Afuera hace un calor bárbaro y vos estás sentado en uno de ésos bancos de madera en la multitudinaria sala de espera esperando tu turno con la prestigiosa Proctóloga Dra. Vilma Valdez. Estas muy asustado. Ya escuchaste algunas historias de la Doctora y cómo disfruta de humillar a sus pacientes en las más degeneradas y sucias maneras. Estás aterrado de que lo que ella te haga te excite y te avergüence. No podés dejar de pensar en las cosas que escuchaste que ella te podría llegar a hacer y empezás a sentir una excitación sexual. Sentís que se te revuelven los intestinos. Empezás a buscar la salida pensando que todavía estás a tiempo de escapar. Justo cuando estás por levantarte para ir hacia la puerta, la Enfermera, una tremenda morocha con su ambo celeste bastante ajustado marcándole una provocativa figura, pronuncia tu nombre. "Mierda!" pensás. "Sólo tengo que respirar profundamente, es sólo un examen de rutina, qué puede salir mal?" te auto convencés.
Entrás en el impecable Consultorio, cubierto de mosaicos y azulejos blancos de piso a techo y ves la curvilínea figura de una mujer de pié al lado del escritorio, de espaldas. Lleva puesta una chaquetilla médica blanca con cuello "mao" y una martingala a la cintura que acentúa su esbelta figura, una mini falda de cuero negra y botas también de cuero negras y tacos altos. Su cabello oscuro cae en pesada cascada desde la "cola de caballo" hasta la mitad de su espalda. Ella gira, te sonríe y te extiende la mano.
- Soy la Dra. Valdez, vos debés ser Maxi, no?
Le das la mano débilmente, tratando de no mirar el escote que generan los dos primeros botones sueltos de la chaquetilla y la sombra de los pezones que se insinúan debajo del blanco atuendo médico. Ella te toma la mano firmemente, apretándola.
- Encantada de conocerte Maxi - te dice y vos sentís pequeñas gotas de transpiración formándose en tu frente - No te pongas nervioso, es sólo un examen de rutina. Ya sabés. Nada que un hombre como vos no pueda soportar.
En un rincón del Consultorio hay una camilla y justo al lado una bandeja de acero inoxidable llena de instrumental médico que no podés identificar. Una cortina, todavía a un lado, divide este sector del resto del Consultorio. Ella te señala la camilla.
- Sacate toda la ropa y acostate boca arriba en la camilla!
No estás seguro de haberla escuchado bien. Te ordenó que te quites toda la ropa?! Esto no es nada a lo que estés acostumbrado. Normalmente te permiten conservar tu ropa interior. O sea, sólo te hiciste un par de revisaciones médicas antes y siempre te había revisado el eficiente Dr. Fernández, un Profesor de la Facultad de Medicina de más de setenta años. Corrés la cortina y empezás a sacarte la ropa. Te desabotonás la camisa, te sacás la remera por sobre tu cabeza, te quitás zapatillas y medias, bajás el cierre relámpago y dejás tus jeans hasta finalmente despojarte también de tus calzoncillos. Te estremecés, pese a que el sol atraviesa el gran ventanal del Consultorio y podés sentir el calor. Te sentás tímidamente en el borde de la camilla, temblando de ansiedad.
En ése momento y sin aviso previo la Dra. Valdez atraviesa la cortina y se queda de pié frente a vos con las manos en los bolsillos de su chaquetilla, observando tu pene totalmente expuesto. Ella se sonríe y humedece sus labios.
- Espero que no te importe Maxi, pero tengo un grupo de estudiantes de medicina que vinieron a visitar el Consultorio y les prometí que podrían presenciar un examen. Son 8 chicas de la Facultad, no hay problema, verdad?
Antes de darte tiempo para responder, se corrió la cortina y 8 hermosas jóvenes mujeres entraron en fila al Consultorio, todas usando sus guardapolvos blancos. Formaron un semi círculo alrededor de la camilla.
Empezás a sentir una intensa excitación sexual y al mismo tiempo pánico cuando ves a las mujeres observando tu pene creciendo lentamente. Intentás pensar en algo mundano para evitar la erección, pero todo lo que podés ver es a estas mujeres que apenas pueden contener la risa ante el crecimiento de tu órgano sexual. Te sentís profundamente avergonzado y te ponés colorado.
La Dra. Valdez apenas se preocupó por disimular su gozo ante la situación que estabas atravesando.
- Acostate en la camilla y poné los pies en los estribos... te vamos a revisar!
La Doctora toma de la bandeja un par de guantes de látex y se pone el primero, asegurándose que quede bien ajustado a sus dedos, mientras vos obedecés y quedás completamente expuesto.
- Te ofrecería una toallita para que puedas taparte un poco, pero como podés ver las chicas están disfrutando un montón de tu pijita al aire... y la verdad es que yo también!
Con su mano sin el guante la Doctora hurga debajo de su mini falda de cuero y mete la mano en su bombacha. Ella se mete un dedo entre los labios vaginales, retira la mano y se acaricia los labios.
- No te das una idea de cuánto vamos a disfrutar... Doctoras, procedan!
Todas las mujeres se acercan y rodean la camilla calzándose guantes de látex. Una de ellas, pelirroja y muy voluptuosa te mira a los ojos.
- Ahora te voy a revisar la pija. Te quiero bien quietito! - te dice ajustándose los guantes, haciendo el típico "snap" "snap" - Está claro?
Asentís sin decir una palabra y en seguida ella empieza a examinar tu miembro, jugando con tu sensibilidad, deslizando sus suaves manos enguantadas de arriba a abajo del excitado tronco de tu pene. Empezás a sentir espasmos de placer sacudiendo todo tu cuerpo. Las Doctoras ríen cuando un blanco hilo de fluído pre eyaculatorio empieza a drenar de tu pene. La pelirroja atrapa un poco de tu flujo en uno de sus dedos cubiertos de látex y otra mujer se te acerca desde atrás y atrapa tu rostro entre sus manos enguantadas, podés percibir su perfume mezclado con el aroma del guardapolvos que roza tu cabeza y el látex de los guantes en tus mejillas.
- Abrí grande la boquita bebé! - te ordena, y vos obedecés.
La Doctora pelirroja sonríe y te mete el dedo enguantado y húmedo en la boca.
- Chupá putito! - te dice mientras el sabor del látex se mezcla con el del semen en tu boca.
La Dra. Valdez se paró entre tus piernas entrando en tu campo visual mientras se pone el segundo guante de látex y se unta los dedos con lubricante quirúrgico.
- Esto a lo mejor duele un poco... relajate...
Ella te empieza a penetrar el ano con dos dedos cubiertos en látex, lenta y profundamente. Vos gemís de placer. A esta altura, otras dos mujeres te acarician las tetillas con sus suaves dedos enguantados y la pelirroja te acaricia el glande. Te sentís absolutamente desamparado. Dos mujeres se ubican a izquierda y derecha y cada una te atrapa una mano sujetando firmemente tus muñecas y las conducen hasta debajo de sus guardapolvos. Sentís cómo tus dedos se deslizan simultáneamente dentro de sus tibias y húmedas vaginas y son atrapados allí. Otra Doctora se te acerca frotando un consolador con sus manos enguantadas y lo pone frente a tu rostro. La Doctora que te sostiene la cabeza te vuelve a acariciar con sus manos cubiertas de látex.
- Vamos putito... abrí grande la boca para la Doctora...
En cuanto abrís la boca la Doctora te mete el consolador.
- Tragá puto! Vamos... tragá! - te ordena mientras empuja el consolador rítmicamente dentro y fuera de tu boca - Eso es... tragá... tragá... obedecé!
Justo en ése momento la Dra. Valdez levanta otro consolador de la bandeja y empieza a deslizarlo adentro y afuera de tu ano. Todo tu cuerpo se sacude en espasmos. Es necesaria toda tu fuerza de voluntad para evitar que derrames litros de semen por todo el Consultorio. La Doctora te quita el consolador de la boca y se retira junto con todas las demás sosteniendo sus manos enguantadas por sobre la cintura, observando a la Dra. Valdez penetrándote con el consolador, con sus pezones trasluciendo a través de la chaquetilla blanca. Es demasiado para que lo puedas soportar.
- Te voy a hacer acabar putito! Queremos ver cómo chorreas leche! - te dice la Doctora mientras retira el consolador - Prepárenlo para la extracción de semen!
Todas las Doctoras se avalanzan sobre tu cuerpo y te sostienen firmemente contra la camilla. La Dra. Valdez atrapa tu pene entre sus manos enguantadas y empieza a ordeñarte frenéticamente, más y más rápido hasta llegar a un punto sin retorno. Con un gran gemido eyaculás en interminables chorros de semen que la Dra. Valdez atrapa entre sus manos cubiertas de látex. Sosteniendo sus manos sobre la cintura para no desperdiciar ni una gota de semen la Doctora se acerca a tu rostro. Otra Doctora te levanta la cabeza tirando de tu cabello obligándote a quedar de frente a la Dra. Valdez.
- Ya sabés lo que tenés que hacer putito! - te dice mientras te tira de los pelos - Abrí la boca! Obedecé... Vamos!
Apenas empezás a abrir la boca la Dra. Valdez te mete su mano y derrama el semen.
- Te tragás hasta la última gota puto! - te ordena.
Y todas empiezan a gritar "Tragá... Vamos putito! Tragate toda la leche!"
Y vos te tragás el semen. Y en seguida empezás a sentirte excitado de nuevo.
- Bueno Maxi.... - dice la Dra. Valdez mientras todas empiezan a quitarse sus guantes - Quién hubiera dicho que ibas a resultar tan receptivo al tratamiento! Asegurate de sacar un turno para la semana que viene... cuando las chicas vuelvan a visitar el Consultorio.
Entrás en el impecable Consultorio, cubierto de mosaicos y azulejos blancos de piso a techo y ves la curvilínea figura de una mujer de pié al lado del escritorio, de espaldas. Lleva puesta una chaquetilla médica blanca con cuello "mao" y una martingala a la cintura que acentúa su esbelta figura, una mini falda de cuero negra y botas también de cuero negras y tacos altos. Su cabello oscuro cae en pesada cascada desde la "cola de caballo" hasta la mitad de su espalda. Ella gira, te sonríe y te extiende la mano.
- Soy la Dra. Valdez, vos debés ser Maxi, no?
Le das la mano débilmente, tratando de no mirar el escote que generan los dos primeros botones sueltos de la chaquetilla y la sombra de los pezones que se insinúan debajo del blanco atuendo médico. Ella te toma la mano firmemente, apretándola.
- Encantada de conocerte Maxi - te dice y vos sentís pequeñas gotas de transpiración formándose en tu frente - No te pongas nervioso, es sólo un examen de rutina. Ya sabés. Nada que un hombre como vos no pueda soportar.
En un rincón del Consultorio hay una camilla y justo al lado una bandeja de acero inoxidable llena de instrumental médico que no podés identificar. Una cortina, todavía a un lado, divide este sector del resto del Consultorio. Ella te señala la camilla.
- Sacate toda la ropa y acostate boca arriba en la camilla!
No estás seguro de haberla escuchado bien. Te ordenó que te quites toda la ropa?! Esto no es nada a lo que estés acostumbrado. Normalmente te permiten conservar tu ropa interior. O sea, sólo te hiciste un par de revisaciones médicas antes y siempre te había revisado el eficiente Dr. Fernández, un Profesor de la Facultad de Medicina de más de setenta años. Corrés la cortina y empezás a sacarte la ropa. Te desabotonás la camisa, te sacás la remera por sobre tu cabeza, te quitás zapatillas y medias, bajás el cierre relámpago y dejás tus jeans hasta finalmente despojarte también de tus calzoncillos. Te estremecés, pese a que el sol atraviesa el gran ventanal del Consultorio y podés sentir el calor. Te sentás tímidamente en el borde de la camilla, temblando de ansiedad.
En ése momento y sin aviso previo la Dra. Valdez atraviesa la cortina y se queda de pié frente a vos con las manos en los bolsillos de su chaquetilla, observando tu pene totalmente expuesto. Ella se sonríe y humedece sus labios.
- Espero que no te importe Maxi, pero tengo un grupo de estudiantes de medicina que vinieron a visitar el Consultorio y les prometí que podrían presenciar un examen. Son 8 chicas de la Facultad, no hay problema, verdad?
Antes de darte tiempo para responder, se corrió la cortina y 8 hermosas jóvenes mujeres entraron en fila al Consultorio, todas usando sus guardapolvos blancos. Formaron un semi círculo alrededor de la camilla.
Empezás a sentir una intensa excitación sexual y al mismo tiempo pánico cuando ves a las mujeres observando tu pene creciendo lentamente. Intentás pensar en algo mundano para evitar la erección, pero todo lo que podés ver es a estas mujeres que apenas pueden contener la risa ante el crecimiento de tu órgano sexual. Te sentís profundamente avergonzado y te ponés colorado.
La Dra. Valdez apenas se preocupó por disimular su gozo ante la situación que estabas atravesando.
- Acostate en la camilla y poné los pies en los estribos... te vamos a revisar!
La Doctora toma de la bandeja un par de guantes de látex y se pone el primero, asegurándose que quede bien ajustado a sus dedos, mientras vos obedecés y quedás completamente expuesto.
- Te ofrecería una toallita para que puedas taparte un poco, pero como podés ver las chicas están disfrutando un montón de tu pijita al aire... y la verdad es que yo también!
Con su mano sin el guante la Doctora hurga debajo de su mini falda de cuero y mete la mano en su bombacha. Ella se mete un dedo entre los labios vaginales, retira la mano y se acaricia los labios.
- No te das una idea de cuánto vamos a disfrutar... Doctoras, procedan!
Todas las mujeres se acercan y rodean la camilla calzándose guantes de látex. Una de ellas, pelirroja y muy voluptuosa te mira a los ojos.
- Ahora te voy a revisar la pija. Te quiero bien quietito! - te dice ajustándose los guantes, haciendo el típico "snap" "snap" - Está claro?
Asentís sin decir una palabra y en seguida ella empieza a examinar tu miembro, jugando con tu sensibilidad, deslizando sus suaves manos enguantadas de arriba a abajo del excitado tronco de tu pene. Empezás a sentir espasmos de placer sacudiendo todo tu cuerpo. Las Doctoras ríen cuando un blanco hilo de fluído pre eyaculatorio empieza a drenar de tu pene. La pelirroja atrapa un poco de tu flujo en uno de sus dedos cubiertos de látex y otra mujer se te acerca desde atrás y atrapa tu rostro entre sus manos enguantadas, podés percibir su perfume mezclado con el aroma del guardapolvos que roza tu cabeza y el látex de los guantes en tus mejillas.
- Abrí grande la boquita bebé! - te ordena, y vos obedecés.
La Doctora pelirroja sonríe y te mete el dedo enguantado y húmedo en la boca.
- Chupá putito! - te dice mientras el sabor del látex se mezcla con el del semen en tu boca.
La Dra. Valdez se paró entre tus piernas entrando en tu campo visual mientras se pone el segundo guante de látex y se unta los dedos con lubricante quirúrgico.
- Esto a lo mejor duele un poco... relajate...
Ella te empieza a penetrar el ano con dos dedos cubiertos en látex, lenta y profundamente. Vos gemís de placer. A esta altura, otras dos mujeres te acarician las tetillas con sus suaves dedos enguantados y la pelirroja te acaricia el glande. Te sentís absolutamente desamparado. Dos mujeres se ubican a izquierda y derecha y cada una te atrapa una mano sujetando firmemente tus muñecas y las conducen hasta debajo de sus guardapolvos. Sentís cómo tus dedos se deslizan simultáneamente dentro de sus tibias y húmedas vaginas y son atrapados allí. Otra Doctora se te acerca frotando un consolador con sus manos enguantadas y lo pone frente a tu rostro. La Doctora que te sostiene la cabeza te vuelve a acariciar con sus manos cubiertas de látex.
- Vamos putito... abrí grande la boca para la Doctora...
En cuanto abrís la boca la Doctora te mete el consolador.
- Tragá puto! Vamos... tragá! - te ordena mientras empuja el consolador rítmicamente dentro y fuera de tu boca - Eso es... tragá... tragá... obedecé!
Justo en ése momento la Dra. Valdez levanta otro consolador de la bandeja y empieza a deslizarlo adentro y afuera de tu ano. Todo tu cuerpo se sacude en espasmos. Es necesaria toda tu fuerza de voluntad para evitar que derrames litros de semen por todo el Consultorio. La Doctora te quita el consolador de la boca y se retira junto con todas las demás sosteniendo sus manos enguantadas por sobre la cintura, observando a la Dra. Valdez penetrándote con el consolador, con sus pezones trasluciendo a través de la chaquetilla blanca. Es demasiado para que lo puedas soportar.
- Te voy a hacer acabar putito! Queremos ver cómo chorreas leche! - te dice la Doctora mientras retira el consolador - Prepárenlo para la extracción de semen!
Todas las Doctoras se avalanzan sobre tu cuerpo y te sostienen firmemente contra la camilla. La Dra. Valdez atrapa tu pene entre sus manos enguantadas y empieza a ordeñarte frenéticamente, más y más rápido hasta llegar a un punto sin retorno. Con un gran gemido eyaculás en interminables chorros de semen que la Dra. Valdez atrapa entre sus manos cubiertas de látex. Sosteniendo sus manos sobre la cintura para no desperdiciar ni una gota de semen la Doctora se acerca a tu rostro. Otra Doctora te levanta la cabeza tirando de tu cabello obligándote a quedar de frente a la Dra. Valdez.
- Ya sabés lo que tenés que hacer putito! - te dice mientras te tira de los pelos - Abrí la boca! Obedecé... Vamos!
Apenas empezás a abrir la boca la Dra. Valdez te mete su mano y derrama el semen.
- Te tragás hasta la última gota puto! - te ordena.
Y todas empiezan a gritar "Tragá... Vamos putito! Tragate toda la leche!"
Y vos te tragás el semen. Y en seguida empezás a sentirte excitado de nuevo.
- Bueno Maxi.... - dice la Dra. Valdez mientras todas empiezan a quitarse sus guantes - Quién hubiera dicho que ibas a resultar tan receptivo al tratamiento! Asegurate de sacar un turno para la semana que viene... cuando las chicas vuelvan a visitar el Consultorio.
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