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No tengo códigos

Con Tamara trabajamos juntos hace un tiempo ya, en un momento la había invitado a salir pero ella me rechazó ya que tenía novio. Ella es muy atractiva, de tez bastante clara, ojos marrones, pelo ondulado hasta el hombro, piernas bastante torneadas, acompañadas de una cola más o menos grande, redonda, y un par de pechos de buen tamaño que todo hombre quisiera tocar. Dichoso su novio, es una mujer increíble, muy interesante y simpática a la vez. Una vez llegó al trabajo con su novio, Juan, quien me pareció de buena madera, tanto que con el tiempo nos fuimos haciendo amigos. Solíamos ir a beber cervezas, mirar fútbol, reunirnos en su casa con Tamara también y la pasábamos muy bien. Con ella, a la vez, empezó a ser más fluida la conversación, hasta me llegaba a hablar de los problemas con Juan, de los cuales no quería opinar ya que me sentía en el medio de la pareja y prefería mantenerme al márgen.
Por un mes vino una chica haciendo una pasantía, se llamaba Pamela, bastante linda, pelo rubio oscuro, ojos azules, de contextura pequeña, una cola muy linda y parada. No me demoré en invitarla a salir y ella aceptó. Fuimos a un restaurante cerca de mí casa, comimos rico, nos reímos mucho y al final, terminamos yendo a mí casa en donde seguimos bebiendo un poco más hasta que comenzó la sesión de besos. Ella estaba con un pantalón negro bastante fino que dejaba percibir una tanga que se perdía entre sus nalgas, una camisa blanca entallada y unos tacos pequeños. Lentamente le fui desabrochando y sacando su camisa, quedando con un sostén rojo con transparencia que dejaba ver sus pezones, no me demoré en masajear sus pechos mientras ella acercaba su mano hacia mí bulto. En pocos minutos estaba sumergido en sus senos, tocándolos, lamiéndolos, ella había logrado quitarme la el pantalón y la remera ya. Viendo la desigualdad, me apresuré a sacarle su pantalón y pude observar que llevaba una tanga roja que hacía juego con su sostén. Inmediatamente me bajo el bóxer y le quito la tanga para penetrar su jugosa vagina. Sobre mí cama nos abrazamos y comencé a bombear con mucha energía, el pene entraba completo y salía hasta la base del glande una y otra vez. Le propuse que se colocara de costado y yo abrazado por atrás, continuaba penetrándola con fuerza, en un momento le retiré el pene y se lo coloqué en la puerta de su ano pero ella se dio cuenta de mis intenciones y se volvió a introducir el pene en la vagina y me pidió que termine allí, yo obedecí y le llené de semen su vagina. Nos quedamos un buen rato pegados hasta que me dijo que se tenía que ir, que ya era muy tarde y que nos veíamos al día siguiente en el trabajo. No pasó más nada durante ese mes, pero las miradas cómplices y los roces nosotros eran bastante alevosos y al parecer Tamara los había percibido, pero no dijo nada.
Un día, estábamos los tres, ella, Juan y yo reunidos en su casa jugando a las cartas y bebiendo como siempre, cuando Juan nos despidió para irse a dormir, ya que había tomado demasiado y tenía mucho sueño. Quedamos ella y yo jugando y conversando. En un momento yo le iba ganando por amplio margen y ella comenzó a decir que estaba haciendo trampa, por eso se sentó al lado mío para ver mis cartas, las cuáles le mostré para que se quedara tranquila, pero se quedó a mí lado. De repente, soltó las cartas y empezó a preguntar sobre Pamela, si era mí novia y esas cosas, yo negué que estaba con ella pero Tamara se puso insistente y le conté un poco lo que pasó. Ella estaba bastante ebria al parecer, hacía mucho contacto físico con las manos, yo le correspondía, yo también estaba bastante borracho, hasta le conté detalles de la noche con Pamela (incluso lo del sexo anal). Poco a poco fuimos acercándonos en silencio hasta que nos besamos lentamente, luego nuestras lenguas se entreveraron y las manos empezaron a descontrolarse. Ella tenía un vestido gris muy ajustado y medias negras, estaba descalza, de entre casa, de a poco fui masajeando sus hermosas tetas mientras mí boca no se separaba de la suya, proseguí con ir acariciando sus piernas y levantar su vestido un poco. Tamara me desabrochó y bajó el pantalón mientras frotaba mí pene sobre el bóxer, yo logré quitarle el vestido y pude apreciar el tamaño de sus pechos que se lucían en el escote que proponía su sostén negro que poco le duró puesto ya que me apresuré a quitárselo. Eran hermosos esos pechos, bastante blancos, se notaban algunas venas, pezones bien rosados a los que no resistí en pasarles la lengua de inmediato, mientras notaba que no lograba cubrir las tetas con mis manos, le saqué las medias y quedó solo con la bombacha. Tamara se para, me quita el bóxer, la remera, se quita su bombacha y se pone en cuatro para que la penetre sin preámbulos. Yo estaba algo desconcertado, mí pene no estaba erecto del todo, pero lo agarré fuerte logrando que entre la cabeza y un poco del tronco, pero se doblaba y no entraba más. Ella se da cuenta, se da vuelta sacándose la parte del pene que había entrado, se sienta en el sofá agarrando la base de mí verga y comienza a chuparla con mucha habilidad, se la traga por completo, juega con su lengua acariciando todo el glande, se la saca de su boca y se la vuelve a meter hasta que el pene quedó completamente tieso y se volvió a poner en cuatro diciéndome que se la meta ya. Obedecí de inmediato penetrándola hasta el fondo, comenzó a gemir suavemente mientras yo tomaba ritmo, era algo hermoso estar adentro de esa mujer, la agarraba de la cintura y la acercaba hacia mí en cada embestida donde los testículos chocaban con su clítoris. Sus gemidos se hacían intensos, no le preocupaba despertar a su novio, yo estaba muy caliente, por eso decidí sacársela, darla vuelta y comenzar a chuparle la vagina, que estaba bastante húmeda. Estaba rasurada y se podía saborear a la perfección todo el flujo que despedía su rosada concha mientras ella se movía guiándome hacia su punto de mayor placer mientras seguía gimiendo. Una vez que me calmé, se volvió a poner en cuatro y continué cogiéndola. En un momento comenzó a levantar su cola hacia arriba permitiendo que ver su ano, que no tardé en rozar con mí dedo. Ella no puso ninguna resistencia, por lo cuál empecé a hundirle el dedo cada vez más profundo, mientras seguía penetrándola. Llegaba el momento en que la estaba cogiendo por la vagina con el pene y el ano con mí dedo, que entraba y salía. Tamara, entre gemidos me dice "yo si me dejo por la cola", me detengo inmediatamente y le pongo el pene en la puerta del ano. Ella me dice "dale" y yo comencé a penetrar con firmeza, dejándosela en el fondo del culo. Hace un gesto de dolor, yo me detengo, la levanto y no tardo en agarrarle las tetas mientras me muevo lentamente comenzando el bombeo. Muy pronto empiezo a acelerar la embestida agarrando nuevamente el ritmo. Estaba apretado el ano, se sentía mucho, pero no dejaba de moverme, ella comenzaba a gemir otra vez, se hacía para atrás para que le entre más la verga, cada vez con más fuerza, hasta que sentí que me venía. Empecé a subir más y más el ritmo hasta que le deposité mí carga de semen en su interior. Nos quedamos abrazados un rato y cuando perdí tamaño, se la saqué. Tamara agarró su ropa casi en silencio, me despidió y se fue a acostar con Juan. Yo me vestí me fui a mí casa agotado.
Al día siguiente, todo el tiempo cruzábamos miradas en el trabajo, un par de veces cogimos en el baño o a veces antes de volver a su casa, pasaba por la mía donde la rellenaba de leche por todos los agujeros. No tengo códigos..
No tengo códigos
tetas

4 comentarios - No tengo códigos

gust7387
Pero con tremendo hembron era dificil contener
achito1981
Con tremenda mujer no hay código que aguante
rom123lopz
ya te hace acabar cuando te dice yo si me dejó por la cola
2013gallego
Amigazo... eso no es cuestion de còdigos... ella quiso.... VAMOS.