Esta es la historia de Celeste, una pueblerina de 18 años que sueña con la típica vida de una chica de ciudad, llena de locuras, deseos y sobre todo mucho sexo desenfrenado. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
Capítulo 2: Nuevas amistades
El fin de semana terminó mejor aun cuando nos despertamos pasado el mediodía y después de una ducha fría, volvimos a la cama para una segunda vuelta, esta vez con mucho más juego previo y más posiciones. Cerca de las siete de la tarde Gabriel se fue y me despidió con un beso y la promesa de que volveríamos a vernos en los próximos días. Mientras tanto yo me quedé preparando todo para mi primer día de facultad que iba a ser en tan solo unas horas. Sin embargo el cansancio de un buen día de sexo se apoderó de mi y a eso de las once de la noche me terminé quedando dormida en mi cama que aun estaba revuelta de todo lo que había pasado.
El primer día de facultad fue bastante incómodo y raro. Era obvio que se notaba que yo era una principiante y que estaba totalmente descolgada de lo que tenía que hacer. Lleno de gente de distintos centros de estudiante ofreciéndome papeles, algunos viejos amigos que se reencontraban en medio de los pasillos, lleno de papeles pegados en las paredes. Algo a lo que definitivamente una chica de pueblo no estaba acostumbrada y por más que quería pasar desapercibido, era imposible disimular el nerviosismo que sentía al sentarme en un aula inmensa lleno de gente desconocida.
Entonces, entre todas las caras nuevas vi una que me resultó familiar. Una chica alta, morocha de pelo largo y ojos negros me saludó con una sonrisa radiante y me señaló el banco de al lado de ella que estaba ocupado. “Hola Cele. ¿Cómo estás?” me dijo Maipi con alegría una vez que llegué hasta el banco que estaba al lado del suyo. María Paula era una ex compañera de secundaria con la cual me llevé muy bien durante algunos años. De hecho ella, Belén y yo fuimos las tres que inicialmente éramos muy amigas hasta que al poco tiempo se sumó Cintia y después Noelia. El problema surgió cuando Noe y Maipi se engancharon con el mismo chico, un pibe de otro pueblo cercano al nuestro que no hace ni falta mencionar, y comenzó una especie de pelea entre ellas dos que nos hizo distanciar de ella. Vale aclarar que en ese entonces yo no era muy amiga de Noe, quien recién se sumaba al grupo, pero Belén y Cintia estaban del lado de ella, después de todo fue ella quien primero estuvo con el flaco este, por lo que nos terminamos alejando de Maipi. Casi un año después, una vez que Noelia cortó con este pibe, nos terminamos enterando que en realidad fue ella quien le había cagado el chico a María Paula que se venía hablando con él hacía muchísimo tiempo, pero poco nos importó en ese entonces. A pesar de eso, con Maipi nunca tuve mucho tacto después de eso, ni si quiera cuando me enteré que se iba a Rosario a estudiar lo mismo que yo. Ese día me senté al lado de ella y terminamos hablando un rato hasta que comenzó la clase y nos dedicamos a prestar atención.
Con el correr de la semana me enteré que además de esa clase, compartía otra más con ella y por ende nos íbamos a ver bastante seguido. Lo que más me sorprendió es como Maipi estaba decidida a olvidar todo el problema que habíamos vivido hacía unos años y a empezar todo de nuevo. O capaz, simplemente buscaba una aliada en este mundo que era algo desconocido para ella también. Pero no fue con ella con quien más me relacioné en esa semana. Vanina, una chica rubia, flaquita y peticita, también venía de un pueblo muy cercano al mío y al darnos cuenta que compartíamos la gran mayoría de las clases entablamos conversación. Tan bien nos empezamos a llevar en pocos días que ese fin de semana la invité a mi casa a comer algo y a hablar un poco de nuestras vidas.
Al grupo no tardó en sumarse Laura, una chica que también venía de otro pueblo y al parecer estaba igual de sola que nosotras dos. Al cabo de dos semanas éramos muy amigas, nos juntábamos bastante seguido y nos propusimos un fin de semana de noche de chicas a mediados de marzo. Esa noche fue cuando conocimos a Facundo, Valentín y Lautaro, quienes rápidamente se sumarían a nosotras tres. En medio del boliche, Laura se cruza con Lautaro, con quien había establecido conversación una tarde en la facultad. Facundo y Valentín eran sus dos amigos y estaban festejando el cumpleaños de este último, los tres provenían de la misma escuela y se conocían hacía años. Al final terminamos los seis en el departamento de Vanina hablando y matándonos de la risa con distintas anécdotas que ellos nos contaron. Pero lo más importante de esa noche sucedió una vez que nos volvíamos.
Cerca de las siete de la mañana decidimos empezar el retorno a nuestras casas y como estábamos bastante cerca de la mía los chicos decidieron acompañarme. Primero la dejamos a Laura en su casa que quedaba de paso y después se quedó Valentín que decidió pegar la vuelta para no desviarse mucho. Cuando estábamos a tan solo dos cuadras de casa Lautaro comenzó a caminar más lento y Facundo y yo nos quedamos solos. No recuerdo exactamente que me dijo, después de todo yo estaba cansada y había tomado bastante, pero recuerdo que su sonrisa y su forma de ser me cautivó. Enseguida supe que me gustaba él y que no quería perder el contacto. Así fue como al día siguiente, dejé el asiento al lado de Maipi y me fui a sentar con ellos tres aprovechando que compartíamos la misma clase.
La relación entre los seis se fortaleció con el correr de las dos semanas siguientes y para fin de mes ya éramos un grupito bastante unido, que trataba de hacer todos los trabajos en conjunto y que solía juntarse a la salida de la facultad para hacer algo, ya sea estudiar o simplemente pasar un buen rato. Como segunda noche de salida, propusimos el 28 de Marzo. Ese fin de semana iba a ser el primero en el que me iba a volver a mi pueblo y pasar con mi familia desde hacía ya un mes, pero decidí retrasarlo una semana más para aprovechar la salida con las chicas, dándoles la escusa de que tenía que terminar de hacer unos resúmenes. “¿Me quedo acá por un chico? ¡Wow que raro de mi parte!” Y de hecho la noche en sí fue muy rara.
Nos juntamos en la casa de Valentín, un chico de mucha plata y que tenía un patio y un quincho enorme. Ahí llegamos nosotras tres con nuestra actitud tímida, pero con nuestras ganas de divertirnos y enseguida nos soltamos y nos dimos cuenta que ellos no buscaban simplemente tres minas para coger. De hecho Lautaro se estaba hablando con otra chica y Valentín parecía que acababa de terminar una relación sería de varios meses y no buscaba nada en ese momento. Eso convertía a Facundo en el soltero más codiciado. Él se hacía notar, era siempre el centro de atención y quien más nos causaba risa a nosotras tres. Enseguida me di cuenta que era el típico chico popular de su grupo, con quien todas las chicas querían estar y quien siempre tenía que ser el respetado y aceptado. Debí parecer una idiota, pero eso hizo que más me gustara él. “¿Cómo vas a ser una chica de ciudad si no estás con el más popular del curso”?
Pero el peligro llegó al instante. Minutos más tarde de que decidiéramos ir para el boliche, Lautaro se me acerca y me pregunta si tengo idea si Vanina está en algo con alguien. “Hasta donde ella me contó, no está en nada” le respondí yo y enseguida pensé que era para él. Pero cuando me contó que tenía sospechas de que Facundo le tenía ganas, no pude evitar darme cuenta que algo de verdad había ahí y el hecho de que en ese momento estuviesen caminando juntos y hablando muy cerca el uno del otro, me hiso pensar que iba a perder mi oportunidad de estar con él. En cuestión de segundos me encapriché con Facundo. Ahora quería que sea mío.
Entramos al boliche y los chicos fueron a comprar unos tragos y no fue sorpresa para mi cuando él le regaló uno a Vanina, sin embargo yo me acerqué a ellos y los separé para exigirle (obviamente a modo de chiste) que me regalara uno a mi y él lo hizo. Eso pareció inhibir un poco a mi amiga, que se alejó de nosotros y me dejó el momento ideal para encajarle un beso sin que él se opusiera. Empezamos a chapar con Facundo sin ningún inconveniente y pareció que ahora Vanina ya se había ido del mapa. Pero cuando volvimos con los chicos él volvió a acercarse a ella con intenciones de que pasara algo, casi como si lo que había ocurrido entre él y yo era la nada misma. Entonces me di cuenta que Facundo no tenía intenciones de un simple beso, sino de algo más y me propuse demostrarle que yo podía ser una trolita de ciudad como las que él estaba acostumbrado a cogerse. Después de todo, eso era lo que yo más quería de irme a vivir ahí.
Me acerqué a él en un momento que Vanina se fue al baño y me puse a bailar pegada a su cuerpo y aprovechando que los dos estábamos un poquito pasados de alcohol decidí volver a darle un beso y él se dejó sin ningún problema, pero esta vez en frente de los chicos. Los besos siguieron una vez que Vanina y Laura volvieron del baño y cuando ella nos vio, entendió que Facundo no iba a ser de ella y aunque pareció no importarle yo me di cuenta que estaba algo molesta. Curiosamente esa sensación fue la que me impulsó a hacer la siguiente propuesta:
- ¿Querés que en un rato vayamos a mi departamento los dos solitos?- Le dije al oído a Facundo mientras le lanzaba una mirada desafiante a Vanina que ahora bailaba dándonos la espalda.
Él me miró sorprendido por mi propuesta pero sabía a lo qué me refería e igual de decidido que yo, aceptó mi invitación. Por lo que decidimos volver a la ronda y aproximadamente una hora más tarde estábamos saliendo del boliche y tomándonos un taxi para ir a mi casa.
Entramos a los besos desde el palier y fuimos sin escalas a mi pieza. Él se acostó en la cama y me dio lugar a que me acostara yo encima de su cuerpo, previa sacada de zapatos para no matarlo. Entonces volvimos a los besos, ya mucho más apasionados que antes y noté como sus manos se movían con total comodidad por mi cuerpo. Las apoyó sobre mi cola y mientras nos seguíamos besando me dio unos chirlos, algo a lo que no estaba acostumbrada pero no puedo negar que me gustó. Fue entonces cuando empezó el baile de la ropa, ese momento que entre medio de los besos, el toqueteo y las miradas de deseo, nos fuimos desvistiendo hasta quedar completamente desnudos.
Su pija, de unos 18 centímetros, estaba totalmente dura y se metía entre mis piernas rozando mi piel con cada movimientos que hacíamos. Me sentía totalmente tentada de probarla y sabía que si quería convencer a Facundo de que yo era mucho mejor amante que Vanina, tenía que hacerlo. Comencé a descender por su pecho con mis labios, besándolo bien suavemente y dejándole mojado por donde pasaba mi boca, hasta que llegué a su cintura. Le dediqué una mirada provocadora que sabía que iba a gustarle y acto seguido tomé su pija con mi mano y me la metí en la boquita.
Estaba tan dura y era tan grande que no me entraba toda, sin embargo hacía el esfuerzo para poder chupársela toda y así provocarlo más aun. Facundo llevó sus manos hasta su nuca y se relajó por completo mientras que yo seguía chupándosela como loca. Movía mi cabeza hacia arriba y hacia abajo al mismo tiempo que mi lengua iba de lado a lado por el cuerpo de su verga y mientras que con una mano lo pajeaba. “¡Qué lindo!” celebró él que de seguro no se esperaba encontrarse con que esa noche iba a terminar de esa manera. Seguí chupándosela por un buen tiempo, sabía que lo estaba volviendo loco y quería dejar bien en claro que era conmigo con quien debía acostarse. Él disfrutaba de cada segundo.
Pasados unos minutos me levanté y me limpie la boca que la tenía llena de saliva. Lo miré con una expresión de deseo y en su cara noté una especie de deseo que se mezclaba con indiferencia y no sé por qué pero eso me calentó tanto que me llevó a sentarme sobre su pija y a empezar a moverme descontroladamente sobre su cintura. Al instante Facundo apoyó sus manos sobre mis tetas, estas tetas grandes que tanto le gustan a los hombres, y comenzó a masajearlas y a jugar con ellas al mismo tiempo que yo gozaba de su pija adentro de mi cuerpo. Su forma de ser, tan poco expresiva pero a la vez tan fogosamente, me estaba desesperando y sin embargo eso era algo que me excitaba a medida que avanzaba la noche. Estaba loca por él.
Después fue él quien terminó arriba mío y ahí fue cuando me terminó de enloquecer. Facundo se levantó sobre mi cuerpo y noté sus abdominales bien marcadas y sus brazos fuertes que se alzaban a mi lado y en su rostro una expresión de ganador que me enamoró al tiempo justo que me penetraba una vez más. Abrí mis piernas y me dejé llevar por su cuerpo, que a toda velocidad metía y sacaba su pija de mi concha, causándome unos gemidos de placer que ya me eran imposibles disimular. “¿Te gusta?” me preguntó al oído con su voz de macho y yo le contesté que sí en una especie de grito de locura y placer.
Sin embargo no fue hasta que nos pusimos en cucharita y él me penetró bien a fondo, con una pierna en el aire, hasta que sentí llegar un enorme orgasmo que indicaba lo micho que me gustaba la manera en la que me cogía. Facundo estaba detrás de mí, con su brazo derecho sosteniendo mi pierna y con su mano izquierda aferrada a mi cuello y movía su cintura bien rápido hacia adelante y hacia atrás, penetrándome con mucha intensidad y cuando supe que estaba por llegar a mi orgasmo no pude evitar aferrarme a su mano que sujetaba mi cuello y lanzar un grito de placer bien agudo.
Facundo dejó de moverse y me preguntó una vez más si me había gustado y giré la cabeza para mirarlo y nuevamente le confirmé, esta vez con una “sí” mucho más suave y seguido de un beso. Entonces le pregunté a él como quería acabarme pero su mirada me lo dijo todo. “¿Ya acabaste?” le pregunté sorprendida y cuando sacó su pija de mi conchita sentí como la lechita me chorreaba por la pierna. Había estado tan concentrada en el placer que me daba que no me di cuenta que me había acabado toda. Obviamente no le presté atención a la idea de que acabó adentro de mí, sin siquiera preguntarme (por más que no me importaba porque hace años que tomo pastillas), todavía seguía sorprendida de lo mucho que me había gustado coger con él. Definitivamente tenía que asegurarme de que Facundo sea mío.
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4 comentarios - Chica de ciudad. Capítulo 2
Muchas gracias!