Salimos con mi prima al río, a disfrutar de un hermoso día que termino siendo un día inolvidable
Era ya la hora de comer y mi madre me llamaba por el hueco de la escalera:
– Pablo -chillo- baja a comer ahora mismo que en nada vendrán a buscarte
Baje sin muchas ganas, no tenía hambre y no quería que llegasen mis compañeros. Habíamos quedado un grupo para ir al rio que está en las afueras del pueblo. Mientras comíamos mi madre no dejaba de preguntarme como iríamos, quienes iríamos, cuando llegaríamos, etc. Parecía que la cabeza me estaba a punto de explotar. Le dije que iríamos con las bicicletas por el bosque; y cuando vi su cara de horror añadí rápidamente que también iba a venir mi prima Pilar. Ella vivía en una casa que estaba casi pegada a la mía; solo nos separaba una calle. Al decírselo se tranquilizó.
Poco después de recoger los platos llamaron a la puerta. Era Iván, Alberto, Lucia y mi prima Pilar que habían venido a buscarme. Me despedí de mi madre, cogí la bicicleta del garaje y nos fuimos. Iván fue hablando todo el camino de todo lo que iba a hacer durante todo el verano. Mientras que él hablaba yo no podía de pensar en Lucia. Habíamos iniciado una relación hace cuatro meses, pero, por culpa de una discusión rompimos y ahora no tenía muchas ganas de estar con ella. Sentí un escalofrió en la espalda y pude ver por el retrovisor como Pilar, que vestía con un vestido corto de tirantes, me miraba y, al darse cuenta aparto rápidamente la mirada haciendo tambalear su bicicleta.
Ambos tenemos 16 años. Nacimos solo con unos meses de diferencia y siempre hemos estado muy unidos, casi como hermanos. Hasta hace poco más de un año en el que se distanció mucho de mi sin darme ninguna razón. Cada vez que intentaba hablar con ella se escabullía, por lo que opte por dejarla en paz.
Tardamos media hora en llegar ya que era un lugar apartado que casi nadie del pueblo conocía. Extendimos unas cuantas toallas, dejamos la nevera en el suelo y fuimos a ocultarnos detrás de unos árboles, las chicas por un lado y los chicos por otro, para ponernos el bañador. Mientras nos cambiábamos mi amigo Alberto me preguntó:
– ¿Como llevas la ruptura con Lucia?
– Jodido, pero es lo mejor. Era muy posesiva.
– Ya te digo -hizo una pausa- ¿me la puedo ligar yo?
– Lo dudo. Después de haber estado con este cuerpazo -dije apuntando con un dedo a mis abdominales- dudo que se conforme con el tuyo. Además, le encantan mis ojos azules.
Nos echamos a reír. Alberto es mi mejor amigo y siempre he contado con su apoyo.
– Tendrás todo el cuerpazo que quieras, pero nunca tendrás una polla más larga que la mía.
Una vez que nos pusimos el bañador salimos para tumbarnos en las toallas. Lucia ya se había tumbado. Su cuerpo era espectacular. Ella siempre se quejaba de que tenía pocas tetas, pero su culo era muy bonito. Cuando me dirigía a tumbarme vi aparecer a Pilar de entre los arboles con un biquini negro y me quedé de piedra. En el último año mi prima había cambiado mucho y no me había fijado. Le había crecido el pelo hasta los hombros, sus tetas habían aumentado de tamaño considerablemente, su vientre estaba más plano a causa del ejercicio que hacía y podía apreciar su duro culo marcado por el tanga. Me moví por un empujón de Iván que corría a toda prisa a tirarse al rio y me senté. No podía sacar de mi mente la imagen de mi prima e intentaba no mirarla de reojo, pero no lo conseguía.
Toda la tarde estuve pendiente de ella. Las situaciones en las que me encontraba tampoco favorecían. La veía ponerse crema por el cuerpo, salir del agua como una diosa o verla correr por la orilla con lucia y ver como sus pechos rebotaban. Una enorme erección hizo que no me pudiese levantar en mucho tiempo.
Cuando el sol se iba poniendo recogimos las cosas y nos cambiamos de nuevo. Por culpa de mi polla erecta me tuve que cambiar alejado del grupo. Estábamos ya de camino cuando Pilar gritó:
– Mierda me he dejado el monedero en el rio y tengo dentro las llaves.
– Quieres que demos la vuelta -dijo Alberto.
– No, ya es tarde y os regañarán si no volvéis a tiempo. Pablo me puede ayudar a buscarlo y luego regresamos juntos -se gira y me mira- ¿te importa?
LA verdad es que quería llegar lo más pronto a casa, meterme en la ducha y hacerme una enorme paja pensando en ella, aunque luego me arrepintiese, pero no podía dejarla sola si quería vivir a mi madre y mi tía:
– Está bien te ayudare a buscarlo.
– Bien. Nos vemos mañana.
Mientras los demás se alejaban nosotros volvimos al rio y empezamos a buscar, al cabo de unos minutos lo vi en el suelo junto a un árbol donde se habían cambiado las chicas y la llamé. Ambos nos dirigimos a recogerlo y, cuando nos agachamos nuestras manos se juntaron. Si fuese la típica película romántica, nuestras miradas se cruzarían, nos besaríamos y nos quedaríamos abrazados. Menee la cabeza para quitarme esa imagen cuando mi mirada acabo fija, pero no en sus ojos. Vi por debajo de su vestido y no llevaba nada debajo. Mi mente se quedó en blanco y un calor recorrió todo mi cuerpo:
– ¿Es lo que querías ver verdad? –se pudo de pie y se subió el vestido dejándome ver perfectamente su coño.
Estaba algo mojado y ya le había salido algo de vello púbico que estaba ligeramente recortado. No podía apartar la mirada de su coño:
– Pilar, ¿Qué estás haciendo? – logré decir mientras me incorporaba.
– Perdona -se bajó el vestido- pensé que querrías…da igual. Es solo que me gustas
– ¿Cómo?
– Desde hace un tiempo se sentía atraída por ti, y sé que está mal por eso decidí alejarme un tiempo de ti, pero fue peor. No paraba de masturbarme pensando en ti, con tus fotos, era una obsesión y pensaba que esta era mi oportunidad. No te enfades.
Antes de que mi mente reaccionase mi cuerpo lo hizo y se abalanzo sobre mi prima dándole un beso. Era la segunda chica con la que me besaba, pero era distinto. Sus labios carnosos, su lengua que jugueteaba con la mía; era todo un placer. Ella me respondía cogiéndome por el cuello y acercándome más a ella. Con mi mano derecha empecé a subir de nuevo ese corto vestido y a tocar su coño ahora más húmedo. Cuando lo toque soltó un gemido, lo que me excito y fui introduciendo un dedo lentamente. Ella, por su parte, fue metiendo su mano por dentro de mi pantalón hasta que agarró mi pene y empezó a masajearlo.
Al rato me separe de ella y nos desnudamos. Ya la había visto antes en bañador, pero verla ahora desnuda me puso más caliente; sobre todo sus pequeños pezones rosados y erectos. Yo también me desnudé. Tengo los abdominales muy marcados gracias al ejercicio y los músculos de los brazos también desarrollados. Mi polla, erecta de 16 cm y coronada por una pequeña mata de pelo negro ya estaba lista.
Pusimos una toalla en el suelo y me tumbé. Ella se puso encima mío y empezamos a hacer un 69. Era la primera vez que me hacían un oral y, cuando sentí su cálida boca rodeando mi polla casi me corro, pero pude controlarme. Metí mi lengua todo lo profundo que pude en su coño y empecé a moverla como si no hubiese un mañana, siempre sin olvidar las manos que la recorrían el suave culo. El bosque empezó a sonar con gemidos ahogados por parte de ambos mientras nos lamiamos. Sus manos jugueteaban con mis bolas y a veces se las metía en la boca. Yo por mi parte jugaba con su clítoris con pequeños mordiscos y disfrutaba de sus jugos.
Cuando note que la corrida estaba cerca la avise, pero hizo caso omiso a mi advertencia y acabe en su boca. Fue el mejor orgasmo que he tenido en mi vida. Poco después, y con un fuerte gemido de placer, ella se corrió en mi rostro.
No queríamos parar. Nos levantamos dándonos otro apasionante beso y la apoyé contra el árbol. Me puse detrás de ella y le dije:
– Pilar ¿estás segura?
– Si tranquilo. Soy virgen pero ya se me rompió el himen una vez que me masturbe pensando en tu polla con el vibrador de mi madre.
– De acuerdo.
Sin pensármelo más le fui introduciendo la punta lentamente. Aunque me había dicho que ya se le había roto vi en su cara signos de dolor por lo que fui aún más despacio. Mis caderas no aguantaban mucho ese ritmo; querían penetrarla de una vez y así fue. Con un impulso le metí todo lo que pude mi polla y soltó un chillido. Me asuste al oírlo, pero giro la cabeza y vi que sonreía y me pedía más. LA complací y empecé a meterla y a sacarla. Sus gritos de dolor se iban convirtiendo en gritos de placer. El ritmo iba en aumento y sentía como mis piernas fallaban:
– Ahh dio esta tan duro.
– Entra y sale ahh con mucha facilidad. Tu coño ahh es una maravilla.
– Ahh si dame más fuerte ahh quiero sentirla muy profundo.
A continuación, la agarre por las piernas y la levanté. Lo había visto en algunas películas y me daba mucho morbo hacerlo. Su cuerpo, suspendido en el aire, botaba con cada embestida. Notaba sus dedos hincándose en mis músculos de los brazos y la espalda mientras sus tetas se frotaban contra mi pecho sudoroso. Por último, la tumbé boca arriba con las piernas abiertas y continué penetrándola:
– Estas llenando mi interior.
– Ahh se siente tan bien que no puedo detenerme.
– Vas a conseguir que me corra de nuevo.
Cuando mi cuerpo empezaba a calmarse en las embestidas nos tumbamos de lado, le levanté la pierna con un brazo y seguí penetrándola. Mientras tanto le iba dando besos en el cuello y mi mano apretaba uno de sus pezones:
– Me voy a correeeeer- dije en pleno éxtasis.
– Si corretee dentro. Lléname entera.
Sin tener que repetírmelo solté toda la carga que mis huevos habían acumulado y mi semen se esparció por su coño.
Ambos exhaustos nos quedamos jadeando en el suelo cogidos de la mano:
– Ha sido maravilloso -dijo con una amplia sonrisa- me alegro que mi primera vez haya sido contigo.
– Yo también.
– ¿Qué te pasa?
– Lo que hemos hecho -dije mientras recuperaba el aliento- no lo van a aprobar.
– Lo mantendremos en secreto. Lo importante es que estemos juntos.
– Será difícil no lanzarme a tus brazos cada vez que te vea.
– Bueno -se acercó más a mi- pero estamos a una calle de distancia.
– El incesto contigo va a ser lo mejor.
La noche ya había llegado y tuvimos que volver deprisa y me calló una ronca de mi madre, pero yo solo podía pensar en mi prima y en todo lo que haríamos a partir de ahora.
Era ya la hora de comer y mi madre me llamaba por el hueco de la escalera:
– Pablo -chillo- baja a comer ahora mismo que en nada vendrán a buscarte
Baje sin muchas ganas, no tenía hambre y no quería que llegasen mis compañeros. Habíamos quedado un grupo para ir al rio que está en las afueras del pueblo. Mientras comíamos mi madre no dejaba de preguntarme como iríamos, quienes iríamos, cuando llegaríamos, etc. Parecía que la cabeza me estaba a punto de explotar. Le dije que iríamos con las bicicletas por el bosque; y cuando vi su cara de horror añadí rápidamente que también iba a venir mi prima Pilar. Ella vivía en una casa que estaba casi pegada a la mía; solo nos separaba una calle. Al decírselo se tranquilizó.
Poco después de recoger los platos llamaron a la puerta. Era Iván, Alberto, Lucia y mi prima Pilar que habían venido a buscarme. Me despedí de mi madre, cogí la bicicleta del garaje y nos fuimos. Iván fue hablando todo el camino de todo lo que iba a hacer durante todo el verano. Mientras que él hablaba yo no podía de pensar en Lucia. Habíamos iniciado una relación hace cuatro meses, pero, por culpa de una discusión rompimos y ahora no tenía muchas ganas de estar con ella. Sentí un escalofrió en la espalda y pude ver por el retrovisor como Pilar, que vestía con un vestido corto de tirantes, me miraba y, al darse cuenta aparto rápidamente la mirada haciendo tambalear su bicicleta.
Ambos tenemos 16 años. Nacimos solo con unos meses de diferencia y siempre hemos estado muy unidos, casi como hermanos. Hasta hace poco más de un año en el que se distanció mucho de mi sin darme ninguna razón. Cada vez que intentaba hablar con ella se escabullía, por lo que opte por dejarla en paz.
Tardamos media hora en llegar ya que era un lugar apartado que casi nadie del pueblo conocía. Extendimos unas cuantas toallas, dejamos la nevera en el suelo y fuimos a ocultarnos detrás de unos árboles, las chicas por un lado y los chicos por otro, para ponernos el bañador. Mientras nos cambiábamos mi amigo Alberto me preguntó:
– ¿Como llevas la ruptura con Lucia?
– Jodido, pero es lo mejor. Era muy posesiva.
– Ya te digo -hizo una pausa- ¿me la puedo ligar yo?
– Lo dudo. Después de haber estado con este cuerpazo -dije apuntando con un dedo a mis abdominales- dudo que se conforme con el tuyo. Además, le encantan mis ojos azules.
Nos echamos a reír. Alberto es mi mejor amigo y siempre he contado con su apoyo.
– Tendrás todo el cuerpazo que quieras, pero nunca tendrás una polla más larga que la mía.
Una vez que nos pusimos el bañador salimos para tumbarnos en las toallas. Lucia ya se había tumbado. Su cuerpo era espectacular. Ella siempre se quejaba de que tenía pocas tetas, pero su culo era muy bonito. Cuando me dirigía a tumbarme vi aparecer a Pilar de entre los arboles con un biquini negro y me quedé de piedra. En el último año mi prima había cambiado mucho y no me había fijado. Le había crecido el pelo hasta los hombros, sus tetas habían aumentado de tamaño considerablemente, su vientre estaba más plano a causa del ejercicio que hacía y podía apreciar su duro culo marcado por el tanga. Me moví por un empujón de Iván que corría a toda prisa a tirarse al rio y me senté. No podía sacar de mi mente la imagen de mi prima e intentaba no mirarla de reojo, pero no lo conseguía.
Toda la tarde estuve pendiente de ella. Las situaciones en las que me encontraba tampoco favorecían. La veía ponerse crema por el cuerpo, salir del agua como una diosa o verla correr por la orilla con lucia y ver como sus pechos rebotaban. Una enorme erección hizo que no me pudiese levantar en mucho tiempo.
Cuando el sol se iba poniendo recogimos las cosas y nos cambiamos de nuevo. Por culpa de mi polla erecta me tuve que cambiar alejado del grupo. Estábamos ya de camino cuando Pilar gritó:
– Mierda me he dejado el monedero en el rio y tengo dentro las llaves.
– Quieres que demos la vuelta -dijo Alberto.
– No, ya es tarde y os regañarán si no volvéis a tiempo. Pablo me puede ayudar a buscarlo y luego regresamos juntos -se gira y me mira- ¿te importa?
LA verdad es que quería llegar lo más pronto a casa, meterme en la ducha y hacerme una enorme paja pensando en ella, aunque luego me arrepintiese, pero no podía dejarla sola si quería vivir a mi madre y mi tía:
– Está bien te ayudare a buscarlo.
– Bien. Nos vemos mañana.
Mientras los demás se alejaban nosotros volvimos al rio y empezamos a buscar, al cabo de unos minutos lo vi en el suelo junto a un árbol donde se habían cambiado las chicas y la llamé. Ambos nos dirigimos a recogerlo y, cuando nos agachamos nuestras manos se juntaron. Si fuese la típica película romántica, nuestras miradas se cruzarían, nos besaríamos y nos quedaríamos abrazados. Menee la cabeza para quitarme esa imagen cuando mi mirada acabo fija, pero no en sus ojos. Vi por debajo de su vestido y no llevaba nada debajo. Mi mente se quedó en blanco y un calor recorrió todo mi cuerpo:
– ¿Es lo que querías ver verdad? –se pudo de pie y se subió el vestido dejándome ver perfectamente su coño.
Estaba algo mojado y ya le había salido algo de vello púbico que estaba ligeramente recortado. No podía apartar la mirada de su coño:
– Pilar, ¿Qué estás haciendo? – logré decir mientras me incorporaba.
– Perdona -se bajó el vestido- pensé que querrías…da igual. Es solo que me gustas
– ¿Cómo?
– Desde hace un tiempo se sentía atraída por ti, y sé que está mal por eso decidí alejarme un tiempo de ti, pero fue peor. No paraba de masturbarme pensando en ti, con tus fotos, era una obsesión y pensaba que esta era mi oportunidad. No te enfades.
Antes de que mi mente reaccionase mi cuerpo lo hizo y se abalanzo sobre mi prima dándole un beso. Era la segunda chica con la que me besaba, pero era distinto. Sus labios carnosos, su lengua que jugueteaba con la mía; era todo un placer. Ella me respondía cogiéndome por el cuello y acercándome más a ella. Con mi mano derecha empecé a subir de nuevo ese corto vestido y a tocar su coño ahora más húmedo. Cuando lo toque soltó un gemido, lo que me excito y fui introduciendo un dedo lentamente. Ella, por su parte, fue metiendo su mano por dentro de mi pantalón hasta que agarró mi pene y empezó a masajearlo.
Al rato me separe de ella y nos desnudamos. Ya la había visto antes en bañador, pero verla ahora desnuda me puso más caliente; sobre todo sus pequeños pezones rosados y erectos. Yo también me desnudé. Tengo los abdominales muy marcados gracias al ejercicio y los músculos de los brazos también desarrollados. Mi polla, erecta de 16 cm y coronada por una pequeña mata de pelo negro ya estaba lista.
Pusimos una toalla en el suelo y me tumbé. Ella se puso encima mío y empezamos a hacer un 69. Era la primera vez que me hacían un oral y, cuando sentí su cálida boca rodeando mi polla casi me corro, pero pude controlarme. Metí mi lengua todo lo profundo que pude en su coño y empecé a moverla como si no hubiese un mañana, siempre sin olvidar las manos que la recorrían el suave culo. El bosque empezó a sonar con gemidos ahogados por parte de ambos mientras nos lamiamos. Sus manos jugueteaban con mis bolas y a veces se las metía en la boca. Yo por mi parte jugaba con su clítoris con pequeños mordiscos y disfrutaba de sus jugos.
Cuando note que la corrida estaba cerca la avise, pero hizo caso omiso a mi advertencia y acabe en su boca. Fue el mejor orgasmo que he tenido en mi vida. Poco después, y con un fuerte gemido de placer, ella se corrió en mi rostro.
No queríamos parar. Nos levantamos dándonos otro apasionante beso y la apoyé contra el árbol. Me puse detrás de ella y le dije:
– Pilar ¿estás segura?
– Si tranquilo. Soy virgen pero ya se me rompió el himen una vez que me masturbe pensando en tu polla con el vibrador de mi madre.
– De acuerdo.
Sin pensármelo más le fui introduciendo la punta lentamente. Aunque me había dicho que ya se le había roto vi en su cara signos de dolor por lo que fui aún más despacio. Mis caderas no aguantaban mucho ese ritmo; querían penetrarla de una vez y así fue. Con un impulso le metí todo lo que pude mi polla y soltó un chillido. Me asuste al oírlo, pero giro la cabeza y vi que sonreía y me pedía más. LA complací y empecé a meterla y a sacarla. Sus gritos de dolor se iban convirtiendo en gritos de placer. El ritmo iba en aumento y sentía como mis piernas fallaban:
– Ahh dio esta tan duro.
– Entra y sale ahh con mucha facilidad. Tu coño ahh es una maravilla.
– Ahh si dame más fuerte ahh quiero sentirla muy profundo.
A continuación, la agarre por las piernas y la levanté. Lo había visto en algunas películas y me daba mucho morbo hacerlo. Su cuerpo, suspendido en el aire, botaba con cada embestida. Notaba sus dedos hincándose en mis músculos de los brazos y la espalda mientras sus tetas se frotaban contra mi pecho sudoroso. Por último, la tumbé boca arriba con las piernas abiertas y continué penetrándola:
– Estas llenando mi interior.
– Ahh se siente tan bien que no puedo detenerme.
– Vas a conseguir que me corra de nuevo.
Cuando mi cuerpo empezaba a calmarse en las embestidas nos tumbamos de lado, le levanté la pierna con un brazo y seguí penetrándola. Mientras tanto le iba dando besos en el cuello y mi mano apretaba uno de sus pezones:
– Me voy a correeeeer- dije en pleno éxtasis.
– Si corretee dentro. Lléname entera.
Sin tener que repetírmelo solté toda la carga que mis huevos habían acumulado y mi semen se esparció por su coño.
Ambos exhaustos nos quedamos jadeando en el suelo cogidos de la mano:
– Ha sido maravilloso -dijo con una amplia sonrisa- me alegro que mi primera vez haya sido contigo.
– Yo también.
– ¿Qué te pasa?
– Lo que hemos hecho -dije mientras recuperaba el aliento- no lo van a aprobar.
– Lo mantendremos en secreto. Lo importante es que estemos juntos.
– Será difícil no lanzarme a tus brazos cada vez que te vea.
– Bueno -se acercó más a mi- pero estamos a una calle de distancia.
– El incesto contigo va a ser lo mejor.
La noche ya había llegado y tuvimos que volver deprisa y me calló una ronca de mi madre, pero yo solo podía pensar en mi prima y en todo lo que haríamos a partir de ahora.
1 comentarios - Un Día Inolvidable con mi Prima Pilar