Hola gente linda... antes que nada debo decirles que este es un relato 100% real y ocurrió hace varios años, a principio de los ´80, cuando no era tan fácil tener sexo siendo adolescente. Aquí va mi relato.
Yo había empezado la Universidad y mi novia estaba terminando el colegio secundario. Nos llevábamos muy bien, sobre todo en la cama, pero comenzaron nuestras discusiones por el viaje de egresados que ella llevaría a cabo el mes próximo... aunque nunca fui celoso debo admitir que sospechaba de alguna "futura" infidelidad en ese viaje: yo lo había hecho hacía dos años y sabía del descontrol que se presenta en ese momento, más que nada teniendo en cuenta que mi novia asistía a un colegio religioso donde eran solamente alumnas mujeres y en ese tan ansiado viaje desatan toda su "diablita" que llevan internamente.
Mi novia, Mari, era una flaca hermosa: piernas largas y bronceadas, espalda ancha (hacía natación), tetas no muy grandes pero duras y una cola parada, deliciosa ... su mejor amiga - Griselda- era una yegua: cuerpo de vedette y cara de caballo -literalmente !!!- todos vivíamos en el mismo barrio.
Griselda no iba al viaje de egresados porque su situación económica no le había permitido pagarse el viaje: ella vivía con su abuela que era jubilada y no disponía del dinero para realizarlo.
Como les dije anteriormente, Griselda era imponente: sus tetas eran firmes, increíblemente grandes, paradas y duras, su cintura era fina pero sus caderas tenían la forma de una guitarra, y su culo ... su culo !! era la maravilla misma, tal vez porque practicaba atletismo desde chica, que daban forma a una piernas torneadas de una manera que parecía un dibujo ... pero su cara no acompañaba el resto de su cuerpo: morocha, ojos saltones, labios gruesos - excesivamente gruesos- y su cabello era el descontrol mismo.
Por lo general compartíamos bastante tiempo juntos los tres, en los que no me cansaba de mirar el cuerpo de Griselda (confieso), y debatíamos en el comportamiento que tenía que tener mi novia en ese viaje a Bariloche. Mis consejos eran que no tomase demasiado, que no se alejase del grupo,pero principalmente que no le diera bolilla a los pendejos de otros colegios si querían algo más que bailar, que pensara en mí ... Griselda se reía y decía todo lo contrario a mis palabras, para terminar - Mari y yo- consolándola porque no podía ir con sus amigas al tan esperado viaje.
Llegó el día de la partida: un bullicio ensordecedor de pendejas alborotadas inundaba la plataforma desde donde saldría el ómnibus ( mi novia prácticamente me ignoraba y cantaba y saltaba con sus compañeras) cuando veo llegar a Griselda por una de las puertas laterales de la estación: traía una minifalda blanca muuuy corta que dejaba ver la belleza de sus muslos y una remera verde musgo hecha a su medida, sin corpiño, por lo que se le marcaban los pezones para placer mío y de los choferes que estaban boquiabiertos observando ese caminar...
Me saludó con un beso y noté que tenía los ojos rojos, seguramente había estado llorando por no poder ir.
Nos quedamos a un costado ya que no éramos partícipes necesarios de la algarabía que se daba a nuestro alrededor.
Llegó la hora de la partida y Mari - mi novia- me abrazó y me besó apasionadamente ... mis manos inconscientemente acariciaron sus nalgas y mi pija se puso dura al instante. Le dije al oído lo que me pasaba y riéndose me dijo que me hiciese una paja en su honor: en realidad esperaba que me dijese que me guardara toda la leche para cuando ella volviera, pero esto no sucedió.
Griselda lloraba desconsoladamente y se despidió de Mari y de otras compañeras de curso.
El micro partió y nos quedamos viendo cómo se alejaba... Griselda seguí sollozando por lo que la abracé. Sus duras tetas acompañaban los espamos del llanto, la abracé mas fuerte y le di un beso en la frente diciéndole palabras de consuelo, pero en realidad me estallaba la verga por sentirla tan cerca mío.
Le pregunté si quería que la llevase a su casa y me pidió ir hasta una plaza cercana y sentarnos un rato hasta que se calmara. Caminamos abrazados y encontramos un asiento un poco viejo y algo roto, en un costado alejado de la plaza.
Ella lloraba y yo la consolaba sin dejar de ver cómo se movían esas hermosas tetas y sin querer puse una de mis manos en una de sus piernas... mi pija latía y crecía a medida que mis caricias aumentaban. Ella separó un poco sus muslos y pasó sus brazos sobre mi cuello, quedando su cabeza en mi pecho... con mi mano izquierda acariciaba sus cabellos pero la derecha se iba abriendo paso cada vez más arriba de sus muslos.
El llanto pasó a ser una especie de suspiro con jadeo, nos miramos y los dos supimos que era más que un consuelo lo que estaba sucediendo. Nos besamos suavemente, mi mano llegó a su entrepierna mojada y ella me detuvo: se separó de mí y me dijo que la llevara a su casa.
De camino en el auto no cambiamos palabra alguna hasta que llegamos a su casa. Detuve el motor y tomándole la mano le pedí disculpas por lo que había sucedido... ella confesó que se había dejado llevar por la situación, que no estaba bien que pasara algo entre ella y el novio de su amiga, pero en ningún momento dijo que no le hubiese gustado, por lo que me dio pie para tomarla por el cuello y atraerla a mi boca para besarla ... del beso pasamos a la franela y para mi sorpresa y sin que se lo pidiese, puso su mano sobre mi bulto, empezando una lenta paja ...
Subí su remera y aparecieron una de las más maravillosas tetas que he visto en mi vida y cuando comencé a lamer su pezón me apartó de ella.
Dijo que estaba mal, que yo me estaba aprovechando de la situación, que ella no podía traicionar a su amiga ... y fue entonces cuando cansado de ese histeriqueo, saqué mi verga y le pedí que me hiciera una paja. Se quedó callada mirando mi miembro ... le pregunté si era virgen y me dijo que no, pero que ella no pensaba coger con el novio de su amiga, al mismo instante que comenzaba a pajearme suavemente.
Luego de un instante me dijo que ese no era el lugar, que fuésemos a su habitación.
Entramos a su casa y se fijó si estaba su abuela ... no había nadie, por lo que comenzamos a subir las escaleras y como ella me guiaba yendo adelante mío, tuve la vista de esas piernas y ese culo subiendo acompasadamente cada escalón. La tomé de una pierna frenando su ascenso y mordí el nacimiento de sus nalgas ... ella suspiró ... comencé a lamer la parte interna de sus muslos y se dio vuelta quedando de frente a mí, se sentó sobre un escalón y abrió casi en su totalidad las piernas por lo que mis lamidas se posaron sobre su diminuta bombachita blanca. Griselda gemía y acariciaba sus pechos: se había subido la remera.
Le rogué que fuésemos a la cama, que necesitaba tenerla desnuda para poder besarla por completo.
Subimos los pocos escalones que faltaban y ella se despojó totalmente de la remera: las tetas soñadas estaban frente a mi, sin resistir a ninguno de mis intentos, y luego cayó la pollera y su ropa interior.
La besé, lamí, escupí, etc, etc. desde su cuello hasta sus pies... sus gemidos iban en aumento cuando acomodé mi verga en su vagina... entró sin ningún esfuerzo, deslizándose hasta el fondo, y luego de unos minutos de bombeo sistemático, acabé sobre sus pechos.
Esa tarde cogimos una vez más, sin ningún sentimiento de culpa por parte de los dos por engañar a mi novia y su amiga ... los dos (los tres) sabíamos que me iba a hacer cornudo en ese viaje de egresados.
Con Griselda nos acostamos los 9 días - dormí todas las noches en su pieza, a la que entraba una vez que se dormía su abuela-mientras duró la ausencia de Mari, quedando de acuerdo que después del regreso de ella entre nosotros no había pasado nada.
No recuerdo que alguien me haya sacado tanta leche en tan poco tiempo: disfruté de su boca, de sus pechos, de su concha y de su culo, al que tuve el honor de perforar por primera vez.
Con Mari nos peleamos a los pocos días de su regreso: confesó que me había puesto los cuernos.
Yo no le conté nunca lo que sucedió entre Griselda y yo, no iba a arruinar una amistad de años por despecho.
Esa navidad volví a encontrarme con Griselda en una fiesta, le pregunté por su abuela, festejamos con champagne y me comentó que seguramente en su habitación Santa Claus habría dejado algún regalo para mí por mi comportamiento, por lo que me sugirió irnos a su casa a ver si era cierto.
Mari se casó dos años después con quien me puso los cuernos, Griselda fue su madrina de casamiento.
Yo había empezado la Universidad y mi novia estaba terminando el colegio secundario. Nos llevábamos muy bien, sobre todo en la cama, pero comenzaron nuestras discusiones por el viaje de egresados que ella llevaría a cabo el mes próximo... aunque nunca fui celoso debo admitir que sospechaba de alguna "futura" infidelidad en ese viaje: yo lo había hecho hacía dos años y sabía del descontrol que se presenta en ese momento, más que nada teniendo en cuenta que mi novia asistía a un colegio religioso donde eran solamente alumnas mujeres y en ese tan ansiado viaje desatan toda su "diablita" que llevan internamente.
Mi novia, Mari, era una flaca hermosa: piernas largas y bronceadas, espalda ancha (hacía natación), tetas no muy grandes pero duras y una cola parada, deliciosa ... su mejor amiga - Griselda- era una yegua: cuerpo de vedette y cara de caballo -literalmente !!!- todos vivíamos en el mismo barrio.
Griselda no iba al viaje de egresados porque su situación económica no le había permitido pagarse el viaje: ella vivía con su abuela que era jubilada y no disponía del dinero para realizarlo.
Como les dije anteriormente, Griselda era imponente: sus tetas eran firmes, increíblemente grandes, paradas y duras, su cintura era fina pero sus caderas tenían la forma de una guitarra, y su culo ... su culo !! era la maravilla misma, tal vez porque practicaba atletismo desde chica, que daban forma a una piernas torneadas de una manera que parecía un dibujo ... pero su cara no acompañaba el resto de su cuerpo: morocha, ojos saltones, labios gruesos - excesivamente gruesos- y su cabello era el descontrol mismo.
Por lo general compartíamos bastante tiempo juntos los tres, en los que no me cansaba de mirar el cuerpo de Griselda (confieso), y debatíamos en el comportamiento que tenía que tener mi novia en ese viaje a Bariloche. Mis consejos eran que no tomase demasiado, que no se alejase del grupo,pero principalmente que no le diera bolilla a los pendejos de otros colegios si querían algo más que bailar, que pensara en mí ... Griselda se reía y decía todo lo contrario a mis palabras, para terminar - Mari y yo- consolándola porque no podía ir con sus amigas al tan esperado viaje.
Llegó el día de la partida: un bullicio ensordecedor de pendejas alborotadas inundaba la plataforma desde donde saldría el ómnibus ( mi novia prácticamente me ignoraba y cantaba y saltaba con sus compañeras) cuando veo llegar a Griselda por una de las puertas laterales de la estación: traía una minifalda blanca muuuy corta que dejaba ver la belleza de sus muslos y una remera verde musgo hecha a su medida, sin corpiño, por lo que se le marcaban los pezones para placer mío y de los choferes que estaban boquiabiertos observando ese caminar...
Me saludó con un beso y noté que tenía los ojos rojos, seguramente había estado llorando por no poder ir.
Nos quedamos a un costado ya que no éramos partícipes necesarios de la algarabía que se daba a nuestro alrededor.
Llegó la hora de la partida y Mari - mi novia- me abrazó y me besó apasionadamente ... mis manos inconscientemente acariciaron sus nalgas y mi pija se puso dura al instante. Le dije al oído lo que me pasaba y riéndose me dijo que me hiciese una paja en su honor: en realidad esperaba que me dijese que me guardara toda la leche para cuando ella volviera, pero esto no sucedió.
Griselda lloraba desconsoladamente y se despidió de Mari y de otras compañeras de curso.
El micro partió y nos quedamos viendo cómo se alejaba... Griselda seguí sollozando por lo que la abracé. Sus duras tetas acompañaban los espamos del llanto, la abracé mas fuerte y le di un beso en la frente diciéndole palabras de consuelo, pero en realidad me estallaba la verga por sentirla tan cerca mío.
Le pregunté si quería que la llevase a su casa y me pidió ir hasta una plaza cercana y sentarnos un rato hasta que se calmara. Caminamos abrazados y encontramos un asiento un poco viejo y algo roto, en un costado alejado de la plaza.
Ella lloraba y yo la consolaba sin dejar de ver cómo se movían esas hermosas tetas y sin querer puse una de mis manos en una de sus piernas... mi pija latía y crecía a medida que mis caricias aumentaban. Ella separó un poco sus muslos y pasó sus brazos sobre mi cuello, quedando su cabeza en mi pecho... con mi mano izquierda acariciaba sus cabellos pero la derecha se iba abriendo paso cada vez más arriba de sus muslos.
El llanto pasó a ser una especie de suspiro con jadeo, nos miramos y los dos supimos que era más que un consuelo lo que estaba sucediendo. Nos besamos suavemente, mi mano llegó a su entrepierna mojada y ella me detuvo: se separó de mí y me dijo que la llevara a su casa.
De camino en el auto no cambiamos palabra alguna hasta que llegamos a su casa. Detuve el motor y tomándole la mano le pedí disculpas por lo que había sucedido... ella confesó que se había dejado llevar por la situación, que no estaba bien que pasara algo entre ella y el novio de su amiga, pero en ningún momento dijo que no le hubiese gustado, por lo que me dio pie para tomarla por el cuello y atraerla a mi boca para besarla ... del beso pasamos a la franela y para mi sorpresa y sin que se lo pidiese, puso su mano sobre mi bulto, empezando una lenta paja ...
Subí su remera y aparecieron una de las más maravillosas tetas que he visto en mi vida y cuando comencé a lamer su pezón me apartó de ella.
Dijo que estaba mal, que yo me estaba aprovechando de la situación, que ella no podía traicionar a su amiga ... y fue entonces cuando cansado de ese histeriqueo, saqué mi verga y le pedí que me hiciera una paja. Se quedó callada mirando mi miembro ... le pregunté si era virgen y me dijo que no, pero que ella no pensaba coger con el novio de su amiga, al mismo instante que comenzaba a pajearme suavemente.
Luego de un instante me dijo que ese no era el lugar, que fuésemos a su habitación.
Entramos a su casa y se fijó si estaba su abuela ... no había nadie, por lo que comenzamos a subir las escaleras y como ella me guiaba yendo adelante mío, tuve la vista de esas piernas y ese culo subiendo acompasadamente cada escalón. La tomé de una pierna frenando su ascenso y mordí el nacimiento de sus nalgas ... ella suspiró ... comencé a lamer la parte interna de sus muslos y se dio vuelta quedando de frente a mí, se sentó sobre un escalón y abrió casi en su totalidad las piernas por lo que mis lamidas se posaron sobre su diminuta bombachita blanca. Griselda gemía y acariciaba sus pechos: se había subido la remera.
Le rogué que fuésemos a la cama, que necesitaba tenerla desnuda para poder besarla por completo.
Subimos los pocos escalones que faltaban y ella se despojó totalmente de la remera: las tetas soñadas estaban frente a mi, sin resistir a ninguno de mis intentos, y luego cayó la pollera y su ropa interior.
La besé, lamí, escupí, etc, etc. desde su cuello hasta sus pies... sus gemidos iban en aumento cuando acomodé mi verga en su vagina... entró sin ningún esfuerzo, deslizándose hasta el fondo, y luego de unos minutos de bombeo sistemático, acabé sobre sus pechos.
Esa tarde cogimos una vez más, sin ningún sentimiento de culpa por parte de los dos por engañar a mi novia y su amiga ... los dos (los tres) sabíamos que me iba a hacer cornudo en ese viaje de egresados.
Con Griselda nos acostamos los 9 días - dormí todas las noches en su pieza, a la que entraba una vez que se dormía su abuela-mientras duró la ausencia de Mari, quedando de acuerdo que después del regreso de ella entre nosotros no había pasado nada.
No recuerdo que alguien me haya sacado tanta leche en tan poco tiempo: disfruté de su boca, de sus pechos, de su concha y de su culo, al que tuve el honor de perforar por primera vez.
Con Mari nos peleamos a los pocos días de su regreso: confesó que me había puesto los cuernos.
Yo no le conté nunca lo que sucedió entre Griselda y yo, no iba a arruinar una amistad de años por despecho.
Esa navidad volví a encontrarme con Griselda en una fiesta, le pregunté por su abuela, festejamos con champagne y me comentó que seguramente en su habitación Santa Claus habría dejado algún regalo para mí por mi comportamiento, por lo que me sugirió irnos a su casa a ver si era cierto.
Mari se casó dos años después con quien me puso los cuernos, Griselda fue su madrina de casamiento.
7 comentarios - Viaje de egresados