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Le fui infiel a mi novio y lo gocé

Hola, mi nombre es Lorena y la historia que estoy a punto de relatarles es completamente real,

Antes de conocer a mi actual pareja, había tenido solamente un novio en la época del secundario y luego por motivos diversos terminé con él. Ingresé con 21 años a la universidad y ahí fue que conocí a Luciano, nos hicimos novios después de casi dos años de conocernos. En el plano sentimental las cosas siempre han sido maravillosas, me trata como princesa y es muy lindo conmigo; en el plano sexual, las cosas siempre han funcionado de manera normal, confieso que me siento satisfecha pero las cosas tampoco son de otro mundo.

Yo tengo 27 años, soy una chica de estatura alta, alrededor de 1.68 cm, soy dueña junto con una amiga de un gym en lujan y actualmente entreno mucho para despejarme de mis estudios y entraría en lo que el común denominador llamaría una chica de complexión delgada, mi pelo es largo negro y lacio, muy bonito ; soy morena clara y, según mi entorno, una chica muy bonita y de alta atracción para cualquier hombre, mis amigos me hacen muchos chistes e indirectas relacionadas con mi cola sin embargo mi mayor atributo son mis tetas, la verdad que siempre ha sido incómodo para mí ser una talla de brassier tan grande sobre todo por las miradas lascivas y el tormento de encontrar blusas y tops para disimularlas, cuando quiero presumir, me basta con unos buenos leggings o una minifalda, no es en exceso grande pero sí llamativo; y, por último, mis piernas son muy largas, algo flaquitas pero muy estéticas, femeninas y sensuales, y que trato en la mayoría de los días de lucir con medias o minishorts que las estilicen lo máximo posible.


Le fui infiel a mi novio y lo gocé

Le fui infiel a mi novio y lo gocé

Le fui infiel a mi novio y lo gocé

Le fui infiel a mi novio y lo gocé

Le fui infiel a mi novio y lo gocé


Un finde semana con mi novio en casa terminamos de ver una serie y de hacer el amor con muchos besos de lengua calientes y una vez en la cama abarzados me comento que x motivo de trabajo tenia que irse a santa fe con el padre.

Luego de pasar unos dias en su viaje empece a extrañarlo bastante sobre todo x las mañanas y las noches ya que son mis horas favoritas para el sexo.

Cuatro y media de la tarde. Como siempre salgo del trabajo y me preparo para ir a la facultad. Pero… ¡estoy caliente! Me siento ansiosa, excitada. Tengo ganas de coger. Quiero que me garchen. Lo necesito con desesperación. Y ya saben que cuándo me pongo así no hay nada que me detenga, soy capaz de agarrar al primero que se me cruce y de cogérmelo hasta dejarlo sin una sola gota de leche.

No crean que siempre soy así, pero cuándo la calentura arrecia me transformo en una loba hambrienta de sexo, en una depredadora siempre al acecho de su próxima víctima. Pero esto no es repentino. Ya me levanté así. Si en la oficina hasta tuve que ir un par de veces al baño para tocarme. Entonces decido no asistir a clases. Quiero pija y voy a conseguirla.

Esperando lo que pueda surgir, me siento a la mesa de un bar, en la vereda, y pido un café, atenta a cualquiera que pase, esperando encontrar entre todos esos transeúntes a alguien tan vicioso como yo.

No tengo suerte, parece que todos están inmersos en sus propias ocupaciones. Miro la hora. Son las cinco y cuarto, todavía hago a tiempo de llegar a la Facultad, mis ganas tendrán que esperar para alguna otra ocasión. Entonces me doy cuenta que me olvidé la carpeta en el trabajo. Pago el café que apenas toqué y vuelvo a la compañía. Todavía debe haber alguien imagino, aunque más no sea el personal de limpieza.

Al llegar golpeo el vidrio, nadie responde, insisto una vez más, entonces veo que alguien se acerca por uno de los pasillos. Se trata de Diego, el policía, que cumple adicionales como seguridad.

- ¿Qué pasó preciosa, te quedaste con ganas de seguir trabajando o solo es que me extrañabas y por eso volviste?- me pregunto al abrirme la puerta con ese tono jovial tan suyo.

- No seas tonto, me olvide una carpeta, ¿puedo pasar a buscarla?- le pregunte sabiendo que después de hora debía contar con su autorización para acceder a la oficina.

- Por supuesto que podés, ¿acaso pensás que voy a perderme esta oportunidad de tenerte para mí solo?- siguió bromeando, pero ¿acaso estaba bromeando?

Abrió la puerta para que pudiera entrar y luego la cerró tras nuestro. Al pasar delante suyo pude percibir su mirada recorriéndome de arriba abajo, esa sensación, la de sentirme observada tan lascivamente me electrizó.

Acá está - exclamé al llegar, agarrando mi oportunamente olvidada carpeta.

- Listo, ya tenés lo que buscabas, ahora solo falto yo - me dijo, mirándome con unos ojos que me desnudaban.

Para que se hagan una idea, Diego, el policía, es un tipo grandote, un ropero prácticamente, morocho, de pelo bien corto,cuerpo de patovica brazos muy venosos de esteroides y mucha prote y gym tiene tres hijos, claro que eso no es impedimento para que me haga esa clase de proposiciones que ya me harían ustedes de tenerme enfrente.


Le fui infiel a mi novio y lo gocé

- Así que ya te vas- repuso resignado.

- Tengo que ir a la Facultad - le recuerdo mostrándole la carpeta.

- Aunque quizás hoy podría faltar- le digo, mirándolo con picardía.

- Si te quedas te prometo que no te vas a arrepentir- me dice, con los ojos iluminados ante esa invaluable oportunidad que se le presentaba.


- Pero me tenés que prometer algo - le advertí entonces – De esto ni una palabra a nadie

- Soy un caballero Lore, jamás habló de las minas que me volteo - me asegura

No sabía si confiar o no en él, pero la calentura era tanta que mi concha estaba hirviendo. Dejé mis cosas, la carpeta incluida, sobre uno de los escritorios y me le acerqué. Tenía que ponerme de puntas de pie para alcanzarlo y encima él tenía que agacharse, pero resolvió apropiadamente la situación al enlazar un brazo en mi cintura y levantarme como si no pesara nada. Así, conmigo flotando en el aire, nos besamos en una forma por demás jugosa y efusiva, mientras que con su otra mano me acariciaba la colita. Cuándo me soltó seguí de largo, dejándome caer en el suelo, de rodillas, viéndome de frente con su ya abultada entrepierna. Llevé mis manos hacia aquel subyugante paquete y comencé a tocárselo por sobre el pantalón, palpando esa enloquecedora dureza que ya se preparaba para satisfacerme en esa forma que tanto me urgía.

Le desabroché entonces el pantalón, le bajé el cierre de la bragueta y metiendo los dedos adentro extraje ese trozo caliente que ya afuera se alzó tan temible e impactante. El policía, tenía una verga acorde a sus características físicas, ¡enorme!, un terrible pedazo gordo repleto de venas casi color azul explotandole increible y suculento que palpitaba con la misma intensidad con que palpitaba mi clítoris.

Todo mi cuerpo temblaba de excitación, y el único modo de calmarlo era suministrándole una sobredosis de verga. Así que agarrándosela con las dos manos me puse a chupársela con intenso frenesí, deslizando mis labios en torno a ese brutal volumen que crecía y se humedecía sin control alguno. De tanto chupar entre mi saliva y sus propios fluidos pre seminales se formaba una rica espumita que yo me dedicaba a saborear con suma delectación, sin soltar en ningún momento ese excelso trozo que se clavaba una y otra vez hasta en lo más profundo de mi garganta. Cuándo ya empezó a dolerme la quijada de tanto comérmela, se la solté y me levanté, desvistiéndome ahí mismo, entre los escritorios de atención al público. Él empezó a hacer lo mismo, pero lo detuve enseguida.

- No… no te saques la ropa, quiero que me cojas así, con el uniforme puesto- le dije, con la respiración agitada de tan caliente que estaba.

Terminé de desvestirme y ya desnuda me recosté sobre el escritorio que tenía más a mano, el de Carolina, una compañera, y abriéndome de piernas deje que él se ubicara entre ellas. Antes que nada me chupó bien la conchita, emprendiéndola a lengüetazos, chupando, lamiendo y sorbiendo mi clítoris en una forma que me lo inflamaba hasta dos o tres veces su tamaño normal. Desesperada lo agarraba de los pelos y lo atraía aún más hacia mí, hundiendo su cara en mi concha, ahogándolo con mis espesos fluidos, pidiéndole que me comiera más y más, entregándome por completo a esa boca que me aniquilaba sin compasión alguna. Entonces se levantó, la cara empapada en mis jugos vaginales, y apoyándome la punta de su verga entre los labios íntimos, me la clavó de un solo y brutal envión. ¡Como grité al sentirla! Cuándo se desea tanto algo, resulta saludable expresarlo apropiadamente al conseguirlo. Y yo había deseado tanto tener una verga bien clavada en la concha, que ahí la tenía, y por eso gritaba, de agradecimiento, de satisfacción, complacida a más no poder por ese magnánimo volumen cuyo furioso palpitar retumbaba hasta en los más recónditos rincones de mi cuerpo. Se quedó un rato ahí, encastrado en toda su extensión, disfrutando de la aterciopelada suavidad de mi almeja y de a poco empezó a moverse, más fluidamente cada vez, entrando y saliendo, deslizándose en toda su magnitud.

- ¡Ya vas a ver mamita, yo se muy bien cómo atender a las putitas como vos!- me decía entre los ensartes que me clavaba, rebalsándome la concha con su carne, surtiéndome en una forma por demás deliciosa y complaciente.

Yo suspiraba y me abría toda para él, le pedía más, más y más, me dejaba coger profundamente, disfrutando en demasía cada pedazo de tan portentosa verga. Sin dejar de metérmela, el policía me acaricia las tetas, aunque acariciar no es la palabra correcta, en realidad me las aprieta, me las pellizca, me retuerce los pezones, eso me encanta, no quiero que me trate con dulzura, no espero delicadeza de su parte, quiero que me coja brutalmente, que me garche sin piedad, que me rompa, que me destruya, que me castigue.

Acaricio su uniforme, recorro con los dedos la insignia, el símbolo de la policía federal, las estrellas, la placa con su nombre, todo me resulta tan estimulante. Me aferro de sus brazos y él me levanta, pegándome a su cuerpo, entrelazando mis piernas alrededor de su cintura.

- ¡Más… más… dame más…!- le pido, le reclamo, enferma de gozo y placer, moviéndome con él.

Y él me complace, rebotando contra mi cuerpo con cada embestida, hasta que el polvo surge imprevisto aunque delicioso y complaciente. Entre plácidos suspiros me dejo llenar hasta lo más íntimo y profundo, disfrutando tan agradable disolución, buscando sus labios para besarlo con el entusiasmo lógico del momento.

Acomodándome entre sus piernas empiezo por lengüetearle las bolas, lamiendo los restos de esperma que le impregnan la piel, de ahí subo despacio, saboreando todo ese tronco nervudo que de a poco empieza a recuperar el fulgor perdido. Antes de que se le pare del todo me la meto en la boca y empiezo a succionarla, para sentir como se endurece en mi boca, degustando al mismo tiempo tanto su sabor como el mío mezclados en uno solo. No tuve que esforzarme demasiado para ponérsela al palo nuevamente, ya que enseguida se levantó en esa forma que tanto me incitaba, destilando vigor y virilidad por cada vena.

Aunque la tiene gorda me entra por completo, llenándome con ese imponente volumen que parece haber sido concebido para mi exclusivo disfrute. Siento como se me desgarra el orto cuándo empieza a moverse, fluyendo violentamente a través de mi cuerpo, parece que en cualquier momento va a salirme por el otro lado, que va a destriparme con tales acometidas, y eso me gusta, sentir que estoy al borde del destrozo. De nuevo el polvo llega en el mejor momento, intenso, explosivo, caudaloso, anegando mis cavidades más íntimas con su efusividad. Resulta agradable sentirse llena por ambos lados, rebalsada de esperma, tengo los agujeros llenos, nada puede ser más gratificante.

-¡Que pedazo de puta resultaste morochaaaa!- me dijo, sin sacármela todavía.

-¡Sos una putita tremenda!- me dijo

Descansamos un rato y volvimos a empezar. Esta vez lo hicimos en el suelo, ensayando las más variadas posiciones. Primero él arriba, bien macho y dominante, aplastándome con su enorme cuerpo,
y brazos llenos de venas de gym luego yo arriba, jineteándolo con enloquecido frenesí, también de costado, en cuatro, los polvos arreciaban uno detrás de otro, inconfundible el siguiente con el anterior, todos intensos y explosivos, agobiantes, impactantes, demoledores…

Ya eran cerca de las nueve de la noche cuando salí de la compañía. Había estado más de tres horas garchando con Diego, el policía. Y les aseguro que cada minuto valió la pena.

A la mañana siguiente me levanto y me saco 2 fotos de lo feliz y satisfecha que estaba


Le fui infiel a mi novio y lo gocé

Le fui infiel a mi novio y lo gocé

Y les puedo asegurar que ya no extraño a mi novio, y ojala que no vuelva por mucho tiempo porque la historia con el policía recién empieza..


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16 comentarios - Le fui infiel a mi novio y lo gocé

jmb_78 +1
que buen relato..me recalento.. x favor q lomazo tenes..
en otro post. pone fotos cogiendo con el poli
te dejo + 10
calentony
Estas terrible bebe la cintura que tenes por favor
Shipon
Pero que hermosa putita por diooos... Me encendiste cómo loco con ese relato.. gracias hermosa, me encantaría ver más de vos
veteranodel60
Muy bueno el relato, y vos sos una hembra con todas las letras ,la próxima vez que te quedes sola avísame que viajó los 550 km que nos separan y te cojo todo lo que quieras, van 10 puntos porque no puedo poner más
elnegrodel79 +1
Q caliente relato. La verdad q hermosa puta sos. Gracias x compartir
Michay72
Excelente relato, ojalá pronto hagas otro 👍👍 +10
alexispallas87
Increíble cuerpo y relato! Me dejaron al palo en esta noche fría.
Machohot79 +1
Que buena que estás cómo me gustaría ser el policía
Daniel3566 +1
Que buena que estás putitia yo tmb te cogería por varias horas...
coflete +1
Me gustó la historia y tus fotos vamos por más
AldinGomez
a mi me hubera gustado mamartey meterte mi penetrable
Diegodi35 +1
Terrible!!!! Jajajaja que HDP!!! Me tuve que hacer como tres pajas con el relato
Cuck97
Que rico cuando llega otro que las llena como el novio no puede y lo dejan por cornudo y pitochico 🤤