el primer capitulo de un relato que me encanto espero les guste el autor tiene por nombre abe21abe21 espere les guste su relato tiene un poco de casi todo y algo detallado en las escenas y descripciones espero les guste para subir mas de sus capitulos
Diana era una buena niña. Su madre solía leer la Biblia y la había educado de una manera muy estricta. Iban a misa todos los domingos. y la hacía vestir siempre de una manera muy recatada. Su padre estaba orgulloso de ella. Era buena estudiante. Una niña modelo.
Pero Diana no era así. Era todo una fachada. Por dentro era salvaje, pura furia. Furia que llevaba 18 años atrapada por la beatonería de su madre, consentida por su padre. Todo iba el sábado, día siguiente de su 18 cumpleaños, el día de su mayoría de edad. Sus padres le dieron una gran fiesta. Vinieron sus amigas, tan buenas niñas como ella. Fue una fiesta agradable.
Cuando todos los invitados se habían ido, su padre, Valentín, se acercó a ella y le dio un beso en cada mejilla.
-Bueno, Diana. Ya eres oficialmente una mujer adulta. ¿Cómo te sientes?
Ella lo miró a los ojos como nunca lo había mirado.
-Me siento...libre
-¿Libre? ¿Libre de qué?
-Libre de mi misma. Ahora podré ser yo.
-Jajaja, Diana, mi amor. Qué cosas tienes! jajaja
La abrazó. Quería mucho a su buena hijita.
Diana no se rió.
Como no se rieron ni su padre ni su madre al día siguiente cuando la vieron aparecer para de desayunar. Su madre la miró asombrada. Aquella...cosa..no podía ser su hija. Ante ellos estaba una mujer vestida. Bueno, más bien desnuda. Con una falda tan corta que no parecía una falda. La camisa ajustada, con un amplio escote que resaltaba dos grandes pechos, sin sujetador, sin duda. Muy maquillada. Los ojos pintados de negro y los carnosos labios de rojo.
-Diana! ¿ Pero que demonios haces vestida así ? - le gritó su madre.
-Así es como voy a vestir a partir de ahora. Así es como siempre me habría gustado vestir
-¿Pero estás loca? Quítate esas ropas inmediatamente.
-No.
Era la primera vez que Diana le decía no a su madre. La dejó callada. Cuando pudo volver a articular palabra, miró a su marido.
-Valentín! Dile algo a tu hija.
-Diana, ¿Qué te pasa?
-Nada, papá. Llevo 18 años encerrada y por fin soy libre. Será mejor que se acostumbren, porque a partir de hoy me vestiré como me de la gana.
-Te prohíbo que te vistas así. Vete a tu cuarto inmediatamente y quítate esa ropa de..de...de puta!
-No.
Valentín sintió que la sangre le hervía en las venas. Levantó su mano y se dirigió con los ojos inyectados en sangre hacia su 'buena hija'. Jamás la había pegado, pero este comportamiento era inadmisible. Quedó de pie junto a ella y levantó la mano para golpearla. Ella no se movió. No intentó taparse con las manos. Simplemente le miró a los ojos, fijamente. Habló, seria.
-Como me toques un sólo pelo, me largaré de casa y no me volveréis a ver en la vida.
Su padre se frenó de golpe. Vio en los ojos de Diana que hablaba en serio. Con la boca abierta por el asombro, dejó caer su mano. Esa no era su hija. Oyó el llanto de su mujer.
-Esta no es mi hija. Está poseída. Tiene el diablo dentro..oh..díos mío.
-No digas estupideces, mamá. No tengo ningún diablo dentro. Simplemente ahora soy mayorcita. Estoy hasta..iba a decir el moño. Pero no, estoy hasta el coño de fingir ser lo que no soy.
-Hija mía....no....no hablas tú...
-Sí hablo yo. Por primera vez en mi vida hablo yo.
La madre no lo aguantó más. Llorando salió corriendo a su cuarto.
-Ya se le pasará. Pero no creas que soy una mala persona. No lo soy. Esta es vuestra casa. Y si no me queréis, pues me lo dicen y ya está. Hago las maletas y me largo.
-Pero..Diana..claro que te queremos..pero ..queremos a la Diana de ayer. Quiero a mi niña buena.
-Jajajajaja
-¿De qué te ríes?
-De ti, papaíto. De ti. Quieres que vuelva la Diana buena, pero la Diana mala te pone la polla dura.
-¿Qué...?
Valentín se miró. No se había dado cuenta pero la polla se le había puesto dura y formaba un gran bulto en el pantalón. Su hija le había puesto la polla dura. Con aquellas ropas y aquella descarada manera de hablar parecía.....Se avergonzó de si mismo. Se tapó con las manos. Se puso colorado después de muchos años.
-Eres..Eres....
-¿Una puta?
-Sí. Eres una puta.
-No te equivoques, papi. A las putas tienes que pagarles. A mi, si quieres, me puedes follar gratis.
Valentín salió corriendo a su cuarto, con su mujer. Cuando se salía de la cocina, Diana se reía a carcajadas. Valentín llegó a pensar que su mujer tenía razón, que Diana estaba poseída.
Diana se preparó el desayuno y se lo comió tranquilamente, sonriendo. En el fondo sentía un poco de pena por sus padres. Los pobres se habían llevado un disgusto. Pero ya lo superarían.
Valentín se encontró a su mujer arrodillada, rezando. La abrazó, pero parecía ida.
-No te preocupes, todo se arreglará. Nuestra Diana volverá a ser la de antes.
-Esa no es Diana.
-Basta ya! Claro que es Diana. Pero está..confundida.
-Te digo que esa no es Diana.
-Como quieras. Pero no quiero perder a mi hija. No quiero que se vaya de casa. Si lo hace la perderemos para siempre.
Dejó a su mujer rezando. Diana estaba en el salón, viendo la tele, como siempre. Sólo que no era su niña buena, su Diana. Allí sentada había otra mujer. Se fijó que los pezones se le marcaban en la blusa. Admiró su amplio escote, sus grandes tetas. Por primera vez se dio cuenta de que su hija era una mujer preciosa, con un cuerpo de escándalo que aquella forma de vestir no hacía más que resaltar. Otra vez sintió como la polla se le ponía dura. Pero esta vez si que se dio cuenta.
Diana tenía los pezones duros porque se excitó cuando se dio cuenta que a su padre le había puesto la polla dura. Y se dio cuenta que ahora la estaba mirando, pero hizo como que no lo sabía.
Por supuesto, la nueva Diana no había salido de la nada. Llevaba una doble vida. Hacía tiempo que había dejado de estudiar, aunque sus notas no sólo no bajaron, sino que subieron. Sus maduros profesores cayeron muy fácilmente en sus redes. No se pudieron resistir a la belleza de la chica. Y a ella le encantaba provocarlos hasta que no podían más y se la follaban salvajemente. Más le costó con matemáticas, porque era una profesora y no un profesor. Pero al final también fue suya. Su padre la felicitó por el diez que sacó en mates. Sólo le costó comerle el coño a la profe un par de veces.
Pero ya se había cansado de la doble vida. Ahora iba a ser la Diana 'mala'.
Su padre seguía mirándola a escondidas. Le gustaba que la miraran. Y que el espectador fuera su padre le daba mucho morbo. Se empezó a acariciar las tetas sobre la blusa. Cerró los ojos y gimió, alto para que él la oyera. Abrió sus piernas, y sus blancas braguitas quedaron a la vista de Valentín. Él quería irse. Estaba mal mirar a su hija de esa manera, peor lo atraía como una sirena. No veía a su hija. Veía a una mujer que estaba muy buena acariciarse las tetas.
Vio como ella metía una mano por debajo de la blusa y se acariciaba una de las tetas. Vio como se lamía los labios, resecos. Se estaba pellizcando el pezón.
La vista de Valentín iba de la cara de vicio de Diana, a sus tetas, y a sus braguitas. Desde esa distancia no podía asegurarlo, pero creyó notar que había una mancha de humedad en las bragas. Entonces su hija, su amada hija, llevó la otra mano a sus bragas y las metió por dentro.
Valentín no pudo más. Se acarició la polla sobre el pantalón. Diana se estaba masturbando delante de él. Adivinada los movimientos de los dedos de ella por el movimiento reflejado en la braga. Hasta él llegaban los gemidos de placer de ella. Su cuerpo se movía. Su cara, tan maquillada...tan...tan..oh dios mío! tan bonita, era una cara de puro placer. Miró esos labios rojos e imaginó...
-"No, esto no está bien" - se dijo . "Es mi hija"
Se iba a marchar cuando notó que Diana se convulsionaba sobre el sofá. Su cuerpo se tensó y su espalda se arqueó. Valentín miraba como su niña buena se corría delante de él. No pudo apartar la mirada de aquella atrayente criatura que gozaba en el sofá.
Diana se había corrido pensando en que su padre se acercaba a ella y que se la follaba ahí mismo. Siempre había tenido esos sentimientos hacia él. Lo deseaba con locura, pero la vieja Diana no podía hacer nada. Pero esa Diana ya no existía. La nueva Diana haría todo lo posible para conseguir a su padre. Sabía que lo lograría. Ningún hombre se le había resistido nunca.
Abrió los ojos y ya no disimuló más. Miró a su padre fijamente a los ojos. Valentín se quedó petrificado. Lo había descubierto. Diana sonrió y le mandó un beso con sus rojos labios. Valentín, avergonzado, se fue. Con la polla dura como una roca, se fue. Volvió a entrar en su cuarto. Su mujer seguía con su letanía. Se encerró en el baño interior. Se sacó la polla y se empezó a hacer una paja. Una paja pensando en su hija. No se la podía quitar de la cabeza. Bastaron 10 segundos para llenar el lavamanos con su caliente semen.
Se miró al espejo y sintió asco de si mismo. Pero..el no tenía la culpa. Era culpa de Diana. Ella lo había embrujado, seguro. Su mujer tenía razón. Estaba poseída.
No!. El no era como su mujer. Sabía que su hijo no estaba poseída. Y sabía que sentía una atracción muy fuerte hacia ella. Tendría que tener mucha fuerza de voluntad para no caer.
El resto del día evitó verla. Su mujer no salía de su cuarto. Después de cenar se fue al salón, mientras Diana se iba a duchar. Cuando salió de la ducha se puso uno de los pijamas de siempre, largo, recatado, decente. Se quitó el maquillaje, y fue al salón.
Cuando Valentín la vio, su corazón dio un vuelco de alegría. Era su Diana, la de siempre. Su niña buena.
-Buenas noches, papá. Me voy a dormir.
Se acercó y le dio dos besos, uno en cada mejilla, como siempre, y se marchó.
-"Todo ha sido un mal sueño"- pensó - "Nada de esto a pasado. Todo es como siempre"
Se sintió aliviado, feliz. Al rato, como muchas veces antes de irse a dormir, fue a darle las buenas noches a su tesoro. Muchas veces iba a su cuarto y la arropaba, dándole el último beso en la frente. Sintió le necesidad de hacerlo. Así todo quedaría olvidado.
Tocó la puerta.
-¿Sí?
-Diana, soy papá. Vengo a arroparte
-Pasa papi.
La luz estaba apagada. Seguramente su ángel ya estaba durmiendo y él la había despertado.
-¿Estabas dormida?
-No, te esperaba. Sabía que ibas a venir.
Ella encendió la luz. Valentín buscó a su Diana, pero no estaba. La Diana de la cama tenía otra vez los labios pintados de rojo, los ojos pintados de negro y no llevaba el pijama. Tenía un pequeño sujetador que apenas podía contener sus tetas y unas minúsculas bragas a juego. Eran el regalo del profe de historia.
Valentín miró aquella bomba sexual que lo miraba pícaramente desde la cama.
-¿No me arropas, papi?
-Diana..yo....
-¿Por qué te fuiste antes? ¿No te gustó ver como me hacía una pajita? Me la hice para ti.
Otra vez se puso rojo.
-Ummm, te has puesto colorado...No será que te tocabas la polla mientras me mirabas?
-N..No..
-¿Seguro?
-Sí...Diana..
-No te creo.. ¿Quieres que me haga otra pajita ahora, contigo tan cerca?
Valentín no contestó. Sólo miró como Diana abrió sus piernas y se acarició el coño sobre las bragas.
-Ummmm tengo el coñito mojado...de pensar en ti...Cuando me tocaba el coñito antes deseabas que te acercaras y me follaras, que me clavases tu polla en donde quisieras. En mi boca, en mi coño, en mi culito...
-Diana... por el amor de dios..No me hagas esto.
Diana metió su mano bajo la braga y se acarició la mojada rajita..
-Ummmm ¿El qué? ¿Que no te haga el qué?..agggg
-Esto..soy tu padre. No está bien...Un padre no debería mirar a su hija..así.
-Pues tu polla si quiere mirarme. Mira cómo la tienes.
-Tócame papi..acaríciame...
-No! No puedo hacer eso..
-Aggggggg eres....tonto..sé que lo deseas..y yo lo deseo....Siempre te he deseado..
Diana apartó un poco la braga con la mano.
-¿Ves como tengo el coñito, todo mojado? Está mojado por ti....Papi...fóllame.
-Diana..no puedo tocarte..no puedo..
-Ahhhhhhhhhh pues...pues..no me toques...sólo mírame...
Miró como se metía dos dedos en aquel coño tan tentador. Los sacó mojados y se los ofreció.
-¿Quieres probar el sabor de mi coño? Todos dicen que está riquísimo.
La miró escandalizado. ¿Todos? ¿Quiénes son esos todos?
-Bueno, si no quieres.. para mi..Ummmmmm
Ver a su 'niña buena' chuparse los mojados dedos que hace un momento estaban enterrados en su coño casi lo hace correr en sus pantalones. Diana vio en sus ojos que su padre luchaba consigo mismo. Decidió darle un empujoncito más.
-Sácate la polla. Déjame ver que guardas...
-Estás loca? Jamás.
-Aggg, venga papito. No tienes que tocarme. Sólo déjame verla...una vez..por favor...
De pequeña Diana ponía ojillos y le decía a su padre 'por favor' y siempre conseguía lo que quería. Y esta vez fue igual. Valentín no podía creer que se estuviera sacando la polla para enseñársela a su hija. Pero lo hizo. La dejó suelta, dando saltitos de excitación. La punta estaba brillante...
-Ummmm papi...que polla más bonita tienes..Es..enorme...Si lo hubiese sabido antes no hubiese esperado tanto..Fóllame...
-No Diana, no.
-Joooooo papito...Puedes hacerme lo que quieras. Lo que sea. ¿No quieres que te le chupe? ¿ O prefieres follarme el culito?
Todo hombre tiene un límite. Y Valentín no pudo más. Sería su hija, pero en esos momentos se comportaba como una auténtica zorra. Y como a una zorra la iba a tratar. Se acercó a ella y la agarró por el pelo, con fuerza, con la mano izquierda. Con la derecha cogió su polla y la acercó a su cara, empezando una furiosa paja!
-Eres una zorra, Diana. Una auténtica zorra. Vas a saber lo que es bueno.
Diana estaba feliz. Había triunfado. Sin dejar de acariciar su coño miraba a su padre, que apretaba su puño, haciéndole un poco de daño en el pelo, y sobre todo miraba a su polla, frente a su cara.
Su padre se tensó. Sabía lo que eso significaba. Con una sonrisa en los labios cerró los ojos.
-Córrete en la cara de la putita de tu niña.
No era la primera vez que se corrían en su cara, pero era la primera vez que su padre lo hacía. Y fue una corrida espectacular. No la vio, pero la sintió. Sintió como su cara se iba calentado gracias a los cálidos chorros de semen que su padre le tiraba en la cara. Quedó cubierta, desde la frente a la barbilla. Se corrió cuando un potente chorro se estrelló en su lengua, notando su sabor.
La leche de su padre le goteaba sobre las tetas. Él la miraba, jadeando, aún agarrándola del pelo. La miró. Aquella...aquella puta se lo merecía. Por zorra.. Ella sacó su lengua y la pasó alrededor de la boca, por sus rojos labios, recogiendo la leche, mirándolo, sonriente.
-Ummmm que rica la leche de papi.
Pero..aquella no era una puta, era .era su niña buena. ¿Qué había hecho? Estaba horrorizado.
-Dios mío..¿Qué he hecho? Dios mío...
Salió corriendo, sin mirar atrás, arrepentido. Si hubiese mirado, habría visto como Diana recogía el semen de la cara con sus dedos y se lo llevaba a la boca, relamiéndose.
CONTINUARÁ.
Les dejo el link de la pagina donde estan por si le quieren comentar algo al autor
https://movil.todorelatos.com/relato/69488/
Diana era una buena niña. Su madre solía leer la Biblia y la había educado de una manera muy estricta. Iban a misa todos los domingos. y la hacía vestir siempre de una manera muy recatada. Su padre estaba orgulloso de ella. Era buena estudiante. Una niña modelo.
Pero Diana no era así. Era todo una fachada. Por dentro era salvaje, pura furia. Furia que llevaba 18 años atrapada por la beatonería de su madre, consentida por su padre. Todo iba el sábado, día siguiente de su 18 cumpleaños, el día de su mayoría de edad. Sus padres le dieron una gran fiesta. Vinieron sus amigas, tan buenas niñas como ella. Fue una fiesta agradable.
Cuando todos los invitados se habían ido, su padre, Valentín, se acercó a ella y le dio un beso en cada mejilla.
-Bueno, Diana. Ya eres oficialmente una mujer adulta. ¿Cómo te sientes?
Ella lo miró a los ojos como nunca lo había mirado.
-Me siento...libre
-¿Libre? ¿Libre de qué?
-Libre de mi misma. Ahora podré ser yo.
-Jajaja, Diana, mi amor. Qué cosas tienes! jajaja
La abrazó. Quería mucho a su buena hijita.
Diana no se rió.
Como no se rieron ni su padre ni su madre al día siguiente cuando la vieron aparecer para de desayunar. Su madre la miró asombrada. Aquella...cosa..no podía ser su hija. Ante ellos estaba una mujer vestida. Bueno, más bien desnuda. Con una falda tan corta que no parecía una falda. La camisa ajustada, con un amplio escote que resaltaba dos grandes pechos, sin sujetador, sin duda. Muy maquillada. Los ojos pintados de negro y los carnosos labios de rojo.
-Diana! ¿ Pero que demonios haces vestida así ? - le gritó su madre.
-Así es como voy a vestir a partir de ahora. Así es como siempre me habría gustado vestir
-¿Pero estás loca? Quítate esas ropas inmediatamente.
-No.
Era la primera vez que Diana le decía no a su madre. La dejó callada. Cuando pudo volver a articular palabra, miró a su marido.
-Valentín! Dile algo a tu hija.
-Diana, ¿Qué te pasa?
-Nada, papá. Llevo 18 años encerrada y por fin soy libre. Será mejor que se acostumbren, porque a partir de hoy me vestiré como me de la gana.
-Te prohíbo que te vistas así. Vete a tu cuarto inmediatamente y quítate esa ropa de..de...de puta!
-No.
Valentín sintió que la sangre le hervía en las venas. Levantó su mano y se dirigió con los ojos inyectados en sangre hacia su 'buena hija'. Jamás la había pegado, pero este comportamiento era inadmisible. Quedó de pie junto a ella y levantó la mano para golpearla. Ella no se movió. No intentó taparse con las manos. Simplemente le miró a los ojos, fijamente. Habló, seria.
-Como me toques un sólo pelo, me largaré de casa y no me volveréis a ver en la vida.
Su padre se frenó de golpe. Vio en los ojos de Diana que hablaba en serio. Con la boca abierta por el asombro, dejó caer su mano. Esa no era su hija. Oyó el llanto de su mujer.
-Esta no es mi hija. Está poseída. Tiene el diablo dentro..oh..díos mío.
-No digas estupideces, mamá. No tengo ningún diablo dentro. Simplemente ahora soy mayorcita. Estoy hasta..iba a decir el moño. Pero no, estoy hasta el coño de fingir ser lo que no soy.
-Hija mía....no....no hablas tú...
-Sí hablo yo. Por primera vez en mi vida hablo yo.
La madre no lo aguantó más. Llorando salió corriendo a su cuarto.
-Ya se le pasará. Pero no creas que soy una mala persona. No lo soy. Esta es vuestra casa. Y si no me queréis, pues me lo dicen y ya está. Hago las maletas y me largo.
-Pero..Diana..claro que te queremos..pero ..queremos a la Diana de ayer. Quiero a mi niña buena.
-Jajajajaja
-¿De qué te ríes?
-De ti, papaíto. De ti. Quieres que vuelva la Diana buena, pero la Diana mala te pone la polla dura.
-¿Qué...?
Valentín se miró. No se había dado cuenta pero la polla se le había puesto dura y formaba un gran bulto en el pantalón. Su hija le había puesto la polla dura. Con aquellas ropas y aquella descarada manera de hablar parecía.....Se avergonzó de si mismo. Se tapó con las manos. Se puso colorado después de muchos años.
-Eres..Eres....
-¿Una puta?
-Sí. Eres una puta.
-No te equivoques, papi. A las putas tienes que pagarles. A mi, si quieres, me puedes follar gratis.
Valentín salió corriendo a su cuarto, con su mujer. Cuando se salía de la cocina, Diana se reía a carcajadas. Valentín llegó a pensar que su mujer tenía razón, que Diana estaba poseída.
Diana se preparó el desayuno y se lo comió tranquilamente, sonriendo. En el fondo sentía un poco de pena por sus padres. Los pobres se habían llevado un disgusto. Pero ya lo superarían.
Valentín se encontró a su mujer arrodillada, rezando. La abrazó, pero parecía ida.
-No te preocupes, todo se arreglará. Nuestra Diana volverá a ser la de antes.
-Esa no es Diana.
-Basta ya! Claro que es Diana. Pero está..confundida.
-Te digo que esa no es Diana.
-Como quieras. Pero no quiero perder a mi hija. No quiero que se vaya de casa. Si lo hace la perderemos para siempre.
Dejó a su mujer rezando. Diana estaba en el salón, viendo la tele, como siempre. Sólo que no era su niña buena, su Diana. Allí sentada había otra mujer. Se fijó que los pezones se le marcaban en la blusa. Admiró su amplio escote, sus grandes tetas. Por primera vez se dio cuenta de que su hija era una mujer preciosa, con un cuerpo de escándalo que aquella forma de vestir no hacía más que resaltar. Otra vez sintió como la polla se le ponía dura. Pero esta vez si que se dio cuenta.
Diana tenía los pezones duros porque se excitó cuando se dio cuenta que a su padre le había puesto la polla dura. Y se dio cuenta que ahora la estaba mirando, pero hizo como que no lo sabía.
Por supuesto, la nueva Diana no había salido de la nada. Llevaba una doble vida. Hacía tiempo que había dejado de estudiar, aunque sus notas no sólo no bajaron, sino que subieron. Sus maduros profesores cayeron muy fácilmente en sus redes. No se pudieron resistir a la belleza de la chica. Y a ella le encantaba provocarlos hasta que no podían más y se la follaban salvajemente. Más le costó con matemáticas, porque era una profesora y no un profesor. Pero al final también fue suya. Su padre la felicitó por el diez que sacó en mates. Sólo le costó comerle el coño a la profe un par de veces.
Pero ya se había cansado de la doble vida. Ahora iba a ser la Diana 'mala'.
Su padre seguía mirándola a escondidas. Le gustaba que la miraran. Y que el espectador fuera su padre le daba mucho morbo. Se empezó a acariciar las tetas sobre la blusa. Cerró los ojos y gimió, alto para que él la oyera. Abrió sus piernas, y sus blancas braguitas quedaron a la vista de Valentín. Él quería irse. Estaba mal mirar a su hija de esa manera, peor lo atraía como una sirena. No veía a su hija. Veía a una mujer que estaba muy buena acariciarse las tetas.
Vio como ella metía una mano por debajo de la blusa y se acariciaba una de las tetas. Vio como se lamía los labios, resecos. Se estaba pellizcando el pezón.
La vista de Valentín iba de la cara de vicio de Diana, a sus tetas, y a sus braguitas. Desde esa distancia no podía asegurarlo, pero creyó notar que había una mancha de humedad en las bragas. Entonces su hija, su amada hija, llevó la otra mano a sus bragas y las metió por dentro.
Valentín no pudo más. Se acarició la polla sobre el pantalón. Diana se estaba masturbando delante de él. Adivinada los movimientos de los dedos de ella por el movimiento reflejado en la braga. Hasta él llegaban los gemidos de placer de ella. Su cuerpo se movía. Su cara, tan maquillada...tan...tan..oh dios mío! tan bonita, era una cara de puro placer. Miró esos labios rojos e imaginó...
-"No, esto no está bien" - se dijo . "Es mi hija"
Se iba a marchar cuando notó que Diana se convulsionaba sobre el sofá. Su cuerpo se tensó y su espalda se arqueó. Valentín miraba como su niña buena se corría delante de él. No pudo apartar la mirada de aquella atrayente criatura que gozaba en el sofá.
Diana se había corrido pensando en que su padre se acercaba a ella y que se la follaba ahí mismo. Siempre había tenido esos sentimientos hacia él. Lo deseaba con locura, pero la vieja Diana no podía hacer nada. Pero esa Diana ya no existía. La nueva Diana haría todo lo posible para conseguir a su padre. Sabía que lo lograría. Ningún hombre se le había resistido nunca.
Abrió los ojos y ya no disimuló más. Miró a su padre fijamente a los ojos. Valentín se quedó petrificado. Lo había descubierto. Diana sonrió y le mandó un beso con sus rojos labios. Valentín, avergonzado, se fue. Con la polla dura como una roca, se fue. Volvió a entrar en su cuarto. Su mujer seguía con su letanía. Se encerró en el baño interior. Se sacó la polla y se empezó a hacer una paja. Una paja pensando en su hija. No se la podía quitar de la cabeza. Bastaron 10 segundos para llenar el lavamanos con su caliente semen.
Se miró al espejo y sintió asco de si mismo. Pero..el no tenía la culpa. Era culpa de Diana. Ella lo había embrujado, seguro. Su mujer tenía razón. Estaba poseída.
No!. El no era como su mujer. Sabía que su hijo no estaba poseída. Y sabía que sentía una atracción muy fuerte hacia ella. Tendría que tener mucha fuerza de voluntad para no caer.
El resto del día evitó verla. Su mujer no salía de su cuarto. Después de cenar se fue al salón, mientras Diana se iba a duchar. Cuando salió de la ducha se puso uno de los pijamas de siempre, largo, recatado, decente. Se quitó el maquillaje, y fue al salón.
Cuando Valentín la vio, su corazón dio un vuelco de alegría. Era su Diana, la de siempre. Su niña buena.
-Buenas noches, papá. Me voy a dormir.
Se acercó y le dio dos besos, uno en cada mejilla, como siempre, y se marchó.
-"Todo ha sido un mal sueño"- pensó - "Nada de esto a pasado. Todo es como siempre"
Se sintió aliviado, feliz. Al rato, como muchas veces antes de irse a dormir, fue a darle las buenas noches a su tesoro. Muchas veces iba a su cuarto y la arropaba, dándole el último beso en la frente. Sintió le necesidad de hacerlo. Así todo quedaría olvidado.
Tocó la puerta.
-¿Sí?
-Diana, soy papá. Vengo a arroparte
-Pasa papi.
La luz estaba apagada. Seguramente su ángel ya estaba durmiendo y él la había despertado.
-¿Estabas dormida?
-No, te esperaba. Sabía que ibas a venir.
Ella encendió la luz. Valentín buscó a su Diana, pero no estaba. La Diana de la cama tenía otra vez los labios pintados de rojo, los ojos pintados de negro y no llevaba el pijama. Tenía un pequeño sujetador que apenas podía contener sus tetas y unas minúsculas bragas a juego. Eran el regalo del profe de historia.
Valentín miró aquella bomba sexual que lo miraba pícaramente desde la cama.
-¿No me arropas, papi?
-Diana..yo....
-¿Por qué te fuiste antes? ¿No te gustó ver como me hacía una pajita? Me la hice para ti.
Otra vez se puso rojo.
-Ummm, te has puesto colorado...No será que te tocabas la polla mientras me mirabas?
-N..No..
-¿Seguro?
-Sí...Diana..
-No te creo.. ¿Quieres que me haga otra pajita ahora, contigo tan cerca?
Valentín no contestó. Sólo miró como Diana abrió sus piernas y se acarició el coño sobre las bragas.
-Ummmm tengo el coñito mojado...de pensar en ti...Cuando me tocaba el coñito antes deseabas que te acercaras y me follaras, que me clavases tu polla en donde quisieras. En mi boca, en mi coño, en mi culito...
-Diana... por el amor de dios..No me hagas esto.
Diana metió su mano bajo la braga y se acarició la mojada rajita..
-Ummmm ¿El qué? ¿Que no te haga el qué?..agggg
-Esto..soy tu padre. No está bien...Un padre no debería mirar a su hija..así.
-Pues tu polla si quiere mirarme. Mira cómo la tienes.
-Tócame papi..acaríciame...
-No! No puedo hacer eso..
-Aggggggg eres....tonto..sé que lo deseas..y yo lo deseo....Siempre te he deseado..
Diana apartó un poco la braga con la mano.
-¿Ves como tengo el coñito, todo mojado? Está mojado por ti....Papi...fóllame.
-Diana..no puedo tocarte..no puedo..
-Ahhhhhhhhhh pues...pues..no me toques...sólo mírame...
Miró como se metía dos dedos en aquel coño tan tentador. Los sacó mojados y se los ofreció.
-¿Quieres probar el sabor de mi coño? Todos dicen que está riquísimo.
La miró escandalizado. ¿Todos? ¿Quiénes son esos todos?
-Bueno, si no quieres.. para mi..Ummmmmm
Ver a su 'niña buena' chuparse los mojados dedos que hace un momento estaban enterrados en su coño casi lo hace correr en sus pantalones. Diana vio en sus ojos que su padre luchaba consigo mismo. Decidió darle un empujoncito más.
-Sácate la polla. Déjame ver que guardas...
-Estás loca? Jamás.
-Aggg, venga papito. No tienes que tocarme. Sólo déjame verla...una vez..por favor...
De pequeña Diana ponía ojillos y le decía a su padre 'por favor' y siempre conseguía lo que quería. Y esta vez fue igual. Valentín no podía creer que se estuviera sacando la polla para enseñársela a su hija. Pero lo hizo. La dejó suelta, dando saltitos de excitación. La punta estaba brillante...
-Ummmm papi...que polla más bonita tienes..Es..enorme...Si lo hubiese sabido antes no hubiese esperado tanto..Fóllame...
-No Diana, no.
-Joooooo papito...Puedes hacerme lo que quieras. Lo que sea. ¿No quieres que te le chupe? ¿ O prefieres follarme el culito?
Todo hombre tiene un límite. Y Valentín no pudo más. Sería su hija, pero en esos momentos se comportaba como una auténtica zorra. Y como a una zorra la iba a tratar. Se acercó a ella y la agarró por el pelo, con fuerza, con la mano izquierda. Con la derecha cogió su polla y la acercó a su cara, empezando una furiosa paja!
-Eres una zorra, Diana. Una auténtica zorra. Vas a saber lo que es bueno.
Diana estaba feliz. Había triunfado. Sin dejar de acariciar su coño miraba a su padre, que apretaba su puño, haciéndole un poco de daño en el pelo, y sobre todo miraba a su polla, frente a su cara.
Su padre se tensó. Sabía lo que eso significaba. Con una sonrisa en los labios cerró los ojos.
-Córrete en la cara de la putita de tu niña.
No era la primera vez que se corrían en su cara, pero era la primera vez que su padre lo hacía. Y fue una corrida espectacular. No la vio, pero la sintió. Sintió como su cara se iba calentado gracias a los cálidos chorros de semen que su padre le tiraba en la cara. Quedó cubierta, desde la frente a la barbilla. Se corrió cuando un potente chorro se estrelló en su lengua, notando su sabor.
La leche de su padre le goteaba sobre las tetas. Él la miraba, jadeando, aún agarrándola del pelo. La miró. Aquella...aquella puta se lo merecía. Por zorra.. Ella sacó su lengua y la pasó alrededor de la boca, por sus rojos labios, recogiendo la leche, mirándolo, sonriente.
-Ummmm que rica la leche de papi.
Pero..aquella no era una puta, era .era su niña buena. ¿Qué había hecho? Estaba horrorizado.
-Dios mío..¿Qué he hecho? Dios mío...
Salió corriendo, sin mirar atrás, arrepentido. Si hubiese mirado, habría visto como Diana recogía el semen de la cara con sus dedos y se lo llevaba a la boca, relamiéndose.
CONTINUARÁ.
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1 comentarios - la niña buena 1