Me gusta cojer, y desde la primera vez nunca tuve vergüenza en demostrarlo, nunca me importó nada de lo que dijeran los demás.
Me aburro muy rápido de los chicos y con los que había estado del colegio y del barrio ya me aburrían así que empecé a recurrir a otras cosas. En ese entonces conocí Badoo, y aunque tengo muchas historias para contar gracias a esa app, la que vengo a contarles hoy es particular.
Tenía 17 años y conocí a un tipo que me insistía para hablarme, un tipo grande... 47 años. Siempre me hacía comentarios lindos halagándome (claramente sus intenciones eran otras), decidí darle cabida para entretenerme y así empezó todo.
Solía ser puro chat, él era un tipo casado con hijos y yo me le hacía la nenita inocente, y por momentos muuuuy putita, desde que quería que me diera besitos tiernitos hasta que lo hiciera más fuerte por más que le pidiera que pare. Hablábamos casi todo el día, yo le pasaba fotos insinuantes sin mostrar nada y él se ponía como loco, quería ver hasta donde podía llegar. Muchas veces en momentos aleatorios le dije que si estaba seguro por nuestra diferencia de edad y siempre dijo que haría cualquier cosa por estar conmigo, que no le importaba nada.
¿Hasta donde podía llegar? No solo él si no yo para averiguarlo, el morbo me empezó a comer un poco la cabeza, a veces las charlas me calentaban a mi también y decidí aceptarle esa tan postergada salida.
Le dije a mi mama que iba a bailar con mis amigas, me había puesto una pollerita entrecortada y un top todo negro, me fuí de casa y le dije que me pasara a buscar por la esquina. Siempre fué tierno y respetuoso desde que nos vimos el primer minuto hasta llegar a la cama, siempre me preguntó si estaba segura pero ¿realmente lo estaba? iba a tener sexo con un tipo que había calentado como nunca a nadie, pensé que sabía lo que me esperaba pero la realidad terminó siendo muy diferente. Llegamos a su casa, muy grande y linda por cierto, me ofreció tomar algo, había comprado cervezas, vodka, tequila y todo lo que yo le había dicho que me gustaba. Tomamos unas cervezas, yo me hice 2 vodkas con jugo y después le dije que si se aguantaba 2 shots de tequila conmigo se iba a ganar un premio. No se como lo hizo pero lo hizo.
Entre el mareo del alcohol le dije que se ganó la sorpresa, que cierre los ojos y los mantuviera cerrados todo el tiempo, me subí arriba suyo y empecé a besarlo. Era raro, nunca había besado a un tipo grande, intentaba poner sus enormes manos en mi cadera y yo se las agarraba para después menearme un poco encima de él. Le aparté las manos, me levanté y mientras lo seguía besando fui desabrochándole la camisa lentamente, sintiendo como su respiración se aceleraba fuí bajando hasta desabrocharle el pantalón y verla.
¿Hasta donde había llegado? Tenía mi boca ocupada chupándosela a un hombre que podría haber sido mi padre... Pero no lo era. Él siempre me dijo que cuando nos viéramos iba a cumplirme todas las cosas que le decía, y sin dudas las hizo. Gracias al alcohol no me molestó que me empujara la cabeza para hacerle garganta profunda, me agarraba del cuello y prácticamente me arrancaba la ropa, pero lo único que hizo con cuidado y tal cual prometió, fué sacarme la tanga con los dientes y chuparmela. Claramente los años le dieron una gran experiencia haciendo eso por que no supe en que momento me metió los dedos por lo bien que la estaba pasando. Hasta que ya no aguantó más y se tiró encima mío a cojerme. Le pedí que se cuidara, me dijo entre movimientos bruscos que yo le había dicho que quería su lechita adentro y eso era lo que iba a tener, aunque me preocupó realmente no le di mucha importancia porque lo estaba haciendo demasiado bien, sentir su enorme cuerpo y sus grandes manos rodeándome la cintura y empujándomela era simplemente maravilloso.
En un momento todo el placer se detuvo, él la saca y me mira con una mirada muy perversa sinceramente, yo entre lujuria le pregunto ¿Que pasa?
Date vuelta. Me dijo después de una pausa corta pero lo suficiente en ese momento como para sentirse demasiado prolongada.
Lo miré, le sonreí y le pregunté ¿que piensa hacer? con un tono muuuy de putita mientras me daba vuelta y él me daba chirlos y mordiscones atrás.
Escucho que se escupe la mano y yo ya me imaginaba lo que iba a hacer, en ese momento me arrepentí un poco de haberle dicho tantas cosas por el chat, pero antes de hacer nada sentí sus dedos entrándome otra vez y acariciándome desde adentro, me fué imposible no disfrutarlo y gemir con eso, mientras que con la otra mano y el resto de su cuerpo...
Lo hizo, me estaba cojiendo por ambos lados, metiéndome los dedos y cojiéndome la cola. Me encantó lo que hacía pero una vez más resonó en mi cabeza una pregunta.
¿Hasta donde podría llegar? El morbo que había surgido en esos chats afloró en ese mismo momento y en lugar de demostrarle placer le demostré dolor y le pedía que pare, que me dolía, y paró, pero no como esperaba. Me la sacó, me dejó arrodillada a espaldas suyas pegado y mientras me agarraba del cuello me decía "No, esto es lo que querías" y me la volvió a meter y colarme los dedos por adelante.
Me encantó, nunca me había sentido tan puta y tan servicial, y se lo hice notar diciéndoselo.
La noche cerró con él gritándome "Ahora vas a dejar de ser una nena y vas a ser mi mujercita" mientras sentía como todos esos chats provocándolo explotaban con un montón de leche adentro mío. Y ese casi fué el final.
"Ahora le falta la última mamadera a la nena" me dijo después de eso, me la sacó y me la puso inmediatamente en la boca, no tuve que hacer nada yo porque me agarró de los pelos y me usó a su antojo y también lo hizo ahí.
La noche finalmente terminó con una sola frase: Tragate todo putita.
Y lo hice.
Acá dos fotitos, una antes de verlo y otra que me sacó él
Me aburro muy rápido de los chicos y con los que había estado del colegio y del barrio ya me aburrían así que empecé a recurrir a otras cosas. En ese entonces conocí Badoo, y aunque tengo muchas historias para contar gracias a esa app, la que vengo a contarles hoy es particular.
Tenía 17 años y conocí a un tipo que me insistía para hablarme, un tipo grande... 47 años. Siempre me hacía comentarios lindos halagándome (claramente sus intenciones eran otras), decidí darle cabida para entretenerme y así empezó todo.
Solía ser puro chat, él era un tipo casado con hijos y yo me le hacía la nenita inocente, y por momentos muuuuy putita, desde que quería que me diera besitos tiernitos hasta que lo hiciera más fuerte por más que le pidiera que pare. Hablábamos casi todo el día, yo le pasaba fotos insinuantes sin mostrar nada y él se ponía como loco, quería ver hasta donde podía llegar. Muchas veces en momentos aleatorios le dije que si estaba seguro por nuestra diferencia de edad y siempre dijo que haría cualquier cosa por estar conmigo, que no le importaba nada.
¿Hasta donde podía llegar? No solo él si no yo para averiguarlo, el morbo me empezó a comer un poco la cabeza, a veces las charlas me calentaban a mi también y decidí aceptarle esa tan postergada salida.
Le dije a mi mama que iba a bailar con mis amigas, me había puesto una pollerita entrecortada y un top todo negro, me fuí de casa y le dije que me pasara a buscar por la esquina. Siempre fué tierno y respetuoso desde que nos vimos el primer minuto hasta llegar a la cama, siempre me preguntó si estaba segura pero ¿realmente lo estaba? iba a tener sexo con un tipo que había calentado como nunca a nadie, pensé que sabía lo que me esperaba pero la realidad terminó siendo muy diferente. Llegamos a su casa, muy grande y linda por cierto, me ofreció tomar algo, había comprado cervezas, vodka, tequila y todo lo que yo le había dicho que me gustaba. Tomamos unas cervezas, yo me hice 2 vodkas con jugo y después le dije que si se aguantaba 2 shots de tequila conmigo se iba a ganar un premio. No se como lo hizo pero lo hizo.
Entre el mareo del alcohol le dije que se ganó la sorpresa, que cierre los ojos y los mantuviera cerrados todo el tiempo, me subí arriba suyo y empecé a besarlo. Era raro, nunca había besado a un tipo grande, intentaba poner sus enormes manos en mi cadera y yo se las agarraba para después menearme un poco encima de él. Le aparté las manos, me levanté y mientras lo seguía besando fui desabrochándole la camisa lentamente, sintiendo como su respiración se aceleraba fuí bajando hasta desabrocharle el pantalón y verla.
¿Hasta donde había llegado? Tenía mi boca ocupada chupándosela a un hombre que podría haber sido mi padre... Pero no lo era. Él siempre me dijo que cuando nos viéramos iba a cumplirme todas las cosas que le decía, y sin dudas las hizo. Gracias al alcohol no me molestó que me empujara la cabeza para hacerle garganta profunda, me agarraba del cuello y prácticamente me arrancaba la ropa, pero lo único que hizo con cuidado y tal cual prometió, fué sacarme la tanga con los dientes y chuparmela. Claramente los años le dieron una gran experiencia haciendo eso por que no supe en que momento me metió los dedos por lo bien que la estaba pasando. Hasta que ya no aguantó más y se tiró encima mío a cojerme. Le pedí que se cuidara, me dijo entre movimientos bruscos que yo le había dicho que quería su lechita adentro y eso era lo que iba a tener, aunque me preocupó realmente no le di mucha importancia porque lo estaba haciendo demasiado bien, sentir su enorme cuerpo y sus grandes manos rodeándome la cintura y empujándomela era simplemente maravilloso.
En un momento todo el placer se detuvo, él la saca y me mira con una mirada muy perversa sinceramente, yo entre lujuria le pregunto ¿Que pasa?
Date vuelta. Me dijo después de una pausa corta pero lo suficiente en ese momento como para sentirse demasiado prolongada.
Lo miré, le sonreí y le pregunté ¿que piensa hacer? con un tono muuuy de putita mientras me daba vuelta y él me daba chirlos y mordiscones atrás.
Escucho que se escupe la mano y yo ya me imaginaba lo que iba a hacer, en ese momento me arrepentí un poco de haberle dicho tantas cosas por el chat, pero antes de hacer nada sentí sus dedos entrándome otra vez y acariciándome desde adentro, me fué imposible no disfrutarlo y gemir con eso, mientras que con la otra mano y el resto de su cuerpo...
Lo hizo, me estaba cojiendo por ambos lados, metiéndome los dedos y cojiéndome la cola. Me encantó lo que hacía pero una vez más resonó en mi cabeza una pregunta.
¿Hasta donde podría llegar? El morbo que había surgido en esos chats afloró en ese mismo momento y en lugar de demostrarle placer le demostré dolor y le pedía que pare, que me dolía, y paró, pero no como esperaba. Me la sacó, me dejó arrodillada a espaldas suyas pegado y mientras me agarraba del cuello me decía "No, esto es lo que querías" y me la volvió a meter y colarme los dedos por adelante.
Me encantó, nunca me había sentido tan puta y tan servicial, y se lo hice notar diciéndoselo.
La noche cerró con él gritándome "Ahora vas a dejar de ser una nena y vas a ser mi mujercita" mientras sentía como todos esos chats provocándolo explotaban con un montón de leche adentro mío. Y ese casi fué el final.
"Ahora le falta la última mamadera a la nena" me dijo después de eso, me la sacó y me la puso inmediatamente en la boca, no tuve que hacer nada yo porque me agarró de los pelos y me usó a su antojo y también lo hizo ahí.
La noche finalmente terminó con una sola frase: Tragate todo putita.
Y lo hice.
Acá dos fotitos, una antes de verlo y otra que me sacó él
22 comentarios - A mi me gustan mayores (N° 1: ¿Hasta donde podría llegar?
Por lo demás, disfrutaste al máximo como buena putita..!
Recién leo tus relatos, me gustaron, me calentaron. Seguí compartiendo tus experiencias, sos un bombonazo.
Besos