Ornella me sorprendió gratamente, la prima de Corina me invitaba a entrar en su cama, después de darle un masaje improvisado para rebajarle la tensión acumulada me pidió que la follara, además sin ninguna condición previa, le obedecí y sin más preámbulos le metí la polla que ya hacía rato me había puesto en forma al darle el inocente masaje, cuando le vi sobre su cama con los brazos y las piernas abiertas llamándome con los dedos, su prima se me representó a Corina y después de la historia que me había contado tenía muchos motivos para hacerle feliz, la chica estaba muy necesitada en estos momentos de cariño pero no quería un cariño delicado, simplemente necesitaba que la follaran bien follada y allí estaba yo con toda mi buena voluntad para complacerla.
Por sus gestos deduje que las caricias preliminares no eran en este momento lo primordial, por eso sin pensármelo dos veces me tumbé entre sus piernas abiertas y casi sin apuntar empujé, el abundante vello que cubría su coño no fue obstáculo para que mi capullo encontrara los labios menores, éstos estaban abiertos y con su color rosado me guiaban como el faro de Colonia, la chica cerró los ojos y apretó los dientes, no había calculado bien el diámetro de mi verga y aunque después lo agradeció en un principio le costó digerirlo, el agua de la bañera no le había lubricado la vagina para eso estaban los flujos pero ella en su afán de tenerme adentro no había dado tiempo a destilarlos, ahora sentía como mi glande entraba en ella forzando sus pliegues hasta el fondo de su coño, la chica tuvo que coger aire en sus pulmones para aguantar el envite, me di cuenta y paré, descansé un momento e inicié un retroceso pero Ornella lo tenía muy claro y rodeó con sus piernas mi cintura.
No por favor Pepe, no salgas, no te retires, sólo te pido un minuto y sigue entrando, es que tienes el pene más gordo que me ha entrado nunca, Corina debía haberme avisado.
¿Corina, qué tiene que ver tu prima con todo esto?
Mi prima y yo no tenemos secretos y cuando nos saludamos, me vio muy agitada y sabía la mejor medicina, desde niñas aprendimos una serie de claves al hablar y con ellas nos entendíamos sin que nadie se diera cuenta, no sé si te has dado cuenta de que cuando te ha presentado me ha dicho que “eras un hombre que podía confiar” en realidad me decía que cogías como los ángeles y me harías gozar como nadie, y como me conoce te dijo que me acompañaras, nunca le agradeceré bastante el haberme facilitado que vinieras a mi ca…
No la dejé terminar la frase y le metí lo que quedaba de polla hasta adentro, su mullida melena rizada se aplastó hasta que su pubis se pegó al mío, se quedó con los ojos en blanco ante lo inesperado. Corina me había recomendado y, de paso, me había hecho un regalo, su prima de su misma edad y su mismo cuerpo estaba tan apetecible como ella y se merecía lo mejor por lo que me salí de Ornella y bajé mi cabeza entre sus piernas, tuve que separar con los dedos los rizos negros pero lo que buscaba estaba allí, un clítoris muy bien definido, apenas hinchado aún pero que me recibió levantando las caderas para que lo chupara a fondo, la prima de Corina debía llevar mucho tiempo sin follar con nadie porque se deshizo en atenciones para mí, se entregó a mis caricias, ya no tenía el ansia de que simplemente se la metiera, ahora iba disfrutar de un buen sexo, por mi parte no quería dejar en mal sitio a Corina y quería dejar el pabellón bien alto.
Apenas le rocé los muslos a Ornella ya había separado las piernas casi como una bailarina de ballet, el coño abierto completamente con los labios peludos pero con una raja rosada muy definida, la vagina la tenía irritada y con la lengua la refresqué bastante, al momento me llegaron las oleadas de jugos que manaba, ella misma lo notaba y me dirigía la cabeza para que no dejara ningún rincón por lamer, el clítoris ya había despertado y brillaba nada más abrirse los labios, el prepucio se había retirado al meter la lengua debajo de él y sobresalía duro y tieso como un pene enano, pasé las manos por debajo de sus nalgas, ella se sujetaba los tobillos con las manos para no cansarse y mi lengua bajó más de lo que ella había supuesto, en un movimiento instintivo cerró las piernas pero yo insistí y ella juntó las piernas pero las subió sobre su cabeza, ahora tenía el coño cerrado y el culo abierto frente a mi boca, le separé las nalgas y le lamí presionado el agujero recién bañado, sabía a sales de baño, el espasmo que le dio le hizo soltar las piernas y dejarlas caer sobre la sábana, gemía cuando levantó el culo un palmo sobre el colchón ofreciéndome todo el conjunto a mi boca, ya mi lengua corría a lo largo de su culo hasta el clítoris inflamado.
La chica ya no gemía, ahora gritaba que no parara, acababa de aprender que el placer no era el meter y sacar polla, ahora estaba pulsando sus puntos más sensibles y se moría de gusto, yo cogido a su cintura me apretaba con furor a su coño, mis labios pegados como ventosas, mi lengua la acariciaba con toda delicadeza, miraba a través de su pubis y su cara era todo un catálogo de sensaciones, entre las tetas redondas y duras se le veía el rostro que quería gritar, gemir o jadear y a veces le era imposible, se corrió en un orgasmo violento, tuve que sujetarla para que no me partiera el cuello con sus piernas, se pellizcaba los pezones y tiraba de ellos hasta deformarlos, presionaba las tetas y se las llevaba a la boca chupándose los pezones, me rogaba que parara y a la vez me exigía que siguiera, por dos veces noté la oleada de flujo en mi boca.
El segundo orgasmo no fue como el primero porque estaba agotada, sólo se movía como si tuviera un ataque, entonces me decidí a hacerle disfrutar de mi polla, fui subiendo sobre ella y al pasar por sus tetas llenas de arañazos las succioné con cuidado, las areolas entraron enteras en mi boca y mis dientes sujetaron el pezón para que la lengua acariciara la punta. Ornella parecía estar en una nube, apenas se movía pero no paraba de balbucear, cuando seguí subiendo por ella la besé en el cuello y noté que toda la piel de su cuerpo se le ponía erizada, al tocar con mi capullo la entrada de su vagina sus piernas se abrieron suavemente ya no tenía prisa y me esperaba confiada, fui entrando como un rey victorioso en el castillo derrotado.
A cada momento paraba y volvía a seguir, ella gemía a cada parada y suspiraba cuando volvía a empujar, sus sentidos estaban concentrados en su coño y sus sensaciones a flor de piel, al llegar a tocar el útero se encogió abrazándome, desde el vientre noté una vibración que le llegó a todo el cuerpo, era el tercer orgasmo pero el más íntimo, ya sólo murmuraba palabras dulces, me besaba el cuello y me acariciaba el pelo de la nuca, me dijo que ya era más de lo que había soñado pero para mí no era suficiente, la recomendación de Corina debía llegar a las últimas consecuencias pero antes le dejé reponerse, abrazados estuvimos un buen rato.
Ornella quedó en un estado de sopor, yo admiraba sus tetas, me habría gustado empezar por ellas pero me había sobrepasado en un principio, ahora ella estaba de lado en posición fetal, me pegué a ella por detrás y le puse la polla pegada a su culo, ella rodó poniéndose boca abajo, su cuerpo de espaldas era precioso casi tanto como por delante, su espalda, su cintura y sus caderas eran armoniosas imposible haber adivinado cuando la vi por primera vez que sería tan bella. Ornella habría preferido quizá estar así hasta la mañana siguiente, en ese momento no se acordaba ni de su madre ni de nadie pero el tiempo pasaba y corría en mi contra.
Le separé los pies y con ellos las piernas y los muslos y cuando me pude poner de rodillas entre ellos tiré de su cintura hasta hacerle levantar el culo aunque no pude conseguir que despegara la cabeza de la almohada, para mí era suficiente, le pasé como un pincel la polla por entre las piernas y noté que se relajaba, le acaricié las nalgas redondas y mis manos fueron recorriendo desde la rabadilla hasta la ingle, le dejé caer saliva por la raja y esperé a que le llegara al ano, le repartí la saliva hasta que ya no me rehuía, mi dedo meñique fue el primero en hollar el agujero apretado hasta que cedió, después de una breve dilatación ya entraba holgado y le añadí el corazón, la chica suponía que con aquello me conformaría y se relajó.
Cuando volví a dejar caer saliva y mi capullo presionó en medio de su culo pensó que resbalaría hasta meterla en el coño vecino pero se equivocó y comprendió tarde, con una presión suave pero constante presioné hasta que el glande aplastado y todo entró y aunque gritó, el tronco le siguió, paré y me dijo que ya le era igual, que siguiera hasta el final, le solté la cintura y busqué sus tetas por los lados y con ellas en las manos llegué a metérsela toda, sus manos se aferraban a la sábana y se le oía sollozar pero no protestaba, cuando protestó fue cuando notó que me salía.
Nooo Pepe ahora no te vayas, quédate adentro y cogeme duro, ya me has roto el culo puedes seguir, haceme lo que gustes.
Fui cogiendo velocidad y ella se movía a mi ritmo, me dijo que la dejara a ella sola, levantó la cabeza de la almohada y se quedó a cuatro manos, y empezó a recular contra mí, ahora era ella la que se metía mi polla en el culo, le dije que lo hacía demasiado deprisa y así no iba a aguantar mucho pero ya estaba lanzada y no paró hasta que le cogí del pelo y de un tirón la atraje contra mí hundiéndome a fondo, me quedé quieto pero vaciándome de leche en su culo, ella sentía como le pasaba el líquido espeso a su recto y la llenaba y me dejé caer sobre ella contra el colchón, no la saqué hasta que perdió dureza y salió junto a la leche que le había inyectado.
Estuvimos bastante rato reponiéndonos hasta que miró el reloj y comprendió que ya era una hora prudente, nos duchamos dentro de la bañera y nos enjabonamos mutuamente, tuve que hacer esfuerzos para no follarla otra vez pero en ese momento no estaba seguro de poder cumplir.
En el hospital Corina miró a su prima, esta esbozó una sonrisa y con eso quedó todo dicho, estaba satisfecha, al momento entró una enfermera, iba a preparar a su tía para que descansara y me pidió que saliera un momento, llevaba todo lo necesario para lavarla y asearla cambiándole la ropa y demás, yo me salí de la habitación discretamente pero al momento salió la enfermera diciéndome que las chicas se habían ofrecido a hacerlo ellas y como iba apurada de trabajo se iba a otras habitaciones.
Al momento la cabeza de Corina se asomó por la puerta.
Pepe, pasa un momento que nos tienes que ayudar.
Mira, es que no podemos darle la vuelta para lavarle por detrás, si nos pudieras ayudar tú que tienes más fuerza…
No podía negarme y destaparon a su tía, la mujer instintivamente se cubrió el camisón hospitalario con los brazos sobre el pecho pero su hija y su sobrina le convencieron que debía dejarles asearla, yo discretamente me volví y me asomé a la ventana, desde allí podía ver las calles cuadriculadas de Colonia, eran cuadros más grandes que los que había visto por Argentina, la ciudad estaba compuesta básicamente por casas bajas y había una zona en el centro histórico donde se conservaban edificios o incluso murallas de la época colonial, en ella habían participado los portugueses que fundaron la ciudad y los españoles que se la disputaron a lo largo de los años, había leído un poco por encima en Internet la historia y era muy interesante, Corina me llamó desde la cama de su tía.
Por favor Pepe, ¿puedes acercarte? Sólo queremos que le ayudes a dar la vuelta para lavarle la espalda, es muy importante para que no se llague.
Por supuesto, con mucho gusto.
Yo no me lo esperaba pero entre las dos chicas le habían quitado la parte de arriba del camisón, al verla me quedé sorprendido, Hortensia ya estaba resignada a que la vieran desnuda…
No te preocupes Pepe si me ves más de lo normal, ya estoy hecha a que vengan médicos de todo el hospital con sus alumnos detrás y entre unos y otros me ven y tocan lo que quieren.
¡Oh! Gracias Hortensia, te lo agradezco pero no todos los días se ven chicas tan hermosas.
¡Vaya que galante, no sabía que un español me iba a ver y valorar tan rápido, pero me gusta oírte!
Es justicia Hortensia.
Las dos chicas se miraron disimuladamente y sonrieron, en realidad lo que me había sorprendido era la similitud del cuerpo de Hortensia con el de su hermana Viviana, las dos tenían las tetas casi igual y por lo poco que podía ver más en general eran casi gemelas, hasta en el rostro.
Ornella ayudada por Corina habían lavado con toallitas jabonosas el tórax de Hortensia, los brazos y por supuesto las tetas, se habían esmerado y a la vez que yo le ladeaba el cuerpo un poco, ellas le terminaban de lavar y secar por la espalda, cuando se disponían a seguir de cintura hacia abajo hice mención de volver a la ventana pero Ornella me dijo.
No te hagas problemas Pepe, te ha dicho mi madre que no le importa, ya está acostumbrada, mientras puedes esparcirle este aceite anti escaras para que no se le hagan rozaduras en la piel, van muchos días en la misma posición.
Me largó un frasco de aceite especial a base de aloe vera, empecé por los brazos, sobre todo en los codos y muñecas, por la espalda en los omóplatos y en la espalda, le repartí muy bien con generosidad el aceite pero cuando me planteé ponerle por delante no me atrevía a empezar.
Vamos suegro, que tenemos que terminar no sea que coja frío.
Me llené las manos de aceite y le pasé por las axilas y por el cuello pero se me resistía, Hortensia me miraba y sonreía y ella misma me cogió una mano mojada de aceite y la puso sobre una de las tetas.
Venga hombre, no creo que sea la primera teta que tocas…
Ya no esperé más, desde el mismo frasco rocié las tetas y con las dos manos fui repartiendo el aceite que se escurría por todos lados, las tetas le brillaban y Hortensia cerraba los ojos mordiéndose un poco el labio cuando le insistía en las asperezas de los pezones, las tetas se le pusieron duras como piedras, me acordé de las que tenía Viviana, estaban duras pero no tanto como aquellas, quizás porque era un poco más joven.
Las primas a la vez que yo me ocupaba de dejarle las tetas brillantes a la enferma acabaron de lavarle y secar de la cintura para abajo, recogieron todo lo que habían usado y fueron a devolverlo, cuando salían me dijeron.
Pepe, nosotras ya hemos terminado, vamos un momento a tomar algo a la cafetería, tú sigue con el aceite sobre todo por los talones y rodillas, bueno lo mejor es que lo repartas por todo, no sea que se llague ahora.
Antes de que pudiera opinar las chicas habían salido y cerrado la puerta, me volví a la cama y me encontré frente a frente a Hortensia, estaba completamente desnuda sobre la sábana con las piernas rectas, una de ella inmovilizada con una almohada, me vi en la tesitura de acometer la tarea y lo primero que hice fue subir la cama eléctrica hasta un nivel cómodo para mi, el aceite suavizó los talones y las piernas de Hortensia, pero lógicamente según subía se iba estrechando la separación entre las piernas, la mujer viendo mi apuro me dijo que la pierna izquierda (la buena) sí la podía mover y sujetándola de la rodilla la separé de la otra, en la pierna dañada tuve mucho cuidado porque al mínimo movimiento hacía gestos de dolor en la cadera pero en la izquierda podía moverme mejor.
La unté por el muslo y cuando pasé por el interior ella misma separaba la pierna para que llegara mejor, mi mano bajaba y subía hasta llegar cerca de la ingle. Hortensia lucía también una cabellera importante, no tan rizada como la de su hija pero que se extendía más ancha, yo notaba que cuando me aproximaba a la ingle ella se movía hacia mí y con cuidado de no llegar hasta arriba yo iba apurando centímetro a centímetro.
Al pasar a la parte de abajo le había cubierto con el camisón las tetas pero Hortensia poco a poco se fue deslizando la prenda hasta quedar completamente destapada, me centré a aceitarle desde el ombligo hacia abajo y por el pubis notaba como movía la cadera al ritmo de mi mano, estaba concentrado en no tocar más de lo necesario cuando la mujer me cogió una mano y la puso sobre una teta, justo sobre un pezón y la apretó contra ella, ya perdí toda precaución y la otra mano vació un chorro de aceite ente los labios del coño de Hortensia, ella notó el frío del líquido y yo pasé la mano para que no se perdiera en la sábana mis dedos pasaron entre sus labios abriéndolos y lubricando el interior, no llegué a tocar el clítoris pero si los labios menores que los tenía bastante prominentes, el dedo corazón pasó tan suave que entró hasta la mitad entre los labios y la vagina.
Hortensia seguía sujetándome la mano sobre un pecho pero juntó los dos y los puso debajo de mi mano, yo metí el corazón hasta donde pude y al sacarlo estaba más mojado que cuando entró, lo acompañé con el índice y la mujer aún separó más la pierna, busqué con los dedos hacia arriba el punto G famoso y cuando lo encontré Hortensia gimió pero todavía no había llegado a relajarse cuando mi pulgar acarició su clítoris, una ráfaga de gemidos, suspiros y jadeos llenaron la habitación, moví con rapidez mis dedos en su coño al mismo tiempo que ella me buscaba en mi bragueta pero no llegaba quedaba más baja que la cama, desesperada alcanzó el mando de la cama y la bajó a un nivel más bajo, tuve que inclinarme sobre ella al quedar más baja pero su mano entró en el pantalón y no salió de vacío, me había cogido el capullo y tiró de él.
Me agitaba la polla con fuerza y temiendo que me serrara con la cremallera de la bragueta me saqué la polla entera con los huevos pegados, me pidió aceite y me rocié la verga y ella se ocupó de repartirla, mi mano se agitaba con velocidad en el coño de Hortensia con tres dedos en su vagina y el pulgar en el clítoris, ella intentaba acercarse a la orilla de la cama para meterse mi polla en la boca pero no llegaba, la maldita cadera rota le producía un dolor insoportable pero el interés que tenía de llegar a mi era mayor.
Mis dedos estaban mojados de flujo de Hortensia que se derramaba por todos lados, el vello del coño estaba blanquecino de la espuma que le salía y seguía cayendo hacia abajo, pronto le encontré ocupación a mi dedo meñique y al notar que el flujo le llegaba al culo, empujé y le metí la primera falange, ella abrió los ojos como si se hubiera quedado suspendida en el espacio y siguió estirándose hacia mí, al meterle el dedo hasta el fondo Hortensia en un esfuerzo supremo llegó a la orilla y pudo meter el capullo en su boca, no se contentó con el glande, lo hundió hasta donde casi no se veía, el grosor no le importó y me indicó que ella no podía moverse y lo tuve que hacer yo, moví mi cintura y le follé la boca, ella aguantaba quieta tragando carne dura y recibiendo mis cinco dedos en su coño y culo, el orgasmo fue terrible, la cama gruñía por sus articulaciones y yo no pude aguantar tanto placer, me gustaba verla gozar, no imaginaba cuanto tiempo habría estado sin tener un orgasmo como aquel ni una polla como la mía pero ella la devoraba y cuando me corrí en su paladar me sorprendí porque no confiaba que me quedara leche, pensaba que se la había dejado en el culo de su hija antes.
Seguí a bajo ritmo y lentamente iba sacando de uno en uno los dedos de su coño, el que más sintió fue el meñique, le había encantado notar en su culo aquella sensación, el pulgar tampoco se había portado mal, el clítoris le brillaba tan duro que arañaba, las tetas mojadas de aceite eran difíciles de sujetar y mi polla se fue deshinchando en su boca, no la dejaba salir hasta que se rindió a la evidencia, tenía la boca llena de semen y me la enseñó, haciendo cucharita con la lengua la tenía llena y de momento tragó y me demostró que había desaparecido toda.
La ayudé a volver a su postura, la pierna le dolía horrores y la dejé con la otra pierna plegada poniéndole el camisón sobre ella, tenía una cara resplandeciente, nada parecido al rostro de cuando llegamos, me dio una idea y cogí el bolso de Corina que estaba sobre el alfeizar de la ventana, busqué y encontré un pequeño neceser y en él había lo que yo buscaba, se lo dejé a Hortensia y le subí la parte delantera de la cama hasta ponerla casi vertical, le di un espejo de tocador que llevaba y ella encontró todo lo necesario, me dijo que le cepillara el pelo mientras se pintaba los ojos y los labios, el resultado fue sorprendente, le bajé la cama un poco al terminar y me asomé al pasillo, a lo lejos ya se oían hablando bajo a las primas que volvían.
Yo me había sentado en el sillón destinado para el acompañante cuando las dos chicas entraron.
¡MAMÁ!
¿Por qué gritan de esa manera? ¡están en un hospital!
¿Qué te has hecho? Estás guapísima.
Las dos chicas se volvieron hacia mí asombradas, además de la sorpresa, cada una reconoció en Hortensia a su madre, se parecía totalmente a Viviana y Corina vino para abrazarme, le siguió Ornella, me rodearon apretándome contra ellas, pasado el primer momento de sorpresa y emoción Ornella dijo.
Mamá me alegro mucho de verte alegre y contenta y… satisfecha.
Corina había retirado el camisón sobre Hortensia y había descubierto que tenía la pierna abierta y plegada y el coño le relucía brillando de espuma blanca, le lanzó una mirada a ella y otra a su prima, su tía se encogió de hombros como si no supiera a qué se refería y Ornella abrió los ojos admirada y sorprendida, su madre estaba radiante y con el coño empapado de flujo, debía haber gozado de un orgasmo colosal.
Las chicas me volvieron a abrazar besándome, notaba sus pechos en sus abrazos, no eran abrazos de compromiso, eran sinceros y yo estaba orgulloso. Hortensia tenía los ojos brillantes, estaba emocionada al ver el cuadro, su hija y su sobrina felices, ella también lo estaba y agradecida por haberme llevado con ella, me llamó y se incorporó en la cama aún sufriendo dolor pero me abrazó dándome un beso pero en el último momento en vez de la mejilla me lo estampó en la boca, las jóvenes aplaudieron y yo me puse un poco colorado, cuando nos despedimos Hortensia nos hizo prometer que volveríamos a visitarlas cuando estuviera restablecida, ella a su vez se comprometió a hacer una “fiestecita familiar” para celebrarlo.
Al salir del hospital ya la tarde estaba cayendo, por casualidad en la puerta del hospital encontramos al taxista que nos había llevado al llegar y subimos, nos estuvo explicando con su verborrea cosas de Colonia y se empeñó en enseñarnos la ciudad, nos negamos porque teníamos que volver a Buenos Aires y yo sobre todo quería comer algo pero él paró el taxímetro y se empeñó en enseñarnos el barrio antiguo aún sin bajar del coche, nos iba explicando la historia de la calle de los Suspiros, del origen del nombre, podría ser porque antiguamente era el lugar de reunión de prostitutas y clientes o porque por allí pasaban a los que iban a ajusticiar o tal vez por el efecto del viento, no paraba de hablar, nos decía que hacíamos buena pareja y al fin nos dejó en la terminal.
En la cafetería tomé un café con leche y unas pastas, Corina ya había comido algo con su prima pero tomó un té, cuando subimos al alíscafo las luces empezaban a encenderse y nos sentamos en un lateral al lado de un ventanal, en la proa ya no se veía nada, era como ir en un avión incluso más cómodo en los sillones mullidos, Corina me dejó en la ventanilla y ella a mi lado, yo me quedé pensando fuera no se veía nada a lo lejos en el cielo el tenue resplandor de la gran ciudad.
¿Qué te pasa Pepe, te noto muy callado?
Nada Corina, cosas mías…
Vaya, ¿ahora me vas a venir con secretitos a mí?
Me siento que estoy viejo Corina, hoy lo he pasado muy bien pero noto que no soy coherente con mi edad.
¿Por qué dices eso?
Porque a mi edad yo debía ser mucho más decidido, ir “mandando… dominando” las situaciones y no es así, muchas veces me comporto como un adolescente o casi y me veo superado.
No creo nada de lo que dices… ¿Por qué lo dices, anda cuéntamelo?
No es nada en particular pero en general me pasa bastante a menudo, hoy por ejemplo…
¿Qué ha pasado hoy Pepe, me tienes en ascuas?
Pues… Ornella tu prima hoy esperaba de mi algo que no he sido capaz de hacer, ella necesitaba una polla, sin importarle quien fuera su dueño, me pedía que la cogiera como un animal, a lo salvaje que la partiera en dos pero yo no fui capaz, lo intenté pero no me salió al final lo hice como sé, lo siento habrá quedado defraudada.
De eso nada Pepe, ¿sabes lo que me ha contado en la cafetería?, me ha dicho que sí que necesitaba una pija que la cogiera hasta hacerla reventar pero cuando tú le enseñaste lo que era darle placer de verdad se rindió, la tenías en la palma de la mano.
Bueno… se corrió tres veces creo.
¿Tres veces? Me dijo que tres veces que no pudo reprimirse pero que le habían llegado varios orgasmos que no quiso demostrar para que no te cansaras y la siguieras follando más tiempo.
¿De verdad Corina, no me engañas?
Claro tonto y… ¿Qué ha pasado con mi tía? Porque cuando hemos vuelto era otra persona distinta y no me digas que nada porque claramente tenía la concha mojada de flujo y la pierna abierta, las tetas duras y una sonrisa de oreja a oreja que sólo la tienen las mujeres bien folladas.
No ha sido para tanto, el aceite de aloe vera…
Jajaja, si no te conociera Pepe… no la has follado porque no has podido pero le habría gustado que le hicieras probar tu leche.
Bueno eso…
¿Qué ha probado tu leche, cómo? Si no puede moverse.
Pues ha buscado la forma de mamarme la polla y me he corrido en ella al mismo tiempo que ella lo hacía en mi mano.
¡Qué boludo! Pepe, no me lo puedo creer, te dejo sólo un rato y casi te follas a todo el hospital. Jajaja.
El barco volaba sobre el agua a gran velocidad, a lo lejos se apreciaban las luces de Buenos Aires y Corina se apoyó en mi hombro y noté que estaba llorando.
¿Y ahora qué te ocurre a ti Corina?
Nada Pepe que te portas muy bien con todo el mundo pero lo que has hecho hoy con mi familia…
No tiene importancia Corina, ya me conoces.
Sí, ya te conozco, tienes un corazón que no te cabe en el pecho.
Jajaja, entonces tú tienes dos corazones porque fíjate que bultos te marcan.
Corina me dio un beso en el cuello y me cogió la mano, con la otra despasó tres botones de la blusa que llevaba y se soltó los tirantes del sujetador y bajándose las copas dejó sus tetas libres y me puso la mano sobre ellas.
Toma mis corazones, son tuyos, los dos, te los doy con toda el alma, haz con ellos lo que quieras, soy tuya.
Me emocioné, en mi mano tenía las tetas de Corina, tan duras como las de su prima pero llenas de leche, le estuve acariciando los pezones mojándome los dedos de leche, la chica estaba pegada a mí quieta recibiendo mis caricias, mi mano recorría las dos tetas sin discriminar a ninguna, le puse los dedos pulgar e índice pellizcándole el pezón y el resto debajo del pecho notando las palpitaciones de su corazón, estuvimos un buen rato quietos a la vista del poco pasaje que había repartido por el barco, las luces de la gran ciudad se veían más claras cada vez y yo tenía la mano empapada de leche de Corina hasta en el sujetador y la blusa se notaba la humedad.
Corina te estoy manchado de leche, tus tetas parecen una fuente, me habría gustado mamártelas esta mañana cuando le has sacado para Javi.
Ya lo sé, te la habrías bebido toda, eres un goloso.
Sí es cierto me gusta beber tu leche.
Y a mí la tuya
¿La mía, si yo no tengo leche?
Si pero es condensada, jajaja.
Con la poca gente que había en el barco y la luz tenue Corina aprovechó y de la bolsa que llevaba sacó un sujetador limpio y una blusa, ya estábamos entrando por la bocana de Puerto Madero cuando se desnudó de cintura hacia arriba y se cambio la ropa, antes me dejó chuparle las tetas hasta dejarlas limpia de leche, cuando desembarcábamos y pasábamos por el pasadizo a la terminal yo andaba cojeando.
¿Qué te pasa Pepe, te duele algo?
Claro que me duele, no haberte podido meter esto.
Le señalé el bulto que bajaba por mi pierna, mi polla estaba hinchada desde que subimos al barco y no la había podido descargar.
Cuando llegamos a casa el niño se lanzó con los brazos abiertos a su madre y Elena a los míos, nos preguntó por las mujeres y Corina le dijo que todo marchaba bien, yo le especifiqué mejor que en un principio se habían temido que se quedaría imposibilitada pero que ahora habían esperanzas y que se habían quedado muy contentas, en eso no mentía.
El niño parece que olió a la leche de su madre y le cogió las tetas metiéndole la mano por el escote, Elena le dijo.
En el frigorífico queda un biberón todavía, si quieres se lo puedes dar en vez de pecho.
No, es igual me gusta notar cómo me chupa los pezones, los tengo que me duelen de duros.
Corina me miró y bajó hacia mi pantalón, tuve que darme la vuelta porque me había hecho reacción su comentario. Elena nos había preparado una cena especial.
Pepe, te he preparado una cena de las que te gustan me imagino que no habrás tenido ni tiempo para comer y tu Corina también, te he hecho tu plato preferido.
Cenamos y nos acostamos pronto, mi mujer olía a perfume nuevo yo me acerqué a ella y le pregunté.
¿Qué tal el día, te ha dado mucho trabajo el niño?
Nada, es un cielo, sólo sabe que jugar, dormir y comer.
Entonces… no estarás cansada…
Mmm, Pepe, ya sé por dónde vas… no estoy cansada, he estado pensando todo el día en ti, me he acordado de la noche que pasamos ayer… espera…
Concha, ¿no estarás buscando esto por casualidad?
¡Oh Pepe! Que malo que eres ¿de verdad quieres que me lo ponga?
Claro mujer, quiero que te corras como nunca, déjame la crema y vuélvete de espaldas que yo te lo pongo.
Mi mujer sacó de la mesita el tarro de crema que le había dado Corina y me lo pasó poniéndose en posición de lado pero lo pensó mejor y se arrodilló en la cama y apoyó la cabeza en la sábana, sus nalgas redondas y blancas iluminaban la tenue luz de la mesita, le unté de crema los alrededores del ano y le puse un pegote en el culo, engrasé el alfil brillante y poco a poco lo fui metiendo en el culo de Concha, en un principio cerraba el culo ofreciendo resistencia pero le recordé el gusto que iba a recibir después y aflojó el esfínter, cuando ya lo tenía dentro sólo le asomaba el tope pegado entre las dos nalgas, le cogí de la cintura y le puse la polla en la entrada del coño, sólo le había entrado el capullo cuando sonó un nudillo en la puerta de la habitación y sin esperar entró Corina encendiendo la luz del techo, en una mano llevaba el consolador doble y en la otra las pilas, al vernos sonrió y nos dijo.
¡Oh! Perdón… ¿Pepe no tendrás pilas de este tamaño? Es que se me han agotado ya.
Los tres nos reímos a carcajadas pero yo no la saqué, al contrario se la metí de golpe en el coño a Concha y ella movió las caderas para que le viera el juguete y le entrara toda, a la vez que oscilaban sus tetas colgantes.
Continuará.
Les ruego valoren y comenten el relato.
Gracias.
Por sus gestos deduje que las caricias preliminares no eran en este momento lo primordial, por eso sin pensármelo dos veces me tumbé entre sus piernas abiertas y casi sin apuntar empujé, el abundante vello que cubría su coño no fue obstáculo para que mi capullo encontrara los labios menores, éstos estaban abiertos y con su color rosado me guiaban como el faro de Colonia, la chica cerró los ojos y apretó los dientes, no había calculado bien el diámetro de mi verga y aunque después lo agradeció en un principio le costó digerirlo, el agua de la bañera no le había lubricado la vagina para eso estaban los flujos pero ella en su afán de tenerme adentro no había dado tiempo a destilarlos, ahora sentía como mi glande entraba en ella forzando sus pliegues hasta el fondo de su coño, la chica tuvo que coger aire en sus pulmones para aguantar el envite, me di cuenta y paré, descansé un momento e inicié un retroceso pero Ornella lo tenía muy claro y rodeó con sus piernas mi cintura.
No por favor Pepe, no salgas, no te retires, sólo te pido un minuto y sigue entrando, es que tienes el pene más gordo que me ha entrado nunca, Corina debía haberme avisado.
¿Corina, qué tiene que ver tu prima con todo esto?
Mi prima y yo no tenemos secretos y cuando nos saludamos, me vio muy agitada y sabía la mejor medicina, desde niñas aprendimos una serie de claves al hablar y con ellas nos entendíamos sin que nadie se diera cuenta, no sé si te has dado cuenta de que cuando te ha presentado me ha dicho que “eras un hombre que podía confiar” en realidad me decía que cogías como los ángeles y me harías gozar como nadie, y como me conoce te dijo que me acompañaras, nunca le agradeceré bastante el haberme facilitado que vinieras a mi ca…
No la dejé terminar la frase y le metí lo que quedaba de polla hasta adentro, su mullida melena rizada se aplastó hasta que su pubis se pegó al mío, se quedó con los ojos en blanco ante lo inesperado. Corina me había recomendado y, de paso, me había hecho un regalo, su prima de su misma edad y su mismo cuerpo estaba tan apetecible como ella y se merecía lo mejor por lo que me salí de Ornella y bajé mi cabeza entre sus piernas, tuve que separar con los dedos los rizos negros pero lo que buscaba estaba allí, un clítoris muy bien definido, apenas hinchado aún pero que me recibió levantando las caderas para que lo chupara a fondo, la prima de Corina debía llevar mucho tiempo sin follar con nadie porque se deshizo en atenciones para mí, se entregó a mis caricias, ya no tenía el ansia de que simplemente se la metiera, ahora iba disfrutar de un buen sexo, por mi parte no quería dejar en mal sitio a Corina y quería dejar el pabellón bien alto.
Apenas le rocé los muslos a Ornella ya había separado las piernas casi como una bailarina de ballet, el coño abierto completamente con los labios peludos pero con una raja rosada muy definida, la vagina la tenía irritada y con la lengua la refresqué bastante, al momento me llegaron las oleadas de jugos que manaba, ella misma lo notaba y me dirigía la cabeza para que no dejara ningún rincón por lamer, el clítoris ya había despertado y brillaba nada más abrirse los labios, el prepucio se había retirado al meter la lengua debajo de él y sobresalía duro y tieso como un pene enano, pasé las manos por debajo de sus nalgas, ella se sujetaba los tobillos con las manos para no cansarse y mi lengua bajó más de lo que ella había supuesto, en un movimiento instintivo cerró las piernas pero yo insistí y ella juntó las piernas pero las subió sobre su cabeza, ahora tenía el coño cerrado y el culo abierto frente a mi boca, le separé las nalgas y le lamí presionado el agujero recién bañado, sabía a sales de baño, el espasmo que le dio le hizo soltar las piernas y dejarlas caer sobre la sábana, gemía cuando levantó el culo un palmo sobre el colchón ofreciéndome todo el conjunto a mi boca, ya mi lengua corría a lo largo de su culo hasta el clítoris inflamado.
La chica ya no gemía, ahora gritaba que no parara, acababa de aprender que el placer no era el meter y sacar polla, ahora estaba pulsando sus puntos más sensibles y se moría de gusto, yo cogido a su cintura me apretaba con furor a su coño, mis labios pegados como ventosas, mi lengua la acariciaba con toda delicadeza, miraba a través de su pubis y su cara era todo un catálogo de sensaciones, entre las tetas redondas y duras se le veía el rostro que quería gritar, gemir o jadear y a veces le era imposible, se corrió en un orgasmo violento, tuve que sujetarla para que no me partiera el cuello con sus piernas, se pellizcaba los pezones y tiraba de ellos hasta deformarlos, presionaba las tetas y se las llevaba a la boca chupándose los pezones, me rogaba que parara y a la vez me exigía que siguiera, por dos veces noté la oleada de flujo en mi boca.
El segundo orgasmo no fue como el primero porque estaba agotada, sólo se movía como si tuviera un ataque, entonces me decidí a hacerle disfrutar de mi polla, fui subiendo sobre ella y al pasar por sus tetas llenas de arañazos las succioné con cuidado, las areolas entraron enteras en mi boca y mis dientes sujetaron el pezón para que la lengua acariciara la punta. Ornella parecía estar en una nube, apenas se movía pero no paraba de balbucear, cuando seguí subiendo por ella la besé en el cuello y noté que toda la piel de su cuerpo se le ponía erizada, al tocar con mi capullo la entrada de su vagina sus piernas se abrieron suavemente ya no tenía prisa y me esperaba confiada, fui entrando como un rey victorioso en el castillo derrotado.
A cada momento paraba y volvía a seguir, ella gemía a cada parada y suspiraba cuando volvía a empujar, sus sentidos estaban concentrados en su coño y sus sensaciones a flor de piel, al llegar a tocar el útero se encogió abrazándome, desde el vientre noté una vibración que le llegó a todo el cuerpo, era el tercer orgasmo pero el más íntimo, ya sólo murmuraba palabras dulces, me besaba el cuello y me acariciaba el pelo de la nuca, me dijo que ya era más de lo que había soñado pero para mí no era suficiente, la recomendación de Corina debía llegar a las últimas consecuencias pero antes le dejé reponerse, abrazados estuvimos un buen rato.
Ornella quedó en un estado de sopor, yo admiraba sus tetas, me habría gustado empezar por ellas pero me había sobrepasado en un principio, ahora ella estaba de lado en posición fetal, me pegué a ella por detrás y le puse la polla pegada a su culo, ella rodó poniéndose boca abajo, su cuerpo de espaldas era precioso casi tanto como por delante, su espalda, su cintura y sus caderas eran armoniosas imposible haber adivinado cuando la vi por primera vez que sería tan bella. Ornella habría preferido quizá estar así hasta la mañana siguiente, en ese momento no se acordaba ni de su madre ni de nadie pero el tiempo pasaba y corría en mi contra.
Le separé los pies y con ellos las piernas y los muslos y cuando me pude poner de rodillas entre ellos tiré de su cintura hasta hacerle levantar el culo aunque no pude conseguir que despegara la cabeza de la almohada, para mí era suficiente, le pasé como un pincel la polla por entre las piernas y noté que se relajaba, le acaricié las nalgas redondas y mis manos fueron recorriendo desde la rabadilla hasta la ingle, le dejé caer saliva por la raja y esperé a que le llegara al ano, le repartí la saliva hasta que ya no me rehuía, mi dedo meñique fue el primero en hollar el agujero apretado hasta que cedió, después de una breve dilatación ya entraba holgado y le añadí el corazón, la chica suponía que con aquello me conformaría y se relajó.
Cuando volví a dejar caer saliva y mi capullo presionó en medio de su culo pensó que resbalaría hasta meterla en el coño vecino pero se equivocó y comprendió tarde, con una presión suave pero constante presioné hasta que el glande aplastado y todo entró y aunque gritó, el tronco le siguió, paré y me dijo que ya le era igual, que siguiera hasta el final, le solté la cintura y busqué sus tetas por los lados y con ellas en las manos llegué a metérsela toda, sus manos se aferraban a la sábana y se le oía sollozar pero no protestaba, cuando protestó fue cuando notó que me salía.
Nooo Pepe ahora no te vayas, quédate adentro y cogeme duro, ya me has roto el culo puedes seguir, haceme lo que gustes.
Fui cogiendo velocidad y ella se movía a mi ritmo, me dijo que la dejara a ella sola, levantó la cabeza de la almohada y se quedó a cuatro manos, y empezó a recular contra mí, ahora era ella la que se metía mi polla en el culo, le dije que lo hacía demasiado deprisa y así no iba a aguantar mucho pero ya estaba lanzada y no paró hasta que le cogí del pelo y de un tirón la atraje contra mí hundiéndome a fondo, me quedé quieto pero vaciándome de leche en su culo, ella sentía como le pasaba el líquido espeso a su recto y la llenaba y me dejé caer sobre ella contra el colchón, no la saqué hasta que perdió dureza y salió junto a la leche que le había inyectado.
Estuvimos bastante rato reponiéndonos hasta que miró el reloj y comprendió que ya era una hora prudente, nos duchamos dentro de la bañera y nos enjabonamos mutuamente, tuve que hacer esfuerzos para no follarla otra vez pero en ese momento no estaba seguro de poder cumplir.
En el hospital Corina miró a su prima, esta esbozó una sonrisa y con eso quedó todo dicho, estaba satisfecha, al momento entró una enfermera, iba a preparar a su tía para que descansara y me pidió que saliera un momento, llevaba todo lo necesario para lavarla y asearla cambiándole la ropa y demás, yo me salí de la habitación discretamente pero al momento salió la enfermera diciéndome que las chicas se habían ofrecido a hacerlo ellas y como iba apurada de trabajo se iba a otras habitaciones.
Al momento la cabeza de Corina se asomó por la puerta.
Pepe, pasa un momento que nos tienes que ayudar.
Mira, es que no podemos darle la vuelta para lavarle por detrás, si nos pudieras ayudar tú que tienes más fuerza…
No podía negarme y destaparon a su tía, la mujer instintivamente se cubrió el camisón hospitalario con los brazos sobre el pecho pero su hija y su sobrina le convencieron que debía dejarles asearla, yo discretamente me volví y me asomé a la ventana, desde allí podía ver las calles cuadriculadas de Colonia, eran cuadros más grandes que los que había visto por Argentina, la ciudad estaba compuesta básicamente por casas bajas y había una zona en el centro histórico donde se conservaban edificios o incluso murallas de la época colonial, en ella habían participado los portugueses que fundaron la ciudad y los españoles que se la disputaron a lo largo de los años, había leído un poco por encima en Internet la historia y era muy interesante, Corina me llamó desde la cama de su tía.
Por favor Pepe, ¿puedes acercarte? Sólo queremos que le ayudes a dar la vuelta para lavarle la espalda, es muy importante para que no se llague.
Por supuesto, con mucho gusto.
Yo no me lo esperaba pero entre las dos chicas le habían quitado la parte de arriba del camisón, al verla me quedé sorprendido, Hortensia ya estaba resignada a que la vieran desnuda…
No te preocupes Pepe si me ves más de lo normal, ya estoy hecha a que vengan médicos de todo el hospital con sus alumnos detrás y entre unos y otros me ven y tocan lo que quieren.
¡Oh! Gracias Hortensia, te lo agradezco pero no todos los días se ven chicas tan hermosas.
¡Vaya que galante, no sabía que un español me iba a ver y valorar tan rápido, pero me gusta oírte!
Es justicia Hortensia.
Las dos chicas se miraron disimuladamente y sonrieron, en realidad lo que me había sorprendido era la similitud del cuerpo de Hortensia con el de su hermana Viviana, las dos tenían las tetas casi igual y por lo poco que podía ver más en general eran casi gemelas, hasta en el rostro.
Ornella ayudada por Corina habían lavado con toallitas jabonosas el tórax de Hortensia, los brazos y por supuesto las tetas, se habían esmerado y a la vez que yo le ladeaba el cuerpo un poco, ellas le terminaban de lavar y secar por la espalda, cuando se disponían a seguir de cintura hacia abajo hice mención de volver a la ventana pero Ornella me dijo.
No te hagas problemas Pepe, te ha dicho mi madre que no le importa, ya está acostumbrada, mientras puedes esparcirle este aceite anti escaras para que no se le hagan rozaduras en la piel, van muchos días en la misma posición.
Me largó un frasco de aceite especial a base de aloe vera, empecé por los brazos, sobre todo en los codos y muñecas, por la espalda en los omóplatos y en la espalda, le repartí muy bien con generosidad el aceite pero cuando me planteé ponerle por delante no me atrevía a empezar.
Vamos suegro, que tenemos que terminar no sea que coja frío.
Me llené las manos de aceite y le pasé por las axilas y por el cuello pero se me resistía, Hortensia me miraba y sonreía y ella misma me cogió una mano mojada de aceite y la puso sobre una de las tetas.
Venga hombre, no creo que sea la primera teta que tocas…
Ya no esperé más, desde el mismo frasco rocié las tetas y con las dos manos fui repartiendo el aceite que se escurría por todos lados, las tetas le brillaban y Hortensia cerraba los ojos mordiéndose un poco el labio cuando le insistía en las asperezas de los pezones, las tetas se le pusieron duras como piedras, me acordé de las que tenía Viviana, estaban duras pero no tanto como aquellas, quizás porque era un poco más joven.
Las primas a la vez que yo me ocupaba de dejarle las tetas brillantes a la enferma acabaron de lavarle y secar de la cintura para abajo, recogieron todo lo que habían usado y fueron a devolverlo, cuando salían me dijeron.
Pepe, nosotras ya hemos terminado, vamos un momento a tomar algo a la cafetería, tú sigue con el aceite sobre todo por los talones y rodillas, bueno lo mejor es que lo repartas por todo, no sea que se llague ahora.
Antes de que pudiera opinar las chicas habían salido y cerrado la puerta, me volví a la cama y me encontré frente a frente a Hortensia, estaba completamente desnuda sobre la sábana con las piernas rectas, una de ella inmovilizada con una almohada, me vi en la tesitura de acometer la tarea y lo primero que hice fue subir la cama eléctrica hasta un nivel cómodo para mi, el aceite suavizó los talones y las piernas de Hortensia, pero lógicamente según subía se iba estrechando la separación entre las piernas, la mujer viendo mi apuro me dijo que la pierna izquierda (la buena) sí la podía mover y sujetándola de la rodilla la separé de la otra, en la pierna dañada tuve mucho cuidado porque al mínimo movimiento hacía gestos de dolor en la cadera pero en la izquierda podía moverme mejor.
La unté por el muslo y cuando pasé por el interior ella misma separaba la pierna para que llegara mejor, mi mano bajaba y subía hasta llegar cerca de la ingle. Hortensia lucía también una cabellera importante, no tan rizada como la de su hija pero que se extendía más ancha, yo notaba que cuando me aproximaba a la ingle ella se movía hacia mí y con cuidado de no llegar hasta arriba yo iba apurando centímetro a centímetro.
Al pasar a la parte de abajo le había cubierto con el camisón las tetas pero Hortensia poco a poco se fue deslizando la prenda hasta quedar completamente destapada, me centré a aceitarle desde el ombligo hacia abajo y por el pubis notaba como movía la cadera al ritmo de mi mano, estaba concentrado en no tocar más de lo necesario cuando la mujer me cogió una mano y la puso sobre una teta, justo sobre un pezón y la apretó contra ella, ya perdí toda precaución y la otra mano vació un chorro de aceite ente los labios del coño de Hortensia, ella notó el frío del líquido y yo pasé la mano para que no se perdiera en la sábana mis dedos pasaron entre sus labios abriéndolos y lubricando el interior, no llegué a tocar el clítoris pero si los labios menores que los tenía bastante prominentes, el dedo corazón pasó tan suave que entró hasta la mitad entre los labios y la vagina.
Hortensia seguía sujetándome la mano sobre un pecho pero juntó los dos y los puso debajo de mi mano, yo metí el corazón hasta donde pude y al sacarlo estaba más mojado que cuando entró, lo acompañé con el índice y la mujer aún separó más la pierna, busqué con los dedos hacia arriba el punto G famoso y cuando lo encontré Hortensia gimió pero todavía no había llegado a relajarse cuando mi pulgar acarició su clítoris, una ráfaga de gemidos, suspiros y jadeos llenaron la habitación, moví con rapidez mis dedos en su coño al mismo tiempo que ella me buscaba en mi bragueta pero no llegaba quedaba más baja que la cama, desesperada alcanzó el mando de la cama y la bajó a un nivel más bajo, tuve que inclinarme sobre ella al quedar más baja pero su mano entró en el pantalón y no salió de vacío, me había cogido el capullo y tiró de él.
Me agitaba la polla con fuerza y temiendo que me serrara con la cremallera de la bragueta me saqué la polla entera con los huevos pegados, me pidió aceite y me rocié la verga y ella se ocupó de repartirla, mi mano se agitaba con velocidad en el coño de Hortensia con tres dedos en su vagina y el pulgar en el clítoris, ella intentaba acercarse a la orilla de la cama para meterse mi polla en la boca pero no llegaba, la maldita cadera rota le producía un dolor insoportable pero el interés que tenía de llegar a mi era mayor.
Mis dedos estaban mojados de flujo de Hortensia que se derramaba por todos lados, el vello del coño estaba blanquecino de la espuma que le salía y seguía cayendo hacia abajo, pronto le encontré ocupación a mi dedo meñique y al notar que el flujo le llegaba al culo, empujé y le metí la primera falange, ella abrió los ojos como si se hubiera quedado suspendida en el espacio y siguió estirándose hacia mí, al meterle el dedo hasta el fondo Hortensia en un esfuerzo supremo llegó a la orilla y pudo meter el capullo en su boca, no se contentó con el glande, lo hundió hasta donde casi no se veía, el grosor no le importó y me indicó que ella no podía moverse y lo tuve que hacer yo, moví mi cintura y le follé la boca, ella aguantaba quieta tragando carne dura y recibiendo mis cinco dedos en su coño y culo, el orgasmo fue terrible, la cama gruñía por sus articulaciones y yo no pude aguantar tanto placer, me gustaba verla gozar, no imaginaba cuanto tiempo habría estado sin tener un orgasmo como aquel ni una polla como la mía pero ella la devoraba y cuando me corrí en su paladar me sorprendí porque no confiaba que me quedara leche, pensaba que se la había dejado en el culo de su hija antes.
Seguí a bajo ritmo y lentamente iba sacando de uno en uno los dedos de su coño, el que más sintió fue el meñique, le había encantado notar en su culo aquella sensación, el pulgar tampoco se había portado mal, el clítoris le brillaba tan duro que arañaba, las tetas mojadas de aceite eran difíciles de sujetar y mi polla se fue deshinchando en su boca, no la dejaba salir hasta que se rindió a la evidencia, tenía la boca llena de semen y me la enseñó, haciendo cucharita con la lengua la tenía llena y de momento tragó y me demostró que había desaparecido toda.
La ayudé a volver a su postura, la pierna le dolía horrores y la dejé con la otra pierna plegada poniéndole el camisón sobre ella, tenía una cara resplandeciente, nada parecido al rostro de cuando llegamos, me dio una idea y cogí el bolso de Corina que estaba sobre el alfeizar de la ventana, busqué y encontré un pequeño neceser y en él había lo que yo buscaba, se lo dejé a Hortensia y le subí la parte delantera de la cama hasta ponerla casi vertical, le di un espejo de tocador que llevaba y ella encontró todo lo necesario, me dijo que le cepillara el pelo mientras se pintaba los ojos y los labios, el resultado fue sorprendente, le bajé la cama un poco al terminar y me asomé al pasillo, a lo lejos ya se oían hablando bajo a las primas que volvían.
Yo me había sentado en el sillón destinado para el acompañante cuando las dos chicas entraron.
¡MAMÁ!
¿Por qué gritan de esa manera? ¡están en un hospital!
¿Qué te has hecho? Estás guapísima.
Las dos chicas se volvieron hacia mí asombradas, además de la sorpresa, cada una reconoció en Hortensia a su madre, se parecía totalmente a Viviana y Corina vino para abrazarme, le siguió Ornella, me rodearon apretándome contra ellas, pasado el primer momento de sorpresa y emoción Ornella dijo.
Mamá me alegro mucho de verte alegre y contenta y… satisfecha.
Corina había retirado el camisón sobre Hortensia y había descubierto que tenía la pierna abierta y plegada y el coño le relucía brillando de espuma blanca, le lanzó una mirada a ella y otra a su prima, su tía se encogió de hombros como si no supiera a qué se refería y Ornella abrió los ojos admirada y sorprendida, su madre estaba radiante y con el coño empapado de flujo, debía haber gozado de un orgasmo colosal.
Las chicas me volvieron a abrazar besándome, notaba sus pechos en sus abrazos, no eran abrazos de compromiso, eran sinceros y yo estaba orgulloso. Hortensia tenía los ojos brillantes, estaba emocionada al ver el cuadro, su hija y su sobrina felices, ella también lo estaba y agradecida por haberme llevado con ella, me llamó y se incorporó en la cama aún sufriendo dolor pero me abrazó dándome un beso pero en el último momento en vez de la mejilla me lo estampó en la boca, las jóvenes aplaudieron y yo me puse un poco colorado, cuando nos despedimos Hortensia nos hizo prometer que volveríamos a visitarlas cuando estuviera restablecida, ella a su vez se comprometió a hacer una “fiestecita familiar” para celebrarlo.
Al salir del hospital ya la tarde estaba cayendo, por casualidad en la puerta del hospital encontramos al taxista que nos había llevado al llegar y subimos, nos estuvo explicando con su verborrea cosas de Colonia y se empeñó en enseñarnos la ciudad, nos negamos porque teníamos que volver a Buenos Aires y yo sobre todo quería comer algo pero él paró el taxímetro y se empeñó en enseñarnos el barrio antiguo aún sin bajar del coche, nos iba explicando la historia de la calle de los Suspiros, del origen del nombre, podría ser porque antiguamente era el lugar de reunión de prostitutas y clientes o porque por allí pasaban a los que iban a ajusticiar o tal vez por el efecto del viento, no paraba de hablar, nos decía que hacíamos buena pareja y al fin nos dejó en la terminal.
En la cafetería tomé un café con leche y unas pastas, Corina ya había comido algo con su prima pero tomó un té, cuando subimos al alíscafo las luces empezaban a encenderse y nos sentamos en un lateral al lado de un ventanal, en la proa ya no se veía nada, era como ir en un avión incluso más cómodo en los sillones mullidos, Corina me dejó en la ventanilla y ella a mi lado, yo me quedé pensando fuera no se veía nada a lo lejos en el cielo el tenue resplandor de la gran ciudad.
¿Qué te pasa Pepe, te noto muy callado?
Nada Corina, cosas mías…
Vaya, ¿ahora me vas a venir con secretitos a mí?
Me siento que estoy viejo Corina, hoy lo he pasado muy bien pero noto que no soy coherente con mi edad.
¿Por qué dices eso?
Porque a mi edad yo debía ser mucho más decidido, ir “mandando… dominando” las situaciones y no es así, muchas veces me comporto como un adolescente o casi y me veo superado.
No creo nada de lo que dices… ¿Por qué lo dices, anda cuéntamelo?
No es nada en particular pero en general me pasa bastante a menudo, hoy por ejemplo…
¿Qué ha pasado hoy Pepe, me tienes en ascuas?
Pues… Ornella tu prima hoy esperaba de mi algo que no he sido capaz de hacer, ella necesitaba una polla, sin importarle quien fuera su dueño, me pedía que la cogiera como un animal, a lo salvaje que la partiera en dos pero yo no fui capaz, lo intenté pero no me salió al final lo hice como sé, lo siento habrá quedado defraudada.
De eso nada Pepe, ¿sabes lo que me ha contado en la cafetería?, me ha dicho que sí que necesitaba una pija que la cogiera hasta hacerla reventar pero cuando tú le enseñaste lo que era darle placer de verdad se rindió, la tenías en la palma de la mano.
Bueno… se corrió tres veces creo.
¿Tres veces? Me dijo que tres veces que no pudo reprimirse pero que le habían llegado varios orgasmos que no quiso demostrar para que no te cansaras y la siguieras follando más tiempo.
¿De verdad Corina, no me engañas?
Claro tonto y… ¿Qué ha pasado con mi tía? Porque cuando hemos vuelto era otra persona distinta y no me digas que nada porque claramente tenía la concha mojada de flujo y la pierna abierta, las tetas duras y una sonrisa de oreja a oreja que sólo la tienen las mujeres bien folladas.
No ha sido para tanto, el aceite de aloe vera…
Jajaja, si no te conociera Pepe… no la has follado porque no has podido pero le habría gustado que le hicieras probar tu leche.
Bueno eso…
¿Qué ha probado tu leche, cómo? Si no puede moverse.
Pues ha buscado la forma de mamarme la polla y me he corrido en ella al mismo tiempo que ella lo hacía en mi mano.
¡Qué boludo! Pepe, no me lo puedo creer, te dejo sólo un rato y casi te follas a todo el hospital. Jajaja.
El barco volaba sobre el agua a gran velocidad, a lo lejos se apreciaban las luces de Buenos Aires y Corina se apoyó en mi hombro y noté que estaba llorando.
¿Y ahora qué te ocurre a ti Corina?
Nada Pepe que te portas muy bien con todo el mundo pero lo que has hecho hoy con mi familia…
No tiene importancia Corina, ya me conoces.
Sí, ya te conozco, tienes un corazón que no te cabe en el pecho.
Jajaja, entonces tú tienes dos corazones porque fíjate que bultos te marcan.
Corina me dio un beso en el cuello y me cogió la mano, con la otra despasó tres botones de la blusa que llevaba y se soltó los tirantes del sujetador y bajándose las copas dejó sus tetas libres y me puso la mano sobre ellas.
Toma mis corazones, son tuyos, los dos, te los doy con toda el alma, haz con ellos lo que quieras, soy tuya.
Me emocioné, en mi mano tenía las tetas de Corina, tan duras como las de su prima pero llenas de leche, le estuve acariciando los pezones mojándome los dedos de leche, la chica estaba pegada a mí quieta recibiendo mis caricias, mi mano recorría las dos tetas sin discriminar a ninguna, le puse los dedos pulgar e índice pellizcándole el pezón y el resto debajo del pecho notando las palpitaciones de su corazón, estuvimos un buen rato quietos a la vista del poco pasaje que había repartido por el barco, las luces de la gran ciudad se veían más claras cada vez y yo tenía la mano empapada de leche de Corina hasta en el sujetador y la blusa se notaba la humedad.
Corina te estoy manchado de leche, tus tetas parecen una fuente, me habría gustado mamártelas esta mañana cuando le has sacado para Javi.
Ya lo sé, te la habrías bebido toda, eres un goloso.
Sí es cierto me gusta beber tu leche.
Y a mí la tuya
¿La mía, si yo no tengo leche?
Si pero es condensada, jajaja.
Con la poca gente que había en el barco y la luz tenue Corina aprovechó y de la bolsa que llevaba sacó un sujetador limpio y una blusa, ya estábamos entrando por la bocana de Puerto Madero cuando se desnudó de cintura hacia arriba y se cambio la ropa, antes me dejó chuparle las tetas hasta dejarlas limpia de leche, cuando desembarcábamos y pasábamos por el pasadizo a la terminal yo andaba cojeando.
¿Qué te pasa Pepe, te duele algo?
Claro que me duele, no haberte podido meter esto.
Le señalé el bulto que bajaba por mi pierna, mi polla estaba hinchada desde que subimos al barco y no la había podido descargar.
Cuando llegamos a casa el niño se lanzó con los brazos abiertos a su madre y Elena a los míos, nos preguntó por las mujeres y Corina le dijo que todo marchaba bien, yo le especifiqué mejor que en un principio se habían temido que se quedaría imposibilitada pero que ahora habían esperanzas y que se habían quedado muy contentas, en eso no mentía.
El niño parece que olió a la leche de su madre y le cogió las tetas metiéndole la mano por el escote, Elena le dijo.
En el frigorífico queda un biberón todavía, si quieres se lo puedes dar en vez de pecho.
No, es igual me gusta notar cómo me chupa los pezones, los tengo que me duelen de duros.
Corina me miró y bajó hacia mi pantalón, tuve que darme la vuelta porque me había hecho reacción su comentario. Elena nos había preparado una cena especial.
Pepe, te he preparado una cena de las que te gustan me imagino que no habrás tenido ni tiempo para comer y tu Corina también, te he hecho tu plato preferido.
Cenamos y nos acostamos pronto, mi mujer olía a perfume nuevo yo me acerqué a ella y le pregunté.
¿Qué tal el día, te ha dado mucho trabajo el niño?
Nada, es un cielo, sólo sabe que jugar, dormir y comer.
Entonces… no estarás cansada…
Mmm, Pepe, ya sé por dónde vas… no estoy cansada, he estado pensando todo el día en ti, me he acordado de la noche que pasamos ayer… espera…
Concha, ¿no estarás buscando esto por casualidad?
¡Oh Pepe! Que malo que eres ¿de verdad quieres que me lo ponga?
Claro mujer, quiero que te corras como nunca, déjame la crema y vuélvete de espaldas que yo te lo pongo.
Mi mujer sacó de la mesita el tarro de crema que le había dado Corina y me lo pasó poniéndose en posición de lado pero lo pensó mejor y se arrodilló en la cama y apoyó la cabeza en la sábana, sus nalgas redondas y blancas iluminaban la tenue luz de la mesita, le unté de crema los alrededores del ano y le puse un pegote en el culo, engrasé el alfil brillante y poco a poco lo fui metiendo en el culo de Concha, en un principio cerraba el culo ofreciendo resistencia pero le recordé el gusto que iba a recibir después y aflojó el esfínter, cuando ya lo tenía dentro sólo le asomaba el tope pegado entre las dos nalgas, le cogí de la cintura y le puse la polla en la entrada del coño, sólo le había entrado el capullo cuando sonó un nudillo en la puerta de la habitación y sin esperar entró Corina encendiendo la luz del techo, en una mano llevaba el consolador doble y en la otra las pilas, al vernos sonrió y nos dijo.
¡Oh! Perdón… ¿Pepe no tendrás pilas de este tamaño? Es que se me han agotado ya.
Los tres nos reímos a carcajadas pero yo no la saqué, al contrario se la metí de golpe en el coño a Concha y ella movió las caderas para que le viera el juguete y le entrara toda, a la vez que oscilaban sus tetas colgantes.
Continuará.
Les ruego valoren y comenten el relato.
Gracias.
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