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La puta madre

Tengo que contar algo que ni yo me lo creo. Tengo 24. Soy un pibe normal, laburo de lunes a viernes. Muchas horas y poca guita. Desde que se murió mi vieja siempre consideré que en la vida no me iba a pasar una buena...

Lo único que me da un respiro en la semana es estar con mi novia. Hace un año y un par de meses que salgo con ella. Es sencilla como yo. Le gusta salir a comer, ver una buena serie. Como trabajamos banda, las veces que viene a casa siempre está cansada. Pedimos algo para comer, vemos algún capítulo pendiente y nos quedamos dormidos. Para mí es la mejor alegría del mundo.

¿Qué más puedo pedir? Los sábados nos levantamos a las diez, usualmente dormí destapado por su culpa. Me da un abrazo. Me encanta sentir su respiración en un hombro. Como el departamento da a un respiradero ponemos música algo fuerte y garchamos de lo lindo.

Con suerte cambiamos de posición dos o tres veces, la escucho gemir un poco y la forma en que me mira cuando cogemos me lleva a otro lado. A veces hasta me dice que ella también llegó.

Y si bien a mí me encanta y la paso bien, no me cierra. Hay algo que falla y no sabía bien qué. Hubo veces que hasta hubiera terminado la relación por eso.

¿Cómo decirlo? Voy caminando por la calle y pasa enfrente mío una mujer. Será la ropa o algo en la forma que camina, el corte de pelo, no sé... Pero me hace sentir que la relación me limita, ¿viste?

Se lo planteé a mi novia. Que no está bueno hacerlo siempre los sábados a la mañana. Que el ritual cansa. Que probemos en la escalera que va a la terraza. Que grabemos algo, no sé. Ponerle algo de acción. Se lo tomó bien, por suerte. Me dijo que iba a ver...

Pasó una semana y nada. Encima el viernes cumplía su hermano menor y seguro que no se quedaba en casa y ni lo íbamos a hacer el sábado. Yo estaba a mil con el laburo así que medio que traté de olvidar del tema y eso, pero hay una en la oficina que se nota que me tiene ganas y no sé si se dio cuenta de que le re entro o si como estaba este tema con mi novia yo no podía dejar de verla, pero cada tanto cruzábamos miradas y a mí el corazón me latía mal.

El jueves en el horario del almuerzo vino caminando hacia mí y me di cuenta de algo. Ella nunca usa tacos y siempre usa maquillaje bien liviano. Ese jueves tenía un jean de esos negros medio apretadito y una remera de algodón blanca que le quedaba chica. Era re obvia.

—Vamos a comer —me dijo.

Salimos a comprar algo, nos sentamos en los banquitos de una plaza, hablamos una banda. Yo me di cuenta que se dejaba cada tanto un arroz en los labios, que se corría el pelo. Pero había algo en su forma tan obvia que me intimidaba. Me hacía sentir que posta estaba engañando a mi novia. Y aunque ella no hizo nada más explícito y sólo la pasamos bien hablando, entendí algo. Tenía que ser más mandado, pensarla menos y mandarme más.

Cuestión que encima mi novia me invitó el viernes a cenar con su familia en su casa por el cumpleaños del hermano y ni siquiera iba a poder salir. Un embole.

Sali del laburo y tuve que ir. Familia tipo: papá, mamá, mi novia y el hermano. Comimos unas pastas con una salsa medio rara. Como el pibe cumplía 18 descorchamos unos vinos y tomamos una banda. Hubo torta, café y otra porción más de torta. Estuvo bueno, no me quejo. Como ya era tarde a los viejos no les jodió que me quedara. Yo pedí ducharme nada más y también dijeron que estaba bien. Ayudé a levantar todo y nos encerramos en el cuarto. Como ya me había hecho a la idea de que no cogiamos en su casa no me importó mucho que se quedará dormida al toque. Había tomado una banda además. Todos habíamos tomado mucho.

Yo me quedé pensando, un poco decepcionado bueno, traté de dormir. Siempre que estoy en pedo me pongo medio pensativo. Al final salí de la cama y le robé una toalla. Fui al baño y me metí en la ducha. Aproveché para tocarme un poco. Pero justo justo justo justo, no lo podía creer, abrieron la puerta del baño y entraron.

IMAGINATE.

Un poco me la esperaba. Había dicho que algo iba a cambiar. Se había hecho la dormida, pensé. Pero no llegué a pensar mucho más.

—Jorge (le cambié el nombre al viejo), sacá la basura, eh.

Era la madre. Yo me estaba tocando. Era cualquiera. Había avisado que me iba a bañar además. No me solté la pija, pero tampoco seguí mucho que digamos. Tenía mucho miedo de que se diera cuenta. Quería responderle, pero no quise que fuera muy incómodo. No sé. Nunca me había pasado algo así. Se me ocurrió chistar y eso hice.

—Bueh —dijo la vieja, medio en otra. No se dio cuenta pensaba. No se dio cuenta. No se dio cuenta— después vení al estudio así no jodemos que los chicos deben re estar durmiendo.

Te espero o algo así agregó después de hacer pis y se fue. A mí el corazón me mataba. Estaba completamente aterrado. No sabía qué pensar. Tiene unos cuarenta y cinco, se le nota la edad, pero no se deja estar. Aunque va al gimnasio igual come bien. Y si bien nunca la miré mucho lo último que había dicho no me lo podía sacar de la cabeza.

Desde que miro porno que me cuesta un poco tocarme sin ver nada, pero en ese momento me olvidé de todo. La vieja con la misma ropa que en la mesa, después de cocinar, sobre la mesa, agarrándola de los pelos en cuatro, en un camisoncito, tragándola toda, con la hija cogiendo los tres sin que se entere el marido. En mi cabeza le hice de todo. Quería seguir, pero no terminaba más. Solo salí porque se me acababa el agua caliente.

Me vestí como pude. Volví al cuarto rapidísimo y me metí en la cama. La flaca dormía. Miré el mismo punto en el que pensaba antes de ducharme y me di cuenta de que no podía pensar en otra cosa. Me di cuenta de que aunque nunca le había prestado atención, aunque mi novia se levantara en el momento y quisiera hacerlo, lo que más quería en el mundo era cogerme a la vieja.

Era uno de esos momentos donde uno siente que todo cierra perfecto? Habían pasado como unos quince minutos. Salí de la habitación. Volví al baño haciéndome el boludo. Me quedé sentado en la mesa del living al final. Esperaba encontrarmela mágicamente. No podía ir al estudio. Pensaba en qué iba a pasar si iba el viejo y nos veía. No sé. Pero lo que no dejaba de pensar era en cogerme a la vieja. Como que en ese momento no dudaba de que si entraba al estudio íbamos a hacerlo. Me daba miedo nada más.

En eso escucho un ruido desde el estudio. Claro, no se me había ocurrido. Seguro el viejo había ido igual al estudio y estaban garchando. Pero no. Salió la vieja un poco en bolas. Onda remerita y bombacha e iba para su cuarto que queda al lado de la cocina. Pero me vio.

No sé qué cara tenía o que, pero me preguntó si me pasaba algo. Yo le dije que no. Me hice el boludo. Medio que se notaba que estaba medio incómoda porque estaba en bombacha, pero igual me preguntó.

—¿Estás seguro?

Yo no podía más. No sé. Tenía ganas de contarle. Tenía muchas muchas ganas de explicarle que me había masturbado pensando en ella y que era yo el de la ducha, que todo saliera bien y terminaramos cogiendo en la alfombra del living.

No dije nada y se sentó enfrente mío. Tenía una cara re de preocupación.

—Ey, qué pasa? Contame. Me podés contar.

Pero yo hacía un año y pico nada más que salía con la hija. No es que hubiéramos hablado mucho antes ni nada. No sé. Pero me acordé de la compañera de oficina y no sé cómo me dieron los huevos para decirle:

—Tengo muchas ganas de coger.

Ni yo lo podía creer. La vieja se tapó la boca. Pestañeó como tres veces. Se paró sin decir nada y fue hacia su cuarto. Le vi el orto todo lo que pude. Pensaba en que iba a ser la última vez que lo iba a ver. El viejo me iba a sacar a patadas a la calle y la verdad que tampoco me importaba ya mucho no ver más a mi novia.

Pero apoyó una oreja en la puerta. Estaba medio inclinada. Me di cuenta de que sacaba cola a propósito. Un poco podía ver cómo se abultaba la bombacha. Era violeta y un poco de encaje. Aunque eso me iba a dar cuenta después.

—Ronca. Vení.

Tuvo que volver a la mesa para arrastrarme de la mano. Me llevaba veinte años. Nunca la había agarrado de la mano. Me acuerdo que era súper fría. Me llevó al estudio sin hacer ruido y le dio llave. Cuando se dio vuelta me dio un beso al toque.

Fue incomodísimo. Me dio solo un pico. Pensé que iba a ser puro descontrol. Que le iba a meter mano al toque. Amasarle las gomas. Me dio otro beso. Le sentí la nariz dura contra la mía. Me dio otro pico. Se volvió a separar. Le di un beso yo en la boca. Tenemos más o menos la misma altura. Me fui dando cuenta de las cosas. Nos besamos. Yo no podía dejar de pensar. Así besa esta vieja. Le toqué un poco el culo. Se lo agarré y metía más lengua. Yo se lo agarré más fuerte y me empezó a sacar la remera. Levanté los brazos y hasta me puso un poco triste dejar de besarla. En ese segundo quería que me chupara la pija. Que se agachara y que hiciera todo lo que había imaginado. Pero se sacó ella la remera. Y me empujó despacio hacia un silloncito que había para sentarse. Me desabrochó el pantalón y me puso una mano en la boca. Se dio cuenta de que iba a decirle algo. Con la otra me tocó un poco por encima del bóxer. Se sentía muy bien. Pero quería sentir su mano. Se la agarré y la metí adentro. Hizo una sonrisa que no me la olvido más. Parecía de quince la vieja. La mano todavía estaba un poco fría. Y va a parecer una boludez re inventada, pero por primera vez sentí cómo se siente que te hagan una paja con un anillo. En un momento del placer me hace ver el techo y nada más. Cerré los ojos. Solo me la imaginaba chupándomela. Le agarré todo el pelo con las dos manos y me quise sentar y bajarla como para que me la chupe. Pero no le gustó nada.

Me sorprendí. Pensé que la había cagado. Que había agarrado confianza de más y que se iba a cortar todo.

Fue ahí sentado que le vi la bombacha mejor. Era de esas grande que tapan la cola casi completa. Yo no sé nada de lencería, pero tenía encaje, eso seguro. Con la poca luz que había igual le veía un poco los pelos. Se la sacó bien despacio de espaldas a mí. Le encantaba mostrarme el orto y tenía mucha razón. Yo se lo acaricie un poco y se lo hubiera tocado mucho más. Le puse la yema del pulgar encima de la concha que estaba muy humeda. Seguí un poco los labios con el dedo pero se dio vuelta. Puso un pie en el brazo del silloncito y dijo casi temblando.

—Chupamela.

La agarre del orto y la acerqué. A mí no me gusta hablar. Siento que si hablo la cago, pero un poco por eso creo que ya me estaba dejando llevar por la situación. Se apoyó re de golpe con las manos en la pared y dejó escapar un mini gritito. Con la lengua primero tanteé un poco. Tenía ese sabor típico, pero no mucho. Lo sentí un poco más y después subí hasta el clítoris. Si algo me enseñó el porno es que la dedicación te la recompensan bien. No tardé ni un segundo en clavarle el pulgar entero.

—Es muucho —decía y repitió un par de veces, pero yo seguí igual. Imaginate. No podía pensar en nada. Quería que no terminara más y por eso traté posta de grabarmelo en la cabeza. Juro que podría haber terminado ahí chupándosela. Me acuerdo que pise un poco el piso como para tratar de pensar en otra cosa y acordarme mejor de todo. Pero tocaba el piso como arañandolo con el pie y al mismo tiempo le comía la concha y le metía y sacaba el dedo. Abrí un poco los ojos para verla. Pero era medio rara la posición. Ella tenía una mano en la pared y con la otra se tapaba la boca. Me puse contento te juro, lo tomé como señal de que algo estaba haciendo bien.

Me paró. No dejaba de decir que era mucho. Tenía miedo de que por descansar pensáramos en algo que hiciera que paremos. Me agarro del brazo para sacarme del silloncito y se arrodilló ella mirando hacia la pared.

Por un segundo pensá en la mujer de 40 más buena que hayas visto en tu vida. Flaquita, culo gordo, lo que sea. A mí me gustan con el pelo corto y un poco serias. Pero da igual. No importa qué no va a haber nunca una mujer más buena que la vieja.

Sin moverse de ahí. Mirando a la pared me dijo en qué cajón había forros. Me encantaría poder poner su nombre. Y si me lee, sabé que tenés el culo más lindo del mundo. Pero no dejaba de decírselo mientras le tiraba del pelo y se la metía en cuatro mientras le decía también el nombre en el oído. Tenía muchísimas ganas de terminar. No daba más. Se lo dije y me dijo "sí, sí, sí, terminá", bien tranquila. Me dio una paz. Termine sin culpa con el forro, pero adentro. Quería grabarme el calor en la cabeza y sentía igual la situación como terminando. Todo el sueño, pensé en mi novia. Mal viaje mal.

Quería que siguiera dura para seguir. Onda habré acabado en tres o cuatro minutos, pero nunca había sentido una concha más caliente, mojada y suave, pero no.

Dijo que igual había terminado cuando se lo hice con la boca. Yo ni me había dado cuenta. Pero insistió que era verdad. Estuvo buenísimo, o algo así dijo. Al final la miré un poco a los ojos era medio triste la situación, me vestí y volví al cuarto.

Me di cuenta de que se quedó mirándome entrar. Mi novia dormía súper tranquila. Me dio la re culpa, pero había estado tan bueno. Me sentía bendecido mal. Necesitaba contárselo a alguien, pero no quiero que se entere nunca.

6 comentarios - La puta madre

FacuAmaya17
tremendo, un espectaculo!
PasoDeVerdad
Me dejó alzado mal. Nunca había engañado a nadie. Me re cuesta verla a la cara. Voy a ver cómo hago para volver a su casa y pedirle el whatsapp a la vieja. Como que quiero cogerme a la del laburo también, estoy re alterado. Es un camino de ida.
c10z
Que buen relato!!! Muy buena experiencia. Creo que no se vuelve de ahi..
celta05
Disfrutá el momento.
AmoVzla
Deja de pensar en la culpa o tu novia se dara cuenta que pasa algo lo hecho hecho esta solo disfruta del momento