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Visitando al médico

Esta es una continuación de las historias reales con mi primo. Desde ya agradezco los puntos de mis seguidores. Espero no defraudarlos.


Edu y yo habíamos coincidido en un cumpleaños familiar, cada uno con sus respectivas esposas y charlando le comento que necesitaba hacerme un chequeo médico y me dice que durante la semana pase por su consultorio. La fiesta terminó y al despedirme le confirmé que pasaría en dos días, sugiriéndome que fuese cerca del mediodía ya que era el momento en que había menos pacientes.

Llegué al consultorio y me anuncié con la secretaria diciéndole que asistía sin turno por lo que ella fue a consultar y al regresar me dijo que no había problema, que esperara en la sala que el Dr. me iba a atender. 

Edu despidió al último paciente y me hizo señas para que ingresara, no sin antes indicarle a su secretaria que se fuera y cerrara con llave la puerta de entrada del consultorio. Nos saludamos y me preguntó que me andaba pasando. Conversamos un rato y me dijo que me sacara la camisa y aflojara el pantalón y que me recostara en la camilla.
Hice lo que me pidió y se acercó a mí para auscultarme mientras me preguntaba sobre mi relación en el trabajo y cómo me llevaba con mi mujer. Recorría mientras tanto con sus manos mi pecho y mi vientre, hundiendo sus dedos a la búsqueda de alguna zona inflamada, pero en verdad lo único que se estaba hinchando era mi pija. Lo notó y acarició levemente mi bulto, bajó mi pantalón un poco más y liberando mi verga del calzoncillo comenzó a subir y bajar la piel que la cubría.
Llevé mi mano a su bulto, lo comencé a frotar y bajé la cremallera ... él se aflojó el cinto para que terminara de caer su pantalón y como hacía varios años desde nuestra adolescencia, nos pajeamos mutuamente durante unos minutos.
Corrió mi piel hacia abajo y la metió íntegramente en su boca, casi hasta engullirse mis huevos.
La calentura y su habilidad para jugar con su lengua en mi frenillo hizo que acabara en segundos, tragándose hasta la última gota, mientras yo seguía sin decaer el ritmo de la paja para que, pasado un rato, llenara mi mano de leche.
Afuera había comenzado a llover y mientras nos limpiábamos y recordábamos viejas épocas, me dijo que pasar por su casa esa noche con mi esposa a cenar.
Nos despedimos con un beso y quedé en llevar una botella de vino.

La lluvia era fuertísima cuando llegamos a la casa de Edu. Nos recibió Mariela su esposa diciéndonos que mi primo había ido a la casa de un técnico porque tenían problemas con el horno de la cocina. Pasados unos 15 minutos, Edu llegó algo enojado diciendo que no había podido encontrar a nadie para que le solucione el problema, a lo que le sugerí que comprásemos comida en alguna rotisería.
Las mujeres se quedaron en la casa y nosotros fuimos en el auto de él a comprar algo para cenar.

La lluvia se había transformado en tormenta de viento y agua de una intensidad considerable y ni bien hicimos unas cuadras, mi primo estacionó sobre la vereda de una plaza inmensa para resguardarnos del tiempo y esperar que afloje un poco.
Obviamente no andaba nadie en la calle !! y casi sin emitir palabra alguna, Edu me besó y bajó a mi entrepierna, sacando mi pija y llevándosela a la boca... yo recliné el asiento y me acomodé para dejarle mas espacio y así también poder masturbarlo a él.
Los vidrios del auto estaban totalmente empañados y Edu dejó de chuparla y besándome me preguntó si me animaba a cogerlo ahí, en la calle, dentro del auto ... no lo dudé un instante y bajándome del todo el pantalón lo ayudé a sacarse el suyo y que se subiera encima mío.
Acomodó mi pija en la entrada de su culo y lentamente se la fue hundiendo hasta los huevos, luego de lo cual mientras cabalgaba sobre mí y me besaba, me decía al oído que iba a alquilar un departamento para que tuviésemos nuestro lugar para coger todas las veces que quisiésemos.
Y así, con mi pija ensartada al máximo, tomó el teléfono y encargó comida en una rotisería de la zona.
Como disponíamos de al menos una media hora más, cogimos despacio, gozando de cada subida y bajada, de besos profundos, hasta acabar y llenar su culo con mi leche.

Llegamos con la comida y recibimos la queja de nuestras mujeres por la demora... Mariela, su mujer, seguramente sospechaba lo que había pasado por lo que se dedicó a calmar a mi señora e invitándonos a sentarnos a la mesa, le pidió a Edu que descorche el vino, pero que antes se lave las manos.

Pocos días después recibí una llamada de mi primo pidiéndome que pasara al otro día por el consultorio que lo tenía que acompañar a un edificio: había conseguido un departamento para alquilar y quería que lo viésemos juntos.

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