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La última siesta...

Último día en Santiago del Estero, mañana nos volvemos a Buenos Aires. En la noche no pude pegar ni un ojo. Me resultaba inconcebible irme sin haber cumplido mi fantasía con el preso que me había mirado con tanta intensidad cuando fui a visitar a mi primo a la comisaría.
Me estaba defraudando a mí misma, ya que no soy de dejar las cosas a mitad de camino. En lo posible siempre trato de no quedarme con las ganas, y en este caso mis ganas eran tan intensas, tan desesperadas, que me habían motivado a entregarme en la ruta a un completo desconocido.
Por supuesto que el tal Luque también era un desconocido, pero algo en su persona me atraía de una forma tan irresistible que no podía sacármelo de la cabeza.
Decidida a hacer lo que fuera necesario, me levanté esa mañana y luego de una ducha fría para calmar mis ansiedades, me fui a visitar de nuevo a mi primo a la comisaría, llevándole unos pastelitos a modo de soborno.
De lo primero que me di cuenta es que la celda estaba vacía.
-¿Que pasó primito, estás sin presos?- le pregunto sin referirme a nadie en especial.
-Hasta hace un rato había un par de borrachos, pero en cuanto se les pasó el pedo los dejamos salir-
No sabía como preguntarle lo que más me interesaba, sin despertar suspicacias. Estuve dando vueltas un rato hasta que me lancé con todo y que fuera lo que Dios quisiera.
-¿Y ese tipo que estaba la otra vez?, el que le pegó a la mujer-
-Ah Luque- asintió tras hacer un poco de memoria -Lo que pasa siempre, la esposa retiró la denuncia-
-¿Así como así?-
-No es la primera vez, la próxima me parece que la vamos a traer a ella en vez de a él, por más magullada que esté-
Ahí me cuenta que en realidad no se llama Luque, sino Ismael. Que le dicen así porque se parece a un jugador argentino del Mundial 78. Lo busqué en Google y la verdad es que se parece bastante.
-Me gustaría hablar con ella- le digo de repente, refiriéndome a la mujer del preso.
-¿Y para qué?- se sorprende.
-Ya sabes lo que está pasando con eso del #metoo y #niunamenos, yo formo parte de un grupo de concientización respecto a la violencia contra la mujer, si bien no me dedico a eso ahora, estudié psicología, lo que me ayuda a tratar a mujeres en estado de indefensión como seguramente debe estarlo la mujer de éste..., señor-
Lo dije todo de corrido, como si fuera un discurso que hubiese tenido preparado de antemano, aunque la verdad es que se me ocurrió de repente.
-La mujer se llama Elsa, vive con los hijos del otro lado de la ruta, apenas pasando la escuela, no te podés perder- me informó mi primo.
-¿Te parece que pueda estar el marido?- le pregunto tratando de no revelar mi entusiasmo.
-No sé, no creo pero si está y te trae problemas avisame que voy y lo meto en la celda de nuevo-
Le digo que sí, que lo llamo cualquier inconveniente. Lo que no sabe es que a quién voy a ver en realidad es a Ismael.
Llego a la casa y golpeo las manos para atraer la atención de cualquiera que esté adentro, ya que no veo que haya un timbre por ningún lado. Enseguida sale ella, Elsa, una mujer joven aunque desgastada, sufrida, con las marcas todavía en la cara de los golpes que había recibido de su marido.
-¿Está Ismael?- le pregunto sin siquiera saludarla.
Me mira como si no fuera del target que su marido está acostumbrado a frecuentar.
-¿Y que querés con él?- me pregunta de mala manera.
-Lo que quiera es asunto mío- le digo de la misma forma.
-Es mi marido, lo que tenga que ver con él tiene que ver conmigo- insiste.
No me voy a poner a discutir ahí con ella, ya que lo que menos quiero es atraer la atención de cualquiera que pase por el lugar.
-Señora por favor, ¿me dice dónde está Ismael?-
-¡Fuera de acá puta, andate y no vuelvas...!- me grita, mirándome con desprecio.
En eso aparece el disputado Ismael, alias "Luque", seguramente alertado por los gritos de su mujer, y como si hubiese necesitado confirmación de todo lo que había sentido aquel día en la comisaría, de nuevo siento esa sensación de vértigo, ese magnetismo que, en ocasiones como aquella, me enceguece y trastorna.
Me olvido por completo de la mujer, del asco con que me mira, y en cuanto el tipo me hace un gesto, una simple cabeceada, abro la puerta, atravieso el jardín y lo sigo hacia la parte de atrás de la casa, aunque en ese momento lo seguiría hasta el Fin del Mundo.
Mientras caminamos seguimos escuchando, como un ruido insoportable, la voz de la mujer:
-¡Chiruza, regalada, no tenés vergüenza!- 
Quizás intuyendo la razón de mi visita, Ismael me lleva a un galpón que tiene detrás de la casa y que utiliza a modo de taller. 
Entramos y cierra la puerta con un barrote a modo de seguro, como para que nadie pueda abrirla desde afuera.
-Vine a verte porque...- empecé a decir pero me detuve ya que no sabía qué decirle.
"Vine a verte porque quiero coger con vos".
"Vine a verte porque quiero chuparte bien la pija".
"Vine a verte porque me calentaste tanto que me terminé garchando a un camionero en la ruta".
Cualquier cosa que le dijera era cierta, pero no encontraba el modo de hacerle saber lo que sentía, lo que me estaba pasando. Por suerte él mismo vino a mi rescate.
-Ya sé para que viniste- me dice volviéndome a mirar de esa forma que derrumba todas mis estructuras.
Y me mojé. Sí. Me mojé estando ahí parada delante de un tipo del que no sé nada de nada pero que me calienta de una manera que apenas puedo resistirme. Por supuesto que se da cuenta, no sé si por mi cara o porque puede oler mis ganas de sexo, pero viene hacia mí seguro de que no voy a rechazarlo.
Mete la mano por debajo de mi vestido, y eludiendo el elástico de la bombacha me acaricia la concha. No me introduce los dedos, sino que los desliza suavecito por encima de los labios, rozándolos apenas.
-¡Estás mojada...!- me dice en un susurro tras comprobar el anegamiento que tengo ahí debajo.
-Estoy así por vos...- le digo agarrándolo por la muñeca y manteniendo su brazo ahí, entre mis piernas -Desde que nos vimos en la comisaría que estoy así..., esperándote-
-Ya me encontraste...-
-Sí...-
Yo misma le empujo la mano haciendo que sus dedos se metan bien adentro. Los siento moverse en mi interior y suelto un suspiro que él se ocupa de sofocar con un beso.
Me come la boca, prácticamente me la devora con la suya, haciéndome sentir en todo el paladar la aspereza de su lengua.
Apoyo las manos en sus hombros y en puntas de pie, me dejo succionar hasta el alma por ese chupón que no me suelta hasta casi sofocarme.
Cuando nos separamos, los labios rebosantes de la saliva del otro, me mira de arriba abajo con esa mezcla de lascivia y perversión con la que pretende arrastrarme hasta el mismo infierno.
Se dirige hacia el fondo del galpón y yo lo sigo, sumisa, ansiosa, expectante. Se sienta en una silla y se palmea las rodillas, invitándome a sentarme encima suyo. Lo hago. Pero antes me saco la bombacha, que ya está empapada, y la revoleo por sobre mi hombro.
Me abro de piernas y me acomodo sobre las suyas, de frente, bien encajada sobre ese cuerpo que ejerce un magnetismo tan irresistible en mí.
Me agarra de la cola y me atrae aún más hacia él, la bragueta pegada contra mi sexo desnudo, haciéndome sentir esa implacable dureza que comienza a gestarse por debajo.
La siento palpitar y crecer, hincharse, hasta formar un paquete más que prometedor.
Nos besamos y acariciamos sin reservas, sin restricciones, como dos amantes que vuelven a encontrarse después de estar separados toda una vida.
Deslizando una mano por entre mis piernas le acaricio el bulto, se lo aprieto y se lo pellizco, congraciándome con tan generosa magnitud. 
Me corro un poquito hacia atrás y le desabrocho el pantalón. Le bajo el cierre y metiendo la mano le saco la pija afuera. ¡Y qué pedazo de pija! 
A veces puede pasar que idealizás demasiado a un tipo, y en el momento de la verdad resulta que tiene un maní quemado. Ahí no te queda otra que remarla, y hacer lo mejor que puedas. Pero en éste caso mis expectativas fueron ampliamente superadas por la realidad. Porque lo que éste tal Luque o Ismael o como se llame tiene entre las piernas bien podría catalogarse como un arma de destrucción masiva.
Gorda, cabezona y renegrida, toda surcada por venas mucho más oscuras, en ese momento realmente entendí porque la mujer lo perdonaba pese a que siempre terminaba maltratándola. 
¿Cómo no vas a perdonar a un tipo con una poronga así de importante?
"Sí mi amor, te perdono, hagamos las paces pero cogeme..."
Me pongo de rodillas en el suelo y se la chupo con todas esas ganas que me venía aguantando desde que lo ví en la comisaría y qué ni chupándosela al camionero había logrado sacarme.
Me lleno la boca con esa carne hinchada y voluptuosa, saboreándola en toda su extensión, metiéndola y sacándola, haciendo ese ruidito de succión que no sólo a ustedes los excita tanto.
Le chupo hasta los huevos, comiéndome los dos juntos, llenándome el paladar de escroto y pelos.
No sé si el tipo tendría forros encima, pero siendo precavida yo había llevado un paquetito conmigo. Elemento que resulta indispensable tanto en el bolso de la dama como en el bolsillo del caballero.
Abro uno de los sobrecitos y le extiendo el látex a todo lo largo, o al menos hasta dónde alcanza, ya que la tiene tan grande que le llega hasta un poquito más de la mitad.
Me levanto, degustando todavía entre mis labios el sabor de su virilidad, y sentándome de nuevo encima suyo, me la ensarto con todo, soltando un plácido y complaciente suspiro a medida que me va entrando.
¡Llena! Eso es lo que puedo decir cuándo sus huevos golpean mis labios. Me siento llena, rebosante, bien colmada de pija.
Temblando de excitación me saco el vestido por encima de la cabeza, y luego de que él mismo me saque el corpiño, le refriego las tetas por toda la cara. Me las agarra y me las come, mientras yo no dejo de cabalgarlo, sintiendo que me llega más adentro cada vez.
Sentir todo ese poderío dentro de mí, toda esa fuerza vital fluyendo en mi interior, me alucina, me desquicia, me vuelve completamente loca.
Sintiendo que todo me da vueltas, me levanto y me recuesto sobre una mesa de trabajo que hay a un costado. Él también se levanta, y quitándose la camisa y el pantalón, viene hacia mí con la pija oscilando vigorosa entre sus muslos. 
Se coloca por detrás y sujetándome de la cintura, me la vuelve a clavar, pegándome ahora sí una de esas cogidas que hasta el día después te seguís preguntando si no se trató de un sueño... De un hermoso sueño.
Cada envión es como un mazazo que me parte al medio, violento, profundo, certero. Un desborde de testosterona que me somete y subyuga.
Cuándo me la saca, toda cubierta con el flujo de mis acabadas, siento ese vacío tan intolerable, que yo misma se la agarro en toda su extensión e intento metérmela de nuevo. Pero antes de que pueda hacerlo, me la enfila por la retaguardia.
-¡¡¡Siiiiiiiii...!!!- suelto en un bramido -¡Cogeme por el culo como la puta que soy!- y separándome las nalgas le ofrezco mi agujerito ansioso y expectante.
No se lo tengo que pedir dos veces, obvio, ya que ahí nomás me lo puntea y me empieza a perforar, empujando con todo el peso de su cuerpo. Puedo sentir el CRAC que produce el esfínter al abrirse y esa sensación de llenado que tanto me gratifica.
Cruzando un brazo por sobre mi cintura, me agarra fuerte de la cadera y entra a culearme con un ímpetu arrollador, abriéndome el agujero casi hasta el límite de la fisura anal.
Estoy tan caliente que deseo que me destruya, que me rompa toda, que me deje el culo en carne viva. Es como si en vez de atenuarlas, aquel sujeto intensificara mis ansias de sexo. 
¡Cuánta más pija me da, más pija quiero!
Hasta que acabamos juntos, compartiendo un orgasmo de proporciones impactantes.
Me quedo quieta, estática, disfrutando mi propio placer mientras siento el suyo explotando en mi interior. No nos movemos, solo nos quedamos ahí, yo casi echada sobre la mesa de trabajo y él, parado tras de mí, aún adentro, sin dignarse a separarse ni a relajar ni un poco la tremenda dureza con la que me sigue atornillando.
Ya había soltado una buena cantidad de leche, pero ni así se le bajaba la erección. Seguía duro e implacable, por lo que empieza a moverse de nuevo dentro de mi culo.
Si bien me gustaba sentirlo de esa forma, soplándome la nuca, las piernas ya se me estaban acalambrando, así que soy yo la que se sale. Cuando lo hago, siento el ruido que produce la pija al salirse del agujero... PLOP... como si se destapara una tubería.
Me doy la vuelta, me pongo de cuclillas y le saco el forro, provocando que la leche recién exprimida se vuelque sobre mis pechos.
Así como la tiene, toda engrasada, se la vuelvo a chupar, comprobando mediante mis labios que, al igual que yo, ése hombre está en un estado de calentura extrema.
Me levanto, hago a un lado algunas herramientas y sentándome sobre la mesa de trabajo, me abro de piernas. 
Sin esperar invitación alguna, Ismael se coloca entre ellas, y antes de que pueda tomar la iniciativa, yo misma le agarro la poronga y me la pongo entre los gajos. Un empujoncito de ambas partes y volvemos a estar el uno dentro del otro, sellados, indivisibles, atrapados de nuevo por ese magnetismo ante el cual ninguno puede resistirse.
Nos cogemos con rabia, con furia, con frenesí, tratando de erradicar de nuestros cuerpos esa pasión que nos mantiene cautivos, sin brindarnos ninguna posibilidad de escape.
Me levanta en upa y me garcha así, en el aire, provocando que la concha se me derrita del gusto.
Rebotamos el uno contra el otro, PLAP PLAP PLAP, produciendo entre ambos un ruido ensordecedor que prevalece por sobre nuestros gemidos y jadeos.
De nuevo me invade una oleada de placer, tan intensa que pierdo el sentido por un segundo, aunque él me mantiene alzada, bien encastrada en su verga.
Cuándo me suelta, caigo de rodillas en la tierra, casi grogui, empapada de sudor, envuelta en un goce que arrecia fuerte contra mis sentidos.
Se saca el forro, se agarra la pija (detalle: se la agarra con las dos manos), y dándole una fuerte sacudida, me acaba encima, echándome los últimos lechazos que le quedan.
Me ayuda a levantarme, ya que estoy tan mareada que hasta me tambaleo.
-¡Qué bien me culiaste...!- le digo, rubricando mis palabras con un largo y agradecido beso.
Luego me pongo el vestido, sin la bombacha ni el corpiño, que quedaron tirados en algún lugar del galpón, y salgo sintiéndome como en una nebulosa.
Al salir me cruzo de nuevo con la mujer que me sigue puteando, pero aunque sabe que estuve culiando con el marido, ya no puede hacer nada. 
Al otro día volvemos a Buenos Aires, y aunque el viaje a Santiago del Estero haya sido por el fallecimiento de mi abuela, la verdad es que me traigo muy buenos recuerdos del pago materno. Tanto es así que ya le prometí a mí mamá acompañarla para el próximo Festival del carbón...

























27 comentarios - La última siesta...

SagaShionKanon
QUE EXCELENTE SOS RELATANDO, SE NOTAN VARIOS LIBROS LEIDOS EN VOS.
maritainfiel +1
Gracias... Y varios polvos también...😀
celta05
Es como si me lo contaras al oído mientras me cabalgas, o mientras te como la concha. Sos un animal sexual.
maritainfiel +1
Gracias... Animales sexuales somos todos, solo que algunas no podemos controlarlo...
fachelo1
jajaja...hola adicta....el público se renueva no?
maritainfiel
Hola, adicta y a mucha honra, jajaja...
Desert-Foxxx
Hoy me coji un culo reef mientras pensaba en tus tetas marita.
Vas a ir a la fiesta la próxima y vos llevas los globos.
MIESTILOGARPAPA
Hola Marita, te felicito por este excelente relato, cada renglón que leí era como si lo estuviera viendo solo sentí tan Real con cada detalle, que tuve que frenar mi cabeza ir a un lugar más íntimo a continuar con ayuda de mis dedos de la calentura q teni
maritainfiel +1
Gracias... Me gusta que te hayas calentado... Un beso...
Loro86
me calentó el relató, pero me agarra el moralista...
voyeur18
me re calentas marita ..ojala vengas de paseo por peru
Sute41 +1
Como siempre extraordinario tu relato @Maritainfiel, cada renglon que leo, me transporta, y te veo a vos gozando de los placeres carnales... van puntos hermosa. y nuevamente Aguante Santiago del Estero (de un Santiagueño que vive en La Feliz)...
gust7387
Como simpre dejando marcas por donde vas la verdad que muy buenos tus relatos @maritainfiel ahora de vuelta en baires que te deparara o quien mejor dicho. Saludos
FabricioBiazzi
un gran fans de tus relatos y de lo puta que sos
veteranodel60
Simplemente una belleza el relato ,me transportarse al galpón del taller de mi casa y el lugar donde me coji algunos pendeja , felicitaciones y van 10 puntos
Loza_Kyle
Cada vez mas exisitos tus relatos marita, vuelvo a repetir la suerte q tienen algunos hombres de poder disfrutar de tu cuerpo y tu gratas calenturas, una delicia tus vivencias, como no tener la suerte de cruzarte y q estés en ese momento de excitación y poder disfrutar de!!! Besos y es muy grato leer tus historias reina!!!!
furtivo2017
"Elemento que resulta indispensable tanto en el bolso de la dama como en el bolsillo del caballero."Muy bueno
porongarabiosa
me re calientan tus relatos pensando que soy yo el que te coje! algun dia espero que pase!
Cisco_xxx
Genia!!! Simpre relucientes tus relatos...
ldrja
Conseguis lo que queres siempre,,,,donde ponés el ojo....
Javiercabj12
Excelente relato!!!es increibe lo que me pasa con todos tus relatos los contas tan bien que logras calentarme con todos ellos,lei todos desde hace años y si mis viejos quieren ir a la fiesta del carbon los voy a acompañar ya que ellos tambien son de Santiago jaja
Guiyote07
Tremendo lo tuyo Marita...como siempre.
Mira que sos puta eh!!!!
maxi_86
asi como cada vez que salis de viaje culeas con alguno, te juro que me pagaria un viaje a bs as solo para cogerte a vos, como me dejas con cada relato
alvear2006
estuviste en brea pozo marita que londo cerca para ir a culiarte como me calentas que hermosa hembra lastima q ahy una cesion de fotos tuya...besos
levengater
marita eres terrible no puedo dejar de leer tos relatos y en forma detenida, la verdad me recalentas y sueño con tener una loba como vos a mi lado besos mis 10+
Marc_2
10, hasta los toques de humor fueron sutiles y oportunos.