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Cómo conocí a Mía

Nunca fui lo que en la jerga se conoce como "gatero", he conocido pocas y menos una morocha de zona norte fueron todas grandes minas... Pero eso quedará para otra oportunidad, hoy es el momento de hablar de Mía, mi rubia debilidad.
Mediaba el 2018, no hace tanto tiempo, y mis periódicas visitas improductivas a la red de Tumblr me llevaron navegando de un lugar a otro hasta una linda rubia, de pechos grandes que llamaban a la perdición, siempre con lindas prendas (ya sea su ropa interior o la de calle), mucho estilo y para nada chabacana. Le escribí esperando lo de siempre de las chicas que laburan de lo mismo que ella: un texto copiado y pegado, sin mucha onda, y la misma información de siempre: mentiras "Hola lindo" "Hola amor", información dura "Hago esto y esto" y un valor "si te interesa sale tanto". Proponen buena onda y conocerse, pero poco les interesa en muchos casos...


Pero Mía no fue así... me envió un audio, en la calle mientras caminaba libre, explicándome como se manejaba, siendo respetuosa y sincera. Sin rodeos, pero con una voz cálida que me encantó... Así fue que arreglamos para vernos a la semana siguiente.


Ella se acercó hasta donde yo estaba, y nos encontramos en la puerta del hotel. Llevaba mucha pero poca ropa, insinuaba todo y ya quería ver más, sentir más.



Cómo conocí a Mía




Al entrar a la habitación, acomodamos nuestras cosas, ella me pidió permiso para pedir una bebida (agua) y mientras esperábamos se sentó encima mio, me comió la boca con firmeza, tomándome la cara con sus manos, de una forma que no esperaba y que me provocó una erección instantánea como hacía mucho no me pasaba. Mi pene, latía en el pantalón, incontrolable de deseo por esa mujer que aun no me había enseñado ni siquiera su escote... Y fue ahí cuando golpearon la puerta...



Cómo conocí a Mía






Ella no me dejó ni mover, tomó la plata, pagó y fue hasta su cartera. Volvió con un forro en las manos, y una cara de saber lo que estaba por pasar, de quererlo, que no voy a olvidar con facilidad. Volvió a colocarse sentada encima mio, estaba vez sin remera, tan sólo en corpiño, un bello corpiño negro. Esta vez no tomó mi boca, sino que fue a mi cuello, a pasar su lengua, a ponerme loco mientras yo acariciaba su cuerpo y descubría mediante un espejo en la pared los tatuajes de su hermosa espalda.


Cuando ya no se podía ocultar el deseo, ella me tiró sobre la cama y me quitó lo que me quedaba de ropa. Al descubrir mi erección su cara fue gloriosa, la quería en su boca, pero yo solo pensaba en cogerla..


Me paré, y la desnudé, sin mediar palabras pero con delicadeza como una dama merece. Cada vez que tocaba sus pechos, ella temblaba, gemía, y yo pensé que exageraba. Al sacarle la tanga diminuta, el último bastión de su resistencia, descubrí con mucho placer que estaba empapada. Ella estaba tan caliente como yo, si es que eso era posible.



Cómo conocí a Mía






Me recriminó que no la dejé chupármela, aun recuerdo sus palabras mientras la tiraba de espaldas sobre la cama y me colocaba el preservativo con mi mano derecha, ella parecía no entender mis deseos de penetrarla. Sin pensarlo más, entré en la perdición, entré en ella y ella gimió escandalosamente, caliente, imperturbable en su estado de hembra en celo. Inmediatamente, a fuerza de sus piernas, ella desde abajo comenzó a moverse, a cogerme a mi con fuerza, parecía no alcanzarle mi bamboleo lento y quería más, así que me sacó y se puso en 4, y volví a embestir unas pocas veces más para irme completamente física y mentalmente por primera vez en la tarde.


Tras una charla, risas y buena onda ella se acercó a mi por lo que faltaba... Me besó y me la chupó como pocas veces me lo han hecho, tranzó con mi pija que parecía cansada pero inmediatamente respondió a su belleza y volvió al estado de erección plena como si nada mientras su cabeza bajaba y subía y su lengua hacia cosas inexplicables; pero de golpe paro... me miró... se puso encima mio y me cabalgó, me cabalgó con fuerza, me cogió con todas las letras... Y me encantó, pero frenó... Volvió a mirarme, como sólo ella puede mirar, y se puso contra la pared, abrió sus piernas y esperó mi embestida para acabar como bestias entre manos que se perdían por nuestros cuerpos.


Más charla, mimos, ella acostada al lado mío a pesar de mi poca excitación (2 polvos estaban bien, creí) era una tentación para pasar mi manos y lo hice, recorrí su cuerpo, toqué sus impresionantes pechos y ella gimió en mi oído de tal forma que sentí que nuevamente empezaban a pasarme cosas, empezaba a excitarme, quería cogerla... No creí que ella quiera, y bajé una mano para descubrir que ella estaba empapada, como la primera vez, y volvimos a cogernos, a gritar, a tocarnos, a llegar al éxtasis más bello de la existencia juntos...



Cómo conocí a Mía




Así fue mi primera vez con Mía, y hubo muchas más, y sin darme cuenta me volví un "gatero reincidente"

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