En una época demi vida, ahora ya muy lejana, en donde tenía problemas en el matrimonio ymientras tanto un compañero de oficina me mantenía sexualmente viva, casi soyparte de un trío.
Hace ya más de 10años, mi matrimonio comenzó a transitar por una crisis, por lo que había muypoco diálogo y, por supuesto, el sexo estaba ausente.
Por aquelentonces, mi cuerpo de un poco más de 30 años estaba bien conservado ynecesitaba saber que era apetecible.
Mi único hombrehabía sido el que era mi marido hasta ese entonces.
Yo me desempeñabacomo secretaria ejecutiva en un Laboratorio medicinal, por lo que siempre lucíabien.
Un buen día, uncompañero de trabajo, del departamento de ventas, entabla conversación y a lospocos días compartíamos el almuerzo y algún que otro café after office. Claroque de a poco, se enteró de mis problemas matrimoniales; y yo supe de suspreparativos de casamiento con su novia; pero nada evitó que un día mesorprendiera con un beso en la boca. Ese mismo día, terminamos en un hoteldespués del horario laboral.
Aún recuerdo losnervios de estar con otro hombre, pero poco duró, porque desató en mi unalujuria desconocida al sentir sus besos y caricias tan devotas. Me pidió que sela chupara, lo cual obedecí, sintiendo como me retiraba la blusa, el corpiño ybajaba el cierre de mi pollera. Por la concentración que tenía en la mamada, nosupe como quedé desnuda, aunque sólo me quedaban puestas mis medias negras deliga.
Me hizo suyavarias veces, no sabiendo que se podía tener más de un orgasmo en la misma jornada de sexo.
Al tiempo, noshabíamos convertido en amantes regulares, por lo que yo esperaba con ansiasnuestro encuentro; aunque yo seguía con mis problemas de matrimonio y él conlos preparativos de su boda.
En una denuestras tantas citas, después del horario de oficina, habíamos decidido tomaralgo de alcohol antes, por lo que paramos en un bar, camino al hotel. En elbar, la conversación era sobre puro sexo y nos confesábamos nuestras fantasías,las cuales no salían de lo normal. Él fantaseaba con hacerlo con dos mujeres ypor ende yo repetía el mismo trío, pero con dos hombres. El tema nos habíaacelerado el deseo de partir hacia el hotel, pero de pronto nos interrumpe unamigo de él; yo me sonrojé porque era la primera vez que nos cruzábamos conalguien; teníamos especial cuidado para que no nos descubrieran.
Su amigo se sumóa la mesa e invitó otra vuelta de copas, lo cual produjo en mí, un principio deborrachera.
La conversaciónseguía subida de tono, ya que su amigo sabía del compromiso de mi compañero yyo sólo podía cumplir el rol de amante, por lo que no me preocupé en disimulary confié en la discreción de él.
Al rato, a pesarde la amena conversación, me levanto para ir al toilette y aproveché a realizarseñas para irnos. Cuando vuelvo, ya había pagado la cuenta y nos dirigimos a lasalida.
Mi compañero meadvierte que alcanzaría a su amigo con el auto, porque quedaba en el caminohacia dónde íbamos.
Los tres nossentamos en el asiento delantero.
A las pocascuadras, mi amante había comenzado a tocarme la pierna como escusa de pasar loscambios de marcha del automóvil, mientras que yo experimentaba lasconsecuencias del alcohol ingerido.
Ya uno de susdedos llegaba a mi ingle, pero cuidaba que la pollera no se levantara tanto. Depronto, al oído me ordena que lo toque en su entrepierna, lo cual hice,procurando antes vigilar que no me descubriera nuestro acompañante. Noté que suerección era importante, como así también él verificaba mi humedad debajo de lapollera.
Al rato,nuevamente al oído, me ordena que metiera la mano, lo cual hice con muchadificultad y mucho disimulo. Bajé su cierre mirando a su amigo, pero esteestaba inmutable con la mirada hacia el costado de la ventanilla. Cuando metíla mano y verifique esa erección, volví a experimentar aquella explosivalujuria de la primera vez.
Mientrasinternamente pensaba y deseaba que nuestro acompañante llegara a destino, élnuevamente al oído, me ordena que se la chupe, lo cual me paralizó, pero dentrode mí quería obedecerlo. Sin salir de la sorpresa, y luego del salto por pasarencima de un pozo callejero, me incliné para hacerlo. Tomándolo con la mano, lodirigí a mi boca y comencé a lamerlo, pensando inocentemente que su amigorespetaría nuestra intimidad, lo cual hizo durante algunos minutos.
Los dedos de miamante ya jugaban descaradamente en mi clítoris, mientras su otra mano sosteníael volante.
Mi corazón volvióa detenerse al sentir que una mano grande y firme, había comenzado a acariciarla nalga que se mostraba, producto de mi inclinación.
Sorprendida porla situación, seguía succionando ese pene como mi única salvación, pero tambiénsentía los otros dedos que se hacían camino hacia mi ano y su otra mano yarecorrería mi muslo, subiendo la pollera y dejando asomar la liga de mí media.
Como si fuera laconciencia, apareció la cara de mi esposo en mi mente, despertando sentimientosencontrados.
Con la pija de miamante completamente dentro de mi boca, mientras él buscaba un lugar en dondeestacionar, y su amigo que ya me tenía tomada de mis caderas e intentandoacomodarme como para penetrarme de atrás, surgió una resistencia que me hizoincorporar e impedir que continuara lo que se estaba iniciando. Ellos muyrespetuosos me pidieron perdón, aclarando que se había dejado llevar por lasituación y yo asumiendo que estaba quedando como mojigata.
Esa fue la últimavez que estuve íntimamente con mi compañero de oficina, y al poco tiempotambién me divorcié de mi esposo.
Con el tiempo,cumplí esta fantasía, pero ya es otro relato.
Hace ya más de 10años, mi matrimonio comenzó a transitar por una crisis, por lo que había muypoco diálogo y, por supuesto, el sexo estaba ausente.
Por aquelentonces, mi cuerpo de un poco más de 30 años estaba bien conservado ynecesitaba saber que era apetecible.
Mi único hombrehabía sido el que era mi marido hasta ese entonces.
Yo me desempeñabacomo secretaria ejecutiva en un Laboratorio medicinal, por lo que siempre lucíabien.
Un buen día, uncompañero de trabajo, del departamento de ventas, entabla conversación y a lospocos días compartíamos el almuerzo y algún que otro café after office. Claroque de a poco, se enteró de mis problemas matrimoniales; y yo supe de suspreparativos de casamiento con su novia; pero nada evitó que un día mesorprendiera con un beso en la boca. Ese mismo día, terminamos en un hoteldespués del horario laboral.
Aún recuerdo losnervios de estar con otro hombre, pero poco duró, porque desató en mi unalujuria desconocida al sentir sus besos y caricias tan devotas. Me pidió que sela chupara, lo cual obedecí, sintiendo como me retiraba la blusa, el corpiño ybajaba el cierre de mi pollera. Por la concentración que tenía en la mamada, nosupe como quedé desnuda, aunque sólo me quedaban puestas mis medias negras deliga.
Me hizo suyavarias veces, no sabiendo que se podía tener más de un orgasmo en la misma jornada de sexo.
Al tiempo, noshabíamos convertido en amantes regulares, por lo que yo esperaba con ansiasnuestro encuentro; aunque yo seguía con mis problemas de matrimonio y él conlos preparativos de su boda.
En una denuestras tantas citas, después del horario de oficina, habíamos decidido tomaralgo de alcohol antes, por lo que paramos en un bar, camino al hotel. En elbar, la conversación era sobre puro sexo y nos confesábamos nuestras fantasías,las cuales no salían de lo normal. Él fantaseaba con hacerlo con dos mujeres ypor ende yo repetía el mismo trío, pero con dos hombres. El tema nos habíaacelerado el deseo de partir hacia el hotel, pero de pronto nos interrumpe unamigo de él; yo me sonrojé porque era la primera vez que nos cruzábamos conalguien; teníamos especial cuidado para que no nos descubrieran.
Su amigo se sumóa la mesa e invitó otra vuelta de copas, lo cual produjo en mí, un principio deborrachera.
La conversaciónseguía subida de tono, ya que su amigo sabía del compromiso de mi compañero yyo sólo podía cumplir el rol de amante, por lo que no me preocupé en disimulary confié en la discreción de él.
Al rato, a pesarde la amena conversación, me levanto para ir al toilette y aproveché a realizarseñas para irnos. Cuando vuelvo, ya había pagado la cuenta y nos dirigimos a lasalida.
Mi compañero meadvierte que alcanzaría a su amigo con el auto, porque quedaba en el caminohacia dónde íbamos.
Los tres nossentamos en el asiento delantero.
A las pocascuadras, mi amante había comenzado a tocarme la pierna como escusa de pasar loscambios de marcha del automóvil, mientras que yo experimentaba lasconsecuencias del alcohol ingerido.
Ya uno de susdedos llegaba a mi ingle, pero cuidaba que la pollera no se levantara tanto. Depronto, al oído me ordena que lo toque en su entrepierna, lo cual hice,procurando antes vigilar que no me descubriera nuestro acompañante. Noté que suerección era importante, como así también él verificaba mi humedad debajo de lapollera.
Al rato,nuevamente al oído, me ordena que metiera la mano, lo cual hice con muchadificultad y mucho disimulo. Bajé su cierre mirando a su amigo, pero esteestaba inmutable con la mirada hacia el costado de la ventanilla. Cuando metíla mano y verifique esa erección, volví a experimentar aquella explosivalujuria de la primera vez.
Mientrasinternamente pensaba y deseaba que nuestro acompañante llegara a destino, élnuevamente al oído, me ordena que se la chupe, lo cual me paralizó, pero dentrode mí quería obedecerlo. Sin salir de la sorpresa, y luego del salto por pasarencima de un pozo callejero, me incliné para hacerlo. Tomándolo con la mano, lodirigí a mi boca y comencé a lamerlo, pensando inocentemente que su amigorespetaría nuestra intimidad, lo cual hizo durante algunos minutos.
Los dedos de miamante ya jugaban descaradamente en mi clítoris, mientras su otra mano sosteníael volante.
Mi corazón volvióa detenerse al sentir que una mano grande y firme, había comenzado a acariciarla nalga que se mostraba, producto de mi inclinación.
Sorprendida porla situación, seguía succionando ese pene como mi única salvación, pero tambiénsentía los otros dedos que se hacían camino hacia mi ano y su otra mano yarecorrería mi muslo, subiendo la pollera y dejando asomar la liga de mí media.
Como si fuera laconciencia, apareció la cara de mi esposo en mi mente, despertando sentimientosencontrados.
Con la pija de miamante completamente dentro de mi boca, mientras él buscaba un lugar en dondeestacionar, y su amigo que ya me tenía tomada de mis caderas e intentandoacomodarme como para penetrarme de atrás, surgió una resistencia que me hizoincorporar e impedir que continuara lo que se estaba iniciando. Ellos muyrespetuosos me pidieron perdón, aclarando que se había dejado llevar por lasituación y yo asumiendo que estaba quedando como mojigata.
Esa fue la últimavez que estuve íntimamente con mi compañero de oficina, y al poco tiempotambién me divorcié de mi esposo.
Con el tiempo,cumplí esta fantasía, pero ya es otro relato.
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