Maru no estaba en casa, esa noche de la semana siguiente a aquella de mi fiesta/despiporre sexual con la ingeniera en sistemas Gabriela. (Subí un relato al respecto)
Salió con alguien... y me lo había dicho:
-…… no me esperes a cenar….. No viajaré como “hiciste” vos la semana pasada….. Andaré, en las inmediaciones, con un amigo…. -
No había “digerido” lo de mi viajecito, súbito e impostergable, mi fingimiento, y me lo echó en cara.
Ella, en cambio, fue genuina: al pan, pan, a la concha, verga extramuros.
No era por celos. Hasta ese día no me había dejado inmutar por esas escapadas. Nos son muy útiles para mantener el concierto en nuestro matrimonio (las suyas y las mías). Enterarme o, en un solo caso presenciarla, me había excitado al extremo.
Imposible es ignorarlas, sobre todo si uno sabe que están ocurriendo en el momento, pero, extrañamente, en esa ocasión experimentaba algo como aflicción, congoja, ansiedad, en lugar de excitación.
Me desparramé en el sofá con vaso, grande, de jugo de fruta en una mano y el control remoto en la otra. La pretensión era ahogar pensamientos en jugo de naranja y en un partido de futbol, televisado en diferido, para olvidar... ¿funcionó?
No pasaron más de cinco minutos desde que encendí la tele ... la apagué y me levanté. Mi mente estaba en otra parte, pensando en ella y en su amigo... “¿quién sabe dónde están “charlando”?”
Sus “palabras” contra mis silencios. No valía la pena, el juego era demasiado desparejo.
Salí al jardín, el fresco de la noche traía un poco de alivio en días pesados como ese. Amo la naturaleza y sus diversas manifestaciones. En esos días las plantas eran vigorosas, estaban en la cima de su expresión. Recorriendo senderos, di con los rosales, distribuidos aquí y allá, que despedían un aroma embriagador, un afrodisíaco en el aire.
De improviso, una idea. Volví a la casa a buscar la tijera de podar y una bolsita de plástico. De regreso a los rosales, el perfume y el fresco de las hojas, me acariciaban el olfato y la piel. Las espinas me recordaban a Maru, que no estaba en casa esa noche… corté más de una docena de rosas de todos los colores. “Sembré” la mitad izquierda de la cama de pétalos de rosa.
Dejé encendido el velador de su mesita de luz. Me acosté y quedé dormido, borracho del perfume de rosa. Inmerso en esa dulce fragancia y con el pensamiento grato de haber preparado la bienvenida, (la imaginé sorprendida y atónita), a su regreso, deleitada, por la experiencia que acababa de tener.
Cuando llegó, me despertó con un:
-¡Ya estoy de vuelta! ¡Espabílate! Voy un instante al baño y estoy con vos-
Me quité pijama y slip y, desnudo boca abajo, me quedé esperándola.
-¿Y esooooo!?.... ¡Qué loco que sossss!!- Reía, estaba emocionada por los pétalos.
Percibí como se deshacía de sus prendas íntimas.
Se tendió sobre mí... me abrazó, y comenzó a refregar el monte de Venus contra mis nalgas. Estaba excitada por el contacto de su cuerpo con el mío, en esa posición inusual, intrigante y acogedora.
Y se mojó, la pucha lo mucho que se estaba mojando. El aroma de las rosas se mezcló con el suyo en una fragancia única, sensual y seductora.
Yo tenía el culo mojado, completamente empapado... el pene erecto, casi estallando.
Un rato después me soltó…. Se zambulló, de espaldas, en los pétalos…. Yo giré el cuerpo y quedé boca arriba a su lado. El perfume, sexo-floral se hizo más intenso, atractivo.
Ella manoteó mi verga y:
-…. ¡No me vas a creer!.... intuí que algo, raro, ibas a…. armar…. –
-… acá estoy…. No acabé con él…. No tuve ni un orgasmo… quise reservar lo mejor para vos, esta noche-
Ardían los dos cuerpos... fue una erupción de deseo y atracción.
Me subí sobre ella, entre sus piernas abiertas, y empecé a besarla y a abrazarla fuertemente.
-¡Te amo, trolita!-
-¡Qué linda sorpresa me hiciste!... ¡Estás loco!-
-¡Si, estoy loco, loquísimo por vos!-
-¡Me encanta cuando haces locuras,…. Nunca te vuelvas cuerdo-
La penetré… ¡Estábamos cogiendo, haciendo el amor, aferrados, besándonos, manoseándonos, riendo, diciéndonos halagos y guasadas… en un lecho de rosas!
Mi pene durísimo, su concha empapada... era un guante de seda para mi pija tiesa. Besos, caricias, risas, gemidos, palabras...
No cabía otro desenlace que sendos orgasmos desmesurados.
-Estás loco…. Irremediablemente loco –
-Siii….. loco por vos. ¡Sos increíble, maravillosa!-
-No es cierto-
-Si, lo sos-
Con un pétalo escarlata, le envolví un pezón, lo acaricié, luego pasé al otro. De ahí lo llevé al clítoris erecto…. entre sus grandes labios hinchados… tenía temblores increíbles y me regalaba una sensación erótica… imposible de describir.
Yo era pétalo y aroma a rosa y sexo, simultáneamente, era marido y amante… era un HOMBRE… Y ella era la MUJER. Éramos, simplemente eso: hombre y mujer.
-¡Me gusta!-
-¡A mi también!-
-¡Estás loco!-
-¡Lo se!-
De pronto su boca, su lengua... sus manos en mis bolas mientras, la boca, trabajaba en la verga mojada, como si fuera a tragarla. Le acaricié la espalda, el culo, el cabello.
-¡Pará de mamar…. No, no seguí..-
-¡Lo dicho…..Estas loco!-
-Te amo….. y te cojo-
Me subí de nuevo sobre ella. Otra vez el frenesí, el corazón en la garganta por la fatiga, dos cuerpos sudorosos y húmedos... tensos, lanzados unos contra el otro en la batalla del amor.
Las almas ardientes, se fundieron, hasta los orgasmos, infinitos… y maravillosos.
Luego el agotamiento, el abandono, la quietud, el sueño, los pétalos, el perfume, la dulce brisa de que entraba por la ventana... eran las 3:00 de la madrugada.
-Buenas noches mi amor...-
La mañana nos encontró salpicados de pétalos, aún borrachos de pasión por la noche que acababa de pasar. Demasiado temprano para prestar atención al despertador. Los ojos agredidos por el sol que se filtra por las persianas medio cerradas...
Duchas, café y a la calle hacia el trabajo dejando en la casa, aleteando, un perfume de rosa.
Salió con alguien... y me lo había dicho:
-…… no me esperes a cenar….. No viajaré como “hiciste” vos la semana pasada….. Andaré, en las inmediaciones, con un amigo…. -
No había “digerido” lo de mi viajecito, súbito e impostergable, mi fingimiento, y me lo echó en cara.
Ella, en cambio, fue genuina: al pan, pan, a la concha, verga extramuros.
No era por celos. Hasta ese día no me había dejado inmutar por esas escapadas. Nos son muy útiles para mantener el concierto en nuestro matrimonio (las suyas y las mías). Enterarme o, en un solo caso presenciarla, me había excitado al extremo.
Imposible es ignorarlas, sobre todo si uno sabe que están ocurriendo en el momento, pero, extrañamente, en esa ocasión experimentaba algo como aflicción, congoja, ansiedad, en lugar de excitación.
Me desparramé en el sofá con vaso, grande, de jugo de fruta en una mano y el control remoto en la otra. La pretensión era ahogar pensamientos en jugo de naranja y en un partido de futbol, televisado en diferido, para olvidar... ¿funcionó?
No pasaron más de cinco minutos desde que encendí la tele ... la apagué y me levanté. Mi mente estaba en otra parte, pensando en ella y en su amigo... “¿quién sabe dónde están “charlando”?”
Sus “palabras” contra mis silencios. No valía la pena, el juego era demasiado desparejo.
Salí al jardín, el fresco de la noche traía un poco de alivio en días pesados como ese. Amo la naturaleza y sus diversas manifestaciones. En esos días las plantas eran vigorosas, estaban en la cima de su expresión. Recorriendo senderos, di con los rosales, distribuidos aquí y allá, que despedían un aroma embriagador, un afrodisíaco en el aire.
De improviso, una idea. Volví a la casa a buscar la tijera de podar y una bolsita de plástico. De regreso a los rosales, el perfume y el fresco de las hojas, me acariciaban el olfato y la piel. Las espinas me recordaban a Maru, que no estaba en casa esa noche… corté más de una docena de rosas de todos los colores. “Sembré” la mitad izquierda de la cama de pétalos de rosa.
Dejé encendido el velador de su mesita de luz. Me acosté y quedé dormido, borracho del perfume de rosa. Inmerso en esa dulce fragancia y con el pensamiento grato de haber preparado la bienvenida, (la imaginé sorprendida y atónita), a su regreso, deleitada, por la experiencia que acababa de tener.
Cuando llegó, me despertó con un:
-¡Ya estoy de vuelta! ¡Espabílate! Voy un instante al baño y estoy con vos-
Me quité pijama y slip y, desnudo boca abajo, me quedé esperándola.
-¿Y esooooo!?.... ¡Qué loco que sossss!!- Reía, estaba emocionada por los pétalos.
Percibí como se deshacía de sus prendas íntimas.
Se tendió sobre mí... me abrazó, y comenzó a refregar el monte de Venus contra mis nalgas. Estaba excitada por el contacto de su cuerpo con el mío, en esa posición inusual, intrigante y acogedora.
Y se mojó, la pucha lo mucho que se estaba mojando. El aroma de las rosas se mezcló con el suyo en una fragancia única, sensual y seductora.
Yo tenía el culo mojado, completamente empapado... el pene erecto, casi estallando.
Un rato después me soltó…. Se zambulló, de espaldas, en los pétalos…. Yo giré el cuerpo y quedé boca arriba a su lado. El perfume, sexo-floral se hizo más intenso, atractivo.
Ella manoteó mi verga y:
-…. ¡No me vas a creer!.... intuí que algo, raro, ibas a…. armar…. –
-… acá estoy…. No acabé con él…. No tuve ni un orgasmo… quise reservar lo mejor para vos, esta noche-
Ardían los dos cuerpos... fue una erupción de deseo y atracción.
Me subí sobre ella, entre sus piernas abiertas, y empecé a besarla y a abrazarla fuertemente.
-¡Te amo, trolita!-
-¡Qué linda sorpresa me hiciste!... ¡Estás loco!-
-¡Si, estoy loco, loquísimo por vos!-
-¡Me encanta cuando haces locuras,…. Nunca te vuelvas cuerdo-
La penetré… ¡Estábamos cogiendo, haciendo el amor, aferrados, besándonos, manoseándonos, riendo, diciéndonos halagos y guasadas… en un lecho de rosas!
Mi pene durísimo, su concha empapada... era un guante de seda para mi pija tiesa. Besos, caricias, risas, gemidos, palabras...
No cabía otro desenlace que sendos orgasmos desmesurados.
-Estás loco…. Irremediablemente loco –
-Siii….. loco por vos. ¡Sos increíble, maravillosa!-
-No es cierto-
-Si, lo sos-
Con un pétalo escarlata, le envolví un pezón, lo acaricié, luego pasé al otro. De ahí lo llevé al clítoris erecto…. entre sus grandes labios hinchados… tenía temblores increíbles y me regalaba una sensación erótica… imposible de describir.
Yo era pétalo y aroma a rosa y sexo, simultáneamente, era marido y amante… era un HOMBRE… Y ella era la MUJER. Éramos, simplemente eso: hombre y mujer.
-¡Me gusta!-
-¡A mi también!-
-¡Estás loco!-
-¡Lo se!-
De pronto su boca, su lengua... sus manos en mis bolas mientras, la boca, trabajaba en la verga mojada, como si fuera a tragarla. Le acaricié la espalda, el culo, el cabello.
-¡Pará de mamar…. No, no seguí..-
-¡Lo dicho…..Estas loco!-
-Te amo….. y te cojo-
Me subí de nuevo sobre ella. Otra vez el frenesí, el corazón en la garganta por la fatiga, dos cuerpos sudorosos y húmedos... tensos, lanzados unos contra el otro en la batalla del amor.
Las almas ardientes, se fundieron, hasta los orgasmos, infinitos… y maravillosos.
Luego el agotamiento, el abandono, la quietud, el sueño, los pétalos, el perfume, la dulce brisa de que entraba por la ventana... eran las 3:00 de la madrugada.
-Buenas noches mi amor...-
La mañana nos encontró salpicados de pétalos, aún borrachos de pasión por la noche que acababa de pasar. Demasiado temprano para prestar atención al despertador. Los ojos agredidos por el sol que se filtra por las persianas medio cerradas...
Duchas, café y a la calle hacia el trabajo dejando en la casa, aleteando, un perfume de rosa.
1 comentarios - Esa noche ella salió.