Pensar otra cosa
No se me ocurrió nada. Mi cerebro estaba completamente en blanco después de haber pensado tantas mentiras y contradicciones durante el día. Valeria me volvió a pregunta a donde tenía pensado ir así vestido y tuve que decirle la verdad.
- ¿Vamos al bar con la gente del trabajo?- Le pregunté.
- ¿En serio?- Me contra preguntó ella.- No, estoy muy cansada. Andá vos si querés. Yo no tengo energía para nada. Me quiero ir a dormir.- Me respondió después.
Salí de casa minutos más tarde y le mandé un mensaje a Luciana diciéndole que estaba yendo para celebrar su soltería. Ella me respondió con una nueva foto suya que estaba tomada desde arriba y en la que se la veían muy bien las tetas a través de la camisa que tenía. ¡Qué ganas de chupárselas todas! “Que linda que estás” le respondí arriesgándome por completo y ella me contestó que además de linda estaba muy borracha, algo que comprobé ni bien llegué.
- ¡Viniste!- Gritó apenas entré al bar.- ¡Chicas, este es mi compañero de trabajo sexy!- Le dijo a sus amigas que me miraban sonriendo.
Mis otras dos compañeras de trabajo estaban sentadas en la punta, y las otras chicas eran una más linda que la otra. Sin embargo yo tenía ojos solo para Luciana que me abrazaba por el cuello y no me soltaba. Me encajó un beso muy cerca de la boca y después me dijo que tenía que invitarla un trago como había prometido. Fuimos hasta la barra y ella no me soltó ni un segundo. “Vos también estas lindo” me dijo al ver como estaba vestido y yo le agradecí. Su mano fue bajando lentamente desde mi cuello hasta mi espalda y por último a mi cola, apretándola sin ningún disimulo. Yo la miré sorprendido y levantando las cejas. Luciana sonrió y se acercó a mi oído lentamente. “Quiero tener esta colita desnuda en mi pieza” me dijo en un susurro.
El resto de la noche fue larguísima, sobre todo porque los dos estábamos deseando irnos de ahí en cualquier momento. Cuando por min nos subimos a mi auto, Luciana se abalanzó sobre mi cuerpo y empezó a besarme desesperadamente. “Vamos a mi casa” me pidió y yo manejé lo más rápido que pude hasta que estuvimos adentro de su departamento. Ni bien entramos fuimos a su pieza hasta acostarnos en la cama. La mitad de la ropa fue quedando en el pasillo a tal punto que cuando nos tiramos en el colchón ella solo tenía su ropa interior y yo el bóxer.
Luciana se colocó encima de mí y sentándose sobre mi cintura se sacó el corpiño y por fin pude ver esas enormes tetas. Enseguida llevé mis manos hacia ellas y mi compañera de trabajo posó las suyas por encima. “Estas tetas. Que loco que me vuelven todos los días” le confesé mientras se las masajeaba y ella me devolvió una sonrisa. Entonces se adelantó un poco y cayó sobre mi cuerpo para que esas hermosas gomas quedaran frente a mi cara y las apretó con fuerza contra mi rostro. Yo saqué la lengua y como pude le chupé los pezones al mismo tiempo que mis manos se posaban sobre su cola. ¡Qué yegua que era!
Nos sacamos lo que quedaba de ropa y ella fue bajando con su boca por todo mi cuerpo hasta quedar recostada entre mis piernas. Comenzó a chuparme la pija y me di cuenta de que sí podía ser más perfecta. La forma en la que me la chupaba era increíble, no sé lo que hacía pero me volvía loco. Movía su cabeza hacia arriba y hacia abajo, en todas direcciones, pasaba su lengua por mi verga y la apretaba con sus labios. ¡Era increíble! Mientras hacía todo esto con su mano me pajeaba y dejaba al descubierto la cabeza para comérsela como loca.
Después de eso se paró y fue hasta su placard y comprobó que podía sorprenderme aun más. Sacó del primer cajón un consolador bastante grande y me lo tiró al pecho. “Cogeme con eso” me dijo mientras volvía a acotarse a la cama. Abrió sus piernas y al igual que había hecho ella antes, me acosté entre ellas y empecé a lamerle la conchita, una conchita bien rosada y con labios finamente marcados. ¡Preciosa! Cuando puse mi lengua sobre su clítoris ella se revolvió por completo con una risita tonta que me voló la mente. Mis dedos empezaron a jugar sobre su cuerpo y cuando le metí uno ella lanzó un gemido increíble que indicaba que le encantaba lo que estaba haciendo. Pero quería más…
- Meteme el consolador.- Me pidió entre suspiros.
Yo obedecí. Lo tomé rápidamente y escupiéndolo con saliva apunté para metérselo en la conchita. En un principio jugué con la punta, mientras que con mis dedos seguía moviendo su clítoris, pero Luciana lo quería adentro suyo a toda costa. Su cuerpo se movía lentamente hacia los pies de la cama haciendo que el consolador entrara por su cuenta en su conchita. Yo sonreí, nunca había visto a una mina tan trola como ella. Se lo metí yo. Lentamente se lo fui introduciendo en su cuerpo y cuando lo tuvo casi todo adentro, volvió a gemir como loca.
- ¡Mmm sí! ¡Cogeme!- Me pidió.
De repente me encontré cogiéndola con el consolador, metiéndoselo y sacándoselo de la concha bien rápido mientras que con mi otra mano seguía acariciándole el clítoris. Luciana movía su cintura en forma de círculos y disfrutaba de cómo me la cogía de esa manera, mientras que mi boca babeaba con esa imagen. Le encantaba, sin dudas disfrutaba muchísimo de que la cogieran de esa manera porque la forma en la que se movía y gemía era impresionante. Sus manos se aferraban a las sábanas con fuerza.
- ¡Ahora cógeme vos!- Me pidió después.
Yo me acomodé entre sus piernas y levanté estas sujetándolas desde sus tobillos. Metí mi pija adentro de su cuerpo y ella enseguida se llevó las manos a las tetas. Yo estaba tan caliente que no me pude contener empezar a cogérmela bien duro. Me había puesto muy caliente cogérmela con ese consolador. Luciana era toda una perra y lo demostraba gritando como loca y amasándose las lolas con las manos. “¡Sí! ¡Así! ¡Cogeme!” seguía gimiendo mientras yo le daba bien duro.
Me pidió que le pase el consolador y cuando lo hizo se dedicó a juguetear con él mientras que yo seguía dándole bien duro. En un principio lo tomó con su mano y pasó la punta por entre sus tetas hasta llegar a su boca. Lo lamió unos segundos mientras me miraba fijo con sus ojos de gata y después volvió a bajarlo hasta su pecho y se pegó con él en uno de sus pezones. Mi cabeza no daba más.
Luciana siguió jugando con el que sin dudas era su juguete favorito, pasándoselo por todo el cuerpo en especial por sus tetas y su cuello. Después lo llevó a su cara y tras golpearse con él un par de veces en los labios se lo metió en la boca y lo empezó a chupar. Era como si su sed por ese consolador no se pudiera saciar con nada, ya que lo disfrutaba tanto que como disfrutaba mi pija. Yo seguía cogiéndomela como siempre, pero con ese espectáculo mi calentura creía a cada segundo. Con su otra mano seguía apretándose las tetas y en especial los pezones que estaban duros a explotar. Se metió el consolador todo lo que pudo en la boca al punto de atragantarse y cuando se lo sacó tenía los ojos rojos. ¡No daba más!
Solté sus piernas que cayeron de golpe contra la cama y saqué mi pija de adentro de su cuerpo para comenzar a pajearme tan rápido como pude. En cuestión de segundo la leche salió de mi cabeza a chorros y fue a parar por todo el cuerpo de Luciana, pintándole la cintura y la pancita de blanco. Ella seguía jugando con el consolador como si nada, dejándome a mi aun más caliente de lo que estaba.
Me quedé inmóvil, arrodillado entre sus piernas y ella me miraba mientras se pasaba la punta de su juguete por el cuerpo. De a poquito fue bajando hasta donde yo le había acabado y cubrió el consolador con mi semen. Sabía lo que estaba a punto de hacer, pero imaginármelo no era suficiente, tenía que verlo. Una vez que este estuvo casi todo lleno de mi leche, lo subió nuevamente hasta llevárselo a la boca e ir limpiándolo todo con su lengua.
- ¡Qué yegua que sos!- Le dije sin poder creer lo que estaba haciendo.
Ella repitió el movimiento una vez más hasta que no le quedó casi nada de semen en su cuerpo y entonces se arrodilló frente a mí y despacio se agachó hasta que su cara quedó en frente de mi pija. Mientras me la limpiaba para dejármela completamente seca yo observé la imagen que tenía en frente de mí. Ese cuerpo estupendo que tenía, ese apetito sexual que parecía ser insaciable y su consolador que sin dudas era uno de los mejores juguetes para ella. Luciana era mucho mejor que cualquier otra mujer e iba a ser mi nueva amante.
- ¡Se está poniendo durita de nuevo! ¿Será que querés cogerme otra vez?- Me pregunto mientras seguía chupándome la pija que volvía a estar lista para una segunda vuelta
FIN
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LA MAMÁ DE MI MEJOR AMIGO (FANTASÍA)
UN GANADOR. CAPÍTULO 1
VACACIONES EN LA PLAYA. CAPÍTULO 1
No se me ocurrió nada. Mi cerebro estaba completamente en blanco después de haber pensado tantas mentiras y contradicciones durante el día. Valeria me volvió a pregunta a donde tenía pensado ir así vestido y tuve que decirle la verdad.
- ¿Vamos al bar con la gente del trabajo?- Le pregunté.
- ¿En serio?- Me contra preguntó ella.- No, estoy muy cansada. Andá vos si querés. Yo no tengo energía para nada. Me quiero ir a dormir.- Me respondió después.
Salí de casa minutos más tarde y le mandé un mensaje a Luciana diciéndole que estaba yendo para celebrar su soltería. Ella me respondió con una nueva foto suya que estaba tomada desde arriba y en la que se la veían muy bien las tetas a través de la camisa que tenía. ¡Qué ganas de chupárselas todas! “Que linda que estás” le respondí arriesgándome por completo y ella me contestó que además de linda estaba muy borracha, algo que comprobé ni bien llegué.
- ¡Viniste!- Gritó apenas entré al bar.- ¡Chicas, este es mi compañero de trabajo sexy!- Le dijo a sus amigas que me miraban sonriendo.
Mis otras dos compañeras de trabajo estaban sentadas en la punta, y las otras chicas eran una más linda que la otra. Sin embargo yo tenía ojos solo para Luciana que me abrazaba por el cuello y no me soltaba. Me encajó un beso muy cerca de la boca y después me dijo que tenía que invitarla un trago como había prometido. Fuimos hasta la barra y ella no me soltó ni un segundo. “Vos también estas lindo” me dijo al ver como estaba vestido y yo le agradecí. Su mano fue bajando lentamente desde mi cuello hasta mi espalda y por último a mi cola, apretándola sin ningún disimulo. Yo la miré sorprendido y levantando las cejas. Luciana sonrió y se acercó a mi oído lentamente. “Quiero tener esta colita desnuda en mi pieza” me dijo en un susurro.
El resto de la noche fue larguísima, sobre todo porque los dos estábamos deseando irnos de ahí en cualquier momento. Cuando por min nos subimos a mi auto, Luciana se abalanzó sobre mi cuerpo y empezó a besarme desesperadamente. “Vamos a mi casa” me pidió y yo manejé lo más rápido que pude hasta que estuvimos adentro de su departamento. Ni bien entramos fuimos a su pieza hasta acostarnos en la cama. La mitad de la ropa fue quedando en el pasillo a tal punto que cuando nos tiramos en el colchón ella solo tenía su ropa interior y yo el bóxer.
Luciana se colocó encima de mí y sentándose sobre mi cintura se sacó el corpiño y por fin pude ver esas enormes tetas. Enseguida llevé mis manos hacia ellas y mi compañera de trabajo posó las suyas por encima. “Estas tetas. Que loco que me vuelven todos los días” le confesé mientras se las masajeaba y ella me devolvió una sonrisa. Entonces se adelantó un poco y cayó sobre mi cuerpo para que esas hermosas gomas quedaran frente a mi cara y las apretó con fuerza contra mi rostro. Yo saqué la lengua y como pude le chupé los pezones al mismo tiempo que mis manos se posaban sobre su cola. ¡Qué yegua que era!
Nos sacamos lo que quedaba de ropa y ella fue bajando con su boca por todo mi cuerpo hasta quedar recostada entre mis piernas. Comenzó a chuparme la pija y me di cuenta de que sí podía ser más perfecta. La forma en la que me la chupaba era increíble, no sé lo que hacía pero me volvía loco. Movía su cabeza hacia arriba y hacia abajo, en todas direcciones, pasaba su lengua por mi verga y la apretaba con sus labios. ¡Era increíble! Mientras hacía todo esto con su mano me pajeaba y dejaba al descubierto la cabeza para comérsela como loca.
Después de eso se paró y fue hasta su placard y comprobó que podía sorprenderme aun más. Sacó del primer cajón un consolador bastante grande y me lo tiró al pecho. “Cogeme con eso” me dijo mientras volvía a acotarse a la cama. Abrió sus piernas y al igual que había hecho ella antes, me acosté entre ellas y empecé a lamerle la conchita, una conchita bien rosada y con labios finamente marcados. ¡Preciosa! Cuando puse mi lengua sobre su clítoris ella se revolvió por completo con una risita tonta que me voló la mente. Mis dedos empezaron a jugar sobre su cuerpo y cuando le metí uno ella lanzó un gemido increíble que indicaba que le encantaba lo que estaba haciendo. Pero quería más…
- Meteme el consolador.- Me pidió entre suspiros.
Yo obedecí. Lo tomé rápidamente y escupiéndolo con saliva apunté para metérselo en la conchita. En un principio jugué con la punta, mientras que con mis dedos seguía moviendo su clítoris, pero Luciana lo quería adentro suyo a toda costa. Su cuerpo se movía lentamente hacia los pies de la cama haciendo que el consolador entrara por su cuenta en su conchita. Yo sonreí, nunca había visto a una mina tan trola como ella. Se lo metí yo. Lentamente se lo fui introduciendo en su cuerpo y cuando lo tuvo casi todo adentro, volvió a gemir como loca.
- ¡Mmm sí! ¡Cogeme!- Me pidió.
De repente me encontré cogiéndola con el consolador, metiéndoselo y sacándoselo de la concha bien rápido mientras que con mi otra mano seguía acariciándole el clítoris. Luciana movía su cintura en forma de círculos y disfrutaba de cómo me la cogía de esa manera, mientras que mi boca babeaba con esa imagen. Le encantaba, sin dudas disfrutaba muchísimo de que la cogieran de esa manera porque la forma en la que se movía y gemía era impresionante. Sus manos se aferraban a las sábanas con fuerza.
- ¡Ahora cógeme vos!- Me pidió después.
Yo me acomodé entre sus piernas y levanté estas sujetándolas desde sus tobillos. Metí mi pija adentro de su cuerpo y ella enseguida se llevó las manos a las tetas. Yo estaba tan caliente que no me pude contener empezar a cogérmela bien duro. Me había puesto muy caliente cogérmela con ese consolador. Luciana era toda una perra y lo demostraba gritando como loca y amasándose las lolas con las manos. “¡Sí! ¡Así! ¡Cogeme!” seguía gimiendo mientras yo le daba bien duro.
Me pidió que le pase el consolador y cuando lo hizo se dedicó a juguetear con él mientras que yo seguía dándole bien duro. En un principio lo tomó con su mano y pasó la punta por entre sus tetas hasta llegar a su boca. Lo lamió unos segundos mientras me miraba fijo con sus ojos de gata y después volvió a bajarlo hasta su pecho y se pegó con él en uno de sus pezones. Mi cabeza no daba más.
Luciana siguió jugando con el que sin dudas era su juguete favorito, pasándoselo por todo el cuerpo en especial por sus tetas y su cuello. Después lo llevó a su cara y tras golpearse con él un par de veces en los labios se lo metió en la boca y lo empezó a chupar. Era como si su sed por ese consolador no se pudiera saciar con nada, ya que lo disfrutaba tanto que como disfrutaba mi pija. Yo seguía cogiéndomela como siempre, pero con ese espectáculo mi calentura creía a cada segundo. Con su otra mano seguía apretándose las tetas y en especial los pezones que estaban duros a explotar. Se metió el consolador todo lo que pudo en la boca al punto de atragantarse y cuando se lo sacó tenía los ojos rojos. ¡No daba más!
Solté sus piernas que cayeron de golpe contra la cama y saqué mi pija de adentro de su cuerpo para comenzar a pajearme tan rápido como pude. En cuestión de segundo la leche salió de mi cabeza a chorros y fue a parar por todo el cuerpo de Luciana, pintándole la cintura y la pancita de blanco. Ella seguía jugando con el consolador como si nada, dejándome a mi aun más caliente de lo que estaba.
Me quedé inmóvil, arrodillado entre sus piernas y ella me miraba mientras se pasaba la punta de su juguete por el cuerpo. De a poquito fue bajando hasta donde yo le había acabado y cubrió el consolador con mi semen. Sabía lo que estaba a punto de hacer, pero imaginármelo no era suficiente, tenía que verlo. Una vez que este estuvo casi todo lleno de mi leche, lo subió nuevamente hasta llevárselo a la boca e ir limpiándolo todo con su lengua.
- ¡Qué yegua que sos!- Le dije sin poder creer lo que estaba haciendo.
Ella repitió el movimiento una vez más hasta que no le quedó casi nada de semen en su cuerpo y entonces se arrodilló frente a mí y despacio se agachó hasta que su cara quedó en frente de mi pija. Mientras me la limpiaba para dejármela completamente seca yo observé la imagen que tenía en frente de mí. Ese cuerpo estupendo que tenía, ese apetito sexual que parecía ser insaciable y su consolador que sin dudas era uno de los mejores juguetes para ella. Luciana era mucho mejor que cualquier otra mujer e iba a ser mi nueva amante.
- ¡Se está poniendo durita de nuevo! ¿Será que querés cogerme otra vez?- Me pregunto mientras seguía chupándome la pija que volvía a estar lista para una segunda vuelta
FIN
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