Nota: Luchar contra uno mismo y sus obsesiones es generalmente tarea perdida. La pereza y los ritmos de vida conducen a que nunca tenga relatos terminados, ni hablar de relatos buenos. Pero relatos a secas hay. Se van juntando en mi cabeza y en las hojas de mis cuadernos. Son fragmentos de historias inconclusas, ideas pequeñas que aplasto y estiro hasta que ocupen algunos renglones. Y como soy incorregible, he estado amasando una serie de relatos breves que espero pronto poder sacar del papel y poner para acá, para que ya no me estorben en la cabeza. Como para abrir el apetito, adelanto este brevísimo relato, que escribí como juego para una amiga con la que nos divertíamos en las noches de invierno.
Ella baila con todos
Babitas de su sexy caramelo
y ternuras que no son para este mundo.
Había tenido los ojos cerrados por un largo rato, no por vergüenza (no la sentía, la había perdido en los primeros besos y caricias),sino que todo lo que estaba sintiendo por fuera casi que la obligaba a inspeccionarse por dentro, a dar una mirada a la Flor interior y sentir aún más profundo todo aquello. Pero al cabo de un rato abrió los ojos, miró el cielo raso en penumbras, volvió a escuchar la música que ya le parecía lejana. Estaba envuelta en sudor, sólo con su musculosa enrollada hasta el cuello, uno besaba y lamía sus tetas, el otro se hundía con la boca entre sus piernas. Después de mucho tiempo estaba ahí sin culpa y sin incomodidad, se sentía plena y desbordada de placer, y no pretendía más. Tomo la cabeza del que estaba en su pecho, lo besó y con una mirada le dijo todo, quería sentirlo en su boca,tragarlo por completo y sin pausa. Él se arrodillo en la cama y le ofreció todo lo que quería.
Esa noche no había sido el despecho, ni la soledad, ni la ira, ni siquiera el desenfreno. Había sido la alegría pura de la fiesta, la plenitud de un mágico momento de calma en su vida. Entonces fueron las miradas, que venían desde hacía un tiempo, esa idea totalmente perversa que le recorría lamente por las noches y la había obligado a darse ciertas atenciones en soledad,una charla en un rincón con uno, otra charla en otro rincón con otro, el baile que de simple juego había pasado a provocación y el darse cuenta que estaba en una habitación con los dos, que las sienes le latían con fuerza, pero que estaba tan tranquila, tan en paz al sentirse abrazada por ambos, a los que conocía tan bien.
Entonces besaba y se prendía del cuello de uno mientras el otro la ceñía por atrás, le lamía el cuello y le hacía sentir toda su dureza.Su mente se puso en blanco y decidió mandar todo a la mierda. Se dejó sacar la pollera y la tanga, dejó que Mario (¿o era Andrés?) se arrodillara por detrás,abriera su cola y comenzara a comerle la concha que hacía rato era pura agua;mientras ella dejaba entrar en su boca la lengua de Andrés (¿o era Mario?) y comenzaba a acariciar ahí abajo.
Las piernas le flaquearon cuando sintió dos dedos dentro suyo y la punta de la lengua entrando en su cola, quiso acostarse. Abrió bien las piernas porque quería seguir con aquella locura y quiso sentirla en su boca. No lo dijo, pero no hizo falta. Le fascinó poder chuparla mientras se la comían a ella, le fascino que entrara cada milímetro de esa pija en su boca mientras cada gota que salía de su conchita era tragada por el otro.
Y ni se dio cuenta en qué momento ya no se la estaban comiendo, sólo pudo sentir la primera penetración y el resto se volvió nebuloso, era una locura, era su locura, era Flor con una pija en la boca y una en la concha, era Flor mirando a su amigo a los ojos mientras lo pajaeaba y le pasaba la lengua por los huevos, por el ano, era Flor sentada sobre su otro amigo, empapadísima, con la cara roja, las tetas al aire, sintiendo cada centímetro de placer. Era Flor en un arranque de pasión y atrevimiento,arrodillada, divertida, probando con su boca primero una y después otra,comparando texturas y sabores, sintiendo su propio sabor a veces, diciendo que quería más, que quería que la cojan toda. Era Flor poniéndose en cuatro sobre la cama, arqueando la espalda, con toda la intención, sabiendo que la entendieron bien. Entonces volvió a sentir la lengua en su cola, los dedos en su concha, su boca llena. Y fue un ratito de aquello, de sentir primero la presión de la punta de la lengua, después del primer, tímido dedo, después del segundo, y al final que dale, que ya estoy bien y la quiero toda, y la lenta penetración que casi le da un orgasmo instantáneo.
Fue el primer momento en que se pensó en esa situación, en tener su cola llena y su boca también, en saber que la noche era larga e iban acogerla de todas formas y por todos lados. Y se sentía tan bien, después de mucho tiempo se sentía tan bien, no era usada por ellos, era el centro de ese placer narcótico.
Nunca supo durante cuanto tiempo estuvieron en ese frenesí,ni cuántas veces acabó. Sólo que la pasión la consumía y dejó casi con alegría que uno acabara en su interior y otro en su boca. No le importó nada más,simplemente se durmió, desnuda, abrazada a sus dos amantes de esa noche,sabiendo que la próxima tenía que ir por más.
Ella baila con todos
Babitas de su sexy caramelo
y ternuras que no son para este mundo.
Había tenido los ojos cerrados por un largo rato, no por vergüenza (no la sentía, la había perdido en los primeros besos y caricias),sino que todo lo que estaba sintiendo por fuera casi que la obligaba a inspeccionarse por dentro, a dar una mirada a la Flor interior y sentir aún más profundo todo aquello. Pero al cabo de un rato abrió los ojos, miró el cielo raso en penumbras, volvió a escuchar la música que ya le parecía lejana. Estaba envuelta en sudor, sólo con su musculosa enrollada hasta el cuello, uno besaba y lamía sus tetas, el otro se hundía con la boca entre sus piernas. Después de mucho tiempo estaba ahí sin culpa y sin incomodidad, se sentía plena y desbordada de placer, y no pretendía más. Tomo la cabeza del que estaba en su pecho, lo besó y con una mirada le dijo todo, quería sentirlo en su boca,tragarlo por completo y sin pausa. Él se arrodillo en la cama y le ofreció todo lo que quería.
Esa noche no había sido el despecho, ni la soledad, ni la ira, ni siquiera el desenfreno. Había sido la alegría pura de la fiesta, la plenitud de un mágico momento de calma en su vida. Entonces fueron las miradas, que venían desde hacía un tiempo, esa idea totalmente perversa que le recorría lamente por las noches y la había obligado a darse ciertas atenciones en soledad,una charla en un rincón con uno, otra charla en otro rincón con otro, el baile que de simple juego había pasado a provocación y el darse cuenta que estaba en una habitación con los dos, que las sienes le latían con fuerza, pero que estaba tan tranquila, tan en paz al sentirse abrazada por ambos, a los que conocía tan bien.
Entonces besaba y se prendía del cuello de uno mientras el otro la ceñía por atrás, le lamía el cuello y le hacía sentir toda su dureza.Su mente se puso en blanco y decidió mandar todo a la mierda. Se dejó sacar la pollera y la tanga, dejó que Mario (¿o era Andrés?) se arrodillara por detrás,abriera su cola y comenzara a comerle la concha que hacía rato era pura agua;mientras ella dejaba entrar en su boca la lengua de Andrés (¿o era Mario?) y comenzaba a acariciar ahí abajo.
Las piernas le flaquearon cuando sintió dos dedos dentro suyo y la punta de la lengua entrando en su cola, quiso acostarse. Abrió bien las piernas porque quería seguir con aquella locura y quiso sentirla en su boca. No lo dijo, pero no hizo falta. Le fascinó poder chuparla mientras se la comían a ella, le fascino que entrara cada milímetro de esa pija en su boca mientras cada gota que salía de su conchita era tragada por el otro.
Y ni se dio cuenta en qué momento ya no se la estaban comiendo, sólo pudo sentir la primera penetración y el resto se volvió nebuloso, era una locura, era su locura, era Flor con una pija en la boca y una en la concha, era Flor mirando a su amigo a los ojos mientras lo pajaeaba y le pasaba la lengua por los huevos, por el ano, era Flor sentada sobre su otro amigo, empapadísima, con la cara roja, las tetas al aire, sintiendo cada centímetro de placer. Era Flor en un arranque de pasión y atrevimiento,arrodillada, divertida, probando con su boca primero una y después otra,comparando texturas y sabores, sintiendo su propio sabor a veces, diciendo que quería más, que quería que la cojan toda. Era Flor poniéndose en cuatro sobre la cama, arqueando la espalda, con toda la intención, sabiendo que la entendieron bien. Entonces volvió a sentir la lengua en su cola, los dedos en su concha, su boca llena. Y fue un ratito de aquello, de sentir primero la presión de la punta de la lengua, después del primer, tímido dedo, después del segundo, y al final que dale, que ya estoy bien y la quiero toda, y la lenta penetración que casi le da un orgasmo instantáneo.
Fue el primer momento en que se pensó en esa situación, en tener su cola llena y su boca también, en saber que la noche era larga e iban acogerla de todas formas y por todos lados. Y se sentía tan bien, después de mucho tiempo se sentía tan bien, no era usada por ellos, era el centro de ese placer narcótico.
Nunca supo durante cuanto tiempo estuvieron en ese frenesí,ni cuántas veces acabó. Sólo que la pasión la consumía y dejó casi con alegría que uno acabara en su interior y otro en su boca. No le importó nada más,simplemente se durmió, desnuda, abrazada a sus dos amantes de esa noche,sabiendo que la próxima tenía que ir por más.
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