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La niña buena 4

Diana se fue a poner el pijama 'decente' justo cuando su madre regresaba de la iglesia. La oyó hablar con su padre. Este le decía que había hablado con Diana y que le había dejado las cosas bien claritas. Cuando Diana salió de su cuarto y su madre la vio sin pintar y con el pijama que le había regalado hace poco, se echó a llorar y la abrazó.
 
-Dios a escuchado mis plegarias. Me ha devuelto a mi niña buena...Alabado sea el señor.
-¿Ves como todo se ha arreglado? - le dijo mi Valentín acercándose a ellas.
-Él Señor se ha servido de ti para expulsar al demonio que estaba dentro de mi niña.
 
Mientras la madre seguía con sus alabanzas, no vio como Valentín, la 'mano del señor', metía su mano por detrás del pantalón de Diana, agarrándole el culo y metiéndole un dedo dentro. La madre con los ojos cerrados alabando a Dios el padre metiéndole un dedo en el culo a la niña buena.
 
El resto del día lo pasaron como de costumbre, excepto que Valentín aprovechaba cualquier ocasión para meterle mano a la putita de su hija. Diana se pasó el día con el coñito mojado, esperando que llegara la noche para salir con su padre.
 
Después de cenar, sobre las diez de la noche, la madre se fue a dormir. Esperaron un tiempo prudente para que se durmiera.
 
-Bueno, zorrita. Ponte bien sexy.
-Sí papi.
 
Diana se fue a cambiar mientras su padre la esperaba. Cuando la vio aparecer la polla se le puso dura en milisegundos. Traje color crema, muy corto, cortísimo. Ajustado y con un gran escote. No llevaba sujetador y los pezones se marcaban, como dos pitones. Pintada como una auténtica zorra. Los ojos de negro, los labios de rojo intenso. Y unos precios zapatos negros de tacón de aguja.
 
-Wow! Diana. Estás para follarte aquí mismo.
-Por mi encantada, papi.
-Jajajaja. Después. Ahora tengo otros planes.
 
Se acercó a ella y metió la mano por debajo de la corta faldita. Le pasó la mano por el coño recién peladito, sobre las minúsculas tanguitas que se había puesto.
 
-Pero serás zorrita. Si ya estás empapada
-Llevo todo el día cachonda, papi...¿No me quieres follar?
-Que no. Vámonos
 
Le dio la vuelta y le dio una cariñosa palmadita en el culo. Salieron, se subieron al coche y arrancaron.
 
-¿Dónde vamos, papi?
-Me han dicho de un sitio al que suelen ir muchos maduritos a 'intentar' ligar. Todavía es temprano, pero seguro que alguno ya habrá. Esta noche vas a poner tiesa algunas pollas.
-Ummmm, me encanta poner pollas tiesas y que me miren con ojos de deseo.
-Haremos como que no nos conocemos. Yo entraré primero y pediré una copa. Después entras tú y te pones a bailar como una zorrita, a ver cuantos se acercan. Déjate meter mano.
-Jajaja. Vale.
 
Valentín le puso la mano en la rodilla a Diana y fue bajando poco a poco. Ella abrió las piernas. Su padre la miró, despistándose un momento.
 
-Mierda!
-¿Qué pasa papi?
-Me salté el semáforo en rojo. Espero que..
 
WAUUUUUUUUUUUUUUUU  - De detrás de una valla apareció un coche de policía que se puso detrás del coche de Valentín, haciéndole señales para que se detuviera.
 
-Joder. Nos ha pillado.
 
La zona estaba desierta. Aunque se saltó el semáforo, no había más tráfico. Pero la multa se la tragaría. Esta jodía policía sólo quería recaudar. Aparcó al borde de la carretera y el coche de policía se puso detrás. El agente salió del coche. Era un tipo normal, regordete y con bigote. Chulescamente, se acercó a la ventanilla de Valentín.
 
-Buenas noches
-Buenas noches, agente.
-Se ha saltado vd. un semáforo en rojo, señor
 
Desde su posición, el policía veía a Valentín y las piernas de Diana. Se agachó un poco más para mirar a la mujer. Aquel cabrón, además de saltarse el semáforo tenía a un puta en el coche. Seguro que le estaba tocando la polla y por eso no vio el semáforo.
 
-Sí, agente. No me di cuenta. No volverá a pasar.
-Los papeles y el permiso de conducir, por favor.
 
Valentín le dio lo que le pidió. El poli comprobó que todo estaba en orden.
 
-Espere un momento, señor. Voy a comprobar que no tenga multas pendientes.
 
El poli volvió a su coche.
 
-Mierda. Lo que me faltaba, una multa.
-¿Quieres que hable con él, papi?
 
Valentín la miró. Quizás funcionase. Se había fijado en como el policía la miraba.
 
-Vale. Haz todo lo necesario para que no nos multe.
-Vale papá.
 
Diana salió del coche. Valentín miraba como se acercaba al coche del poli, meneando las caderas provocativamente. Vio como abrió la puerta del pasajero y entró, sentándose al lado de policía. Diana le hablaba al policía, y él le contestaba, pero Valentín no oía lo que decían.
 
De repente, vio como la mano de Diana se dirigía hacia la entrepierna del sujeto. No la veía, pero estaba claro que le estaba sobando la polla, por la cara de sorprendido del tío. Ella seguía hablando y el policía asintió. Entones Diana se agachó sobre el regazo del hombre. Se la iba a mamar al policía.
 
La polla de Valentín se puso dura en el acto. La zorrita de su hija le estaba comiendo la polla a aquel gordito policía para que les quitara la multa. Sólo veía parte de su cabeza subir y bajar y la cara de gusto que tenía el poli.
 
La mamada no duró mucho, en menos de un minuto Diana subió la cabeza y se retocó la pintura de los labios mirándose en el espejo del coche. Salió del coche llevando los papeles en la mano. El poli reposaba con cara de bobo. Diana entró en el coche de su padre y le entregó los papeles.
 
-Podemos irnos, papi.
-Pero mira que eres puta, Diana
-Jajaja, pero nos ha quitado la multa, no?
-Sí, jeje
-Ese tío hacía semanas que no se corría. Vaya manera de soltar leche. Casi no me la pude tragar toda.
-No va a ser la última que tragues hoy.
-Ummmmm se me hace la boca agua...y el coño.
 
Llegaron al local sobre las once. Valentín entró primero y pidió una copa en la barra. El local estaba casi vacío. Sólo había tres cincuentones y dos jovenzuelos. Ninguna mujer.
 
Cuando a los 5 minutos entró Diana, los 5 clientes y el camarero la miraban con la boca abierta. Aquella preciosa chica, vestida como una auténtica zorrita, se puso a contonearse en medio de la pista. Bailaba muy sensualmente, acariciando su cuerpo. Uno de los maduritos comentó:
 
-Joder, vaya pedazo de mujer. ¿Se han fijado lo buena que está? ¿En el culito que tiene?
-Esa guarra ha venido en busca de polla.
-Si la muy zorra no lleva sujetador - comentó otro.
 
Valentín estaba encantado del efecto que su hija había causado en los hombres. Los dos chicos cuchicheaban entre ellos. El tercer madurito, el que parecía más valiente, salió a bailar con la chica. La cogió descaradamente por la cintura y le restregó la, seguramente dura polla.
 
-Hola, guapa. ¿Cómo te llamas?
-Diana.
-Encantado, Diana. Yo soy Pedro. Eres preciosa
-Gracias
-¿A qué has venido, guapa?
-A bailar.
-¿Sólo a bailar?
-Bueno....ya veremos.
 
El tal Pedro empezó a sobarle el culo por encima de la corta falda. Otro de los tipos no pudo más y se acercó.
 
-Pedro, déjame bailar también a mí con la guapa señorita.
 
Pedro lo dejó y volvió a la barra. Tenía un gran bulto en el entrepierna. Se sentó al lado de Valentín.
 
-Oye amigo, esta putita está caliente, te lo aseguro. Le he metido mano a base de bien y ni se ha inmutado. Mira, Jesús también se lo está pasando bomba.
 
Valentín miraba como el que se llamaba Jesús intentaba besarle el cuello a Diana, y ella divertida se apartaba. El tercer maduro se acercó y Jesús le dejó sitio, yendo hacia la barra.
 
-Joder como me ha puesto la niña. Un poco más y me corro restregándome contra ella.
 
Los tres hombres, Valentín, Pedro y Jesús contemplaban como el otro se había pegado a la espalda de Diana y bailaba con ella pegadito, restregándose en su culo, y como la muy guarra apretaba su culo contra la sin dura endurecida polla, sin dejar de sonreír.
 
Los dos chicos más jóvenes no se atrevían a salir. Sólo miraban.
 
-Oye, amigo - dijo Pedro dirigiéndose a Valentín - ¿No quieres restregarte un poco con la chica?
-Bueno, lo intentaré.
 
Cuando Valentín llegó junto a la pareja, el tipo lo dejó y se fue junto a los tres amigos. Diana miró a su padre a los ojos y sonrió, contorneando su cuerpo lascivamente. Sus cuerpos se pegaron y empezaron a bailar lento.
 
-Uf, papi...esos tres me han dejado supercachonda. Me han metido mano a base de bien.
-Y tú a ellos. Tenían todos las pollas duras.
-Lo sé, no dejaron de restregármelas.
 
Valentín la hizo girar para que Diana les diese la espalda a los tres, y entonces empezó a acariciarle la espalda lentamente, hasta llegar a su culito. Pero al contrario que los otros, que sólo la sobaron sobre el vestido, Valentín le levantó la falda y le acaricio las nalgas desnudas.
 
Los tres amigos miraban la escena asombrados. Aquel tipo al que no conocían le estaba tocando el culo a aquella preciosidad delante de todos ellos. Contemplaron atónitos como la empezaba a besar, con la boca abierta, comiéndole la lengua. Y no se podían creer cuando vieron como llevaba una mano las tetas y las empezaba a apretar.
 
-No es justo - dijo Pedro - Nosotros se la calentamos y el tipo ese se aprovecha
-Mira, mira, le está sobando la polla. Pero que zorra la tía.
 
Valentín de reojo miraba a los hombres, que lo miraban con ojos de odio. Si no llevaba las cosas con cuidado, podían meterse en problemas.
 
-¿Te acuerdas que te dije que esta noche ibas a tragar más leche? - le susurró Valentín a Diana al oído
-Sí, me acuerdo..
-Pues ha llegado el momento. Esos tres no pueden más. Si los dejamos así seguro que me linchan y te violan.
-¿Quieres que me deje follar por los tres?
-No, sólo te follo yo y quien yo diga. Creo que con una buena mamada se calmarán.
-Como tú digas.
-Te los voy a enviar de uno en uno. Chúpales la polla y vacíales los huevos.
 
Diana se quedó en el centro de la pista, moviéndose lentamente. Valentín se acercó a los tres amigos, que lo miraban con mala cara.
 
-La putita me ha dicho que está cachonda y que quiere chupar pollas, pero de uno en uno.
-¿Quéeeeeeee? ¿Estás de broma?
-Eso me ha dicho.
-Hey, pues yo primero, que para eso empecé yo.
 
Pedro salió hacia la pista de nuevo. Diana le sonrió mientras se acercaba. Cuando estuvieron frente a frente, Pedro no sabía que hacer. Diana, sin dejar de mirarlo a los ojos y de contonearse, se fue arrodillando delante de él. Acercó sus manos a la polla y la acarició sobre el pantalón.
 
-Ummmmm, que tienes aquí..¿Puedo verla?
-Claro, preciosa.
 
Diana le bajó la bragueta y le sacó la polla. Era pequeñita, pero gorda. Los dos amigos de Pedro, el camarero y los dos muchachos no podían creer lo que veían. Aquella preciosa chica, se tragó toda la polla de Pedro, hasta los huevos, y puso sus manos en las nalgas del hombre, apretando hacia ella. Pedro se corrió en el acto, lanzando espesos chorros en la garganta de Diana.
 
Cuando terminó la corrida de Pedro, se sacó la polla de la boca y la limpió a lengüetazos. Pedro se acercó a la barra subiéndose la bragueta.
 
-Joder, vaya boquita que tiene la muy puta. Nunca me había corrido tan rápido.
-Me toca - dijo Jesús saliendo a la pista
 
Diana lo esperaba arrodillada, mordiéndose un dedo y poniendo cara de zorrita. En cuanto se puso a su alcance, le bajó la bragueta y le sacó una más que respetable polla. Mirándolo a los ojos se la empezó a pasar por la cara.
 
-Cómetela, zorra.
 
Diana abrió la boca y le clavo la polla hasta la garganta. Diana tuvo una arcada pero se repuso y empezó a mamar. Los espectadores alucinaban con la manera de mamar de aquella chica. Se metía toda la polla en la boca. Jesús la agarró por la cabeza y empezó a follársela por la boca hasta que estalló, manteniendo su polla en el fondo. Oía el ruido de Diana al tragar su abundante corrida y eso lo hacía gozar más. Cuando le sacó la polla de la boca un hilillo de saliva colgaba de la punta. Jesús por lo menos tuvo la decencia de agradecérselo a Diana.
 
-Gracias, preciosa. Ha sido la mejor mamada de mi vida.
-Para mí ha sido un placer. Dile a tu amigo que venga.
-No hace falta, ya viene
 
Jesús se cruzó por el camino que el tercer madurito. Cuando llegó a la barra comentó la mamada.
 
-Esa chica es un bomba. Vaya manera de mamar. Ninguna mujer se había tragado toda mi polla. Jamás olvidaré como me miraba con esos preciosos ojos mientras se tragaba mi corrida. 
-No creo que Alberto duro mucho tampoco - dijo Pedro - ya se la está mamado.
 
Diana no perdió tiempo en sacarle la polla al tercero y empezar una nueva mamada. El hombre le acarició con ternura la cara, cosa que le extraño un poco. Este no era tan bruto como los otros dos.
 
-Eres preciosa. Por favor, no me hagas correr muy rápido. Esto es lo más caliente que me ha pasado en la vida y quiero disfrutarlo.
-Te voy a hacer la mejor mamada de tu vida.
-Ya lo es, preciosa.
 
Diana se sentó sobre sus pantorrillas, de manera que la polla quedara un poco por encima de su cara y tuviera que levantarla para llegar a ella. Así el hombre tenía una visión total de la preciosa carita de Diana, que lentamente le lamía la polla, yendo de la punta hasta los huevos, y luego hasta la punta, dándole besitos. Lo hacía sin usar las manos, sólo la boca y la cara. Él la miraba con ojos de placer. Aquellos labios rojos en forma de corazón besando la punta de su polla era lo más erótico que le había pasado en la vida.
 
Se metió media polla en la boca y empezó una lenta mamada, metiendo y sacando la polla de la boca despacito, lamiéndola con su lengua.
 
-Ummm, Ummmmm - hacía Diana cada vez que la polla le entraba en la boca.
-Eres....aggggg....maravillosa...que...boquita tienes....Me..voy a correr....Mierda.!
 
Aunque intentó aguantar más, no pudo. Se empezó a correr dentro de la boca de aquella preciosidad que lo miraba mientras le llenaba de caliente semen. Cuando se vació todo, respirando agitadamente, sacó su polla de la boca de la mamadora. La miró. Diana abrió su boca y le mostró el mar de leche que tenía, antes de cerrar la boca y tragárselo todo.
 
-Ummm, que rica leche tienes - le dijo antes de darle un último beso en la punta de la polla.
-Me has alegrado la vida, preciosa, gracias.
 
Se agachó y le dio un beso en los labios. Después, se marchó a la barra. Diana se quedó esperando alguna señal de su padre.
 
-Hey, cabroncete, has aguantado bastante - le dijo Pedro al tercer hombre.
-Menos de lo que hubiese querido. Esa chica es maravillosa. Uf!
 
Valentín se dirigió al camarero, que había visto toda la escena como embobado.
 
-Te toca.
-¿A mí?
-Claro. Elle me dijo que a todos.
-No sé....no puedo intimar con los clientes.
-No seas gilipollas - le dijo Pedro - No vas a tener un oportunidad como esta en la vida.
 
Lo convencieron y se dirigió a la pista. Cuando Diana le bajó la bragueta y le sacó la polla, los 6 hombres, y ella, se quedaron asombrados. El camarero tenía un auténtico pollón, enorme. A Diana no se le mojó el coño porque ya lo tenía empapado. Era la polla más grande que veía.
 
-Vaya polla que tienes, guapo. No sé si me cabrá en la boquita.
-Prueba a ver.
 
Diana abrió la boca todo lo que pudo y el camarero empezó a meterle la polla. Poco a poco se la fue tragando, tragando. Le llegó a la campanilla, pero siguió entrando. Diana tuvo que levantar la cabeza para que el camino de la polla fuera más recto. Aún así, no se la pudo tragar más. Era demasiada polla para su garganta, así que le hizo una mamada 'normal', sin gargantas profundas. Sólo la clásica mamada de toda la vida.
 
Los demás miraban maravillados como aquella chica, arrodillada delante del camarero, me metía parte de aquel enorme rabo en la boca.
 
El camarero empezó a temblar, sigo de su inminente orgasmo.
 
-¿Puedo correrme en tu carita?
 
Diana no respondió. Se sacó la polla de la boca, cerró los ojos y sonrió. El camarero se cogió la polla y se la pajeó hasta estallar. La corrida iba en consonancia con el tamaño de la polla. Fue espectacular la cantidad de semen que le tiró a Diana en la cara. Ella lo recibía tocándose el coñito y corriéndose como una guarra. Su padre no le había dicho que no podía correrse.
 
El camarero volvió a la barra. Los hombres lo miraban, asombrados y admirados. Diana seguía arrodillada en la pista, con la cara llena de leche que le goteaba sobre el escote.
 
Valentín miró a los dos jóvenes, los dos que quedaban por vaciarse en la boca de su hija, pero los muy idiotas no habían podido aguantarse y se habían hecho un pajote hasta correrse.
 
-Bueno, señores,  creo que voy a llevar a la dama a su casa.
 
Alguno intentó protestar, pero la mirada de Valentín lo acalló. Valentín cogió unas cuantas servilletas y se fue a la pista, a buscar a Diana. Ella no podía abrir los ojos porque los tenía cubiertos de semen.
 
-Toma y límpiate la cara, putita. Vaya espectáculo. No lo van a olvidar en su vida.
 
Diana se limpió con las servilletas y se levantó. Se abrazó a su padre y los dos salieron sin que nadie les dijera nada.
 
-¿Lo he hecho bien, papi?
-Lo has hecho estupendamente. Eres la más puta del mundo.
-Gracias papi.
-Vi como te tocabas mientras el camarero se corría en tu cara.
-.....sí...es que..estaba muy cachonda.
-Te traja aquí para que te utilizaran como a una puta, no para que te tocaras.
-Yo...
-¿Te corriste? No me mientas.
-Sí.
-Bueno, entonces tendré que castigarte.
 
Cuando llegaron al coche, que estaba aparcado en una zona oscura, Valentín cogió a Diana y le hizo dar la vuelta. Le empujó hacia adelante y la apoyó contra el capó del automóvil, dejando su culito expuesto.
 
-Ahora verás lo que les pasa a las zorras que no obedecen.
 
Diana oyó como su padre se bajaba la cremallera. Sintió como con su mano subía la corta falda desnudando su culo, como rompía el hilito del tanga, arrancándoselo, como abría sus nalgas con las manos y como le clavaba su polla en el culo.
 
-Aggggggggggggggggg
-Esto les pasa a las putitas desobedientes.
 
Valentín agarró sus caderas y empezó a encularla fuerte, salvajemente. El coñito de Diana no dejaba de manar. Diana pensó que podía castigarla de esa manera siempre que quisiera.
 
-Agggggggggg papiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii ummmmmmmmmm
 
Con la mano abierta, le dio una sonora nalgada.
 
-Zorra.
-Aggggg me .puedo...correr? por favor....
-Córrete cuanto quieras, so guarra. ¿Te gusta que tu padre te de por el culo?
-Siiiiiiiiiiiii me encanta que me des por el culo, papi...Ahhhhhhh soy una puta y me lo merezco..
 
Valentín de dio otra nalgada y Diana se empezó a correr. Tenía un orgasmo tras otro, sintiendo la polla paterna partirle el culo en dos, gozando hasta lo indecible. A los pocos minutos, Valentín dio un fuerte grito e inundó el culito de su hija con toda su espesa y caliente leche, dándole palmaditas en el culo.
 
Se quedaron un rato reposando su placer. Valentín acariciaba dulcemente las rojas nalgas de Diana, que con los ojos cerrados disfrutaba de la caricia. Después le sacó la polla del culito, pero no se la metió en el pantalón.
 
-Vamos a casa.
 
Entraron en el coche y arrancaron. Valentín le puso una mano en la cabeza y la hizo agachar hasta su polla.
 
-Bueno, zorrita. Espero que te tragues la quinta corrida de la noche antes de llegar a casa.
 
Valentín conducía con precaución, disfrutando de la cálida boca de Diana. Le acariciaba el cabello, acompañando el subir y bajar de su cabeza.
 
Diana estaba encantada de como la trataba su padre. La hacía sentirse suya, a su completa merced. Le gustaba someterse a su padre. La excitaba mucho. Mientras le chupaba la polla, se llevó una mano al coño y se masturbó. Él le dijo que podía correrse cuanto quisiera.
 
Justo cuando aparcaban delante de su casa, Valentín le llenó la boca a Diana, que sintiendo su propio orgasmo, se bebió con amor todo lo que su padre le daba.
 
-Ummmm, hoy ha sido un gran día, putita mía.
-Me ha encantado, papi. Te...te quiero.
-Y yo a ti.
 
Se besaron como dos novios, y después entraron en la casa. Se despidieron y se fueron a dormir.
 
Diana durmió como un bebé, con la barriguita y el culito llenos de leche.
 
CONTINUARÁ.

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