La reciente y larga enfermedad del marido, que lo llevo a lamuerte, dejo en Alma una sensación de desgano que no pudo recomponerse por untiempo. Por alguna extraña razón me toco a mi ser el primer hombre quedesconociendo el pasado se acercó a ella y decidió ir a fondo con el vínculo. Todoera torpeza y poco cuidado, lo cual era incompatible con el buen trato que medaba Alma. Repito, yo desconocía el pasado, y no podía entender su reticencia asoltarse. Luego de aquel encuentro en el estacionamiento de la YPF de laautopista a La Plata, todo parecía caótico. Entendía que franelear en unestacionamiento siendo dos personas adultas era poco extraño, pero era un doblejuego de tener y no tenerla. Creí que no le gustaba y resulto ser algodistinto. Fue así que viendo que era imposible llevar a término mi empeño, ellame tomo la mano y la suavidad de sus ojos me asombro. Fue así que ella mismaque era de zona Sur me dirigió hasta un hotel de citas que ella conocía. Yadentro me desvistió poco a poco y sin vehemencia. Corrió su camisa a rayastenues y puso mi mano en su pecho. Y luego ella acaricio sobre mi pantalón mipija. Sabía que todo era como algo mecánico. Permítaseme que haya pensado quelo hacía por compromiso. Así pasaron los minutos, nos besamos, fue más intenso.Ya desnudos se ofreció a la penetración y entre. Rechazo felarme, pero ya unpoco llevado por la situación trate de resolver la cuestión solucionando desdemi egoísmo el problema que debía sacar de encima mío. Al poco y viendo lo difícilde la situación la masturbé y sentí dos largos quejidos y un estremecimiento a repetición.Fue como un cambio de chip. No podía en tan poco tiempo llegar a un orgasmo yno estar en la cosa. Se repuso, me agarro la pija y poniendo su vista fija enella empezó a masturbarme. Fue acelerando poco a poco hasta que, entre quejas ysuspiros, estando boca arriba, vi saltar un largo chorro de semen hacia ningún ladoque específicamente cayo entre sus tetas y una mano. Mientras me reponía pudeobservar como Alma jugaba con sus manos con fruición con mi semen, su caraanhelante y sutil ante esa leche derramada en su momento. Lo que vino después fuemás intenso. Lo que si me quedo claro que venía de la enfermedad terminal de sumarido y el desdeseo ganado por su propio dolor.
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