-Mira lo que me he comprado - dijo Alba a su hijo.
-¿Un portátil?
-Sipi. Rosa lleva tanto tiempo dándome la tabarra conque me tengo que modernizar, que al final me lo compré.
Quique miró el ordenador que su madre se acababa de comprar. No estaba nada mal. ¿Pero para qué coño quería un ordenador su madre?
-¿Y qué vas a hacer con él?
-Esto... pues.... Jajaja. Ni idea. Rosa me dice que se puede hacer de todo. Planificar viajes, por ejemplo.
-Ummm, mamá. ¿Cuánto tiempo hace que no viajas?
-Buscar recetas, mandarnos mails... ¿Me ayudarás verdad? ¿Me lo dejas configurado y me das unas clases?
-Claro.
Bajo la atenta mirada de su madre (atenta dos minutos, después se marchó) Quique desembaló el ordenador, lo configuró, le instaló el antivirus y los programas necesarios. Le puso el pack completo. Cuando de correo, Messenger, etc.
Alba regresó al rato.
-¿Ya está?
-Sí. En donde lo vas a poner.
-Pues... en mi cuarto. No quiero tener más trastos en el salón.
-Bien, si la wifi llega allí, no hay problema.
-¿üifi?
-Internet, mamá.
Ah. Vale.
Fueron al dormitorio y lo colocaron en una mesita. Había señal, así que Alba podría buscar todas las recetas que quisiera, y planificar una vuelta al mundo.
-Bueno. Ahora dime cómo funciona el cacharro este.
-Te acercas aquí y dices lo que quieres. Por ejemplo, prueba a decir "Buscar recetas de tortilla española"
Alba miró a su hijo un poco extrañada, pero acercó su boca a donde él le había dicho y probó.
-Buscar... recetas....tortilla...española.
Quique estalló en una carcajada.
-¿Qué? ¿Lo hice mal?
-Jajajaja. No, muy bien. Pero no estamos en la Enterprise.
-¿Cómo?
-Ay, mamá. Que me estoy quedando contigo. Que no hay que hablarle. Hay que usar el teclado.
-Capullo - respondió dándole un codazo. - Mira que reírte de tu madre.
Le explicó lo básico. No era cuestión de apabullarla con muchos datos. Le dijo como encender el ordenador y como apagarlo. Le enseño a usar google, su correo y el Messenger. Llamaron a Rosa para pedirle su dirección de correo y de Messenger y se los dejó configurado. Alba saltó de alegría cuando envió su primer mail. Decía "Hola Rosa".
Quique la dejó en su dormitorio y volvió a su cuarto, a su propio ordenador. Sólo lo llamó un par de veces, para preguntarle un par de dudas. Su madre aprendía rápido.
Esa noche, mientras cenaban, Alba estaba muy contenta.
-Me encanta mi nuevo ordenador. Rosa me ha enviado unos correos muy buenos, divertidos. Y uno que tengo que mandar a 10 personas para ganarme un viaje. ¿A quién se lo mando? Dame tu mail.
Quique puso los ojos en blanco.
+++++
Días después, Quique estaba en su cuarto, aburrido. Ya se había masturbado mirando su colección de páginas porno, así que puso el Messenger. El icono de su madre parpadeó. Abrió una ventana.
-Hola - dijo
-Hola. ¿Quién eres?
-¿Cómo que quién soy? Quique, tu hijo.
-Pues con ese nick no te reconocería.
-¿Y por la foto?
-Jajaja. Claro.
-¿Qué haces?
-Nada, chateando con Rosa.
-¿No me estarás ligando, no?
-¿Ligando?
-Sí, ya sabes, cybersexo.
-¿Cybersexo? ¿Qué es eso?
-Joder, mamá. Pregúntale a Rosa, a ver que te dice.
Tardó un rato en responder, mientras hablaba con su amiga.
-Pues ya me lo ha dicho. Debo de estar anticuada, pero hay cosas que no entiendo, la verdad.
-Jajajaja. Bueno, mamá. A veces puede ser divertido.
-No me digas que tú lo has hecho...
-Bueno, un par de veces - mintió. Habían sido muchas más de dos.
-Ya te lo he dicho varias veces, Quique. Tienes que salir más y no estar tanto delante del ordenador.
-Jajaja. tranqui mami. Bueno, te dejo con Rosa. Voy a ligar un poco.
-¿Quéee?
-Jajajaja. Es broma, mujer. Voy a jugar al Counter. Chao.
Alba era una mujer separada, de 45 años, de buen ver. Un poco gordita, pero guapa. Buenas tetas y un precioso y amplio culo. Quique, su hijo de 20 años, no se puso a jugar. Volvió a abrir sus páginas porno preferidas. Páginas de mujeres maduras siendo folladas por jovencitos.
Se sacó la polla y se empezó a hacer una lenta paja mirando los videos. Los que más le gustaban eran aquellos en donde la mujer se parecía a su madre. Los guardaba como oro en paño. Eran los que lo hacían correr más rápido, más intensamente. Y de entre éstos, los más especiales eran esos en donde se simulaba el incesto, en donde se suponía que la mujer y el joven era madre e hijo.
Quique deseaba a su madre. Desde siempre. Fue la primera mujer por que la que masturbó. Y desde entonces era el blanco de casi todas sus fantasías. Pero sabía que eran sólo eso, fantasías. Algo que nunca se haría realidad.
En la pantalla, una mujer muy parecida a su madre le hacía una mamada a un chico. Ella arrodillada y él de pie. Era uno de sus favoritos, por el gran parecido de la mujer y por la escena en sí. Lo veía muy a menudo. Se lo sabía de memoria. Acompasó su paja al video, y se corrió justo cuando el chico se corría sobre la sonriente cara de la mujer. Tanto él, como el chico del video, dijeron la misma frase:
-Ummm, como me gusta correrme en tu carita, mamá
-Lo sé, mi amor. Y a mí me encanta que me llenes la cara con tu caliente leche - dijo la mujer del video.
Con la polla en la mano, llena de su corrida, miró como en la pantalla el chico recogía con la polla la leche y la acercaba a la boca de la mujer, que sin dejar de sonreír, se lo tragaba todo.
En su mente, era su madre la que se tragaba su leche. Cogió papel y se limpió. Y entonces, de repente, una idea cruzó su cabeza. Era una locura, y quizás saliese mal. Pero si salía bien, quizás sería excitante.
Se creó un nuevo correo y un nuevo Messenger, 'mgusmad'. Esperó un par de días antes de hacer su primer movimiento. No quería despertar sospechas.
+++++
Su madre estaba en su cuarto. Quique se encerró en el suyo y se conectó como mgusmad. Sabiéndose el nick de su madre, pudo enviarle una chat. Había preparado su Messenger para aceptar desconocidos. Ya lo cambiaría cuando ella lo añadiera.
-Hola - le escribió.
El corazón le latía con fuerza. Quizás no le respondiese. Pero lo hizo.
-Hola. ¿Quién eres? No conozco tu nick.
-¿Te llamas Alba y tienes 45 años, no?
-Coño. ¿Cómo lo sabes? ¿Me conoces?
-No, no te conozco.
-¿Y entonces cómo sabes eso?
-Es que...soy muy listo. Bueno, la verdad es que tu nick me ha dado pistas.
Alba miró su nick. Alba_r_1945.
-Jajaja. Claro. Me lo hizo mi hijo. Es bastante explícito, sí. El tuyo no. ¿Qué significa?
-Me gustan las maduras.
-Ah.
-Por eso cuando lo vi, me animé a hablarte. Espero no molestarte.
-No me molestas. ¿De dónde eres?
-De Sevilla - mintió. ¿Y tú?
-Madrid.
-Encantado de conocerte, Alba
-Igualmente... ¿Cómo te llamas?
-Alejandro. Ale.
-Encantada, Ale.
-¿Cómo eres, Alba?
-Simpática! jajajaja.
-Jajaja. Ya sabes a que me refiero.
-No
-Físicamente.
-¿Por qué quieres saberlo?
-Me gusta poder imaginarme a las mujeres con quien hablo
-Pues no sé. Normal, creo. ¿Qué edad tienes? No me digas que eres un mocoso.
-No soy un mocoso. Tengo 20 años.
-20. Jajaja. Pues casi eres un mocoso, sí. Podría ser tu madre.
-Ummm, eso me da más morbo.
-¿Cómo que más morbo?
-No, nada, déjalo. Me tengo que ir. Fue un placer. Hasta pronto.
-Adiós, Ale.
Quique cortó el chat. Para un primer encuentro, estuvo bien. Ella no cortó y parecía divertida. Al final la cosa tomó un rumbo peligroso y por eso decidió dejarlo por ese día.
++++++
Por la noche, estaban en la cocina, cenando.
-¿Que tal el ordenador mami? ¿Todo bien?
-Sip. Muy bien.
-Jeje. ¿Muchos cybernovios?
-Quita, quita. Jajajaja No, ninguno. Sólo chateo con Rosa y unos cuantos más, todos conocidos.
-Bien, mejor así. Que hay mucho sinvergüenza suelto en la red.
-Despreocúpate.
+++++
Al día siguiente, se conectó de nuevo.
-Hola Alba.
-Hola Ale. ¿Qué tal?
-Muy bien. ¿Y tú?
-Bien. Aquí, hablando con unas amigas. ¿Y tú qué haces?
-Hablar contigo.
-Jajaja. ¿Sólo eso?.
-Sólo. Oye, ayer al final no me dijiste cómo eras.
-Sí te lo dije. Normalita.
-Sé más explícita. Descríbete un poco.
-¿Qué quieres saber, Ale?
Quique se pensó unos segundos si arriesgarse o no. Su madre podría ofenderse y mandarlo a la mierda. Pero se estaba tocando la polla por encima del pantalón y la calentura pudo más.
-¿Cómo son tus tetas, Alba?
Ella abrió los ojos. Aquel desconocido, que decía tener 20 años, le preguntaba por sus tetas. ¿Sería esto el cybersexo del que le habló Rosa? Se sorprendió al sentirse divertida, para nada molesta. Era sólo un juego.
Quique esperaba la respuesta, temiéndose un insulto y un cierre del chat. Pero no se cerró.
-Jajaja, Ale. Mira que eres.
Él soltó el aliento que tenía retenido.
-Venga, mujer, dime como son.
-Pues... la verdad es que no están mal, para mi edad. Aún se mantienen bastante firmes. Jajajajaja. Me parece mentira que le esté diciendo esto a un desconocido.
-Seguro que son preciosas, Alba
Quique estaba muy excitado. Se sacó la polla y empezó a acariciarse mientras seguía hablando con su madre. Ella estaba a pocos metros, ajena a la verdad.
-¿Estás ligando conmigo, Ale?
-Ummmmm sí. ¿Te molesta? Espero no ofenderte.
-No me molesta. Y hasta ahora no me has ofendido.
-¿Te ofenderías si te pido una foto?
-¿Una foto?
-Sí. Una foto. Para dejar de imaginar cómo eres. Una foto normal. vestida.
-Claro. No pretenderás que te mande una foto en pelotas, ¿No?
-Por supuesto que...no. Aún! jajajajaja.
-Jajajaja. Eres un pillo, Ale.
-¿Me la mandas?
-Lo siento, pero no sé.
-Pregúntale a alguien.
-No sé. Me lo pensaré.
-Bueno, con eso me vale. Me voy ya. Hasta pronto.
-Adiós. Chao.
Quique cortó el chat y se hizo una furiosa paja. Hablar con su madre así lo excitaba mucho. Cerró los ojos y se imaginó follándole sus preciosas tetas hasta llenárselas de su espesa leche. Lo que se llenó de leche fue su propio pecho.
Por su parte, Alba le contó a Rosa lo que pasaba.
-Rosita, creo que tengo un cyber de esos
-¿Un cyber?
-Sí. Un chico que está ligando conmigo. Me ha pedido una foto. ¿Qué hago?
-Jajaja. Mírala ella, riéndose de mí y ahora tiene un pretendiente. ¿De dónde es? ¿Qué edad tiene?
-Dice que de Sevilla, 20 años.
-Ummmm, un yogurín. Jajajaja. Pero a lo mejor es un abuelete desde Albacete.
-Jajajaja. Sí, seguro. Además, ¿Por qué iba un chico de esa edad a buscar a una mujer de mi edad? Aunque dice que le gustan maduritas.
-Albita, en la red hay de todo. Mándale la foto.
-¿Tú crees?
-Claro que sí, boba. Sólo por jugar, para ver hasta dónde llega la cosa.
-No sé. Me da corte.
-Bueno, tú misma.
-¿Tú lo ha hecho? Me refiero al cybersexo.
-Ummm... esto..... ¿Tú qué crees?
-Conociéndote, seguro que sí. Jajajaja.
-Pues sí. Algunas veces. Incluso he quedado con alguno de ellos para un polvo rápido.
-Cabrona. No me lo habías contado.
-Lo intenté. Más de una vez te dije que deberías volver a salir. Pero desde que te separaste parece que no quieres oír hablar de hombres.
-Es que fue muy duro.
-Lo sé. Pero ya pasó. La vida sigue. Mándale esa foto. Quizás no pase nada, pero al menos te divertirás un poco. Sólo es un juego.
-Me lo pensaré. Te dejo, que tengo que ir a comprar.
+++++
Esa noche, mientras cenaban, Alba le hizo una pregunta a Quique que lo hizo atragantar.
-Tesoro. ¿Me enseñas a mandar fotos por correo?
La mente de Quique empezó a trabajar. Su madre quería mandar una foto. Sabía que era la foto que su otro yo le había pedido. Sintió como su polla se ponía morcillona. Casi le dice que si la foto era para un admirador, pero eso podría haber echado a su madre para atrás.
-Claro. Después de cenar vamos a tu cuarto y te enseño.
-Gracias, mi amol. Es que... voy a mandarle a Rosa algunas fotos.
-Vale.
Terminaron de cenar y fueron al dormitorio de Alba. Quique le enseñó cómo hacerlo. Buscar el fichero, adjuntarlo. Hicieron varias pruebas y Alba lo entendió todo a la perfección.
-Pues no es tan difícil.
-Claro que no, mamá. Todo es ponerse. Además, eres muy lista, cosa natural ya que soy tu hijo y salgo a ti! jajaja. Bueno, te dejo que le mandes a Rosa tus cosas. Hasta mañana.
-Hasta mañana, hijo listo de madre lista.
Quique la dejó en su cuarto y salió corriendo al suyo, con el corazón latiéndole. Encendió el ordenador y abrió su correo, a la espera de recibir la foto. Sabía que la iba a recibir. Lo sabía.
Cuando le instaló el ordenador a su madre, había copiado todas las fotos de ella que tenía en su propio ordenador. Le había dicho en que carpeta las había puesto. Eran todas fotos normales, algunas antiguas escaneadas y otras más recientes, de la cámara digital. Fotos familiares, con amigos, etc. De entre todas ellas, había una que es la que más le gustaba. Una foto en la que aparecía su madre sola, sonriéndole a la cámara. Tenía un vestido ajustado que resaltaba sus curvas y, sobre todo, un gran escote que dejaba adivinar sus preciosas tetas.
Quique había usado aquella foto muchas veces como su inspiración masturbatoria.
A los cinco minutos, la cuenta de mgusmad recibió un mail. Quique miró, sin moverse. Era de su madre. Y tenía un fichero adjunto. Pinchó con el ratón y lo abrió:
"Bueno, aquí tienes lo que me pediste. Esta soy yo. Como ves, soy normalita.
Besos"
La foto que su madre le mandó era la foto que tanto le gustaba a Quique. La polla se le puso dura al instante. Le contestó enseguida.
"WOW, ¿Normalita? Pero si estás buenísima.
Uf, vaya cuerpo que tienes, Alba. Y eres preciosa. Vaya....par...de...
¿Estás conectada? Entra en el Messenger, plis
"
Lo mandó y esperó. En menos de un minuto su madre aparecía online.
-Hola.
-Hola Alba. Gracias por la foto.
-De nada.
-Estás muy buena, ¿Sabes?
-No es para tanto.
-¿Quieres que te sea sincero?
-Claro.
-Alba, tu foto me ha excitado.
-¿En serio?
-Sí. Tus tetas parecen preciosas, con ese escote. Tus caderas. El culito no se ve, pero seguro que también es precioso.
-¿Y mi barrigota también es preciosa?
-Eso es lo de menos, Alba. Es el conjunto lo que importa. Además, no me gusta la anorexia. Me gusta la carne.
-Jajaja. Pues yo tengo para regalar.
A Alba aquello empezaba a gustarle. Era como cuando jovencita era acosada por los moscones, que intentaban ligársela en la disco. Pero Ale no era un pesado de aquellos. Además, ya no era una niña tonta.
¿Cómo sería aquel joven? ¿Sería de verdad como él decía? Se atrevió a pedirle una foto.
-Bueno, creo que me deberías mandar una foto tuya, ¿no?
-Sí, es lo correcto. Pero nunca envío por internet una foto de mi cara. Es una norma.
-¿Y eso?
-Nunca se sabe a dónde van a parar las fotos.
-Pero yo te he mandado una foto en la que se ve mi cara.
-Lo sé, y no sabes cuánto te lo agradezco. Pero no deberías hacerlo, al menos con desconocidos. Y yo soy un desconocido. No lo hagas más.
-Me estás asustando.
-Jajaja. No mujer. Conmigo no tienes que preocuparte. Primero, porque la preciosa foto que me has mandado no tiene nada de lo que podrías llegar a avergonzarte si callera en malas manos. Segundo, porque ante todo soy un caballero y jamás saldrá de mi correo. Pero hazme caso, nunca le envíes nada a nadie que no conozcas en donde se te reconozca.
Quique le soltó todo ese rollo para convencerla. En parte tenía razón, pero la razón última era, por supuesto, que no podía mandarle a su madre una foto con su cara.
-Vale. Lo tendré en cuenta.
-Si quieres, te mando una foto mía, pero sin cara.
-Vale.
Él tenía una carpeta en donde guardaba varias fotos. Eran las fotos que les enviaba a las mujeres con las que contactaba para pasárselo bien. Buscó de entre las que tenía una en la que no se viera nada de su habitación ni nada que su madre pudiese reconocer. Cuando la encontró, pensó unos instantes si mandársela o no. Al final, se la mandó.
-Ya te le he mandado.
-Sí, ya veo que ha llegado.
Alba abrió el mensaje y ante ella apareció la foto de Ale. Sus ojos se abrieron como platos. No se esperaba eso. Era una foto de una polla, en primer plano. Una polla bien dura, tiesa. De la punta de la cabeza de aquella polla salía una gota de un líquido transparente. No había mucho más que ver. Alba miró y remiró la foto. Se veía parte del estómago. Era un vientre plano, musculado y casi sin vello.
No era la primera polla que ella veía, pero sí la primera polla de un chico de 20 años desde hacía mucho tiempo. Una linda polla, se dijo. Parecía de buen tamaño. Cuando se dio cuenta, tenía los pezones duros y notaba que la excitación empezaba a mojar su coño. Hacía mucho que no se excitaba. Y ahora, un completo desconocido la estaba poniendo cachonda.
Quique miraba la ventana del chat, esperando una respuesta de su madre, que no llegaba. Estaba a punto de escribir pidiéndole disculpas por la foto, cuando ella escribió.
-Vaya. Parece que estabas contento cuando hiciste esa foto.
-Sí. Bastante contento. Ahora también estoy así de contento.
-¿Y qué te ha puesto así?
-Tú. Tu foto. ¿Quieres que te diga lo que estoy haciendo?
-Dime.
-Me he sacado la polla. Tengo tu foto abierta, y la miro. Alba... me estoy haciendo una paja mirando tu foto.
Era cierto. Quique se hacía una lenta paja mirando la foto. Lo que más le calentaba era saber que en ese mismo momento su madre estaba mirando la foto de su polla.
Alba se imaginó a aquel muchacho, mirándola mientras su mano subía y bajaba a lo largo de aquella dura polla. Se estaba poniendo muy cachonda con aquello.
-¿Y cómo sé que no me engañas? La foto podría ser una cualquiera cogida de internet.
-Umm, sí. Podría ser. Eres lista. Eso me gusta. Dime una palabra
-¿Qué?
-Que me digas una palabra. La primara que se te ocurra.
-Joder, no sé. Pues....margarita.
-Vale. Un segundo.
Alba se quedó esperando. Como al minuto, recibió un nuevo correo.
-Mira lo que te mando.
Ella abrió el correo con ansias. Era otra foto, de esa preciosa polla. Pero esta vez, aparecía una mano sosteniendo un papel con una palabra escrita: Margarita.
-Me acabo de sacar esa foto. Sólo para ti. Mira como tengo la polla por tu foto, Alba.
-Uf, ya lo veo.
Ahora Alba ya no tenía dudas de que todo era real. Que en verdad él era un chico joven, y que tenía la polla bien dura pensando en ella, mirando su foto.
-¿No te molesta, verdad?
-¿El qué?
-Que me haga una paja pensando en ti. Imaginándome...cositas.
-No me molesta. ¿Qué cositas?
-No sé si decírtelo. A lo mejor te escandalizas.
-Jajaja. No me escandalizo tan fácilmente.
Quique empezó a contarle sus pensamientos. Empezó a decirle a su madre las cosas que pensaba y que jamás pensó que le diría.
-Pues...te imagino arrodillada, delante de mí. Imagino que te paso mi dura polla por tu linda carita. Estoy tan cachondo dejo un rastro brillante por donde paso. ¿Quieres que siga?
-Sigue.
Alba había cerrado las piernas, y se frotaba los muslos. Estaba empapada, mirando las palabras que él escribía. Se lo imaginaba tocándose, por ella, para ella.
-Ummm, me imagino que abres la boca y me empiezas a chupar la polla, mirándome a los ojos. Seguro que estarías preciosa con mi polla en tu boca, Alba.
Ella no recordaba casi la sensación de tener una polla en la boca. Era algo que echaba de menos, pero desde que su marido la dejó por una mujer más joven, no había vuelo a poder tener una relación con un hombre.
Y ahora, leyendo lo que Ale le escribía, había llevado una mano a sus bragas y la había metido por dentro. Se empezó a masturbar, con los ojos fijos en la pantalla. Su deseo había vuelto. Quizás por no ser él un hombre real, sino sólo palabras en su pantalla.
Palabras que la estaban llevando al cielo.
Quique escribía, y entre frase y frase cerraba los ojos, imaginando que todo lo que escribía se lo hacía a su madre.
-Agggg Alba. Puedo ver cómo te acaricias las tetas, sin dejar de mamarme la polla. Mis caderas se mueven hacia adelante y atrás, follándote la boca. Ummmm, Alba, que cachondo estoy. Creo que me voy a correr muy pronto.
Ella también sintió que se iba a correr. Pero no le dijo nada. No quería que él pensase cosas de ella. Sólo deseaba seguir leyendo.
Quique estaba a punto de correrse. Lo que estaba haciendo era sin duda lo más caliente que le había pasado en su vida. Se estaba haciendo una paja para su madre, que lo leía todo mirando una foto de su polla.
-Aggg, Alba... me voy a correr. Pero...no sé...que hacer....No sé si correrme en tu boca para ver como luego te tragas toda mi leche o correrme en tu linda carita y ver cómo mi leche gotea sobre tus preciosas tetas. Dime. ¿Dónde quieres que me corra?
Escribiendo es difícil mostrar lo que se siente. Quique no pudo ver como su madre, con la mano derecha dentro de sus bragas frotaba su clítoris sin cesar y con la mano izquierda, letra a letra, escribía:
-En mi cara.
Alba se iba a correr. Eso era ya inevitable. Pero intentaba por todos los medios retrasar su orgasmo hasta leer lo que Ale le escribiera. Su cuerpo se estaba tensando por momentos. Se mordía el labio inferior y tenía los ojos fijos en la pantalla. Por fin, la frase.
-Agggg Albaaaaa. me..corro...mi polla estalla en tu boca, pero la saco y empiezo a llenártele con toda mi leche. Chorro tras chorro que se estrella en tu linda cara: En tu frente, en tus mejillas, sobre tu nariz, en tus labios. Dentro de tu abierta boca.
Ya no pudo más. Alba se quedó tensa y empezó a correrse, intensamente, con los ojos cerrados. Se imaginaba su cara recibiendo la corrida de Ale. Se imaginaba aquella polla soltando sobre ella una catarata de semen, inundándola. Vio en su mente como empezaba a gotear sobre sus tetas, como con sus manos la esparcía.
Justo en ese momento, unos metros más allá, Quique se corría a borbotones sobre su pecho. Uno de los orgasmos más fuertes que recordaba, intenso. Tampoco recordaba haber soltado por su polla tan cantidad de semen.
Se limpió los dedos para poder escribir.
-Wow, Alba. Me he corrido. Y ha sido maravilloso. Gracias a ti.
-Me alegra que lo hayas pasado bien.
-¿Quieres una foto de mi corrida? Tengo el pecho llenito de leche.
-Sí - contestó con rapidez.
Quique sacó la foto, cuidando de que no saliese nada reconocible. La pasó al ordenador y la mandó.
-Ya.
-Sí, me ha llegado.
La foto era muy explícita. La linda polla, apoyada contra la barriga. El pecho lleno de largos regueros de leche. De la punta de la polla salía un hilito que llegaba hasta la barriga.
-Vaya corrida, Ale. Estabas cargadito.
-Ummm, si, jeje. Ha sido una buena corrida, sí. Alba. ¿Si te hago una pregunta serás sincera?
-Depende de la pregunta.
-¿Te has excitado, aunque sea un poquito?
Alba sintió como se ruborizaba. Era una tontería, lo sabía, pero le daba vergüenza admitirlo.
-Sí.
-Ummm, eso me hace feliz. ¿Un poquito o....un muchito?
-Jajajaja. Tú quieres saber mucho.
-Venga, dímelo.
-Bastante.
-Wow. ¿Te tocaste el coñito?
-Sí.
-Uf, que rico, Alba. ¿Lo tenías mojadito?
-¿Tú qué crees?
-Jeje, me gusta más si me lo dices.
-Lo tenía mojadito.
Quique no se podía creer que su madre hubiese entrado tan fácilmente en el juego. Pero se dijo que era una mujer, muy atractiva, que hacía tiempo que no estaba con nadie.
-Alba..¿Te corriste? ¿Te corriste mirando la foto de mi polla?
-Sí.
-Ummmmm eso es... maravilloso, Alba. Me encanta haberte ayudado a tener placer.
-Jajajaja. Creo que el placer ha sido mutuo.
-Jajaja. Sí.
-Es tarde ya Ale. Me tengo que ir.
-Sí. Yo también. Ha sido un placer, Alba.
-Igualmente, Ale.
-Hasta pronto.
Quique se limpió el pecho. Su polla no se bajaba. Nunca pensó que todo pudiese tomar este rumbo. Se fue a dar una ducha para refrescarse y después de fue a dormir.
Pero no podía dormir. No se podía quitar de su cabeza la imagen de su madre masturbándose mirando su polla. En la oscuridad de su habitación volvió a hacerse una paja. Sólo después de correrse, pudo relajarse y conciliar el sueño.
Alba, también a oscuras, en su cama, no se podía sacar de la cabeza aquella polla. Aquel pecho cubierto de leche. Era mucha, e imaginarla cayendo sobre su cara la volvió a excitar. Pensando en Ale, un chico sin rostro, volvió a masturbase, y como a su hijo, sólo el orgasmo la ayudó a dormirse.
+++++
-¿Le mandaste las fotos? - preguntó Quique a su madre durante el desayuno.
-¿Cómo?
-A... Rosa. Que si le mandaste las fotos.
-Sí, sí, gracias. Todo perfecto.
+++++
Esa tarde, Quique se conectó e hizo una prueba. Se puso online y vio a su madre conectada, pero no le dijo nada, para ver si era ella la que daba el primer paso. Sonrió cuando ella contactó.
-Hola Ale.
-Hola preciosa. ¿Cómo estás?
-Muy bien, ¿Y tú?
-Bien. Encantado de hablar contigo. ¿No tendrás más fotos para mandarme, no?
-Sí, tengo unas cuantas. Pero me han dicho que jamás le mande nada a nadie que no conozca.
-Jajajaja, buena chica. Así me gusta.
Sin embargo, Alba estaba escribiendo un correo y adjuntó varias fotos, las que a ella más le gustaban. Lo mandó y Quique lo leyó.
"Aquí tienes unas cuantas fotos más. Como ves, no te hice caso con lo de tener cuidado, pero no sé porqué, confío en ti.
Besos"
Todas las fotos las conocía bien Quique, pero aún así se excitó. Escribía con la mano derecha y con la izquierda se sobaba la polla sobre el pantalón.
-Wow, Alba. Eres realmente preciosa. Me gustas mucho.
-Gracias.
-Las has mandado para ponerme cachondo, ¿verdad?
-Jajajaja. Puede.
-Pues lo has conseguido. Me voy a sacar la polla.
-Qué rápido te calientas.
-Es por ti, Alba. ¿Cómo no quieres que me caliente viendo tus fotos? ¿Tienes alguna... desnuda?
-Jajajaja. Claro que no.
-Hazte una para mí.
-Ni loca, Ale. Me da vergüenza.
-No tiene que salir tu cara.
-Uf. No sé. Además, la única cámara digital es la de mi hijo y no sé usarla.
-Pero eres una chica lista. Dile a él que te enseñe. Hasta podría....sacarte la foto él.
-Jajajajaja. ¿Estás loco? ¿Cómo me va a sacar él una foto así?
-Jajaja. Era broma, mujer. Pero seguro que no le importaría. Cualquier hombre estaría encantado de verte desnuda.
-Pero es mi hijo.
-¿Qué edad tiene?
-Como tú, 20.
-Pues por muy hijo tuyo que sea, le encantaría verte desnuda.
-Que bruto eres.
Quique dudó en si seguir por esa línea o dejarla, por el momento. Tenía un plan maestro en la mente, y aún era demasiado pronto para hablar de incesto. Decidió cambiar de tema.
-Alba. ¿Cómo es tu coñito?
-Jajajaja. Eres directo, Ale.
-Jeje. Sip.
-Pues, yo que sé. Normal. Un coño normal.
Era la primera vez que Quique veía aquella palabra escrita por su madre. Lo excitó y se sacó la polla, empezando una lenta paja.
-Ay, mujer, se más explícita. ¿Lo tienes depilado o salvaje?
-Jajajajajaja. Salvaje, salvaje. A su libre albedrío.
-Ummmmm, así es como me gustan a mí los coños, bien pobladitos. Es una de las razones de que me gustan las mujeres mayores que yo. Las chicas de hoy en día van casi todas depiladas. ¿Sabes lo que me encanta hacer?
-Dime.
-Me encanta abrirle las piernas a la mujer, y ver su coño peludo esperándome. Me encanta abrirlo con mis dedos, descubrir su interior rosadito y mojado. Y sobre todo, me vuelve loco enterrar mi cara entre esas piernas y comerme ese precioso coño, lamerlo sin descanso, chuparlo, hasta que se corra una y otra vez en mi boca, en mi cara.
Alba leía las palabras y sentía su coño mojarse. Aquel chico hacía que ella se imaginase las cosas que le decía. Se empezó a acariciar las tetas por encima del vestido.
-Alba...
-Dime.
-Me encantaría comerte el coño. ¿Te gusta que te coman el coño?
-Claro que me gusta. Aunque ya ni me acuerdo de la última vez.
-¿Y eso?
-Es muy largo de contar.
-Tengo tiempo. Cuéntamelo.
Extrañamente, lo que le costaba tanto hablar con los suyos, con sus amigos, no le costó nada contárselo a aquel chico. Le contó cómo había sorprendido a su marido acostado con una jovencita en su propia cama, como su matrimonio se había roto, y como desde aquel día no había tenido deseos. No quería que ningún hombre volviera a hacerle daño.
Quique se imaginaba algo así. Se preguntaba el porqué su madre, una mujer tan atractiva y aún joven, no había vuelto a tener relaciones con un hombre después de lo de su padre. Ahora lo entendía todo. Lo odió por eso. Por hacerle daño a su madre.
-La vida es corta, Alba. Aún estás a tiempo de ser feliz. Y de tener mucho placer.
-Soy bastante feliz, Ale.
-Bueno, quizás. Pero por lo que me has contado, no has tenido sexo desde hace mucho.
-No.
-Pues, cómo me gustaría ser el 'primero', Alba. Con lo buena que estás, estaría todo el día follándote.
-Jajaja.
-Alba. ¿Tienes webcam?
Él sabía que sí, que el portátil de su madre tenía webcam. Él tenía también una webcam de esas pequeñitas.
-¿webcam?
-Sí, una cámara para que podamos vernos.
-Pues ni idea. Quique no me ha dicho nada de webcams
-¿Quién es Quique?
-Mi hijo.
-¿Es un portátil o un equipo de mesa?
-Un portátil.
-¿Tiene en la parte de arriba de la pantalla una cosa redondita? Puede que incluso ponga webcam o algo así.
Alba miró. Lo tenía.
-Sí.
-Bien. Entonces tienes webcam. Nos podemos ver.
-Ni loca.
-¿Por qué no?
-Pues porque no.
-Eres muy vergonzosa.
-Sí, mucho.
-¿Y no me quieres ver a mí?
-Bueno, si tu quieres que yo te vea...
-Ah, bien, pues entonces nada.
Claro que Alba deseaba verlo, aunque le daba reparo decírselo. Pero si no se lo decía, quizás él no lo haría.
-Si quiero.
-¿Qué quieres Alba?
-Verte.
-¿Verme el qué?
-Lo que quieras enseñarme.
A los dos les encantaba aquel juego. Insinuaciones, indirectas y también cosas directas.
-¿Lo que yo quiera?
-Sí.
-Ummm. ¿Por ejemplo... mi polla?
-Sí.
-Dímelo. Di que quieres que te enseñe mi polla.
El coño de Alba era ya un mar de jugos. Ale sabía calentarla, sólo con palabras. No se podía ni imaginar lo que sería estar en la cama con él.
-Quiero que me enseñes la polla, Ale.
-¿Y quieres ver cómo me haga una paja para ti?
-Uf, sí.
-¿Quieres ver como mi polla se corre sólo para ti?
Alba abrió sus piernas y empezó a acariciarse el coño, metiendo una mano por dentro de sus bragas. Estaba muy cachonda, y la idea de ver como aquel chico se hacía una paja para ella y como se corría la estaba volviendo loquita.
Quique también estaba muy excitado. Se iba a hacer una paja para su madre. Le iba a enseñar cómo se daba placer y como se corría. Su polla ya babeaba de excitación.
-Sí, quiero ver cómo te corres para mi, Ale.
-¿Estás cachonda, Alba?
-Mucho.
-Ummmm ¿Tienes el coñito mojado?
-Como un lago.
-Wow. ¿Te estás tocando?
-Ale...sí, me estoy acariciando el coño.
Quique casi se corre. Había conseguido calentar a su madre hasta el punto de que se estuviera acariciando.
Preparó la escena. Puso su cámara y la apuntó de tal manera que se viera bien su polla. Quitó de encuadre cualquier cosa que su madre pudiese reconocer. Se quitó la camisa, pero se dejó los pantalones. Unos vaqueros normales no eran reconocibles.
Hacía un par de días que Alba se había reído cuando Rosa le contó lo que era el cybersexo. Y ahora estaba acariciándose el coño, delante de su ordenador, esperando ver como un chico se hacía una paja para ella.
-Bien, Alba. te voy a mandar un invitación para un chat de video. Como no quieres que yo te vea, dale la vuelta a tu cámara. Verás, cuando aceptes, una ventana grande en donde saldré yo. También una más pequeña en donde sales tú, pero como la cámara no apunta hacia ti, verás todo negro o lo que haya detrás de tu ordenador.
-Vale.
Ella hizo como él le decía. Giró la cámara y esperó. Una ventanita se abrió diciéndole que mgusmad quería abrir una chat de video, pidiéndole la conformidad. Pulsó en aceptar.
Ante ella se abrió una ventana grande. En la esquina superior había un cuadrito pequeño que mostraba una pared. Reconoció el papel de su propio dormitorio. Y en la ventana grande, la imagen de un torso joven. Se veía desde debajo de las tetillas hasta medio muslo. Era un cuerpo musculado y bonito, sin camiseta. Una mano acariciaba los pantalones, en donde estaba la polla. La tenía dentro del pantalón, que estaba sin abotonar.
-¿Me ves? - escribió Quique.
-Sí, te veo.
Quique oyó como su madre pulsaba las teclas. Aunque no la veía, el micro estaba en marcha. Pensó en decírselo, pero no lo hizo.
-Yo a ti también te veo.
-¿Queeeeeeeeeeeeeee?
-Jajajaja, es broma.
-Capullo.
Alba veía como él se movía para escribir. Era una mujer espabilada, así que le preguntó.
-¿Puedo oírte?
-Pues no. Mi cámara es una porquería y tiene el micro roto.
-Que pena.
-¿Me ves la polla?
-No. La tienes escondida.
Quique se bajó los pantalones y la dura polla saltó, quedando bien a la vista.
Primero oyó el 'Wow' por los altavoces. Después, lo leyó en la pantalla. Alba no pudo resistir una exclamación de asombro cuando la polla apareció. Ahora, en video, parecía más grande que en las fotos. Se veía dura, poderosa, gruesa, venosa. Una polla preciosa. Se empezó a frotar el clítoris mirando como la mano del chico agarraba aquella maravilla y empezaba a subir y bajar a lo largo del tronco.
-¿Ves como me hago una rica paja, Alba?
-Ummm, sí.
-¿Te gusta mi polla?
-Es linda, sí.
-Dímelo.
-Me gusta tu polla, Ale.
-¿Te estás acariciando, verdad? Te estás haciendo una paja mirándome...
Quique sintió como se le erizaba todo el vello de su cuerpo cuando por sus altavoces oyó a su madre gemir.
-Sí. Me has puesto muy caliente. Esa polla tan dura....
-Yo también estoy ardiendo. Mira como babea mi polla.
-Lo veo.
-No voy a aguantar mucho, Alba. Córrete conmigo. Córrete mirando como mi polla suelta toda su leche.
-Yo también estoy a punto.
Quique subió los altavoces, y empezó a mover su mano más rápido. Los gemidos de su madre eran claramente audibles, y muy sensuales. Notó que su orgasmo nacía dentro de su cuerpo y pugnaba por salir.
Quiso escribirle a su madre que se corría, pero no pudo. Su polla empezó a temblar y un largo chorro de leche salió disparado de la punta de su polla, cayendo sobre su pecho. Luego otro más, y otro. Los gemidos de su madre se transformaron e quejidos de placer.
Su madre se estaba corriendo. Un nuevo espasmo lo recorrió entero y su polla lanzó un último disparo. Los gemidos de ella seguían. Nunca había oído nada tan caliente como aquello. El orgasmo de ella fue largo, intenso.
Alba tenía el cuerpo tenso mirando aquella polla escupir una inmensa cantidad de leche. Se corrió mordiéndose el labio para no gritar de placer, por temor a que su hijo la oyera. No se imaginaba que su hijo lo estaba oyendo todo. No se imaginaba que estaba viendo correrse a su propio hijo.
Cuando los dos se calmaron, Quique volvió a escribir.
-Ummmm Alba. Nunca me había corrido así. Ha sido lo más intenso de mi vida.
-Yo también me he corrido. Ha sido...ummmm maravilloso.
-Sé que te has corrido.
-Jajaja. Que chulito, ¿no?
-Alba. No es chulería. No puedo verte, pero sí puedo oírte. Y te he oído correr. Ha sido muy caliente.
-Eres un...
-No te enfades.
-Jajaja. No me enfado.
-Si quieres, deja de escribir y habla. Yo tengo que seguir escribiendo.
-Vale - dijo Alba, de viva voz.
-Ummmm me encanta tu voz, Alba. Es muy sensual.
-Gracias.
-¿Me haces un favorcito?
-¿Cual?
-Dime cosas calientes. Di que te gusta mi polla. Oírlo de tu voz será maravilloso.
-Con una condición. Quiero ver tu cara.
Las alarmas sonaron en la cabeza de Quique. No podía mostrarle su cara. Todo se acabaría.
-Lo siento, no puedo. Tuve una mala experiencia y no puedo.
-¿No confías en mí?
-Claro que sí. Pero... no puedo de verdad. Quizás algún día.
Se hizo el silencio. Quique miraba la pantalla, atento a cualquier frase. Tenía los oídos atentos. Entendía que su madre quisiere verle. Y entendía que si no lo veía, ella podría molestarse y dejar de hablar con él. Pero mostrarle su rostro sí sería el fin, y quizás, hasta el fin de su relación de madre e hijo.
Pasaban los segundos, y no pasaba nada. Ni una letra, ni un sonido. Empezó a pensar que todo estaba perdido cuando los altavoces empezaron a sonar y la voz de su madre, sensualmente, a hablar.
-Me gusta mucho tu polla, Ale. Es preciosa. Me encanta la manera en que te has corrido. Uf, cuanta lechita caliente, espesa. Seguro que está muy rica.
Oír aquellas palabras de boca de su madre le volvieron a poner la polla dura como una piedra. Se la cogió, aún manchada de la corrida anterior y empezó una segunda paja.
-¿Te gustaría probar mi lechita, Alba?
-Ummm, claro que sí. Me encanta sentir como mi boca se llena de leche calentita, como una dura polla pulsa dentro de mi boca mientras se vacía.
-Agggg, Alba, me estoy haciendo otra paja. Me has vuelto a poner cachondo.
-Lo sé. Lo estoy viendo. Yo también me estoy haciendo otra mirando tu polla.
-Qué caliente eres. Alba.
-Dime que me harías con esa polla. Dime por donde me la clavarías.
-Ummm por todas partes, Alba. En la boca, entre tus tetas. En tu coño. Y ..ummmm también en tu culito.
-Agggggg - gimió Alba, cerrando los ojos - ¿Me meterías esa enorme polla en mi culito?
-Sí, sí, siiiiiiiiiiii. Te pondría a cuatro patas y te follaría el culito con mi dura polla.
-Ummm, Ale...sí....fóllame el culito con tu polla.... dame por el culo....
Aquello fue la guinda, la gota que colmó el vaso. Oír a su madre pidiéndole que le diera por el culo hizo que se tensara y se empezara a correr a borbotones, sumando una segunda corrida a su pecho.
Y, por los altavoces, los gemidos de su madre que también se corría, con él.
Los dos se quedaron callados, respirando agitadamente. Alba fue la primera en hablar.
-Necesitas una duchita. Mira como te has puesto.
-Uf, sí. Ha sido por ti. Esto...ha sido maravilloso.
-Sí. Hacía mucho tiempo que no me corría así.
-Alba, eres tan caliente. Ojalá mi madre fuera como tú.
-¿Tú madre?
-Sí. Pero ahora me tengo que limpiar e irme. Otro día te lo cuento.
-Como quieras.
-Ha sido un placer hablar contigo, Alba. Oírte ha sido maravilloso. Espero que algún día me permitas verte.
-Bueno, ya veremos.
-Gracias. Hasta pronto.
Quique cortó el chat. Todo iba según lo planeado. Mejor de lo planeado. Tener cybersexo con su madre, aunque ella no supiera quién era él, era estupendo. Pero lo que él deseaba era follarla de verdad. Deseaba pasarle la polla por la cara, metérsela entre las preciosas tetas, clavársela en el coño y enterrársela en ese precioso culo al que tantas y tantas pajas había dedicado.
Primero había pensado en que, si todo iba bien, conseguiría quedar con ella en un hotel, creyendo que lo hacía con Ale. Cuando lo viera, podrían pasar dos cosas. Que follaran como locos o que lo mandara a la mierda
Era un plan arriesgado. Y él no quería arriesgarse. Necesitaba un plan perfecto. Y la única manera era convencerla y que ella misma se metiera en la cama de su hijo, su cama.
En su cabeza empezó a trazar la segunda parte de su plan.
CONTINUARÁ
-¿Un portátil?
-Sipi. Rosa lleva tanto tiempo dándome la tabarra conque me tengo que modernizar, que al final me lo compré.
Quique miró el ordenador que su madre se acababa de comprar. No estaba nada mal. ¿Pero para qué coño quería un ordenador su madre?
-¿Y qué vas a hacer con él?
-Esto... pues.... Jajaja. Ni idea. Rosa me dice que se puede hacer de todo. Planificar viajes, por ejemplo.
-Ummm, mamá. ¿Cuánto tiempo hace que no viajas?
-Buscar recetas, mandarnos mails... ¿Me ayudarás verdad? ¿Me lo dejas configurado y me das unas clases?
-Claro.
Bajo la atenta mirada de su madre (atenta dos minutos, después se marchó) Quique desembaló el ordenador, lo configuró, le instaló el antivirus y los programas necesarios. Le puso el pack completo. Cuando de correo, Messenger, etc.
Alba regresó al rato.
-¿Ya está?
-Sí. En donde lo vas a poner.
-Pues... en mi cuarto. No quiero tener más trastos en el salón.
-Bien, si la wifi llega allí, no hay problema.
-¿üifi?
-Internet, mamá.
Ah. Vale.
Fueron al dormitorio y lo colocaron en una mesita. Había señal, así que Alba podría buscar todas las recetas que quisiera, y planificar una vuelta al mundo.
-Bueno. Ahora dime cómo funciona el cacharro este.
-Te acercas aquí y dices lo que quieres. Por ejemplo, prueba a decir "Buscar recetas de tortilla española"
Alba miró a su hijo un poco extrañada, pero acercó su boca a donde él le había dicho y probó.
-Buscar... recetas....tortilla...española.
Quique estalló en una carcajada.
-¿Qué? ¿Lo hice mal?
-Jajajaja. No, muy bien. Pero no estamos en la Enterprise.
-¿Cómo?
-Ay, mamá. Que me estoy quedando contigo. Que no hay que hablarle. Hay que usar el teclado.
-Capullo - respondió dándole un codazo. - Mira que reírte de tu madre.
Le explicó lo básico. No era cuestión de apabullarla con muchos datos. Le dijo como encender el ordenador y como apagarlo. Le enseño a usar google, su correo y el Messenger. Llamaron a Rosa para pedirle su dirección de correo y de Messenger y se los dejó configurado. Alba saltó de alegría cuando envió su primer mail. Decía "Hola Rosa".
Quique la dejó en su dormitorio y volvió a su cuarto, a su propio ordenador. Sólo lo llamó un par de veces, para preguntarle un par de dudas. Su madre aprendía rápido.
Esa noche, mientras cenaban, Alba estaba muy contenta.
-Me encanta mi nuevo ordenador. Rosa me ha enviado unos correos muy buenos, divertidos. Y uno que tengo que mandar a 10 personas para ganarme un viaje. ¿A quién se lo mando? Dame tu mail.
Quique puso los ojos en blanco.
+++++
Días después, Quique estaba en su cuarto, aburrido. Ya se había masturbado mirando su colección de páginas porno, así que puso el Messenger. El icono de su madre parpadeó. Abrió una ventana.
-Hola - dijo
-Hola. ¿Quién eres?
-¿Cómo que quién soy? Quique, tu hijo.
-Pues con ese nick no te reconocería.
-¿Y por la foto?
-Jajaja. Claro.
-¿Qué haces?
-Nada, chateando con Rosa.
-¿No me estarás ligando, no?
-¿Ligando?
-Sí, ya sabes, cybersexo.
-¿Cybersexo? ¿Qué es eso?
-Joder, mamá. Pregúntale a Rosa, a ver que te dice.
Tardó un rato en responder, mientras hablaba con su amiga.
-Pues ya me lo ha dicho. Debo de estar anticuada, pero hay cosas que no entiendo, la verdad.
-Jajajaja. Bueno, mamá. A veces puede ser divertido.
-No me digas que tú lo has hecho...
-Bueno, un par de veces - mintió. Habían sido muchas más de dos.
-Ya te lo he dicho varias veces, Quique. Tienes que salir más y no estar tanto delante del ordenador.
-Jajaja. tranqui mami. Bueno, te dejo con Rosa. Voy a ligar un poco.
-¿Quéee?
-Jajajaja. Es broma, mujer. Voy a jugar al Counter. Chao.
Alba era una mujer separada, de 45 años, de buen ver. Un poco gordita, pero guapa. Buenas tetas y un precioso y amplio culo. Quique, su hijo de 20 años, no se puso a jugar. Volvió a abrir sus páginas porno preferidas. Páginas de mujeres maduras siendo folladas por jovencitos.
Se sacó la polla y se empezó a hacer una lenta paja mirando los videos. Los que más le gustaban eran aquellos en donde la mujer se parecía a su madre. Los guardaba como oro en paño. Eran los que lo hacían correr más rápido, más intensamente. Y de entre éstos, los más especiales eran esos en donde se simulaba el incesto, en donde se suponía que la mujer y el joven era madre e hijo.
Quique deseaba a su madre. Desde siempre. Fue la primera mujer por que la que masturbó. Y desde entonces era el blanco de casi todas sus fantasías. Pero sabía que eran sólo eso, fantasías. Algo que nunca se haría realidad.
En la pantalla, una mujer muy parecida a su madre le hacía una mamada a un chico. Ella arrodillada y él de pie. Era uno de sus favoritos, por el gran parecido de la mujer y por la escena en sí. Lo veía muy a menudo. Se lo sabía de memoria. Acompasó su paja al video, y se corrió justo cuando el chico se corría sobre la sonriente cara de la mujer. Tanto él, como el chico del video, dijeron la misma frase:
-Ummm, como me gusta correrme en tu carita, mamá
-Lo sé, mi amor. Y a mí me encanta que me llenes la cara con tu caliente leche - dijo la mujer del video.
Con la polla en la mano, llena de su corrida, miró como en la pantalla el chico recogía con la polla la leche y la acercaba a la boca de la mujer, que sin dejar de sonreír, se lo tragaba todo.
En su mente, era su madre la que se tragaba su leche. Cogió papel y se limpió. Y entonces, de repente, una idea cruzó su cabeza. Era una locura, y quizás saliese mal. Pero si salía bien, quizás sería excitante.
Se creó un nuevo correo y un nuevo Messenger, 'mgusmad'. Esperó un par de días antes de hacer su primer movimiento. No quería despertar sospechas.
+++++
Su madre estaba en su cuarto. Quique se encerró en el suyo y se conectó como mgusmad. Sabiéndose el nick de su madre, pudo enviarle una chat. Había preparado su Messenger para aceptar desconocidos. Ya lo cambiaría cuando ella lo añadiera.
-Hola - le escribió.
El corazón le latía con fuerza. Quizás no le respondiese. Pero lo hizo.
-Hola. ¿Quién eres? No conozco tu nick.
-¿Te llamas Alba y tienes 45 años, no?
-Coño. ¿Cómo lo sabes? ¿Me conoces?
-No, no te conozco.
-¿Y entonces cómo sabes eso?
-Es que...soy muy listo. Bueno, la verdad es que tu nick me ha dado pistas.
Alba miró su nick. Alba_r_1945.
-Jajaja. Claro. Me lo hizo mi hijo. Es bastante explícito, sí. El tuyo no. ¿Qué significa?
-Me gustan las maduras.
-Ah.
-Por eso cuando lo vi, me animé a hablarte. Espero no molestarte.
-No me molestas. ¿De dónde eres?
-De Sevilla - mintió. ¿Y tú?
-Madrid.
-Encantado de conocerte, Alba
-Igualmente... ¿Cómo te llamas?
-Alejandro. Ale.
-Encantada, Ale.
-¿Cómo eres, Alba?
-Simpática! jajajaja.
-Jajaja. Ya sabes a que me refiero.
-No
-Físicamente.
-¿Por qué quieres saberlo?
-Me gusta poder imaginarme a las mujeres con quien hablo
-Pues no sé. Normal, creo. ¿Qué edad tienes? No me digas que eres un mocoso.
-No soy un mocoso. Tengo 20 años.
-20. Jajaja. Pues casi eres un mocoso, sí. Podría ser tu madre.
-Ummm, eso me da más morbo.
-¿Cómo que más morbo?
-No, nada, déjalo. Me tengo que ir. Fue un placer. Hasta pronto.
-Adiós, Ale.
Quique cortó el chat. Para un primer encuentro, estuvo bien. Ella no cortó y parecía divertida. Al final la cosa tomó un rumbo peligroso y por eso decidió dejarlo por ese día.
++++++
Por la noche, estaban en la cocina, cenando.
-¿Que tal el ordenador mami? ¿Todo bien?
-Sip. Muy bien.
-Jeje. ¿Muchos cybernovios?
-Quita, quita. Jajajaja No, ninguno. Sólo chateo con Rosa y unos cuantos más, todos conocidos.
-Bien, mejor así. Que hay mucho sinvergüenza suelto en la red.
-Despreocúpate.
+++++
Al día siguiente, se conectó de nuevo.
-Hola Alba.
-Hola Ale. ¿Qué tal?
-Muy bien. ¿Y tú?
-Bien. Aquí, hablando con unas amigas. ¿Y tú qué haces?
-Hablar contigo.
-Jajaja. ¿Sólo eso?.
-Sólo. Oye, ayer al final no me dijiste cómo eras.
-Sí te lo dije. Normalita.
-Sé más explícita. Descríbete un poco.
-¿Qué quieres saber, Ale?
Quique se pensó unos segundos si arriesgarse o no. Su madre podría ofenderse y mandarlo a la mierda. Pero se estaba tocando la polla por encima del pantalón y la calentura pudo más.
-¿Cómo son tus tetas, Alba?
Ella abrió los ojos. Aquel desconocido, que decía tener 20 años, le preguntaba por sus tetas. ¿Sería esto el cybersexo del que le habló Rosa? Se sorprendió al sentirse divertida, para nada molesta. Era sólo un juego.
Quique esperaba la respuesta, temiéndose un insulto y un cierre del chat. Pero no se cerró.
-Jajaja, Ale. Mira que eres.
Él soltó el aliento que tenía retenido.
-Venga, mujer, dime como son.
-Pues... la verdad es que no están mal, para mi edad. Aún se mantienen bastante firmes. Jajajajaja. Me parece mentira que le esté diciendo esto a un desconocido.
-Seguro que son preciosas, Alba
Quique estaba muy excitado. Se sacó la polla y empezó a acariciarse mientras seguía hablando con su madre. Ella estaba a pocos metros, ajena a la verdad.
-¿Estás ligando conmigo, Ale?
-Ummmmm sí. ¿Te molesta? Espero no ofenderte.
-No me molesta. Y hasta ahora no me has ofendido.
-¿Te ofenderías si te pido una foto?
-¿Una foto?
-Sí. Una foto. Para dejar de imaginar cómo eres. Una foto normal. vestida.
-Claro. No pretenderás que te mande una foto en pelotas, ¿No?
-Por supuesto que...no. Aún! jajajajaja.
-Jajajaja. Eres un pillo, Ale.
-¿Me la mandas?
-Lo siento, pero no sé.
-Pregúntale a alguien.
-No sé. Me lo pensaré.
-Bueno, con eso me vale. Me voy ya. Hasta pronto.
-Adiós. Chao.
Quique cortó el chat y se hizo una furiosa paja. Hablar con su madre así lo excitaba mucho. Cerró los ojos y se imaginó follándole sus preciosas tetas hasta llenárselas de su espesa leche. Lo que se llenó de leche fue su propio pecho.
Por su parte, Alba le contó a Rosa lo que pasaba.
-Rosita, creo que tengo un cyber de esos
-¿Un cyber?
-Sí. Un chico que está ligando conmigo. Me ha pedido una foto. ¿Qué hago?
-Jajaja. Mírala ella, riéndose de mí y ahora tiene un pretendiente. ¿De dónde es? ¿Qué edad tiene?
-Dice que de Sevilla, 20 años.
-Ummmm, un yogurín. Jajajaja. Pero a lo mejor es un abuelete desde Albacete.
-Jajajaja. Sí, seguro. Además, ¿Por qué iba un chico de esa edad a buscar a una mujer de mi edad? Aunque dice que le gustan maduritas.
-Albita, en la red hay de todo. Mándale la foto.
-¿Tú crees?
-Claro que sí, boba. Sólo por jugar, para ver hasta dónde llega la cosa.
-No sé. Me da corte.
-Bueno, tú misma.
-¿Tú lo ha hecho? Me refiero al cybersexo.
-Ummm... esto..... ¿Tú qué crees?
-Conociéndote, seguro que sí. Jajajaja.
-Pues sí. Algunas veces. Incluso he quedado con alguno de ellos para un polvo rápido.
-Cabrona. No me lo habías contado.
-Lo intenté. Más de una vez te dije que deberías volver a salir. Pero desde que te separaste parece que no quieres oír hablar de hombres.
-Es que fue muy duro.
-Lo sé. Pero ya pasó. La vida sigue. Mándale esa foto. Quizás no pase nada, pero al menos te divertirás un poco. Sólo es un juego.
-Me lo pensaré. Te dejo, que tengo que ir a comprar.
+++++
Esa noche, mientras cenaban, Alba le hizo una pregunta a Quique que lo hizo atragantar.
-Tesoro. ¿Me enseñas a mandar fotos por correo?
La mente de Quique empezó a trabajar. Su madre quería mandar una foto. Sabía que era la foto que su otro yo le había pedido. Sintió como su polla se ponía morcillona. Casi le dice que si la foto era para un admirador, pero eso podría haber echado a su madre para atrás.
-Claro. Después de cenar vamos a tu cuarto y te enseño.
-Gracias, mi amol. Es que... voy a mandarle a Rosa algunas fotos.
-Vale.
Terminaron de cenar y fueron al dormitorio de Alba. Quique le enseñó cómo hacerlo. Buscar el fichero, adjuntarlo. Hicieron varias pruebas y Alba lo entendió todo a la perfección.
-Pues no es tan difícil.
-Claro que no, mamá. Todo es ponerse. Además, eres muy lista, cosa natural ya que soy tu hijo y salgo a ti! jajaja. Bueno, te dejo que le mandes a Rosa tus cosas. Hasta mañana.
-Hasta mañana, hijo listo de madre lista.
Quique la dejó en su cuarto y salió corriendo al suyo, con el corazón latiéndole. Encendió el ordenador y abrió su correo, a la espera de recibir la foto. Sabía que la iba a recibir. Lo sabía.
Cuando le instaló el ordenador a su madre, había copiado todas las fotos de ella que tenía en su propio ordenador. Le había dicho en que carpeta las había puesto. Eran todas fotos normales, algunas antiguas escaneadas y otras más recientes, de la cámara digital. Fotos familiares, con amigos, etc. De entre todas ellas, había una que es la que más le gustaba. Una foto en la que aparecía su madre sola, sonriéndole a la cámara. Tenía un vestido ajustado que resaltaba sus curvas y, sobre todo, un gran escote que dejaba adivinar sus preciosas tetas.
Quique había usado aquella foto muchas veces como su inspiración masturbatoria.
A los cinco minutos, la cuenta de mgusmad recibió un mail. Quique miró, sin moverse. Era de su madre. Y tenía un fichero adjunto. Pinchó con el ratón y lo abrió:
"Bueno, aquí tienes lo que me pediste. Esta soy yo. Como ves, soy normalita.
Besos"
La foto que su madre le mandó era la foto que tanto le gustaba a Quique. La polla se le puso dura al instante. Le contestó enseguida.
"WOW, ¿Normalita? Pero si estás buenísima.
Uf, vaya cuerpo que tienes, Alba. Y eres preciosa. Vaya....par...de...
¿Estás conectada? Entra en el Messenger, plis
"
Lo mandó y esperó. En menos de un minuto su madre aparecía online.
-Hola.
-Hola Alba. Gracias por la foto.
-De nada.
-Estás muy buena, ¿Sabes?
-No es para tanto.
-¿Quieres que te sea sincero?
-Claro.
-Alba, tu foto me ha excitado.
-¿En serio?
-Sí. Tus tetas parecen preciosas, con ese escote. Tus caderas. El culito no se ve, pero seguro que también es precioso.
-¿Y mi barrigota también es preciosa?
-Eso es lo de menos, Alba. Es el conjunto lo que importa. Además, no me gusta la anorexia. Me gusta la carne.
-Jajaja. Pues yo tengo para regalar.
A Alba aquello empezaba a gustarle. Era como cuando jovencita era acosada por los moscones, que intentaban ligársela en la disco. Pero Ale no era un pesado de aquellos. Además, ya no era una niña tonta.
¿Cómo sería aquel joven? ¿Sería de verdad como él decía? Se atrevió a pedirle una foto.
-Bueno, creo que me deberías mandar una foto tuya, ¿no?
-Sí, es lo correcto. Pero nunca envío por internet una foto de mi cara. Es una norma.
-¿Y eso?
-Nunca se sabe a dónde van a parar las fotos.
-Pero yo te he mandado una foto en la que se ve mi cara.
-Lo sé, y no sabes cuánto te lo agradezco. Pero no deberías hacerlo, al menos con desconocidos. Y yo soy un desconocido. No lo hagas más.
-Me estás asustando.
-Jajaja. No mujer. Conmigo no tienes que preocuparte. Primero, porque la preciosa foto que me has mandado no tiene nada de lo que podrías llegar a avergonzarte si callera en malas manos. Segundo, porque ante todo soy un caballero y jamás saldrá de mi correo. Pero hazme caso, nunca le envíes nada a nadie que no conozcas en donde se te reconozca.
Quique le soltó todo ese rollo para convencerla. En parte tenía razón, pero la razón última era, por supuesto, que no podía mandarle a su madre una foto con su cara.
-Vale. Lo tendré en cuenta.
-Si quieres, te mando una foto mía, pero sin cara.
-Vale.
Él tenía una carpeta en donde guardaba varias fotos. Eran las fotos que les enviaba a las mujeres con las que contactaba para pasárselo bien. Buscó de entre las que tenía una en la que no se viera nada de su habitación ni nada que su madre pudiese reconocer. Cuando la encontró, pensó unos instantes si mandársela o no. Al final, se la mandó.
-Ya te le he mandado.
-Sí, ya veo que ha llegado.
Alba abrió el mensaje y ante ella apareció la foto de Ale. Sus ojos se abrieron como platos. No se esperaba eso. Era una foto de una polla, en primer plano. Una polla bien dura, tiesa. De la punta de la cabeza de aquella polla salía una gota de un líquido transparente. No había mucho más que ver. Alba miró y remiró la foto. Se veía parte del estómago. Era un vientre plano, musculado y casi sin vello.
No era la primera polla que ella veía, pero sí la primera polla de un chico de 20 años desde hacía mucho tiempo. Una linda polla, se dijo. Parecía de buen tamaño. Cuando se dio cuenta, tenía los pezones duros y notaba que la excitación empezaba a mojar su coño. Hacía mucho que no se excitaba. Y ahora, un completo desconocido la estaba poniendo cachonda.
Quique miraba la ventana del chat, esperando una respuesta de su madre, que no llegaba. Estaba a punto de escribir pidiéndole disculpas por la foto, cuando ella escribió.
-Vaya. Parece que estabas contento cuando hiciste esa foto.
-Sí. Bastante contento. Ahora también estoy así de contento.
-¿Y qué te ha puesto así?
-Tú. Tu foto. ¿Quieres que te diga lo que estoy haciendo?
-Dime.
-Me he sacado la polla. Tengo tu foto abierta, y la miro. Alba... me estoy haciendo una paja mirando tu foto.
Era cierto. Quique se hacía una lenta paja mirando la foto. Lo que más le calentaba era saber que en ese mismo momento su madre estaba mirando la foto de su polla.
Alba se imaginó a aquel muchacho, mirándola mientras su mano subía y bajaba a lo largo de aquella dura polla. Se estaba poniendo muy cachonda con aquello.
-¿Y cómo sé que no me engañas? La foto podría ser una cualquiera cogida de internet.
-Umm, sí. Podría ser. Eres lista. Eso me gusta. Dime una palabra
-¿Qué?
-Que me digas una palabra. La primara que se te ocurra.
-Joder, no sé. Pues....margarita.
-Vale. Un segundo.
Alba se quedó esperando. Como al minuto, recibió un nuevo correo.
-Mira lo que te mando.
Ella abrió el correo con ansias. Era otra foto, de esa preciosa polla. Pero esta vez, aparecía una mano sosteniendo un papel con una palabra escrita: Margarita.
-Me acabo de sacar esa foto. Sólo para ti. Mira como tengo la polla por tu foto, Alba.
-Uf, ya lo veo.
Ahora Alba ya no tenía dudas de que todo era real. Que en verdad él era un chico joven, y que tenía la polla bien dura pensando en ella, mirando su foto.
-¿No te molesta, verdad?
-¿El qué?
-Que me haga una paja pensando en ti. Imaginándome...cositas.
-No me molesta. ¿Qué cositas?
-No sé si decírtelo. A lo mejor te escandalizas.
-Jajaja. No me escandalizo tan fácilmente.
Quique empezó a contarle sus pensamientos. Empezó a decirle a su madre las cosas que pensaba y que jamás pensó que le diría.
-Pues...te imagino arrodillada, delante de mí. Imagino que te paso mi dura polla por tu linda carita. Estoy tan cachondo dejo un rastro brillante por donde paso. ¿Quieres que siga?
-Sigue.
Alba había cerrado las piernas, y se frotaba los muslos. Estaba empapada, mirando las palabras que él escribía. Se lo imaginaba tocándose, por ella, para ella.
-Ummm, me imagino que abres la boca y me empiezas a chupar la polla, mirándome a los ojos. Seguro que estarías preciosa con mi polla en tu boca, Alba.
Ella no recordaba casi la sensación de tener una polla en la boca. Era algo que echaba de menos, pero desde que su marido la dejó por una mujer más joven, no había vuelo a poder tener una relación con un hombre.
Y ahora, leyendo lo que Ale le escribía, había llevado una mano a sus bragas y la había metido por dentro. Se empezó a masturbar, con los ojos fijos en la pantalla. Su deseo había vuelto. Quizás por no ser él un hombre real, sino sólo palabras en su pantalla.
Palabras que la estaban llevando al cielo.
Quique escribía, y entre frase y frase cerraba los ojos, imaginando que todo lo que escribía se lo hacía a su madre.
-Agggg Alba. Puedo ver cómo te acaricias las tetas, sin dejar de mamarme la polla. Mis caderas se mueven hacia adelante y atrás, follándote la boca. Ummmm, Alba, que cachondo estoy. Creo que me voy a correr muy pronto.
Ella también sintió que se iba a correr. Pero no le dijo nada. No quería que él pensase cosas de ella. Sólo deseaba seguir leyendo.
Quique estaba a punto de correrse. Lo que estaba haciendo era sin duda lo más caliente que le había pasado en su vida. Se estaba haciendo una paja para su madre, que lo leía todo mirando una foto de su polla.
-Aggg, Alba... me voy a correr. Pero...no sé...que hacer....No sé si correrme en tu boca para ver como luego te tragas toda mi leche o correrme en tu linda carita y ver cómo mi leche gotea sobre tus preciosas tetas. Dime. ¿Dónde quieres que me corra?
Escribiendo es difícil mostrar lo que se siente. Quique no pudo ver como su madre, con la mano derecha dentro de sus bragas frotaba su clítoris sin cesar y con la mano izquierda, letra a letra, escribía:
-En mi cara.
Alba se iba a correr. Eso era ya inevitable. Pero intentaba por todos los medios retrasar su orgasmo hasta leer lo que Ale le escribiera. Su cuerpo se estaba tensando por momentos. Se mordía el labio inferior y tenía los ojos fijos en la pantalla. Por fin, la frase.
-Agggg Albaaaaa. me..corro...mi polla estalla en tu boca, pero la saco y empiezo a llenártele con toda mi leche. Chorro tras chorro que se estrella en tu linda cara: En tu frente, en tus mejillas, sobre tu nariz, en tus labios. Dentro de tu abierta boca.
Ya no pudo más. Alba se quedó tensa y empezó a correrse, intensamente, con los ojos cerrados. Se imaginaba su cara recibiendo la corrida de Ale. Se imaginaba aquella polla soltando sobre ella una catarata de semen, inundándola. Vio en su mente como empezaba a gotear sobre sus tetas, como con sus manos la esparcía.
Justo en ese momento, unos metros más allá, Quique se corría a borbotones sobre su pecho. Uno de los orgasmos más fuertes que recordaba, intenso. Tampoco recordaba haber soltado por su polla tan cantidad de semen.
Se limpió los dedos para poder escribir.
-Wow, Alba. Me he corrido. Y ha sido maravilloso. Gracias a ti.
-Me alegra que lo hayas pasado bien.
-¿Quieres una foto de mi corrida? Tengo el pecho llenito de leche.
-Sí - contestó con rapidez.
Quique sacó la foto, cuidando de que no saliese nada reconocible. La pasó al ordenador y la mandó.
-Ya.
-Sí, me ha llegado.
La foto era muy explícita. La linda polla, apoyada contra la barriga. El pecho lleno de largos regueros de leche. De la punta de la polla salía un hilito que llegaba hasta la barriga.
-Vaya corrida, Ale. Estabas cargadito.
-Ummm, si, jeje. Ha sido una buena corrida, sí. Alba. ¿Si te hago una pregunta serás sincera?
-Depende de la pregunta.
-¿Te has excitado, aunque sea un poquito?
Alba sintió como se ruborizaba. Era una tontería, lo sabía, pero le daba vergüenza admitirlo.
-Sí.
-Ummm, eso me hace feliz. ¿Un poquito o....un muchito?
-Jajajaja. Tú quieres saber mucho.
-Venga, dímelo.
-Bastante.
-Wow. ¿Te tocaste el coñito?
-Sí.
-Uf, que rico, Alba. ¿Lo tenías mojadito?
-¿Tú qué crees?
-Jeje, me gusta más si me lo dices.
-Lo tenía mojadito.
Quique no se podía creer que su madre hubiese entrado tan fácilmente en el juego. Pero se dijo que era una mujer, muy atractiva, que hacía tiempo que no estaba con nadie.
-Alba..¿Te corriste? ¿Te corriste mirando la foto de mi polla?
-Sí.
-Ummmmm eso es... maravilloso, Alba. Me encanta haberte ayudado a tener placer.
-Jajajaja. Creo que el placer ha sido mutuo.
-Jajaja. Sí.
-Es tarde ya Ale. Me tengo que ir.
-Sí. Yo también. Ha sido un placer, Alba.
-Igualmente, Ale.
-Hasta pronto.
Quique se limpió el pecho. Su polla no se bajaba. Nunca pensó que todo pudiese tomar este rumbo. Se fue a dar una ducha para refrescarse y después de fue a dormir.
Pero no podía dormir. No se podía quitar de su cabeza la imagen de su madre masturbándose mirando su polla. En la oscuridad de su habitación volvió a hacerse una paja. Sólo después de correrse, pudo relajarse y conciliar el sueño.
Alba, también a oscuras, en su cama, no se podía sacar de la cabeza aquella polla. Aquel pecho cubierto de leche. Era mucha, e imaginarla cayendo sobre su cara la volvió a excitar. Pensando en Ale, un chico sin rostro, volvió a masturbase, y como a su hijo, sólo el orgasmo la ayudó a dormirse.
+++++
-¿Le mandaste las fotos? - preguntó Quique a su madre durante el desayuno.
-¿Cómo?
-A... Rosa. Que si le mandaste las fotos.
-Sí, sí, gracias. Todo perfecto.
+++++
Esa tarde, Quique se conectó e hizo una prueba. Se puso online y vio a su madre conectada, pero no le dijo nada, para ver si era ella la que daba el primer paso. Sonrió cuando ella contactó.
-Hola Ale.
-Hola preciosa. ¿Cómo estás?
-Muy bien, ¿Y tú?
-Bien. Encantado de hablar contigo. ¿No tendrás más fotos para mandarme, no?
-Sí, tengo unas cuantas. Pero me han dicho que jamás le mande nada a nadie que no conozca.
-Jajajaja, buena chica. Así me gusta.
Sin embargo, Alba estaba escribiendo un correo y adjuntó varias fotos, las que a ella más le gustaban. Lo mandó y Quique lo leyó.
"Aquí tienes unas cuantas fotos más. Como ves, no te hice caso con lo de tener cuidado, pero no sé porqué, confío en ti.
Besos"
Todas las fotos las conocía bien Quique, pero aún así se excitó. Escribía con la mano derecha y con la izquierda se sobaba la polla sobre el pantalón.
-Wow, Alba. Eres realmente preciosa. Me gustas mucho.
-Gracias.
-Las has mandado para ponerme cachondo, ¿verdad?
-Jajajaja. Puede.
-Pues lo has conseguido. Me voy a sacar la polla.
-Qué rápido te calientas.
-Es por ti, Alba. ¿Cómo no quieres que me caliente viendo tus fotos? ¿Tienes alguna... desnuda?
-Jajajaja. Claro que no.
-Hazte una para mí.
-Ni loca, Ale. Me da vergüenza.
-No tiene que salir tu cara.
-Uf. No sé. Además, la única cámara digital es la de mi hijo y no sé usarla.
-Pero eres una chica lista. Dile a él que te enseñe. Hasta podría....sacarte la foto él.
-Jajajajaja. ¿Estás loco? ¿Cómo me va a sacar él una foto así?
-Jajaja. Era broma, mujer. Pero seguro que no le importaría. Cualquier hombre estaría encantado de verte desnuda.
-Pero es mi hijo.
-¿Qué edad tiene?
-Como tú, 20.
-Pues por muy hijo tuyo que sea, le encantaría verte desnuda.
-Que bruto eres.
Quique dudó en si seguir por esa línea o dejarla, por el momento. Tenía un plan maestro en la mente, y aún era demasiado pronto para hablar de incesto. Decidió cambiar de tema.
-Alba. ¿Cómo es tu coñito?
-Jajajaja. Eres directo, Ale.
-Jeje. Sip.
-Pues, yo que sé. Normal. Un coño normal.
Era la primera vez que Quique veía aquella palabra escrita por su madre. Lo excitó y se sacó la polla, empezando una lenta paja.
-Ay, mujer, se más explícita. ¿Lo tienes depilado o salvaje?
-Jajajajajaja. Salvaje, salvaje. A su libre albedrío.
-Ummmmm, así es como me gustan a mí los coños, bien pobladitos. Es una de las razones de que me gustan las mujeres mayores que yo. Las chicas de hoy en día van casi todas depiladas. ¿Sabes lo que me encanta hacer?
-Dime.
-Me encanta abrirle las piernas a la mujer, y ver su coño peludo esperándome. Me encanta abrirlo con mis dedos, descubrir su interior rosadito y mojado. Y sobre todo, me vuelve loco enterrar mi cara entre esas piernas y comerme ese precioso coño, lamerlo sin descanso, chuparlo, hasta que se corra una y otra vez en mi boca, en mi cara.
Alba leía las palabras y sentía su coño mojarse. Aquel chico hacía que ella se imaginase las cosas que le decía. Se empezó a acariciar las tetas por encima del vestido.
-Alba...
-Dime.
-Me encantaría comerte el coño. ¿Te gusta que te coman el coño?
-Claro que me gusta. Aunque ya ni me acuerdo de la última vez.
-¿Y eso?
-Es muy largo de contar.
-Tengo tiempo. Cuéntamelo.
Extrañamente, lo que le costaba tanto hablar con los suyos, con sus amigos, no le costó nada contárselo a aquel chico. Le contó cómo había sorprendido a su marido acostado con una jovencita en su propia cama, como su matrimonio se había roto, y como desde aquel día no había tenido deseos. No quería que ningún hombre volviera a hacerle daño.
Quique se imaginaba algo así. Se preguntaba el porqué su madre, una mujer tan atractiva y aún joven, no había vuelto a tener relaciones con un hombre después de lo de su padre. Ahora lo entendía todo. Lo odió por eso. Por hacerle daño a su madre.
-La vida es corta, Alba. Aún estás a tiempo de ser feliz. Y de tener mucho placer.
-Soy bastante feliz, Ale.
-Bueno, quizás. Pero por lo que me has contado, no has tenido sexo desde hace mucho.
-No.
-Pues, cómo me gustaría ser el 'primero', Alba. Con lo buena que estás, estaría todo el día follándote.
-Jajaja.
-Alba. ¿Tienes webcam?
Él sabía que sí, que el portátil de su madre tenía webcam. Él tenía también una webcam de esas pequeñitas.
-¿webcam?
-Sí, una cámara para que podamos vernos.
-Pues ni idea. Quique no me ha dicho nada de webcams
-¿Quién es Quique?
-Mi hijo.
-¿Es un portátil o un equipo de mesa?
-Un portátil.
-¿Tiene en la parte de arriba de la pantalla una cosa redondita? Puede que incluso ponga webcam o algo así.
Alba miró. Lo tenía.
-Sí.
-Bien. Entonces tienes webcam. Nos podemos ver.
-Ni loca.
-¿Por qué no?
-Pues porque no.
-Eres muy vergonzosa.
-Sí, mucho.
-¿Y no me quieres ver a mí?
-Bueno, si tu quieres que yo te vea...
-Ah, bien, pues entonces nada.
Claro que Alba deseaba verlo, aunque le daba reparo decírselo. Pero si no se lo decía, quizás él no lo haría.
-Si quiero.
-¿Qué quieres Alba?
-Verte.
-¿Verme el qué?
-Lo que quieras enseñarme.
A los dos les encantaba aquel juego. Insinuaciones, indirectas y también cosas directas.
-¿Lo que yo quiera?
-Sí.
-Ummm. ¿Por ejemplo... mi polla?
-Sí.
-Dímelo. Di que quieres que te enseñe mi polla.
El coño de Alba era ya un mar de jugos. Ale sabía calentarla, sólo con palabras. No se podía ni imaginar lo que sería estar en la cama con él.
-Quiero que me enseñes la polla, Ale.
-¿Y quieres ver cómo me haga una paja para ti?
-Uf, sí.
-¿Quieres ver como mi polla se corre sólo para ti?
Alba abrió sus piernas y empezó a acariciarse el coño, metiendo una mano por dentro de sus bragas. Estaba muy cachonda, y la idea de ver como aquel chico se hacía una paja para ella y como se corría la estaba volviendo loquita.
Quique también estaba muy excitado. Se iba a hacer una paja para su madre. Le iba a enseñar cómo se daba placer y como se corría. Su polla ya babeaba de excitación.
-Sí, quiero ver cómo te corres para mi, Ale.
-¿Estás cachonda, Alba?
-Mucho.
-Ummmm ¿Tienes el coñito mojado?
-Como un lago.
-Wow. ¿Te estás tocando?
-Ale...sí, me estoy acariciando el coño.
Quique casi se corre. Había conseguido calentar a su madre hasta el punto de que se estuviera acariciando.
Preparó la escena. Puso su cámara y la apuntó de tal manera que se viera bien su polla. Quitó de encuadre cualquier cosa que su madre pudiese reconocer. Se quitó la camisa, pero se dejó los pantalones. Unos vaqueros normales no eran reconocibles.
Hacía un par de días que Alba se había reído cuando Rosa le contó lo que era el cybersexo. Y ahora estaba acariciándose el coño, delante de su ordenador, esperando ver como un chico se hacía una paja para ella.
-Bien, Alba. te voy a mandar un invitación para un chat de video. Como no quieres que yo te vea, dale la vuelta a tu cámara. Verás, cuando aceptes, una ventana grande en donde saldré yo. También una más pequeña en donde sales tú, pero como la cámara no apunta hacia ti, verás todo negro o lo que haya detrás de tu ordenador.
-Vale.
Ella hizo como él le decía. Giró la cámara y esperó. Una ventanita se abrió diciéndole que mgusmad quería abrir una chat de video, pidiéndole la conformidad. Pulsó en aceptar.
Ante ella se abrió una ventana grande. En la esquina superior había un cuadrito pequeño que mostraba una pared. Reconoció el papel de su propio dormitorio. Y en la ventana grande, la imagen de un torso joven. Se veía desde debajo de las tetillas hasta medio muslo. Era un cuerpo musculado y bonito, sin camiseta. Una mano acariciaba los pantalones, en donde estaba la polla. La tenía dentro del pantalón, que estaba sin abotonar.
-¿Me ves? - escribió Quique.
-Sí, te veo.
Quique oyó como su madre pulsaba las teclas. Aunque no la veía, el micro estaba en marcha. Pensó en decírselo, pero no lo hizo.
-Yo a ti también te veo.
-¿Queeeeeeeeeeeeeee?
-Jajajaja, es broma.
-Capullo.
Alba veía como él se movía para escribir. Era una mujer espabilada, así que le preguntó.
-¿Puedo oírte?
-Pues no. Mi cámara es una porquería y tiene el micro roto.
-Que pena.
-¿Me ves la polla?
-No. La tienes escondida.
Quique se bajó los pantalones y la dura polla saltó, quedando bien a la vista.
Primero oyó el 'Wow' por los altavoces. Después, lo leyó en la pantalla. Alba no pudo resistir una exclamación de asombro cuando la polla apareció. Ahora, en video, parecía más grande que en las fotos. Se veía dura, poderosa, gruesa, venosa. Una polla preciosa. Se empezó a frotar el clítoris mirando como la mano del chico agarraba aquella maravilla y empezaba a subir y bajar a lo largo del tronco.
-¿Ves como me hago una rica paja, Alba?
-Ummm, sí.
-¿Te gusta mi polla?
-Es linda, sí.
-Dímelo.
-Me gusta tu polla, Ale.
-¿Te estás acariciando, verdad? Te estás haciendo una paja mirándome...
Quique sintió como se le erizaba todo el vello de su cuerpo cuando por sus altavoces oyó a su madre gemir.
-Sí. Me has puesto muy caliente. Esa polla tan dura....
-Yo también estoy ardiendo. Mira como babea mi polla.
-Lo veo.
-No voy a aguantar mucho, Alba. Córrete conmigo. Córrete mirando como mi polla suelta toda su leche.
-Yo también estoy a punto.
Quique subió los altavoces, y empezó a mover su mano más rápido. Los gemidos de su madre eran claramente audibles, y muy sensuales. Notó que su orgasmo nacía dentro de su cuerpo y pugnaba por salir.
Quiso escribirle a su madre que se corría, pero no pudo. Su polla empezó a temblar y un largo chorro de leche salió disparado de la punta de su polla, cayendo sobre su pecho. Luego otro más, y otro. Los gemidos de su madre se transformaron e quejidos de placer.
Su madre se estaba corriendo. Un nuevo espasmo lo recorrió entero y su polla lanzó un último disparo. Los gemidos de ella seguían. Nunca había oído nada tan caliente como aquello. El orgasmo de ella fue largo, intenso.
Alba tenía el cuerpo tenso mirando aquella polla escupir una inmensa cantidad de leche. Se corrió mordiéndose el labio para no gritar de placer, por temor a que su hijo la oyera. No se imaginaba que su hijo lo estaba oyendo todo. No se imaginaba que estaba viendo correrse a su propio hijo.
Cuando los dos se calmaron, Quique volvió a escribir.
-Ummmm Alba. Nunca me había corrido así. Ha sido lo más intenso de mi vida.
-Yo también me he corrido. Ha sido...ummmm maravilloso.
-Sé que te has corrido.
-Jajaja. Que chulito, ¿no?
-Alba. No es chulería. No puedo verte, pero sí puedo oírte. Y te he oído correr. Ha sido muy caliente.
-Eres un...
-No te enfades.
-Jajaja. No me enfado.
-Si quieres, deja de escribir y habla. Yo tengo que seguir escribiendo.
-Vale - dijo Alba, de viva voz.
-Ummmm me encanta tu voz, Alba. Es muy sensual.
-Gracias.
-¿Me haces un favorcito?
-¿Cual?
-Dime cosas calientes. Di que te gusta mi polla. Oírlo de tu voz será maravilloso.
-Con una condición. Quiero ver tu cara.
Las alarmas sonaron en la cabeza de Quique. No podía mostrarle su cara. Todo se acabaría.
-Lo siento, no puedo. Tuve una mala experiencia y no puedo.
-¿No confías en mí?
-Claro que sí. Pero... no puedo de verdad. Quizás algún día.
Se hizo el silencio. Quique miraba la pantalla, atento a cualquier frase. Tenía los oídos atentos. Entendía que su madre quisiere verle. Y entendía que si no lo veía, ella podría molestarse y dejar de hablar con él. Pero mostrarle su rostro sí sería el fin, y quizás, hasta el fin de su relación de madre e hijo.
Pasaban los segundos, y no pasaba nada. Ni una letra, ni un sonido. Empezó a pensar que todo estaba perdido cuando los altavoces empezaron a sonar y la voz de su madre, sensualmente, a hablar.
-Me gusta mucho tu polla, Ale. Es preciosa. Me encanta la manera en que te has corrido. Uf, cuanta lechita caliente, espesa. Seguro que está muy rica.
Oír aquellas palabras de boca de su madre le volvieron a poner la polla dura como una piedra. Se la cogió, aún manchada de la corrida anterior y empezó una segunda paja.
-¿Te gustaría probar mi lechita, Alba?
-Ummm, claro que sí. Me encanta sentir como mi boca se llena de leche calentita, como una dura polla pulsa dentro de mi boca mientras se vacía.
-Agggg, Alba, me estoy haciendo otra paja. Me has vuelto a poner cachondo.
-Lo sé. Lo estoy viendo. Yo también me estoy haciendo otra mirando tu polla.
-Qué caliente eres. Alba.
-Dime que me harías con esa polla. Dime por donde me la clavarías.
-Ummm por todas partes, Alba. En la boca, entre tus tetas. En tu coño. Y ..ummmm también en tu culito.
-Agggggg - gimió Alba, cerrando los ojos - ¿Me meterías esa enorme polla en mi culito?
-Sí, sí, siiiiiiiiiiii. Te pondría a cuatro patas y te follaría el culito con mi dura polla.
-Ummm, Ale...sí....fóllame el culito con tu polla.... dame por el culo....
Aquello fue la guinda, la gota que colmó el vaso. Oír a su madre pidiéndole que le diera por el culo hizo que se tensara y se empezara a correr a borbotones, sumando una segunda corrida a su pecho.
Y, por los altavoces, los gemidos de su madre que también se corría, con él.
Los dos se quedaron callados, respirando agitadamente. Alba fue la primera en hablar.
-Necesitas una duchita. Mira como te has puesto.
-Uf, sí. Ha sido por ti. Esto...ha sido maravilloso.
-Sí. Hacía mucho tiempo que no me corría así.
-Alba, eres tan caliente. Ojalá mi madre fuera como tú.
-¿Tú madre?
-Sí. Pero ahora me tengo que limpiar e irme. Otro día te lo cuento.
-Como quieras.
-Ha sido un placer hablar contigo, Alba. Oírte ha sido maravilloso. Espero que algún día me permitas verte.
-Bueno, ya veremos.
-Gracias. Hasta pronto.
Quique cortó el chat. Todo iba según lo planeado. Mejor de lo planeado. Tener cybersexo con su madre, aunque ella no supiera quién era él, era estupendo. Pero lo que él deseaba era follarla de verdad. Deseaba pasarle la polla por la cara, metérsela entre las preciosas tetas, clavársela en el coño y enterrársela en ese precioso culo al que tantas y tantas pajas había dedicado.
Primero había pensado en que, si todo iba bien, conseguiría quedar con ella en un hotel, creyendo que lo hacía con Ale. Cuando lo viera, podrían pasar dos cosas. Que follaran como locos o que lo mandara a la mierda
Era un plan arriesgado. Y él no quería arriesgarse. Necesitaba un plan perfecto. Y la única manera era convencerla y que ella misma se metiera en la cama de su hijo, su cama.
En su cabeza empezó a trazar la segunda parte de su plan.
CONTINUARÁ
3 comentarios - El Plan de Quique - Fase 1