan real?- preguntó Jamie.

-Digo, que parecía como si lo estuviesen haciendo de verdad-

-¡Pero si lo estaban haciendo de verdad!-

-¿Cómo!- dije sorprendida.

-Claro mami- intervino Jerry -eso de las escenas simuladas se acabó hace años. No se veían reales. Ahora todas las escenas de amor de las películas buenas son con los actores haciéndose el amor de verdad verdad-

-Oooohhh- dije sorprendida al pensar que había estado viendo las escenas de verdad-

-Bueno. No te preocupes por eso. Son los tiempos modernos. Ademas, muchas veces nos dijiste que no había nada de malo en hacer el amor si ambas personas están de acuerdo- me dijo Jerry abrazándome para darme un beso de buenas noches.

-Tienes razón- le dije mientras que me dejaba abrazar. Sin embargo, inmediatamente me di cuenta de que había cometido un error, porque cuando me apretó, sentí su dura herramienta presionarme en el abdomen.

Estuve a punto de gemir al sentirlo, pero me contuve y me despedi:

-Buenos noches, hijo- le dije con un hilo de voz saliendo de la garganta -dios te bendiga-

Y entonces vino Jamie e hizo lo mismo… con el mismo resultado. El también tenia su miembro duro y cuando me abrazó se pegó a mi sin dudarlo. Pasaron unos instantes y luego se separo.

-Buenas noches mami- 

-Buenas noches hijo- respondí con la voz todavía más temblorosa.

Cuando llegue al cuarto, mi mente era un torbellino. Por un lado estaba completamente excitada. Mi conchita estaba mas mojada que un pez en el mar y me moría por hacer el amor, pero eran mis hijos!

Me quite la ropa, incluyendo las pantaletas empapadas, me puse la franela y el holgado pantalón de algodón que uso de pijama y me metí en la cama después de cepillarme los dientes.

Me acaricie los pechos, los pezones me dolían de lo duro que estaban, solicitando que los acariciaran, y por un momento pensé en masturbarme con uno de mis juguetes, pero nuevamente me venia a la mente la idea de que todo esto venía de estar sintiendo sus… güevos (por primera vez me refería a ellos de esa forma) ¿como iba a masturbarme?

Me desperté como a las 8 y la casa estaba en silencio. Seguramente ellos estaban todavía dormidos. Los pezones los tenia otra vez erguidos y despacio, pasé las palmas de mis manos por ellos, para tranquilizarlos. Craso error, en vez de tranquilizarse se irguieron aun más, mandando señales eróticas todo mi cuerpo. Me puse de lado y dejé que una de mis manos bajase hasta mi entrepierna. Haciéndome la loca, me toqué por encima de la pantaleta y me estremecí toda. Después de todo, quizás no fuese mala la idea de masturbarme, pensé. Allí mismo, en la mesa de noche, estaban mis tres amantes: Tom, Bob y Joe... mmm. No tenia mas que abrir la gaveta y agarrar uno... ¿cual sería el elegido? Hoy creo que estoy golosa y voy a agarrar el mas grande: Joe. A él casi no lo uso porque es realmente grande. Me lo gané en una rifa que hicimos con mis amigas en una despedida de soltera y cuando lo utilizaba me llenaba hasta el máximo, pero hoy… hoy quería llenarme así… mmm.

Afine el oido y no oí nada. Total tranquilidad, creo que puedo disfrutar de unos momentos de placer y luego estaré mas preparada para lidiar con los muchachos. 

Primero me acaricie de nuevo las tetas. Mmmm... que rico... los pezones me están matando y empecé a pellizcarlos.

Luego me incorporé y abriendo la gaveta saqué a Joe. Es de color claro, tiene la formas como de venas por todos lados y una base con la forma de unas bolas, donde se prende el motor.  

-Mmmm ¡que grande es!- pensé agarrándolo con la mano. Lo prendí para ver si tenia pilas e inmediatamente empezó a vibrar en mi mano. Era la velocidad menor. La subí un poco -Mmm si... muy bien- Lo puse en la cama, bajo la sábana, a mi lado como si no fuese a usarlo, como para "encontrarlo" de pronto... que cantidad de pendejadas hacemos las mujeres.

Me quite el pantalón y las pantaletas y las tiré al lado de la cama, ya las recogería después. La sabana me acaricio el culo y las piernas de forma agradable. 

Me estiré, cubriéndome solo con la sábana, y metiendo la mano derecha bajo mi franela, volví a jugar con mis pezones. Agarré el izquierdo con el pulgar y el índice y lo retorcí hasta que me dolió. Luego lo acaricié con la palma de la mano, para tranquilizarlo. Y entonces hice lo mismo con el otro pezón, para al final, volver a empezar. Estaba cada vez más excitada y sabia que explotaría pronto, por lo que retrasé el juego con mi conchita un poco más.

Pero ésta me llamaba y yo no  podía seguir despreciándola, así que dejé mi mano derecha encargada de mis tetas y la otra izquierda empezó a explorar mis pliegues.

Abrí un poco las piernas para facilitarle las cosas y con mis dedos busque mi clítoris. -Ohhhh…- gemí cuando me lo acaricié. Estaba muy mojado y excitado y no podía seguir tocándolo por ahora porque explotaría, así que cambié; metí dos dedos en mi vagina y me acaricie por dentro.

-Mmmm…- volví a gemi de placer.

De pronto, “recordé” a Joe y lo busqué con la mano. Aproveché la humedad de mis dedos para mojarle la cabeza y luego me lo puse entre las piernas, la cabeza en la entrada de la vagina y la base apoyada en la cama, de forma que cuando me moviera hacia adelante, se fuera metiendo solo. Ya había encendido el vibrador y apenas se sentía.

Luego me metí los dedos en la boca y me los chupé, disfrutando de mi propio sabor. Mi mano derecha seguía jugando con mis tetas y luego de retorcerme muy duro un pezón, tan duro que me hizo temblar de placer todo el cuerpo, hice girar un poco las caderas deslizándolas hacia adelante, con lo que Joe se hundió un poco dentro de mi. Mi vagina se dilató para aceptarlo y cómo me llegó a mitad de camino. 

Me quedé así y volví a juguetear con mis dedos en mi vulva y en mi clítoris. 

-MMMMM !Que delicia!-

Meditaba si me dejaba que Joe me penetrara más o si seguía acariciándome el clítoris con el dedo, cuando…

-!Buenos días mami!-

Abrí alarmada los ojos y en la puerta del cuarto estaban ¡mis dos querubines con una bandeja!

-!Dios mío! ¿Y ahora qué hago?- pensé. 

En un mili-segundo saqué mis manos de donde estaban, colocándolas a la vista sobre la cama. Al mismo tiempo que me enderezaba, sentándome en la cama... con la consecuencia que Joe se introdujo de un sopetón hasta el fondo de mi vagina, mientras seguía vibrando alegremente, ahora apoyado fuertemente contra mi cuello uterino.

-¡Mis niños. Pero qué sorpresa!- dije, mientras pensaba -realmente una gran sorpresa-

Con la mayor naturalidad que pude, estiré la sábana sobre mis piernas cubriéndome con ella hasta la cintura, mientras me ponía una almohada en la espalda. No podía moverme mucho porque Joe... bueno Joe estaba taaan adentro… y cada movimiento lo hacía encajarse más… y producirme espasmos de placer que no podía dejar traslucir.

-Te trajimos el desayuno- dijo Jamie poniéndome la bandeja en las piernas y sentándose a mi lado en la cama. Cuando lo hizo, el colchón rebotó un poco y Joe trasmitió ese movimiento dentro de mi… 

-Mmm- gemí mentalmente.

-Que alegría hijos- dije tratando de disimular.

Jerry se había acercado por el otro lado de la cama, donde había visto mis pantaletas y el pantalón de la pijama en el piso.

-Se te cayó esto, mami- dijo poniéndolos en la cama. Yo juraría que había olido la pantaleta poniéndosela en la nariz, pero no pude asegurarlo.

-Gracias hijo. Hacía mucho calor y me las quité anoche-

El no contestó nada, sentándose simplemente al otro lado de la cama. Nuevamente, Joe me presionó profundamente. Un nuevo espasmo me recorrió el cuerpo. 

-Coño. me van a hacer acabar y no voy a poder disimular…- pensé.

Entonces tomé el vaso de jugo de naranja y me lo tomé sin respirar. La acidez del jugo me permitió relajarme un poco y alejar el orgasmo.

Cuando terminé de tomar, me di cuenta que ninguno de los dos me miraba la cara sino que veían un poco más abajo. Yo estoy acostumbrada a que se me queden viendo las tetas de vez en cuando, pero había algo raro en sus miradas y decidí echar un vistazo.

Wow, el escote de la franela se había bajado mucho y ésta apenas me cubría las tetas. Estoy casi segura de que me podían ver las aureolas y los pezones que seguían completamente erguidos.

-¡Ay!- dije -estoy casi al aire-

-No te preocupes mami- dijo Jerry inmediatamente -tienes unas tetas maravillosas y nos encanta que nos las enseñes un poco-

-Oh… no sé…- dije intentando subirme un poco la franela, pero entre la bandeja y la sábana y…. Joe vibrando allá abajo, no lograba hacer nada bien.

-Estoy de acuerdo con Jerry- dijo Jamie -tienes unas tetas muy bellas y te encanta ocultarlas. Tienes que enseñarlas como ahora. ¡Y que conste! No sólo son las tetas, eres una de las milf más bellas que conozco-

-¿Una qué? ¿Una milf? ¿Qué es eso?-

-¡Ah! Jajaja, mejor dejo que te lo explique Jerry-

-Te lo digo más tarde mami- dijo Jerry -por ahora te dejamos que te desayunes en paz y nos vemos abajo después-

Sentí un gran alivio cuando oí que me iban a dejar desayunar en paz. -¡Si, pero primero iba acabar tan duro que se me iba a borrar el ombligo!- pensé. Joe seguía vibrando y volviéndome loca y no me faltaba mucho…

-Claro hijos. Gracias por el desayuno-

-¡Ah! Le dijimos a las Miller que si podían pasar por aquí un rato a bañarse en la piscina. Vienen más tarde, pero sólo se quedan hasta el mediodía, tienen trabajo- dijo Jamie desde la puerta.

-Ah… ok- respondí mientras empezaban a temblar las piernas.

Apenas se cerró la puerta, moví las caderas un poco para “desencajar” a Joe, que estaba demasiado hondo. Un poco más libre, sus vibraciones se trasmitieron más claramente hacia mi punto G.

-Oooohhhh- gemí en voz baja.

Moví la bandeja con cuidado hasta ponerla al lado de la cama y luego volví a agarrarme las tetas. Los pezones enviaron fuertes señales a mi vientre y el orgasmo empezó a formarse. 

Lo aguanté por un segundo. Lo suficiente para meterme una punta de la almohada en la boca después comenzar a tocarme el clítoris… lo que disparó el orgasmo más fuerte que he tenido en mi vida.

Las piernas me temblaban, ¡todo el cuerpo me temblaba! A través de la almohada gemía y gritaba como una loca y estuve a punto de tumbar la bandeja.

Luego que pasaron los primeros espasmos, me saqué a Joe, ¡ya no podía soportar las vibraciones! Eso me hizo explotar de nuevo… 

-¡Oooohhh!- volví a gemir, mientras me estremecía de nuevo. 

Después de bañarme, me vestí y bajé. Después de los piropos que me habían echado los muchachos, me había puesto una franela pegada que me permitía mostrar más los pechos. Igual con los pantalones, ¡que me costó un montón que me entraran, de tan pegados que eran!

Los muchachos ya estaban en la piscina y salí a saludarlos con un café en la mano.

-¡Mami… estás espectacular- me dijo Jamie.

-Wow- dijo Jerry -yo te dije que estabas bella, pero ahora… ¡estás más que bella!-

-Gracias chicos- respondí con una sonrisa, pero la verdad es que los que estaban buenísimos eran ellos. Siempre habían tenido una buena figura, su padre era también delgado, pero ahora se veía que estaban haciendo ejercicio y se le marcaban los músculos. Sobre todo los del estómago. Esos cuadritos que se le forman a los atletas y que son tan apetitosos…

Usaban unos trajes de baño pequeños, no de esos largos que usan los muchachos, sino los de los nadadores, que tienen un corte bajo y permite apreciar mejor los músculos.

También me permitió mirar sus “herramientas” otra vez. Yo sé que no debía, pero no pude evitar mirarlos y recordarlas anoche duras contra mi vientre.

A pesar de hacer tenido un orgasmo ¡dos orgasmos! poco tiempo antes, aquí estaba yo otra vez respirando agitadamente.

-Bueno hijos, voy a sentarme un rato en la computadora y después voy a descansar un rato-

-¿No vas a sentarte con nosotros y disfrutar la piscina?- me dijo Jamie levantándose y abrazándome.  Yo lo abracé de vuelta recostando mi cadera contra la de él, pero de lado, evitando su herramienta.

-Si, pero más tarde. Hace mucho sol. Y además Uds. tienen visita-

Me fui con un agradable calor en el cuerpo, pero no del sol, sino de haber estado conversando con dos bellos hombres en traje de baño en mi patio. Después pensé que eran mis hijos, pero ya el calor se había introducido en mi vientre. ¿Estaré condenada a mojar las pantaletas todo el fin de semana? Jajaja.

Recogí la cocina y después me fui al cuarto. Quité la ropa de cama que estaba todavía húmeda donde había estado acostada. ¿Cómo era posible que hubiese mojado la cama de esa manera? Yo sé que cuando tengo un buen orgasmo me sale cierta cantidad de fluidos pero ¿para mojar esa cama así? En fin, mejor las lavo y ya.

Luego de poner la ropa en la máquina de lavar oí que alguien entraba a la cocina por la puerta de atrás, eran las dos chicas Miller.

-Sra. Jones ¡Qué placer verla!- dijo la mayor, Anna, viniendo a abrazarme.

-¡Dios mío que bella estás!- le dije abrazándola.

-¡Y tú también estas bella, Leonor!- le dije a la menor, que también se había acercado a saludarme.

Anna y Leonor eran las hijas de unos vecinos que, por cierto se habían mudado hacía un tiempo, y que estudiaban en el mismo colegio que mis hijos. Anna un año mas arriba y Leonor un año menos.

Pero estando mis hijos en el penúltimo año, Anna había comenzado a venir por las tardes para ayudarse mutuamente con las tareas y a bañarse en la piscina. Un tiempo después Leonor se unió al grupo y por todo un año se estuvieron viendo casi todos los días después de clases. Luego, cuando los Miller se mudaron al otro lado de la ciudad, ya no vinieron más, pero la amistad continuó hasta que mis hijos se fueron a sus respectivas universidades y no supe más de ellas. Luego le preguntaré a los muchachos.

Intercambiamos saludos por un rato, preguntándoles por sus padres y lo que hacían y luego salieron de nuevo a juntarse con los muchachos en la piscina.

Más tarde me fui al cuarto y me senté en la computadora a leer mis correos y a trabajar en un informe que tendría que entregar la próxima semana. Al rato me sentí con sueño y decidí dormir un rato antes de bajar a la piscina. 

Antes de acostarme, me asomé por la ventana y vi a los cuatro bañándose, pero cuando me iba a voltear, algo me llamó la atención y era que ¡las chicas estaban topless!

-Dios mío- pensé -¿Qué están haciendo?- 

Me quedé mirando un rato, pero justo en ese momento se habían salido del agua y luego de secarse, cada uno se acostó en una de las tumbonas con la mayor naturalidad. Ninguna connotación especial por la desnudez de las chicas. Entonces me di cuenta que seguramente era yo la que sentía que los pechos desnudos de ellas era una cosa especial, mientras que ellos lo asumían de una forma más natural.

Me alejé de la ventana y me acosté en la cama. Tantos años enseñándole a los hijos que el cuerpo es una cosa natural y que estar desnudo o vestido es una elección personal y que no tienen que molestarse o excitarse si ven a alguien desnudo y ahora, soy yo la que me alarmo. En fin, será mejor que me duerma.

El sueño que antes parecía tan fácil, ahora me eludía y en mi cabeza me saltaban una y otra vez los bellos cuerpos de Anna y Leonor. La primera un poco más grande que yo, con tetas también grandes y unas caderas bien marcadas. Leonor parecía una adolescente todavía, probablemente tenía un año menos que Jerry y Jamie, 19, pero las tetas las tenía pequeñas y puntiagudas, como cuando todavía se están desarrollando. Tampoco tenía muchas caderas, en cambio el culo era maravillosamente respingado…

Abrí los ojos y eran ya casi la una y que las chicas se irían pronto. Tenía ganas de verlas de nuevo. Había dormido como una hora y creo que había soñado con ellas.  Así que era hora de bajar yo también a la piscina.

Me paré de la cama y me desnudé y cuando iba a sacar mi bikini, me asomé por la ventana con cuidado.

-¿Dónde está? No los veo-

Me moví al otro lado de la ventana y 

-¡OOOOHHH!- dije en voz alta. No muy duro para que no me oyeran.

Jerry estaba sentado en una de las tumbonas y arrodillada a su lado la cabeza de Leonor subía y bajaba lentamente mientras le mamaba el… 

-Le está haciendo el amor…- pensé -¡No! le está mamando el güevo- me dije utilizando las palabras que eran.

Jerry le acariciaba la cabeza y ella, subía y bajaba despacio, metiéndoselo completamente en la boca. No podía verle el güevo a Jerry porque el rubio cabello de Leonor me lo ocultaba, pero no había duda de lo que estaban haciendo.

-¿Y los otros?- 

No los veía por ningún lado, pero es que tampoco la ventana me permitía ver todo el patio, así que me cambié al baño. Desde allí pude verlos. También Jamie estaba sentado en la tumbona y Anna lo cabalgaba en posición invertida, es decir, dándole la espalda. Sujetándose con los pies en el suelo y las manos en los reposa-brazos de la tumbona, subía y bajaba su cuerpo desnudo con fuerza, disfrutando del güevo de mi hijo en su vientre.

Dejé de ver un momento y me recosté del lavamanos. ¡Estaba viendo a mis hijos cogerse… mejor dicho, a mis dos hijos siendo cogidos por sus dos compañeritas de estudio!

¿Cuanto tiempo llevaría eso? Entonces pensé en cuantas tardes de “estudio” habrán sido también tardes de sexo… 

Me asomé a la ventana y Anna se había levantado. El güevo de Jamie seguía duro y húmedo, ahora apoyado descansando en su vientre. Anna no se veía por ninguna parte. 

Entonces apareció Leonor y sonriendo, le agarró el güevo y lo apuntó hacia arriba y expertamente se acomodó sobre Jamie, colocó una rodilla a cada lado de su cuerpo y se bajó hasta encajarse el güevo completamente. Jamie se levantó un poco y se metió una de las pequeñas tetas de Leonor en la boca y empezó a chupársela.

-Ooohhh- gemí, sintiendo como mi vagina se encogía en un espasmo de deseo.

Me devolví al otro cuarto a ver por la ventana. Anna estaba acostada en otra de las tumbonas, con las piernas levantadas y muy abiertas y allí en medio, Jerry se la cogía con violencia. Subiendo y bajando las caderas, empujándole el güevo hasta el fondo. Cosa que no podía ver, pero lo que si veía era la expresión de puro placer que tenía Anna en la cara cada vez que Jerry la embestía.

Entonces sentí como una gota de humedad me bajaba por el muslo y recordé que estaba desnuda. Busqué con mi mano y pude constatar que era mía, una gota de mis fluidos vaginales que se desbordaban.

Me metí dos dedos y pude comprobar los mojada que estaba y me estremecí. Entonces, mientras seguía viendo a Jerry cogerse a Anna, comencé a masturbarme. Mis dedos volaban por mi clítoris, al tiempo que con la otra mano me acariciaba de nuevo las tetas. No tenía tiempo de buscar a ninguno de mis juguetes, iba a acabar pronto.

Entonces cerré los ojos y dejé que el placer me embargara. Sabía que no podrían oírme, pero igual amortigüé el gemido de placer que me explotaba en la garganta:

-AAAAHHHH-

Y mis piernas no me aguantaron más y tuve que sentarme en la poceta. Los espasmos de placer me recorrían el cuerpo, haciéndome estremecer muchas veces, mientras mis dedos apenas me rozaban el clítoris, muy sensible ahora para acariciármelo.

Pasaron varios minutos hasta que pude pararme y al asomarme a la ventana, vi que Anna se estaba vistiendo. Obviamente habían terminado también. Fui a la otra ventana y también Leonor y Jerry estaban listos. Jerry todavía se ponía el vestido, creo que sin pantaletas ni nada.

A menos que saliera corriendo, ya no tendría tiempo de despedirme de ellas. Así pues, seguí mirando por la ventana mientras se iban.

Luego me lavé la totora en el videt y fui al cuarto a buscar un traje de baño. No sabía qué ponerme y finalmente me decidí que después de todo lo que había pasado lo menos que podía ponerme era el bikini más chiquito que tuviese. Aunque estaba segura de que nada de lo que pudiera poner podría competir con esas dos chicas desnudas. Mientras me acomodaba el bikini, que para mis estándares era mínimo, pensaba:

-¿De verdad quiero competir con ellas? ¿Qué es realmente lo que quiero?-

La respuesta me revoloteaba en la cabeza pero no me atrevía a expresármela yo misma. Lo que quería era ¡que mis hijos me desearan más que a ellas!

Finalmente me puse un pareo que hacía juego y un sombrero. No estaría desnuda, como ellas, ¡pero estaría más elegante!

Una vez en la cocina, me preparé un Cuba-libre para tranquilizarme aún más y poder ver a mis bebés sin la imagen de sus cuerpos desnudos cogiéndose a las chicas.

-Holaaa- dije con la mejor de mis sonrisas acercándome a ellos que descansaban de lo más inocentes acostados en las tumbonas.

-¿Ya se fueron las muchachas?- pregunté aparentando que no sabía nada.

-Oh si- dijo Jerry -hace como 15 minutos-

-Ay qué lástima que no me despedí de ellas. ¿Se divirtieron?-

-Oh si- dijo Jamie -como en los viejos tiempos-

-Ajá. Lo sabía. Estos carajos han estado tirando quién sabe desde hace cuánto- pensé.

-¡Qué bueno!- dije -¿Y qué hacen ellas? ¿Estudian?-

-Anna pasó un año sin hacer nada. Sus notas no eran muy buenas y no la aceptaron en ninguna universidad. Además que no creo que su madre tenga cómo pagar una-

-¿Su madre? ¿y el papá donde anda?-

-Ese desapareció hace años. Justo después de que se mudaron. Creo que se fue con otra mujer o algo así. Ellas no saben o no quieren saber nada de él-

-¿Y entonces qué hacen? ¿No estudian?-

-Anna trabaja como mesera. Se casó y vive con su marido, pero creo que va a probar estudiar enfermería de noche-

-¿Se casó?, cough, cough- dije atragantándome con el trago.

-¿Porqué te extrañas de que se haya casado?-

-No, no me extrañé. Fue que me atraganté con el trago. Pero la verdad es que sí me extraña. Es tan joven-

-Si. Eso mismo pensamos todos. Seguramente acabarán divorciados-

-Seguro. Y si anda por ahí tirándose a los compañeros de colegio…- pensé.

-Leonor va por el mismo camino. Creo que está de vendedora en una tienda o algo así, esperando a ver si consigue un marido o alguien que la saque de aquí-

-Qué lástima de chicas… Eso es lo que pasa cuando no estudias- dije pensando que seguro que cuando estaban con mis hijos no podían estudiar porque tenían sus cuerpos llenos de… 

-Bueno. ¿Quieren que les traiga algo de beber? ¿de comer?-

-No mami. Ven y siéntate con nosotros un rato. Nosotros hemos estado tomando refrescos todo el día-

Jerry se movió una tumbona más allá para dejarme libre la que estaba en medio de los dos, donde me acosté después de quitarme el pareo.

-Wow mami. ¡Estás preciosa!- dijo Jamie.

-Más que preciosa- añadió Jerry -estás buenísima-

-Si, si. Muchos piropos. Jajaja, pero todavía no me han explicado lo de anoche- dije acostándome boca abajo en la tumbona.

-Mami, estás muy blanca ¿no quieres que te pongamos protector?-

-No me gusta mucho ponerme protector, pero supongo que será mejor. No quiero quemarme y después no poder moverme con el dolor. Tenía pensado que esta noche fuésemos a comernos un helado y después quizás a jugar bowling ¿qué les parece?-

Apenas les había dicho que podían poner el protector, los dos se habían movido para mi tumbona. Jerry del lado de mi cabeza y Jamie de mis piernas y después de embadurnarse las manos, empezaron a cubrirme de crema.

Jamie había empezado por lo pies e iba subiendo poco a poco por las piernas, mientras Jerry me cubría los hombros. Mi bikini se sujetaba con dos lazos, uno en la parte de atrás del cuello y otro en la espalda. Cuando Jerry le tocó ponerme crema en el cuello, sin dudar un momento, me aflojó el nudo del bikini, con lo que me pudo poner crema sin problemas. 

Jamie iba subiendo por mis muslos y yo estaba comenzando a ponerme nerviosa. Sus movimientos eran increíblemente suaves y me gustaban mucho… demasiado. Sus dedos se deslizaban por mis muslos y a veces se metían por las caras internas de éstos… increíblemente excitante.

Jerry ya había cubierto mis hombros y bajaba por mi espalda con lo que el otro nudo del bikini quedaba en el camino. Cuando lo tomó en sus manos y empezó a deshacerlo lo detuve:

-¿Pero qué haces Jerry?- dije irguiéndome un poco.

-Te quito el nudo del bikini para echarte protector- dijo con cara de no entender.

-Pero vas a dejarme… al aire-

-¿Al aire?-

-Con los pechos desnudos- le dije.

-A ver. Tres cosas: la primera. No te estoy dejando los pechos desnudos, sólo estoy desanudando el bikini, si quieres quitártelo o no, es cosa tuya. La número dos es que ya te dijimos que adoramos tus pechos y nos parecería increíble poder verlos desnudos. Y la tercera es que te recuerdo que por muchos años nos has dicho que desnudez no es buena ni mala, que cada quien puede desnudarse o no, si le provoca y nadie tiene porqué meterse con él por ese motivo. En otras palabras, podemos estar desnudos o vestidos y no por eso somos distintos-

Quedé absolutamente desarmada con esa argumentación y me puse otra vez boca abajo. Jerry deshizo el nudo del bikini, hizo a un lado las tiras y comenzó a ponerme crema por toda la espalda.

Jamie había llegado hasta el extremo de mis piernas y sus manos me habían acariciado deliciosamente. Inclusive por entre las pierna, donde me había puesto crema en las caras internas de los muslos, ligeramente rozando con sus dedos mi vulva.

Luego me dijo:

-Este traje de baño es muy grande, mami. ¿Quieres que te ayude a “modernizarte”?-

-No estoy segura de qué quieres hacer- le dije.

-Es muy fácil- respondió -sólo tienes que mostrar un poco más de culito-

Con la misma me agarró los lados de la parte de abajo del bikini y los haló hacia arriba, más hacia las caderas. Con eso, el bikini dejó más piel libre a los lados, pero me apretó más contra mi entrepierna. Pero entonces agarró también el borde inferior del bikini a la altura de las nalgas y las jaló hacia arriba también, haciendo que el bikini se me metiera entre las nalgas como un tanga, al tiempo que dejaba al aire mis dos nalgas.

-Uuuyyy- dije al sentir el bikini separarme las nalgas y dejar éstas libres.

-Muy bien- dijo Jamie riendo -ahora te ves como una chica moderna con tanga-

-No sé- le dije -es medio incómodo-

-No te preocupes. Pronto te acostumbrarás. ¿No tienes pantaletas tipo tanga? Es lo mismo-

-Claro que tengo- le dije -pero éstas tienen sólo una tirita que se te mete entre las… las nalgas. Este bikini es mucho más ancho-

-Mejor así- me respondió -como es más ancho se empuja las nalgas hacia afuera y se te ven más sexy. Jajajaja. Pero ahora hay que echarte crema para que no se te vaya a quemar este culito precioso-

Volteé la cara para que no me viera cómo me sonrojaba. Además de la sonrisa que me afloró en los labios al sentir sus manos acariciándome las nalgas… -mmm… qué ricooo…-

Ya Jerry había terminado mi espalda, no sin antes echarme crema bien abajo. Tan abajo que las puntas de sus dedos se habían introducido bajo la cintura de la parte de abajo del bikini llegando casi al raya entre mis nalgas.

-Bueno. Ya es suficiente, niñitos. Déjenme que coja un poco de sol tranquila-

-Claro, mami- respondieron ambos regresando a sus sillas y colocándose boca arriba. 

-¿Había un bulto en sus trajes de baño que no había visto antes? Mmmm, demasiada imaginación- pensé tratando de tranquilizarme.

Luego de unos 15 minutos, el calor y el sol ya me estaban pesando y decidí meterme al agua. Miré a los lados y mis bebés estaban leyendo, así que les dije:

-No vayan a mirar, que me voy a meter al agua-

-¿Qué no quieres que miremos, mami?- Dijeron ambos poniendo cara de bobos.

-Si. Yo sé que crié a un par de bobos. No se las hagan y cierren los ojos mientras yo me meto en el agua-

Ambos cerraron los ojos o por lo menos disimularon que lo hacían, entrecerrándolos, pero por si acaso, yo me tapé las tetas con las manos y me metí a la piscina de un salto. 

-Ya pueden volver a abrir los ojos- les dije desde el agua, que me llegaba al cuello y me tapaba las tetas.

-Seguimos sin entender- dijo Jerry.

-No importa- respondí comenzando a nadar de un extremo al otro de la piscina. Uno de los pocos ejercicios que hacía y que me ayudaba a mantener mi cuerpo en forma.

Cuando me cansé, me quedé en el medio de la piscina descansando, cuando dos “bombas” cayeron al agua a mi lado, salpicándome el pelo que había tratado de no mojarme.

-¿Pero queee…?-

Como cuando tenían 12 años, mis dos bebés se habían lanzado al agua con las piernas encogidas, levantando enormes chorros de agua.

-Jajajajaja- se rieron de mi cuando salieron a respirar.

-Pero uds. ya no son unos niños- les grité haciéndome la que estaba brava -ya no tienen 12 años-

-Claro que si, mami- respondieron girando a mi alrededor -es más. Ahora vamos a jugar-

-Marco Polo- gritó Jamie.

Ese era un juego muy bobo que solíamos jugar en la piscina. Uno (usualmente yo) se tapa los ojos y los otros giran alrededor. El de los ojos tapados grita “Marco” y uno o varios de los otros responde “Polo” y el que busca se guía por el sonido de la voz para atraparlo.

Inmediatamente cerré los ojos y grité: -Marco-

 -Polo- respondió una voz a mi lado. Me giré y moví los brazos hacia ese lado, pero no había nada.

-Marco-

-Polo- Otra vez busqué y nada.

Me moví hacia la parte llana de la piscina y seguí llamando: -Marco-

-Polo- pero no encontraba nada. Para mayor confusión, la voz la oía ahora tan iguales que no podía saber cual era cual. Y eso que se hacían cada vez más audaces.

-Marco- decía yo otra vez y un -Polo- susurrado casi en mi oído me hacía volverme rápidamente… para no encontrar nada o solamente rozar una espalda o un brazo.

Ya estábamos en la parte llana de la piscina, el agua apenas me llegaba a la parte de arriba de los muslos, de forma que no les era fácil ocultarse bajo el agua y yo seguía sin encontrarlos.

De pronto un doble abrazo y ambos me gritaron:

-Sanducheeee- y nos revolcamos en el agua abrazados los tres riendo como locos -Jajajajaja- 

Luego de unos segundos, nos levantamos a respirar y nos separamos quitándonos los pelos de la cara. Entonces fui consciente no sólo de que estaba con las tetas al aire, sino que un segundo antes me abrazaban los dos, uno de los cuales había sentido mis pezones contra su pecho.

Me hice la loca y simplemente seguí nadando, moviéndome un poco hacia lo hondo, donde mis pechos volvían a estar cubiertos por el agua. O por lo menos un poco más cubiertos.

-No solo no nos pudiste encontrar, mami- dijo Jerry -sino que estoy segura de que no sabías cual era cual-

-¿Cómo que no sabía? ¡Claro que lo sé- respondí.

-Vamos a hacer dos pruebas. La primera de sonido y la segunda de tacto- dijo Jamie.

-Pero no te va a ser fácil. En la de sonido tendrás tres intentos. Cerrarás los ojos y nos pondremos cada uno a un lado y diremos las mismas palabras y tu dirás quién está de qué lado- dijo Jerry.

-Después haremos una de tacto. Pero no será la cara. Podrás tocarnos todo menos la cara y tendrás que adivinar quién es quién-

-Muy bien- les dije aceptando el reto.

-Cierra los ojos y prométenos que no vas a abrirlos-

-¿Cómo Uds. hace rato antes de meterme en la piscina?-

-Jajaja. Tu sabías que no íbamos a perdernos de verte las tetas, jajaja. Pero ahora si. Con los ojos bien cerrados, mami-

-Muy bien- respondí mientras los oía moverse de un lado a otro o quizás haciendo que se movían.

-Mami. Eres la más linda de todas- dijo una voz a mi derecha.

-Mami. Eres la más linda de todas- dijo una voz a mi izquierda.

Por un momento dudé, pero dejé que mi instinto me guiara y dije:

-Jamie a mi izquierda y Jerry a mi derecha-

Los oí moverse de nuevo:

-Tienes una cara linda y un cuerpo perfecto- dijo la voz a mi derecha.

-Tienes una cara linda y un cuerpo perfecto- dijo la voz a mi izquierda.

Esta vez tuve dudas, pero creo que no se habían cambiado.

-Otra vez Jamie a mi izquierda y Jerry a mi derecha-

Volvió a sonar el agua de la piscina como si se cambiaran de puesto mientras murmuraban y volvieron la voces:

-Me gustaría besarte en la boca y acariciarte toda- a mi derecha.

-Me gustaría besarte en la boca y acariciarte toda- a mi izquierda.

La verdad es que no pude distinguir nada. Oirles decir que me querían besar y acariciar me distrajo demasiado. Me quedé muda, con el cuerpo temblando.

-No sé quién dijo qué eso, pero mejor dejamos así- respondí finalmente abriendo los ojos.

-¡Pero mami…!- protestaron, mientras me salía de la piscina muy turbada.

Llegué a la tumbona, me sequé el cuerpo y me acosté boca arriba. Tomé el protector solar y empecé a ponérmelo, especialmente en los pechos, antes que empezaran a ofrecerse voluntarios. No fuese que me fuese a dejar…

Ellos vinieron también y se sentaron a cada lado. 

-No quisiste terminar el juego- dijo Jerry.

-No me pareció prudente- respondí.

-Pero no…- trató de decir Jamie.

-Y no quiero seguir hablando de eso- les dije.

-Uhh…. ok- respondieron.

Al poco rato se me pasó la incomodidad y decidí que quería hacer las paces, pero sin discutir el tema, así que me fui por el lado de la comida.

1 comentarios - Los Gemelos de Mama Parte 1

jorvac164 +1
Un poco largo,pero si es necesario para poner en clima por lo que seguirá,bien hecho.Comento y empiezo la 2da parte.Van 10 y saludos !!!