Este es el relato de mi historia como cornudo, que se inició hace muchos años, al poco tiempo de casarnos (hoy yo tengo 58 y ella 51). Comenzamos tímidamente, fantaseando en nuestra intimidad, hasta que nos contactamos con una pareja y luego otras. Con el correr de los años, nuestra tendencia fue cambiando hacia los tríos con hombres solos y después, disfrutar ella de sus amantes y yo de mi condición de cornudo asumido.
Creo que conviene aquí describir lo que significa para un cornudo esta situación, ya que no todos la entienden, aunque algunos seguramente han fantaseado con eso sin experimentarlo, mientras otros lo comprenderán porque lo practican habitual o excepcionalmente. Y esto tiene que ver con saber cómo se disfruta que tu mujer goce de un hombre en tu presencia, o escucharla contarte sus experiencias al oído cuando vuelve a casa y te imagines lo que ha vivido.
Hoy puedo asegurar que volvería a elegir esta opción si volviera a nacer. Seguro entenderás si lo vivís con tu esposa (o te animarás a proponérselo si no lo has hecho). Es que nada se compara al placer de ver a tu esposa, ya sea en los primeros pasos seduciendo con sus atractivos de mujer hermosa y sexy en alguna reunión social, o ya en un encuentro planeado en un departamento alquilado en alguna ciudad ajena, o en un hotel de vacaciones en una playa del Caribe.
No tiene precio, que tu esposa reciba al "invitado" vestida con ropa liviana y sensual, comiéndole la boca al lado de la puerta, mientras él la "conoce" deslizando su mano ascendiendo por sus muslos y escuchar los gemidos cuando él llega a apartar su bombachita e invadir su húmeda conchita. Ni qué hablar si después se acercan a la cocina (donde vos preparás la comida) e ignorándote, la sienta en la mesada a tu lado y comienza a meterle la mano por debajo de la blusa hasta acariciar sus pezones arrancándole más gemidos. Las cosas se ponen sublimes cuando él, hablándole al oído, le cuenta de sus planes cuando la tenga en la cama y se ríen imaginándote al lado, mirándolos y tocándote desesperado (estoy contando a grandes rasgos, lo que sucedió en una de nuestras primeras veces). Lo ocurrido en detalle, puede ser descripto en un próximo relato.
Solo un cornudo asumido puede entender el goce que se siente, cuando ella en un departamento te presenta a un tipo con el que ya tuvo varios encuentros en privado, se prueba los zapatos que él le regaló, se lo agradece saliendo del dormitorio calzada con ellos, semidesnuda y, sentándose en el sillón del living, entre medio de los dos, se abalanza y lo besa haciéndote sentir el gorgoteo de sus salivas jugando con sus lenguas. Que tu esposa se pare y, frente a vos, te muestre cómo el tipo le hunde sus dedos en los glúteos y, gimiendo, ella le dice "mi amor...", en tu cara.
Tal vez te guste saber que, en un viaje de placer a una ciudad balnearia de Uruguay, contratamos un guía para pasear 5 días en un auto, yo manejando, y ellos en el asiento de atrás, se manoseaban mutuamente esperando llegar al próximo destino en el que nos alojamos los tres (ellos en la cama matrimonial y yo en una habitación contigua). Todos estos hechos y varios más, pueden ser contados cada uno en sendos relatos, a tu pedido.
Si aún no sos cornudo y querés serlo, animate, lo vas a disfrutar. Si ya lo sos, o sos un corneador, sé que sabés de qué hablo, espero que te guste este relato y en cuanto me lo pidas, te doy más.
Creo que conviene aquí describir lo que significa para un cornudo esta situación, ya que no todos la entienden, aunque algunos seguramente han fantaseado con eso sin experimentarlo, mientras otros lo comprenderán porque lo practican habitual o excepcionalmente. Y esto tiene que ver con saber cómo se disfruta que tu mujer goce de un hombre en tu presencia, o escucharla contarte sus experiencias al oído cuando vuelve a casa y te imagines lo que ha vivido.
Hoy puedo asegurar que volvería a elegir esta opción si volviera a nacer. Seguro entenderás si lo vivís con tu esposa (o te animarás a proponérselo si no lo has hecho). Es que nada se compara al placer de ver a tu esposa, ya sea en los primeros pasos seduciendo con sus atractivos de mujer hermosa y sexy en alguna reunión social, o ya en un encuentro planeado en un departamento alquilado en alguna ciudad ajena, o en un hotel de vacaciones en una playa del Caribe.
No tiene precio, que tu esposa reciba al "invitado" vestida con ropa liviana y sensual, comiéndole la boca al lado de la puerta, mientras él la "conoce" deslizando su mano ascendiendo por sus muslos y escuchar los gemidos cuando él llega a apartar su bombachita e invadir su húmeda conchita. Ni qué hablar si después se acercan a la cocina (donde vos preparás la comida) e ignorándote, la sienta en la mesada a tu lado y comienza a meterle la mano por debajo de la blusa hasta acariciar sus pezones arrancándole más gemidos. Las cosas se ponen sublimes cuando él, hablándole al oído, le cuenta de sus planes cuando la tenga en la cama y se ríen imaginándote al lado, mirándolos y tocándote desesperado (estoy contando a grandes rasgos, lo que sucedió en una de nuestras primeras veces). Lo ocurrido en detalle, puede ser descripto en un próximo relato.
Solo un cornudo asumido puede entender el goce que se siente, cuando ella en un departamento te presenta a un tipo con el que ya tuvo varios encuentros en privado, se prueba los zapatos que él le regaló, se lo agradece saliendo del dormitorio calzada con ellos, semidesnuda y, sentándose en el sillón del living, entre medio de los dos, se abalanza y lo besa haciéndote sentir el gorgoteo de sus salivas jugando con sus lenguas. Que tu esposa se pare y, frente a vos, te muestre cómo el tipo le hunde sus dedos en los glúteos y, gimiendo, ella le dice "mi amor...", en tu cara.
Tal vez te guste saber que, en un viaje de placer a una ciudad balnearia de Uruguay, contratamos un guía para pasear 5 días en un auto, yo manejando, y ellos en el asiento de atrás, se manoseaban mutuamente esperando llegar al próximo destino en el que nos alojamos los tres (ellos en la cama matrimonial y yo en una habitación contigua). Todos estos hechos y varios más, pueden ser contados cada uno en sendos relatos, a tu pedido.
Si aún no sos cornudo y querés serlo, animate, lo vas a disfrutar. Si ya lo sos, o sos un corneador, sé que sabés de qué hablo, espero que te guste este relato y en cuanto me lo pidas, te doy más.
10 comentarios - De swinger a cornudo