Soy de los afortunados que tiene una mujer de las que, sexualmente hablando, está dispuesta a probar nuevas sensaciones
En los últimos 10 años la atracción que producía mi suegra sobre mí ha ido aumentando e, inconscientemente hacía cosas para intentar, no sé si, provocarla o excitarla. Al llegar o despedirse, le besaba lo más cerca posible de la comisura de los labios, siempre intentaba halagarla, no evitaba los roces cuando estábamos cerca y un día, en una boda, mientras bailábamos la apreté hacia mí durante todo el baile, para sentir sus grandes pechos en mi cuerpo.
Ella nunca me dio pie a nada, pero a mí me parecía que, a veces, le veía un brillo de excitación en los ojos,A mi mujer le comenté más de una vez que su madre me atraía bastante y, medio en broma, que sería una solución fantástica para poder tener sexo que yo tenía, incluso haciendo un «menage a trois», pero de ahí no pasó la cosa.
Mi suegra venía a casa de visita siempre con el imbécil de su marido y cuando lo hacía sola, el no tardaba en llegar, pero, un día, vino sola y dijo que su marido no vendría, que había ido a hablar de negocios con no sé quién y que estaría todo el día fuera me dispuse a pasar un día agradable con mi mujer y mi suegra.
Estuvimos hablando de diversos temas, y a medida que iban pasando las horas, , hablamos de temas que cuando estaba él nunca salían,
Empezamos a hablar de sexo con segunda intención, en tono de broma y cuando estábamos todos en la cocina preparando la comida, mi mujer le agarro los pechos a su madre, sopesándolos y diciendo «que grandes los tienes mirándome a mí me espetó «toca, toca» y mi suegra dijo «compara». Yo, tímidamente,agarre un pecho en cada mano y apreté con suavidad, y noté claramente como, por debajo de la ropa, los pezones de mi suegra se erguían rápidamente,
Bajo esa sensación, no pude reprimir el acto reflejo de apretar un poco mas esos pechos que rebosaban mis manos, que no eran turgentes pero si de un tacto agradable, sin llegar a ser fláccidos.
A mi suegra le subió un ligero rubor a la cara y sus ojos destellaron con un brillo especial y a mí me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo. Inmediatamente retiré mis manos y continuamos charlando como si no hubiera pasado nada. , volvimos a nuestras jocosas charlas de sexo y poco a poco fuimos derivando la conversación hacia el tema de los orgasmos.
Mi mujer empezó a decir que era lo más maravilloso del mundo y que algunos, con su intensidad, parecían quitarte el sentido, a lo que mi suegra contestó que «no era para tanto» y que ella, eso del sexo lo hacía por cumplir con su marido. Entonces, tanto mi mujer como yo, empezamos a decirle que estaba equivocada, que era fantástico y a describirle sensaciones que sentíamos los dos. A mi suegra la cara le iba cambiando
Mi mujer me miraba a mí
Entonces, dirigiéndome a ella le comenté las veces que habíamos hablado de la diferencia de apetito sexual que teníamos entre los dos, la cual yo arreglaba con la masturbación, y que esa podría ser una solución para nosotros y para su madre. Esas palabras hicieron cambiar la cara de mi mujer en la cual vi una cierta complicidad.
Entonces le dije a mi suegra si no le había gustado cuando le toqué los pechos, a lo que ella contestó con un silencioso rubor, y que si nunca había pensado en mí como hombre y no como yerno. Ella, balbuceante, me dijo, tímidamente, que alguna vez, pero sin sexo. Además, adujo que no lo podría hacer por que, al desnudarse delante de mí y verme desnudo, se moriría de vergüenza, y que yo era el marido de su hija, a la que quería mucho. Entonces se me ocurrió una idea.
mi mujer, nunca había visto a nadie haciendo el amor, exceptuándonos a nosotros mismos en el espejo, y siempre me decía que era una cosa que le gustaría. Mi propuesta fue la siguiente: Mi suegra entraría en nuestra habitación y se desnudaría, se pondría en la cama y se taparía con la sábana, Entonces entraría yo, le pondría un antifaz de los que se usan para dormir con luz, para que no viera nada, le ataría suavemente manos y pies a las patas de la cama, para evitar que su pudor opusiera resistencia, retiraría la sábana y entonces me desnudaría yo.
mi mujer entraría cuando todo estuviera preparado para poderlo ver detenidamente. Las dos se miraron a los ojos y una mirada de complicidad las unió. Me miraron a mí y casi con un susurro dieron su conformidad. Nos pusimos manos a la obra. Todos estábamos bastante nerviosos, pero la aventura merecía la pena.
Mi suegra se metió en la habitación y cerró la puerta. Yo agarre a mi esposa y le dije que cuando entrara en la habitación, lo hiciera desnuda, que su madre no le vería, que si necesitaba masturbarse, lo hiciera y que si en un momento dado deseaba participar, me haría muy feliz. mi suegra llamó suavemente, diciendo que ya estaba lista.
Abrí la puerta y la encontré estirada en el lecho tapada con la sábana. Me acerqué, me senté en la cama y acerqué mi rostro al suyo para besarla en los labios, pero ella me lo impidió, diciendo que le daba vergüenza, y que le tapara los ojos.
Así lo hice. Le tapé los ojos con el antifaz, comprobé que no veía nada y entonces si le di un suave beso en los labios, al que respondió trémulamente. Seguí besándola con dulzura en los labios, en el cuello, en las mejillas, mientras su respiración se iba agitando lentamente. Intente darle un beso más profundo introduciendo un poco mi lengua entre sus labios,
. Empecé a besarla con suavidad, abriendo sus labios lentamente con mi lengua y sintiendo sus temblores. Cuando mi lengua rozó con la suya, un suspiro salió de su pecho. Nos estuvimos besando en silencio durante varios minutos, cada vez con más ardor. Nuestras lenguas ya se enroscaban y exploraban nuestras bocas. A través de la sábana se notaban sus pezones erectos, y mi pene se encontraba en un estado muy similar.
Separé mi boca de la suya y, en ese momento me dijo eres maravilloso. Nunca había sentido nada igual» «Pues aún no hemos empezado» le dije. Y otro suspiro salió de ella. Me levanté de la cama,agarre la sábana y la aparté sin brusquedades. Sabía que tenía que ir con mucha delicadeza, que es lo que nunca le habían dado.
Apareció su cuerpo tenia unos pechos grandes con los pezones voluminosos y una aureola un poco más oscura que su piel.
Entonces pude observar detenidamente su sexo. Estaba un poco abierto, con los labios hinchados y relucientes por la excitación. Me dirigí a la puerta, la abrí y me encontré con mi esposa totalmente desnuda al otro lado. Estaba preciosa.
ella entró en la habitación silenciosamente y se sentó en una silla del rincón, desde donde se veía la cama a la perfección. Me desnudé rápidamente y empecé a besar a mi suegra nuevamente, esta vez por todo el cuerpo. Besé todo su cuerpo, centímetro a centímetro, lentamente, lamiendo de vez en cuando, pero siempre evitando su sexo y sus pechos, que ya lucían unos pezones tremendamente erectos.
Lentamente empecé a lamerlos, titilando con mi lengua en la punta del pezón y, de golpe lo introduje en mi boca, succionándolo a la vez que mi lengua seguía titilando, a lo que mi suegra respondió con un gemido. Seguí lamiendo, succionando y acariciando aquellos voluminosos pechos con fruición mi suegra iba suspirando y gimiendo continuamente.
Mientrasmi mujer no se perdía detalle, mirando desde la silla, y se acariciaba suavemente los pechos, con un ritmo similar al mío con su madre. Lamiendo, besando y succionando, fui bajando de los pechos al abdomen y de allí a la entrepierna.
Le metí lentamente la lengua en el interior de la vulva, dándole un largo y lento lametón desde las cercanías de su ano hasta rozar levemente su clítoris, que ya estaba totalmente hinchado y sobresaliendo Al sentir mi lengua, arqueó todo su cuerpo y soltó un alarido que me hizo comprender que estaba a punto de correrse. Paré inmediatamente y ella me dijo «¡Sigue, por favor, no me dejes así
Aparté mi boca de su vulva, me levanté y me arrodillé al lado de su cara. agarre mí mi verga, totalmente henchida, y empecé a acariciarle el rostro con la punta del glande. Le rocé suavemente los labios y le dije «bésala». Empezó a darle besos sin parar que, a los pocos segundos se convirtieron en lametones y, seguidamente, se introdujo la mitad de mi verga en la boca, succionándola ávidamente. Levanté la vista y encontré ami esposa mirándonos fijamente mientras se acariciaba un pecho con una mano y se frotaba delicadamente el clítoris con un dedo de la otra.
Mientras mi suegra me succionaba la apija a, le dije a mi esposa que se acercara y le di un profundo beso en la boca, mientras mi mano se perdía en su húmedo sexo. Saqué mi pene excitado de la boca de mi suegra y volví a besarla mientras mi mujer se apoderó de mi sexo y lo chupo con lujuria.
Mientras seguía lamiendo y chupando mi pija bajé y empece a chuparle la concha a mi suegra
Dejé de succionar mientras ella decía «¡sigue, sigue!», saqué mi pija de la boca de mi esposa y le dije que se pusiera sobre la cara de su madre, pero sin llegar a tocarla, de manera que su vulva deliciosa quedara rozando la boca de mi suegra. Así lo hizo, quedando de rodillas con las piernas abiertas sobre la cara de su madre, quedando su sexo mojado y abierto a escasos milímetros de la boca jadeante de mi suegra Se apoyaba con las manos en la cama, quedando frente a mí, cara a cara, que estaba entre las piernas de mi suegra
Entonces, le dije a mi suegra «¡saca la lengua y lame y chupa todo lo que encuentres!», a lo que ella obedeció inmediatamente, parando momentáneamente al encontrar algo diferente a lo que ella se imaginaba, pero en ese momento, le introduje mi pija hasta los testículos, y empecé a bombear, mientras con el dedo gordo de mi mano derecha le frotaba el clítoris. Bajo esa sensación mi mujer le agarraba las tetas y, entre suspiro y suspiro, me besaba a mí.
Mi suegra empezó a gemir y, viendo que su orgasmo estaba a punto de estallar
El sentir la lengua de mi mujer en su entrepierna, sumado al vaivén de mi mi pija dentro de su vagina, fue lo que desencadenó la explosión orgásmica en el cuerpo de ella , que, con la boca pegada al clitoris de su hija, chupando lamiendo y sorbiendo todos los jugos más íntimos de mi mujer, empezó a revolverse a un ritmo de locura, dando unos alaridos desorbitados, que solo quedaban amortiguados por el hecho de tener la boca taponada por la vulva de mi mujer. El orgasmo tuvo que ser formidable, por la duración, movimientos y sonidos que emitió mi suegra.
Una vez se hubo calmado y viendo que a mi mujer también estaba muy excitada, decidí cambiar de postura, para poder descansar un poco y tratar de retardar mi orgasmo, que también estaba cer. Le dije que se levantara, mientras ella solo repetía ha sido fantástico, maravilloso
Me senté en la cama apoyando la espalda en la cabecera e hice que que mi mujer se sentara sobre mí dándome la espalda, introduciéndose mi miembro totalmente, lo que ya le produjo un intenso placer. Me deslicé un poco hacia abajo en la cama, quedando medio acostados y le dije que abriera bien las piernas.
No hizo falta decirle a mi suegra que le hiciera nada , ya que viéndola penetrada y con su sexo abierto y mojado, inmediatamente se lanzó a comérselo con ganas y gratitud. mi mujer al sentirse cogida y comida por su marido y su madre, empezó a gemir y a gritar de placer, empezando, casi inmediatamente, a disfrutar de un orgasmo intenso y duradero.
sintiendo que mi verga estaba a punto de explotar, les dije a las dos que me la chupen Yo sentía un placer inmenso. El orgasmo llegó a mí en formidables el semen empezaron a salir de mi erecto nabo.
mi mujer lamía y engullía toda mi leche, se lanzó a imitarla, y entre las dos, devoraron hasta la última gota de mi esperma. La intensidad de los orgasmos nos dejó en un estado de relajación muy agradable y nos quedamos los tres abrazados en la cama, sin decir ni una palabra, durante un buen rato
En los últimos 10 años la atracción que producía mi suegra sobre mí ha ido aumentando e, inconscientemente hacía cosas para intentar, no sé si, provocarla o excitarla. Al llegar o despedirse, le besaba lo más cerca posible de la comisura de los labios, siempre intentaba halagarla, no evitaba los roces cuando estábamos cerca y un día, en una boda, mientras bailábamos la apreté hacia mí durante todo el baile, para sentir sus grandes pechos en mi cuerpo.
Ella nunca me dio pie a nada, pero a mí me parecía que, a veces, le veía un brillo de excitación en los ojos,A mi mujer le comenté más de una vez que su madre me atraía bastante y, medio en broma, que sería una solución fantástica para poder tener sexo que yo tenía, incluso haciendo un «menage a trois», pero de ahí no pasó la cosa.
Mi suegra venía a casa de visita siempre con el imbécil de su marido y cuando lo hacía sola, el no tardaba en llegar, pero, un día, vino sola y dijo que su marido no vendría, que había ido a hablar de negocios con no sé quién y que estaría todo el día fuera me dispuse a pasar un día agradable con mi mujer y mi suegra.
Estuvimos hablando de diversos temas, y a medida que iban pasando las horas, , hablamos de temas que cuando estaba él nunca salían,
Empezamos a hablar de sexo con segunda intención, en tono de broma y cuando estábamos todos en la cocina preparando la comida, mi mujer le agarro los pechos a su madre, sopesándolos y diciendo «que grandes los tienes mirándome a mí me espetó «toca, toca» y mi suegra dijo «compara». Yo, tímidamente,agarre un pecho en cada mano y apreté con suavidad, y noté claramente como, por debajo de la ropa, los pezones de mi suegra se erguían rápidamente,
Bajo esa sensación, no pude reprimir el acto reflejo de apretar un poco mas esos pechos que rebosaban mis manos, que no eran turgentes pero si de un tacto agradable, sin llegar a ser fláccidos.
A mi suegra le subió un ligero rubor a la cara y sus ojos destellaron con un brillo especial y a mí me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo. Inmediatamente retiré mis manos y continuamos charlando como si no hubiera pasado nada. , volvimos a nuestras jocosas charlas de sexo y poco a poco fuimos derivando la conversación hacia el tema de los orgasmos.
Mi mujer empezó a decir que era lo más maravilloso del mundo y que algunos, con su intensidad, parecían quitarte el sentido, a lo que mi suegra contestó que «no era para tanto» y que ella, eso del sexo lo hacía por cumplir con su marido. Entonces, tanto mi mujer como yo, empezamos a decirle que estaba equivocada, que era fantástico y a describirle sensaciones que sentíamos los dos. A mi suegra la cara le iba cambiando
Mi mujer me miraba a mí
Entonces, dirigiéndome a ella le comenté las veces que habíamos hablado de la diferencia de apetito sexual que teníamos entre los dos, la cual yo arreglaba con la masturbación, y que esa podría ser una solución para nosotros y para su madre. Esas palabras hicieron cambiar la cara de mi mujer en la cual vi una cierta complicidad.
Entonces le dije a mi suegra si no le había gustado cuando le toqué los pechos, a lo que ella contestó con un silencioso rubor, y que si nunca había pensado en mí como hombre y no como yerno. Ella, balbuceante, me dijo, tímidamente, que alguna vez, pero sin sexo. Además, adujo que no lo podría hacer por que, al desnudarse delante de mí y verme desnudo, se moriría de vergüenza, y que yo era el marido de su hija, a la que quería mucho. Entonces se me ocurrió una idea.
mi mujer, nunca había visto a nadie haciendo el amor, exceptuándonos a nosotros mismos en el espejo, y siempre me decía que era una cosa que le gustaría. Mi propuesta fue la siguiente: Mi suegra entraría en nuestra habitación y se desnudaría, se pondría en la cama y se taparía con la sábana, Entonces entraría yo, le pondría un antifaz de los que se usan para dormir con luz, para que no viera nada, le ataría suavemente manos y pies a las patas de la cama, para evitar que su pudor opusiera resistencia, retiraría la sábana y entonces me desnudaría yo.
mi mujer entraría cuando todo estuviera preparado para poderlo ver detenidamente. Las dos se miraron a los ojos y una mirada de complicidad las unió. Me miraron a mí y casi con un susurro dieron su conformidad. Nos pusimos manos a la obra. Todos estábamos bastante nerviosos, pero la aventura merecía la pena.
Mi suegra se metió en la habitación y cerró la puerta. Yo agarre a mi esposa y le dije que cuando entrara en la habitación, lo hiciera desnuda, que su madre no le vería, que si necesitaba masturbarse, lo hiciera y que si en un momento dado deseaba participar, me haría muy feliz. mi suegra llamó suavemente, diciendo que ya estaba lista.
Abrí la puerta y la encontré estirada en el lecho tapada con la sábana. Me acerqué, me senté en la cama y acerqué mi rostro al suyo para besarla en los labios, pero ella me lo impidió, diciendo que le daba vergüenza, y que le tapara los ojos.
Así lo hice. Le tapé los ojos con el antifaz, comprobé que no veía nada y entonces si le di un suave beso en los labios, al que respondió trémulamente. Seguí besándola con dulzura en los labios, en el cuello, en las mejillas, mientras su respiración se iba agitando lentamente. Intente darle un beso más profundo introduciendo un poco mi lengua entre sus labios,
. Empecé a besarla con suavidad, abriendo sus labios lentamente con mi lengua y sintiendo sus temblores. Cuando mi lengua rozó con la suya, un suspiro salió de su pecho. Nos estuvimos besando en silencio durante varios minutos, cada vez con más ardor. Nuestras lenguas ya se enroscaban y exploraban nuestras bocas. A través de la sábana se notaban sus pezones erectos, y mi pene se encontraba en un estado muy similar.
Separé mi boca de la suya y, en ese momento me dijo eres maravilloso. Nunca había sentido nada igual» «Pues aún no hemos empezado» le dije. Y otro suspiro salió de ella. Me levanté de la cama,agarre la sábana y la aparté sin brusquedades. Sabía que tenía que ir con mucha delicadeza, que es lo que nunca le habían dado.
Apareció su cuerpo tenia unos pechos grandes con los pezones voluminosos y una aureola un poco más oscura que su piel.
Entonces pude observar detenidamente su sexo. Estaba un poco abierto, con los labios hinchados y relucientes por la excitación. Me dirigí a la puerta, la abrí y me encontré con mi esposa totalmente desnuda al otro lado. Estaba preciosa.
ella entró en la habitación silenciosamente y se sentó en una silla del rincón, desde donde se veía la cama a la perfección. Me desnudé rápidamente y empecé a besar a mi suegra nuevamente, esta vez por todo el cuerpo. Besé todo su cuerpo, centímetro a centímetro, lentamente, lamiendo de vez en cuando, pero siempre evitando su sexo y sus pechos, que ya lucían unos pezones tremendamente erectos.
Lentamente empecé a lamerlos, titilando con mi lengua en la punta del pezón y, de golpe lo introduje en mi boca, succionándolo a la vez que mi lengua seguía titilando, a lo que mi suegra respondió con un gemido. Seguí lamiendo, succionando y acariciando aquellos voluminosos pechos con fruición mi suegra iba suspirando y gimiendo continuamente.
Mientrasmi mujer no se perdía detalle, mirando desde la silla, y se acariciaba suavemente los pechos, con un ritmo similar al mío con su madre. Lamiendo, besando y succionando, fui bajando de los pechos al abdomen y de allí a la entrepierna.
Le metí lentamente la lengua en el interior de la vulva, dándole un largo y lento lametón desde las cercanías de su ano hasta rozar levemente su clítoris, que ya estaba totalmente hinchado y sobresaliendo Al sentir mi lengua, arqueó todo su cuerpo y soltó un alarido que me hizo comprender que estaba a punto de correrse. Paré inmediatamente y ella me dijo «¡Sigue, por favor, no me dejes así
Aparté mi boca de su vulva, me levanté y me arrodillé al lado de su cara. agarre mí mi verga, totalmente henchida, y empecé a acariciarle el rostro con la punta del glande. Le rocé suavemente los labios y le dije «bésala». Empezó a darle besos sin parar que, a los pocos segundos se convirtieron en lametones y, seguidamente, se introdujo la mitad de mi verga en la boca, succionándola ávidamente. Levanté la vista y encontré ami esposa mirándonos fijamente mientras se acariciaba un pecho con una mano y se frotaba delicadamente el clítoris con un dedo de la otra.
Mientras mi suegra me succionaba la apija a, le dije a mi esposa que se acercara y le di un profundo beso en la boca, mientras mi mano se perdía en su húmedo sexo. Saqué mi pene excitado de la boca de mi suegra y volví a besarla mientras mi mujer se apoderó de mi sexo y lo chupo con lujuria.
Mientras seguía lamiendo y chupando mi pija bajé y empece a chuparle la concha a mi suegra
Dejé de succionar mientras ella decía «¡sigue, sigue!», saqué mi pija de la boca de mi esposa y le dije que se pusiera sobre la cara de su madre, pero sin llegar a tocarla, de manera que su vulva deliciosa quedara rozando la boca de mi suegra. Así lo hizo, quedando de rodillas con las piernas abiertas sobre la cara de su madre, quedando su sexo mojado y abierto a escasos milímetros de la boca jadeante de mi suegra Se apoyaba con las manos en la cama, quedando frente a mí, cara a cara, que estaba entre las piernas de mi suegra
Entonces, le dije a mi suegra «¡saca la lengua y lame y chupa todo lo que encuentres!», a lo que ella obedeció inmediatamente, parando momentáneamente al encontrar algo diferente a lo que ella se imaginaba, pero en ese momento, le introduje mi pija hasta los testículos, y empecé a bombear, mientras con el dedo gordo de mi mano derecha le frotaba el clítoris. Bajo esa sensación mi mujer le agarraba las tetas y, entre suspiro y suspiro, me besaba a mí.
Mi suegra empezó a gemir y, viendo que su orgasmo estaba a punto de estallar
El sentir la lengua de mi mujer en su entrepierna, sumado al vaivén de mi mi pija dentro de su vagina, fue lo que desencadenó la explosión orgásmica en el cuerpo de ella , que, con la boca pegada al clitoris de su hija, chupando lamiendo y sorbiendo todos los jugos más íntimos de mi mujer, empezó a revolverse a un ritmo de locura, dando unos alaridos desorbitados, que solo quedaban amortiguados por el hecho de tener la boca taponada por la vulva de mi mujer. El orgasmo tuvo que ser formidable, por la duración, movimientos y sonidos que emitió mi suegra.
Una vez se hubo calmado y viendo que a mi mujer también estaba muy excitada, decidí cambiar de postura, para poder descansar un poco y tratar de retardar mi orgasmo, que también estaba cer. Le dije que se levantara, mientras ella solo repetía ha sido fantástico, maravilloso
Me senté en la cama apoyando la espalda en la cabecera e hice que que mi mujer se sentara sobre mí dándome la espalda, introduciéndose mi miembro totalmente, lo que ya le produjo un intenso placer. Me deslicé un poco hacia abajo en la cama, quedando medio acostados y le dije que abriera bien las piernas.
No hizo falta decirle a mi suegra que le hiciera nada , ya que viéndola penetrada y con su sexo abierto y mojado, inmediatamente se lanzó a comérselo con ganas y gratitud. mi mujer al sentirse cogida y comida por su marido y su madre, empezó a gemir y a gritar de placer, empezando, casi inmediatamente, a disfrutar de un orgasmo intenso y duradero.
sintiendo que mi verga estaba a punto de explotar, les dije a las dos que me la chupen Yo sentía un placer inmenso. El orgasmo llegó a mí en formidables el semen empezaron a salir de mi erecto nabo.
mi mujer lamía y engullía toda mi leche, se lanzó a imitarla, y entre las dos, devoraron hasta la última gota de mi esperma. La intensidad de los orgasmos nos dejó en un estado de relajación muy agradable y nos quedamos los tres abrazados en la cama, sin decir ni una palabra, durante un buen rato
9 comentarios - invitamos a mi suegra a coger con nosotros
Como para no tenerle ganas a la suegra. y si tu mujer acompaña...sos el hombre mas afortunado.
Te envidio maestro 🙌