No fue producto de la casualidad que aquella mañana me encontrase en casa de unos tíos, pues en fin todo me parecía un sueño, luego de un viaje de casi 8 horas de viaje, y con solo 10 años de edad, realmente me encontraba cansado.
Por fin nos encontrábamos en casa del tío Eduardo, el primo hermano de mi padre, quien tenía por aquella época uno de los primeros hostales de la ciudad de Lima, estaba ubicado por el ya creciente distrito de Los Olivos, para nosotros una familia clásica de la selva, era toda una mansión, lleno de cuartos, lleno de enchapados, cada cuarto con baños, completamente amoblados, todo era fantástico para dar rienda suelta a mi imaginación.
Mis padres decidieron hacer este viaje con el sueño de lograr hacer nuestra propia fortuna en la ciudad, más aún si esta ciudad era la capital de mi país. Mi madre tendría 30 años no más, y mi padre tendría sus 53 años, él era mucho mayor que mi madre es por eso que ella mucho lo respetaba y lo obedecía.
Mi madre era muy formal al vestir, gustaba de usar vestidos enterizos llenos de botones en la parte delantera que cierren hasta la altura de su cuello, ella era de piel blanca, de cabello castaño ondeado y de labios muy rosados, como de una niña, era eso lo que yo apreciaba en ese entonces.
Mi padre era un hombre de provincia, había tenido un cargo en nuestra localidad, era teniente alcalde y siempre estuvo involucrado en política, seguía algunos pensamientos tendientes al liberalismo y al neoclasicismo, es decir, era fanático de las costumbres euro americanas, influenciado por el pensamiento del capitalismo. Esto fue lo que le hizo venirse a la ciudad ya que en nuestra localidad había un brote de un grupo llamado socialista de ultra izquierda.
Los días en el hostal de mi tío fueron inmemorables, cada día había algo nuevo en nuestra habitación, mi padre compró alguna que otra corbata cada vez que salía, mi madre, compraba uno que otro arete, y a mi me regalaban casi a diario alguna juguete o artículo novedoso propio de mi edad, que me hacían entretener el resto del día o los días que vendrían, en fin todo era bonito.
Pasaban los días y mi padre no encontraba dinero, el dinero más que bien de alguna forma se nos iba consumiendo con las compras y la buena vida que nos dábamos, mi madre por otro lado, empezó a ver telenovelas y a platicar por más tiempo con los empleados de mi tío, entre ellos, había una mujer de unos 33 años que no me gustaba para nada, observaba mucho a mi madre, de un modo que me hacía pensar que la envidiaba.
Un día de aquellos, cuando yo estaba en mi recamara con mi madre, nos percatamos que mi padre hacía su ingreso al local con unos tragos encima; vaya que si lo estaba, ya que podíamos oír su vos desde el segundo piso en donde se encontraba nuestra habitación. Aquella noche, era verano en la ciudad de Lima, y el calor casi estaba en los 26 grados centígrados, mi madre al ser una dama decente dormía con una bata blanca, con varios botones que cubrían completamente sus pieles, estaba recostada con una pequeña lámpara encendida, al parecer a la espera de la llegada de mi padre, quien al parecer se quedó a continuar bebiendo junto con su primo.
Los minutos se pasaron en horas y me quede algo dormido, cuando desperté a altas horas de la madrugada pude sentir algunos movimientos extraños provenientes de la cama de mi madre, eran los movimientos propios del acto sexual sobre una cama, y sentí la respiración agitada de mi madre quien trataba de ahogar sus gemidos, ahora imagino por que estaba presente yo en ese instante en la habitación, pero igual dejaba escapar alguno que otro cada vez que el movimiento era más fuerte.
Al acostumbrarse mi vista a la penumbra, empecé a distinguir figuras, entre ellos el cuerpo de mi madre que estaba de costado, y el cuerpo de mi padre quien estaba en su espalda, en ese momento no hice ningún movimiento, sentí una gran curiosidad por aquello que nunca había visto, solo observaba la silueta desnuda de mi madre, con esos grandes senos afuera, siendo apretujados por la mano de mi padre, quien al parecer devoraba apasionadamente el cuello de mi madre, al parecer eran grandes las envestidas que le propiciaba a mi madre, que oía decir a manera de chirridos: "cariño, me matas, me matas, mmm", sin duda era la voz de mi madre, quien en pleno acto gozaba sin poder dejar de escapar esas palabras.
Continuaron las envestidas, cada vez con más furia, hasta que sentí la voz de mi madre, decir: "no amor, no, por ahí nunca lo has hecho, ¿qué deseas hacer? – un silencio cómplice a los hechos, y por fin un gemido de dolor y placer de mi madre- mmm amor, amor, no sabes como me matas".
Todo esto para mi era extraño, ya me encontraba, prácticamente, con los ojos completamente concentrado en cada movimiento que ocurría en la cama de mi madre, pudiendo darme cuenta a donde se dirigían las manos de mi padre. Pude observar que acariciaba con mucha pasión las piernas de mi madre, pude ver como la desnudó completamente en la cama, pude observar como la puso boca abajo para lamerle las nalgas y practicarle sexo oral en esa posición, pude observar como se sentaba sobre la espalda de mi madre para penetrarla de esa posición y pude ver cuando se prendió la luz de la lámpara que no era mi padre, si no mi tío.
Oí la voz de mi madre maldecirlo muy suavemente, gritarle su vida entera con tal de que sus gritos no sean oídos por mi, oí la voz torpe de mi tío decir una serie de barbaridades como que el no deseaba, solo se dejo llevar por la pasión, oí, como se retiró y mi madre se tapo su cuerpo observando a mi cama si estaba dormido.
Cuando apagó la luz, pude sentir al rato que mi madre se levantó y se dirigió al baño para bañarse del sudor que le causó todo esto, yo simplemente no dejaba de entender en ese entonces lo que había ocurrido, simplemente observaba y oía, tratando cada día del resto de mi vida entender lo que había sucedido.
Por la madrugada sentí cuando mi padre entró a la habitación; ya se le había pasado su embriaguez. Saludó a mi madre muy afectuosamente, con cara de constricción ante el hecho de no haber amanecido al lado nuestro, mi madre se encontraba vestida, a diferencia de los otros días, ella estaba puesta ahora sus vestidos usuales, con la diferencia que traía algunos botones de la parte del cuello suelto, es decir se le podía apreciar su hermoso cuello.
Mi madre le dijo que descanse, mi padre se recostó sobre aquella cama, testigo silencioso de lo que había sucedido, mi madre me vistió y me dijo bajemos a tomar desayuno, tu tío pensará que somos descorteses al bajar un poco retrasado a acompañarlo a tomar el desayuno.
Al llegar a la cocina, nos encontramos con la empleada de mi tío que no me caía nada bien, esta vez, saludó a mi madre con un gesto de alegría, de triunfo, como si supiera que algo había sucedido entre mi madre y mi tío, se le notaba otra mirada.
Mi tío se sentó a tomar el desayuno en la mesa, mi madre fue la que inició la plática, diciéndole que había dormido plácidamente, y que estaba contenta de que yo, su hijo, este a su lado para acompañarla en este desayuno. Mi tío por su parte la miro, y le dijo, que era muy buena la noticia de saber que había descansado plácidamente, esperaba que esta noche también pueda dormir tan bien como lo hizo anoche.
Por fin nos encontrábamos en casa del tío Eduardo, el primo hermano de mi padre, quien tenía por aquella época uno de los primeros hostales de la ciudad de Lima, estaba ubicado por el ya creciente distrito de Los Olivos, para nosotros una familia clásica de la selva, era toda una mansión, lleno de cuartos, lleno de enchapados, cada cuarto con baños, completamente amoblados, todo era fantástico para dar rienda suelta a mi imaginación.
Mis padres decidieron hacer este viaje con el sueño de lograr hacer nuestra propia fortuna en la ciudad, más aún si esta ciudad era la capital de mi país. Mi madre tendría 30 años no más, y mi padre tendría sus 53 años, él era mucho mayor que mi madre es por eso que ella mucho lo respetaba y lo obedecía.
Mi madre era muy formal al vestir, gustaba de usar vestidos enterizos llenos de botones en la parte delantera que cierren hasta la altura de su cuello, ella era de piel blanca, de cabello castaño ondeado y de labios muy rosados, como de una niña, era eso lo que yo apreciaba en ese entonces.
Mi padre era un hombre de provincia, había tenido un cargo en nuestra localidad, era teniente alcalde y siempre estuvo involucrado en política, seguía algunos pensamientos tendientes al liberalismo y al neoclasicismo, es decir, era fanático de las costumbres euro americanas, influenciado por el pensamiento del capitalismo. Esto fue lo que le hizo venirse a la ciudad ya que en nuestra localidad había un brote de un grupo llamado socialista de ultra izquierda.
Los días en el hostal de mi tío fueron inmemorables, cada día había algo nuevo en nuestra habitación, mi padre compró alguna que otra corbata cada vez que salía, mi madre, compraba uno que otro arete, y a mi me regalaban casi a diario alguna juguete o artículo novedoso propio de mi edad, que me hacían entretener el resto del día o los días que vendrían, en fin todo era bonito.
Pasaban los días y mi padre no encontraba dinero, el dinero más que bien de alguna forma se nos iba consumiendo con las compras y la buena vida que nos dábamos, mi madre por otro lado, empezó a ver telenovelas y a platicar por más tiempo con los empleados de mi tío, entre ellos, había una mujer de unos 33 años que no me gustaba para nada, observaba mucho a mi madre, de un modo que me hacía pensar que la envidiaba.
Un día de aquellos, cuando yo estaba en mi recamara con mi madre, nos percatamos que mi padre hacía su ingreso al local con unos tragos encima; vaya que si lo estaba, ya que podíamos oír su vos desde el segundo piso en donde se encontraba nuestra habitación. Aquella noche, era verano en la ciudad de Lima, y el calor casi estaba en los 26 grados centígrados, mi madre al ser una dama decente dormía con una bata blanca, con varios botones que cubrían completamente sus pieles, estaba recostada con una pequeña lámpara encendida, al parecer a la espera de la llegada de mi padre, quien al parecer se quedó a continuar bebiendo junto con su primo.
Los minutos se pasaron en horas y me quede algo dormido, cuando desperté a altas horas de la madrugada pude sentir algunos movimientos extraños provenientes de la cama de mi madre, eran los movimientos propios del acto sexual sobre una cama, y sentí la respiración agitada de mi madre quien trataba de ahogar sus gemidos, ahora imagino por que estaba presente yo en ese instante en la habitación, pero igual dejaba escapar alguno que otro cada vez que el movimiento era más fuerte.
Al acostumbrarse mi vista a la penumbra, empecé a distinguir figuras, entre ellos el cuerpo de mi madre que estaba de costado, y el cuerpo de mi padre quien estaba en su espalda, en ese momento no hice ningún movimiento, sentí una gran curiosidad por aquello que nunca había visto, solo observaba la silueta desnuda de mi madre, con esos grandes senos afuera, siendo apretujados por la mano de mi padre, quien al parecer devoraba apasionadamente el cuello de mi madre, al parecer eran grandes las envestidas que le propiciaba a mi madre, que oía decir a manera de chirridos: "cariño, me matas, me matas, mmm", sin duda era la voz de mi madre, quien en pleno acto gozaba sin poder dejar de escapar esas palabras.
Continuaron las envestidas, cada vez con más furia, hasta que sentí la voz de mi madre, decir: "no amor, no, por ahí nunca lo has hecho, ¿qué deseas hacer? – un silencio cómplice a los hechos, y por fin un gemido de dolor y placer de mi madre- mmm amor, amor, no sabes como me matas".
Todo esto para mi era extraño, ya me encontraba, prácticamente, con los ojos completamente concentrado en cada movimiento que ocurría en la cama de mi madre, pudiendo darme cuenta a donde se dirigían las manos de mi padre. Pude observar que acariciaba con mucha pasión las piernas de mi madre, pude ver como la desnudó completamente en la cama, pude observar como la puso boca abajo para lamerle las nalgas y practicarle sexo oral en esa posición, pude observar como se sentaba sobre la espalda de mi madre para penetrarla de esa posición y pude ver cuando se prendió la luz de la lámpara que no era mi padre, si no mi tío.
Oí la voz de mi madre maldecirlo muy suavemente, gritarle su vida entera con tal de que sus gritos no sean oídos por mi, oí la voz torpe de mi tío decir una serie de barbaridades como que el no deseaba, solo se dejo llevar por la pasión, oí, como se retiró y mi madre se tapo su cuerpo observando a mi cama si estaba dormido.
Cuando apagó la luz, pude sentir al rato que mi madre se levantó y se dirigió al baño para bañarse del sudor que le causó todo esto, yo simplemente no dejaba de entender en ese entonces lo que había ocurrido, simplemente observaba y oía, tratando cada día del resto de mi vida entender lo que había sucedido.
Por la madrugada sentí cuando mi padre entró a la habitación; ya se le había pasado su embriaguez. Saludó a mi madre muy afectuosamente, con cara de constricción ante el hecho de no haber amanecido al lado nuestro, mi madre se encontraba vestida, a diferencia de los otros días, ella estaba puesta ahora sus vestidos usuales, con la diferencia que traía algunos botones de la parte del cuello suelto, es decir se le podía apreciar su hermoso cuello.
Mi madre le dijo que descanse, mi padre se recostó sobre aquella cama, testigo silencioso de lo que había sucedido, mi madre me vistió y me dijo bajemos a tomar desayuno, tu tío pensará que somos descorteses al bajar un poco retrasado a acompañarlo a tomar el desayuno.
Al llegar a la cocina, nos encontramos con la empleada de mi tío que no me caía nada bien, esta vez, saludó a mi madre con un gesto de alegría, de triunfo, como si supiera que algo había sucedido entre mi madre y mi tío, se le notaba otra mirada.
Mi tío se sentó a tomar el desayuno en la mesa, mi madre fue la que inició la plática, diciéndole que había dormido plácidamente, y que estaba contenta de que yo, su hijo, este a su lado para acompañarla en este desayuno. Mi tío por su parte la miro, y le dijo, que era muy buena la noticia de saber que había descansado plácidamente, esperaba que esta noche también pueda dormir tan bien como lo hizo anoche.
2 comentarios - Mi ingenua Madre, en casa de un tío aprovechador