Llegaba tarde, siempre he odiado a las personas que llegan tarde, pero está vez no me sentía enojado, es más, esta vez estaba nervioso, ¿Cómo será? ¿Qué ropa usará? ¿Le guatare?, Eran las preguntas que rondaban por mi cabeza una y otra vez.
Había quedado con alguien de un chat para cenar y beber en un bar local, hemos hablado durante un mes, nos hemos enviado fotos y tenido sexo-llamadas por vídeo, pero está vez, por primera vez, la iba a ver, poder tocar, oler...
¡Oler!, Si hay algo que me excita mucho, es el aroma natural de la mujer, me encantan esas feromonas que desprende el cuerpo femino al excitarse, es uno de mis tantos fetiches que con mucho gusto me gusta tener.
30 minutos tarde, ahí estaba ella, radiante con su vestido rojo, cabello suelto y unos tacones de 8 cm, se acercó y me besó en la mejilla, le había pedido que no usará ningún perfume, que quería oler su cuerpo corporal, su sudor, y así lo hizo, al respirar su cuello pude notar esas feromonas que tanto me prenden, no tarde mucho en calentarme y mover mi mano a su entrepierna, justo para comprobar que no llevaba calzón, mis dedos recorrieron su rasurada vagina y me posicione en la entrada de la misma, la sentí húmeda, inmediatamente ella retiro lo mano, cosa que yo esperaba hacer, ya que lleve mis dedos húmedos de ella a mi nariz, dios estaba como loco, ese aroma me pone muy excitado y ella tenía el aroma perfecto para mi.
No dude ni un segundo, la levanté y nos fuimos al hotel más cercano que pudimos, la desnude y comí de su néctar vaginal, de su sabor agridulce impregne mi cara con su esencia, su aroma ahora yo lo tenía por todo lo rostro; muestras gadeaba por el sexo oral, yo estaba a punto de venirme sin tocar mi pene, ese aroma de ella, esa parte de la mujer que me prende, ella me tenía a sus pies y eso que aún no llegaba a la parte crucial, su ano.
Había quedado con alguien de un chat para cenar y beber en un bar local, hemos hablado durante un mes, nos hemos enviado fotos y tenido sexo-llamadas por vídeo, pero está vez, por primera vez, la iba a ver, poder tocar, oler...
¡Oler!, Si hay algo que me excita mucho, es el aroma natural de la mujer, me encantan esas feromonas que desprende el cuerpo femino al excitarse, es uno de mis tantos fetiches que con mucho gusto me gusta tener.
30 minutos tarde, ahí estaba ella, radiante con su vestido rojo, cabello suelto y unos tacones de 8 cm, se acercó y me besó en la mejilla, le había pedido que no usará ningún perfume, que quería oler su cuerpo corporal, su sudor, y así lo hizo, al respirar su cuello pude notar esas feromonas que tanto me prenden, no tarde mucho en calentarme y mover mi mano a su entrepierna, justo para comprobar que no llevaba calzón, mis dedos recorrieron su rasurada vagina y me posicione en la entrada de la misma, la sentí húmeda, inmediatamente ella retiro lo mano, cosa que yo esperaba hacer, ya que lleve mis dedos húmedos de ella a mi nariz, dios estaba como loco, ese aroma me pone muy excitado y ella tenía el aroma perfecto para mi.
No dude ni un segundo, la levanté y nos fuimos al hotel más cercano que pudimos, la desnude y comí de su néctar vaginal, de su sabor agridulce impregne mi cara con su esencia, su aroma ahora yo lo tenía por todo lo rostro; muestras gadeaba por el sexo oral, yo estaba a punto de venirme sin tocar mi pene, ese aroma de ella, esa parte de la mujer que me prende, ella me tenía a sus pies y eso que aún no llegaba a la parte crucial, su ano.
0 comentarios - Olor a México