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Trio

Entre las fotos que compartimos, y las charlas que tuvimos, yo ya estaba re caliente. Todo el tiempo pensaba en cogerte de alguna manera distinta. Te convertiste en mi fantasía de cada día. Pero cuando me mandaste sus fotos y me la ofreciste, no pude resistirme. Dijiste que quería probar estar con una mujer, que nunca lo había hecho. Dijiste que estaba a punto caramelo, que la curiosidad le quemaba la cabeza. Y como un maestro la convenciste, muy de a poquito, de que un trío era la mejor opción.
En la vereda enfrente del hotel hay un café; me siento y pido un licuado para matar el tiempo. Se ve lo ansiosa que estoy, que llegué una hora temprano a la cita. Mientras juego con la pajita y el mozo pierde sus ojos en mi escote, pienso en las cosas que le quiero hacer. Por supuesto que a vos también, pero hace mucho que venimos fantaseando juntos, así que para nosotros es casi como si ya nos conociéramos (tengo que reconocer que la expectativa de tenerla a ella opaco un poco la emoción de conocerte). Saco mi celular y repaso las fotos (tuyas, mías y de ella), y la calentura empieza a subir por mis piernas. El mozo se me acerca para conversar, y noto que no se acerca mucho: deja una pequeña distancia entre nosotros que le permite relojearme las piernas. Hoy me levanté bien putita, así que mientras la charla se anima me hago la distraída y abro las piernas, para que pueda ver la cara interior de mis muslos por debajo de mi pollerita. Veo en sus ojos el momento exacto en que lo hace, y le dedico mi mejor carita de perra. Se sonroja, se discupa y se mete en la cocina. Esa pequeña previa es suficiente para que me moje.
Quince minutos antes de la hora acordada me llega un mensaje tuyo de que están llegando: pido la cuenta, le doy la plata con un guiño y le tiro un beso mientras salgo del lugar. Me ve subirme a tu auto, al que dirigís hacia la entrada del telo, con ella en el asiento del acompañante. Me ratoneo imaginando las pajas que se hará pensando en lo que vamos a hacer.
Tu amiga es una duce: me saluda con la manito girando sobre su cuerpo para mirarme desde el asiento de adelante. Veo que está un poquito nerviosa porque la noto un cachín tímida, pero a la vez siento que está confiada. Me la como con los ojos mientras le devuelvo el saludo con mi mejor sonrisa; vos apenas me miras por el retrovisor y ya te estás sonriendo solo (esto de haber conversado tanto parece que funcionó, porque es como si me conocieras…). Empiezo a charlar con ella para que se relaje y entremos en confianza, y con suerte que se olvide un poquito de las ansias. Tan ocupadas estamos charlando que ni miramos a la ventanilla de la recepción. Entramos, estacionas en una cochera privada, y subimos juntos a la habitación.
Es grande, linda, comoda, qué se yo, es un telo. Sugiero que tomemos algo, no quiero que lo primero que hagamos sea sacarnos la ropa. Ella pide cerveza, vos fernet, pero yo opto por vino tinto: sé perfectamente cómo me pone. Ella cambia su elección y terminamos con un rico malbec entre las dos. Seguimos hablando como para conocernos, y vos apenas metes bocado (nos dejas ser, aunque cada tanto veo tu sonrisa de lado, y te advierto que ya me estás volviendo loquita…). Con la charla se va el vino, y cuando baja de la mitad es cuando me acerco a ella. Voy despacio, no quiero ponerla incómoda. Pero me sorprende con una ancha sonrisa y se incorpora para besarme (me come la boca, la muy putita). Veo tu reacción al instante: te pones tenso, expectante; tu sonrisa se congela en tu cara, querés meterte a toda costa, pero sabes que no es el momento.
La muy atrevida sube su mano por mis muslos, las mete abajo de mi pollera y las baja arañandome las piernas. Me doy cuenta que el vino le hizo efecto, y que está atrevida. Sé que podría arrancarle la ropa y comerle esa conchita bien depiladita que me mostraste en fotos, y que no va a hacer otra cosa que gemirme de placer y acabarse en mi boca. Pero, qué le voy a hacer? Soy una gata a la que le gusta jugar con la comida. La dejo calentarme, pretendo por un rato que me tomó por sorpresa, que tiene el control. Sus manos se meten abajo de mi remera, me agarra las tetas, me pellizca el pezón izquierdo mientras con su boca baja por mi cuello. Ella está sentada en la cama y yo parada, inclinada sobre ella, de manera que cuando libera mi boca puedo verte sentado atrás nuestro, con una mano adentro del pantalón. Te sonrío para que sepas lo que viene, y me contestas de la misma forma.
Ella está muy entretenida sacándome la remera, así que aprovecho para sentarme sobre ella con las piernas abiertas. Vuelvo a su boca y la lleno con mi lengua, caliente, profunda, le impongo mi propio ritmo, que al principio le cuesta seguir (el vino hizo de sus besos algo frenético) pero eventualmente lo capta. Se relaja y me deja hacer.
Me separo de ella, me saco la remera y el corpiño, y llevo mi pecho hasta su boca. Se la come ansiosa; parece una beba con hambre. Hago presión para que sepa que lo tiene que hacer fuerte, y enseguida empieza a jugar con los dientes en mi pezón. Ya estoy toda mojada; te miro y te encuentro con tu pija en la mano, señal de que vos tampoco te estás aguantando. Ella me muerde las tetas, primero una y después la otra, totalmente dedicada a su tarea. La agarro del pelo para separarla de mis pechos, y medio que se resistió. Me río, no puedo evitarlo. Se sonroja y me sonríe, pero de inmediato busca mi boca. Le paso la lengua rápido por los labios, apenas un lenguetazo, y me levanto y me alejo un paso. Amorcito dulce!! Me mira con un poquito de tristeza, como diciéndome “No te vallas que la estoy pasando muy bien!!”
- Toma un poquito más de vino, hermosa - le digo alcanzándole la copa. La recibe con un puchero y toma un trago-. Ahora veni, parate. La agarro de la manito y la llevo al centro de la habitación. La desvisto completa, casi clínicamente. Le dejo puestos los tacos porque nos calientan a ambos. La doy vuelta para que te mire, y me paro detrás suyo. Así desnuda, parada derechita, la miro por el espejo que nos refleja juntas y se me antoja inocente. Cuando la mirás te sonríe, y aunque no puedo asegurarlo, creo que te dijo “Gracias!”.
Le beso el cuello mientras la recorro con mis manos. Me detengo en sus tetas, las sopeso. Le apreto un poquito los pezones, la beso desde atrás. Entre mis besos profundos y mis manos tocándola no puede evitar relajar las piernas y abrirlas un poquito, casi involuntariamente. Mil veces estuve en esa posición, así que sé muy bien lo que tengo qué hacer. Mi mano derecha baja hasta su concha y empapo mis dedos con sus jugos, para que al masajearle el clítoris no haya roce que disminuya el placer. Empieza a gemir y se escapa de mi boca, pero con la mano izquierda la vuelvo a recuperar. La beso profundo al compas de mis dedos en su concha; la borrega se moja cada vez más, y los gemidos que se ahogan en su garganta me están calentando muchísimo.
Me separo de su boca para controlarme un poco, la giro para tenerla de frente y besándola de nuevo la acuesto despacio en la cama. Saco mi mano de entre sus piernas, y bajo con mi lengua por su cuello. Recorro sus pechos, mientras abre las piernas esperando lo que sabe que va a venir.
No la hago esperar mucho: yo también estoy recaliente. Abro la boca y cubro lo más que puedo su vulva exquisita: está caliente, mojada y dispuesta. Con mi lengua delineo cada recoveco de su vulva, me como su concha como si fuera la última de la tierra. La escuchogemir, allá a lo lejos, porque la verdad es que la estoy pasando tan bien que me olvido de hacerla disfrutar. Hasta que siento cómo me acaba en la boca con fuerza, y me doy cuenta de que todavía no te compartí nada.
Levanto la vista para mirarte mientras ella recupera el aliento, y veo que te estas pajeando suavemente. Tu pija está bien parada, re dura, pero tu mirada es tranquila, si bien caliente. Vuelvo a ella besándola, compartiéndole su propio sabor desde mi lengua, y lo sorbe hambrienta.
- Ahora te toca a vos - le digo suavemente.
Me sonríe contenta, y mientras se incorpora me voy desvistiendo. Es atenta, y me ayuda con cada prenda. La vuelvo a besar cuando estoy completamente desnuda parada frente a ella, y se levanta y me besa de frente.
- Acostate - me dice suavemente.
Le hago caso, y me abro de piernas para que ella esté cómoda. Te tengo sentado a mi derecha, y disfrutás del espectáculo tranquilamente. Ella se arrodilla en la cama, me besa una última vez, y se entretiene entre mis piernas. En un principio lo hace muy fuerte, mordisquea y no me encanta. Pero de a poco le voy indicando, con ese lenguaje no verbal que tenemos las mujeres en la cama, cómo tiene que hacerlo, y enseguida le agarra la mano (o la lengua, mejor dicho).
Me estoy calentando mucho, así que le pido que empiece a jugar con los dedos también. Concentrada como estaba en cogerme de esa manera, no se percató de la seña que te hice, ni de que te levantaste y te pusiste atrás de ella, con la pija parada y bien dura, por eso tu penetración profunda la tomó totalmente por sorpresa. Le diste tal envión que me coló los dedos más profundo de lo que lo venía haciendo, y se me escapó una risita traviesa.
Parece ser que el pijaso la calentó, porque mientras la bombeabas desde atrás, sus chupadas se hicieron más fuertes, profundas, los dedos pasaron de dos a tres, y así me cogía cada vez más fuerte. Finalmente me perdí entre tantos estímulos, empecé a remontar un orgasmo de esos que me hacen desvariar, y exploté cuando vi tu cara con una sonrisa de lado, llena de lujuria, y la pendeja gimiendo atragantada por mi concha.
Le devolví el favor, llenándole la boca con mi acabada, y mientras seguí disfrutando de tus embestidas, que en ese punto ya eran bestiales, me levanté y me paré atrás tuyo. Agarrándote suavemente de la cadera te traje hacia mí para que salgas de ella. La cara de bronca, de polvo cortado, de odio encarnizado con la que me miró, me hizo reír. En un principio la risa no le cayó nada bien, pero después se relajó, y volvió a su actitud sumisa.
- Date vuelta por favor- le hablo dulcemente para que el contraste entre el tono y la orden no dejen dudas de quién manda hoy.
La detengo en cuanto se quiere levantar; le indico con un gesto que arrodillada en la cama está bien. Pasan dos segundos en los que su mirada expectante y tu pija tan cerca de su boca me vuelven a calentar, y los disfruto muchísimo. Acto seguido, te empujo un poquito desde la cadera para ensartarle la boca con tu verga.
No le tengo clemencia, así como ella y sus dedos no la tuvieron con mi concha. Me muevo con vos y hago que le cojas la boca con la pija sin piedad. La veo ahogarse y atragantarse, veo su cuerpo sacudido de arcadas y te envidio por no poder sentir todo eso más que con la mente. Pero mi posición también tiene su encanto: después de todo, me siento una directora de orquesta: no toco ningún instrumento y aún así dictamino el ritmo.Me gusta, pero al poco tiempo me aburro, y te la saco para que descanse su garganta. Te beso el cuello mientras te pajeo, porque no quiero por nada del mundo que piedras tu erección. Te susurro que te acuestes boca arriba, y mientras lo haces, me acerco a ella y le doy un buen beso profundo, mojado, caliente. Me dejó hirviendo verla comerse así tu pija, y decido que se merece un premio. La ayudo a pararse y me agacho para comerme su conchita así parada como está. Sé que es una vista excitante y a la vez la expectativa la prepara para lo que va a venir. La ayudo a subirse a la cama, y la siento sobre tu pija que sigue durísima. Enseguida empieza a rebotar, ansiosa de llegar al orgasmo que tanto está esperando, pero la beso despacio y la calmo: lo que quiero para ella no necesita de atolondramientos. La beso al compas del ritmo que quiero que lleve, y cuando lo toma bajo por su cuello y poco me entretengo entre sus pechos. Me arrodillo al borde de la cama y acometo lo que tengo tantas ganas de hacer: comerme su concha mientras tiene tu pija adentro.
Hay lengua para todos: su concha y tus huevos reciben la continua y caliente atención de mi boca; mi lengua los recorre todos, y cuando siento que ella se está acercando al orgasmo, me concentro en su clítoris para acompañarla hasta el último momento.
Acaba brutalmente entre gemidos y gritos, contrayendo mucho todos los músculos, y finalmente la abrazo para sostenerla porque quedó rendida.
Amorosamente la acomodo al lado tuyo, que dulcemente la besas y le decís cosas lindas, mientras se relaja al lado tuyo. Solamente me queda garcharte, y que acabemos juntos, porque de ella, ya no podemos sacar ni una gota más. Al menos por hoy.

4 comentarios - Trio

VoyeaurXVII +1
Tremendo relato... vívido (muy real)...
una verdadera directora de orquesta... que merece la próxima, dejarse llevar por el ritmo que le impongan...
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Estoy cocinando algo hace un tiempo... pero todavía no salió. Hoy me había puesto a escribir con la intención de sacarlo, pero encontré este que había empezado hace tiempo y me salió terminarlo. Supongo que al otro le hace falta un poquito más de cocción
VoyeaurXVII
cocinemos algo juntos!

en todos los sentidos se lo digo
Pervberto +1
Muy disfrutable, esperamos más.
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Muchas gracias! Esperemos que salga otro pronto
Malu1985 +1
Excelente......que manera de sobarme el pene ,aunque fuera por sobre el pantalon ya que estoy en el trabajo... muy pero muy buen relato!!
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Muchas gracias! Que hermoso alago que lo disfrutes hasta en el trabajo!