Nunca nada es casual

Subir al 132 en Retiro de madrugada era -hasta ayer- casi un castigo.
Uno llega de viaje, mal dormido, con hambre, después de viajar toda la noche y sólo quiere una ducha y un cafe grande para despertar.
A las 5 de la mañana está todo cerrado y no tuve mas remedio que esperar el bendito 132 que me llevara hasta Flores lo mas rápido posible, en medio de una ciudad que todavía no despertaba.
Despues de 15 minutos de espera en la parada, apareció una mujer con aspecto similar al mío. Se notaba que venía de viaje por el bolso y la misma cara de recién despertada.
"¿Hace mucho que esperás?" -dijo-
"15 minutos, esperemos que venga pronto, muero por un café y si no me tomo un taxi".
"Ay, yo también, pero en la terminal está todo cerrado todavía. ¿Para dónde vas? podemos compartir un taxi si vamos para el mismo lado!!!"
"Flores, vos?"
"OPS, vecino! yo para Caballito"
Subimos al primer taxi que pasó y arrancamos. La conversacion giró en torno al viaje cansador, ella venia de Córdoba y yo de Santa Fe, ambos por motivos familares que no vienen al caso. Me contó que vivía hace poco en Buenos Aires y que no se acostumbraba al "encierro" que la ciudad le provocaba.
Pensé "¿Porque no?"
Le dije que si quería parabamos en un bar a tomar un desayuno como dios manda.
Lo hicimos en Rivadavia y Avenida la Plata, bajamos, no aceptó que pagara el taxi y nos sentamos a desayunar.
La charla, claro, fue derivando a los temas mas personales. Tiene 45 años, vivía sola y es profesora universitaria. Hablamos de la situación de la universidad, de mi trabajoy del de ella, de la Ciudad, sin darnos cuenta que la ciudad ya se movía al ritmo loco de las 8 y media.
Despues del segundo café, insinué un "y ahora, que haces?"
"Nada, ¿queres tomar otro café en casa?"
"¿Corresponde que un señor vaya a la casa de una dama sola que apenas conoce?"
"Ningun problema, somos adultos"
En el ascensor ya nos acercamos y nos comimos la boca, con ganas. Como adultos.
Nos desnudamos mutuamente una vez cerrada la puerta.
Su gato maullaba mientras nos fuimos a la pieza.
"Para que le doy de comer asi no jode mas"
Volvio desnuda, yo en pantalones.
Nos mimamos, nos besamos, le pedi chuparsela y se sentó en mi boca mientras se movía como una gata. Mi lengua entraba en su concha empapada y peluda. Ella masajeaba sus pezones, los exprimía y se mová gimiendo.
"Por favor, metémela", dijo mientras masajeaba mi pija con su brazo hacia atras.
"No, quiero tu orgasmo en mi boca", dije, sacando mi boca unos segundos para volver a entrarme en esa concha desconocida.
"Me enloquece". Fue lo ultimo que dijo antes de seguir cabalgando mi boca y emitir un gemido largo y agudo mientras sentía como su leche caía en mi boca.
Siguió moviéndose mientras seguía acabando con orgasmos cortos pero profundos.
Y dijo "me toca a mi".
Se dio vuelta y se metió, de una, toda mi verga en la boca que ya en ese momento babeaba.
Le dije "dame la concha, quiero chuparte mientras me tiras la goma"
"NO", despondió casi como una orden. "Dejame a mi"
Chupó la pija con desesperación. Se puso de frente, mirándome con la pija en la boca
"Voy a acabar", le dije y pareció un llamado a redoblar su ímpetu, porque comenzó a acariciarme los huevos mientras mi pija entraba y salía de su boca rapidamente. Me derramé en su boca y tragó toda la leche mientras me miraba fijo.
Se quedó mirándome y luego se tendió sobre mi.
Nos dormimos. Veniamos cansados y el polvo había surtido efecto.
Despertamos como a las 13.
Pero eso es otra historia.
Por suerte el 132 tardaba en llegar