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Fui de compras al shopping

Si sabía lo que iba a ocurrir, no sé si me hubiera animado a hacerlo, aunque, por cierto, menos mal que di ese paso.
Jugábamos por chat con ella… (la llamaremos “C” por ahora, y para cuidar su identidad) y nos habíamos encontrado una vez. 
Ese encuentro fue intenso, placentero, rico. Tanto que nos prometimos volver a vernos. Ella vivía con su compañero y su hija, y escaparse para estar conmigo requería de una logística que había que preparar un tiempo antes.
Ya habíamos fracasado dos veces con el reencuentro.
Una vez por un tema de ella, otra vez por un tema mío. Todo era un obstáculo para volver a vernos.
Sin embargo, las charlas no se espaciaban. Al contrario. Cada día, y cada noche, eran más y más intensas. Charlas, fotos, audios, videos… ¿la verdad? Nos estábamos volviendo locos a paja.
Una cadena de pajas y orgasmos a través de la web. Porque claro, ella me acababa en un audio, y yo no me podía resistir, y se lo devolvía en un video, entonces ella me mostraba alguna otra cosita y así.
Me preparé para el próximo encuentro y compré unas pinzas, unos nipples. Es que aquella primera vez había notado que a mi amiga le gustaba mucho sentir la presión en sus pezones. La hacían estremecer, así que esta vez iba a jugar un poco más fuerte.
Se los mostré en una fotografía… 















Fui de compras al shopping




Y recibí un silencio larguísimo del otro lado.
Me asusté, porque con todo lo que estábamos armando, lo único que falta es que se me acobardara la compañera.
Pero no se trataba de eso… nada que ver.
Sus primeras palabras fueron algo así como una pregunta para decirme a qué hora llegaba el vuelo, y me sonreí, porque adiviné su cara, y su boca, y sus piernas.
Una pregunta que en realidad decía te necesito acá, te necesito ahora, y mordiéndose los labios.
Nos separaban unos cientos de kilómetros y un puñado de horas.
Pero todo llega.
Yo me instalé en el departamento que usaba para estos menesteres. Puse música baja, suave, y esperé. Pero no tuve que esperar demasiado.
En menos de media hora, allí estaba ella, con esos ojos cargados de ansiedad. Y deseo. Y un vestido corto.
Nos besamos profundamente, y mis manos se apoyaron en sus nalgas. La muy perra no traía ropa interior. Se ve que traía prisa. Y yo, si hay algo que no uso, es apuro.
La senté en una silla que puse en el medio del living. Ella, la muy turrita, se sonreía, y se dejaba hacer. Con dos pañuelos de seda, amarré sus piernas a cada pata de la silla. Después hice lo mismo con sus brazos, pero las ataduras fueron contra el respaldo. La había inmovilizado por completo, y ahora estaba a mi merced.
Algo vio en mis ojos, porque empezó a temblar, y la besé en la boca para que recupere la calma. Entonces abrí el paquete, y saqué las pinzas. 





Fui de compras al shopping
















Corrí el brete del vestido, y sus tetas, sus gloriosas tetas, quedaron a la vista. 
Lubriqué sus pezones con mi boca, y le arranqué el primer gemido de la noche. Cuando aprisioné sus dos timbres con las pinzas, empezó a gemir continuadamente, y a contorsionarse. Mi mano, descendió rápidamente hacia su concha, que estaba mojadísima, y le hundí mis dedos en su interior.
Su concha es fantástica, me apretaba los dedos, como si me los estuviera mordiendo. Y gritaba, y me pedía a gritos que la soltara, que no fuera tan hijo de puta, que estaba gozando, pero quería soltarse
-perverso hijo de puta soltame, decía con voz entre cortada y grave y yo no le hacía caso, siguiendo con mis juegos de dedos, haciéndola gozar, haciéndola desear.
Hasta que me detuve por completo, y me empecé a desvestir. Ya los gritos de “C” eran de placer, y de furia. Seguía pidiendo que la soltara, pero seguía gimiendo, y gozando, sin que yo la tocara. Acerqué mi pija a su boca, y me la escupió. 
Y volvió a contorsionarse como si estuviera acabando.
Entonces le desaté una pierna, y después la otra.
Y pareció calmarse, aunque su respiración seguía agitada
Entonces desaté sus manos, y ahí fue cuando “C” saltó como una fiera encima mío, volteándome contra la cama.
Me trepó y se metió la pija en la concha, y empezó a cabalgarme.
Sus manos en mi pecho, arañándome, dejándome marcas que no iba a poder explicar en mi casa, haciéndome sangrar
Y ella con los ojos cerrados, dejando caer todo el peso de su cuerpo en mi pija, hundiéndose en un mar de placeres que la atravesaban en el cuerpo.
Todo desatado por las pinzas hermosas, los nipples gloriosos que le aprisionaban los pezones y que le provocaba una reacción en cadena de espasmos que parecían no tener fin.
Pero se sabe que todo tiene un final.
“C” seguía cogiéndome furiosa, subiendo y bajando sobre mi pija, gritando, gozando como una perra. Pero en un momento todo quedó en silencio, suspendido en el aire.
Es ese momento exacto en el que la ola se está armando y todo el volumen de agua sube, sube y forma una pared. Así estaba el cuerpo de “C”. Todos los músculos contraídos. Todo su cuerpo en tensión.
Y se dejó caer una vez más sobre mi pija. 
Y gritó, y se levantó.. y se frotó el clítoris con la palma de la mano.
Y empezó a brotar de su cuerpo chorros de líquido, que acompañaba con gemidos, más y más intensos. Convulsionaba.
Tres, cuatro chorros, todos en mi vientre. 
Y de repente, cayó exhausta en mi pecho. En silencio. 
Había sido testigo del orgasmo más intenso que ella había tenido en su vida. Y que yo hubiera presenciado.
Lo único que me quedé con todo el torso arañado y sangrando. Y una sonrisa en mi boca.

5 comentarios - Fui de compras al shopping

SweetDragonfly_ +1
Me habías preguntado en algún comentario anterior si tenía algo para confesar.. Acá va una:

Ganas locas de me dieron de tener algo así en mis pechos (ni hablar del deseo de tener cerca a alguien así), tendré que ir de shopping yo también.. 🔥
SweetDragonfly_ +1
El relato sublime como siempre 👏
Lady_GodivaII +1
🔥🔥🔥🔥🔥
VoyeaurXVII +1
si se le antoja... puedo salir de compras otra vez!