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El Plan de Quique - Fase 2

Alba se quedó un rato mirando la pantalla de su portátil, leyendo las palabras que Ale le había escrito. Empezó a pensar en su vida pasada. En cómo le había afectado pillar a su marido con otra mujer. Cómo eso había roto su autoestima, quizás para siempre.
Y ahora, un muchacho, del que sólo conocía su nombre, y su linda polla, había conseguido despertar su líbido, tanto tiempo dormida. Se puso a reflexionar en el por qué era así. Llegó a la conclusión de que era porque la 'relación' que estaba empezando con Ale era una relación sin peligro. No era un hombre con el que salir, llegar a algo más y después ser abandonada. Sólo era alguien para divertirse un poco, reírse y tener placer.
Precisamente esas mismas palabras se las había dicho su amiga Rosa muchas veces. Que saliera, que se buscase un guapo hombre para divertirse, reírse y echar un buen polvo. Y después, si te he visto, no me acuerdo. Pero Alba no era así. No era de las que se va a la cama con un desconocido a las primeras de cambio.
Con Ale era distinto. Con un simple dedo podría hacerlo desaparecer. No sabía quién era, en donde vivía. Era... perfecto.
Y sabía calentarla. Aunque quizás, su necesidad de ser calentada también influía. Su subconsciente veía la oportunidad de placer sin peligro alguno y se desinhibía.
Sea como fuere, Alba deseaba volver a verlo, a hablar con él.
Su hijo, Quique, también meditaba en su cuarto. En lo que estaba pasando con su madre, con él. Siempre la había deseado. Desde que su cuerpo cambió y empezó a fijarse en las mujeres, ella fue la primera. Y siempre había sido la primera. No se cansaba de mirarla, de admirarla. Y de masturbarse fantaseando con ella.
Era su madre, y la quería mucho como madre. Pero también era una mujer preciosa y la deseaba como mujer. Sabía que todas las fantasías que tenía con ella eran eso, fantasías. Algo sólo existente en su mente. A pesar de todo lo que había imaginado haciendo con ella, siempre supo que era él, su pensamiento, el que actuaba. Cuando se imaginaba a su madre arrodillada delante de él, haciéndole una lenta mamada, era él el que construía esa realidad. Pero Alba, su madre, era eso, su madre. Y las madres no hacen esas cosas. Las madres, por muchos hijos que tengan, son seres asexuados.
Esa idea acababa de cambiar. No sólo se había masturbado dos veces para ella. Había descubierto que su madre, además de madre, era una mujer, con deseos. Había oído de su boca palabras que nunca imaginó que ella pudiese decir. La había oído gemir, la había oído correrse.
Ahora la deseaba más.
Esa noche, durante la cena, la encontró radiante.
-Mamá, hoy te veo muy contenta. ¿Y eso?
-Pues no sé. La vida, que puede ser estupenda.
-Me alegro. Hacía mucho que no te veía tan bien.
-Y yo, Quique. Creo que empiezo a superar lo de tu padre.
-Bien, ya era hora. Sólo espero que no me busques  un padre nuevo muy pronto.
-Jajaja. No te preocupes, que por ahora no tenga la menor intención de tener pareja.
-Ummm, ¿Quizás solo rolletes?
-Quique, que soy tu madre!.
-Jajajaja ¿Y qué? Te picará, como a todos.
-QUIQUE! - dijo, fingiendo escandalizarse.
-¿Mmmm? - respondió él, poniendo carita de bobo.
Alba no pudo reprimir una sonora carcajada. Su hijo la miró, serio.
-Mamá, eres una mujer preciosa. Seguro que cualquier hombre querría estar contigo.
-¿Lo dices en serio?
-Completamente.
-Gracias - respondió, sonriendo.
Alba se empezaba a creer que resultaba atractiva a los hombres. Y parecía que especialmente a los jóvenes. Primero Ale y ahora su hijo. Se sintió feliz. Lo que su marido le había robado, lo estaba recuperando.
-Después de la cena me voy a conectar un rato para charlar con Rosa.
-Vale. Yo me pondré a matar marcianos.
Alba no había quedado con Rosa. Deseaba volver a hablar con Ale.
Quique sabía que no iba a hablar con la amiga.
+++++
En cuanto Quique vio a su madre online, abrió un chat de texto.
-Hola preciosa.
-Hola Ale. ¿Cómo estás?
-Muy bien. Estaba esperándote.
-¿Ya te has limpiado?, jeje.
-Sip. Me di una buena duchita.
-Eso está bien. Hay que ser aseado.
-Sí mami.
Quique sintió un escalofrío cuando escribió el 'sí mami'. Alba no le dio importancia, pero le hizo recordar algo que él dijo por la tarde.
-Oye, Ale. Esta tarde dijiste algo sobre tu madre. ¿A qué te referías?
Quique cogió aire. Había llegado el momento de empezar a introducir el tema. Esperaba no precipitarse.
-Uf, es que..es algo personal. No sé si debería decírtelo. No sé qué pensarías de mí.
-Yo te conté cosas muy íntimas de mí. Pero si no quieres contármelo, lo entiendo.
-Me gusta.
-¿Qué te gusta?
-Ella. Me gusta mi madre.
Alba se quedó sorprendida. No se esperaba algo así. Sabía eso de Edipo y esas cosas, pero no lo tenía por algo real.
-Ya veo.
-Creo que por eso me gustan tanto las mujeres mayores que yo, sobre todo las que se parecen a ella. Y tú te pareces mucho a ella, Alba. Por eso se me escapó antes lo de que me gustaría que ella se pareciera a ti.
-¿Pero no dices que me parezco a ella?
-Físicamente sí. Me refiero a que ella fuera tan caliente como tú.
-¿Le deseas? ¿Deseas tener sexo con ella?
-Uf, Alba. Todos los días. La miro y en mi mente pasan toda clase de cosas. Me masturbo pensando en ella. Desde siempre.
Quique se estaba confesando con su madre, aunque ella, por supuesto, no lo sabía.
-¿Te parezco un pervertido, Alba? ¿Un monstruo?
-Por supuesto que no, Ale. Yo de esto no entiendo mucho, pero creo que no es muy extraño que algunos hijos se sientan atraídos por sus padres o madres.
-Si yo fuera tu hijo, Alba, seguro que me sentiría muy atraído por ti.
Alba recordó de repente lo que le dijo esa misma noche su hijo "Mamá, eres una mujer preciosa. Seguro que cualquier hombre querría estar contigo.". Pero sólo fue un cumplido. Sólo para animarla.
-Bueno, Ale. No creo que él se fije en mí de esa manera. Soy sólo su madre.
-Siempre serás su madre, Alba. Siempre. Pero sabiendo cómo eres, lo buena que estás, estoy seguro de que él se ha fijado en ti como mujer.
-Ya te digo que no.
-Vale, vale. Cambiemos de tema, ¿Vale?
-Como quieras.
-¿Te he molestado?
-Claro que no, tonto.
-Bien. No quisiera molestarte nunca.
-Tranquilo.
-Cuéntame algo de ti.
-Ay, no sé. ¿Qué quieres saber?
-Por ejemplo... ¿Cómo vas vestida ahora?
-Un pijama corto.
-¿Y debajo?
-Nada.
-Ummmmmm. Sólo de imaginarte así me vuelvo a excitar.
-¿Otra vez? Pero si hace sólo unas horas te corriste dos veces.
-Ya te dije que estás muy buena. Cierro los ojos y te puedo ver en esas fotos, sobre todo la primera.
-Ale...¿Es a mí o a tu madre a la que ves? ¿Te excito yo o ella?
-Alba, te pareces a ella, sí, pero eres tú la que me excitó antes. Era por ti por quien me masturbé. Fue tu voz la que me hizo correr dos veces, y mientras me corría veía tu cara. Es recordar eso e imaginarte con ese pijamita lo que me ha excitado otra vez.
Alba sonrió. No sabía que Quique decía la pura verdad, aunque  no por los motivos que ella creía.
-¿De verdad estás cachondo?
-Sí. ¿Quieres comprobarlo?
-Claro.
Alba aceptó la video llamada. En su pantalla apareció la linda polla de Ale, que salía por la bragueta, abierta. En la ventanita pequeña, la que mostraba lo que veía su cámara, le mostró su propio pecho, en pequeñito. Suponía que eso mismo es lo que vería Ale, pero en grande.
Quique sintió como su corazón empezaba a latir con fuerza cuando vio aparecer a su madre en la pantalla. La imagen mostraba desde los hombros hasta que la mesa. Pensó en callarse, pero no quería engañarla.
-Te olvidaste de darle la vuelta a la cámara, Alba - escribió.
Por los altavoces de su ordenador sonó la voz de su madre.
-No me olvidé.
-Gracias Alba, por dejarme verte.
-De nada. Ahora estamos iguales.
-Me gustan tus tetas, Alba. Se adivinan preciosas debajo de esa fina tela.
-A mí me gusta tu polla, Ale No tengo que adivinarla. Jajaja
-¿Quieres verla de cerca?
-Ummm sí.
Quique disfrutaba de la ver y oír a su madre. Cogió la webcam y con cuidado la acercó a su polla. Guiándose de la imagen, hizo un recorrido por toda la polla. Le enseño la punta. Le mostró como salía líquido pre seminal del agujerito. Le enseñó el duro tronco, y por último, se sacó los huevos y se los mostró.
-Ummm es una polla preciosa, Ale. ¿Todavía queda lechita en esos huevitos?
-Uf, ya lo creo, Alba.
-Sácala para mí.
-¿Estás cachonda?
-Mucho. ¿No ves mis pezones duros?
Alba se acercó a la cámara, poniendo las tetas en primer plano. Quique vio claramente como los pezones se marcaban.
-Wow, Alba. Cómo me estás poniendo. Acaríciate las tetas, por favor.
Quique se agarró la polla y se masturbó lentamente. Si lo hacía con rapidez, sabía que se correría en el acto. Lo que veía en la pantalla era lo más caliente que había visto. Su madre se echó hacia atrás, y llevó sus manos a sus tetas, empezando a acariciarlas lentamente.
-Ummm Ale, ¿Te gusta cómo me acaricio las tetas? Estoy tan cachonda. Mi coño es un lago. Uf, desde aquí puedo olerlo. Huele a coño.
-Aggg, Alba, que caliente eres. Creo que me voy a correr enseguida.
-No... aún no. Espera un poquito.
Quique disminuyó la intensidad de la paja
-¿Quieres verme la tetas, Ale? ¿Quieres que te enseñe mis tetas?
-Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Los ojos de Quique estaban clavados en la pantalla. Su madre, lentamente, sensualmente, se subió la parte de arriba del pijama, descubriendo sus tetas.
Quique se las había mirado mucho. Se sabía de memoria todas las fotos, pero era la primera vez que las veía así. Eran dos preciosas tetas. Grandes, apenas caídas. Y parecían duras al tacto.
-Ummmm son bonitas, ¿Verdad? -preguntó Alba, acariciando ahora la piel desnuda.
-Son las tetas más bonitas que he visto en mi vida.
-Aggg, adulador. No es verdad. Muchas chicas jóvenes tienen unos pechos mas lindos que los míos.
Quique quiso gritarle que no. Que para él no había en el mundo ninguna mejor. Que eran las más deseadas, y ahora que las veía, se había enamorado de ellas para siempre.
-En serio, Alba. Son una maravilla.
-Gracias. ¿Qué harías con ellas?
Quique miraba como su madre se pellizcaba los pezones y como se pasaba los dedos, acariciando. La oía gemir.
-Me las comería todas, Alba. Besaría y lamería cada centímetro de piel. Besaría esos lindos y duros pezones. Los chuparía, los mordería.
-Ummmm, que rico. Son muy sensibles.
El muchacho alternaba entre escribir y masturbarse. El hubiese gustado poder hablar y olvidarse del teclado, pero era algo imposible.
-Y...también... pasaría mi polla por ellas, Alba. Y después, la metería entre ellas.
-Aggggg sí, ¿Me follarías las tetas con tu preciosa polla?
-Sí, sí...
-Ummm seguro que me llegaría a la boca. Es tan grande que seguro que podría chuparte la punta mientras me follas las tetas. ¿Te gustaría, verdad?
-Wow, me encantaría. Te las follaría hasta correrme sobre ellas, en tu boca, en tu cara.
-Aggggggg. Ale, sólo de pensarlo.....uf.
El monitor del ordenador de Quique mostró como una de las manos de su madre bajaba y desaparecía por debajo de la mesa.
-¿Te estás tocando el coño?
-Ummm, sí.
-¿Cómo está?
-Caliente, mojado. Muy mojado.
-Chúpate los dedos, Alba. Dime a que sabe tu coño.
Alba hizo como Ale le pedía. Se llevó los dedos mojados a la boca y los chupó. Saladitos.
-Ummm, que ricos están. El sabor de mi coño te encantaría, Ale.
-¿Me lo enseñas?
-Otro día... Ahora...estoy a punto de correrme. No puedo más.
-Y yo. Mira mi polla, Alba. Mira como me corro para ti, sólo para ti.
Quique dejó de escribir. Se concentró en la pantalla. En la mano con que su madre acariciaba sus tetas y en el movimiento de la que acariciaba su coño. Se concentró en sus gemidos de placer. Y cuando ella empezó a gemir más fuerte, a respirar más fuerte y después a tensarse, se corrió, a la vez que ella. No fue una corrida tan abundante cómo las anteriores, pero sí igual de intensa.
La de Alba sí fue más fuerte que las anteriores. No sólo por ver como la polla soltaba su preciada carga sobre el pubis y la mano de Ale, sino porque él la estaba mirando. Porque la oía correrse. No pudo evitar cerrar los ojos unos instantes en la cúspide del orgasmo.
Los dos pasaron unos segundos mirándose, reposando su placer. Ella fue la primera en volver a hablar.
-Tendrás que limpiarte otra vez, Ale.
-Sí. ¿Y tú?
-Ummm, no. Me gusta dormir así, toda mojadita. Ya me daré una duchita por la mañana.
-Jeje, hazlo antes de ver a tu hijo. Como te huela así, seguro que se lanza a por ti.
-Jajajaja. Qué bruto eres, Ale.
-Alba, eres maravillosa, ¿Sabes?
-Gracias.
-¿Quedamos para mañana?
-¿Me estás pidiendo una cita?
-Sí.
-Quedamos mañana por la tarde.
-Ummm, perfecto. Hasta maña pues, Alba. Que descanses.
-Y tú. Hasta mañana.
Alba apagó su ordenador y se fue directamente a la cama. Aquello estaba empezando a gustarle, quizás demasiado. Al principio deseaba verle la cara, oír la voz del aquel muchacho, pero ahora pensó que era mejor así. Que de esa manera Ale no sería un hombre real y podrían
seguir jugando, excitándose mutuamente, gozando juntos. Si le ponía cara y voz, quizás apareciesen otros sentimientos que arruinarían la relación, haciéndola imposible.
Era mejor así. Era maravilloso así. Con una sonrisa en la cara, se durmió.
Quique, por su parte, empezó a tener dudas. Una cosa eran las fantasías que tenía, que lo excitaban. Fantasear con hacerlo con su madre era una cosa, pero llegar a hacerlo, era muy distinto. Una cosa era imaginar como ella se masturbaba y otra cosa era verlo. Era más
intenso, más real. Maravilloso. Quería más. Lo quería todo. Pero algo empezó a nacer en él. Nuevos sentimientos hacia su madre. Y eran a esos sentimientos a los que temía. Eran el verdadero tabú. Lo que de verdad estaba prohibido.
El deseo es algo muy fuerte. Quizás la fuerza más poderosa del Universo. Más que el amor. El deseo que sentía por su madre hizo que siguiera adelante.
+++++
Quique observaba a su madre. La veía feliz, contenta. Parecía como si hubiese renacido. Su cara estaba más fresca. Y era por Ale. Por él.
-Mamá, no sé qué te pasa últimamente, pero te veo distinta.
-¿Distinta?
-Sí. Estás, no sé. Radiante. Más... guapa.
-Oh, gracias tesoro. Siempre es agradable que le digan esas cosas a una mujer.
-Bueno, jeje, porque soy tu hijo, si no te diría más cosas.
Se miraron fugazmente a los ojos. Alba enseguida desvió la mirada.
-¿Tienes planes para esta tarde? - preguntó ella.
-No. Nadita. Navegaré un poco por la red y echaré unas partidillas.
¿Tú tiene algo que hacer?
-No, nada especial. También voy a navegar un poco.
-¿Navegar? Ummm. ¿No tendrás un cybernovio?
-Jajaja, quita, quita. Claro que no - dijo, dándole la espalda para que no viera como se ruborizaba.
Quique la contempló, la admiró. Su bella figura, su amplio y redondo culo. Esperaba que esa tarde se lo enseñara. La polla le presionó en el pantalón.
-Si necesitas cualquier cosa, me llamas.
-Vale.
++++++
A la hora acostumbrada, Alba se conectó y se quedó esperando. Al poco se abrió la ventana del chat de texto de Ale.
-Hola guapa.
-Hola, Ale. ¿Cómo estás?
-Deseando 'verte'
-Y yo a ti.
-¿Estás sola en casa?
-No, mi hijo está en su cuarto, jugando.
-¿Jugando? sí, sí, jugando. ¿Así lo llaman ahora? Aquí le decimos cascársela.
-Jajajaja. No creo que haga eso. Me dijo que iba a navegar y a jugar un rato.
-Ay, Albita. ¿Me dijiste que tenía mi edad, no?
-Sí.
-Pues puede que sí, que juegue un poco, pero te aseguro que lo que más hará será jugar con su 'joystick'.
-¿Con su qué?
-Con su polla, mujer.
-Jajajaja. Bueno, está en la edad, ¿No?
-Jajaja, los hombres siempre estamos en la edad para esas cosas, creo.
-Me dijo que ha practicado cybersexo.
-Pues claro. Quien no.
-Yo hasta hace unos días no.
-¿Sí? ¿Soy el primero?
-Y el único.
-Wow. Que honor.
-Creo que mi hijo nota algo. Me dice que estoy distinta, más radiante.
-¿Sólo te dice eso?
-Bueno, hoy me dijo algo que me dejó sorprendida.
-¿Qué te dijo?
-Me dijo que estaba muy guapa, y que si no fuera mi hijo me diría más cosas.
-¿Ves? Lo sabía. Le gustas.
-Pienso que lo dijo sólo para animarme.
-Te lo puedo demostrar.
-¿Cómo?
-¿Llevas bragas?
-Sí.
-Perfecto. Seguro que están impregnadas de tu aroma.
-Uf, creo que sí. Estoy un poco mojada.
-¿Ya?
-Sí. Solo de pensar en ti me caliento.
-A mí me pasa lo mismo. Sólo de pensar en ti se me pone la polla dura.
-Enséñamela.
Quique abrió el chat de video. Su madre apareció en pantalla. Su cabeza no se veía, pero si sus tetas, preciosas tras un gran escote. Alba por su parte admiró aquella linda polla. Ale parecía estar
desnudo del todo.
-Qué polla más preciosa, Ale - sonó la voz de su madre por los altavoces.
-Qué tetas más lindas, Alba
-Bueno, dime lo que ibas a contarme.
-Ah, sí. Te propongo una prueba. Después te quitas las bragas y las llevas a donde tengas el cesto de la ropa sucia. Las dejas arriba del todo, y te fijas bien en cómo se quedan.
-¿Y eso?
-Después, le dices a tu hijo que busque algo en ese cuarto. Cualquier cosa, lo que sea. Te apuesto lo que quieras a que cogerá esas bragas y las olerá. Te apuesto lo que quieras a que a tu hijo se le pondrá la polla dura oliendo tu coño. Puede que hasta se las lleve a su cuarto y se haga una buena paja con ellas.
Alba leía aquello y no se lo podía creer.
-¿Tú lo has hecho. Ale?
-Sí, muchas veces. Me encanta oler sus bragas mientras me masturbo. A veces me las pongo alrededor de la polla y me corro en ellas.
-¿Ella no se da cuenta?
-Jeje, creo que no. Después las limpio bien y las pongo en medio de toda la ropa. Imagino que ella simplemente vuelca el cesto en la lavadora.
-Vaya.
-¿Harás la prueba?
-No lo sé.
-Pero ahora dejemos de hablar de eso. Ahora quiero verte.
-Ya me estás viendo.
-Quiero ver tu coño, Alba
-¿Sí? ¿Quieres ver mi coñito? Si vieras lo mojadito que está.
-Eso quiero.
Alba se levantó. Quique vio, admirado, como ella no llevaba pantalones ni falda, solo una bragas negras. El vello de su coño salía por los lados. Se las bajó hasta medio muslo.
-Wow, Alba. Vaya coño más bonito que tienes
-¿No te parece muy peludo?
-Nooooooooooooooooooooooo es P E R F E C T O
-Jajajaja. Gracias.
-Pero así no lo veo bien. Coge el portátil y vete a tu cama. Lo dejas entre tus piernas.
Alba entendió como decía. Cogió su ordenador, se quitó las bragas y se fue su cama. Se sentó cerca de la cabecera y puso el ordenador entre sus piernas. Los ojos de Quique se quedaron clavados en el coño de su madre.
-Ábretelo, abretelooooooooooooooooooo.
Alba llevó sus manos a su coño y lo abrió. Quique casi se corre al ver lo mojado que estaba. Parecía babear. Los labios parecían hinchados, de un rosa intenso.
-¿Lo ves bien?
-¿Que si lo veo bien? JODER, casi puedo olerlo.
-Jajajajaja.
-Me lo comería todo, a todas horas.
-Ummm sí, cómeme el coño. Estoy tan cachonda. Cómeme el coño hasta que me corra en tu boca.
-Imagina que estoy tumbado entre tus piernas. Que te miro a los ojos mientras mi boca se acerca a tu coño. Hazte una paja mientras lees e imaginas.
-Ummmm, sí...
Quique había visto muchos videos de mujeres masturbándose. Casi todas lo hacían diferente. Su madre Se abría el coño con una mano y con la otra acariciaba su clítoris, haciendo círculos a su alrededor. De vez en cuando se metía dos o tres dedos dentro. Si ver a una mujer masturbarse es algo muy erótico y sensual, cuando esa mujer es tu propia madre, el erotismo llega a su máximo exponente.
Quique escribió, y escribió, describiendo con detalle cómo le comía el coño, mirando como ella se tocaba, oyéndola gemir. Y cuando esos gemidos se hicieron más fuertes, más seguidos, anunciando el inminente orgasmo de su madre, Quique escribió una frase y luego dejó de escribir.
-Mira como me corro contigo, Alba. Mira como me corro.
Se cogió la polla y se pajeó con fuerza mirando el coño de su madre, oyéndola
-Sí, siiii Ale...córrete....córrete para mí. Enséñame como esa...agggg preciosa polla escupe toda su leche para mí....Ale...Ale...me...corroooooo.
Su madre se corrió. De su coño salió un chorrito de flujo y de su garganta un grito de placer que Quique juraría que oyó, además de por los altavoces, a través de la puerta de su cuarto.
Pero no pudo concentrarse. Su propio orgasmo estalló. Su polla empezó a soltar su carga. La corrida fue monumental, con chorros de semen saliendo disparados, cayendo en su pecho, en el suelo, sobre su mano. Los ojos de su madre estaban clavados en el volcán de lava blanca que
era su polla, y los suyos en el coño materno.
-Eres tan caliente, Alba. Eres maravillosa.
-Tú me calientas así. Hacía mucho que no sentía estas cosas.
-Date la vuelta, plis. Ponte a 4 patitas en la cama. Enséñame ese culazo que tienes.
Alba lo hizo encantada. Le gustaba exhibirse para él. Mirando de lado, se colocó de manera que él tuviera una buena visión de su culo. En esa postura, le era difícil ver la pantalla, pero pudo leer.
-Joder, Alba. Tienes un culo precioso.
-¿Me oyes?
-Sí, bajito pero te oigo.
-Ummm, así que te gusta mi gordo culo, ¿eh?
-Mucho.
-¿Te gustaría follármelo? ¿Me clavarías tu enorme polla aquí?
Cuando dijo aquí, acercó un dedo a su ano y lo metió, despacito. La polla de Quique dio un respingo.
-Aggg, hace mucho que mi culito no recibe una buena polla. Y ninguna era como la tuya. Pero me encantaría que me dieras por el culo con tu enorme polla. Uf, Ale...sigo cachonda...me voy a hacer otra pajita.
Quique estaba sin habla. Se agarró la recién corrida polla mientras en la pantalla su madre metía un segundo dedo en su culo. Y por debajo, vio como los dedos de la otra mano empezaban a frotar el clítoris.
Alba tenía los ojos cerrados. Estaba tan cachonda que no necesitaba leer la pantalla, ver la polla de Ale. Con los ojos cerrados se folló el culito con sus dedos y el coño con los de la otra mano. Meneó las caderas.
-Ahhh ahhhh Ale, no dejes de clavarme la polla en el culo. No dejes de follarme así, hasta que me lo llenes con toda esa leche caliente y espesa...Agggg Ale...creo que...me voy a...correr....fóllame...fóllameeeeee.
Quique dejó de tocarse. Se acercó a la pantalla para no perderse ningún detalle de la corrida de su madre. Vio con el coño tenía espasmos, como los muslos también los tenían. Hasta el ano se abría y cerraba alrededor de los dedos. Y otro chorrito de flujo mojó los dedos que tenía clavados en el coño.
-Ummm Ale... me he corrido. Ha sido como si me estuvieras follando tú. Casi.
Alba se dio la vuelta, poniéndose como estaba antes. En su pantalla, la polla de Ale daba saltitos.
-¿No te has corrido, Ale?
-No, preferí concentrarme en cómo te corrías tú.
-Quiero ver cómo te corres para mí.
-¿Te gusta verme correr?
-Me encanta. ¿Dónde te gustaría correrte si estuviésemos juntos?
-Uf, en todas partes, Alba.
-Elije una.
-En tu boca.
-Ummm, en mi boca, ¿Eh? Espera.
Alba se dio la vuelta, poniéndose boca abajo, con la cara hacia su ordenador. Guiándose por su imagen, acercó la boca a la cámara hasta que Ale tuvo una imagen de la sensual boca de su madre. Desde la nariz hasta el cuello.
-Dame tu polla, Ale. Fóllame la boca....Ummmm
Alba se pasaba sensualmente la lengua por los labios. Quique se levantó y acercó su polla a la cámara, mirando la boca de su madre. Era como una mamada virtual. Él veía la boca y ella la polla en primer plano.
-Eso es, Ale. Ummm que preciosidad de polla. Lléname la boca con tu leche, que me la quiero beber toda...me encanta la leche calentita recién salida de una buena polla...Ahhh venga..dame mi lechita..la quiero...córrete...
Ningún hombre puede soportar al objeto de sus deseos hablando así, sensualmente. Un escalofrío recorrió su espalda y su polla estalló, lanzando semen con fuerza. Alba miraba la corrida, encantada. Como le hubiese gustado sentir aquellos chorros estrellarse contra su cara, para luego meterse la polla en la boca y chuparla, sintiendo como perdía fuerza en su boca.
Quique se sentó, respirando agitadamente.
-Wow, Alba. Ha sido...Uf.
La boca de su madre sonreía en la pantalla.
-Eres tan caliente. No entiendo como no has tenido pareja desde tu separación.
-No tenía ganas de tener pareja, Ale.
-¿Y ahora?
-No sé. No pareja como tal. Lo que tengo contigo ya me parece perfecto.
-¿Eras así con tu marido?
-¿Así como?
-Así de caliente. Así de sexual.
-Sí. La verdad es que nuestra vida sexual era muy completita.
-Pues no entiendo cómo pudo dejarte por otra.
-Yo envejecí, cogí unos kilitos y él se buscó a otra más joven.
-Tonto. Yo me dejaría cortar un brazo por estar contigo.
-Eres un sol, Ale. Gracias.
-Es la verdad.
Estuvieron hablando un rato más, hasta que se despidieron.
Alba puso otra vez el ordenador en su sitio. En el suelo, vio sus bragas. Las cogió y las olió. Olían a coño. Aunque no pensaba hacerlo, sintió curiosidad. Se puso unas bragas limpias, se vistió y se fue a la solana, en donde estaba el cesto de la ropa sucia. Dejó, bien colocadas, sus bragas arriba del todo.
Ahora, sólo le quedaba hacer que Quique fuera a la solana.
+++++
Estaban cenando. Alba estaba nerviosa, no sabiendo si hacerlo o no. Se decidió.
-Tesoro, creo que falta detergente para la lavadora. ¿Podrías ir a la solana y mirar? Así lo apunto para comprarlo mañana.
A Quique casi se le para el corazón. El juego continuaba.
-Claro mamá. Ya voy
Se levantó y fue directo a la solana. Allí, bien visibles, las bragas negras de su madre. Se acercó, las cogió y las olió. No era la primera vez que lo hacía. Pero sí la primera vez que su madre sabía
que lo hacía. Se las guardó en un bolsillo y, de regreso a la cocina, pasó por su habitación y las dejó debajo de su almohada.
-Aún queda más de medio bote.
-Juraría que estaba acabándose. Gracias tesoro.
-De nada.
El resto de la cena, Alba era un manojo de nervios, deseando ir a comprobar si Quique había tocado sus bragas.
Cuando terminaron, Quique la ayudó a recoger los platos.
-Deja, ya lo hago yo. Tu ve al salón a ver si ponen alguna película.
-Ok.
En cuando él se fue, Alba se escabulló hacia la solana. Cuando entró y no encontró las bragas, su corazón latió con fuerza. Ale tenía razón. Buscó entre la ropa, por si la prenda se hubiese caído o algo.
Nada.
Estaba claro que Quique las había cogido. Se sintió extraña. Hacía pocos días que había conocido a Ale, un jovenzuelo que la encontraba atractiva. Un jovenzuelo que le había confesado que deseaba a su madre. Y ahora, parecía que su propio hijo también la deseaba.
Se sintió extraña porque esa idea, lejos de molestarla, le gustaba.
Tenía que decírselo a alguien. Tenía que decírselo a Ale. Fue al salón.
-¿Qué, hay algo interesante en la tele? - le preguntó a su hijo
-Bah, sólo basura.
-Entonces creo que me voy un rato al ordenador. ¿No te importa, verdad?
-Claro que no. Si no encuentro nada, también me iré yo.
-Hasta mañana entonces, mi vida.
-Hasta mañana, mamá
Se levantó para darle un beso de buenas noches. Por como lo miró ella, supo que ya sabía que había cogido sus bragas.
Alba se fue directamente a su cuarto y encendió el ordenador. ¡ Cómo deseaba hablar con Ale!. Abrió el Messenger, se puso online... Pero él no estaba.
Esperó un rato, mirando el iconito gris de Ale. Se iba a dar por vencida, cuando se puso verde. Saltó de alegría. Ella misma abrió un chat.
-Hola Ale.
-Jeje, hola preciosa.
-Lo ha hecho.
-¿Quién ha hecho el qué?
-Mi hijo. Cogió mis bragas.
-Al final lo hiciste, ¿Eh?
-Uf, sí. Pero no sólo las cogió. Se la llevó.
-Lo sabía. La tentación era demasiado grande. Alba, bonita. Tu querido hijo se va a cascar una buena paja a tu salud.
-¿Tú crees?
-Lo sé. Seguro que en estos momentos las estará oliendo. Alba tu hijo está oliendo tu coño.
En ese momento, Quique tenía las bragas de su madre en la cara, y aspiraba el fuerte aroma que desprendían, mientras con una mano acariciaba su dura polla.
-¿Cómo te sientes, Alba?
-Me siento extraña. Es algo que me sorprende
-¿Y te excita?
Alba se quedó quieta. No era algo que pudiese decir a cualquiera. Pero Ale era especial. Habían compartido momentos muy íntimos. Sabía de los deseos de él hacia su madre.
-Sí, la verdad es que saberme deseada por él...no me inspira rechazo. Me alaga. Me gusta.
-¿Estás cachonda, verdad? Imaginar que tu hijo se está haciendo una paja por ti hace que se te moje el coño.
-Joder, sí. ¿Qué me estás haciendo, Ale?
-¿Yo?
-Si tú. Hace unos días mi vida era rutinaria. Y ahora, no sólo me masturbo para ti, te enseño mi cuerpo. Ahora, has conseguido que me moje pensando en mi hijo.
-Y conseguiré que te corras pensando en él.
-Eres malo.
-Jajajaja. Oye. No tendrás un consolador, ¿No?
-No.
-Lástima. Me hubiese encantado ver cómo te clavabas una polla en el coño. A no ser que prefieras una polla de verdad. La polla de...tu hijo.
-Ahora lo que quiero ver es la tuya.
Enseguida apareció la imagen de la pantalla. El cuerpo de Ale, desnudo. Sólo visible en parte, con nada reconocible. Y también el cuerpo de Alba. Desnuda. Sentada en su silla.
-Joder Alba. Pero qué buena estás. No me canso de decírtelo.
-Gracias. Ni yo de oírlo.
-Te veo los pezones. Están duritos.
Alba se los pellizcó.
-Ummm sí, muy duritos.
-Tu hijo se llama Enrique, ¿No?
-Sí, Quique.
-¿Sabes lo que haría si yo fuese Quique?
-Me sentaría a tu lado y te besaría. Te acariciaría tus preciosas tetas y te diría "Mami, que linda eres. No sabes cuánto te deseo, mamá"
-Ale, que cachona estoy.
-No me digas Ale. Imagina que soy él. Imagina que soy Quique.
La idea la hizo estremecer. Un escalofrío recorrió su espalda. Cerró los ojos. La imagen de su hijo, besándola y acariciándola llenó su mente. Era algo tan prohibido, pero algo tan intenso. Bajó una mano hasta su coño y empezó a frotar.
-Ahhhh Quique, mi vida....acaríciame...dale placer a mami.
Quique nunca imaginó oír a su madre decir aquello. Oír su voz, llena de placer, casi gemir su nombre fue algo que nunca olvidaría.
-Mamá, déjame a mí. Déjame acariciar tu coñito. Ummmmm que mojadito está. ¿Es por mí?
-Sí, Quique, es por ti. Mami tiene el coño mojado por ti.
-Mira como tengo yo la polla por ti, mamá. Mira mi polla
Alba abrió los ojos y miró la polla de Ale.
-Ummm que polla más linda tiene mi niño. ¿Está así de dura por mi? ¿Mami te pone la polla dura?
-Mamá. Si supieras las pajas que me he hecho pensando en ti. Pensando en tu linda cara, en  lo preciosa que estaría bañada en mi leche.
-Ahhhh, Quique...que rico sentir mi cara llena de ti.
-Y tus tetas. Follarlas con mi polla hasta llenártelas de semen calentito.
-Ummmmm mi vida...sigue.
-Las veces que me he imaginado comiéndote el coño, haciéndote correr en mi boca.
-Quique..o dios mío..Quique...me voy a correr...Mami su va a correr...
Él no pudo ver su coño. Sólo su pecho. Sí vio como ella temblaba, como tenía espasmos, como se tensaba y cómo se corría diciendo su nombre. Su polla no pudo más y empezó a escupir a borbotones sobre su pecho.
-Ahhhh me estoy corriendo Quique. Gag agggg que...placer....mirando cómo te corres para mí...ahhh Agggg.
Alba se quedó con los ojos cerrados, los dedos empapados. El olor a sexo llenaba su habitación.
Muchos segundos después, abrió lentamente los ojos. La polla de Ale descasaba sobre su pubis. El pecho del chico estaba lleno de regueros de semen.
-Ale, ha sido tan intenso. Pero...no está bien
-¿Por qué no, Alba?
-No lo sé. Me he corrido imaginando como mi hijo me comía el coño.
-Ha sido sólo una fantasía, Alba.
-Pero ha sido tan real.
-No tienes que preocuparte. Yo no me preocupo por lo que siento hacia mi madre. Es algo mío, íntimo. Sólo lo he compartido contigo. Aunque si te soy sincero, mi mayor deseo es que se haga todo realidad.
-Yo no puedo acostarme con mi hijo.
-Pero puedes imaginarlo.
-Voy a cortar. Hasta pronto, Ale.
Alba cerró la conexión de golpe.  Se sentía mal. Se había dejado llevar y había llegado hasta un lugar que no entendía. Un lugar prohibido.
Se fue a la cama y le costó mucho dormirse. El 'bien' y el 'mal' luchaban en su cabeza.
Quique también se sentía mal, pero no por los mismos motivos. Todo había ido demasiado rápido y su madre se había asustado. Quizás ya no quisiese hablar más del tema. Y quizás, no quisiese volver a ver a Ale.
Si era así, al menos tendría en su mente imágenes que jamás podría olvidar.
++++++
Por la mañana, Alba preparó el desayuno para su hijo, que como siempre, se lo tomó a toda prisa y se fue zumbando para la facultad. Cómo cada mañana, le dio un beso. Alba desvió la mirada.
Una vez sola, empezó a recoger la loza. De repente, se acordó de las bragas. La curiosidad pudo con ella y fue a la solana.
No estaban sobre la ropa. Quizás aún él no las había devuelto. Rebuscó entre la ropa sucia y, casi al fondo, las encontró.
Nada más cogerlas, lo notó. Algo caliente y pegajoso las manchaban. En cuanto lo vio, supo que era semen. Y estaba aún fresco, aún tibio. Quique tenía que haberse masturbado justo antes del desayuno.
Alba las abrió. Estaban bien impregnadas. La corrida de su hijo había sido muy copiosa, bien visible contra la negra tela de la prenda. Se quedó mirando.
Quique, su hijo, había cogido sus bragas. Se había masturbado con ellas y se había corrido sobre ellas. El corazón le latía con fuerza. Cuando se dio cuenta, tenía las bragas en la cara y estaba aspirando el aroma.
El aroma de su coño. Y el aroma del semen de su hijo. El coño estaba empapado. Los pezones le dolieron de lo duros que estaban. El palpitar de su corazón los sentía en las sienes y en su coño.
Acercó más las bragas a su cara. Se las pasó por ella. Sintió en su piel el contacto con el semen. Su mano derecha bajó hasta su coño. Se frotó sobre las bragas y se corrió. Tuvo que apoyarse en la lavadora para no caerse.
Alba estaba sentada en el suelo de la solana, con sus bragas negras, llenas del semen de su hijo, en la mano. En su cara había también rastros brillantes.
-Joder...¿Qué me está pasando?

1 comentarios - El Plan de Quique - Fase 2

et178282
10pst que calentura me agarre