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Aventuras cuckold 5

Todavía un poco atontado por los últimos eventos -por lo que iba descubriendo de Ceci pero también de mí mismo-, seguimos la rutina y a veces, cuando ella tenía ganas, por las noches ella me provocaba y me calentaba hasta lo indecible rememorando lo que había pasado. Por un lado me gustaba la seguridad que ella iba adquiriendo y, por el otro, por qué mentir, me calentaba también lo atrevida y sexy que estaba. A veces me masturbaba hablándome al oído de Juan y de su amigo, me llevaba durante el día a comprarle lencería y ropa nueva para salir, y yo me volvía loco. ¿Tenía, por fin, una hotwife?

Ceci me avisó por celular que el jueves saldría con amigas del colegio y que quería que fuera al bar con ellas, pero a otra mesa: “Quiero que seas mi ángel guardián”, me puso. Sumiso, obedecí aunque no quiso contestar más preguntas. Sí me pidió que la ayudara a prepararse y lo hice con gusto: se perfumó, se hizo las manos y los pies, elegimos un top bastante suelto con lentejuelas, maquillaje oscuro, una mini de cuero que le dejaba ver casi todo y, como siempre, sandalias de tacos bien altos.
Esa noche la acompañé al bar y, tal como me había ordenado, la dejé con sus amigas. La verdad que estaba medio aburrido mirando mi trago y lo que pasaba en al bar mientras ellas charlaban y reían y sólo me “desperté” al rato, cuando, luego de varios tragos, fue obvio que las chicas miraban a unos pendejos de la barra: se hacían las distraídas pero los miraban, los provocaban, histeriqueaban y la cosa entonces comenzó a interesarme. En un momento Ceci se levantó para buscar otro trago y uno se le acercó y le habló. Parecía que trataba de levantársela, pero yo no podía oír lo que decían. Pero pronto el chico volvió a la barra con los amigos y Ceci con las suyas. Al rato las chicas comenzaron a irse. Al parecer Ceci les anunció entonces que se quedaba, porque comenzaron a discutir un poco con ella y, un poco entre risitas, a mirar a los chicos. Pero al final se saludaron y se fueron. Mientras las miraba irse, dándose vuelta de vez para mirar a dónde estaba Ceci y riéndose entre ellas, pude ver también que el mismo pibe ya había vuelto al ataque. Esta vez Ceci lo dejó hacer, a pesar de que él (como cualquier pendejo en la veintena) se ponía medio cargoso y le toqueteaba torpemente el pelo o la rozaba, en lo que parecía un intento un poco torpe de cortejo.

La verdad es que pensé que Ceci le iba a dar el raje porque a ella le gustan los hombres más bien mayores, pero me sorprendí cuando le siguió hablando e incluso luego de unos minutos le apoyó una mano en el pecho. El chico se envalentonó. Mientras seguía hablándole y diciéndole cosas al oído que yo no alcanzaba a escuchar, Ceci a veces me miraba de reojo y sonreía. Luego me di cuenta de que, pese a que lo tenía a raya, no le sacaba la mano del pecho y que él comenzaba a acariciarle el mentón y a tirarle unos besos. Ella primero lo evitaba pero evidentemente se estaba haciendo desear, para volverlo loco. Hasta que él se cansó, le agarró la cabeza con las dos manos y le plantó un tremendo beso de lengua que duró un buen rato, mientras le acariciaba las caderas y los muslos a mi esposa y yo comenzaba a calentarme.

Luego de un largo rato de besuqueo, Ceci sacó su celular y escribió algo: al instante me llegó un corazoncito al whatsapp y eso fue todo. Nada más. Luego ella lo llevó de la mano afuera. Pagué y los seguí. Fueron hacia un callejón del costado del bar y, haciéndome el tonto a varios metros de distancia, haciendo como si mirase mi celular, pude mirar de reojo cómo se besaban y él la manoseaba sin tapujos. Ceci comenzaba a contonearse y retorcerse. Besándola cada vez más fuerte él le bajó el top y le dejó los pechos afuera y con la otra mano comenzó a toquetearla. Ceci gemía cada vez más fuerte, y yo escuchaba que decía “mmm… mmm… ¡mirá si me viera mi marido!”, y el pibe se calentaba más y la manoseaba cada vez más groseramente hasta que le bajó la tanga hasta las rodillas. Agitada, fuera de sí, ella lo dejó hacer. Estaba entregada. Él la puso contra la pared y la masturbó con una mano y la tenía del cuello contra la pared con la otra, y ella abría bien las piernas, fuera de sí, tiraba la cabeza hacia atrás para gozar mejor y gemía mientras comenzaba a acariciarle el bulto que crecía bajo el jean.

Ceci me miró un instante y el pibe dijo: “No te preocupes, linda, es un boludo: seguí”. Le lamió el cuello un ratito, lo que la vuelve loca, hasta que ella se arrodilló, le abrió la bragueta y sacó su pija afuera, que a esta altura estaba bien dura, y olvidándose por completo de mí pero también de que estaba en un sector semioscuro, pero al fin y al cabo en la calle, comenzó a mamársela. El chico apoyaba sus manos contra la pared y ella le acariciaba los huevos con la mano: comenzó lentamente, rodeando la pija, para hacerlo desear, luego le lamió los huevos y la ingle, mientras comenzaban a escucharse los gemidos del tipo, y luego repasó el tronco con la punta de la lengua hasta finalmente tragarse la cabeza entera, soltando algún gemido mientras a cada rato tomaba aire para seguir. El tipo bufaba y se arqueaba de placer. Ceci fue acelerando y lo pajeaba con una mano mientras él bombeaba en su boca cada vez más fuerte. Supuse que no iba a durar mucho tiempo. Hasta que, en efecto, él le apoyó la cabeza sobre la pared y, soltando algo que pareció un gruñido, le acabó sobre la cara a mi esposa: fue un chorro súbito, largo, intenso, y ella abría la boca tratando de tragarse el semen que le daba en la cara. Teniéndola todavía arrodillada contra la pared, él le esparció la leche que tenía en la mejilla y la comisura de la boca por toda la cara y le dijo “¿Cómo te gusta, eh?”. Y luego la besó, la levantó (Ceci ni trató de recuperar la tanga) y volvieron de la mano hasta la parte iluminada del callejón, donde estaba yo con un par de chicos que salían del bar. Con el ruido de los tacos de Ceci los chicos se dieron vuelta y vieron lo mismo que vi yo: al pibe arrastrando a mi esposa de la mano, un poco despeinada, con el top corrido y la cara toda brillosa, ruborizada, llamando a un taxi para dejarme solo y caliente como una moto.

3 comentarios - Aventuras cuckold 5

Shiwwo1 +1
Que hermosa milf se esta poniendo ceci!!
corsario43 +1
muy grosso el relato! que buena puta que tenés!