Me levanté esa mañana del sábado, me encontré sola en la cama, te busqué en el patio. Estabas recostado en la reposera, justo al lado de la piscina que tiene la casa que alquilamos para pasar el finde. Una casa linda, cómoda y lo más importante: lo suficientemente alejado del centro de la ciudad para disfrutar el paisaje montañoso que nos acompaña, y lo suficientemente cerca de supermercados y otros servicios.
- ¿No me merezco una minuciosa chupada de pija? -dijiste salteando tradicional "hola, buenos días".
No contesté verbalmente, sólo me dediqué a responderte con acciones. Me arrodillé frente tuyo, entre tus piernas, y desaté el nudo que llevabas en la cintura de tu short. Lo bajé ligeramente, no llevabas ropa interior por lo que se hizó ante mí el mástil en el que la noche anterior había estado cabalgando. Te busqué con la mirada, pude ver en tus ojos el deseo de que empiece rápidamente a hacer mi magia para dejartela a punto para cogerme. Pero no. No era ese mi plan.
Mi plan era provocarte, hacerte desear al extremo de que implores que la meta completa en mi boca, hacerte rogar. Empecé con una paja muy suave, un movimiento arriba-y-abajo muy, muy lento mientras clavé mi mirada en la tuya. Después de un par de minutos, saqué la lengua fuera de mi boca, pero no la apoyé en tu pija. Podía sentir como te endurecías viéndola y deseándola, pero no, no era al momento aún. En cambio bajé hasta rozar tus huevos, y los lamí. Juegue con ellos con mi lengua, mientras aumentaba progresivamente el ritmo de las caricias en la pija. Desparramé tu propia humedad por toda la extensión de tu miembro.
Cuando las venas se hicieron más que evidentes y parecía que te iba a explotar de tanta leche acumulada la recorrí completa, corriendo mi mano y dejando lugar a mi lengua. Cuando llegué a la punta volví a buscar tu mirada, esta vez no la encontré. Estabas mirando al cielo, con los ojos cerrados, extasiado de placer.
- ¿Querés que me la coma entera, o no? -pregunté mientras dí una lamidita en la punta, y la acerqué a mi aliento caliente.
- Siiiii -contestaste en un tono que pareció más un gemido.
- Pedímelo.. o hacé que me la trague.
Tu pedido no se demoró en llegar. Me agarraste del cabello que tenía recogido en una cola de caballo y con esa voz autoritaria que tanto me calienta ordenaste "Dale putita, cométela toda" y hundiste tu pija en mi boca.
Empecé a chupártela de una manera alocada, con ganas, con calentura, recorriéndola completamente con mis labios y jugando con mi lengua haciendo círculos. Sacándo tu pija por completo de mi boca, y volviéndola a meter hasta llegar casi a mi garganta. Estabas tan duro que no necesitaba sostenerla, con las manos libres te guié para que levantes un poco las piernas. Mojé mi dedo del medio con saliva, y me dirigí a tu ano. Tus gemidos se hicieron más fuertes, y tu penetración más profunda.
Hice algunos círculos en la periferia, y empecé a penetrarte suavemente. Tus músculos no opusieron ninguna resistencia, y rápidamente estabas pidiéndome que te penetre con uno más. Obedecí. No pasó mucho cuando sentí en mi boca los latidos previos a la erupción que tanto deseaba. Intenté zafarme para acomodar mis tetas frente a tu pija para que las bañaras en leche, pero no me permitiste. Me apretaste con fuerza, pegando mi nariz a tu pelvis.
Entendí tu intención. Aceleré levemente el ritmo de mis dedos dentro tuyo, y me preparé para tragar todo lo que tengas para ofrecerme. En ese momento escuchamos el portón del frente abrirse, no nos preocupamos. Sabíamos quién era.
En eso llegaron los cinco chorros de leche que golpearon mi garganta y bajaron lentamente por mi esófago. Apenas hubo desperdicio de leche, chorreando por tu pija, que muy meticulosamente me dediqué a limpiar, al tiempo que Paula salía al patio y nos saludaba algo asombrada:
- ¿Todavía quedaba algo por sacar? Pensé que te había descargado antes de salir a buscar el desayuno.
Te miré y tenías una mirada entre pícaro y satisfecho. Tus dos putas te hicieron acabar a pura fuerza de lengua.
- ¿No me merezco una minuciosa chupada de pija? -dijiste salteando tradicional "hola, buenos días".
No contesté verbalmente, sólo me dediqué a responderte con acciones. Me arrodillé frente tuyo, entre tus piernas, y desaté el nudo que llevabas en la cintura de tu short. Lo bajé ligeramente, no llevabas ropa interior por lo que se hizó ante mí el mástil en el que la noche anterior había estado cabalgando. Te busqué con la mirada, pude ver en tus ojos el deseo de que empiece rápidamente a hacer mi magia para dejartela a punto para cogerme. Pero no. No era ese mi plan.
Mi plan era provocarte, hacerte desear al extremo de que implores que la meta completa en mi boca, hacerte rogar. Empecé con una paja muy suave, un movimiento arriba-y-abajo muy, muy lento mientras clavé mi mirada en la tuya. Después de un par de minutos, saqué la lengua fuera de mi boca, pero no la apoyé en tu pija. Podía sentir como te endurecías viéndola y deseándola, pero no, no era al momento aún. En cambio bajé hasta rozar tus huevos, y los lamí. Juegue con ellos con mi lengua, mientras aumentaba progresivamente el ritmo de las caricias en la pija. Desparramé tu propia humedad por toda la extensión de tu miembro.
Cuando las venas se hicieron más que evidentes y parecía que te iba a explotar de tanta leche acumulada la recorrí completa, corriendo mi mano y dejando lugar a mi lengua. Cuando llegué a la punta volví a buscar tu mirada, esta vez no la encontré. Estabas mirando al cielo, con los ojos cerrados, extasiado de placer.
- ¿Querés que me la coma entera, o no? -pregunté mientras dí una lamidita en la punta, y la acerqué a mi aliento caliente.
- Siiiii -contestaste en un tono que pareció más un gemido.
- Pedímelo.. o hacé que me la trague.
Tu pedido no se demoró en llegar. Me agarraste del cabello que tenía recogido en una cola de caballo y con esa voz autoritaria que tanto me calienta ordenaste "Dale putita, cométela toda" y hundiste tu pija en mi boca.
Empecé a chupártela de una manera alocada, con ganas, con calentura, recorriéndola completamente con mis labios y jugando con mi lengua haciendo círculos. Sacándo tu pija por completo de mi boca, y volviéndola a meter hasta llegar casi a mi garganta. Estabas tan duro que no necesitaba sostenerla, con las manos libres te guié para que levantes un poco las piernas. Mojé mi dedo del medio con saliva, y me dirigí a tu ano. Tus gemidos se hicieron más fuertes, y tu penetración más profunda.
Hice algunos círculos en la periferia, y empecé a penetrarte suavemente. Tus músculos no opusieron ninguna resistencia, y rápidamente estabas pidiéndome que te penetre con uno más. Obedecí. No pasó mucho cuando sentí en mi boca los latidos previos a la erupción que tanto deseaba. Intenté zafarme para acomodar mis tetas frente a tu pija para que las bañaras en leche, pero no me permitiste. Me apretaste con fuerza, pegando mi nariz a tu pelvis.
Entendí tu intención. Aceleré levemente el ritmo de mis dedos dentro tuyo, y me preparé para tragar todo lo que tengas para ofrecerme. En ese momento escuchamos el portón del frente abrirse, no nos preocupamos. Sabíamos quién era.
En eso llegaron los cinco chorros de leche que golpearon mi garganta y bajaron lentamente por mi esófago. Apenas hubo desperdicio de leche, chorreando por tu pija, que muy meticulosamente me dediqué a limpiar, al tiempo que Paula salía al patio y nos saludaba algo asombrada:
- ¿Todavía quedaba algo por sacar? Pensé que te había descargado antes de salir a buscar el desayuno.
Te miré y tenías una mirada entre pícaro y satisfecho. Tus dos putas te hicieron acabar a pura fuerza de lengua.
8 comentarios - Minuciosa y dedicada
intuyo que usted es una putita sumisa y salvaje... solo cuando decide entregarse....
Gracias por los pts, besos a los dos 😘😘
A nosotros ns tenes cautivados con tus relatos, asi que de nada valen tus mejillas rojas...aunque otras cosas rijas ya me empiezan a gustar..besitos