Margarita es una señora elegante, madura, fina, linda, amiga mía.Como hacía tiempo que no nos veíamos, Marga me invitó a una fiesta de disfracesde las que ella suele frecuentar. Y yo me excité, porque pensaba en vestirme demujer, como me encanta para luego darme con todo. Pero no sabía cómo decirle aella. Igual fui decidido a su departamento, donde ella me había invitado paradarme a probar algunos disfraces que tenía y de ahí irnos juntos a la fiesta.
Excitado y con expectativa, llegué al depto de Marga, que merecibió cariñosa y dulce, me charló, me ofreció un cafecito, una tostada conqueso gruyére y mientras yo disfrutabala picada, me preguntó de qué pensaba disfrazarme. Antes de que yo respondiera,ella me dijo que me había preparado algunos disfraces: Batman, pirata, no séqué otra cosa. Pero yo le respondí sin dudar: “No no, quedate tranquila Marga,yo tengo mi idea de disfraz”. Marga se quedó pensando y me preguntó perpleja. Yyo, excitado, le dije: “Mirá, no es muy original, pero… quiero disfrazarme demujer”. Para mi grata sorpresa, a Margarita le pareció muy buena idea.Entonces, más excitado aún, le expliqué bien qué quería ponerme, la ropa deella y que me maquillara, pero además perfume de mujer, cremita para las manos,bijou y hasta cartera. La divina me dijo que sí, que me daba ropa de ella y mepintaba y demás, y me dijo que esperara, que iba a buscar ropa y otras cosas,su cartera y sus cosméticos y volvía.
Excitado cada vez más, esperé en el sofá del departamento, llenode ratones y fantasías por lo que estaba por vivir. Y cuando Margarita volvió,me puse loco. Me saqué mi ropa y tras cambiar ideas con ella, me vestí nomás demujer: corpiño, bombacha, medias negras, blusa, blazer, pollera negra, tacos decharol. Margarita, de muy buen gusto, mecolocó collarcito, pulsera y aros, y luego de ponerme una peluca rubia, meempezó a maquillar. Cuando escuché que abría la cartera y sacaba la pintura, mehacía encima de la emoción. Tras colocarme cremita en la cara, una base demaquillaje bien clarita, me pintó los ojos, me puso rubor y me pintó los labiosde rojo fuerte con brillito. Disfruté como nunca, más cuando Marga me agarró delas manos, me limó las uñas y me las pintó de rojo fuerte. Y luego me pusecrema para las manos. Me colgué una fina cartera de cuero negra y elegante demujer, me fui con Margarita, disfrazada de árabe, a la fiesta en la casa de unaamiga suya. Y ahí disfruté una buena picada, queso, fiambre, sandwichitos de miga, aceitunitas y otras delicias.Sandwichito en mano, muy elegante y maquillado, disfrutaba de mujer mientrascharlaba con un hombre muy bien vestido y perfumado, al que incluso le pedímimito, y el tipo me hizo un mimo y me besó en mi boca pintada de rojo. Luegocharlé con Margarita, que me dio un sandwich de miga y me charló amigable,mientras les contaba a otras mujeres de mí. Y yo, de piernas cruzadas como lasmujeres, sandwich en mano, ahblé animado con otras mujeres, incluso de cosasfemeninnas, mi ropa, mi pollera, qué lápiz de labios me convenía, mi perfume,mi rubor, la cartera. Fui muy elogiado por las mujeres, que con su perfume ypintura me excitaban por demás.
Pero lo mejor fue cuando volví a su casa, ya que me invitó adormir. Excitado todo el camino de vuelta y tras charlar con Marga de la granexperiencia, entré al departamento, me quité la ropa de mujer y me puse algopara ir a dormir. Margarita iba a sacarme la pintura, pero excitado yo noquise, preferí quedarme así. ¿Para qué? Simple: cuando Margarita me dio un besoy se fue, me acordé de todo, y maquillado y con el perfume de mujer, me saquéla ropa interior, el corpiño y la bombacha, me acaricié jadeando el pene,enloquecí, me froté y eyaculé terrible semen bañando las sábanas. Y el semen lotragué y lo que quedó lo limpié con la bombacha, pasándola luego por mi boca yponiéndomela para dormir. Disfruté bien a mis anchas: ropa de mujer, fiesta ysemen para acabar una noche perfecta. No importa si hombre o mujer.
Excitado y con expectativa, llegué al depto de Marga, que merecibió cariñosa y dulce, me charló, me ofreció un cafecito, una tostada conqueso gruyére y mientras yo disfrutabala picada, me preguntó de qué pensaba disfrazarme. Antes de que yo respondiera,ella me dijo que me había preparado algunos disfraces: Batman, pirata, no séqué otra cosa. Pero yo le respondí sin dudar: “No no, quedate tranquila Marga,yo tengo mi idea de disfraz”. Marga se quedó pensando y me preguntó perpleja. Yyo, excitado, le dije: “Mirá, no es muy original, pero… quiero disfrazarme demujer”. Para mi grata sorpresa, a Margarita le pareció muy buena idea.Entonces, más excitado aún, le expliqué bien qué quería ponerme, la ropa deella y que me maquillara, pero además perfume de mujer, cremita para las manos,bijou y hasta cartera. La divina me dijo que sí, que me daba ropa de ella y mepintaba y demás, y me dijo que esperara, que iba a buscar ropa y otras cosas,su cartera y sus cosméticos y volvía.
Excitado cada vez más, esperé en el sofá del departamento, llenode ratones y fantasías por lo que estaba por vivir. Y cuando Margarita volvió,me puse loco. Me saqué mi ropa y tras cambiar ideas con ella, me vestí nomás demujer: corpiño, bombacha, medias negras, blusa, blazer, pollera negra, tacos decharol. Margarita, de muy buen gusto, mecolocó collarcito, pulsera y aros, y luego de ponerme una peluca rubia, meempezó a maquillar. Cuando escuché que abría la cartera y sacaba la pintura, mehacía encima de la emoción. Tras colocarme cremita en la cara, una base demaquillaje bien clarita, me pintó los ojos, me puso rubor y me pintó los labiosde rojo fuerte con brillito. Disfruté como nunca, más cuando Marga me agarró delas manos, me limó las uñas y me las pintó de rojo fuerte. Y luego me pusecrema para las manos. Me colgué una fina cartera de cuero negra y elegante demujer, me fui con Margarita, disfrazada de árabe, a la fiesta en la casa de unaamiga suya. Y ahí disfruté una buena picada, queso, fiambre, sandwichitos de miga, aceitunitas y otras delicias.Sandwichito en mano, muy elegante y maquillado, disfrutaba de mujer mientrascharlaba con un hombre muy bien vestido y perfumado, al que incluso le pedímimito, y el tipo me hizo un mimo y me besó en mi boca pintada de rojo. Luegocharlé con Margarita, que me dio un sandwich de miga y me charló amigable,mientras les contaba a otras mujeres de mí. Y yo, de piernas cruzadas como lasmujeres, sandwich en mano, ahblé animado con otras mujeres, incluso de cosasfemeninnas, mi ropa, mi pollera, qué lápiz de labios me convenía, mi perfume,mi rubor, la cartera. Fui muy elogiado por las mujeres, que con su perfume ypintura me excitaban por demás.
Pero lo mejor fue cuando volví a su casa, ya que me invitó adormir. Excitado todo el camino de vuelta y tras charlar con Marga de la granexperiencia, entré al departamento, me quité la ropa de mujer y me puse algopara ir a dormir. Margarita iba a sacarme la pintura, pero excitado yo noquise, preferí quedarme así. ¿Para qué? Simple: cuando Margarita me dio un besoy se fue, me acordé de todo, y maquillado y con el perfume de mujer, me saquéla ropa interior, el corpiño y la bombacha, me acaricié jadeando el pene,enloquecí, me froté y eyaculé terrible semen bañando las sábanas. Y el semen lotragué y lo que quedó lo limpié con la bombacha, pasándola luego por mi boca yponiéndomela para dormir. Disfruté bien a mis anchas: ropa de mujer, fiesta ysemen para acabar una noche perfecta. No importa si hombre o mujer.
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