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De swinger a cornudo 3

Esta es mi tercera entrega de la serie de relatos precedido de dos anteriores, cuyos links les dejo para los que no los leyeron:

http://m.poringa.net/posts/relatos/3360061/De-swinger-a-cornudo.html
http://m.poringa.net/posts/relatos/3368623/De-swinger-a-cornudo-2.html

Cuando arrancamos el tour desde Colonia, teníamos pensado ir hacia un pueblito de playa, conociendo al paso algo de Montevideo.

Salimos como estaba previsto a media mañana. También estaba previsto (por mi esposa) que ella con su nuevo amigo y guía de excursión, se sentarían atrás y que yo sería el conductor.

Todo fue muy tranquilo en el comienzo y yo no podía ver mucho más que los interminables besos que se daban y las manos de Walter escarbando bajo la blusa de Eva, arrancándole unos "ronroneos" y suspiros que me forzaban a tocar alternativamente mi bragueta y la palanca de cambios. Esto se veía por dos espejos con los que estaba dotado el auto, previstos para aquellas familias que transportan niños y puedan verlos con comodidad.

Ya saliendo a la ruta, mi mujer sentada detrás del asiento del acompañante, quitó el apoyacabeza de esa butaca, para poder poner sus delicados piececitos, que me vuelven loco sobre todo adornados por esos sensuales "zapatitos de puta" como ella misma les dice y que, en la mayoría de su extensa colección, son regalos de sus amantes, porque nunca quiso que se los compre yo.

Como comentario aleatorio, les cuento que mi dulce muñequita tiene, entre otras cosas, una fuerte inclinación por un discreto "exhibicionismo" con algo de provocativo "histeriqueo". Le encanta ser mirada y deseada, para lo cual usa todos esos recursos que ya mencioné. Ni yo soy la excepción a esa seducción, al punto que no perdí parada en algún semáforo o un tránsito tranquilo, para echar un vistazo a sus uñitas pinceladas con detalles simbólicos provocativos (en los que yo mismo colaboro pintando cuando me lo pide) y a lo que respondía sutilmente con movimientos eróticos de los deditos de sus pies...

Aunque no fue éste el caso, es oportuno mencionar que, en ciertas ocasiones, nos hemos divertido en algunas autopistas, con ella mostrando sus encantos semidesnuda con la ventanilla abierta y el asiento reclinado, a la vista de camioneros, pasajeros o colectiveros. Alguna vez les contaré de cuando en una oportunidad, ese divertimento se pasó de la raya en una estación de servicios y vivió una de esas pocas aventuras con desconocidos y que llamamos "las a ciegas".

Pero volviendo al viaje, el tema de los zapatos viene a cuento porque habiendo hecho unos 50 km, mi mujer, entredormida y enredada entre las manos de su amante, una por debajo de la calza adelante y la otra bajo la blusa a un costado, me tocó el hombro con su pie y me dijo "sacame..."

Era un poco peligroso desabrocharle las tiritas andando por la ruta, así que paré en la banquina. Le quité las sandalias, las puse en el asiento a mi lado y seguidamente se dirigió a Walter: "Ahora, mi vida..." El negro comenzó a empujar las calzas desde la cintura, eran tan ajustadas que arrastró un poco la tanga (tenía una manchita de humedad), se la volvió a subir y siguió "arriando" la prenda hasta salir por los pies. "Calzala de nuevo", me dijo el pelado con un tonito tipo orden (obviamente, los "zapatitos de puta" vendían la excitación pretendida por mi amor...)

Mientras luchaba para entrelazar las tiritas en las piernas, tiré el ojo hacia donde mi mujer separaba los muslos para dar lugar a los dedos de su amante y se oyeron los jadeos ahogados de su boca tapada por la del negrito. Ella separó los labios, apenas lo suficiente para decirme "¡Arrancá!" Y no bien puse el motor en marcha, la siguiente orden fue para él: "Metemelá" Y ahí nomás él: "¡Esperá cornudo, dame un forro..!" Mientras lo sacaba de la guantera y volvía a erguirme, el zapato izquierdo de mi mujer rozó mi cabeza, porque pasó esa pierna hacia mi lado, hasta apoyarlo en mi ventanilla junto al hombro. "Dale, arrancá", volvió con la orden mi mujer.

Fui al paso más lento que pude, para no perderme el espectáculo que, por los espejitos, ofrecía Eva penetrada y abierta "de par en par". Los vidrios con suave polarizado, protegían en parte mi privacidad, ya que la de ellos ni les importaba.

La inolvidable escena que me dieron a mirar durante más de media hora y escuchar el intercambio de palabras conteniendo "mamita...mi vida...tesoro...mi chiquita...haceme tuya...mi puta...así, papito...dame más...sí, mi cielo...penetrame..." dichas entre mi esposa y un tipo que la manosea y la posee, implica una mezcla de envidioso placer, que solo un cornudo que se precie es capaz de sentir.

No tiene caso que les cuente más detalles del trayecto hasta Montevideo, para no extenderme mucho en el relato y poder sí hacerlo con lo que pasó en esa ciudad. Hicimos un recorrido por ella como de una hora y media, pero aquí manejaba Walter con mi esposa al lado, sin sus calzas y en manifiesto muestreo para él, de la acostumbrada postura de pies sobre el tablero facilitando la incursión frecuente de la mano del negro por sus muslitos de blanco inmaculado, apenas tapados en parte por la blusa negra.

Habrán notado mi insistente referencia a las piernas de mi mujer. Y eso se debe a que, en mi opinión (y la de muchos hombres), es lo que se destaca más de su cuerpo, casi empatando con su culito precioso.

Bajamos a visitar algunos lugares de interés, en los que ellos siempre fueron tomados de la mano o abrazados, aparentando ser la pareja o el matrimonio, en abierta intención de que yo aparezca como un "allegado acompañante" discretamente ignorado. A la hora del almuerzo, nos sentamos en un coqueto restó y ella fue en todo momento mencionada por el negro como "mi señora" incluso frente al mozo. También cuando ella regresó del baño y notó que se le habían pegado unas ramitas y arenilla en la parte posterior de un muslo cuando nos sentamos en el borde de una fuente, fue a él que le pidió que le ayudara a sacarlas y no a mí, pese a que estaba parada entre ambos a la misma distancia (según creo, lo hizo además para exhibir sus atributos a unos tipos que comían en una mesa vecina).

Al término del postre y el café, fui al baño con la excusa de "estirar las piernas" y demoré más de la cuenta porque en realidad me masturbé por todo lo vivido. Al regresar a la mesa, la "bienvenida" fue una propuesta de él (seguramente tramada en mi ausencia): Me dijo "Mirá Nicolás, te vamos a pedir por un rato, que nos esperes por acá, hay lugares lindos para visitar, después nos comunicamos para encontrarnos aquí mismo o en donde quieras". Y ante mi mirada de desconcierto, amplió: "Nico, tu esposa y yo, nos vamos a tomar un momento de tranquilidad. Estaremos por aquí cerca, quedate tranquilo, solo queremos amarnos en la intimidad (mientras lo decía, una de sus manos jugueteaba con una de mi esposa, haciendo girar su anillo de casada...). Después me rogó que lo dejara hacerse cargo de la cuenta y acepté.

No quiero ser cargoso con esto, pero cuando cuento detalles que a muchos les parecerán pavadas, trato de hacer entender a los ajenos a la práctica swinger y cuckold, en qué radica ese goce dependiente del de tu esposa y que provoca que el de ella, sea el que desata el tuyo. Te hace inmensamente feliz y te excita que, por ejemplo, un tipo te diga "tu esposa y yo", o que le bese el cuello mientras se refiere a ellos en plural ("que nos esperes...", "vamos a tomarnos...", "amarnos en la intimidad..." y eso te ponga en un lugar de "tercero" que solo puede mirar (a veces) y sufrir, pero con eso disfrutar. Si alguien sigue sin entenderlo pero le seduce la idea, que sueñe que esa posibilidad se hace cierta e imagine a su esposa gozando con otro...

Los vi alejarse a través del vidrio y vi al cuidador del estacionamiento "desnudar" a mi mujer con la mirada, cuando ella se volvió para preguntarme si necesitaba sacar algo del auto. De atrás es una pendeja de 20 y frente a su rostro y de cerca, no da más de 40. Se fueron, después de darle ella misma la propina al cuidador (tal vez para rozarle la mano en su habitual histérica provocación).

Salí del restaurante al rato, caminé sintiéndome por momentos un pelotudo y luego más tranquilo y complacido de la felicidad de mi amor. Ella forma parte de los mejores recuerdos de mi vida, de la hermosa familia que formamos y de estos locos secretos de vida ocultos bajo siete llaves, que nos hacen, a ella una excelente madre, abuela y profe de sus amados chicos de secundaria y a mí, otro padre y abuelo mimoso, circunspecto docente universitario, jugador de tenis entre amigos con asado, vino y guitarras y largas vacaciones en viajes con mi eterna diosa compañera de aventuras prohibidas

Me entretuve caminando, tomando algunas fotos de celular (por regla de oro del ambiente swinger, las fotos padecen de veda total entre protagonistas) y transcurridas dos horas fui a descansar a un bar. De hecho, mi imaginación no daba pie con bola con lo que me estaba perdiendo, hasta que después de dos cafés me entró la llamada de Eva: "Perdón mi chiquito, en un ratito vamos, ¿estás bien?" Hice un breve silencio intentando escuchar algún "indicio", pero nada. "Sí mamita, ¿vos cómo estás?" (hice uso inconciente del singular). "Bien amor, tomándome un heladito" (y escuché el "ronquido" masculino, ese que sale de una risa contenida y repentina). "Ah sí, los helados te pueden... ¿de qué sabor estás tomando?" (por decir algo). Y luego de una pausa, "De crema..." (y una risita). Escuché la voz del negro en segundo plano pero no entendí, se rieron los dos. "¿Qué dice?" pregunté (silencio...). "No, dice Walter que es de crema uruguaya..." (y otra vez las risas, ya menos disimuladas). "Bueno papá, te llamo después para ir a buscarte, como dice la canción, besito..." (y más carcajadas, mezcladas con la voz que se alejaba... "mirá que sos hijo de p...". Por aquellos tiempos, creo que no había WhatsApp, las video llamadas por Skype no eran tan ágiles y pienso en lo que hubiera sido si funcionara como ahora.

Ojalá me entiendan. Esas "humillaciones", las burlas y los casi sometimientos al ridículo por parte de esposa y corneador, son parte del escenario que el cornudo va "madurando" a medida que crece su experiencia cada vez más lanzada por parte de su mujer, en complicidad con sus amantes. Por eso no nos resulta ofensivo.

La tendencia se prolongó cuando, ya reunidos en el bar, el negrito se ensañó con su papel de corneador dominante y empezó con su amplia sonrisa a "gastarme" con frases como "¡Vieras vos el pedazo de helado caliente que se tragó tu mujercita, cornudo!" (y se tocaba la bragueta). "Te cuento que ni mi ex mujer me la chupó como la tuya. ¡Y eso que aquella la chupaba como ninguna! Pero a mí sólo, no como esta puta, que se la chupa a cualquiera", y estallaba en carcajadas mientras atajaba las cachetadas que, muerta de risa, le tiraba mi esposa. También me hablaba despacito, casi al oído, con su mano en mi hombro: "Loco, pero me quedé con las ganas de hacerle el culito. Ella me dijo que lo reserve para cuando estés vos" (y la risotada, seguida de un chupón con lengua a mi mujer...).

Se hizo el atardecer y el ya consumado amante del tesoro de mi vida (que no se desprendía de abrazarlo y besarlo) lanzó una propuesta: "Che, no convendría que nos tiremos hasta La Paloma (el destino planeado), porque llegaríamos muy tarde y sin parar en Punta del Este. Aparte con mi bebé (¡mi bebé..!!!) no damos más de ganas de bañarnos y cambiarnos de ropa. Yo diría que hagamos un trecho más corto parando en Punta Ballena, llegamos en menos de dos horas, conozco unas cabañas donde podemos hacer noche y quedamos a tiro para caer temprano a Punta, dar unas vueltas y ahí sí, hacer check-in antes del mediodía en el depto de La Paloma. Dábamos por hecho que el que conocía era él, así que aceptamos sin dudar.

Durante el viaje manejó ahora mi esposa, con el tipo besándole las piernas casi sin parar y por momentos parando para que con los dedos la hiciera acabar. Tuvo dos orgasmos y yo, no daba más. En un control policial nos pararon, pidieron documentos, el negro hablaba con los canas, explicó que era el guía, yo el marido de ella y los dos policías abrían los ojos al ver que Walter deslizaba su mano por los muslos desnuditos de "la mujer del tipo que iba atrás" (!!!). Se cagaban de risa después, recordando a los canas. Como ya dije, a ella le fascinan esas atrevidas exhibiciones y similares travesuras había hecho (con distintos resultados) frente a los pobres pibes de las cabinas de peaje que pasamos.

Llegamos a Punta Ballena ya entrada la noche, comimos unos sandwichs, ocupamos la cabaña, nos duchamos (ellos dos juntos) y nos acostamos (aunque había tres camas, los tres fuimos a la matrimonial, de esas king size). Como el pelado no tenía casi "municiones en su cartucho", ella pudo ser mía toda la noche con él "colaborando" con sus manos y su lengua de vez en cuando. Esa colaboración se amplió, incentivando él a mi muñeca a que me contara detalles de lo que habían hecho en el telo donde fueron. Como pocas veces, me comporté como un toro con ella gracias a eso.

La vista imponente del mar nos impresionó al amanecer (como también impresionaba mi chiquita desnuda apoyada en el balcón y el tipo arrodillado detrás metiendo la lengua en su colita). No sé si los pocos buscadores de mejillones que andaban por la playa, alcanzarían a ver algo parecido a lo que yo desde el estar...

En el corto tramo desde ahí a Punta del Este, manejó también el morocho. Mi mujer se comunicó por teléfono en el trayecto con una de nuestras hijas. Le contó que estábamos bien y con un guía "amoroso, divino y muy amable" (mientras le tiraba besitos y le acariciaba la pija, que asomaba muy dura desde la bragueta desprendida, con su delicada manito luciendo el rosa fucsia en las largas uñas) y le preguntaba por nuestro yerno y su bebé de dos meses. Todo bien, los saludos y besos, cortó, se lanzó sobre la verga del negro y una vez más, se la chupó mientras manejaba. El tipo, acariciando el cabello cortito de mi flaca, volvía la cabeza para mirarme, alzar su cabeza con gesto desesperado de placer, a la vez que deslizaba esa mano por la espalda de mi tesoro que, con boca llena de la pija de mi corneador, ronroneaba cuando él llegaba al final de la blusa-vestido y apartando la tanguita, le metía los dedos en el delicioso culito.

La ciudad nos sorprendió con su fastuoso atractivo turístico. A decir verdad, no es el tipo de lugar que solemos elegir, ya que preferimos los sitios tranquilos y sin tanto bullicio. Todo lleno de nenas chetas y tuneadas, del brazo con viejos tapados de guita. En lugares menos bacanes, como en los grandes hoteles all inclusive del Caribe, es donde mejores contactos hemos conseguido en absoluta discreción, para llevar adelante nuestras fantasías con empleados o habitantes comunes de los pueblitos pequeños. Alguna de esas aventuras, bien podría ser el tema de otro relato para compartir...

Así, Punta también pasó sin pena ni gloria, con una vueltita que solo insumió un rato. Restaba el tramo final del caliente recorrido. Lo hicimos rápido, conmigo al volante, atrás mi bebé dormida, extendida a lo ancho, usando la falda de su amante por almohada y con las manos del negro explorando el terciopelo pálido de la suave piel y descubriendo pezones, curvas, y labios húmedos, que admiraban, contemplaban y acariciaban unos (¿enamorados?) ojos blancos cuando dos párpados trigueños se esforzaban por vencer al sueño...

Quedan 4, de los 5 días del tour, por contar. Una experiencia sublime que confirmó la elección arriesgada de tantos años atrás. Fue convivencia en un punto fijo, privado, íntimo, en donde ninguno de los tres pidió permiso para entrar, nadie nos vino a visitar y a nadie tuvimos que ir a buscar. No fue a bordo en un viaje. Hubo que cocinar, ir de compras y decidir actividades por hacer. Fuimos un "invento" familiar, donde compartimos (según quien cada uno fue) el total de nuestros tiempos, a veces la mitad de nuestros goces y otras, el doble de nuestra felicidad (y el único testigo, fue el mar...)

Hasta la próxima

4 comentarios - De swinger a cornudo 3

Pingocho0007 +1
Muy bueno el relato. Espero las otras partes
mdqpablo +1
muy buena historia .
LucasBom +1
terrible....m fotos de ella?
swingcuckold
Ya trataré de poner alguna. Obviamente, tendrá que ser sin el rostro
swingcuckold
Ahí te publiqué algunas:
http://www.poringa.net/posts/imagenes/3380703/Mi-esposa.html
juanchooo13 +1
Como me calienta está saga, espero alguna foto de tu mujer para calentarme más aún.
swingcuckold
Ya trataré de poner alguna. Obviamente, tendrá que ser sin el rostro
swingcuckold
Ahí te publiqué algunas:
http://www.poringa.net/posts/imagenes/3380703/Mi-esposa.html
juanchooo13
@swingcuckold genio! Hermosa mujer