El presente relato ocurrió cuando tenía 18 años de edad; era un joven que creció en una familia bastante conservadora por lo que era muy tímido, era serio, aplicado y bastante inocente; quizá por esto era que se me hacía dificil crear y entablar relaciones con las personas y peor aún con las chicas, se me hacia complejo el hablarles y yo no era feo, me daba cuenta que las mujeres del pequeño pueblo donde vivíamos con mis padres me sonreían con picardía, o al menos eso pensaba yo. Si había dado algunos besos pero no había llegado a estar con ninguna chica. Obviamente tenía las hormonas alborotadas, sabia cómo usar el pene, me hacía mis buenas pajas pero no más allá.
Mi vecina era simplemente hermosa, una mujer de aproximadamente 40 años y a pesar de tener dos hijos se mantenía bastante bien; tenía una hermosa cara como de que le gustaba chupar pijas, era tetona, rellenita, super deliciosa y lo mejor era su enorme trasero, era un culazo, grande y redondo; su marido era envidiado por todo en el pueblo, ella era deseada por todo mundo; Diana, su marido y sus hijos mantenían una buena relación con mis padres, era habitual encontrarlos en mi casa compartiendo un café o en alguna charla como buenos vecinos; era obvio que yo disimuladamente deleitara el culazo de Diana, inclusive me hiciera pajas pensando en él, yo si pude apreciar muy buenos panoramas de mi vecina, en leggins, shorts super apretados o inclusive en pantalones de pijama cortos y apretadisimos que marcaban ese delicioso trasero.
Yo estaba en secundaria, estudiaba en la mañana y empecé a trabajar en las noches en la hamburguesería local, era la única venta de hamburguesas del pueblo por lo que siempre estaba llena y necesitaban personal debido a la alta demanda; mi madre habló con el dueño para que yo entrará a trabajar allí, obviamente el dijo que sí debido a que a mis padres los respetaban mucho en la villa, mi mamá pensaba que tal vez podría mejorar mi timidez y hacer amigos allí.
Y mi madre tenía razón, mis relaciones personales fueron mejorando, llevaba trabajando un mes y ya tenía varios amigos e incluso amigas, me daba cuenta que las mujeres que atendía en la hamburguesería me miraban y sonreían con algo de morbo, me estaba dando cuenta que era atractivo, me empezaba a dar confianza, a creer en mí.
Todo iba mejorando, incluso con mi vecina...
Un fin de semana, llega un carro y de este sale mi vecina y su familia, al verlos salgo de prisa para atenderlos yo; el marido de mi vecina me saludo y preguntó por el baño, le indique y él se dirigió a este, no sabía que decirle a Diana, no me salían las palabras, era algo incomodo y, la única estupidez que se me ocurrió fue: "Hola vecinita", Diana se empezó a reir, obviamente el vecinita iba con doble sentido, con morbo... Ella lo entendió y se rió igual que lo hacían las otras chicas, ella me dijo en tono picaresco: "Yo no soy tu vecinita, soy tu vecina; tú eres mi vecinito" ese momento si que fue incomodo se me hizo un nudo en la garganta, menos mal llego Carlos, el marido de mi vecina y pude tomarles la orden y todo normal de ahí en adelante. Cuando se iban a ir, se despidieron y Carlos se adelanto a prender el carro y meter a los niños, ella se acerco a mí y me exclamó: "Gracias vecinito" y volvió a sonreir morbosamente.
El resto de la noche solo pensé en eso y obviamente llegué a hacerme una buena paja pensando en mi vecina.
CONTINUARÁ.
Mi vecina era simplemente hermosa, una mujer de aproximadamente 40 años y a pesar de tener dos hijos se mantenía bastante bien; tenía una hermosa cara como de que le gustaba chupar pijas, era tetona, rellenita, super deliciosa y lo mejor era su enorme trasero, era un culazo, grande y redondo; su marido era envidiado por todo en el pueblo, ella era deseada por todo mundo; Diana, su marido y sus hijos mantenían una buena relación con mis padres, era habitual encontrarlos en mi casa compartiendo un café o en alguna charla como buenos vecinos; era obvio que yo disimuladamente deleitara el culazo de Diana, inclusive me hiciera pajas pensando en él, yo si pude apreciar muy buenos panoramas de mi vecina, en leggins, shorts super apretados o inclusive en pantalones de pijama cortos y apretadisimos que marcaban ese delicioso trasero.
Yo estaba en secundaria, estudiaba en la mañana y empecé a trabajar en las noches en la hamburguesería local, era la única venta de hamburguesas del pueblo por lo que siempre estaba llena y necesitaban personal debido a la alta demanda; mi madre habló con el dueño para que yo entrará a trabajar allí, obviamente el dijo que sí debido a que a mis padres los respetaban mucho en la villa, mi mamá pensaba que tal vez podría mejorar mi timidez y hacer amigos allí.
Y mi madre tenía razón, mis relaciones personales fueron mejorando, llevaba trabajando un mes y ya tenía varios amigos e incluso amigas, me daba cuenta que las mujeres que atendía en la hamburguesería me miraban y sonreían con algo de morbo, me estaba dando cuenta que era atractivo, me empezaba a dar confianza, a creer en mí.
Todo iba mejorando, incluso con mi vecina...
Un fin de semana, llega un carro y de este sale mi vecina y su familia, al verlos salgo de prisa para atenderlos yo; el marido de mi vecina me saludo y preguntó por el baño, le indique y él se dirigió a este, no sabía que decirle a Diana, no me salían las palabras, era algo incomodo y, la única estupidez que se me ocurrió fue: "Hola vecinita", Diana se empezó a reir, obviamente el vecinita iba con doble sentido, con morbo... Ella lo entendió y se rió igual que lo hacían las otras chicas, ella me dijo en tono picaresco: "Yo no soy tu vecinita, soy tu vecina; tú eres mi vecinito" ese momento si que fue incomodo se me hizo un nudo en la garganta, menos mal llego Carlos, el marido de mi vecina y pude tomarles la orden y todo normal de ahí en adelante. Cuando se iban a ir, se despidieron y Carlos se adelanto a prender el carro y meter a los niños, ella se acerco a mí y me exclamó: "Gracias vecinito" y volvió a sonreir morbosamente.
El resto de la noche solo pensé en eso y obviamente llegué a hacerme una buena paja pensando en mi vecina.
CONTINUARÁ.
0 comentarios - Mi vecina se aprovecha de mi inocencia. Parte 1