Una historia, un protagonista, una fantasía. Todos nos hemos dejado llevar alguna que otra vez por nuestra mente. En esta página nos interesan las fantasías y los protagonistas de nuestros relatos se encargan de vivir las suyas a flor de piel. Una historia por día, un protagonista nuevo, una fantasía distinta. Dejate llevar por la imaginación...
4 paredes
Está terrible. Tiene el mejor cuerpo que le haya visto a un pibe de 19 años en mi vida. Unas piernas bien carnosas de tanto correr, un culito terrible, bien paradito, una pancita excelente con todas las abdominales marcadas, unos pectorales increíbles, los brazos son impresionantes, y la cara es divina, con una sonrisa perfecta, unos ojos celestes que te enamoran y una nariz chiquitita que me encanta. El problema es que el pibe es un tremendo pelotudo.
Me llamo Ludmila, tengo 24 años y estoy terriblemente caliente con Federico, el mejor amigo de mi hermano de 18 años. Y es que me vuelvo loca cada vez que lo veo, me calienta mucho cuando está en la pileta todo mojado, o cuando juegan al futbol en el patio de casa, o simplemente cuando se juntan a hacer previa en casa y se pone alguna camisita apretada. El pendejo está terrible.
Mi hermano y Fede no son amigos hace mucho tiempo. Se empezaron a juntar cuando arrancó la facu y a los dos meses ya eran inseparables. Ahora están todo el tiempo juntos. Para la primera tanda de parciales el pibe vivía en mi casa y yo no me aguantaba. Hacía mucho que no me pasaba esto con alguien, esto de querer cogerme a alguien con tantas ganas. Pero él estaba demasiado bueno chicas! Entiéndanme!
Cuando terminó su primer año de facultad decidieron irse de viaje, por lo que pude descansar por dos semanas, pero cuando volvieron era una cosa de verlo todos los días en casa. Como tenemos pileta y un patio más o menos grande, mi hermano y dos o tres amigos vivían en casa boludeando. Una noche se quedaron a dormir y se me cruzó por la cabeza hacerme la viva con el pibe. Yo no soy una chica fea, la verdad es que tengo mucho éxito entre los hombres, y mi cola es mi mejor arma. Así que, aprovechando el calor, decidí pasearme ese día por casa con una remera larga y la parte de debajo de la malla. Pude notar como todas sus miradas se paraban en mi cola cada vez que pasaba por la cocina. Al rato se fueron a dormir y yo me quedé en la cocina mirando la tele. Una hora después más o menos él apareció para buscar algo de tomar. Estaba en short y en cuero y pude ver que tenía la pija bastante dura. Él se dio cuenta de que lo estaba mirando así que se hizo el salame y se fue, pero antes de irse me miró fijo denotando que si no fuera porque mi hermano estaba en la pieza de al lado, me cogía.
Ese año nos mudamos a un edificio, y por suerte como la pileta del consorcio estaba en la planta baja, no lo veía todos los días. Sin embargo a veces me asomaba por la ventana y lo miraba desde ahí. Lo peor de todo es que en el medio estuve con varios chicos, no es que ese año y medio no pasó nada, pero cada vez que lo veía a él sentía que faltaba cerrar un capítulo de mi vida.
No fue hasta marzo del año siguiente que volvimos a estar en una situación provocadora como la de la cocina. Era el cumpleaños de mi hermano y decidió hacerlo en casa a la noche. La idea comer algo con sus amigos y después salir a bailar. Con mi vieja le organizamos la comida y ella salió con unas amigas, pero como yo estaba a full con unos trabajos prácticos decidí quedarme en casa. A eso de las 9 empezaron a caer sus amigos y cerca de las 10 ya estaban comiendo. Pero de repente suena el timbre. Mi hermano me pregunta si puedo bajar a abrir yo, ya que él estaba con todos los chicos y yo le digo que sí. Lo peor es que no sabía que abajo estaba él.
El ya tenía los 19 y estaba hermoso. Había crecido bastante en esos últimos meses y el verano le había dado un colorcito bastante lindo. Tenía puesta una camisa color rosa salmón que era bastante ajustada y pegada al cuerpo. Cuando le abro la puerta me saluda con un beso. Pasamos y llamo el ascensor que se había ido. Me preguntó si era el último y le dije que creía que sí.
- Es que me estaba poniendo lindo para las chicas.- Me dijo tocándose el pecho.
“Que nabo” pensé yo. Y después de todo seguía siendo un salame, un creído bárbaro.
Nos subimos al ascensor, y cerca del piso 5 (nosotros vivimos en el 12) se cortó la luz.
- ¿Qué pasó?- Me preguntó.
- Se cortó la luz.- Le digo yo.- Pasó un montón en el verano.
- ¿Y cuánto tarda en volver?- Me preguntó.
- No se.- Le digo algo irritada.- A veces 5 minutos, a veces 2 horas.
Siguió haciéndome algunas preguntas estúpidas, pero yo estaba bastante nerviosa. No tenía ganas de estar en el ascensor, atrapada con ese calor, y menos con él. Estábamos a oscuras, pero sentía como se movía de acá para allá como esperando que de la nada volviera a arrancar. De a poco el tiempo iba pasando. Consulté mi celular: 10:14… No paraba de moverse. Yo estaba algo preocupada. 10:16… No había ni señales de que alguien nos estuviera buscando. Escuchábamos ruidos afuera, pero el ascensor era imposible de abrir. 10:19…
- Tengo mucho calor.- Me dijo.- Me voy a sacar la camisa para no transpirarla.
Pero cuando lo hizo fue como si de la nada una luz saliera de adentro suyo. Pude ver muy en claro su pecho perfectamente trabajado. Casi que se me caía la baba. El me miró fijo y se dio cuenta que yo estaba hipnotizada con sus abdominales. De a poco se empezó a pasar la mano por el cuerpo, tocándose de forma muy sensual, sin parar de mirarme y bajando de vez en cuando hacia su bulto.
- ¿Querés tocarme?- Me preguntó con una voz sexy poniéndose la mano sobre el pantalón.
Yo obviamente le dije que sí. Él se desabrochó el cinturón y mientras se bajaba el cierre, yo me acerqué a él y puse mis manos sobre su pecho. De manera muy zarpada lo fui acariciando y tocando como podía. Enseguida él me abrazó y nos empezamos a besar. Federico me envolvió con sus brazos y apoyó sus manos en mi culo y lo apretó con ganas y eso me volvió loca. Fue besando el cuello y lamiéndome como a un chupetín hasta sacarme la remera.
- Que buenas tetas que tenés Ludmi.- Me dijo apretándomelas por encima del corpiño.
Algo apurada me lo terminé sacando y lo tiré a la pila de ropa que se iba formando a un costado. Agachó su cabeza y comenzó a lamerme las gomas con ganas. Les pasaba la lengua de acá para allá y me mordía los pezones con suavidad. “¡Ay!” me quejé yo, pero mi sonrisa delató que me gustaba lo que estaba haciendo. Se arrodilló para besar mi panza y cuando llegó al cierre del pantalón lo desabrochó y me lo bajó con brusquedad.
Me indicó que me diera vuelta y yo quedé de espaldas hacia él y con las dos manos apoyadas contra la pared del ascensor. Me abrió las piernas y después de pasar sus manos fuertemente por mis muslos, llegó a mi cola y me pegó un cachetazo que me provocó un gritito que combinaba sorpresa con calentura. Sus manos volvieron a apretarme la cola y la abrieron de par en par y sentí como un dedo bajaba desde mi espalda hasta mi conchita y se metía adentro de mi cuerpo húmedo.
Comenzó a cogerme con su mano, sacando y metiendo el dedo de mi concha con suavidad pero intensidad. Me gustaba, me calentaba. Sentía como sus dedos me penetraban y hacían que me mojara cada vez más. Tenía los ojos cerrados y la boca entreabierta y me relamía de placer. Federico me estaba volviendo loca.
Me di media vuelta y me agaché exigiéndole a él que se parara. Lo empujé con brusquedad contra el borde del ascensor y le bajé el pantalón y el bóxer de un solo tiro. No podía creer lo que veían mis ojos, una pija enorme, carnosa y jugosa yacía frente a mis ojos. Lo miré a la cara y él sonrió con picardía y antes de que pudiera hacer un nuevo comentario de agrandado, me la metí en la boca. Comencé a chupársela con ganas y me encantaba, era la pija más rica que había probado en mi vida. Tenía la cabeza húmeda y mis labios arrastraron toda esa humedad por el resto del tronco. Le pasaba la lengua por cada centímetro y disfrutaba jugando con ella y con mis labios. Federico no paraba de decir “sí, sí” con todo de placer y su pija se ponía cada vez más dura. La tenía en mi boca y me estaba calentando más que sus dedos. Quería que me la metiera ya.
Me paré y volví a colocarme de espaldas a él y con las manos contra la pared. Federico me bajó la tanga hasta quedar en el piso y apoyó la cabeza de su enorme verga en mi conchita y comenzó a hacer presión. Yo estaba tan mojada que entró directamente sin hacer esfuerzo y él rápidamente me tomó por la cintura y comenzó a cogerme.
Era una sensación hermosa. El pendejo me daba bien fuerte, provocando que su cintura chocara contra mi cola en un ruido seco y excitante. Su pija entraba y salía de mi cuerpo casi por completo y me mojaba más y más. Nuevamente cerré los ojos y concentré toda mi energía en mi entrepierna y sentí un placer inmenso. Federico volvió a pegarme un chirlo en la cola y ese fue el inicio de una serie de gemidos y gritos de placer que empezaron con un “¡Sí, dale cogeme!” casi desesperado de mi parte.
Me daba y me daba cada vez más fuerte. Ya habíamos dejado la delicadeza del tacto y ahora solo era importante coger con violencia. Su cuerpo golpeaba contra el mío cada vez más fuerte. Mi cola sentía el calor de su cintura. Mi concha ardía cada vez que su pija entraba bien a fondo. Sus manos me apretaban con firmeza y las mías empezaban a quedar marcadas en la pared. Un orgasmo excitante vino sobre mí en un grito exagerado de “¡Sí!” y sentí como acababa sobre su pija.
Rápidamente me di vuelta y me arrodillé frente a él y tomando su pija con mi mano comencé a pajearlo y le pedí lo que le pedía a todos los hombres después de que me hacían acabar así: “Ahora, dame la leche”. Federico no tardó en largar semen a lo pavote y me llenó la boca enseguida y como buena putita obediente me lo tragué todo y al final le mostré la lengua para que vea que no había quedado nada…
El ascensor retomó con un golpe y abrí los ojos. Estaba acurrucada en una de las esquinas y mi cara de miedo se reflejaba en el espejo. Federico estaba parado casi en la otra punta mirando al techo y cuando arrancó el ascensor me miró y sonrió. Yo estaba toda transpirada, el calor y el miedo me habían jugado una mala pasada. Pero en mi entrepierna estaba mojada y eso tenía que ver con lo que había pasado hacía instantes en mi mente.
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4 comentarios - 4 paredes (Fantasías)
Muy excitante. Me gustan las formas y el fondo. Escribes bien, muy bien. Gracias por compartirlos y hacernos fantasear contigo.
Besos from Spain.