La relación con mi suegro Raúl había cambiado desde aquella vez en mi departamento. Nos habíamos encontrado un par de veces fuera de la oficina y nos habíamos ido a hoteles a tener relaciones. Me hacía regalos sugestivos como lencería fina y bromeaba diciendo que no podía regalarle eso a su esposa. Nuestra relación en la oficina era casi igual, con algunas miradas cómplices cuando nos cruzábamos y algunos nervios de mi parte ante la posibilidad de ser evidentes en un trato distinto al que teníamos semanas atrás. Pero después me despreocupaba, recordaba que era su nuera y todo bien, cómo no iba a tener otro trato con él.
Cuando había entrado a trabajar tenía otra secretaria además de mí y ahora el comentario era lo extraño de que no hubiese contratado a alguien más. Me preguntaban al respecto los demás empleados y yo les respondía que sabía lo mismo que ellos. La ropa que usaba en el trabajo no era nada del otro mundo. Una camisa, un pantalón de vestir algo suelto y otras veces más ajustado y a veces un saco, otro día con faldas etc. Un día tuve que ir con ropa más informal. La noche anterior había salido con mi cuñada y me quede a dormir en su casa y como ahí no tenía ropa tuve que usar la que tenía de la noche anterior. Además ya iba tarde y no daba tiempo de ir a casa a cambiarme. No me gustó mucho tener que ir como estaba, me gustaba ir prolija a la oficina. Tenía una remera celeste sin mangas ajustada y una falda de jean suelta que quedaba más arriba de mis rodillas y no llevaba corpiño por lo que la remera tomaba la forma de mis tetas marcando mis pezones pero sí llevaba una tanga muy metida en mi cola Tenía un estilo que era mezcla entre formal e informal, por el saco, la remera y la falda. Apenas llegué a la oficina fui a ver a Raúl y como si nunca hubiésemos cogido antes tuvo un trato frío conmigo, me pidió algunas tareas que incluían papeleo y que le pidiera algo para desayunar y que nadie lo molestara porque tenía muchas llamadas que hacer, entre otras cosas. Casi no levantó la vista para mirarme por lo que poco vio de mi atuendo y eso me dejó conforme. La mañana fue pasando tranquila entre su desayuno, algunas llamadas que le pasaba y algunos papeles que le dejaba. Cerca del mediodía apareció el contador y me pidió verlo porque tenía que firmarle algunos papeles.
-Raúl me pidió que nadie lo molestara, lo siento -le dije -Dale, no seas malita- me decía mirando directamente a mi pecho y con una gran sonrisa en su rostro.
Decidí preguntarle a Raúl si lo dejaba pasar para no meter la pata y él me dijo q pierna izquierda, en el muslo superior, en la parte interna, bien abajo de mi conchita. Su varonil mano me acariciaba muy lentamente y de forma sensual, era apenas un roce de su palma. Lo miré y le sonreí, me devolvió la sonrisa sin dejar de hablar por teléfono y sin dejar de acariciar mi muslo. Su mano fue subiendo por detrás hasta los cachetes de mi cola que también eran acariciados por su palma, metía mano en mi entrepierna desde atrás. Instintivamente paré el culito y a él se le prendió la lamparita. Me levantó la falda (todo con una mano) y la dejó prácticamente colgando de mi culito, en mi cadera. Con la otra mano sostenía el tubo del teléfono junto a su oreja y se acercaba para morder los cachetes de mi culo. Agarró mi tanga y la levantó ahorcando mi conchita y dejando que se incrustara en la raya de mi cola.
-Uhhfffhhh paaapi……-le dije mirándolo y sonriéndole con mi mejor cara de vicio.
Salí de ese lugar para sentarme en una de sus piernas. Busqué su bulto y lo masaje arriba del pantalón. Ya estaba durísimo, sin dejar de acariciarlo me acerqué a su cuello y lo besé, lo mordí y lo baboseé lo más que pude. Me salí y él cambió de mano el tubo del teléfono, pasándola ahora a su mano derecha para apenas mantener la conversación con simples s
i…..no…No se….tal vez… metió su mano izquierda debajo de mi remera buscando mis tetas. Levantó un poco la remera y llegó a ellas sin problemas. Las masajeaba de forma circular recorriendo toda la teta, después la apretaba con mucha fuerza y terminaba por rozar mis pezones provocando que mis pezones se estiraran hasta donde la remera lo dejaba. Así iba de una teta a la otra. Yo no paraba de asentir todos sus movimientos, de responderle con sonrisas muy calientes y de gemir muy despacio. Bajé el cierre de su pantalón y saqué su verga. Estaba toda húmeda, al pajearla podía escuchar apenas el ruido que produce la humedad cuando baja y sube el cuero. Su pija además estaba muy caliente. La apreté con todas mis fuerza y hasta la rasguñé sin querer en el afán de apretar lo más que podía, provocándole un gemido fuerte y entrecortado para disimular mientras estaba al teléfono. Intenté bajarme de su pierna y él se resistió un poco, pero como veía que no soltaba su verga me dejó bajar y sacó la mano de abajo de mi remera. Apenas salí de su pierna me arrodillé frente a él, entre sus piernas, buscando la altura precisa para comer ese hermoso pedazo de carne nerviosa. Comencé lamiendo casi de la altura de sus bolas, subiendo por todo su tronco caliente hasta llegar a su cabeza, su cabeza roja, húmeda y aún más caliente. La besé con mis labios y la lamí mi lengua mientras mi boca comenzaba a recorrer su pija.
-Perdóname, pero tengo que atender unos asuntos urgentes, te tengo que dejar….chau….nos venos….chau….chau….- fue lo último que dijo al teléfono antes de colgar.-¡¡¡Nena!!! Me estás matando-me dijo a mí mientras dejaba el teléfono sobre el escritorio.
Agarrando su verga de la base, cerca de sus bolas, con ambas manos me dediqué a chupar y succionar de vez en cuando esa pija que tanto me calentaba. El de vez en cuando hacía un movimiento pélvico complicado ya que estaba sentado, pero que servía para demostrarme cuánto le gustaba lo que le hacía. Yo intercambiaba entre mamadas bruscas, ásperas, prolongadas, rápidas y bruscas mamadas soltó su semen en mi boca. Una buena cantidad de su espeso y caliente semen. Mientras escupía las últimas gotas me metí su pija bien adentro hasta casi provocarme arcadas. Seguía tan caliente… pero tenía que salir. Me levanté, me arreglé, tomé los papeles y cuando iba saliendo Raúl me dijo.
-Volvé en un minuto.
Con la lengua y el paladar pegajosos todavía y con el gusto al semen de mi suegro despedí atentamente al contador y me disculpé por Raúl. Ni bien se fue volví a entrar en la oficina de Raúl mirando antes que nadie me viera entrar sospechosamente.
Abrí la puerta y no vi a Raúl, crucé la puerta y él me tomó del brazo con mucha fuerza, me tiró contra la pared, pero sin golpearme contra ella y cerró la puerta. Sin dejarme reaccionar me dio media vuelta y sin levantar mi falda y sin mirar corrió mi tanga a un costado con sus dedos, me abrió de piernas y empujó su pija entrando en mi concha sin ninguna resistencia. Para mi sorpresa no bombeó en ningún momento sino que sólo dejó su verga adentro casi levantándome del piso. Llevó sus manos a mis dos tetas y las apretó, las estrujó muy bruscamente, casi de forma salvaje provocándome una mayor excitación todavía. Trataba de moverme, pero me daba cuenta que no podía porque casi estaba en puntas de pie y totalmente apretada contra la pared por mi suegro. Mientras apretaba mis tetas por sobre la remera y metía una de sus manos por debajo balbuceaba cosas que no podía entender. Se acercó a mi oído y me dijo cosas como.
-Sos toda una puta pendeja, y me volvés loco. Te quiero llenar de leche hasta rebalsar cada agujero que tenés, hasta que ya no me pidas más leche porque estés asqueada nenita mía.
-Siiiiiiiiiiiiii….tuya papi…..tuya………-le contestaba con mi cabeza hacia atrás.
-A ver que tan trolita es mi nena.
Me dijo y como estábamos me levantó completamente del piso agarrándome muy fuerte mis tetas como para que no me fuera a caer para adelante.
Yo tiré mis piernas para atrás y traté de agarrarme, pero no hizo falta porque llegamos rápidamente a destino. Estábamos detrás de su
escritorio frente al ventanal que hay allí. Me puso contra el ventanal con mi cara y mis tetas apoyadas en él. Cuando miré me di cuenta que se podían ver los dos edificios de enfrente. Podía ver personas sentadas en sus escritorios y otras caminando como si nada por los pasillos y me preguntaba si ellos me verían. Di media vuelta con mi cabeza y con una gran sonrisa aprobé la idea de mi suegro. Me embistió muy fuerte dejándome pegada contra el ventanal y siguió así penetrándome muy fuerte pero lento, espaciadamente, con esperas entre cada embestida. Me apretaba las tetas por sobre la remera y me cacheteaba la cola con golpes firmes y después de golpear dejaba la mano en mi cachete por unos instantes y repetía golpeando y dejando su mano y así. Me quitó el saco mientras seguía con sus embestidas fuertes y pausadas y me masajeaba la espalda, me levantaba la remera desde atrás y me la iba subiendo. Me la sacó ambas mangas, pero me la dejó en el cuello, y me agarraba de ahí tirando hacia atrás provocando que mi cabeza también fuera hacia atrás. A veces tiraba poco y suave y volvía a dejarla, pero otras veces tiraba fuerte y dejaba tirando cortándome apenas la respiración y con sus continuas penetraciones que se volvían más seguidas me llevaba a una excitación cada vez mayor. Mis tetas estaban pegadas contra el ve tratando de controlarme para no gritar muy fuerte. La humedad de mi concha era tal que algunas gotas caían por mis piernas, las podía sentir, y podía sentir el ruido de su pedazo chocando contra ese charco que se convertiría en un mar en cuanto sintiera la primera descarga de semen. Sus gemidos eran cada vez más entrecortados, como si se acercara el momento, como si lo estirara. Y yo era su coro perfecto.
-Uuuummm….aaaaggghhh…hhh…uuuummm -Uuuummm…..siiii….ahhhhh…si….aassííí…..
Para sorpresa mía se detuvo de repente. Soltó la remera y agarró su pija con una mano y con la otra abrió la raya de mi culo. Puso su verga ahí e inmediatamente la metió, ni despacio ni rápido. Mi culo se abrió como una flor y dejó pasar su pedazo tan húmedo. Ni siquiera alcanzó a cogerme el orto. Ni bien estuvo adentro comenzó a soltar su leche. Sentía su verga ensancharse en mi culo como agrandándose para que pasara toda la leche que tenía en sus deliciosos huevos. Estuvo un buen rato descargando su líquido en mi culo. Después sacó rápidamente su verga y agarró los cachetes de mi culo y los apretó. Adiviné su intención. No quería que la leche saliera de mi culo. Me pareció muy raro, pero mucho más excitante. Me di media vuelta con mi cabeza y no paraba de sonreírle, de morderme los labios.
-
Soltó los cachetes de mi culo y me pude salir del ventanal. Sentía su semen ahí, esparcido, sin caer, pegado a mi culo, tanto adentro como un poco afuera también. Me acerqué a él y lo besé con toda la calentura que me quedaba. Estiré mi mano y busqué su pija. Estaba blandita, caída como era lógico después de tremenda exhibición y por su edad claro.
-Me encanta
ser la puta mi suegro
Cuando había entrado a trabajar tenía otra secretaria además de mí y ahora el comentario era lo extraño de que no hubiese contratado a alguien más. Me preguntaban al respecto los demás empleados y yo les respondía que sabía lo mismo que ellos. La ropa que usaba en el trabajo no era nada del otro mundo. Una camisa, un pantalón de vestir algo suelto y otras veces más ajustado y a veces un saco, otro día con faldas etc. Un día tuve que ir con ropa más informal. La noche anterior había salido con mi cuñada y me quede a dormir en su casa y como ahí no tenía ropa tuve que usar la que tenía de la noche anterior. Además ya iba tarde y no daba tiempo de ir a casa a cambiarme. No me gustó mucho tener que ir como estaba, me gustaba ir prolija a la oficina. Tenía una remera celeste sin mangas ajustada y una falda de jean suelta que quedaba más arriba de mis rodillas y no llevaba corpiño por lo que la remera tomaba la forma de mis tetas marcando mis pezones pero sí llevaba una tanga muy metida en mi cola Tenía un estilo que era mezcla entre formal e informal, por el saco, la remera y la falda. Apenas llegué a la oficina fui a ver a Raúl y como si nunca hubiésemos cogido antes tuvo un trato frío conmigo, me pidió algunas tareas que incluían papeleo y que le pidiera algo para desayunar y que nadie lo molestara porque tenía muchas llamadas que hacer, entre otras cosas. Casi no levantó la vista para mirarme por lo que poco vio de mi atuendo y eso me dejó conforme. La mañana fue pasando tranquila entre su desayuno, algunas llamadas que le pasaba y algunos papeles que le dejaba. Cerca del mediodía apareció el contador y me pidió verlo porque tenía que firmarle algunos papeles.
-Raúl me pidió que nadie lo molestara, lo siento -le dije -Dale, no seas malita- me decía mirando directamente a mi pecho y con una gran sonrisa en su rostro.
Decidí preguntarle a Raúl si lo dejaba pasar para no meter la pata y él me dijo q pierna izquierda, en el muslo superior, en la parte interna, bien abajo de mi conchita. Su varonil mano me acariciaba muy lentamente y de forma sensual, era apenas un roce de su palma. Lo miré y le sonreí, me devolvió la sonrisa sin dejar de hablar por teléfono y sin dejar de acariciar mi muslo. Su mano fue subiendo por detrás hasta los cachetes de mi cola que también eran acariciados por su palma, metía mano en mi entrepierna desde atrás. Instintivamente paré el culito y a él se le prendió la lamparita. Me levantó la falda (todo con una mano) y la dejó prácticamente colgando de mi culito, en mi cadera. Con la otra mano sostenía el tubo del teléfono junto a su oreja y se acercaba para morder los cachetes de mi culo. Agarró mi tanga y la levantó ahorcando mi conchita y dejando que se incrustara en la raya de mi cola.
-Uhhfffhhh paaapi……-le dije mirándolo y sonriéndole con mi mejor cara de vicio.
Salí de ese lugar para sentarme en una de sus piernas. Busqué su bulto y lo masaje arriba del pantalón. Ya estaba durísimo, sin dejar de acariciarlo me acerqué a su cuello y lo besé, lo mordí y lo baboseé lo más que pude. Me salí y él cambió de mano el tubo del teléfono, pasándola ahora a su mano derecha para apenas mantener la conversación con simples s
i…..no…No se….tal vez… metió su mano izquierda debajo de mi remera buscando mis tetas. Levantó un poco la remera y llegó a ellas sin problemas. Las masajeaba de forma circular recorriendo toda la teta, después la apretaba con mucha fuerza y terminaba por rozar mis pezones provocando que mis pezones se estiraran hasta donde la remera lo dejaba. Así iba de una teta a la otra. Yo no paraba de asentir todos sus movimientos, de responderle con sonrisas muy calientes y de gemir muy despacio. Bajé el cierre de su pantalón y saqué su verga. Estaba toda húmeda, al pajearla podía escuchar apenas el ruido que produce la humedad cuando baja y sube el cuero. Su pija además estaba muy caliente. La apreté con todas mis fuerza y hasta la rasguñé sin querer en el afán de apretar lo más que podía, provocándole un gemido fuerte y entrecortado para disimular mientras estaba al teléfono. Intenté bajarme de su pierna y él se resistió un poco, pero como veía que no soltaba su verga me dejó bajar y sacó la mano de abajo de mi remera. Apenas salí de su pierna me arrodillé frente a él, entre sus piernas, buscando la altura precisa para comer ese hermoso pedazo de carne nerviosa. Comencé lamiendo casi de la altura de sus bolas, subiendo por todo su tronco caliente hasta llegar a su cabeza, su cabeza roja, húmeda y aún más caliente. La besé con mis labios y la lamí mi lengua mientras mi boca comenzaba a recorrer su pija.
-Perdóname, pero tengo que atender unos asuntos urgentes, te tengo que dejar….chau….nos venos….chau….chau….- fue lo último que dijo al teléfono antes de colgar.-¡¡¡Nena!!! Me estás matando-me dijo a mí mientras dejaba el teléfono sobre el escritorio.
Agarrando su verga de la base, cerca de sus bolas, con ambas manos me dediqué a chupar y succionar de vez en cuando esa pija que tanto me calentaba. El de vez en cuando hacía un movimiento pélvico complicado ya que estaba sentado, pero que servía para demostrarme cuánto le gustaba lo que le hacía. Yo intercambiaba entre mamadas bruscas, ásperas, prolongadas, rápidas y bruscas mamadas soltó su semen en mi boca. Una buena cantidad de su espeso y caliente semen. Mientras escupía las últimas gotas me metí su pija bien adentro hasta casi provocarme arcadas. Seguía tan caliente… pero tenía que salir. Me levanté, me arreglé, tomé los papeles y cuando iba saliendo Raúl me dijo.
-Volvé en un minuto.
Con la lengua y el paladar pegajosos todavía y con el gusto al semen de mi suegro despedí atentamente al contador y me disculpé por Raúl. Ni bien se fue volví a entrar en la oficina de Raúl mirando antes que nadie me viera entrar sospechosamente.
Abrí la puerta y no vi a Raúl, crucé la puerta y él me tomó del brazo con mucha fuerza, me tiró contra la pared, pero sin golpearme contra ella y cerró la puerta. Sin dejarme reaccionar me dio media vuelta y sin levantar mi falda y sin mirar corrió mi tanga a un costado con sus dedos, me abrió de piernas y empujó su pija entrando en mi concha sin ninguna resistencia. Para mi sorpresa no bombeó en ningún momento sino que sólo dejó su verga adentro casi levantándome del piso. Llevó sus manos a mis dos tetas y las apretó, las estrujó muy bruscamente, casi de forma salvaje provocándome una mayor excitación todavía. Trataba de moverme, pero me daba cuenta que no podía porque casi estaba en puntas de pie y totalmente apretada contra la pared por mi suegro. Mientras apretaba mis tetas por sobre la remera y metía una de sus manos por debajo balbuceaba cosas que no podía entender. Se acercó a mi oído y me dijo cosas como.
-Sos toda una puta pendeja, y me volvés loco. Te quiero llenar de leche hasta rebalsar cada agujero que tenés, hasta que ya no me pidas más leche porque estés asqueada nenita mía.
-Siiiiiiiiiiiiii….tuya papi…..tuya………-le contestaba con mi cabeza hacia atrás.
-A ver que tan trolita es mi nena.
Me dijo y como estábamos me levantó completamente del piso agarrándome muy fuerte mis tetas como para que no me fuera a caer para adelante.
Yo tiré mis piernas para atrás y traté de agarrarme, pero no hizo falta porque llegamos rápidamente a destino. Estábamos detrás de su
escritorio frente al ventanal que hay allí. Me puso contra el ventanal con mi cara y mis tetas apoyadas en él. Cuando miré me di cuenta que se podían ver los dos edificios de enfrente. Podía ver personas sentadas en sus escritorios y otras caminando como si nada por los pasillos y me preguntaba si ellos me verían. Di media vuelta con mi cabeza y con una gran sonrisa aprobé la idea de mi suegro. Me embistió muy fuerte dejándome pegada contra el ventanal y siguió así penetrándome muy fuerte pero lento, espaciadamente, con esperas entre cada embestida. Me apretaba las tetas por sobre la remera y me cacheteaba la cola con golpes firmes y después de golpear dejaba la mano en mi cachete por unos instantes y repetía golpeando y dejando su mano y así. Me quitó el saco mientras seguía con sus embestidas fuertes y pausadas y me masajeaba la espalda, me levantaba la remera desde atrás y me la iba subiendo. Me la sacó ambas mangas, pero me la dejó en el cuello, y me agarraba de ahí tirando hacia atrás provocando que mi cabeza también fuera hacia atrás. A veces tiraba poco y suave y volvía a dejarla, pero otras veces tiraba fuerte y dejaba tirando cortándome apenas la respiración y con sus continuas penetraciones que se volvían más seguidas me llevaba a una excitación cada vez mayor. Mis tetas estaban pegadas contra el ve tratando de controlarme para no gritar muy fuerte. La humedad de mi concha era tal que algunas gotas caían por mis piernas, las podía sentir, y podía sentir el ruido de su pedazo chocando contra ese charco que se convertiría en un mar en cuanto sintiera la primera descarga de semen. Sus gemidos eran cada vez más entrecortados, como si se acercara el momento, como si lo estirara. Y yo era su coro perfecto.
-Uuuummm….aaaaggghhh…hhh…uuuummm -Uuuummm…..siiii….ahhhhh…si….aassííí…..
Para sorpresa mía se detuvo de repente. Soltó la remera y agarró su pija con una mano y con la otra abrió la raya de mi culo. Puso su verga ahí e inmediatamente la metió, ni despacio ni rápido. Mi culo se abrió como una flor y dejó pasar su pedazo tan húmedo. Ni siquiera alcanzó a cogerme el orto. Ni bien estuvo adentro comenzó a soltar su leche. Sentía su verga ensancharse en mi culo como agrandándose para que pasara toda la leche que tenía en sus deliciosos huevos. Estuvo un buen rato descargando su líquido en mi culo. Después sacó rápidamente su verga y agarró los cachetes de mi culo y los apretó. Adiviné su intención. No quería que la leche saliera de mi culo. Me pareció muy raro, pero mucho más excitante. Me di media vuelta con mi cabeza y no paraba de sonreírle, de morderme los labios.
-
Soltó los cachetes de mi culo y me pude salir del ventanal. Sentía su semen ahí, esparcido, sin caer, pegado a mi culo, tanto adentro como un poco afuera también. Me acerqué a él y lo besé con toda la calentura que me quedaba. Estiré mi mano y busqué su pija. Estaba blandita, caída como era lógico después de tremenda exhibición y por su edad claro.
-Me encanta
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