Cuando yo tenía 12 años siempre iba con mi vieja a visitar ami tía, que en ese entonces andaba por los 40. Un cuerpo hermoso, unas tetasincreíbles, esa cola para el crimen, y una boca bien de putita. Claro que no seimaginaba lo que me calentaba. Obvio que a esa edad se te para todo, y no vesdonde ponerla.
Una vez yo estaba viendo tele en su casa, y salió del bañocon una toalla, que se fue sacando a medida que se acercaba a la puerta de supieza. Le vi todo el cuerpo desnudo, y mi verga tuvo un impacto. Recuerdo quecuando terminamos la estadía de esa vez, le robé una bombacha que puse entremis ropas en mi bolsito, y cuando llegué a casa me hice una bruta paja pensandoen lo que había visto, y todo lo que la deseaba.
Así pasaron los años, viéndola c ada vez menos seguido, perono olvidando jamás sus gemidos (cuando garchaba con mi tio era insoportable elruido, a tal punto que hasta mi vieja se ponía nerviosa de tanto que gemía).
Luego enviudó, yo me casé, y nunca pasó de una fantasíaincumplida. Por esas cosas de la vida, hoy está en un sanatorio, mi vieja tuvoque llevar a mi viejo a la capital por un problema de salud, y me pidió si nola podía cuidar yo un par de días. Me vine hasta su pueblo, observando sudecadencia, hoy una mujer de casi setenta años, con varias dolencias, y unestado permanente de semi-inconciencia. Bajo su bata blanca, se le divisan aúnsus pechos que fueron mi locura, y me agarró un morbo imposible de calificar.La enfermera me pidió que me quede solo con ella, que quería cenar con suscompañeras en la cocina del sanatorio. La penumbra ayudó a mis propósitos…primero saqué la verga, agarré la mano de la tía y empecé a pajearme… mi menteme llevaba a aquellas lejanas época… asi me fui calentando, ella se dejabahacer, yo le franeleaba una teta como podía, con la mano libre, y de pronto mesentí tentado a la máxima locura… le levanté la bata, la tía no tenía nadaabajo, la lubriqué un poco, con mi propio líquido preseminal la fui mojando, ycuando no di más, me subí sobre ella, la bombeé un rato, y le acabé bienadentro, lleno de gloria, pleno de pasión, desquitándome de todo lo que la habíadeseado… hasta creo que gimió un poquito, que íntimamente debe haber agradecidoa este sobrino que le devolvió un poco de vida… una vez que descargué toda mileche, la limpié un poco con mi pañuelo, esperando que la enfermera no se dieracuenta. Minutos después ella llegó, me preguntó cómo había estado mi tía, y nopude menos que decirle la verdad: Se portó de diez, es la paciente perfecta…megustaría venir más veces, le dije, y ella me miró, como extrañada…
Una vez yo estaba viendo tele en su casa, y salió del bañocon una toalla, que se fue sacando a medida que se acercaba a la puerta de supieza. Le vi todo el cuerpo desnudo, y mi verga tuvo un impacto. Recuerdo quecuando terminamos la estadía de esa vez, le robé una bombacha que puse entremis ropas en mi bolsito, y cuando llegué a casa me hice una bruta paja pensandoen lo que había visto, y todo lo que la deseaba.
Así pasaron los años, viéndola c ada vez menos seguido, perono olvidando jamás sus gemidos (cuando garchaba con mi tio era insoportable elruido, a tal punto que hasta mi vieja se ponía nerviosa de tanto que gemía).
Luego enviudó, yo me casé, y nunca pasó de una fantasíaincumplida. Por esas cosas de la vida, hoy está en un sanatorio, mi vieja tuvoque llevar a mi viejo a la capital por un problema de salud, y me pidió si nola podía cuidar yo un par de días. Me vine hasta su pueblo, observando sudecadencia, hoy una mujer de casi setenta años, con varias dolencias, y unestado permanente de semi-inconciencia. Bajo su bata blanca, se le divisan aúnsus pechos que fueron mi locura, y me agarró un morbo imposible de calificar.La enfermera me pidió que me quede solo con ella, que quería cenar con suscompañeras en la cocina del sanatorio. La penumbra ayudó a mis propósitos…primero saqué la verga, agarré la mano de la tía y empecé a pajearme… mi menteme llevaba a aquellas lejanas época… asi me fui calentando, ella se dejabahacer, yo le franeleaba una teta como podía, con la mano libre, y de pronto mesentí tentado a la máxima locura… le levanté la bata, la tía no tenía nadaabajo, la lubriqué un poco, con mi propio líquido preseminal la fui mojando, ycuando no di más, me subí sobre ella, la bombeé un rato, y le acabé bienadentro, lleno de gloria, pleno de pasión, desquitándome de todo lo que la habíadeseado… hasta creo que gimió un poquito, que íntimamente debe haber agradecidoa este sobrino que le devolvió un poco de vida… una vez que descargué toda mileche, la limpié un poco con mi pañuelo, esperando que la enfermera no se dieracuenta. Minutos después ella llegó, me preguntó cómo había estado mi tía, y nopude menos que decirle la verdad: Se portó de diez, es la paciente perfecta…megustaría venir más veces, le dije, y ella me miró, como extrañada…
3 comentarios - Con mi tía en el sanatorio