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El Bosque de Quilmes no para!

El Bosque de Quilmes no para!

El Bosque de Quilmes no para!


Hola amig@s de P! Ojalá les caliente el relato tanto como a mi el recuerdo y dejen su comentario, saludos!!![/size]


Fue increíble. Semanas de pasión contenida, de una calentura casi inhumana. Meses de insinuaciones, de indirectas, de frases con doble sentido, de roces distraídos de nuestros cuerpos al pasar cerca. Por qué no se dio antes? Quizás por el simple hecho de que era la mejor amiga de mi novia. Y mira que en tiempos pasados la busqué de mil maneras, la chamuyé a mansalva, le hice ver las "ventajas" de estar conmigo, le prometí un sin fin de cosas incomprobables... y nada. Ella dura, no quería nada conmigo. Ahora, desde el día mismo en que empecé a cogérmela a Débora, ella me miró con otra cara. "Ella" es Cecilia. Rubia, pelo corto, ojos verdes. Una onda a Meg Ryan de joven, para que visualices.


El Bosque de Quilmes no para!


Un cuerpo hermoso la flaca. Usaba jeans ajustados y musculosa siempre, un look que me encanta.
La primera salida que hicimos en grupo después de que Débora y yo ya estábamos juntos (éramos 4 flacos  y 5 chicas, todos amigos), fuimos a El Bosque, en Quilmes. Cecilia no dejó de mirarme en toda la noche, y le pedía permiso en joda a Débora para bailar conmigo. Alcohol, baile, roces, apoyadas, miradas, más alcohol... la noche estuvo muy caliente. Cuando salimos del boliche para irnos, se van 2 de los pibes con 2 de las chicas en uno de los autos, y yo me subo con Débora atrás  del auto de mi mejor amigo, que iba con una de las pibas que se comía de copiloto. No sé si ya lo tenía pensado la turra o se dio así, pero Cecilia se subió última, dejándome en medio de Débora y ella. La cuestión que a las pocas cuadras yo estaba comiéndome la boca y manoseándome con Débora, y siento una mano en mi pierna... Ceci. Obviamente no me lo esperaba, y la situación me excitó por demás. Ceci me acariciaba, llegando muy cerca de mi entrepierna con su mano, y la volvía a bajar, todo esto mientras mi lengua se enredaba con la de Débora. En ese mismo momento Ceci acercó su boca a mi oreja y me pasó la lengua de arriba hacia abajo, mordiéndome el lóbulo y chupándolo cuando llegó a él. Juro que si no acabé en ese mismo momento fue por el cagazo que me daba que Débora se hubiera dado cuenta de la situación! Lejos de eso, me besaba como si nada, media caliente, media borracha. Bue, tres cuartos borracha, la verdad habíamos chupado de todo.  Yo no quería sacar mi mano de la cintura de Débora para sacarla un poco a Ceci, por miedo de que abra los ojos, y la otra la tenía atrapada entre Débora y el asiento, así que la dejé que hiciera nomás. Y la hija de puta siguió haciendo. Mientras que ahora empezó a lamerme y darme besitos muy suaves en el cuello, llevó su mano hasta mi entrepierna y empezó a acariciarme la verga, a esa altura muy parada, sobre el jean. A mi ya no me importaba nada. A Ceci menos obviamente.


El Bosque de Quilmes no para!


Yo me quería acostar con las dos. Mi primer trío! Pero faltaba mucho para eso. Débora jamás lo iba a aceptar. La conocía demasiado, estaba seguro que antes nos cagaba matando a mí y a Ceci de mil puñaladas. Como no quería ser tapa de Crónica, giré lo más que pude para el lado de Débora, dándole a entender a Ceci que parara.
Mi amigo frenó en una YPF, y nos bajamos a comprar chicles y puchos. Débora dijo que se sentía mareada, que se quedaba en el auto. Bajamos y apenas nos separamos un poco de las dos chicas, mi amigo me dice:

-Pedazo de hijo de puta!
-Que pasó Fer? - me hago el recontra pelotudo.
 -Dale forro! Vi todo por el espejo retrovisor! Si Deby te ve te corta los huevos con un Tramontina oxidado!
-Bueno boludo, qué queres que haga!?
- No sé, pero si Kari se da cuenta (la otra amiga que iba adelante con él) se pudre todo!

Tenía razón! Karina! Ni se me pasó por la cabeza, pero si llegaba a girar un poco el cuello y ver lo que pasaba en el asiento de atrás... uffff.
Compramos y volvimos al auto. Débora se había dormido. Obvio no la desperté. Arrancamos de nuevo. Sentí como Ceci me comía con la mirada. Gire la cara y nos quedamos mirándonos a los ojos unos segundos. Es increíble como uno puede decirse absolutamente todo sin pronunciar palabra. Vi su deseo. Podía palparlo casi. Supe que nos íbamos a coger de una manera poco convencional. Que las consecuencias iban a ser nefastas... pero inevitables. No pensaba parar. Ella menos. Acercamos nuestras bocas al mismo tiempo, y empezamos a besarnos como si se acabara el mundo. Yo rezaba que entre la música alta y el alcohol en sangre Karina no se diera cuenta de nada. Nos rescatamos un poco. Llegamos a mi casa. Ahí bajamos Ceci, Débora y yo.

-Segura no querés que te alcance yo, Ceci? - preguntó Fer para no levantar sospechas.
-No Fer gracias, Uds. van para el otro lado... me tomo un remis de acá ahora.  
-Dale boluda, si tengo que sacar el auto para llevarla a Deby en un rato, te tiro yo (vivía a la vuelta encima)- opiné.

Fer obviamente no insistió y arrancó con Kari. Subimos a mi depto. Débora se sacó los zapatos y se tiró en el sofá.

-No doy más -llegó a decir antes de dormirse de nuevo.  
-Ahora te hago un café y te llevo- le dije... nunca supe si llegó a oírme.

Silencio. Otra vez mirada cómplice con Ceci. Me hace seña con el dedo para que me acerque. Obedezco. Era suyo ya.




El Bosque de Quilmes no para!


El Bosque de Quilmes no para!






Retomamos nuestros besos. Las lenguas húmedas, calientes. Mi dormitorio estaba al lado del sofá donde dormía Deby. No era una opción. Sin dejar de besarnos y tocarnos frenéticamente, la fui guiando hasta el lavadero, que estaba en el rincón más alejado del depto. Le saqué la musculosa. El corpiño voló también. Unas tetas mil veces imaginadas por mi quedaron por fin ante mis ojos. Chiquitas, paraditas, preciosas. Me desabrochó el cinturón. Desprendió el botón de mi jean.  Bajó mi bragueta. Dejó de besarme, me miró a los ojos y se metió los dedos en la boca. Les pasó su lengua con una cara de puta en celo descomunal. Casi me explota la cabeza. Las cabezas, para ser franco. Llevo su mano por debajo de mi boxer. Encontró mi pija que estaba muy gorda a esas alturas. Usó sus dedos húmedos para pasarlos por toda la cabeza de mi verga. Los subía y los bajaba, pajeándome solo la cabeza, sin sacarla completamente del boxer, mientras me chupaba la lengua nuevamente. No quería acabar en seguida, así que le saqué el jean y la tanguita diminuta que traía puesta.


El Bosque de Quilmes no para!

La senté en la mesada, le separé bien las piernas y empecé a chuparle la concha. Absolutamente depiladita, muy suave y absolutamente empapada. Arqueó su espalda hacia atrás y gimió muy fuerte. Ni me animé a mirar hacia la puerta, seguí en lo mío. Me agarro fuerte de los pelos y me dijo:

-Mmmmm si hijo de puta... chupame toda la concha!

El Bosque de Quilmes no para!


El Bosque de Quilmes no para!


Mi lengua subía y bajaba por toda su vulva. Se la quería comer íntegra. Cuando llegué al clítoris ya estaba muy parado y duro. Me encanta lamerlo cuando está así, por lo que me concentré en él y lo lamí un rato largo en círculos, de afuera hacía adentro. Sus gemidos se intensificaron, al igual que sus espasmos.

-Acabame en la boca putita- le ordené casi.

Su orgasmo fue fantástico. Tres o cuatro chorros con los que me empapó la cara, acompañados de un gran temblor y un grito de placer.

-Por favor cogeme toda - soltó.

Me bajé el jean y el boxer hasta los tobillos y la penetré con ganas. Ella sentada en la mesada, atenazó sus piernas en mi espalda. Nos comíamos la boca apasionadamente. Ella me tiraba del pelo. Yo incrementé el ritmo de mis embestidas. No iba a aguantar mucho más. Ella se dio cuenta, porque me dijo:

-Quiero toda tu lechita en mi boca.

Qué dulces palabras. Se me ocurren pocas frases más perfectas que ésta. Ni bien la escuché salí de adentro de ella. Ella saltó al piso, se arrodilló y en el mismo movimiento agarró mi pija y se la metió en la boca. La sobó un par de veces con la mano mientras aguardaba mi regalito con la boca abierta y su lengua rozando la cabeza de mi verga.


El Bosque de Quilmes no para!



Debo haber acabado medio litro. Ella recibió todo con mucho gusto. Me mostró su boca llena de leche antes de tragarse hasta la última gota.
Divina. Un ángel. Ceci se fue para el baño y yo le llevé un café a Débora, que seguía desmayada en el sofá. Los tres tomamos café entre risas. Por suerte no se había percatado de nada.  



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7 comentarios - El Bosque de Quilmes no para!

Pervberto +1
El riesgo que multiplica el placer...
Neotete +1
tal cual! gracias maestro
kramalo +1
no podes..!! jaja..!! ésos son polvazos que uno no se olvida más...ja! hubo más..? saludos.
Neotete
si cogimos un par de veces más... en público! jaja
veteranodel60 +1
Lo prohibido es lo más placentero y exitante que hay felicitaciones y van puntos
Neotete
gracias maestro!